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Dos vidas diferentes, un mismo camino por Asato Hikaru

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Notas del capitulo: Chicas gracias por sus comentarios y por todo el apoyo que me brindan, sus buenos deseos son los que me motivan para seguir escribiendo este fic hasta el final... que por cierto este ya esta cerca...  T_T saludos y nos leemos pronto... Ja ne!!
*-*-*-*-* 

Esa noche había sido la más larga de sus vidas tanto el rubio como el castaño tuvieron que turnarse para velar por los sueños del pequeño Asato, la fiebre le había cedido de cierta forma y eso les brindaba algo de alivio, más sin embargo tuvieron que luchar contra las constantes pesadillas que el niño sufría y que lo hacían despertarse abruptamente y luchar para librarse de quien lo estuviera sosteniendo. Junto con el alba llegó la tranquilidad, finalmente la fiebre cedió por completo y los desvelados se dieron tiempo para poder descansar. Ya era medio día y tras asegurarse de que Asato descansara sin agitación alguna decidieron dejarle a solas.

 

- Kami-sama que noche tan fatal –se quejó un cansado y ojeroso rubio con el cabello y las ropas desalineadas tras salir de la habitación.

 

- Haaaiii… -respondió en un bostezo de cansancio el castaño de ojos azules saliendo tras el rubio- quien fuera niño otra vez, mira que dormir tranquilo –agregó al asomar al cuarto de los huéspedes y ver que Hisoka dormía placidamente.

 

- Si tan cansado te sientes –Watari se acerca a su pareja por la espalda posando sus manos sobre los hombros del pelicastaño- puedo darte un buen masaje, tomamos un baño relajante y dormimos un poco en mi habitación.

 

- Mmhh eso se escucha tentador –gimió Tatsumi ante el agradable contacto.

 

- Perfecto tomaré eso como un sí –lo enfrentó con una feliz sonrisa- iré a prepararlo todo –le guiñó el ojo coquetamente y dando pequeños brinquitos de alegría se alejó del pelicastaño.

 

- Parece un niño –una gotita resbalo por su cabeza- bien, tendré que buscar información acerca de ese doctor –se acomoda los anteojos cambiando su semblante a uno serio.

 

- Quieres que te ayude a investigar? –inquirió a sus espaldas el rubio de mirada ambarina.

 

- Yutaka –exclamó sorprendido- ya terminaste?

 

- Hai –respondió con una gran sonrisa-  pero eso no responde mi pregunta –agregó en un puchero de molestia.

 

- Si entendí bien tu conoces a ese hombre, el tal Kazutaka ¿no es así?

 

- Bueno lo que se dice conocerlo, conocerlo pues… –se rasca la mejilla en un gesto pensativo- no lo conozco, solo he escuchado de él.

 

- Entiendo aun así tenemos que investigar donde y con quien sea, si ese hombre fue quien le hizo tanto mal al niño no puede quedar impune –masculló Tatsumi entre dientes.

 

- De ninguna forma, es imperdonable el daño que causó y tendrá que pagar por el crimen cometido –le apoyó el rubio de igual forma y el ojiazul solo atinó a sonreir tiernamente- qué pasa, tengo algo en el rostro? –se examinó el rostro extrañado por esa sonrisa.

 

- No tienes nada –le tomó de la mano para colocarla sobre su mejilla- es solo que recordé el día en el que llegaste aquí.

 

- Ah si y como lo recuerdas, como algo malo o bueno? –quiso saber por curiosidad.

 

- Bueno, porque desde que estas aquí toda mi vida cambió –respondió sincero.

 

- Igual la mía. Bien que lo recuerdo, hace dos años de eso ¿no? –el rubio cerró sus ojos para recordar

 

*Flash Back*

 Tatsumi Seiichirou un hombre de aproximadamente 21 años caminaba tranquilamente por las bulliciosas calles de la ciudad, ese día por donde quiera había puestos de ventas varias, desde frutas, ropa y artículos diversos, se veía que el chico era de buena posición aunque su semblante era de alguien serio, reservado y muy analítico. Tan ensimismado estaba en su mundo que no escuchó a alguien gritarle. - Tenga cuidado! –advirtió una mujer. - Que? –el ojiazul apenas reaccionó cuando sintió a alguien chocar contra él- Ay! –se quejó al caer sobre el duro piso con aquella persona encima de él. - Idiota no estorbe! –le gritó un jovencito de unos 18 años, de larga rubia cabellera y mirada ambarina cuyas ropas estaban sucias y desgastadas quien de inmediato se puso de pie para querer continuar con su loca carrera. - Deténganlo, me ha robado! –gritaba un hombre furioso. - Alto ahí –Seiichirou logró detenerlo de la muñeca. - Suélteme idiota que me van a atrapar –le espetó el rubio intentando librarse del agarre. - Oye niño, robar es malo ¿sabes? –le miró severo. - Ah si, pero que gran noticia y que va hacer darme, una cátedra de buena moral? –le respondió sarcástico con una mirada ambarina desafiante- mira viejo, no te metas si, tu no sabes nada. - Si eso es lo que quieres –le respondió indiferente y sin más lo soltó, inmediatamente los rodearon los policías. - Genial, gracias por arruinarlo –bufó el rubio. - De nada. - Joven Tatsumi, gracias por detener al ladronzuelo ¿se encuentra usted bien? –le agradeció un uniformado. - Si estoy bien, pero no hay de que agradecer oficial solo hice lo que tenía que hacer pero díganme ¿Qué fue lo que el chico ha hecho? –inquirió curioso. - Me robó diez monedas de plata –gruñó el hombre. - Ya veo –el pelicastaño mete una mano dentro del bolsillo de su pantalón y le lanza dos monedas de oro al hombre- supongo que con eso queda más que bien pagada la deuda. - Como dice? –el hombre lo mira confundido. - Lo que escuchó, le devuelvo el dinero robado y algo más. Oficiales onegai dejen al chico en mis manos yo me haré cargo de él. - Pero… -tanto el hombre como los oficiales y el mismo rubio miraban incrédulos a aquel extraño chico. - Que tengan buen día –se despidió Seiichirou llevándose consigo al rubio. 

*Flash Back End

 

- Ne Sei ¿por qué fue que me salvaste en esa ocasión? –preguntó mirándolo curioso.

 

- No sé Yu algo me decía que tenía que hacerlo, eso fue lo que hice y ya ves desde entonces estamos juntos –fue la simple respuesta que le dio al momento de abrazarlo.

 

- Mmm esa no es la respuesta que esperaba pero me alegro de que lo hayas hecho –sonrió recargando su cabeza en el pecho del pelicastaño- por ti dejé de usar mis habilidades para robar y ahora las uso para un bien

 

- Si por cada invento que creas y causas destrozos en mi hogar le llamas un bien, creo que preferiría que siguieras siendo un ladrón –le dijo en burla.

 

- Tatsumi! –le llamó por su apellido con un puchero ofendido.

 

- Yutaka… -lo mira seriamente- es broma, vamos a bañarnos –cambió su mirada severa por una alegre sonrisa

 

- Malo –Yutaka hizo otro puchero- esta bien, vamos!

 

Mientras tanto, un par de orbes color amatista comenzaban a dejarse ver detrás de unas abundantes y oscuras pestañas, un fuerte halo de luz obligo a que el dueño de tan hermosas orbes, las protegiera ofreciéndoles sombra poniendo el brazo sobre su frente. Poco a poco su borrosa vista se fue adaptando hasta que todo estuviera completamente claro; confundido miró a su alrededor y nada de ahí reconoció.

 

- “Do…donde estoy? –se preguntó el ojiamatista- no… no conozco este lugar –con trabajo logró enderezar su cuerpo para quedar sentado y entonces divisó los vendajes que cubrían parte de su cuerpo y las ropas que portaba- a caso… no, él no lo haría… donde estoy… debo saber… -con esfuerzo logró arrastrarse hasta la orilla de la cama, descendió y fue camino a la puerta- no recuerdo este lugar… donde estoy… –entrando en desesperación y apoyándose en las paredes del lugar buscó la salida más cercana- Alguien debió encontrarme… por kami Hisoka! tengo, tengo que encontrarlo –cojeando logró llegar a la escalera y al intentar descender trastabilló- Ayy!” ­–Se quejó antes de caer rodando por los escalones.

- Que fue eso? –se asustaron ambos chicos dentro del baño al escuchar el ruido.

 

- Tsuzuki? –se preguntó el niño de orbes esmeralda al abrir abruptamente los ojos tras escuchar el ruido, llevaba rato despierto y había escuchado a los adultos decir que tomarían un baño así que solo él y el otro niño quedaban en casa. De inmediato bajó de la cama y salió en busqueda de aquel niño en la habitación contigua sin encontrarlo- No esta! –miró hacia las escaleras- oh no… kami no me digas que… -sus temores aumentaron al acercarse al lugar y ver al niño que yacía inmóvil sobre el piso- Tsuzuki! –bajo los escalones a zancadas- Tsuzuki… Tsuzuki… -le llamaba desesperado al tomarlo en sus brazos.

 

- “Hisoka…” -Asato abrió los ojos para mirarlo, en sus labios dibujo una feliz sonrisa al verlo.

 

- Tsuzuki? –lo llamó preocupado- estas bien?

 

- “Estas… bien? –repitió mentalmente al abrir nuevamente los ojos y tocar la mejilla del niño- que alegría… estas bien… arigato kami-sama” -agradeció antes de volver a perder la consciencia.

 

- Oe Tsuzuki no cierres los ojos… Tsuzuki… -intentó despertarlo dándole unos golpecitos en la mejilla pero el niño no reaccionó- Tatsumi-san! –le llamó en un grito.

 

- Hisoka que… -el chico dejó la pregunta al aire después de correr hacia donde supuso provino el llamado del niño y ver con estupor al niño ojivioleta inconsciente en los brazos del pequeño rubio- por Kami! –exclamó bajando inmediatamente las escaleras para tomar al niño en sus brazos y llevarlo de nuevo a su habitación, seguido del niño y el rubio. Tatsumi revisó al niño para detectar alguna fractura posible.

 

- Co… como esta? –preguntó Hisoka con nerviosismo.

 

- Gracias a kami no tiene fracturas, solo fueron los golpes y por lo mismo sufrió un desmayo –respondió con tranquilidad el ojiazul.

 

- Que bien –dijo Hisoka dejando escapar un suspiro de alivio.

 

- Por el momento no podemos dejarle solo puede intentar salir de nuevo, no conoce el lugar así que debe estar asustado y pensar que de nuevo le harán daño –dedujo Tatsumi ante las circunstancias.

 

- Yo me quedaré –resolvió Hisoka con voz decidida- ha sido culpa mía el que se cayera.

 

- Por qué lo dices, es decir… como lo sabes? –inquirió Watari sorprendido.

 

- Por que él me esta buscando, cree que Muraki quiere hacerme daño y me busca para protegerme –finalizo sintiéndose culpable.

 

- Bien –aceptaron ambos chicos.

 

- Entonces este asunto no puede continuar así tenemos que hacer algo y pronto –urgió el ojiazul- Soka quedate con él, Watari y yo iremos a investigar toda relación sobre ese susodicho médico –agregó Tatsumi y sin mas palabras de por medio Hisoka acató la petición y se sentó a un lado de Asato- cualquier cosa que se te ofrezca sírvete tomarla con confianza, siéntete como en tu casa –le ofreció amable.

 

- Arigato Tatsumi-san –aceptó la oferta.

 

- Ah! Y si se llegase a alterar y no le logres controlar, inyéctale un sedante, este lo dejo a tu disposición sobre la mesita junto a la cama –le señalo el objeto- no es tan difícil,  solo tienes que llenar la jeringa e inyectarlo con cuidado en la vena más visible de su antebrazo –dijo mientras le demostraba el procedimiento- ¿entendiste?

 

- Hai wakatta –respondió el ojiverde.

 

- Bien, entonces nos iremos a investigar, suerte pequeño –le auguró el rubio después de que él y su pareja dejaran a solas a los niños.

 

- Ah! Tsuzuki… gomen ne… todo esto es mi culpa, tu me salvaste de Muraki y por eso él te hizo tanto daño… gomen… si no lo hubieras hecho tu estarías bien… gomen –tomo la mano del niño queriendo sentirse perdonado de la culpa que le invadía, un ligero movimiento de mano le sorprendió- Tsuzuki… me… me escuchaste? –preguntó incrédulo- si es así vuelve a presionar mi mano y abre los ojos –por respuesta obtuvo que el niño de mirada amatista intentara abrir los ojos- onegai… perdóname… yo… yo… por mi culpa es que estas así –se recostó sobre el colchón comenzando a llorar. De nuevo el par de orbes amatistas se dejaban ver pero algo extraño se reflejaba en ellos, no tenían brillo y parecían perdidos en la nada.

 

Asato incorporó medio cuerpo sobre la cama y dirigió una mirada perdida a aquel niño que le acompañaba, con una mano le acarició el cabello queriéndolo consolar por el llanto que dejaba escapar. Hisoka reaccionó ante el contacto y se sorprendió aun más al ver al niño dirigirle una extraña mirada.

 

- Tsuzuki, estas bien? –preguntó inquieto y preocupado. El otro niño le sonrió y le acarició el rostro con ternura- me perdonas? –quiso saber.

 

Pero lo que siguió lo dejó completamente sorprendido, Tsuzuki se había acercado con demasía al rostro del ojiverde y de improvisto apresó sus labios en un beso.

 

- Mh… mh… -Hisoka empuja al niño para librarse del beso- Tsuzuki ¿Qué… que haces? –pero el otro niño simplemente no le respondía, solamente actuaba.

 

Algo extraño sucedía, la mirada amatista era perdida y su forma de actuar no era coherente… parecía como si Asato estuviese poseído pues más de una vez intentó besar a Hisoka pero el niño logró escapar antes de que esto sucediera. Hisoka miró con estupor como aquel niño lo buscaba con desesperación y al darse cuenta que en la cama ya no había nadie, se sintió solo, se quedó quieto sobre la cama, aferró los brazos a sus piernas, escondió el rostro y comenzó a sollozar.

 

- Tsuzuki –Hisoka sintiéndose conmovido de nuevo se acercó a él y le acarició el cabello.

 

El aludido levantó el rostro al sentir el contacto y su mirada de nuevo cambió, ahora era lúcida y nuevamente reconoció a quien le consolaba, soltó sus piernas y esta vez se aferró al cuerpo del rubio para luego llorar desconsoladamente sobre su pecho. Asato lloraba asustado, en su momento de inconsciencia había estado soñando con aquel que le destrozó la vida y sin quererlo, en sus sueños, correspondía a los actos del galeno y todo ello se reflejó en la realidad, e hizo lo que hizo.

 

- Tranquilo… tranquilo no pasa nada –sutilmente se libera del abrazo para tomar el rostro del asustado niño y levantar su mirada- soy yo Hisoka ¿me recuerdas?

 

- … -Asato asintió en silencio- “Hisoka… yo… tengo miedo… -y le abrazo con más fuerza como si al no hacerlo sintiera que el niño fuese solo una ilusión- el me persigue… te persigue… no quiero que te haga lo mismo que a mi… yo lo merezco, no quiero que arruine tu vida... que te ensucie como a mi – y en un acto reflejó bruscamente se separó del niño- no, no debo tocarte… tu… tu estas limpio… no como yo… -se miró las manos que le temblaban en miedo- yo estoy sucio… sucio” –y escondió su rostro tras ellas para nuevamente llorar.

 

- Tsu… zuki –sorprendido y a la vez conmovido por todo lo que el niño ojiamatista le estaba transmitiendo con su pensar y sentir, entonces Hisoka no hizo otra cosa más que acogerlo en un fuerte abrazo y una lágrima rodó por su mejilla.

 

- “No me toques… te puedo ensuciar… no me abraces… que alguien como yo no lo puede merecer…” -intentó soltarse pero el ojiverde no se dejó.

 

­- No tengas miedo que nadie te persigue… y si te abrazo es porque nadie más que tú merece ser abrazado… -le dijo a modo de consuelo.

 - No… eso no es cierto, el me persigue  –negó pasando por alto el que el ojiverde haya dicho eso al leer sus pensamientos, el miedo y el terror eran mas fuertes que cualquier razón su mente le estaba dando una mala jugada pues imaginó ver al galeno frente a él y retrocedió sobre la cama hasta topar contra la pared- eres tu… eres tu…alejate de mi… no me toques… noooooooo!!! –comenzó a luchar contra las sabanas con las que se había enredado en un intento desesperado por huir hacia el lado opuesto. 

- Tsuzuki tranquilo, no te asustes... yo soy Hisoka no tengas miedo… él no está aquí, lo estas imaginando… argh…-sintió el panico y el terror del niño invadir su ser- me… me duele… no Tsuzuki, no soy él… no soy el… basta… basta… tengo que hacer algo… -y entonces recordó la inyección. Corrió a tomar la aguja y tras un poco de lucha logró inmovilizar al niño y le inyectó- Gomen kudasai Tsuzuki… no tuve otra opción –se disculpó con tristeza sosteniéndolo para que no azotara.

 

- “No… por favor… no me hagas… nada…” -suplicó en pensamiento mientras sentía que todo el cuerpo comenzaba a sentirse pesado.

 

Poco a poco Asato dejó de luchar al sentir aquel líquido correr libremente por sus venas. Lentamente todo su cuerpo se fue aligerando hasta quedar profundamente dormido.

 

- Ya no sufras, veras que pronto todo terminará –le dijo en un susurro mientras le acariciaba el rostro con ternura para acomodarle un par de mechones que cubrían el lindo y apacible rostro del ojiamatista- onegai descansa.

 

Se acomodó a un lado de Asato y sintiéndose agotado cerró los ojos para hacerle compañía y dormir junto con él.


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