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Hasta que pi se quede sin decimales por Princesa de los Saiyajin

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4

Atracción

 

—¿Ehh? —empezó a retroceder—. ¡Aigh! —el mayor lo sostuvo, para evitar que se caiga de la silla.

     —Creí que te gustaría mi respuesta—comentó, el otro seguía bastante sonrojado.

     —¡Shhh! —los silenció una secretaria que se asomaba por detrás de un estante.

     —Es que… —empuñó sus manos mientras bajaba la mirada—. No creí…

     —De verdad me pareces un chico interesante—el otro intentó buscar un lugar por dónde escapar. Su única opción fue ponerse de pie para poder hacerse hacia atrás, dejando la silla entre ellos.

     —Jeje, ¿no quieres un bocadillo?

     —¡Shhh! —volvió a quejarse la mujer, ambos se disculparon ante su mirada juiciosa.

     —Mejor salgamos—sugirió, guardando su libro en su mochila. Goku asintió y guardó el suyo, para seguir al más bajo. Llegaron hasta el jardín, donde había algunos árboles. Notó que el mayor se sentó debajo de uno, así que fue a su lado.

      —Es bonito día—mencionó, mirando una mariposa que comenzaba a revolotear a su alrededor.

     —Sí, algo.

      —Vegeta… ¿e-era verdad lo que me dijiste?

     —Sí, me gustas—el Son comenzó a jugar con sus dedos—. ¿Por qué tan nervioso?

     —No es algo que pensara posible—empuñó en sus manos la tela de su pantalón—. ¿Y p-por qué?

      —Tienes un “algo” especial—se acercó un poco más, aumentando la tensión en el más alto quien, al verse acorralado, subió su mano a la boca del mayor, cubriéndole los labios para poder mantenerlo callado y algo alejado.

      —Espera, Vegeta…—pidió, sintiendo el calor intenso en su rostro—. ¿Podemos ir despacio?

     —Claro—respondió, quitando la mano del Son de su boca—. Vayamos despacio.

     —G-gracias—se encogió en su lugar, jugando con sus dedos.

     —¿Te parece si tenemos una cita?

     —C-cita… ¿para estudiar? —preguntó con una risita nerviosa.

     —No, cita con fines románticos—el otro se tensó—. Quiero conocerte más.

     —Yo…—sonrió—. ¡Sólo si tú pides permiso!

     —De acuerdo. Entonces la próxima vez iré contigo a acompañarlos a comer—el Son ensanchó su sonrisa—. Y ahí le diré que quiero salir contigo.

      —Claro que sí—vio que el otro sacó un libro junto con un lápiz—. ¿Qué haces?

      —Tsk, Kakarotto, debemos estudiar.

      —¡Ay, Vegeta!

 

***

 

—Hmph—respondió al ver quien había tocado la puerta—. Vegeta…

     —Buenos días, Raditz—el Son seguía con su mirada fija en él—. ¿No me invitarás a pasar?

     —Tsk, ¿qué pretendes con mi hermano?

     —¿No es obvio? —el de cabellera larga endureció su expresión—. Me gusta Kakarotto.

     —Tú…

     —Raditz, hijo, ¿quién es? —preguntó la mujer acercándose a ellos—. Oh, hola. Vegeta, ¿verdad?

     —Buenas tardes, señora Son. Kakarotto me mencionó acerca de la invitación a comer, así que quise aceptarla—le entregó una charola—. Como agradecimiento, quise traer un postre.

     —Ay, qué lindo—tomó la charola y le dio unos empujoncitos a su hijo para que se quitara de la puerta—. Pasa, pasa.

      —Se lo agradezco—estando dentro se dio cuenta de que el padre de familia estaba en la sala. Notó, en ese momento, un parecido casi idéntico con el hijo menor—. Buenas tardes.

      —¿Otra vez tú?

      —Bueno, Kakarotto me invitó y quise acompañarlos.

     —Anda, Vegeta. Siéntate. En unos minutos estará lista la comida.

     —¿Necesita ayuda? —ella negó moviendo sus manos.

     —Descuida, ya hicimos la mayor parte—el menor asintió y se sentó en el sofá, al otro extremo de donde estaba Bardock.

     —No estarás pensando en ir con otras intenciones con mi hijo, ¿o sí?

     —Bueno, llevo varios días ayudándolo con sus estudios. Pero, ciertamente, Kakarotto me interesa.

     —¿Qué tú qué…? —el adulto veía con molestia al joven, quien sólo se limitaba a ver el partido que se transmitía en el televisor—. ¿Y crees que estaré de acuerdo?

     —Bueno, tampoco es como si quisiera ir tan rápido. Por ahora, mi prioridad es ayudarlo a acreditar sus materias.

     —¿Cuál dices que es tu nombre?

     —Vegeta Saiyan—el hombre hizo una extraña mueca—. Sé lo que está pensando. Y sí, mi padre es el presidente de Saiyan Enterprise.

     —¿Qué no deberías estudiar en una escuela privada o algo así? ¿Cómo se conocieron?

     —Estudiamos juntos. Antes estaba en otra escuela, pero no me gustó. Eso es todo—el hombre miró al televisor al ver cómo el narrador del partido hablaba cada vez más y más emocionado, hasta que cerró con un “Goooooooooooooool”.

     —¿Qué edad tienes?

     —Soy sólo cuatro meses mayor que Kakarotto, no se preocupe—sintió la mirada inquisidora del de cabellera larga—. ¿Pasa algo, Raditz?

      —¿En serio intentas comprar a mi papá con eso?

     —Yo no intento comprar a nadie—oyeron pasos bajando por las escaleras.

     —¿Por qué hay tanto ruido…? —notó la presencia del Saiyan—. Ve-Vegeta. ¿Cuándo llegaste?

     —Recién llego—sonrió—. Buenas tardes, Kakarotto.

     —Bue-buenas tardes—rascó su nuca—. ¿Cómo estás?

     —Bastante bien—ensanchó su sonrisa—. ¿Nos acompañas? Vemos el partido.

     —Sí, claro…—se colocó en medio del sofá, entre su padre y Vegeta, sintiéndose bastante incómodo por la mirada seria de su padre fija en él, combinada con la mirada ligeramente burlona del Saiyan.

      —Ya está lista la comida—avisó la mujer desde la cocina.

      —¡Yo te ayudo a servir! —mencionó levantándose y yendo rápido hacia la cocina, sorprendiendo a su madre por su velocidad.

     —¿Pasa algo, hijo?

     —No, nada—rio nervioso y comenzó a sacar platos, para colocarlos frente a cada silla, y así después colocó la comida que su madre se había esmerado en preparar—. Tú… ¿a ti te cae bien Vegeta?

     —Se ve que es buen muchacho. Muy cortés—el Son sonrió bajando la mirada al oír esas palabras—. ¿Es tu novio, cariño?

     —¿Eh? No, no—rio—. Sólo me ayuda a estudiar—ella se acercó, con una mirada ligeramente pícara—. Nos gustamos.

     —Ay, cariño—le revolvió el cabello—. Tranquilo, guardaré su secreto.

     —Gracias, mamá—terminó de acomodar los platillos y el resto de los integrantes de la familia, acompañados con el Saiyan, fueron a la cocina.

     La mesa se llenó de una conversación amena, donde la mujer trataba de incluir al de cabellera en punta. Goku, por el contrario, no podía sentirse más avergonzado. Pese a que su mirada estaba fija en su plato, mirando con detenimiento cada una de las especias que se alcanzaban a distinguir en la pasta y formando ligeras líneas sobre el puré de papa con el tenedor, sentía la pesada mirada de Vegeta sobre él. Como si el Saiyan lo estuviera mirando fijamente.

    —¿Entonces tu padre está abriendo vacantes? —preguntó el hombre, levantando la mirada.

     —Así es. La empresa ha crecido, entonces necesitan a alguien administrando las nuevas sedes—metió un cubito de zanahoria en su boca—. Si usted está interesado, podría enviar su currículum.

     —¿Ah, sí? —el menor, al notar su tono, levantó la mirada también.

     —Bueno, usted se ve que ha tenido gran experiencia. Es posible que tenga más oportunidades que otros—el hombre entrecerró su mirada.

     —No esperas algo a cambio, ¿o sí?

     —Bueno, la decisión es de mi padre. Y yo realmente no tengo ni siquiera ganas de ir a la empresa—bebió un poco de la limonada—. Pero si pudiera pedir una cosa, es que me deje invitar a Kakarotto al cine mañana a mediodía. Prometo que regresaremos temprano.

     —¿Ir a…? —el hombre frunció el ceño, endureciendo su expresión.

     —¿De verdad? —Goku miró al más bajito—. ¿Qué película?

     —La nueva de super héroes—al menor se le iluminó la mirada.

     —¿De verdad? ¡Desde que la anunciaron he querido ir a verla! —miró a Bardock—. ¿Puedo ir, papá?

     —¿Eh? —miró la mirada de ilusión de su hijo menor, acompañada de la mirada serena del Saiyan. Soltó un suspiro algo pesado—. Bah, está bien. Sólo regresa temprano.

     —Arigato, señor Son—Goku se puso de pie, para comenzar a levantar los platos ya vacíos. Gine se levantó, para sacar otro juego de platos y comenzar a servir el postre que había llevado el Saiyan. Se trataba de un pay de manzana y canela.

    —¡Esto está delicioso! —comentó la mujer al probarlo—. ¿Lo compraste en alguna pastelería?

     —Es una receta familiar, lo preparé en casa—ella metió otro bocado en su boca, en su rostro se distinguió el disfrute total de la combinación de sabores.

      —En serio es muy rico—miró al joven y guiñó su ojo—. ¿Crees que podrías compartirla conmigo?

     —¿Eh? —amplió su sonrisa—. Claro que sí, señora Son. Es más, podría venir un día a prepararlo aquí—el menor de los Son tembló al sentir la mano de Vegeta tomar la suya por debajo de la mesa—. Con gusto compartiré la receta con usted.

     —Gracias, que amable eres—le dedicó una sonrisa.

     Terminaron de comer y, a pesar de las negaciones de la mujer, el Saiyan se acercó al fregadero para lavar los trastes. Ella, todavía con un poco de pena, se mantuvo recargada contra la barra, mirando al más bajo que seguía en la labor.

     —Gracias, Vegeta—el menor secó sus manos con una toalla cercana—. ¿Quieres llevarte unos panquecitos? Ayer horneé unos de chocolate. También tengo algunos dulces en la alacena…

     —No se moleste, de verdad. Con haberme recibido hoy y permitirme acompañarlos fue suficiente—miró a la mujer y extendió su mano—. Me retiro para no importunar más. Una vez más, le agradezco por todo.

       —¿Q-qué? ¿No quieres quedarte un rato más? —cuando su mano fue soltada, el menor comenzó a caminar hacia la salida.

     —No es necesario. Con acompañarlos a comer fue suficiente—llegaron a la sala, la mayor seguía al más bajo intentando convencerlo.

    —¿De verdad? Mis hijos están viendo una película, puedes acompañarlos sin problema…

     —No, gracias. Me retiraré a mi hogar. Nuevamente, gracias por su recibimiento—se despidió de un ademán, dejando a la mujer totalmente desconcertada.

     El Saiyan avanzó unos cuantos pasos por la acera, hasta que escuchó la puerta de la casa de los Son abriéndose. Volteó, y notó que Goku salía a pasos apresurados. Se detuvo y esperó a que llegara frente a él.

     —¿Estás seguro de que no quieres acompañarnos, Vegeta? —preguntó, recibiendo una sonrisa de medio lado por parte del más bajo—. ¿Vegeta?

     —Me gustaría ir despacio, para ganarme la confianza de ellos. Claro, antes de dar el golpe final.

     —¿Golpe final?

     —Bueno, me gustas, Kakarotto. Creo que es obvio que espero que seas mi novio—el más alto se sonrojó totalmente—. Creo que me he ganado su simpatía.

     —Sí, sobre todo de mamá. Le gustó mucho el postre. ¿En serio le compartirás la receta de tu familia?

     —En realidad fue una receta que encontré en internet, sólo que con menos azúcar y más fruta—el menor empezó a reír—. Una mentirilla piadosa para ganármela no creo que haga daño. Pensé que funcionaría, después de todo me dijiste que ella tenía de pasatiempo la repostería.

     —Y… ¿y la empresa de tu papá sí tiene vacantes o fue otra mentira para papá?

     —Eso sí era cierto. La empresa ha tenido muchas bajas, y ha tenido una decadencia en números pese a la expansión. Muchos prefieren renunciar, creyendo que está yendo en picada. Aunque, si mis cálculos no fallan, hay muchas posibilidades para poder levantarse y con números más altos—miró al cielo—. He estado trabajando tanto viendo los números, necesito buscar ideas para ayudar la empresa.

     —¿Entonces sí vas allá?

     —¿Eh? No, tengo mucho sin ir. Tengo ya dos meses tratando de buscar opciones, pero las que he dado sólo han dado un poco de estabilidad. Necesitamos algo que levante—metió sus manos en sus bolsillos—. Me iré a casa, a seguir trabajando en ello. No olvides repasar el capítulo 9, el lunes te ayudaré con eso.

     —Aigh, creí que ya se te había olvidado—el Saiyan rio bajito al ver su puchero.

     —Si bien todavía falta tiempo para los exámenes, iremos estudiando para ayudarte.

     —Sí—soltó un suspiro y después sonrió—. ¿Pero sabes qué? El maestro de deportes me dijo que me exentaría este bimestre si participo en la competencia de artes marciales. ¡Fui el mejor!

     —Sí me enteré de ello. Y es una noticia excelente… Pero de todos modos tienes que estudiar matemáticas.

     —¡Ay! —cruzó sus brazos, para después sonreír—. ¿De verdad mañana iremos al cine?

     —Sí. Me gustaría tener nuestra cita mañana. Vendré a las diez, y de aquí nos vamos caminando. Será en el cine que está a pocas calles, frente a la librería.

     —¡Me parece excelente! —mordió su labio inferior—. B-bueno, yo iré adentro y… Ehm… ¡Nos vemos! —dijo rascando su cabeza. Vegeta sólo sonrió al ver su nerviosismo.

     —Hasta mañana, Kakarotto…

 

***

 

—Hace mucho que no venía a este cine, hicieron muchas remodelaciones—comentó, mirando a su alrededor. A su lado estaba Vegeta, quien sólo caminaba viendo al frente con sus manos en sus bolsillos, escuchando atentamente al menor con una sonrisa dibujada en su rostro—. ¡Tienen un puesto de helados! ¿Podemos ir? Todavía falta tiempo para iniciar la película.

     —Claro—estando ahí notó que el menor estaba entusiasmado, pidiendo un helado doble combinado con jarabe de chocolate. Él sólo pidió un helado sencillo, para poder hacerle compañía sin que se sintiera incómodo por ser el único comiendo.

     —Incluso anoche—siguió hablando, luego de comer del cucurucho de galleta—, bajé por agua a mitad de la madrugada y me encontré a mi mamá comiéndose un pedazo del pay. De verdad le gustó mucho.

     —Me alegra saber eso—rio bajito antes de comer la punta del cono, y después limpiar sus labios—. El próximo fin de semana iré a tu casa.

     —¿A cocinar?

     —No creo que quieras ir tan rápido para hacer otra cosa—el menor negó, sintiendo su rostro acalorándose—. Quiero que me acepten, antes de iniciar nuestra relación. Además, quiero que eleves tus notas.

     —Ay, no hablemos de la escuela, por favor. Sólo me pone de mal humor—pidió, cruzando los brazos sobre la mesa y ocultando su cabeza en ellos—. Ser malo en la escuela me deprime.

     —Las notas no te definen… Y, aunque sí lo hicieran, tú eres un excelente deportista—el menor alzó la mirada—. De verdad, verás que elevarás el nivel académico poco a poco, y a la vez saldrás adelante en la competencia.

     —Mi sueño es llegar a ser campeón olímpico—confesó, sintiendo que sus mejillas se sonrosaban—. De verdad amo pelear.

     —Inténtalo—el menor negó—. Vamos, eres muy bueno. Si sigues entrenando, posiblemente llegues lejos.

     —Yo… de verdad quiero eso—miró al más bajo, que le dirigía una sonrisa serena—. Aigh, ¿ya podemos pasar a la sala?

     —Creo que sí—miró su reloj, antes de ver hacia donde estaba la sala. Se veía un grupo de personas abandonando la sala—. ¿Quieres que compre palomitas?

     —Acarameladas—el mayor rio bajito—. Digo, bueno, si quieres…

    —Traeré las palomitas—mencionó, antes de levantarse e ir a la zona de ventas.

     —Aigh, ¿por qué estoy tan nervioso? —se encogió en su lugar, bastante apenado—. Cada vez que habla, cada vez que me mira… —alzó su mirada, viéndolo comprar un combo—. Pero saber que yo también le gusto, me pone bastante emocionado. ¿Será posible que algún día él y yo salgamos… pero como novios? —sacudió la cabeza—. No, no. Concéntrate, Goku. Tienes que levantar tus notas primero. Es tu tutor principalmente…

     —¿Vamos? —preguntó el Saiyan, que había llegado con él.

     —Claro—se levantó y fueron a la sala. Se acomodaron en el lugar correspondiente y comenzaron a ver los anuncios publicitarios de otras películas también en estreno—. Pidió las palomitas acarameladas porque yo se las pedí—sonrió y miró de reojo al mayor, pudiendo apreciar de cerca sus facciones—. Vegeta es bastante guapo.

      —¿Quieres de mi soda? Es de manzana—preguntó, extendiéndole su vaso. El menor negó mientras reía un poco nervioso.

     —No debo mirarlo, no debo mirarlo…—metió un puñado de palomitas en su boca—. Lo he visto tanto que ya se da cuenta cuando lo hago.

     Aliviando al menor, la película dio comienzo. Y no se vio interrumpida por nada, el horario había permitido que la sala estuviera bastante vacía, donde sólo algunos adolescentes habían ido. Incluso la falta de niños en la sala había hecho más amena la función.

     Y para Vegeta, quien ciertamente no estaba tan interesado en la animación, se sintió algo enternecido al ver que Goku no despegaba la mirada de la pantalla. Se veía tan emocionado e ilusionado, sus ojos tenían un brillo peculiar más allá del de la iluminación proveniente de película.

      —¡Estuvo fabulosa! —comentó ante la escena postcréditos, luego de que se encendieran las luces. Se pusieron de pie y comenzaron a caminar a la sala—. ¿Viste la batalla final? ¡Fue increíble! Me pregunto si es posible dar una patada como la que le rompió el casco—pasaron hacia la salida, caminando lento—. Quiero decir, no sé si tenga la misma potencia, pero ¿no se lastimaría un humano también si golpea así? Creo que cuando el entrenador se descuide, probaré patear así con el saco de boxeo—miró al más bajo, que sólo reía muy discretamente—. ¿De qué te ríes, Vegeta?

     —Me sorprende que quieras imitar una película animada, eso es todo—el menor se avergonzó, así que bajó la mirada, ocultándose con su flequillo—. Y respondiendo tu pregunta, es posible, pero no con tanta potencia. No deja un buen punto de equilibrio para sostenerte bien y patear así. Quien patee, puede resultar lesionado.

     —Oh… Bueno, entonces no lo intentaré—rio y miró hacia el frente—. ¿Tú… quieres ir a otro lugar?

     —Mi casa está cerca.

     —¿Eh? —rio nervioso, mirando a todos lados—. ¿Tú casa?

     —Sí, mi casa. Pensé en cocinarte algo—el menor rascó su nuca.

     —Claro, claro. Me gusta mucho la comida casera—lo siguió cuando vio que empezó a caminar—. ¿Qué estoy pensando? Es obvio que no me pedirá algo malo.

     Luego de un rato caminando, llegaron a su hogar. Goku se sorprendió al ver que era una casa algo grande, con una vista discreta desde afuera que de todos modos le daba un efecto bastante lujoso. Se adentró, ante la insistencia del más bajo, y se abrió paso en el interior. Notó que había muchas hojas regadas por todo el suelo, muchos libros abiertos, y una cafetera en medio de la sala, sobre la mesita central, desconectada, pero con una larga extensión en el suelo que recorría toda la sala hasta llegar a la pared.

     —¿De qué es todo esto?

     —No, nada, planes para la empresa—caminó hacia la cocina, mientras Goku se asomaba curioso a ver aquellas hojas, sin moverlas de lugar.

     —¿En serio Vegeta entiende esto? —se preguntó, al ver múltiples operaciones y gráficas, además de tener libros abiertos en otro idioma, posiblemente relacionados a todos aquellos asuntos empresariales—. Me duele la cabeza de sólo verlo.

     —¿Hay algo en especial que quieras comer, o me permites sorprenderte? —preguntó, asomándose desde la cocina. Tenía un delantal blanco y secaba sus manos con una toalla de papel.

     —Lo que sea está bien, de verdad.

     —De acuerdo. Puedes tomar asiento donde gustes, o si quieres algo puedes venir a tomarlo del refrigerador. Tengo algunas sodas y jugos.

     —Sí, gracias…—se sentó en el suelo, en la alfombra, mirando con algo de tristeza las hojas—. Todo mundo me ve como un idiota. ¿Por qué alguien tan listo como Vegeta se fijaría en alguien tan torpe como yo? —apoyó su cabeza contra el sofá, animándose a levantar una hoja para leerla—. Ni siquiera el título entiendo…

     La dejó en su lugar, para cerrar sus ojos.

     —Por más mutuo que sea el interés, ¿es correcto que salga con Vegeta? —soltó aire, bastante decaído, recordando las múltiples veces que sus maestros le habían hecho ver sus errores y las malas calificaciones que, desde que había entrado a ese nivel escolar, había obtenido—. Aunque, bueno, nadie le puede seguir el ritmo a Vegeta. Después de todo, es un genio—sacudió su cabeza—. Me esforzaré mucho, ya verán esos maestros. Verán que no soy tan malo y que de verdad me esfuerzo—ensanchó su sonrisa—. Sé que podré hacerlo, y…—sus mejillas se sonrosaron—. Sé que Vegeta no me dejará solo en esto…

 

 

 

Notas finales:

19/06/2022 By Near


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