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Getting away with Murder por ArthaielEng

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Cegado y con las manos atadas era guiado a punta de empujones y golpes a un lugar desconocido para él. Si intentaba hablar era castigado con un golpe directo en la cara que solo empeoraría su situación actual. No tuvo que pensarlo demasiado, su vista había tornado a esa manera desde que ingirió el medicamento que le dieron en el centro comercial, sus manos sudaban y estaba inquietas al saber el paradero de su hermana, que era más que obvio. Aquella mujer había ganado. Y las últimas palabras dirigidas a su persona aún resonaban en su cabeza: Fuiste elegido, Kuroko Tetsuya.


¿Para qué exactamente? La respuesta pronto sería dada. Un golpe fuerte a su espalda dando contra una pared fue la última acción en la que estuvo consciente. Para dar paso nuevamente a la luz.


Su cuerpo ardía como si estuviera desnudo en un desierto consiguientemente le pesaba respirar y tenía la fuerte necesidad de hacerlo por lo que rasgaba su cuello en busca de aire como si algo le estuviera deteniendo el acceso a tal vital acción. Y así abrió los ojos lentamente, temiendo volver a encontrarse con la oscuridad se encontró primero con su vista nublada después sus ojos se adaptaban nuevamente enfocando de primera forma la pared frente a él llena de grafiti.


La respiración seguía agitada pero en cierta forma se sentía aliviado de poder volver a ver, había pasado el efecto y quizás esa incomodidad en su cuerpo era un efecto secundario. No hizo esfuerzos por levantarse de aquel lugar, se mantenía paralizado por cuenta propia. Sentía su cabeza pesada cuando intentaba voltear a su alrededor y el resultado era el mismo en ambos lados. Se encontraba abandonado a la mitad de un callejón y las nubes oscuras amenazaban con el anochecer, entones dedujo que estuvo inconsciente un día completo, el cielo de un tono grisáceo aún le daba aún menos esperanzas de que se encontrara fuera de peligro.


Nadie pasaba por ahí, siquiera se escuchaba el sonido de algún automóvil o cualquier aparato electrónico sirviendo, era una calma y un silencio que hacía más tensa su situación. Por mero reflejo con sus dedos empezó a tocar sus brazos y piernas para confirmarse a sí mismo que no había sido dañado en otras partes y nada, estaba completamente intacto más que por el golpe que pulsaba en su cara que logro abrirle de nueva cuenta el labio por resistirse hace unas horas a los oficiales de negro.


Y fue cuando lo noto, en su muñeca derecha yacía una especie de smartwatch que lejos de verse elegante se veía propio como un grillete, era uno que nunca había visto antes, ni en el mercado ni en internet, siquiera en teorías e inventos extraños de la gente que gustaba de creer que habrían celulares invisibles o poder trabajar con hologramas. A pesar del avance de la tecnología aquellas ideas eran prototipos aún ya que los esfuerzos creados hasta entonces estaban enfocados en otras cosas. Este dispositivo no tenía botón alguno y parecía apagado, paso sus dedos varías veces por la pantalla pero no obtenía resultado así que intento quitárselo pero parecía que estaba adherido a su piel.


Y sucedió, la pantalla se encendió dando un breve pitido que lo sobresalto agitando su muñeca en reacción. Unos colores rojos y negros aparecieron en forma de un remolino en la pantalla, se disolvieron para pasar a una pantalla principal en donde venían sus datos completos, su apellido de nacimiento, su edad, tipo de sangre, dirección, etcétera. Entonces una voz proveniente de aquel dispositivo salió, esta computarizada y sin expresión alguna.


Kuroko Tetsuya, has sido elegido. — el aludido giro los ojos tras escuchar de nuevo esa frase que llevo martirizándolo durante horas. —La sociedad ha deliberado que tu existencia es innecesaria.


— ¿La sociedad? — preguntó al aire sin esperar respuesta.


Has sido calificado como amenaza para el bienestar de la gente. Así que has sido traído hasta aquí para demostrar lo contrario. — arrugo un poco la frente al escuchar semejantes palabras, el bien conocía a alguien quien era tal cual y la habían dejado libre con una persona inocente. —No eres el único, todos han sido elegidos y todos querrán ser libres. No nos parecemos en nada a ustedes, somos bondadosos, pero tendrán que demostrarnos que han sido rectificados mediante este programa.


Volteó a todos lados esperando ver a otra persona pero seguía solo en ese callejón y el sonido del aparato llenaba toda esa distancia. Se sintió amenazado.


Uno a uno, solo un ganador será perdonado, solo uno saldrá con vida. — trago seco al escuchar lo último y se levantó del lugar dando dos pasos al frente. —Únete a la causa, desechemos la maldad, arrepiéntete de tu vida hasta ahora. Porque el que no piensa con lógica no merece vivir, quien no es empático a nosotros, morir.


La pantalla violentamente cambio de un color similar al de su cabello y con letras negras se marcó un "Comencemos" seguido de un reloj con cuenta regresiva de 24 horas. Eso lo hizo nuevamente hiperventilar y corrió al inicio de la calle donde paro en seco al darse cuenta que estaba en la zona céntrica de esa enorme ciudad pero nada pasaba por ahí, los anuncios apagados, ninguna persona, ningún automóvil, volteó a todos lados desesperado sin saber exactamente a donde ir, el contador marcaba las horas, minutos, segundo y milisegundos causando su enérgica adrenalina de cada número que pasaba por rapidez en ese contador del cual no entendía absolutamente nada.


Y no es porque él no fuera inteligente, lo era. Solo que la simple idea le parecía salvaje, temeraria y sin sentido. Nadie habría aprobado esto, pero como se explicaba que toda una ciudad estuviera en penumbras. El cielo se tornaba azul oscuro y sus piernas temblaban como nunca. Jamás había perdido la cordura así, sentía que en cualquier momento aquella cosa iba a sonar o aparecerían de nuevo los uniformados a por fin matarlo, no estaba seguro, necesitaba huir, no sería parte de todo ello.


Así que el celeste corrió por las calles, escuchándose únicamente su respiración agitada y sus marcadas pisadas que daba, una salida estaba buscando y debería encontrarla, así que no pensando con raciocinio, no sabía si debía ocultarse, mantenerse contra las paredes, continuar así hasta cansarse. Un pánico lo abrumo hasta la medula.


Iba corriendo por una de las principales avenidas llenas de edificios a los lados buscando algo de luz o cualquier cosa que le ayudara, entonces una especie de escritorio se derrumbó frente a él dejándolo parado en seco.


— ¡Falle! — escucho a alguien decir de alguno de los edificios pero por la poca luz no pudo distinguir de dónde provenía.


—No se mueve, ¡mátenlo de una vez! — ordeno otra voz que se distinguía venía de otro extremo. 


Atónito no sabía a donde moverse, alguien a quien no veía estaba intentando echarle algo encima, seguramente sacado de donde se encontraban, no era en si armas pero al menos ese artefacto lo hubiera dejado fuera de batalla lo más pronto posible. Se movió desesperado a su izquierda y derecha, su desventaja era prominente, su falta de visibilidad igual y no contaba con que solo esas dos personas fueran las únicas. Estaba acorralado y vino a él la imagen de su hermana, quien no iba a poder volver a ver. Así que cerró los ojos esperando el siguiente golpe en donde seguramente cuando lo vieran inconsciente bajarían a terminar su trabajo.


Se dejó caer de rodillas al suelo como quien se entrega a su presa y cerrando los ojos con fuerza acepto su destino, quizás se rindió muy fácil pero las ganas de pelear eran nulas, él no era así, no era un cobarde, mucho menos un asesino. No huía de los maltratos, los soportaba forjando más esa personalidad honesta en él. Y si tenía que morir así lo haría.


Un grito que se perdió en el pavimento en una caída certera para dejarlo medio muerto, unos pasos corriendo del otro extremo acompañado de varias maldiciones, confuso abrió los ojos encontrándose nuevamente con tranquilidad.


— ¡Idiota que haces ahí, vamos muévete, vamos! — alguien le grito, una voz marcada, varonil y que al parecer tenía el control de la situación.


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