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Perderte por Samantha0507

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—Micky…— Sara trataba que se recostara, pero el moreno no parecía reaccionar, simplemente se quedaba en silencio, observando sus manos, tenía su teléfono, con 112 llamadas, 112 veces en las que había marcado el número que sabía nadie contestaría.

 

—Sara…— Mila le entregó un vaso de agua con azúcar, todos se habían quedado en la habitación, temiendo lo que pudiera hacer el italiano.

 

—Micky, hermano…— trató de que tomara el vaso, pero sus manos temblaban, al punto de que era incapaz de empuñarlas.

 

—Quiero verlo…— fue un susurro, extremadamente claro para todos los que estaban en la habitación.

 

—Hermano no creo que sea correcto, no sabemos si es posible. — Sara era firme en muchos sentidos, era madura y sabía que en ese instante su hermano la necesita firme y completa, de pie para sostenerlo, para afrontar la perdida.

 

—No importa, no me importa si tiene heridas, si su rostro es diferente, no me importa, es Emil, siempre será Emil, solo quiero verlo. — Sara no sabía qué hacer, fue JJ, quien se acercó, poniendo una mano sobre su rodilla.

 

—Te llevaré, primero cámbiate. — Micky le agradeció, moviéndose por el cuarto como un alma en pena.

 

Micky se quedó en baño, miró su propio rostro, sintiendo como todo a su alrededor parecía algo irreal, como parecía que todo a su alrededor no era más que una mentira.

 

Cerca de media hora después JJ, Sara, Micky y Mila salieron rumbo al hospital, Yuuri, Seung Gil y Otabek acompañaban a la organización del evento, había protocolos que cumplir, ellos eran representantes de distintas federaciones deportivas y lo correcto era que se presentaran, que apoyaran a la organización y que de alguna forma estuvieran preparados para la despedida de uno de sus compañeros de pista.

 

Llegaron al hospital en un perturbador silencio, Micky miró a Leroy, notando como sus ojos también estaban rojos, observó a su hermana, que simplemente se mordía el labio mientras su vista se concentraba en la nieve que los rodeaba y Mila por su lado, cuidaba a la morena.

 

Micky por primera vez notó como ambas chicas tocaban sus manos, en como la pelirroja se mantenía cerca, dándole apoyo a su hermana, la abrazaba, la consolaba, hacía todo lo que Emil hacia cuando estaba a su lado, hacia todo eso que hace una persona que te quiere, que lucha por permanecer a tú lado.

 

Llegaron a donde habían pasado la noche pasada, encontrándose con el entrenador del checo. —Hola chicos, no pensé que volvieran tan pronto. — tenía los ojos rojos y el rostro demacrado por las lágrimas. —sus padres dieron el permiso para la entrega del cuerpo, los aeropuertos están cerrados.

 

—Quiero verlo…—Micky le miró suplicante, desesperado.

 

—Hablaré con la enfermera, pero al no ser familiar, será difícil…

 

—Soy su pareja…— esa frase dejó a todos en silencio, entre sorprendidos y atónitos, pero nadie los cuestionó, Sara se había quedado al margen, sabiendo que eso no era más que una mentira, pero su hermana necesitaba despedirse y ella no se podía interponer.

 

Micky caminó por los pasillos estériles, sintiendo como el frío le calaba hasta los huesos, llegaron a una puerta, cuando el rostro de la mujer terminó siendo una mueca de pena. —está cruzando la puerta, por el accidente tiene varias heridas en el rostro, quiero que estés preparado, se ve diferente a lo que lo recuerdas.

 

Un miedo invadió el pecho del moreno, había escuchado lo del accidente, de cómo había muerto, pero la idea de cómo estaría el cuerpo del otro lo preocupó de sobremanera, no quiso pensar en cómo podría encontrarse el otro, por un segundo se cuestionó en como quería recordarlo, pero simplemente se contuvo a decir algo más.

 

La sala estaba helada, la mujer lo guío, deteniéndose frente a una de las mesas, donde obviamente descansaba un cuerpo, destapó el rostro del joven, dejando ver las hebras castañas del Checo.

 

—Te daré un minuto. — la mujer salió dejando al moreno, observando el cuerpo frente a sus ojos.

 

—Emil…—la voz se le cortó en un sollozo, mientras el pecho se le apretaba, acarició la mejilla del más alto, sintiendo lo helado de su piel, sus mejillas habían perdido el color, su labio estaba partido, bajo sus ojos las ojeras parecían pronunciarse. — ¿siempre fuiste así de frío? — sabía que lloraba. — pareces un papel, nunca te vi así de pálido, ni cuando tomaste alcohol cuando cumpliste 16 y tú entrenador te regaño cuando terminaste en el baño vomitando. — acaricio su cabello, notando como parecían pastosos. — tienes el cabello revuelto, parece incluso más largo de lo que lo recuerdo, ¿siempre fue así? Siempre me lo imaginé suave y dócil. — se agachó apoyando su nariz contra la mejilla del otro. — recuerdas el día que nos conocimos, ese día me dijiste algo, algo que ahora por más que trato de recordar no puedo, no te parece justo que me digas que era, solo tienes que despertar, solo tienes que mírame y decirme “hey Micky”, no es algo tan difícil, solo tienes que levantarte y abrir los ojos, solo tienes que mirarme, decirme que sigues aquí, decirme que nadie te alejó.

 

Micky buscó la mano del otro, mientras acariciaba los labios de Emil. — escuche el mensaje que me enviaste, sabes, pasaran los años y empezaré a olvidar, poco a poco perderé los recuerdos de las veces que nos vimos, olvidaré como eran tus labios o como eran tus ojos, como era cuando me rodeabas, como era saber que estabas a mi lado y lo único que tendré será ese lo siento, solo un lo siento. — trató de calmar su respiración, pero por primera vez en mucho tiempo, simplemente lloró, simplemente dejó salir el dolor. —es que no lo entiendo, tú deberías estar aquí, conmigo, aquí para abrazarme y decirme que no llore, decirme que esto no es más que una pesadilla.

 

Se limpió el rostro, sabiendo que la mujer volvería pronto, debía despedirse. — Emil, realmente ya no estás aquí, pero realmente era tan difícil esperarme, tan difícil se te hizo seguir respirando, seguir en este mundo, seguir conmigo. — se acercó depositando un suave beso en la boca del otro. —nuestro primer beso no debía ser así, debió ser en la pista, en el podio, luego de llevar la medalla de oro en el cuello, con ambos sonriendo, tú debías tomarme por la cintura y decirme cuánto me amas, cuanto tiempo llevas amándome y yo…— trató de respirar. — y yo te miraría y te diría que te habías tardado, mientras me acomodaría en tú hombro esperando que tus brazos me rodearan y que simplemente me lo susurraras al oído… —el nudo se hizo más grande en su garganta. — debiste decírmelo, debiste darme la fuerza para decirte que te amo, para decirte que te necesito aquí, a mi lado, para decirte que no tengo una vida si no estás conmigo, para decirte que no quería perderte, que no quería que nada te pasará, debías llevarme con tu madre y decirle que me amabas, debiste enfrentar a mi padre y decirle que me querías y que estarías para siempre a mi lado, no debiste dejarme, no debiste…

 

 

 

 

 

 


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