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Edge por Lilith Lawless

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Iba de un lado a otro a lo largo y ancho de la habitación, se apretándose el antebrazo zurdo con la mano derecha en un intento de calmar sus nervios. Narcissa Black jamás se había sentido tan nerviosa, ni siquiera con Lucius presente; su empalagosa hermana Bella se había marchado hacía un par de horas con la premisa de hacer algo para alejar a Snape de Malfoy, y desde ese momento no había conversado con ella para nada, viéndola  únicamente en el gran comedor a la hora del almuerzo y en la cena, sin hablar, comiendo a una velocidad que no era digna de una dama de los Black antes de salir cuan exhalación y perderse de nuevo. Solo una vez había visto tan obsesionada a su hermana y fue cuando recién salió a la luz el nombre y propósito de Lord Voldemort; Bellatrix estuvo tan ensimismada con él desde un principio que investigó todo lo posible sobre el hombre y fue la única que a su corta edad de 17 años ya tenía la marca tenebrosa en el brazo. Cuando Bellatrix Black -ya prometida de Lestrange- se proponía algo lo hacía sin importar qué y eso le aterraba, temía por el bienestar del joven pelinegro; Cissa nunca había negado que todo aquel nacido en el seno de los Black  era psicológicamente inestable simplemente por llevar esa sangre maldita; ella, por ejemplo, sucumbía fácilmente a la presión y era muy paranoica, Andrómeda siempre había sido exageradamente sensible, su primo Sirius iba en contra de todo lo impuesto y su carácter era muy explosivo, Regulus un depresivo constante y Bella... bueno, Bella había sacado la vena más ponzoñosa de la familia, era muy desequilibrada y peligrosa.

Se miró al espejo que amablemente su hermana había arreglado—¡Maldición!— gritó soltando una patada al aire. Tomó el suéter del uniforme que se había quitado cuando llegó a la habitación y volvió a colocárselo. Necesitaba ir a buscar a Snape y pedirle que se cuidase. Justo antes de tocar el pomo de la puerta, ésta se abrió dejando ver a la mayor, quien le observaba con expresión aburrida.

—¿Me prestas tu cama? Delay ronca como cerda y llevo noches sin pegar el ojo— habló y sin esperar respuesta encaminó a la que era la cama de su hermana, dejándose caer sobre el mullido colchón sin avergonzarse porque la falda se le hubo subido y mostraba parte de su ropa interior.

—... Bella... ¿Qué fue lo que hiciste?— silencio, sabía que la pelinegra no dormía, pero de igual modo tenía muy presente que no le diría nada. Volvió a tomar el pomo de la puerta entre sus finos dedos, no obstante su acción fue nuevamente interrumpida por su hermana.

— No te atreverías, Cissa— habló gélido desde la cama—, No te atreverías a traicionarme y echar todo mi esfuerzo a la basura quemándome con él, ¿qué acaso no querías alejarlo de Lucius? ¿Quieres que se lo quede? Si es así, cruza esa puerta, hermanita, pierde tu futuro como dama Malfoy

La adolescente apretó los labios, ¿Y si en realidad Bella tenía razón? Dio un último vistazo a la puerta y pidió mentalmente perdón a Severus; se dirigió a la cama, para recostarse junto a su hermana. Solo esperaba que ésta no hubiese hecho nada grave.

ººº

—¿¡Qué cosa!?— gritó Sirius, dramático—, ¡Es una locura! ¡Inaudito, horrendo, exagerado, inhumano!

James le dio un zape a la mitad de la nuca—, Sirius, el exagerado aquí eres tú

El aludido le vio como el que ve a un muerto; ofendido, colocó una mano en su pecho sintiéndose traicionado de pronto—, ¿¡Exagerar?! ¡Se trata de Quidditch, Potter! ¡Quidditch!

—Sí, Sirius, pero cometimos un delito, agradece que Dumbledore no nos expulsó o envió a Azkaban por un rato—, dijo Remus, doblando el pergamino con la tarea de historia de la magia que acababa de terminar. Sirius le envió una mala mirada que el licántropo pasó por alto, ignorándole completamente.

James Potter soltó un suspiro cansado y se dejó caer en su cama—, Odio decir esto, pero creo que lunático tiene razón. Velo de ésta manera: Dos semanas sin Quidditch y veinte puntos menos, pudo habernos ido peor, Canuto

—Cuando se juntan ustedes dos son imposibles— habló el animago de rulos; estirándose cuan largo era sobre la alfombra color rubí que cubría la habitación—, cambiando de tema… ¿y Peter? Últimamente no le he visto demasiado

Remus y James se dirigieron una mirada extrañada—. Se está poniendo al corriente con las materias para no tener que quedarse en navidad, nos lo dijo hace un par de semanas— le respondió James con evidente molestia—, Sé que estos días has estado relativamente ocupado, pero recuerda que a un amigo nunca se le abandona

El joven Black se talló el rostro con ambas manos en ademán frustrado—. Lo siento mucho, he estado muy distraído, lo olvidé por completo

Potter le miró comprensivo—, ¿Irás a la ridícula reunión de mañana?

—Tengo qué, recuerda que debo intentar cambiar las cosas que vi

—¿Qué reunión? —preguntó Remus con curiosidad.

Sirius rodó los ojos—, Una maldita reunión de sangre puras, para beber licor, presentar “futuros herederos”, hablar de lo sucios que son los muggles y criticar al ministerio

El Gryffindor analizó la respuesta dada por su amigo. Ciertamente se veía como ese tipo de juntas desesperantes en las cuales solo piensas en salir corriendo sin medir las consecuencias que eso contraiga. Su mente se quedó en blanco por un momento; luego sus ojos miel brillaron de esa manera tan única como lo hacían cada que descubría algo nuevo—, ¡Eso es! —sus amigos le observaron sin entender—, Hace un rato Lily, Sirius y yo nos encontramos a Malfoy y a Snape conversando en uno de los pasillos, Malfoy le pedía un favor a Snape, fue tan insistente que terminó aceptando, quería que lo acompañara a algún lado

Black se dio una palmada a media cara, maldiciéndose por andar siempre en sus ególatras y arrogantes nubes—, Si seré imbécil… Era obvio, la maldita reunión es en casa de los Malfoy

James se levantó de la cama y fue a sentarse a un lado de Sirius, quien ya se hallaba de igual modo en el suelo. Le pasó una mano por los hombros y le sonrió con picardía—, al menos tendrás con quien pasarla en grande ¿No es así, tigre?

Remus Lupin no entendió la razón por la cual Sirius se le fue encima a James, enfurecido y con un leve rojo en lo alto de sus pómulos.

ººº

Snape se talló ambos ojos con los puños cerrados, eran las seis de la mañana de un jueves diecisiete de noviembre que estaba destinado a ser únicamente para procrastinar, puesto que el profesorado había tenido que atender un asunto urgente fuera de Hogwarts y les habían dado el día libre. Perezoso volteó a ver las tres camas restantes en la habitación con los doseles aún sueltos, lo que indicaba que los propietarios dormían profundo y sin preocupación alguna. Se levantó, no valía la pena quejarse cuando ya tenía programado algo que hacer, aunque, en parte, esto mismo hubiese sido en contra de su voluntad. Abrió su baúl para revisar lo que podría llevarse puesto, más algo dentro le hizo retroceder un par de pasos y apretarse el entrecejo con el índice y el pulgar en ademán frustrado: un traje negro estilo príncipe con detalles casi imperceptibles color plata y una túnica verde esmeralda relucían perfectamente acomodados, sobre la ropa unas botas de piel negra hasta debajo de las rodillas, dando un acabado glorioso al look aristocrático que Lucius había elegido para él. Contó hasta diez intentando no soltar alguna mala palabra, de esas que gritaba Tobías cuando se enfadaba. Lo había hecho, el idiota de Lucius compró un conjunto de ropa para él.

Delicadamente tomó todo entre sus manos, con un miedo cósmico a romperlo, lo acomodó como pudo para no arrugarlo antes de encaminar directo al baño y encerrarse para cambiarse. Cuando salió, tras ducharse, ya eran las siete treinta de la mañana, dos de sus compañeros ya se habían levantado, entre ellos John. El hijo único de los Mulciber soltó un largo silbido mientras le miraba de arriba abajo, haciéndole sonrojar.

—¿Q-qué?— preguntó desviando la mirada hacia otro lado.

John le regaló una de sus típicas sonrisas que jamás presagiaban nada bueno—, Nada~ simplemente quería decirte que te ves muy bien, ¿Vas a salir? ¿Tienes una cita? ¿Con quién? ¿Es bonita?— bombardeó mientras el otro muchacho les ignoraba, colocándose la ropa “casual” de un aristócrata sangre pura.

—Voy con Lucius a una reunión, estuvo molestando ayer todo el día y terminé por aceptar— dijo pasando de largo a sus compañeros, de su baúl sacó el collar de su madre con el escudo de la familia Prince y se lo colocó en el cuello.

—Qué casualidad, yo también voy a asistir, podemos irnos juntos los tres en el carruaje de mi familia que vendrá a recogerme, no me gustaría irme solo

—Habla con Malfoy, aunque lo más probable es que se niegue

John volvió a sonreir— Eso ya lo veremos— soltó antes de salir corriendo. El mestizo negó con la cabeza y le siguió tranquilo, aún con el sueño pesándole en los párpados, sería un día largo.

ººº

Al final John sí lo había conseguido, Lucius tuvo que enviar una lechuza a su padre para evitar que este mandara una carrosa a recogerle a él y a Severus. La mansión del rubio era enorme y el jardín  estaba lleno de hermosas flores y pavoreales preciosos. El hombre que los había conducido hasta ahí también los llevó hasta la sala donde tomaría lugar la reunión. Severus abrió los ojos con estupor, al final de la sala, en la esquina del gran ventanal y casi en el balcón se encontraban, en uno de los sofás de piel, el matrimonio Black, conformado por Orión y Walburga, a la derecha del padre, Regulus Acturus y alejado de sus familiares, Sirius Black jugueteaba con su varita, golpeteando con ella su pierna, aburrido. La voz saludando del recién llegado Lucius Malfoy atrajo la atención de varios, entre ellos, el primogénito mayor de la noble y ancestral casa de los Black; Sirius observó al rubio indiferente, pero su mirada cambió del estoicismo a la impresión cuando visualizó a Snape, tímido, detrás de Lucius. Ambos hicieron contacto, gris tormentoso contra negro profundo, sin rencores ni burlas, solo mutua comprensión en una sola cosa: ninguno de los dos hubiese deseado venir.

Por alguna extraña razón lejana a toda lógica en la cabeza del Gryffindor quiere acercarse y hablarle, no sabe de qué podrían conversar, pero quiere intentarlo, tal vez decirle que las dos disculpas que le dio son genuinas, que aunque no lo parezca tienen más en común de lo que a simple vista puede apreciarse y quizá pedirle disculpas nuevamente. Está a punto de levantarse e ir a su encuentro cuando todos los nobles se ponen de pie y callan. Abraxas Malfoy abre la gran puerta de madera de par en par y la figura más temida de los últimos años se abre paso entre la muchedumbre, sonriente, con una enorme serpiente pisándole los talones como si de su sombra se tratase. Los magos y las brujas más jóvenes tragaron grueso al mismo tiempo, el señor oscuro se sentó en el diván más amplio de la sala, un elfo joven le llevó una charola con una copa llena de Whiskey de fuego. El hombre tomó el trasto con elegancia y lo subió a sus delgados y verduscos labios bebiendo con parsimonia.

—¿Por qué el silencio? Hace solo unos segundos todo estaba muy animado— habló, y es que en realidad ninguno le esperaba ahí. Su mirada rubí se paseó por todo el salón, hasta llegar con un jovencito pálido de cabello negro y actitud sumisa que se protegía detrás del primogénito Malfoy—. ¿Quién eres tú, muchacho?

Severus dio un tambaleante puso al frente, todas las miradas le cayeron encima cuan ojos de depredadores, haciéndole sentir cohibido—. Severus Snape, mi señor

—¿Snape? Jamás había escuchado ese apellido— comentó el hombre con clara apariencia de serpiente.

Viendo la oportunidad perfecta para sacar a relucir su más reciente descubrimiento Bellatrix se acercó un poco más al hombre sobre el sofá, recargándose en uno de los brazos del mueble, antes de  tomar aire y hablar:— Porque es mestizo— dijo, el veneno en su voz era tan palpable que logró todo el recinto se quedara en silencio. Regulus apretó el antebrazo de su hermano, sabiendo que haría algo estúpido. Lucius dirigió una mirada decepcionada al par de hermanas, logrando que Narcissa se avergonzara al punto de sentir como sus ojos se humedecían, y Severus, alejándose del heredero Malfoy, quería que la tierra que lo tragase.

El señor oscuro dirigió sus asombrados orbes escarlata hacia el pequeño pelinegro, observándole de arriba hacia abajo sin pudor alguno—. Severus, acompáñame un momento— habló con un tono que no denotaba emociones—. Abraxas— se dirigió al propietario de la casa—, ¿Alguna habitación cerca?

— Justo saliendo de aquí, cualquiera del pasillo está disponible— respondió de inmediato.

Voldemort comenzó a caminar hacia la salida del enorme salón. Severus tardó un poco en reaccionar, pero pronto se vio pisándole los talones bajo las asustadas miradas de los hermanos Black, Lucius y Narcissa. Los mortífagos observaban la escena con diversión, en especial Bellatrix, quien parecía haber ganado puntos con el Lord. Cuando la puerta se cerró nuevamente los cuchicheos comenzaron. Sirius, congelado,  se concentraba en la puerta con el mismo temor que sintió la primera vez que exteriorizó sus pensamientos sobre la pureza de sangre a su madre. Dio un paso, dispuesto a ir a rescatar al Slytherin, más la mano de Walburga sobre su hombro le detuvo, las largas uñas bajo los guantes se le enterraban dolosamente en la piel incluso con el traje puesto. Ella le dirigió una mirada despectiva—. No, Sirius, o él, o tú

El animago rechinó los dientes. Como la odiaba, en verdad que lo hacía. Se deshizo de su toque con un movimiento brusco. Decidido a no quedarse de brazos cruzados encaminó hacia la puerta, pero antes de llegar pudo sentir el dolor más grande que jamás había experimentado. Lo último que alcanzó a escuchar antes de caer en la inconsciencia fue la molesta voz de su madre gritando cruciatus.

ººº

Severus tragó grueso, llevaba ya un buen rato encerrado en aquella sala, compartiendo aire con Voldemort, el mismísimo señor oscuro en persona, aquel que había asesinado innumerable cantidad de magos y muggles, el excéntrico hombre que ahora mismo se encontraba sentado en un largo diván de cuero negro acariciando despreocupado la cabeza de una serpiente que ciertamente era casi tan intimidante como su dueño. Ninguno de los dos magos se había dignado a decir nada, Snape por el miedo que le infundía la situación y el adulto por esperar una reacción interesante en el menor.

— Severus Snape, tus compañeros Malfoy, Avery, Mulciber y el menor de los Black me han hablado mucho de ti, todos alegan demasiado sobre tu capacidad para con las artes oscuras —, los ojos negros se abrieron con sorpresa, ¿no Regulus Acturus era el menor de los Black? ¿Qué hacía dando buenas recomendaciones de él si a duras penas habían cruzado palabra?

Parpadeó, espabilando— Cierto es que entré a Hogwarts sabiendo un poco más de lo que otros se digan en aprender— dijo, intentando que la voz no se le quebrase debido a los nervios.

—Eso es admirable para alguien que tuvo el infortunio de nacer con un padre muggle— halagó—, ¿Tu padre es la escoria?

El rostro del adolescente se contrajo en una mueca amarga—, Sí, mi madre fue una excelente bruja

El mago dejó de lado a la serpiente para prestarle verdadera atención —, ¿Fue?

— Él la mató— atinó a soltar antes de unas lágrimas, agregando para sí con infinito rencor: — Ese maldito malnacido, inclusive después de toda la tortura que le hizo pasar se atrevió a terminar con ella... Pero fue débil, mi humillada madre perdió todo resquicio de dignidad ante un ser tan bajo como lo es un muggle... —El rechinido del sofá le hizo volver en sí, percatándose de que estuvo hablando solo el joven intentó pensar en cómo disculparse con el imponente sujeto, no obstante, antes siquiera de parpadear ya le tenía enfrente, acorralándole en la pared con su cuerpo sin siquiera pretenderlo.

— Entonces, Severus, ¿has venido aquí para entrar a mis filas?

El muchacho tragó en seco, desviando la mirada a un punto fijo en la sala al fondo, intentando ignorar al mago frente suyo—, desde que me enteré de su propósito, señor

Voldemort, colocando un dedo bajo la barbilla del chico, le obligó a verle hacia arriba, directo a los ojos—, Entonces ¿Cuál es el problema?

Volvió a tragar, nervioso—,Y-ya lo dijo ella, soy mestizo—, dijo, sintiendo que las piernas le fallarían en cualquier momento debido a la pesada mirada rojiza que se cernía sobre él, más nunca alejó sus determinadas orbes ónix de las ajenas.

— Ese no es impedimento, en tus ojos veo el odio que profesas hacia los muggles, Severus— le acarició la piel con su rasposa mano—, Así que te espero a tu salida de Hogwarts, mi regalo será la marca tenebrosa en tu brazo— Finalizó para soltarle y llamar a “Nagini” –la serpiente–, saliendo ambos por la puerta de entrada a la sala. Cuando estuvo seguro de que se había quedado por completo solo se dio el lujo de dejarse caer de rodillas al frío suelo de baldosas verde seco y dorado.

Se quedó ahí solo un par de minutos que parecieron horas, hasta que el mismo elfo joven de antes, quien se hacía llamar Dobby, le dijo que el Señor Oscuro requería de su presencia en la sala principal. Dobby le ayudó torpemente a levantarse, se sentía al borde del desmayo, no creía ser capaz de soportar más rechazos.

— N-no se preocupe por los seguidores del amo Voldemort, él ya se ha encargado de ellos— le dijo con una tímida y nerviosa sonrisa mientras abría la puerta. Sus ojos se cruzaron de inmediato con la imagen de Bellatrix revolcándose en el suelo a causa de un crucio, Narcissa lagrimeaba silenciosa a un lado de Lucius, Sirius, recargado en el hombro de Regulus, vagaba entre la inconsciencia y la realidad, colocando mueca adoloridas cada tanto, signos claros de haber sido maldecido.

—Severus, tardaste un poco— le dijo Voldemort, tranquilo. Alejó su varita de la pelinegra, dejándola ahí. Narcissa quiso ir a ayudarla, pero la mano del hijo de los Malfoy dando un suave  apretón a su hombro más su mirada plata diciéndole que  era peligroso intentar asistirla le detuvieron, muy a su pesar. El hombre palmeó el sofá, indicándole al recién llegado que se sentara a su  lado. Obediente, hizo caso a la orden y tomo asiento a una distancia que creyó prudente—. Bien, ahora que estamos todos de regreso me queda hacerles un par de aclaraciones. ¿Alguien puede decirme la razón la cual nuestra querida Bellatrix fue castigada? —el recinto permaneció en silencio, al ver esto el mago se levantó de donde estaba, encaminó hacia la adolescente en el suelo y la admiró por un corto momento— Bellatrix Black me ha demostrado ser una mujer como pocas, pero algo que siempre se me ha hecho insoportable es era gran boca suya que tiene, no sabe controlarla así que espero de todo corazón haya aprendido a no meterse en conversaciones ajenas. Lo segundo que quiero decirles es que hoy he encontrado a unos cuantos futuros mortífagos, entre los cuales resaltan más Severus Snape, Lucius Malfoy y Regulus Black. Espero no me decepcionen

Walburga sonrió amplio, pasó una mano por los hombros de su esposo hasta dar con la cabeza del menor de sus hijos, acarició levemente su mejilla por un pequeño momento, sintiéndose orgullosa.

El resto de la fiesta pasó sin pena ni gloria, una cena incómoda rodeada de comentarios despectivos hacia los muggles y conversaciones que los adolescentes no comprendían del todo fue lo último que sucedió antes de que justo a las diez llegase una carrosa para llevar a los alumnos de vuelta a Hogwarts. El camino era incómodo, Severus recibía miradas de odio de sus compañeros de casa y uno que otro Ravenclaw presente. Cuando llegaron al castillo entre Minnie y Albus se encargaron de llevar a cada grupo a sus respectivas casas.

ººº

La mañana sucesiva a la reunión Severus tuvo más problemas de los que hubiese podido soportar. Lucius y John –quienes eran los únicos que sabían sobre su ascendencia muggle– intentaron protegerlo, pero él les dijo que al pertenecer a lo sagrados 28 no debían hacer nada, terminando por huirles cada que los veía. El resto de los Slytherin le molestaban con comentarios crueles a excepción de Narcissa, quien pese a ser supremacista de sangre se sentía culpable y le rehuía del mismo modo que él cada que se encontraban, aunque el propio Severus pensase era por ser mestizo.

— ¡Hey, Quejicus! —Iba de camino al gran comedor cuando escuchó ese horrendo apodo provenir de uno de sus compañeros de casa. Pensó en ignorarlo regresando por donde había venido, aunque tuviese verdadera hambre por no haberse alimentado bien en el desayuno—. Tú, asqueroso mestizo, ¿A dónde demonios crees que vas?— dijo tomándole bruscamente del brazo.

— Avery, suéltame— ordenó mientras forcejeaba.

—¿Te divierte habernos engañado? ¿A quién demonios le enviaste un imperius para terminar en Slytherin, gusano?

—¡Tú estuviste en la ceremonia de llegada y lo viste con tus propios ojos, troll de segunda!— un puñetazo atestó con fuerza en su mejilla, Snape sintió el ferroso sabor de la sangre llenarle la boca y bajar por su garganta. Con sus manos intentando defenderse de los golpes del grupo de supremacistas le era imposible sacar su varita. Con la rabia en cada poro de su piel se resignó a soportar los golpes, que en realidad ya era una habilidad suya, tomada por el “entrenamiento en casa”.

—¡Hey! ¡Cara de ogro!— Avery volteó enfadado, James Potter, Remus Lupin, Petter Pettigrew y Sirius Black corrían hacia ellos, siendo el último quien le había insultado.

—Ahora no, inútiles, nos estamos divirtiendo con el mestizo, ya podrán molestarlo después— se burló uno de las serpientes, pateando al mencionado.

James le llegó cuan bala, tirándolo al suelo con una embestida, jaló rápidamente a Severus del brazo y, literal, lo lanzó hacia el pecho de Black, quien le sostuvo de la mano para que los merodeadores, conscientes del disturbio, echaran a correr cada uno en diferentes direcciones.

Sirius, de la mano con el pálido pelinegro, se encerró en un armario de escobas algo alejado del pasillo. Apenas le soltó, Severus se recargó de espaldas en una pared y se dejó caer lentamente. El cuerpo le dolía a horrores, pero una costilla más que el resto. Sirius se puso en cuclillas al frente suyo y él intentó inútilmente alejarse, cerrando los ojos con fuerza al verse acorralado, con un ligero temblor adueñándose de sí. El Gryffindor se sintió mal, triste y culpable por la reacción del más pequeño; colocó una de sus manos sobre la cabellera medianoche—, No te muevas, voy a curarte ¿vale? —le habló en el tono más suave que pudo ser capaz de poner. Agradecía infinitamente en ese momento a su madre por haberles inculcado a él y a su hermano hechizos de curación. Se apresuró entonces a susurrar las palabras que tantas veces le habían salvado de ir con Pomfrey. El Slytherin supo que no le mentía cuando el dolor fue disminuyendo poco a poco hasta desaparecer por completo; dio una mirada desconfiada al mago de rulos y se hizo el silencio.

Severus suspiró, eso sería complicado— eh…gra-gracias

Notas finales:

I knew, I late a lot


Entré al colegio y ando muy ocupada, pero acá está. 


Lo siento, intentaré no tardar tanto la próxima vez 💔 


Gracias por leerme 💙💜


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