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La princesa de papá por -oOYUKI-NII-Oo

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Título: " La princesa de papá "

∞ Autor: YUKI-NII.

∞ Género: Hurt/Confort, Slice of life

Rating T

∞ N/A Spiderman ni Deadpool me pertenecen, esto no es más que un hobby, todo es creación de Stan Lee y MARVEL.

∞ Resumen: AU. Tom es huérfano, Ryan un policía y ahora su nuevo padre. Ryan suele ser sobre protector y un tanto controlador, pero su relación funciona bien, hasta que su padre le encuentra desnudo con otro hombre en casa.

∞ Dedicado a: Angela, quien me proporciona valioso material siempre.

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Parte 2. #Daddy

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Nadie es enteramente inocente cuando empieza a descubrirse a sí mismo, las erecciones mañaneras manchando las sabanas, y la primera descarga de semen con movimientos torpes de dedos y manos presionando, halando, y el lloriqueo, la desesperación, todo hirviendo en el bajo vientre. Fuego liquido en sus venas y sudor acumulándose en la frente y tras su nuca, su rostro hundido en la almohada, las mejillas rojas y la vergüenza que viene después de la sensación liberadora, todos sus músculos tensos, los dedos de sus pies encogidos y la prueba de algo nuevo y devastador ocurriendo en su cuerpo.

Tom no tarda demasiado en usar la navegación privada dentro del buscador y esperar por las madrugadas a que papá estuviese realmente dormido para comenzar a hacker cada película porno que pudo encontrar.

Así que Tom se vio saltando de categoría en categoría, como cualquier novato de 14 años que se sumerge en la industria del sexo por internet. Anuncios de llamadas calientes abriéndose por al lado izquierda de su computador y el desplegado de videos como un mundo nuevo y desconocido y Tom era el puto Cristóbal Colon conquistando un nuevo continente.

Fueron solo un par de semanas de pasar del porno hetero, chicas demasiado mayores en trajes de colegialas, pechos rebotando al son de las embestidas y cabello siendo halado sin consideración, porque lo que a Tom realmente le había impresionado, no fueron sus grandes muslos, o la manera en la que sus vaginas parecían lubricar con la más absoluta facilidad, sino ellos, los altos hombres que demandaban por mas, que metían sus pollas hasta el fondo y gruñían como lobos depredadores degustando la presa. Así que solo tuvo que sumar dos más dos para migrar rápidamente al porno gay dentro de los servidores norte americanos, antes de mudarse por tiempo indefinido a los latinos, porque malditos fueran si no tenían a los hombres más grandes y duros que él había visto, sus pollas no eran paliadas y sin vello alguno, por el contrario, eran gruesas y bronceadas, alzándose orgullosas en la muralla de vello púbico de colores oscuros que solo las hacían resplandecer.

Dos semanas más tarde, Tom había robado la crema de avellana de Zendaya para poder meterse los dedos por el culo, sin sentir que se estaba partiendo del dolor. El primero sin dudas fue extraño, fue mucho más como explorarse, entender como sus entrañas se contraen al recibir algo para lo que no estaban diseñadas, su entrada contrayéndose contra su nudillo y él respirando lentamente, porque estaba tan apretado que era increíble como en los videos los grandes hombres deslizaban sus pollas en los anos de otros, que solo hacían una mueca al principio, recibiéndoles en una muda exclamación, antes de empezar a lloriquear por más.

Tom comenzó su rutina después de las horas de gimnasia, porque tenía sus músculos más flexibles por el calentamiento previo, poniendo videos amateurs al mínimo volumen y en cuclillas sobre la cama. Labios apretados y pezones erguidos. Flexiona dos de sus dedos en su interior y la nueva sensación se apodera, mucho más vigorosa que su pene corriéndose, porque es su punto dulce haciendo presión contra sus testículos, y todo es maravilloso y caliente, y Tom gime, pensando, atrayendo a alguien, que esa no es su mano, ni sus dedos, que no está solo, que nunca lo ha estado en realidad, que papá llegara y le descubrirá así, abierto y anhelante y se hará cargo, porque papá siempre se hace cargo de cada uno de sus caprichos y le cuida bien.

Las fantasías comienzan mucho antes de que Tom se encuentre con el tag de Daddy dentro de las páginas y él comience a recorrer los videos llenos de hombres mayores con grandes pollas fallándose a sus pequeños niños. Tom quiere eso, que papá le ponga en 4 y le abra, una mano sobre su cuello obligándole a sucumbir, y sus caderas chocando intensamente.

Tom mira blanco tras sus ojos cuando la voz de papá desde el piso de abajo le llama, para anunciar su llegada a casa.

Y es en ese momento, justo ahí, cuando el video va en el minuto 23:09, que Tom sabe a firmado su propia sentencia de muerte.

Tom no tiene muchos recuerdos sobre su primera vez, porque fue algo como mucho experimento, dos sobres de lubricante y la renta de una habitación alejada de la calle en la que vivía. Había tenido que usar una gorra horrible de Haz y una chaqueta de la tienda de todo por $19.99 del viejo Samuel. Así que por ende no había tenido velas, ni flores o sábanas nuevas. Había sido rápido y con besos torpes, porque Tom estaba echando mucho de su amor no correspondido en mantener las piernas abiertas mientras un par de dedos trabajaban en su entrada.

Decir que de igual forma Chris Hemsworth no se había esforzado por ser los más especial posible el momento sería mentir. Había tenido un Crush un poco irreal por el dueño de la mueblería local, un extranjero australiano que había llegado a St Louis antes de que él fuera adoptado por Ryan, y quien había causado una enorme impresión en él, con solo 8 años. Era rubio y Tom creía que Chris tenía músculos en los músculos cada vez que se quitaba la camisa en los días de campo junto al lago y nadaba de orilla a orilla solo por diversión, como si el kilómetro y medio no fuera la gran cosa porque venía de un país rodeado de agua, cocodrilos come hombres, tiburones blancos y arañas tan grandes como un puercoespín.

Tom siempre ha pensado en que, si hubiera una catástrofe mundial o una guerra Zombi, le gustaría estar en el equipo de Chris, sobreviviendo a base de insectos y mirándole quebrar huesos con sus manos desnudas, esa aura salvaje coronándole el alma y acrecentándose cuando se ha dejado crecer su cabello y barba. Así que en realidad no se sorprendió mucho cuando con solo 14 años se vio persiguiéndole con la mirada donde fuera que le encontrara. Dando malas excusas a sus amigos para ir por las tardes a ayudarle en la tienda, e invitándolo a cenar a casa cuando papá tenía turno de noche y no quería pasarla solo.

Chris, el bueno de Chris, dios mitológico nunca negó ninguna de sus peticiones, sintiéndose incluso halagado de que Tom le necesitara tanto. Tom vio entonces esa apertura, la del gran hombre rubio dispuesto a cumplirle sus caprichos, nada nuevo a la vista si se ponía a repasar la forma en la que era tratado por los compañeros de su padre y el sheriff del pueblo, pero cuando Chris le enfocaba a él y solo a él le hacía sentirse más especial que con ninguno otro, claro si se sacaba a Ryan de la ecuación, porque si no, no tendría ni siquiera caso competir con el hombre numero uno de su corazón. Su propio pecado paternal guardado y sellado como caja de pandora.

Tentar a Chris no fue fácil, era una oda a la rectitud y a la moral que casi lo hizo darse por vencido, pero entonces lo encontró, el talón de Aquiles del rubio.

Las lágrimas.

Robert se lo había dicho muchas veces, que tenía esos ojos engañosos de bambi que te hacen claudicar, aunque sepas que todo es una mala idea.

Así que Tom los uso, poniendo en riesgo la relación que tenía con Chris hasta el momento y se confesó, como lo haría un niño de prescolar a su maestra favorita, mejillas rojas y grandes hoyuelos, ojos cristalinos y corazón tambaleándose. Y como no, Chris se negó, porque era solo un niño, porque era ilegal, pero más importante que todo eso, era el hijo de un buen amigo.

Tom chasqueo la lengua internamente, porque no pretendía que Chris le amara y le venerara como si fuera su todo, tan solo quería una escapatoria, por egoísta que fuera, para quitarse ese picor de la piel y el nudo en el estómago cada vez que veía a papá salir de la ducha con solo una toalla en su cuello.

Tom creí que moriría de tanto jalarse la polla en el resguardo de su habitación, con dos dedos metidos hasta el fondo y con su gimoteo que jamás encontraba un alivio verdadero.

Así que presiono, día tras día, ante la más pequeña oportunidad para que Chris cediera.

“Mi primera vez no tiene que ser importante, yo solo quiero a alguien fuerte que me sostenga”

Había dicho contra el argumento de Chris sobre el romanticismo y la cursilería barata que sonaba tan bonita viniendo de su voz.

Así que Chris lo había hecho con cuidado, buscando su placer en todo momento y haciéndole correr primero. Así que en retrospectiva Tom no se arrepentía de ese intercambio de amor mal enfocado de ambos. Que en su momento había sido un alivio y había servido fielmente a su propósito por experimentar y conocer un poco más. Y era uno de los mayores secretos de Tom, con su padre como policía y él siendo menor de edad.

La fantasía de haber sido follado por el amigo de papá, volviéndose toda una realidad.

Todo había acabado demasiado pronto con la llegada del buen Tom, el correcto, el que era inglés y había terminado en ese pueblo impartiendo la clase de literatura para los últimos grados de preparatoria.

Tom, quien tenía quince y medio para esas fechas vio como el gran hombre que podría tener su propio programa de supervivencia en Discovery Chanel, caía irremediablemente ante la sonrisa de Thomas Hiddleston, así que lo había dejado libre, no iba interponerse en cosas como esa.

Chris había besado su frente cariñosamente a compensación, y eso le hizo sentirse todo lo bien que pudo con el rompimiento metafórico de una relación que nunca existió.

Ha pasado casi un año desde eso, pero a Tom le da nostalgia cuando pasa por el lugar en la Pick up del 89 que ha recibido para su cumpleaños número 16. Papá tiene doble turno el día de hoy y Haz se ha marchado con Tian al club de natación, como el ritual de los viernes por la tarde lo indica.

Así que se ve a sí mismo yendo con la única persona del pueblo que le ha pillado in fraganti en sus anhelos amorosos y se ha burlado de ello, porque “Chico, la vida es así de mierda en ocasiones, solo tienes que pensar la forma correcta para ser tu quien la cojas y no ella a ti” que Robert solía decir usualmente mientras tenía una pieza de metal entre sus manos, su piel plagada de sudor y el eco de AC/DC resonando en las paredes.

Se estaciona justo cuando el Sheriff va saliendo, así que es normal verle tomar de la cintura a Robert, alzarlo solo un par de centímetros del suelo para darle un beso. Ellos parecen una esas viejas parejas de casados que no pueden dejar de buscarse a pesar de los años, como una extraña necesidad que nadie externo entendería. Tom se pegunta si así se verán papá y él, buscándose a través de largas distancias con la mirada e incapaz de estar demasiado tiempo separados.

El Sheriff repara en su presencia cuando da un brinco de la camioneta, Tom se ve pequeño dentro de la cabina y tiene que usar el escalón con el que la Pick up cuenta y que Ryan ha osado llamar pedestal de princesa.

—Tommy —. Chris dice, su sonrisa de modelo profesional y sus enormes ojos de azul mar. Tom hace una mueca ante el diminutivo, que debería molestarle pero que en el Sheriff suena natural, una alegoría de tono paternal que ahora es incapaz de escuchar de parte de Ryan sin sentir la necesidad de correr hacia él con malas intenciones.

—Buenas tardes Sheriff —. Tom dice, todo buenos modales y ojos avellana ligeramente caídos, Robert solo bufa tras de él.

—Puedes llamarlo por su nombre chico, que aún no termina su hora del almuerzo, así que no está en labores —. Robert lleva su mano al bolsillo trasero para sacar un cigarrillo, Chris entrecierra los ojos —Oh por todos los dioses, es solo uno y he esperado hasta después de que me besaras para no tener que oír tus quejas.

—Olerás, aun así. ¿Sabes lo difícil que es sacar el aroma del humo de la ropa? Es por eso que tengo que separar la tuya de la mía y tardo más tiempo.

—Bien, bien, Danny boy —. Robert dice fastidiado, devolviendo su cigarrillo a la cajita de metal. Chris estira su mano —. No es enserio —. Le susurra al rubio que solo se encoge de hombros, Robert quiere golpearlo. Deja caer la caja sobre la palma abierta de Chris y se cruza de brazos —. Estas usando tu autoridad de sheriff en esta cosa y es altamente desagradable.

—No, lo que hago es preservar unos años más de vida junto a ti —. Chris le sonríe, guardándose la cajetilla y Robert aprieta los labios sintiendo las mejillas arder —. Bien, ya tengo que regresar a la estación. Le diré a tu padre que pasaras la tarde en el taller de Robert —. Dice el rubio, su rostro enfocando a Tom que solo asiente silenciosamente.

Chris se monta a su Jeep y se pierde por la segunda avenida demasiado rápido para el gusto de Robert. Robert que gira a mirarlo como si lo estuviese estudiando.

—Tú has follado chico —. Robert dice con calma, una pequeña sonrisa tirando de las comisuras de sus labios. Tom da un respingo como un sucio sospechoso siendo atrapado en el acto.

—Yo no…

—Venga Tom, que nos conocemos, te he mirado desde que llegaste aquí, flaco y sucio con Ryan que no sabía que hacer contigo, un niño genio que había sido abandonado en el pueblo como un gatito, así que no subestimes mis propias teorías sobre ti siendo un completo dolor en el culo no solo para tu padre si no para todos nosotros. Además, sueles hacer eso con tus pies cuando has follado.

“Hacer que exactamente” quiere decir Tom, cuando Robert junta los propios, talón con talón y su espalda se curvea un poco.

—Te paras como si doliera, como si te hubiesen reventado el culo y no a nalgadas exactamente chico, así que o te han follado hasta el amanecer o has optado por recibir a un virgen de la escuela que no sabe si le van las pollas o las chicas.

—Chris no suele regañarte por hablarme así.

—¿Como? ¿Con la verdad? De hecho, Chris tiene en alta estima mi gran boca Tom.

Tom solo junta las cejas antes de negar y soltar una risa. Robert hace un ademan con su mano.

—Solo ven aquí, las nuevas piezas para la maquina me han llegado hoy y necesito una mano sino quiero tener Clark metido aquí cuando el turno del sheriff termine.

Tom ríe con más fuerza esta vez, para nadie es secreto la adoración que Clark Gregg siente por Chris desde cuarto grado. Lo llama su héroe personal y eso perturba más a Robert de lo que generalmente deja ver con sus ojos en blanco y sus suspiros.

Clark había estado lejos cuando Tom era un niño, demasiado ocupado trabajando en el servicio gubernamental de seguridad para poder aspirar a tener una base permanente en ese pueblito rodeado por el bosque, todo para poder permanecer junto a Chris quien había optado por la escuela policiaca e incluso había sido guardabosques un par de años. Esas cosas están en la sangre, es lo que Tom piensa cuando recuerda que su padre sigue usando su collar de placas de identificación que le ha dado la militarizada.

“Puedes ser lo que tú quieras Tom” le había dicho Ryan en sexto grado, cuando el momento de hacer el examen vocacional había llegado y las estadísticas indicaban que Tom podría aplicar a Princeton, a la Franklin y al MIT. Pero ninguna le daba para tener una vocación de policía y eso dolía. Hasta que veía a Robert trabajando con sistemas integrados de engranajes y mejorando su I Pod solo por diversión.

Tom, ante todo, ante las recomendaciones y el dinero que su padre guarda en el banco para su universidad quiere realmente una sola cosa.

No separarse de papá.

—Hey chico, necesito tus pequeñas manitas de princesa por aquí —. Robert le llama, cuando nota como es que Tom mira a un punto fijo perdido. Sacude su cabeza y corre torpemente hacia él —. Bien, sostén esta llave mientras yo mantengo abierta la placa, tienes que encajar los polos magnéticos —. Tom asiente tomando la pequeña herramienta y deslizando su brazo delgado sin mayor problema. Robert lo mira atentamente, sus ojos enfocados en cada vuelta que dan los polos hasta atraerse automáticamente, una pequeña sonrisa naciéndole desde los ojos, pequeñas arruguitas a su alrededor — Oye chico.

Tom le mira, girando solo unos centímetros su cabeza, están cerca, muy cerca. Tom casi siente como la barba de Robert le pica en las mejillas.

—Sabes que estoy aquí, aunque sea un desastre con esas cosas de abrir el corazón y las cursilerías baratas, ¿cierto?

Tom asiente despacio sin comprender, porque realmente no siente como que algo este mal, pero Robert sí que puede hacerlo, saborear el cambio casi como una abofeteada a su sensibilidad, Tom apesta a Ryan de la única manera que se podría cuando se ha dormido con alguien y teme que tal vez las cosas entre ellos se hayan salido un poco de contexto. Pero se lo guarda, con la costumbre de mantener sus sospechas solo para él, porque no tiene información suficiente para proceder, pero el instinto de presionar se le eleva.

Algo hace click dentro de las placas y el momento se va, queda solo como la ilusión de un acertijo al que se le ha terminado el tiempo para resolver. Robert lo almacena, de igual forma en su cabeza, para analizarlo después, cuando Tom no esté casi pegado a él y la felicidad que irradie no le atrofie la calidad para deducir.

Tom tiene lagrimas alrededor de los ojos, pero se mantiene quieto, respirando precariamente por la nariz. Esta de rodillas sobre la nueva alfombra que Ryan le ha comprado en la Home Depto. de un rosa fucsia que le brilla en las pupilas pero que le provoca cosquillas ante su piel desnuda, tiene las manos fuertemente sujetas a los muslos de papá que continua con su uniforme de pantalón caqui y camisa gris, la insignia de St Louis bordada en su manga izquierda y su plaquita dorada grabada con su nombre, tiene los primeros dos botones desabrochados y la pretina de su pantalón apenas y si esta vierta para recibir la boca de Tom. Tom que se empuja un poco más hacia enfrente, relajando la garganta y haciendo un sonido ahogado.

Ha estado practicando con uno de los dilos que Haz le consiguiera a través de su hermana, ese que parece un ser galáctico lleno de estrellas y nebulosos, pero que se le hace tan bonito que lo usa más como un decorativo que para prepararse para recibir a Ryan por las noches.

Porque ahora tienen su propia rutina que Tom ha adoptado a las primeras de cambios, pasando sus horas de entrenamiento en gimnasia para la mañana antes de la escuela y así tener el suficiente tiempo para regresar a casa después del trabajo en el taller y hacer la cena y su tarea.

Tom podría actuar como en esas comedias japonesas donde la esposa usa un delantal de holanes y recibe a su marido en la puerta, un cucharon en la mano y un vestido que apenas le llega por debajo de las nalgas.

“Bienvenido, la cena estará lista en un momento ¿Quieres tomar un baño primero, o quizás me quieras a mí?” mientras sonríe tan encantador como siempre. Pero no lo hace, porque entonces dejaría de ser Tom y Ryan lo odiaría. Así que se limita hacer espagueti para la cena y tener las cervezas frías. No usa un delantal, pero en cambio usa su short deportivo más corto y una camiseta sin mangas, va descalzo por la casa y se ha dejado crecer un poco el cabello, solo para que papá tenga de donde tomarlo cuando lo tiene en cuatro sobre la cama.

Y justo como ese momento, en donde le acuna la mejilla con una mano y jala su cabello hacia él para que su polla termine por entrar completamente, sus testículos pesados descansándole en el mentón a Tom.

—Te ves preciosa princesa —. Ryan dice desde arriba, su mirada fija sobre los labios rosas alrededor de la base de su pene, lagrimas deslizándose por la mejilla de Tom mientras aprieta sus piernas.

Y es tan bello, poniendo todo su empeño en resistir, para que su garganta no tenga un mal reflejo que le obligue a separarse de papá.

Y se mantienen así, unidos de esa extraña forma en la que siempre han sucedidos las cosas entre ellos, Ryan no empuja, Tom no se presiona, pero sucede, con el calor de la boquita de Tom y la excitación enviándole espasmos en el bajo vientre

Tom siente el líquido caliente deslizándose con pasmosa facilidad por su garganta, y comienza a tragar, separándose un poco, su lengua enrollándose hacia atrás, para no desperdiciar ni una sola gota mientras sus labios se presionan contra la cabeza del pene de papá, succionado un poco más.

Ryan no ha dejado de acariciarle la cabeza.

—¿Suficiente ración de leche lindura? —. Ryan pregunta, mirándole caer con lentitud sobre su trasero, ojos cerrados y labios brillantes, Tom se limpia el residuo con su dedo y lo chupo con glotonería, Ryan solo enancha su sonrisa.

—Sí, papá —. Dice satisfecho Tom, una mano sobre su pancita y su rostro sonrosado por el esfuerzo de mantenerse quieto para él.

—Bien, hora de cenar. —. Anuncia, tendiéndole una mano para ayudarle a incorporarse, Tom se ajusta el short sobre su propia erección rebotándole contra el vientre, Ryan lo nota y le da un beso cariñoso en la frente —. Papá se encargará después de ti cariño —. Promete.

Y a Tom le basta, porque todas las promesas de papá son como mandas sagradas, algo que eventualmente ocurrirá. Así que asiente, respirando profundo y corriendo hacia la cocina para calentar los macarrones con queso y poner la mesa.

Porque ese es su tiempo juntos, ahí, en St Louis, con papá bebiendo de su botella mientras él cuenta su día en la escuela, su pequeña familia, su mundo entero.

Tom no tiene nada que temer.

 


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