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Noches de amor, mar y arena. por Ross Golbach

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Notas del fanfic:

Bueno... después de un año y medio sin escribir nada de Naruto, me decidí por escribir este pequeño one-shot para recordar los viejos tiempos.

Se me ocurrió mientras estudiaba para mi examen de hotelería y no, no vemos trivago, por si se lo preguntaban.

Perdón por los errores.

Espero que les guste.

Amor de hoteles.

No es tan sencillo, después de todo, trabajar en un hotel no era un trabajo para nada fácil.

Había tenido que conseguir un trabajo en ese hotel, gracias a que había sido despedido del anterior, por un error de sobreventa. Un huésped se quejó de él y ¡Paz! Para la calle, Uchiha, todas tus cosas, tu trasero y adiós.

Lo odió mucho, pero no podía hacer nada. Tras haber buscado más opciones, consiguió un trabajo de bell-boy en un hotel. Habría preferido el departamento de recepción o inclusive el departamento de teléfonos, pero no, la única vacante, era un simple bell-boy.

Se dedicaba a hacer cosas que no quería hacer, como sacarles plática a los huéspedes mientras los llevaba a su habitación. Sonreírles cada vez que tuviera que verlos y desearles un feliz día cuando se fueran. De verdad que odiaba ser un bell-boy.

En especial ese día.

Al parecer, se estaba llevando un evento turístico cerca de la zona y el hotel estaba más lleno que nunca. Para su jefe, había sido una oportunidad perfecta para ponerlo a prueba, pues trabajo habría y mucho.

A Sasuke no se le hacía para nada divertido el que haya sido el primero en la lista de rotación. Lunes, él, martes, Shikamaru, miércoles, Shino ¿Por qué le había tenido que tocar el méndigo lunes?

Suspiró por enésima vez en ese día, acompañando a otro huésped a su habitación.

—Espéreme un momento —Le dijo, con una sonrisa, que, a su parecer, era la más falsa que podría darle a alguien en toda su existencia.

Checó la habitación de una manera rápida, después se pasó al baño a comprobar que la camarista haya dejado la cinta de comprobación de limpieza, lo cual había hecho. Sonrió, esta vez de verdad. A su parecer, aunque Hinata fuese la más tímida de la gente tímida, sabía hacer muy bien su trabajo y no permitía que a un huésped se le diera una habitación sucia.

—Puede pasar, señor —Le abre la puerta, permitiéndole el paso. Después de eso, toma el carro con las maletas y las empieza a meter en la habitación, dejándolas en los lugares correspondientes.

Una vez que terminó con su trabajo en esa habitación, se despidió del huésped y volvió a bajar el carro hasta la recepción.

La verdad es que, aunque no le agradara para nada ese trabajo, podría acostumbrarse a ello, solo necesitaba… No, en realidad nunca podría, realmente, acostumbrar a sacarle plática a la gente, mucho menos… sonreírles.

Iugh.

Cuando el elevador abrió sus puertas, pudo escuchar un grito que le hizo retroceder un poco. Éste provenía de un rubio, el cual estaba parado, junto con un chico de cabellera roja.

Suspiró, molesto.

Siempre le tocaban a él los raros, no había lunes que no llegara un raro y él tuviera que sacarle plática para decirle las promociones del hotel y ¡Lo peor! Sonreírles como si realmente hubiera disfrutado de haber hablado con ellos.

Una tortura completa.

—¡Gaara, hay alberca! —Volvió a gritar el rubio, moviendo el brazo de su acompañante con suma felicidad.

El pelirrojo parecía acostumbrado a la actitud del rubio a lado de él, por lo que, en lo que Sakura, la recepcionista, les cobraba la habitación, este asentía a los gritos de su amigo.

Parecía un niño pequeño, uno molesto. Definitivamente deseaba que ese día fuera martes o que, inclusive dejaran que fuese Kiba el que tuviera que subir sus maletas y no él, pero ¡Adivinen! Ahí se encontraba él, caminando hacia ambos chicos, con una sonrisa en su rostro -una que podía apreciarse como falsa- y el carrito detrás.

—Buenas tardes y bienvenidos —Les dijo, mientras miraba las maletas— Soy Uchiha Sasuke. Llevaré sus maletas a la habitación, ustedes pueden usar el elevador de ahí —Señaló el elevador de huéspedes, a lo cual los dos asentían. Ahora debía pedirle a Sakura el número de habitación— Yo llegaré lo más pronto posible. Si ustedes llegan primero, por favor, espérenme. Si en todo caso, llego yo, haré lo mismo.

Decía su speech a la perfección, completamente de memoria.

Sakura le entregó lo necesario y este, sin tardarse nada, subió las cosas al carro y se metió al ascensor para bell-boys.

Antes de entrar pudo sentir, en todo momento, la mirada de ese rubio en su persona, cosa que le llegó a incomodar un poco, sin embargo, debía ser siempre amable.

Cuando llegó al piso deseado, salió, encontrándose a los dos chicos en medio del pasillo. Sonrió al momento de acercarse a estos, llevando al carrito consigo.

—Por acá es su habitación —Les comentó, comenzando a caminar, dejando el carro en una parte en específico. Primero era lo primero— Vienen en una ocasión especial, hoy en la noche el hotel festeja un evento turístico en las playas, el costo del paquete es de diez dólares por persona, éste incluye todo… —Y decía, decía y decía de memoria. Su jefe, Sasori, le había hecho aprenderlo todo para ese día, pues era algo importante y entre más ventas hiciera, mejor sería su reputación y esperaba tener un aumento de salario… por lo menos.

—¿Incluye comida? —Habló el rubio, mirándole emocionado.

Esa sonrisa que vio… le alegró el lunes y eso era decir mucho. Sacudió su cabeza un poco por aquello.

—Por supuesto. Incluye la comida que se encuentra en el restaurante dentro de hotel, se le daría un brazalete especial que deberá llevar por todo el evento —Le sonrió, llegando finalmente a la habitación.

—¡Gaara, hay que ir! —El pelirrojo solo asintió, con una pequeña sonrisa— ¡Sí! ¿Dónde hay que pagar?

—Pueden hacerlo en recepción —Respondió, abriendo la habitación— Espérenme un momento, por favor.

Igual que siempre, entró a la habitación. Checó que las luces encendiesen, verificó que la habitación estuviera en orden y, finalmente, se acercó al baño, en donde, en efecto, estaba la cinta que Hinata debía poner si es que la habitación estaba limpia. La retiró y volvió a salir de la habitación, dándole paso a ambos.

—Aquí está el balcón, se recomienda cerrarlo en caso de que vayan a salir, para evitar tragedias —Sonrió, después, se acercó a la pared— La caja fuerte. Supongo que, Sakura les habrá dado el código. Si meterán cosas es necesario que registren para que no se pierda nada. —Volvió a la puerta— El baño está de aquel lado y en un momento meto su equipaje.

Ambos asintieron, mirándolo desaparecer por la puerta.

No sabía por qué, pero no le agradaba la idea de dejar esa habitación, quería seguir ahí. Ese rubio… estaba seguro de que lo había visto antes y esa mirada que le había dirigido…

Volvió a sacudir su cabeza, alejando esos pensamientos y dedicándose a su trabajo. Tomó el carro de vuelta y se encaminó de nuevo a la habitación, donde tocó la puerta, esperando respuesta. Una de las reglas que había en la hotelería, era que no puedes entrar sin autorización del huésped, así que, al no escuchar respuesta, se irritó. Volvió a tocar, esta vez, siendo la puerta abierta por el pelirrojo.

—Su equipaje —Entró a la habitación, dejando las maletas en su lugar correspondiente. Después de eso, se dio media vuelta para salir, pero fue detenido por el rubio— ¿Sí, señor…?

—Uzumaki —Respondió, con una pequeña sonrisa “¿Dónde la he visto?” pensó— Ten, hiciste un buen trabajo.

Sasuke vio como le iba a dar una propina, así que extendió la mano y la tomó, inmediatamente guardándola en su pantalón.

Regla de un bell-boy: Si te dan una propina, no la mires, solo guárdala. Es de mala educación contarla o mirar cuanto es.

Claro que recordaba el manual.

—Muchas gracias, señor Uzumaki —Le dedicó una sonrisa, algo más verdadera que las falsas que se dedicaba a entregarle a todo el mundo y todos los huéspedes.

Pero no todo el mundo le daba propinas.

De todas maneras, el rubio le volvió a sonreír y él salió de la habitación, para después ver como la puerta se cerraba.

Creo… que lo conozco.

Lo que Sasuke no sabía, era la situación mental del rubio en ese momento dentro de la habitación.

—Gaara… te digo que es él —Naruto se echó a la cama de aquella habitación, pasando sus brazos por detrás de su cabeza.

Gaara, su amigo de la universidad, le miraba neutralmente. Había escuchado la historia que tenían aquellos dos durante sus años de la preparatoria, y ahora, siete años después de haber graduado, Naruto aún no podía superar a aquel azabache que le había robado el aliento.

Eran los viejos días en la preparatoria autónoma de Konoha. El clima era cálido, las aves volaban libres por todo el cielo, los estudiantes asistían a clases, la gente iba a trabajar, en sí, un día normal. Pero, para un rubio en específico, no lo era.

Ese día había recibido una carta.

Tenía un admirador ¡Un admirador! Y sabía que era hombre, pues éste mismo lo había aclarado en la carta. Se sentía halagado, aun así, la curiosidad lo mataba, quería saber quién era.

Todas las horas de clase que le seguían, se la pasó pensando en aquella carta escrita con una caligrafía perfecta, con ese aroma tan delicioso que no creía que fuese real. A parte, nunca pensó gustarle a algún chico, digo, él era considerado popular, pues estaba en el club de hockey y, aparte, era el capitán.

Tenía muchas chicas detrás de él, pero ¿Un chico? ¿Quién podría ser?

Todo el día, preguntó a todos los que podía si conocían esa caligrafía, pero siempre era la misma respuesta.

No.

Derrotado, fue al lugar que menos visitaba en esa escuela: la biblioteca.

Se sentó en una de las mesas, a lado de un chico que jamás había visto.

Pensaba no prestarle atención, hasta que le vio escribir… esa letra…

—¡T-tú! —Le gritó, siendo callado inmediatamente por éste y por la chica encargada— Tú escribirte esa carta

—No sé de qué hablas —Naruto suspiró mientras le miraba, dedicándole una mueca de no creérsela en lo absoluto.

—¡Por favor! —Rió— Ya te descubrí… entonces… ¿Te gusto? —El azabache sentado al lado de él, se sonrojó hasta las orejas, habiendo sido descubierto por su crush.

—Podría ser… aunque no es algo que deba importarte, idiota —Se cruzó de brazos, ignorando al recién llegado.

—¿Pero qué dices…? —Siguió mirándole con esa mueca en su rostro— Y yo que iba a invitarte un helado

El azabache volteó inmediatamente, con sus mejillas rosadas por aquello dicho por el Uzumaki.

—¿Hablas en serio? —El otro asintió, dedicándole esa sonrisa que tanto le encantaba al Uchiha.

—Por supuesto —

Y desde ahí, comenzaron a salir.

En la cabeza de Sasuke todo iba bien, estaba muy ilusionado por haber conseguido que su crush de todos esos tiempos de la preparatoria le hiciera caso. Estaba bastante feliz. Se sentía volar cuando estaba con él… pero… no previó que ese chico que tanto quería, le rompería su aun joven corazón.

Ese día iría a verlo entrenar. Por lo general siempre se encontraba en la biblioteca, pero ahora, después de haber pasado un semestre entero como pareja de Naruto, pensaba que sería lindo si por una vez iba a la pista de hielo a verle, sin embargo, se arrepintió al instante de haber entrado.

Una chica, alta, de cabello rubio y sus ojos azules, le abrazaba fuertemente, para después robarle un beso en los labios. Entonces se sintió estúpido, era obvio que a Naruto le gustaban las chicas… “A mí nunca me besa…” y salió de ahí, consciente de que Naruto le había visto.

Pero no volvería.

Jamás.

Se fue de esa escuela y se metió a una privada, bloqueando al rubio de todas partes, para no tener que verle jamás.

Y, sin embargo, se hallaba hablando con Sakura en la recepción, sobre la propina que le había dado ese chico rubio que había llevado.

—Siento que lo he visto antes —La pelirrosa le miraba con curiosidad en sus ojos.

—¿Quizá es alguien famoso? —Contestó la chica, pero el pelinegro negó.

—No creo, aunque, por la propina que me dio, quizá sea alguien de dinero

—Probablemente lo hayas visto en alguna revista o algo así —Después de eso, el pequeño timbre sonó, indicando el cambio de turno de la recepcionista de ese hotel— ¡Yas! Adiós Sasuke

Salió corriendo, despidiéndose del azabache con un gesto de mano. Este suspiró, pues se había quedado solo, aunque podía ir a hablar con Hinata o con Kiba. Pero no lo hizo, supuso que estaban ocupados.

Hizo una mueca y vio como Karin, al recepcionista del turno nocturno se sentaba en su puesto.

La saludó antes de ir a atender a otro huésped que acababa de entrar.

-.-.-.-

La mente del rubio era un caos total, pues recordaba a la perfección ese rostro azabache de la preparatoria y cómo lo había lastimado tras haber besado a Ino ese día. Pero no había sido su culpa y aunque intentó explicarle que ella se había lanzado a él, no volvió a ver a Sasuke hasta ese momento, en la recepción, cuando éste se presentó y les ayudó con su equipaje.

Sus ojos se iluminaron al verlo, sentía que podría por fin explicarle, aunque hayan pasado tantos años, no podía olvidar al Uchiha que había ganado su corazón.

—Tengo que explicarle… —Naruto suspiró, mientras bajaba a la recepción a ir a pagar el paquete del que Sasuke les había hablado y entonces pudo verlo.

Se hallaba platicando con la recepcionista, una chica de cabello rojo, la cual se veía que disfrutaba de la plática que tenía con el azabache. Sintió celos de ella, por no poder ser él quien pudiese hablar así con Sasuke.

Algo malicioso, se acercó a la recepción a modo de interrumpirlos. Tenía la excusa de pagar el paquete, pues estaba a punto de comenzar el evento turístico, tan solo las seis de la tarde y a las ocho empezaría.

—Disculpen —El azabache dejó de hablar con la pelirroja, para ahora poner atención al rubio que se había acercado a ellos.

—Dígame, señor Uzumaki —El rubio se sorprendió al notar que la pelirroja sabía su nombre.

Pero era un truquillo que se aplicaba en todos los hoteles, siempre se dejaba la información del huésped, cosas como su nombre o lo que le gustaba y no le gustaba, pare darle el mejor servicio que se pudiera.

—Venía a pagar el paquete de esta noche —Le dijo, sacando su tarjeta— Para tres personas

—Serían treinta dólares —Tomó la tarjeta del rubio y la pasó, para cargarlo y así la paga quedara hecha. Después, le entregó tres brazaletes color naranja, que decían el tema de ese evento “Noches de amor, mar y arena”

Al parecer esa playa era muy turística y habían aprovechado para hacer una especie de evento en el que las parejas o grupos de amigos pudieran disfrutar de las maravillas de esa playa e inclusive de las artesanías típicas del lugar.

Definitivamente una gran propuesta para las ventas, pues se había vendido mucho.

—Gracias —Sonrió y se alejó, notando como el azabache le miraba fijamente.

.-.-.-.

—¿Cuál… era su nombre? —Sasuke le preguntó a la pelirroja, quien solo abrió su documento en la computadora, para poder leerlo de ahí.

—Uzumaki Naruto —La chica se sorprendió de tener el mismo apellido que él y, tras ver la expresión de Sasuke, supuso que él también.

Lo que no sabía es que era por otras razones, por las cuales se hallaba sorprendido.

A la mente del azabache comenzaron a llegar recuerdos de hacía siete años, cuando había creído en él y éste había destrozado su corazón hasta dejarlo hecho trizas.

Quiso golpearlo por haber sido tan amable con él, sabiendo que lo reconocía, pues esa mirada que le había dado…

—Maldición —Se alejó, dejando a Karin con la duda.

Ese chico nunca cambiaría.

.-.-.-.

Pasadas las dos horas faltantes y ahora el rubio se encontraba con su brazalete alrededor de su muñeca, junto con Gaara, en busca de aquel azabache, que debería estar terminando su turno en esos momentos.

Naruto planeaba invitarlo y así, poder hablar con él sobre lo que había pasado en realidad ese día en la preparatoria. Porque Sasuke nunca le dejó explicar, solo se había ido y le había dejado completamente solo.

Tras un rato de estar buscando, encontró a Sasuke saliendo del hotel, aun con su uniforme, pero parecía listo para irse de ese lugar. En ese instante corrió hasta alcanzarlo y le tomó de la muñeca, recibiendo una mirada para nada agradable del azabache ¿Y ese chico sonriente que los acompañó hasta la habitación hacía apenas unas horas atrás?

—¿Sí? —Naruto le vio de arriba abajo, éste no había cambiado mucho a lo largo de esos años que no lo había visto. No sabía por qué, pero se perdía en la hermosura de su cuerpo, en lo que extrañaba tocarlo como en aquellos tiempos.

—Necesito hablar contigo, Sasuke —El Uchiha le miró como si estuviera loco e intentó soltarse, sin embargo, éste no lo dejaba.

—No tenemos nada qué hablar, ahora, suélteme, por favor —Aunque odiara al rubio con toda su alma, no quería perder su trabajo.

Naruto se había percatado de eso, sabía que no podría hablar con Sasuke a menos que fuese estricto con él. No es que quisiera perjudicarlo, pero quería hablar con él, decirle cuanto lo había extrañado todo ese tiempo que se había ido. Quería explicarle lo que en realidad había pasado, decirle cómo habían sido las cosas, pero Sasuke no se dejaba.

—No querrías tener una queja… ¿verdad? —La cara que puso el azabache le dio a entender que su plan había funcionado. No le gustaba para nada hacer eso, pero realmente necesitaba explicarle lo que había pasado.

—… —No dijo nada, solamente se dio media vuelta, hasta encararlo. Lo miró a los ojos, esperando a que dijera algo.

—Yo… hace siete años… tú sabes lo que pasó —Miró al piso, recordando ese día en la pista de hockey— Sin embargo, no sabes cómo pasó.

—¿Qué no sé cómo? —Apretó los puños—

—Exacto. Ese día te fuiste sin escuchar mi versión de la historia, Sasuke —Siguió sin levantar su vista, dejando que el Uzumaki siguiera hablando. La verdad, era que nunca le había preguntado por qué lo había hecho. Había huido como cobarde sin darle la oportunidad de explicarse, pero en ese tiempo solo tenía diecisiete años.

—¿Y bien? —En ese momento en el que preguntó, se atrevió, finalmente a mirarlo a la cara— ¿Qué pasó, que, según tú, yo no sé?

Naruto sonrió un poco, entrelazando sus dedos con los del azabache, sin ser rechazado.

—Nunca tuve nada con Ino, ella era la novia de Sai —Comenzó a relatar— Siempre pensé que solo me consideraba un amigo, pero ese día, se comportó diferente a lo usual. Durante el entrenamiento, habíamos decidido jugar un pequeño torneo, para divertirnos un poco —Sonrió por los viejos recuerdos de su equipo de hockey, sintiendo algo de nostalgia por el tiempo— Mi equipo ganó, entonces, las chicas entraron a la pista a felicitarnos. Me extrañé al ver a Ino sin estar acompañada de Sai y, en ese momento te vi a ti. Iba a ir contigo, pero Ino fue más rápida y me besó.

El Uchiha gruñó al recordar esa escena, en el que sus sentimientos fueron pisoteados por culpa de esa chica.

—Para cuando me di cuenta, ella seguía pegada a mí y tú te habías ido. Intenté contactarte para explicarte, pero fue como si la tierra te hubiese tragado… hasta el día de hoy —Le agarró firmemente la mano, logrando un sonrojo en las mejillas de Sasuke.

—¿Cómo sé que me dices la verdad? —Naruto sonrió, sacando su celular y mostrándole su estado de relación en Facebook.

—Porque te amo —La intensidad en el sonrojo aumentó— A parte, para mí, nunca terminamos formalmente —Rió, mostrándole que la última actualización de relación había sido… hace siete años atrás.

Esto tomó por sorpresa al Uchiha al darse cuenta que tenía razón. Como nunca enfrentó al Uzumaki, ni siquiera por alguna carta o mensaje, no lo había terminado como pareja. Eso hacía que… llevaran juntos siete años, sin saberlo. Por lo menos por su parte.

 Naruto soltó una carcajada tras notar la cara del azabache, al darse cuenta de que lo que había dicho era verdad. Éste, le miró fijamente antes de reír un poco también. Se sentía avergonzado, sin embargo, sintió esa felicidad que no sentía desde hacía mucho tiempo, inundarlo. Ese pesar que se encontraba en su corazón tras éste, haber sido roto por un malentendido, se caía, dejando el peso sobre sus hombros mucho más ligero y, es que, no lo podía desaparecer por completo, porque había una cosa más.

El pelirrojo.

¿Quién era ese chico que acompañaba a su Naruto durante esa estancia en el hotel?

Quería preguntarle, pero no se atrevía. No eran nada, aunque hayan estado juntos, por siete años. No lo había visto en mucho tiempo, no se sentía con el derecho… y, aun así.

—¿Quién era el pelirrojo? —Naruto sonrió.

—Es mi mejor amigo de la universidad, pero no debes preocuparte por él —Apretó el agarre de su mano antes de tomarle la barbilla— Porque la única persona que he amado por todos estos años… eres tú. Nunca pude olvidarte, Sasuke —Le susurró, antes de pegar sus labios junto con los de él en un suave pero tierno beso.

El gesto fue rápidamente correspondido por el Uchiha, quien se encontraba más que feliz de haber arreglado las cosas con Naruto, después de tantos años de haberse visto por última vez. Se sentía alegre como hacía mucho no lo era.

—Ven, vamos al evento juntos —Le puso el tercer brazalete que había comprado en la muñeca y, después, fueron a comprarle un kimono a Sasuke, que hiciera juego con el naranja del rubio.

Ambos pasearon por el evento durante un buen rato. El eslogan del evento era bastante acertado, Noches de amor, mar y arena. Gaara se había juntado con una chica que conoció por ahí y Naruto había aprovechado para pasar toda la noche con Sasuke, quien, después de un poco más de tiempo de haber disfrutado del evento con el rubio, se despidió para volver a su casa, pero, es que el día siguiente, aunque no era su turno principal, aún debía trabajar, así por toda la semana.

Naruto asintió, insistiendo en acompañarlo a casa. Tras una breve discusión, el azabache aceptó ser acompañado por el Uzumaki.

—Veo que vives solo —Rió Naruto— De todas formas ¿Cómo está Itachi? Siglos que no lo veo.

Sasuke abrió la puerta y se metió un poco, quedando en la entrada frente al rubio.

—Está bien, trabajando con mi padre —Contestó, encogiéndose de hombros— Iré a dormir ahora.

—Vale, buenas noches, Sasuke —Se volvió a acercar a él para besar sus labios tiernamente. No queriendo irse, pero no podía hacer mucho. Sasuke necesitaba descansar de un trabajoso día— Te amo.

—Yo… —Respiró profundo antes de contestar— También te amo.

El rubio volvió a sonreír tras lo dicho por Sasuke, antes de girarse— Nos vemos mañana —Se despidió con una mano, bajando las escaleras.

Sasuke cerró la puerta, sintiendo como si todo hubiese sido un sueño y, es que no se creía que después de tanto tiempo, Naruto aun siguiera amándolo, aun cuando él nunca se atrevió a enfrentarlo, cuando no se comunicó con él en años, como un solo beso podía hacerlo sentir como si tuviera diecisiete de nuevo.

.-.-.

Los días siguientes, Sasuke rara vez se encontró con el Uzumaki, pero supuso que éste se encontraba ocupado, después de todo, había venido para vacacionar con su amigo. No le molestaba, pues él también tenía mucho trabajo. Finalmente había sido viernes y en todo el fin de semana se dedicó a estar en su casa y ver películas con Sakura, Kiba y Hinata, pues los cuatro tenían sábado y domingo libres.

El día siguiente, Sasuke volvió a ponerse su uniforme en el hotel, notando como Naruto y Gaara bajaban a pedir servicio por sus maletas.

Inmediatamente, corrió a brindar el servicio, aunque en el fondo sabía que no era por el trabajo, sino por el rubio que se encontraba parado justo delante del ascensor junto a su pelirrojo amigo.

—¿Los puedo ayudar? —Y aunque fuese novio de Naruto, no podía perder la formalidad.

Reglas, ante todo.

—Ya es hora de irnos —Naruto dijo, con un deje de tristeza. Vivía lejos de la playa, sin embargo, vivía, para su sorpresa, bastante cerca de la casa de Sasuke, una media hora en transporte público.

—Iré por sus maletas —Tras dejar las maletas en la recepción, suspiró con desgano. No quería dejar de ver a Naruto.

Bajó la mirada.

Gaara tomó las maletas y se encaminó hacia el estacionamiento para empezar a guardar las cosas, ayudado por Kiba.

Naruto caminó hacia la salida, deteniéndose justo antes de salir— Iré a verte a tu casa esta noche —El azabache se sorprendió por esto— Descubrí que estábamos más cerca de lo que pensé.

Sonrió por aquel hecho.

—Te estaré esperando, Naruto —Se acercó a él, corriendo— Pero esta vez, no tardes siete años

Dejó escapar una suave risa, abrazando al Uchiha contra su cuerpo— No lo haré, nunca más —Atrajo su rostro y depositó un dulce beso en sus labios, antes de separarse— Debo irme, pero ten por seguro que estaré ahí antes de que llegues, te amo.

—Eso espero —Sus mejillas se sonrojaron por ello— También te amo —Se despidió con un abrazo más, viendo como el auto desaparecía.

No podía esperar a que la noche llegara para volverlo a ver.

Cuando eres un bell-boy, conoces mucha gente todos los días, unos son amables, así como otros son irritantes. Quien sabe con qué clase de persona te ibas a topar… o con quién, lo harías.

Quizás… ese trabajo no era tan malo.


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