- Buenos días, Alone. -salió corriendo Anna, la chica del cabello corto, camino a su universidad. - Buenos días, Kagaho.
- Buenos días. - apenas alcanzó a decir el rubio desde la cocina.
- Nos vemos, Anna. - respondió Kagaho desde el baño mientras se lavaba los dientes.
La puerta se cerró.
- Esa chica está todavía más loca que yo - dijo riendo Kagaho y saliendo del baño en bóxers. - por cierto, Buenos días, Alone. - dijo ya de una manera más amigable. Alone lo vio y se sonrojó suavemente, el por supuesto llevaba pijama, pero el mayor no dejaba casi nada a la imaginación y su cuerpo estaba bien formado, delgado, alto y musculoso, además su piel morena tenía un tono bello como la arena.- oooh, ¿qué hay de desayunar? - sea acercó-
- Nada para ti - el rubio rojo se apresuró a cerrar su tupper.
- Oh, vamos... Eres mi roomie y somos amigos ¿no es así? - le quitó un tupper y con sus dedos saco una tortilla de huevo y se la comió.
- ¡Oye!
- Ya, tranquilo. - dijo riendo y le devolvió el tupper. - solo fue un poco. Discúlpame ¿sí?
Esa actitud juguetona y coqueta comenzaba a ser demasiado irritante para el rubio.
- No importa, ya me voy. - como ya traía puesto el uniforme metió las cosas a su maleta negra y se dispuso a salir.
- ¡Espera, todavía no me visto!
- ¿Qué, piensas irte conmigo?
- Pues vamos en la misma escuela. Dame un minuto. - corrió a su habitación dejando a Alone esperando. - listo. - corrió y pronto salieron.
Caminaron juntos a la preparatoria que estaba a 15 minutos de ahí. La brisa era fresca y casi fría. Alone estornudó. El mayor de pronto le lanzó una bufanda gris en la cabeza.
- Si quieres tómala, yo no tengo frío. - le sonrió amigablemente y continuó caminando.
- G-gracias... - la bufanda tenía un suave olor a loción. Alone se la colocó y miró de reojo a Kagaho. Ambos olían bien, Kagaho y la bufanda. Alone se sorprendió con sus pensamientos y negó varias veces con la cabeza aunque su corazón ya comenzaba a palpitar rápidamente.
Cuando el rubio llego a su salón, estaba de nuevo esa chica Erika. Desde el primer día del semestre ella le dedicaba unas miradas muy intensas. Aunque él era amable no conseguía convencerla de que serían solo amigos. Yuta le decía que lo amaba por ser extranjero. Pero esta ocasión, Alone había encontrado una carta de amor en su casillero.
- Ay no... -dijo suspirando. Yuta le quitó la carta rápidamente.
- A ver... "Querido Alone, desde que te conocí siempre quise decirte esto pero no había tenido el valor. Quiero decirte que tus ojos me enamoraron"... Te dije que son tus ojos, amigo. "Quiero decirte que me gustas mucho, te espero en el techo del edificio B a la hora del almuerzo, con amor, Erika." Vaya, amigo, tendrás que ir.
- Si, lo sé... Debo decirle de una vez la verdad...
- ¿Qué eres gay?
- No, torpe. Le diré que no puedo salir con ella. -rio- no es que le cuente eso a todos y lo sabes.
- Le romperás su pobre corazón. Oye pero yo pensaba que Erika tenía novio.
- La verdad no lo sé...
- Bueno - encogió los hombros- como te dije, esto te pasa por ser extranjero. - ambos rieron.
Al llegar la hora del almuerzo Alone se dispuso a buscar a Erika quien había salido apresurada del aula. Estaba nervioso pues no sabía como reaccionaria al rechazarla. Camino al edificio B y no se percató de que su roomie Kagaho lo vio y lo siguió. Ni siquiera lo escucho cuando este le grito por su nombre pues pensaba detenidamente en las palabras que le diría a Erika.
Una vez arriba Alone se extraño al no ve a la chica.
- Tal vez se arrepintió. -pensó y se dispuso a irse cuando escucho una voz.
- ¡Oye! No te irás de aquí sin que te de tu merecido, idiota. -un joven alto y cejudo le jalo por la ropa del uniforme y le propició un golpe.
- ¡Ah! -gritó el joven y cayó al suelo. Su labio se partió.
- Vaya, no sé porque le gustas a Erika si eres un debilucho.
- ¿Tú quién eres? - le preguntó un indefenso Alone, levantándose.
- Soy el novio de Erika. No te quiero ver cerca de ella. Sé que venías a verla - le sujetó del cuello del uniforme. - te lo advertiré esta vez para que no lo olvides. - tomó vuelo con su grande puño para pegarle una vez más y Alone intentó zafarse pero no podía, cerró los ojos.
De pronto, escucho un golpe mucho más fuerte que el recibido antes y cayó al suelo. Abrió los ojos y vio al cejudo con la nariz rota también en el suelo. Frente a él estaba...
- ¡¿Kagaho?! - era Kagaho quien había golpeado al chico.
El joven peliazul reía burlonamente.
- Solo eres un hablador. A ver levántate e intenta golpearme, maldito.
- Bastardo... ¿Tú quién eres?
- Eso no te importa. Golpeaste a mi amigo y eso no lo permitiré. Te aprovechas de los pequeños ¿verdad?
- ¿Y qué acaso tu amigo no se puede defender solo?
- Pues verás, tenemos una tregua, él me dará de su comida y yo lo defenderé.
- ¿Qué? -preguntó Alone.
- ¡Así que prepárate! - Kagaho corrió al cejudo dejando a un Alone sorprendido.
- Tú eres el que se debe preparar - gritó el chico de Erika e intentó golpear a Kagaho pero este era demasiado bueno y esquivo sus golpes.
- ¡Solo eres pura grasa! - gritó el moreno amigo de Alone y le golpeó fuertemente en el estómago.
El cejudo y panzón cayó al suelo de nuevo. Alone observaba atento, no supo cuándo pero sus mejillas ya estaba rosadas mientras veía a Kagaho defenderlo tan vigorosamente.
- Agh... Maldito... - decía el gordo.
- Si quieres más dime. - sonrío maliciosamente.
El gordo cejudo salió corriendo por las escaleras, pasando al lado de Alone pero sin siquiera mirarlo de tan apresurado que iba.
Alone se puso de pie, mirando a Kagaho, aún sorprendido. Kagaho seguía de espaldas.
- ¿Estás bien?
- Si...-dijo sonrojado- Yo... - se acomodó el cabello que le vino al hombro a causa del viento. - No sé cómo agradecerte... -bajo su mirada tímidamente.
Kagaho sonrió divertido.
- Solo dame de tu comida.
Alone levantó su mirada y le devolvió la sonrisa cálidamente.
Esa noche, las estrellas le parecían más brillantes a Alone. Como casi cada noche, se había asomado al balcón, y sin preverlo recordaba una y otra vez como Kagaho le salvó ese día. Recordaba su rostro... Sus ojos alargados y oscuros, su piel desnuda y más oscura que la suya. Le quedaba bien con su cabello...
- Kagaho... –susurró.
- ¿Sí?
- ¡¿Eh?! ¿Tú también estabas en el balcón?
- Acabo de salir. Parece que compartimos ese pasatiempo -sonrío recargándose en él barandal. - ¿cómo está tu labio?
- Eh... Está bien. -se tocó el labio inferior con timidez.
- Me alegro. Ya no te metas en problemas, porque tendré que ir a protegerte. - le sonrió de nuevo con ese aura juguetona.
- N-no tienes que hacerlo...
El joven más alto se percató un poco de la actitud tímida del rubio. Le pareció tierno hasta cierto punto y sonrió.
- Tu... Me ayudaste a sentirme mejor cuando estaba muy triste... Con lo de Aya. Si esto es lo que yo puedo hacer por ti... Lo haré.
Alone soltó un suave suspiro. Permaneció en silencio y con la cara roja.
- ¿Qué tienes? ¿Por qué te pusiste rojo? ¿Acaso te apena que otro chico te defienda? Si es así entonces....
- No. -lo interrumpió- te lo agradezco, Kagaho. - le dirigió una tierna sonrisa. Quizá aquellas vibras alcanzaron a Kagaho pues de pronto sintió su corazón latir un poco más apresurado. También sus mejillas enrojecieron un poco. Carraspeo la garganta y tragó saliva.
- Bueno, me voy a dormir, buenas noches...
- Buenas n...- no alcanzó a responder pues el joven peliazul huyó a su habitación dejando a un confundido rubio.
Dentro de su habitación, Kagaho se había puesto nervioso, tanto que comenzó a sudar un poco y prácticamente se obligó a dormir. Ese chico Alone era un misterio, rebozaba solo ternura por más gruñón que pudiera ser. Kagaho tardó bastante en conciliar el sueño hasta que por fin se durmió.