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Hasta que pi se quede sin decimales por Princesa de los Saiyajin

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Notas del capitulo:

En primera instancia me disculpo por la ausencia, por cuestiones de salud, trabajo y escuela no pude escribir en estos meses.

Agradezco a “Anónimo” y a “Melubeuty” por su comentario.

También agradezco a MARYCIELO por sus palabras y apoyo, tomaré en cuenta tu sugerencia.

Tampoco olvidaré otra cosa, gracias a todos los que leyeron la primera parte.

A partir de este capítulo (por la temática del fic) los títulos tendrán relación con alguna ciencia, o con literatura.

 

2

Las constantes no son discretas. Las variables sí.

 

 

—Nos vemos mañana, Raditz—se despedía Broly de su amigo.

     El de cabellera larga se quedó ahí, conversando con Yamcha. La escuela Orange School se comprendía por dos edificios, uno de secundaria, y otro de preparatoria. En esos momentos estaban saliendo todos los alumnos pertenecientes al mismo grupo que ellos tres.

     —¿Eh? ¿Qué ese no es tu hermano?—dijo el de la cicatriz en el rostro al ver por la ventana a alguien sentado bajo un árbol en el amplio jardín de la escuela.

     —¿Eh?—se asomó y pudo distinguir a quién se refería—. Sí, es Kakarotto… Pero se supone que sale dentro de media hora… Dudo que les hayan dado la salida temprano…—dijo—. Iré a hablar con él.

     —Te acompaño—dijo Yamcha.

     Ambos se encaminaron hacia el jardín, y, al estar cerca, el de cabellera larga pudo corroborar que efectivamente era su hermano menor. Y no sólo eso, pudo notar que estaba llorando a pesar de que ocultaba su rostro en sus rodillas.

     —Kakarotto, ¿qué ocurrió?—preguntó con voz firme. El menor se limpió las lágrimas y levantó la mirada.

     —Es sólo que…—volvió a hundir su rostro en sus rodillas. El mayor se sentó a su lado luego de dar un suspiro. El otro pelinegro se sentó al otro lado del menor, para acariciar su espalda—. Estaba en la clase de matemáticas, y… bueno…—tomó una pausa—. Yo veía a Vegeta…

     —Sí, ya sabía que te gusta Saiyan, ¿pero qué tiene que ver él en todo este asunto? No creo que se lo hayas dicho y se haya portado grosero contigo, lo conozco… y no es así…—mencionó Raditz.

     —Sí, en realidad, aunque sea muy serio, es buena onda…—agregó Yamcha.

     —No me le declaré… —dijo. Su hermano pasó su mano por su hombro, animándolo a seguir hablando—. El maestro se dio cuenta y… dijo que estaba harto de mí, que ya no era bienvenido en su clase y…—un nudo se formó en su garganta, pero, a pesar de ello, realmente necesitaba desahogarse—. Dijo que, si tanto me gustaba mirar a Vegeta, lo haría desde el corredor… Y además lo puso a él como mi tutor…—levantó la mirada para verlo a los ojos, causándole un revuelvo en el pecho al ver al menor, ese joven que siempre sonreía, tan afligido—. Lo que más me molesta es que lo gritó frente a toda la clase…

     —Entiendo…—murmuró. Lo abrazó, intentando calmarlo—. Kakarotto, te diré algo. No es nada nuevo que anden detrás de Vegeta, o sea que porque a ti te guste no va a causar sorpresa en todos los demás. Lo que sí, es que, probablemente, no digan nada los de tu salón…

     —Sí, además de seguro ahora estarán en contra del profe por lo que dijo… Te llevas bien con todos, ¿no es así? Bueno, por eso te apoyarán y no te molestarían…

     —Además, como te dije, Saiyan no es de los que se burlarían… Al contrario, supongo que aparentaría que nada pasó mientras es tu tutor para evitar que te pongas incómodo…—agregó. El menor, a pesar de las palabras dichas por los mayores, no se sentía mejor. Es más, seguía en el mismo estado. Después de pensarlo un poco, decidió creerles y levantar su rostro con una sonrisa.

     —Aunque el maestro se pasó…—dijo aquel que tenía unas cicatrices en el rostro. Colocó sus brazos detrás de su cabeza y se recargó—. Por cierto, ¿quién fue?

     —El maestro Nappa…—dijo. El de cabellera larga se puso de pie estrepitosamente.

     —¡¿Él?!—gritó molesto.

     —Ese malnacido…—dijo también molesto el de mediana estatura.

     —¿Qué pasa?—Goku no tenía ni la menor idea del por qué reaccionaron de ese modo.

     —Ese maestro la traía contra Raditz desde que estaba en segundo…

     —Sí, y ahora como no me tiene a mí, se desquita con mi hermano menor…—dijo irónicamente. Golpeó el árbol con fuerza—. Yamcha, hazme un favor… Lleva a Goku a casa, yo iré a hablar con él…—dijo.

     —Espera, Raditz, ¿qué harás? Es mi asunto, no tuyo…—dijo el menor poniéndose de pie.

     —Te equivocas, Kakarotto, este asunto se volvió mío cuando ese malnacido se atrevió a meterse con mi otooto—caminó a pasos firmes hacia el edificio, ignorando por completo las quejas del menor.

     —Déjalo…—dijo el mayor.

     —Pero…

     —Es asunto de Raditz también… Hace tiempo que ambos se odian, por eso le molestó que te hiciera eso… Ya sabes, es su pelea y no tuvo por qué tratarte de ese modo—aclaró. El mejor bajó la cabeza.

     —No quisiera que lo expulsaran por mi culpa…

     —Raditz es un experto en problemas… Sabe cómo no caer en provocaciones… Estará bien… Ahora, ¿por qué no vamos a tu casa? Te puedo comprar un helado en el camino…—sugirió. El menor sonrió y empezó a caminar.

     —Está bien…

 

***

 

—Bien, ahora lean la página cuarenta y nueve—dijo el docente. Tenía sus pies sobre el escritorio y leía una revista.

     —¿Podemos hablar, maestro Nappa?—preguntó un alumno que abrió la puerta violentamente. En su voz se podía distinguir cierta molestia contenida.

     Cínicamente sonrió, bajó sus pies y dejó la revista a un lado. Volteó a verlo, sin dejar de sonreír.

     —Creí que tardarías más en llegar…—dijo. El de cabellera larga apretó los puños con fuerza—. ¿Saben qué? Pueden retirarse, disfruten su fin de semana libre de tareas…

     Esas palabras fueron suficientes para que los estudiantes guardaran rápidamente sus pertenencias y salieran corriendo del aula, empujando constantemente contra la puerta a Raditz.  Antes de volver a hablar con otro comentario cínico o sarcástico, el profesor notó que un pelinegro con cabellera en forma de flama seguía sentando en su pupitre, leyendo la página que había solicitado hace unos minutos.

     —¿Por qué sigues aquí, Saiyan?—preguntó el docente. El menor, sin levantar la vista de su libro, respondió.

     —Dijo “pueden salir”, esa frase técnicamente podría mostrar una sugerencia, no necesariamente una orden…—el tono desinteresado que usó causó que el de cabeza calva se enojara.

     —Sal, Saiyan…—pero el menor no parecía tener la menor intención de hacerlo—. ¡Ahora!—gritó ya molesto.

     —El tiempo es relativo…—dijo. El maestro se frustró demasiado que se puso de pie y caminó hacia él, colocó sus manos sobre el pupitre y lo vio fijamente, pero eso no parecía inmutarlo.

     —No me importa tus fundamentos de química, quiero que te pongas de pie, tomes tus cosas y te largues de este salón…

     El menor cerró su libro y guardó sus cosas en su mochila. La colgó en su hombro y caminó en dirección hacia la salida. Sin embargo, al tocar la perilla, antes de abrir la puerta, dijo:

     —En realidad es física, no química—una vez dicho eso, salió del salón.

     —Ese niño…—murmuró con cierto desprecio. Volteó a ver al de cabellera larga y sonrió cínicamente una vez más—. Así que Son ya fue con el chisme, ¿eh?—soltó una risilla.

     —No me interesa si usted me odia, pero a Kakarotto déjelo en paz…—dijo amenazante—. A mí pudo haberme hecho la vida miserable en la secundaria, pero deje a mi hermano tranquilo…

     —¿O si no, qué?—mencionó. El adolescente mostró su puño cerrado frente a sí.

    —Se las verá conmigo…

     —¿Me estás amenazando, Son?—dijo—. Te recuerdo que te pueden expulsar si intentas hacerme algo… Además, no quisieras que a tu querido hermanito le pase algo… ¿o sí?—el menor abrió los ojos al escuchar esas palabras con una tonalidad llena de lascivia.

     —Donde usted le llegue a tocar siquiera un cabello, le corto la mano—dijo tomándolo del cuello de la camisa. El más alto sólo empezó a reír.

     —Todo dependerá de tu comportamiento y el suyo, Son…—se soltó de su agarre y se volvió a sentar en su silla, subió una vez más los pies al escritorio, volviendo a la pose en la que estaba antes de que llegara el joven.

     —Es un maldito enfermo…—dijo despectivamente para después salir del salón.

     Una vez afuera, pudo notar que a un lado de la puerta, recargado en la pared, se encontraba  Vegeta, al parecer había oído la conversación.

     —¿Escuchaste todo?—preguntó arqueando una ceja.

     —Sí… Necesito hablar contigo de algo…—dijo y empezó a caminar. El más alto lo siguió.

     —Es sobre mi hermano, ¿no es así?—dijo con una sonrisa, el más bajo correspondió el gesto, claro que él solamente levantaba un poco las comisuras de sus labios.

     —Deberías decirle para que no se ande con la guardia baja—dijo y suspiró. Colocó sus brazos detrás de la cabeza mientras avanzaban—. Ese viejo es detestable… Y tú que no querías creerme, ¿eh?—dijo altaneramente. El mayor sólo soltó aire.

     —Realmente esperaba que no fuera así… Debí haberte hecho caso desde que me avisaste…

     —Fue divertido este día—mencionó de la nada, desconcertando al mayor—. Es increíble que ese maldito calvo no soporte la idea de que alguien más reciba la atención de tu hermano…

    —Cree que estás molesto… Ya sabes, porque serás su tutor…

    —No estoy molesto por ello, sino por lo que hizo el maestro… Lloró, ¿no es así?

    —Sí… ¿qué tan grave fue?

    —Lo exhibió frente a toda la clase…—dijo. El mayor sólo cerró los ojos con impotencia—. Iré mañana a tu casa, empezaré las lecciones a las nueve en punto. Avísale a tu hermano…

    —Vegeta, antes de que te vayas…—se rascó la nuca—. Mañana tengo entrenamiento temprano, y mis padres trabajan…

    —Así que estaré solo con él, ¿no?—dedujo. El otro asintió—. Será más fácil estudiar así… Descuida, no le haré nada… Tú sabes por qué—dijo. El mayor entendió a qué se refería y sonrió.

 

***

 

—¿Vendrá?—preguntó incrédulo. El mayor estaba recargado en el marco de la puerta, y Yamcha estaba sentado en el suelo con una bolsa de papas fritas, viendo a los hermanos conversar. Goku, que estaba sentado en la orilla de su cama abrazando una almohada, no podía creer lo que su hermano había dicho.

     —Sí, estará aquí antes de las nueve.

     —P-pero estaré solo con él y…—un profundo sonrojo se divisó en sus mejillas. El amigo de Raditz sólo soltó una carcajada.

     —Vaya, Goku, no te imaginaba tan pervertido, yo que te creía tan inocente…

     —Kakarotto, no pasará nada malo. Vegeta es de confianza.

     —Sí, no es como si fuera a hacer lo que tú pensaste—decía Yamcha riéndose.

     —No pensé en eso… Es sólo que…—bajó la mirada, causando que su flequillo cubriera sus ojos—. Sería la primera vez que estoy solo con un chico…—dijo avergonzado.

     —Raditz, ya te cambiaron de sexo…—dijo aún riéndose.

     —¡No quise decir eso!—inmediatamente se corrigió—. Quiero decir, con alguien que me gusta…

     —Kakarotto, que quede claro una cosa. Él viene a estudiar contigo, no tienes por qué ponerte nervioso.

     —Lo sé…—murmuró.

     —Además, me dijo otra cosa…—volteó a ver al techo—. Fue a hablar con el director minutos después de que saliste del salón, para decirle sobre tu situación. Y el director dijo que ya estaba enterado de que algo así podría suceder, el maestro Nappa es muy temperamental y ya lo había hecho en años anteriores. Pero tú podrás presentar los exámenes únicamente, en realidad no podrás entrar a su clase a menos de que se aplique alguna prueba…

     —¿Y cómo voy a pasar la materia?—se quejó ante la absurda idea.

     —Aunque no le correspondía, Vegeta tomó toda la responsabilidad para ayudarte a pasar. Se comprometió a explicarte todos y cada uno de los temas—dijo. El menor se sonrojó ante esas palabras—. Vámonos, Yamcha, quedé con Broly de que iríamos con él al juego de Turles…—dijo.

     Ambos se despidieron del menor con una seña y salieron de su alcoba. Cuando estuvo completamente solo, Goku se dejó caer en el colchón y cubrió su rostro con la almohada.

     —Raditz le tiene demasiada confianza… Y es que él es muy buena gente… Aunque… no sé cómo tratar con él luego de lo que pasó… Pero, si dice Rad que no pasará nada, debo creerle…—sonrió internamente—. Debo demostrarle que no seré una pérdida de tiempo… Y… me haré su amigo…—pensó con una gran sonrisa resplandeciente en sus labios.

 

***

 

Faltaban diecisiete minutos para que el reloj marcara las ocho de la mañana, y tres de los integrantes de la familia Son terminaban de alistarse para retirarse.

     —Raditz, regresaremos después de media noche—dijo la mujer a su hijo. Se puso aquel saco  de color negro y tomó su bolso.

     —Sí, ya lo sé. Yo llegaré a la una…—respondió. Terminó de colocarse sus tenis.

     El timbre de la puerta principal fue escuchado por los tres. El hombre de la casa fue a abrir, y se topó con un jovencito de cabellera negra y mirada penetrante. Arqueó su ceja y lo observó detenidamente.

     —¿Y tú quién eres?—preguntó el de cabellera alborotada con desconfianza.

     —Buenos, días, señor Son. Me llamo Vegeta Saiyan, soy tutor de su hijo—dijo respetuosamente.

     El mayor lo observó unos segundos; tenía una expresión fuerte, pero su vestimenta y manera de hablar contrastaban con ello. A pesar de su mirada de delincuente, era alguien muy educado.

     —Ah, sí. Raditz me dijo algo…

     —Bardock, es hora de que nos vayamos, si no llegaremos tarde—dijo la mujer quedando a un lado suyo. Observó al menor de cabellera en forma de flama y sonrió.

     —¡Hola! Tú debes ser Vegeta, ¿verdad?—preguntó Gine.

     —Sí. Buenos días, señora Son—saludó cordialmente. La mujer se sonrojó levemente al escuchar la voz del menor hablándole de ese modo.

     —Ay, qué lindo eres…—dijo y comenzó a jalarle las mejillas.

     —Mamá, déjalo ya… Llegarán tarde a su trabajo…—intervino el de cabellera larga. La mujer soltó el menor y caminó hacia el coche, seguida de su marido.

     Los dos adultos se dirigieron a su trabajo, dejando solos a los menores. El más bajito se arregló la camisa blanca que llevaba puesta y se adentró a la casa. Se sentó en un sofá y el mayor se colgó en el hombro una pequeña maleta deportiva.

     —Kakarotto está en su habitación, supongo que termina de arreglarse. Puedes comer algo si quieres—dijo. El menor asintió.

     El más alto se veía un poco inquieto, por lo que Vegeta decidió hablar, tras pensar un poco la razón de su manera de actuar.

     —Tranquilízate un poco, sabes que no le haría nada…—dijo. El mayor suspiró.

     —No es eso…

     —¿Entonces?

     —Me preocupa cómo pueda reaccionar… Ayer se veía tranquilo, pero…

     —Pero aún está preocupado porque piensa que estoy molesto con él, ¿o me equivoco?—terminó la oración.

     —Sí…

     —También me imagino que no le dijiste nada del profesor Nappa…—agregó.

     —No sé cómo explicárselo… ¿Podrías…?

     —Sí, lo haré—interrumpió. El mayor sonrió al escuchar eso.

     —Gracias, Vegeta… Ah, y sobre lo que me dijiste ayer…—posó su mano sobre su hombro y sonrió sinceramente—, tienes todo mi apoyo incondicional.

     El más bajo asintió y el mayor se retiró. Se quedó completamente solo en la sala, un silencio profundo invadía ese lugar. Sacó un libro y comenzó a leer, decidido a esperar a que bajara su pupilo para dar inicio a sus lecciones.

 

***

 

Eso era inaceptable, llevaba ya mucho tiempo esperando, y eso lo hacía agotar la poca paciencia que tenía. Revisó el reloj que llevaba en su muñeca izquierda, y suspiró con frustración al ver que eran las 9:35.

     Abusando de la confianza concedida, se puso de pie y caminó hacia las escaleras, subió y luego se dirigió hacia la puerta de la habitación del menor. No era difícil deducir cuál era, considerando que la de Radtiz tenía múltiples letreros de “No entrar” pegados, y que la del menor tenía una perilla en forma de pelota de béisbol.

     Abrió la puerta, y pudo ver algo que lo hizo alzar levemente las cejas. El menor seguía recostado, llevaba puestos únicamente un bóxer azul y una playera sin mangas de color blanco. Se encontraba acostado dándole la espalda, produciéndole un pequeño sonrojo.

     Luego de meditarlo, pensó que lo mejor era despertarlo. Después de todo, tenían mucho qué estudiar. Se acercó a él y se sentó en la orilla de la cama, empezó a moverlo un poco.

     —Kakarotto, despierta—decía mientras lo sacudía levemente.

     —Tengo sueño, déjame dormir…—respondió.

     —Kakarotto, te digo que despiertes—decía ya desesperado.

     —Otros cinco minutitos más—fue lo único que dijo.

     —Kakarotto, te levantas por las buenas, o hago que te levantes por las malas.

     Pero el menor no parecía tener las intenciones de hacerlo, seguía con los ojos cerrados y disfrutando de un descanso. Vegeta se puso de pie, se paró a un lado de la cama, tomó el colchón de una orilla fuertemente y lo levantó, causando que se inclinara a tal punto que el menor rodó y cayó al suelo.

     —¡Auch! ¿Por qué hiciste eso?—se quejó mientras sobaba su cabeza.

     —Porque no te despertabas y tenemos que estudiar—respondió. El menor abrió completamente los ojos al distinguir aquella voz.

     —¡Veg-Vegeta! ¿Q-qué haces aquí? C-creí que vendrías a las nueve…—dijo con nerviosismo mientras tomaba la sábana y se cubría con ella.

     —Son casi las diez—aclaró. El menor se sonrojó completamente y bajó la mirada.

     —¿Cuánto tiempo llevas aquí en mi habitación?—preguntó.

     —Sólo diez minutos—se cruzó de brazos y se recargó en el marco de la puerta.

     —Perdón—fue lo único que pudo salir de sus labios.

     —Ya no importa eso. Toma una ducha y baja, estudiaremos en la cocina—dijo y se fue.

     Goku se quedó en silencio. Sentía gran vergüenza. ¿Qué no se suponía que iba a levantarse temprano, ducharse, desayunar, y alistarse para que cuando llegara Vegeta le pudiera demostrar que estaba comprometido y que no lo haría perder tiempo?

     —Realmente debe odiarme por lo que lo he hecho pasar en tan poco tiempo—murmuró y se dirigió al baño.

 

***

 

Terminó de vertir jugo de naranja en un vaso y lo colocó a un lado del plato que tenía tocino y huevos fritos, se sentó en una silla al revés, posó sus brazos sobre el respaldo y su cabeza sobre éstos.

     Goku seguía decepcionado de sí mismo, lo único que le quedaba era no darle tantos problemas al mayor. Ya estaba completamente despierto gracias a la ducha que se dio, y ahora vestía un short café con una playera holgada blanca. Bajó las escaleras y caminó hacia la cocina. Se sorprendió al ver sobre la mesa del comedor un desayuno preparado y a Vegeta sentado, esperándolo.

     —Esto…—murmuró. Se sentó en una silla frente al plato y el mayor se paró y se sentó al lado de él del mismo modo en que estaba antes. Goku veía la comida, e inmediatamente tomó una cuchara, dispuesto a comenzar a desayunar.

     —Ni lo pienses—le dio un manotazo para que no tomara un bocado.

     —Ay, Vegeta, ¿pero por qué?—se quejó el menor, sintiendo su estómago gruñir.

     —¿Quieres comer? Gánate este desayuno… Empezaremos a estudiar…—dijo.

     —¿Cómo?—no comprendía qué tenía que ver con todos esos alimentos.

     —Veremos un poco de biología y uno que otro concepto de química…—explicó.

     —Creí que estudiaríamos matemáticas—se apresuró a decir.

     —Kakarotto… Me comprometí a hacerte entender todas las materias, no sólo esa…—dijo. El menor se sonrojó y bajó la mirada—. Hay varios grupos de alimentos, ¿a cuál pertenecería ese jugo?—preguntó.

     Fue en ese instante en el que el de cabellera alborotada entendió a qué se refería. Usaría como muestra todo el desayuno para entender los temas. Sonrió un poco al ver la dedicación con la que lo ayudaría.

     —Bueno… ¿te refieres a que si son vegetales y frutas, cereales, o cosas así?—preguntó. El mayor asintió—. Pues… se consideraría ¿frutas? Digo, es que aunque sea jugo… Era una naranja…—dijo. El mayor seguía con rostro inexpresivo—. Y lo que está en el plato… son… productos de origen animal… y… los hot-cakes… cereales…—respondió, agregando más de lo que había preguntado—. ¿O no?—creyó haberse equivocado.

     —No sé, tú dime—dijo. El menor lo pensó por varios segundos, luego volteó a verlo.

     —Sí, es correcto lo que te dije—dijo con un poco más de seguridad.

     —Entonces, ¿por qué me preguntaste?

     —Pues… creí estar mal… no soy realmente bueno con las cosas de la escuela…—admitió.

     —Kakarotto, lo que me dijiste es correcto. Y no sólo eso, cuando respondiste mi pregunta me diste también fundamentos. Sabes de lo que hablas, eso es bueno. Tienes las bases, sólo falta ver qué es lo que se te dificulta—dijo. El menor sonrió.

     —¿Puedo comer ya?—dijo. El mayor negó, por lo que hizo un puchero.

     —Dime, ¿por qué hay quienes sugieren que, al despertarse, lo que uno desea es algo dulce?—preguntó. El menor se sonrojó al recordar la manera “dulce” de comportarse en esos momentos Vegeta con él considerando que hace unos minutos recién había despertado—. No te desvíes del tema, contesta—insistió el mayor, lo que orilló a Goku creer que había leído sus pensamientos.

     —Pues… no lo sé… Cuando uno despierta tiene un sabor de amargura en la boca—dijo. El mayor asintió.

     —Se produce en el estómago un ácido, ¿cuál es?—preguntó. El menor vio hacia el techo.

     —Sólo recuerdo que era HCl, o sea, hidrógeno y cloro, pero no recuerdo cómo se llamaba junto—respondió. El mayor posó su mano sobre su cabeza y le revolvió su cabellera.

     —Ácido clorhídrico—se puso de pie, sin despegar su mano de su cabello—. Desayuna bien, te espero en la sala—salió y dejó al menor solo con un profundo sonrojo.

 

***

 

—Vegeta, muchas gracias por el desayuno—agradeció cuando llegó a su lado. Se sentó con él en el sofá—. No sabía que cocinaras tan bien—alagó. El mayor cerró el libro que llevaba en manos y lo puso sobre la mesita de centro. Tomó su cuaderno de matemáticas y lo abrió, le dio otro al menor que estaba completamente nuevo junto con un lápiz.

     —Ahora empezaremos con matemáticas, te explicaré todos y cada uno de los temas, desde el más básico, hasta el más complejo que hemos visto—dijo ignorando el cumplido del menor.

 

***

 

—Veo que ya comprendiste todo…—dijo el mayor. Llevaban horas estudiando, y, aunque al menor se le dificultaba comprender muchas cosas, Vegeta tuvo suficiente paciencia y le estuvo ayudando a que entendiera.

     —Es que tú sí sabes explicar…—dijo. Tomó un cojín que estaba cerca y lo abrazó. Encogió sus piernas, y colocó su rostro sobre éstas.

     —Sé a qué te refieres—dijo. Colocó sus brazos detrás de su cabeza y cerró los ojos—. El problema de los docentes es que les importa más su sueldo que si los alumnos entienden o no. El mayor fraude es que, depende de la escuela, con el simple hecho de que vayan y cumplan con su horario, les pagan.

     —¿Aunque no hagan nada?

     —Así ellos sólo vayan a sentarse o a dormir sobre el escritorio…—dijo—. Cuando el profesor te sacó de clases, realmente era la cuarta vez en todo lo que va del curso que hacía algo más que encargar contestar ejercicios en el libro… Además, dio salida temprano porque tu hermano fue a hablar con él… Sinceramente, no te perderás de mucho… Incluso estoy pensando seriamente en salir de su clase a hacerte compañía…

     —¿Eh? ¡No!—inmediatamente dijo el menor. El mayor volteó a verlo, por lo que volvió a ocultar su rostro enrojecido—. Quiero decir, tú realmente puedes estar ahí, no creo que debas salir sólo por mí…

     —No me interesa verlo sentado usando su celular… Además, su clase no es tan importante para mí…

     —Vegeta… Me sentiré culpable si lo haces—dijo. El mayor lo vio unos segundos, luego giró su rostro hacia el lado contrario.

     —Sé incluso sobre probabilidad y estadística, y eso es de los últimos semestres de preparatoria…—le dijo. El menor se quedó callado—. Realmente no me importa su clase. Sólo asisto para que me den el certificado de secundaria, sonará arrogante pero en estos momentos podría estar en la universidad, de no ser porque no puedo adelantar años.

     —Sí, había escuchado algo así por parte de una maestra… Esperaba que tú dieras la clase—empezó a reír un poco—. Ahora que lo mencionas, ¿por qué escogiste Orange School, si pudiste ir a mejores escuelas?... Digo, no tienes que decirme…—rápidamente se retractaba.

     —Solía estar en un colegio privado…—dijo—. Uno de los más costosos del país… Pero…

     —Pero, ¿qué?—se le quedó viendo, se veía muy pensativo con cierto pesar. El mayor solamente veía el ventilador de techo balancearse como si se fuera a caer en cualquier momento.

     —Pasaron muchas cosas… Y yo ya no soportaba la idea de estar en un lugar lleno de gente pretenciosa y testaruda…

     —¿Y, a pesar de tu buena posición, decidiste ir a la escuela más económica?—preguntó incrédulo.

     —Si supieras lo que pasaba en ese lugar, sabrías por qué tomé esta decisión—dijo. El menor decidió callar luego de esa declaración.

     —Está bien… Oye, Vegeta…—el aludido lo vio—. Gracias por todo lo que has hecho por mí, disculpa las molestias…—sus mejillas estaban coloradas y ocultaba su mirada con aquel flequillo.

     —Tenemos que hablar sobre lo de ayer—dijo. El menor se puso completamente nervioso.

     —¿Eh? Ah, y-yo no te veía, b-bueno sí, p-pero no porque me gustes, e-en realidad sí me gustas, p-pero no te veía por eso, y-yo…—el mayor colocó un dedo sobre sus labios, para que guardara silencio, el menor lo hizo.

     —No estoy molesto. Sólo evita distraerte más. Estás en la mira de los maestros gracias a todo lo que hacía tu hermano en su tiempo con ellos. No quiero que te vuelva a pasar algo como eso.

     —Se preocupa por mí…—pensó. Sus mejillas no podían estar más rojas.

     —Tienes grandes aptitudes… No sólo en los deportes…

     —¿Eh? Creí que tú…—bajó la mirada—. Creí que pensabas que era un idiota, todos los maestros creen eso…

     —Ellos te califican mal a propósito por lo que te dije, tu hermano habló con el director cuando le dije hace varios meses, pero ellos no cambiaron su actitud por más que se les pidió. Buscan hasta el más mínimo detalle para querer hundirte, no sólo si no comprendes, sino un error insignificante también… Por ello te ayudaré a que te vaya mejor…—dijo. El menor sonrió y cerró los ojos.

     —Gracias...—luego cayó en cuenta de algo—. Dices que hace varios meses, ¿eso quiere decir que…?

     —Sí me había dado cuenta de que me miras muy seguido, Kakarotto. Así que averigüé un poco más de ti…—dijo el menor se angustió.

     —P-perdón—el mayor soltó una risita y después posó su mano sobre su cabeza, para darle suaves palmaditas.

     —En realidad, aunque he tratado contigo sólo el día de hoy, me agradas…—dijo. El menor no podía estar más agitado—. Desde hace tiempo quiero escapar de la clase de matemáticas, por eso saldré contigo… Aprovecharé esas horas para explicarte temas y no tener que venir los sábados tanto tiempo…

     —Gracias, pero no quiero que pierdas clases sólo por mí…

     —No sólo saldré para que estudiemos—su rostro se puso serio. Cruzó sus brazos sobre su pecho y lo vio—. Te cuidaré—admitió.

     —¿Cuidarme? ¿De qué?—preguntó inmediatamente.

     El mayor guardó silencio unos segundos, cosa que extrañó al más alto. Goku lo veía, le parecía demasiado rara su manera de actuar, además, ¿de qué lo cuidaría? No entendía nada de lo que ocurría.

     —Te haré una pregunta, y quiero que respondas con total sinceridad—pidió.

     —¿Eh? Sí, pero, ¿tiene que ver con eso de lo que me quieres cuidar?—preguntó confundido.

     —Así es…

     Soltó aire y lo vio fijamente a los ojos.

     —Kakarotto, ¿eres doncel?

Notas finales:

Ey, Veggie, ¿por qué haces esas preguntitas? e.e

¿Qué responderá Goku? ¿Será o no será…? Además, ¿por qué se relaciona con aquello de lo que lo quiere cuidar…

¿Por qué el capítulo se llamará así? Jeje se sabrá después… ¿O alguien tiene ideas? Me gustaría saber sus teorías.

Sin más, hasta lueguito…

(Publicado 26/05/17)


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