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OBSESIÓN por Amaya Kurau

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CARMESÍ EN LA OSCURIDAD 
 
 
 


 
 
Era ya de noche; la luz plateada de la luna se filtraba tenuemente en la habitación, pero era el fuego en la chimenea el que amplificaba las sombras de los objetos cercanos al tiempo que los bañaba con una cálida luz dorada. La estancia a simple vista lucía pacífica y el silencio reinante era roto solo de vez en cuando por el crepitar de las llamas o por el ulular de algún ave nocturna en el exterior. 
 
Kaname con los ojos en un intenso carmesí, miraba con atención a Zero sentado a su lado en la cama; sus ojos relucían con suma ternura mientras acariciaba el pelo del joven una y otra vez con delicadeza; sin embargo, Zero no reaccionaba a esas atenciones ya que aún no despertaba. Llevaba varias horas así, su respiración era tranquila y acompasada, apenas perceptible incluso para su audición de sangrepura y la expresión de su rostro se mantenía serena. 
 
Sin poder contenerse, Kaname detuvo sus caricias y miró el cuello del cazador, su corazón se agitó nuevamente ante la visión. Conteniendo el aliento, lentamente tocó con la punta de sus dedos los orificios rojos que contrastaban en la blanca piel tentadoramente. Al haber sido hechos por él, un sangrepura, y al estar el muchacho también muy débil, no habían desaparecido todavía, aunque ya habían dejado de sangrar. 
 
Exhaló entrecortadamente, ver y tocar esas marcas hacía que nuevamente todas sus emociones y deseos se removieran en su interior buscando una salida. Se inclinó lentamente sobre el joven y aspiró profundamente el aroma de su cuello, quería volver a morderlo, quería devorarlo por completo; la lujuria que estaba experimentando era una que no había sentido antes, pero reprimiéndose, se incorporó y volvió a observar el rostro del muchacho. Zero se veía más pálido de lo normal, pero era una palidez tentadora dado que era la muestra de todo lo que había tomado de él y porque sabía que su vida no peligraba; sin embargo, aunque sabía que simplemente podría darle su sangre y el joven despertaría de inmediato para complacerlo, el punto era que una parte de él aun no estaba preparada para enfrentarlo, no después de haber hecho algo tan imperdonable. 
 
Había lastimado a Zero a pesar de que había jurado que nunca lo haría de nuevo; había perdido el control y ante la desesperación y el miedo de perderlo, no pudo contenerse; lo había mordido sin su consentimiento, algo que era penado tanto por la asociación de cazadores como por el senado, pero eso no era lo que le importaba ahora; había mordido a Zero y lo había disfrutado tanto como solo un vampiro era capaz de hacerlo al obtener la sangre más preciada, la más exquisita que pudiese imaginar, la sangre que era arrebatada. Ahora tenía una erección tan potente que solo quería desahogarse en el interior de su Zero, sí, suyo, porque eso era el muchacho ahora, era suyo porque así lo deseaba y lo había marcado como tal. 
 
Sus colmillos se extendieron instintivamente una vez más y sus sentidos se agudizaron de tal manera que fue capaz de escuchar el latido del corazón del joven.
 
−   ¿Me odiaras, Zero?
 
Volvió a acariciar su rostro y sus labios.
 
−   ¿Qué es lo que esperas que haga después de haberle hecho eso, Kaname?
 
El vampiro alejó su mano y frunció el ceño al escuchar esa voz conocida.
 
−   Sin duda debes estar feliz, ¿no?
 
−   ¿Cómo podría estarlo? – Respondió fríamente mientras entrelazaba su mano a la de Zero.
 
  ¿No lo estás?, pero sí sentiste satisfacción, una inmensa y embriagante satisfacción. Saciaste ese deseo oscuro que has albergado por tanto tiempo y ahora tu sed finalmente ha sido aplacada.
 
El sangrepura apretó su puño y la mano de Zero con fuerza.
 
  Jajajaja... veo que nuevamente las contradicciones en tu interior se apoderan de ti, grandes contradicciones que están torturándote.
 
No respondió, pero la sombra se acercó más y situándose tras él, rodeándolo cadenciosamente con uno de sus brazos, susurró a su oído:
 
−   Mira, lo tienes aquí, justo al alcance de tus manos. El hermoso ángel de alas blancas y puras que tanto amas y que no querías manchar con tus sucias manos, al que querías llevarte lejos de todo; está justo aquí, es tuyo...
 
Kaname miró detenidamente a Zero de nuevo. Si, su bello cazador quien empezó siendo para él una simple pieza destinada a proteger a Yuuki, quien poco a poco fue llamando su atención por todas sus cualidades y carácter indomable; que hizo latir con intensidad por primera vez su corazón, un corazón que no creía que poseía y a quien le entregaría su alma si se lo pedía, estaba aquí, pero tenía miedo, no de perderlo como hacia unas horas, sino de ser odiado y no ser suficiente para él. 
 
Su cazador, a quien empezó a desear con total desesperación desde que bebió su sangre aquella noche en su habitación, se había convertido en una tortura.
 
−   ¿Qué harás, Kaname?; aunque querías que él fuera libre y que viviera feliz, aunque querías verlo extender sus alas y dejarlo volar, al mismo tiempo querías cortar de tajo esas alas, envolverlo entre tus brazos y devorarlo por completo.
 
−   No es así.
 
−   Lo es, y ahora puedes mancharlo, pero sabes que te odiará cuando despierte.
 
−    Cállate.
 
−    ¿Por qué?, el que te odie no es un problema, solo tienes que tomarlo, es lo que deseabas ¿no?, deseabas hacerlo completamente tuyo, ahora puede serlo. Mira tus marcas en su cuello, es tuyo, no le pertenecerá a nadie más que a ti a partir de ahora. ¿Por qué no eres honesto por primera vez, Kaname?
 
El vampiro miró nuevamente las marcas de sus colmillos en el cuello de Zero, y volvió a tocarlas con la punta de sus dedos.
 
−    Jajajajaja... pobre Kaname, esos solo son tus más oscuros deseos, pero la verdad es que, a pesar de tu intento, lo cierto es que él huira apenas despierte, porque él no es como esa frágil avecilla que ha estado a tu lado; él es un halcón indomable que no se quedará en una jaula, aunque ésta sea de oro. Siempre has vivido de esperanzas Kaname, ¿Qué esperanza tienes ahora?, Él no te ama, y tú lo has lastimado, le has arrebatado algo por la fuerza; te temerá, te odiará y huira de ti porque no eres más que un monstruo. ¿Realmente lo permitirás?
 
−   No te metas en mis asuntos, no necesito de tus palabras.
 
−   Hmmp... Contradicciones y desesperación es de lo que estas hecho Kaname y así seguirás por toda la eternidad. Jamás tendrás lo que realmente deseas por voluntad, así que ¿Por qué dudas?, ¿Por qué no simplemente lo tomas?
 
Kaname retiró sus dedos del cuello de Zero y cerró su mano en un puño fuertemente, luego desplegó su energía; las llamas en la chimenea se agitaron y extinguieron y la persistente presencia que lo acompañaba, esa conciencia que lo atormentaba en sus peores momentos, desapareció. 
 
El brillo carmesí de sus ojos se había intensificado con eso, de hecho, no habían dejado de brillar en ese color desde que llegaron a este lugar, pero ahora la molestia y ansiedad que sentía los hacia relucir más. Podía sentir la sangre de Zero fundiéndose con la suya, era una sensación diferente a la de aquella vez en el callejón, era más abrazadora, casi sofocante. Se había formado un vínculo completo con Zero, ahora no podría estar sin él o estar con él sin temer perderlo.
 
Acarició nuevamente su pelo y su mejilla con suavidad y miró sus manos, las manos de Zero le gustaban, dedos largos y delgados con un sutil toque femenino; tomó una de ellas, no eran suaves, eso revelaba que, a pesar de ser un vampiro, Zero se sometía a trabajo físico continuamente, aun así le gustaban, quería sentirlas recorrer su cuerpo, quería sentirlas aferrándose a él. Tragó un poco de saliva, su erección comenzaba a ser dolorosa, quería que las manos de Zero la rodearan. Se acomodó nuevamente sobre el joven y descendió hasta su cuello, amaba su aroma, un aroma suave y masculino que en este momento lo atraía cual hembra a un macho.
 
"¿Por qué no simplemente lo tomas?"
 
"Él huirá de ti apenas despierte..."
 
"Él te odiará y te temerá"
 
Cerró los ojos con fuerza y comenzó a respirar con dificultad. Era tan difícil controlarse; lágrimas descendieron por sus mejillas. Sujetó con fuerza la mano del cazador y la llevó hasta sus labios y la besó con devoción.
 
−    Lo siento, lo siento Zero, yo no quería hacer esto; pero tampoco quiero perderte, no puedo y no quiero dejarte ir.
 
 
 
 
[...]
 
 
 
 
−   Lo siento Yuuki-sama, no hemos podido localizarlos aun – dijo Aidou intentado sonar lo más tranquilo posible.
 
Yuuki se giró y lo miró con los ojos llorosos. Aidou no pudo evitar sentirse nervioso y aunque se contuvo, seguía sin saber cómo actuar ante situaciones así. Pese a su estatus, para la joven sangrepura, llorar frente a un vampiro de nivel inferior parecía seguir siendo algo sin importancia.
 
−   ¿Por qué Aidou-senpai? – la repentina pregunta atrajo nuevamente su atención.
 
−   ¿Eh?
 
−   ¿Por qué Kaname onii-sama hizo algo como eso a Zero?, ¿Qué pudo haber sido tan grave como para atacarlo así?
 
−   Yuuki-sama, yo, yo estoy seguro que no fue nada grave, quizá...
 
−   ¿Grave?, dijiste una vez en una de tus clases que, por menos, es suficiente para desatar una guerra. Estoy segura que él mejor que nadie sabe que atacar a un cazador es peligroso, pero beber de él como de cualquier humano sin su consentimiento es una grave falta. Por dios, Zero será el próximo presidente de la asociación, ¿Por qué lo hizo entonces?
 
−   Bueno...
 
−   Ya antes habían discutido o se habían dicho palabras mordaces, pero Kaname onii-sama jamás había llegado a lastimarlo y Zero, aunque le había apuntado con su arma, jamás llegó a jalar del gatillo.
 
−   Todas esas situaciones se dejaron pasar porque así lo quiso Kaname-sama y, después todo pareció relajarse entre ellos, al menos se soportaban mutuamente.
 
−   Pero no habían vuelto a pelear gravemente desde de su enfrentamiento en la academia Cross, cuando decidimos marcharnos, ¿Qué pudo ser?, no lo entiendo.
 
−   Yuuki-sama, Kaname-sama... él, él no lastimaría realmente a Kiryuu-kun.
 
−   Pero tú lo viste, estoy segura que incluso sentiste su aura. Su mirada, en ese momento realmente estaba pensando en devorar a Zero, lo sé; y me advertía que no me atreviera a intervenir.
 
Yuuki volvió a mirar el exterior, la noche ya estaba muy avanzada, una luna brillante se encontraba en lo alto adornando el cielo despejado. La vio volver a apretar los puños, sabía que era por impotencia y miedo; no había podido detener a Kaname-sama ni ayudar a Kiryuu-kun y sin duda nuevamente volvía a sentirse completamente inútil.
 
−   Estoy seguro que todo se arreglará y que lo sucedido no trascenderá
 
−   S-siempre – continuó ella y él notó por su voz que intentaba ahogar las lágrimas – desde que recuerdo, hemos involucrando una y otra vez a Zero en nuestros asuntos. Le pedí a Kaname onii-sama que nos marcháramos de la academia para no seguir lastimándolo; que ya era suficiente con todo lo que había pasado, pero luego él lo puso frente a mí en la soirée, diciéndome que no podía seguir huyendo de él, que tarde o temprano se convertiría en el nuevo presidente de la asociación y tendríamos tratos continuos; luego le pedí que no fuera un cazador mi guardián y lo trajo a él a esta casa con esa función; l-le pedí... que no lo lastimáramos más y... ahora...
 
Nuevas lagrimas brotaron de los ojos de Yuuki y bajó la mirada apenada. Aidou se mordió ligeramente el labio inferior y dio un paso hacia ella.
 
−   E-estoy seguro que Kaname-sama no lo ha lastimado demasiado. Kiryuu... Kiryuu-kun no sabe contenerse frente a un sangrepura, en todo este tiempo ni siquiera se ha esforzado un poco por hacerlo, quizá Kaname-sama solo quiso darle una lección; pero en este momento de seguro que ambos han entrado en razón y...
 
−   ¡¿Y entonces porque no vuelven?! – cuestionó Yuuki casi en un grito.
 
Aidou apretó los puños, no sabía que responder, ni siquiera sabía cómo actuar realmente frente a ella. Seiren no había aparecido en la mansión, pero estaba seguro que ella sabía dónde estaba el sangrepura, pero como su lealtad estaba con él, no podía esperar que apareciera y se los dijera. 
 
Tampoco Ichijou estaba aquí, hacía semanas que se había marchado alegando que tenía asuntos relacionados con su familia que debía atender, pero lo había visto en una de las veladas hacia un par de semanas, estaba cerca de Shirabuki Sara y parecía como si fuera su sirviente, no entendía bien que sucedía con él, pero a Kaname-sama no parecía importarle; lo mismo sucedía con Shiki y Rima, a ellos también los había visto, pero parecían más interesados en Ichijou que en volver al lado de Kaname-sama. 
 
Así que con todo, solo quedaban Akatsuki, Ruka y él, como los nobles más allegados a los hermanos Kuran, pero tanto ella como su primo estaban en este momento intentando rastrear a Kaname-sama y aun no enviaban noticias, así que solo estaba él para darle ánimos a la sangrepura, aunque realmente no sabía cómo hacerlo, él mismo no entendía que sucedía realmente, pero estaba seguro, de alguna manera, que lo que vio y sintió en la tarde, no fue, ni por asomo, odio de Kaname-sama hacia Kiryuu-kun; porque si lo odiara, ¿Por qué le habría alimentado el día anterior?, ¿Por qué de a momentos le parecía percibir que lo quería acaparar para sí mismo?, ¿Por qué sentía que intentaba alejar a todos del cazador? y ¿Por qué a veces le parecía percibir un brillo en sus ojos borgoña al verlo?. 
 
Esa mirada de la que había hablado la sangrepura, también él la percibió; era una mirada que delataba que estaba tomando algo que era suyo; y estaba seguro que en este momento Kaname-sama estaba con él, pero no podía decírselo a Yuuki-sama. No podía decirle que sospechaba que Kaname-sama estaba encaprichado con el cazador.
 
Aidou se sonrojó sutilmente al pensar en eso último.
 
 
 
[...]
 
 
 
Cuando Zero abrió los ojos, no pudo reconocer donde estaba, pero parecía ser de noche ya. Se sentía muy mareado; aun así, pese a la oscuridad se dio cuenta que estaba recostado sobre una cama con doseles.
 
−   Finalmente has despertado.
 
Al escuchar esa voz su mente se aclaró al instante haciendo que un estremecimiento sacudiera su cuerpo y la adrenalina comenzara a recorrerlo de inmediato, poniéndolo alerta y haciendo que como reflejo intentara incorporarse; sin embargo, no pudo hacerlo y únicamente consiguió un mareó aun mayor que causó que su vista se nublara. 
 
Cuando ésta se aclaró, buscó el lugar de donde había provenido la voz, y pudo verlo, un par de ojos brillando en carmesí le observaban desde uno de los ventanales. 
 
Sin poderlo evitar tragó un poco de saliva. Kaname lo miraba imperturbable y con una expresión aparentemente serena, pero en esa estancia y con la luz de la luna bañando su piel, se sentía imponente, como un depredador asechando a su presa. El miedo que había sentido antes de perder la consciencia volvió a él de golpe, pero se esforzó por ocultarlo.
 
−   ¿Tu...?, ¿Dónde estoy?
 
−    Estás conmigo...
 
No era sólo su mirada o su rostro, también su voz sonaba tranquila, apretó la mandíbula con fuerza y lo miró furioso.
 
−   No te pregunté eso, Kuran, sino el lugar donde estoy.
 
−   Eso no importa; ya te lo dije, estás conmigo, eso es lo único que tienes que saber.
 
−   Pues no me interesa estar contigo, me marcho.
 
Zero volvió a intentar girarse para poder incorporarse, pero sentía su cuerpo muy pesado y la vista volvió a nublársele, la cabeza comenzó a dolerle también.
 
−    No hagas eso.
 
Kaname, que lo miraba impasible con los ojos en carmesí, se apartó del ventanal y se acercó a la cama recostándolo con cuidado nuevamente e intentando arroparlo.
 
−   ¿Qué diablos... ¡Suéltame, vampiro!
 
De un manotazo Zero alejó la mano del sangrepura y lo fulminó con la mirada; en cambio, ante dicha acción los ojos del vampiro se entristecieron y subiéndose a la cama se acercó más a él y sonriendo débilmente, acarició su mejilla. 
 
Zero lo miró con incredulidad, éste no podía ser el Kuran Kaname que conocía. La forma en que lo miraba, la manera en que lo tocaba, no, no podía serlo de ningún modo. Movió su rostro para alejarse y un nuevo estremecimiento, que estuvo seguro el otro percibió, recorrió su cuerpo. 
 
Pese a que no deseaba sentirse así, tenía miedo. Volvía a sentirse como cuando tenía trece años y Shizuka lo mordió en medio de una habitación oscura rodeado de los cadáveres de sus padres. La impotencia, la frustración, el miedo y el dolor, todo volvía a él como si se tratara del mismo día y su corazón comenzó a golpear con fuerza contra su pecho.
 
Kaname se percató de eso y comenzó nuevamente a acercarse a él. Zero, en un acto de defensa, intentó levantar una mano para poner distancia, pero por primera vez cayo en cuenta de algo, su muñeca estaba rodeada por un grillete y encadenada a la pared. Abrió los ojos desmesuradamente y en ellos se reflejó por completo el miedo que intentaba ocultar. Entonces miró hacia la pared, la cadena estaba fijada a ella. Desesperadamente jaló la cadena para liberarse, pero ésta solo soltó una sutil descarga eléctrica, aunque lo suficientemente fuerte como para hacerlo cerrar los ojos ante el dolor que recorrió su cuerpo.
 
−   No lo hagas, o te lastimaras.
 
−   ¿Qué diablos has hecho?, ¡Libérame!
 
−   No puedo hacerlo.
 
−   ¿De qué hablas?
 
−   Ya te lo dije.
 
−   ¿Qué?
 
−   Eres mío.
 
−   N-no digas estupideces, ¿acaso beber tanta sangre de ha vuelto loco?
 
Zero, en medio de la debilidad que lo embargaba, buscó incorporarse en un vano intento de recuperar un poco de control, se sentía vulnerable, demasiado, como hacía mucho no se sentía y el sangrepura simplemente lo veía hacer con una expresión impasible en el rostro y con esa mirada triste que lo descolocaba. 
 
Con la mano libre volvió a jalar de la cadena y una nueva descarga recorrió su cuerpo; eso no lo detuvo, volvió a hacerlo una vez más y luego otra, recitando todo tipo de conjuros para liberar el grillete. 
 
Kaname sonrió al ver los intentos de su cazador y como una descarga eléctrica tras otra le hacía fruncir el ceño con dolor, hasta que él mismo sujetó la cadena por delante de la mano del joven desviando hacia sí mismo la mayor parte de la descarga que ésta despedía y con la otra mano apartó la de Zero de la cadena y se la llevó a los labios.
 
−   Es inútil, no es magia de cazadores.
 
−   ¿Qué?
 
−   No usaría magia de cazadores con un cazador, que aparte es el mejor de todos ellos.
 
Con una nueva expresión de incredulidad, Zero le arrebató su mano al instante, pero Kaname no se inmutó, por el contrario, se acercó a su rostro sujetándolo firmemente para impedirle que lo desviara.
 
−   ¿Q-qué haces?, ale... - Kaname cortó su frase con un beso.
 
Zero se quedó paralizado al sentir los labios del vampiro sobre los suyos, pero luego, casi de inmediato el sonido de un clic lo hizo alertar de nuevo, su mano libre ahora se encontraba aprisionada junto a la otra pendiendo de la misma cadena.
 
 
 
Los movimientos anteriores me han hecho atraparte, el próximo, te hará mío.
 


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