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Ojos Dorados por Yami Red eyes

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Notas del capitulo:

 

No será largo :3

 

 

Traición

 

 

Dos años más tarde

 

 

—Estoy en casa.—Jaden Yuki de 24 años dejó sus zapatos desordenadamente en la entrada de la morada para poder entrar libremente.

—Bienvenido.—Yusei lo recibió vociferando desde el estudio.

—Vaya, ¿otra vez estas estudiando sobre los motores de autos y motocicletas? —se asomó sobre el pórtico de la entrada del estudio.

—Sabes que es importante para presentar mi tesis en la universidad. —replicó sin mirarlo. Continuó apuntando registros en un cuaderno y mirando la computadora, posteriormente se acomodó los lentes. —Tu madre llamó preguntando por ustedes. Tiene mucho trabajo en Nueva York, se disculpa por tener a penas un respiro para llamarles; y tu padre mandó una carta desde Egipto. No podrá venir para Navidad.

Jaden frunció el ceño e hizo un puchero, después se cruzó de brazos y habló malhumorado recargando su espalda en el umbral de la entrada. —Ja, como si me importara lo que están haciendo mis viejos, no fuese como si realmente se preocuparan por nosotros.

—Ellos hacen lo mejor posible para que ustedes sean hombres de bien, les dan el apoyo y los recursos, confían en ustedes.

—Pfs, para formar una familia no solo necesitas proveer de dinero, el amor es un factor muy importante, ¿es algo que ellos olvidaron? ¿o qué?

Yusei desvió su mirada para notar la frustración de su cuñado, desde que vivía con los Yuki, a cualquiera de ellos les molestaba tocar el tema de sus padres. Aunque ninguno de los tres lo aparentaba, ellos realmente se sentían abandonados por sus progenitores.

Afortunadamente contaban con su amor de hermanos, y por tal motivo eran muy unidos, sobre todo porque Judai los protegía de sobremanera.

Yusei se levantó, no le gustaba verlo de ese modo. Se cercioró que no hubiese nadie que lo viera, y abrazó a Jaden tomándolo por la cintura para acercar su cadera con la suya.

—No debes de ser tan duro con ellos. Solo quieren lo mejor para ustedes. —olió su cabello hundiendo su rostro en aquel cuello.

Jaden acogió el abrazo. —Sí, pero ya hace tanto que no vienen.

—Shh, estoy seguro que les darán la sorpresa en Navidad. —le hizo cosquillas al lamer su oreja. Jaden se encogió de hombros por los escalofríos y las sensaciones deliciosas que comenzaba a despertar en su cuerpo.

—Y-Yusei…Haou podría venir.

—Mmm, no te preocupes, siempre me abandona la mayor parte del día con todas sus actividades y sus prácticas marciales. Del que temería sería de Judai, pero casi nunca está; además, no veo que te quejes.

—Jaja, a Judai solo le importa acosar a Haou, siempre es Haou a quien más quieren. Haou, Haou, tsk, él es siempre el que recibe todo lo bueno. —se pegó a la frente del estudiante universitario colgándose de su cuello.

—Mmh, ¿todo lo bueno? —cuestionó el oji-azul.

—Sí, todo.

—¿Cómo qué?

—Bueno, tú por ejemplo.

Yusei abrió grandes los ojos, estaba fascinado por la respuesta; lo tomó por la cintura y lo acercó más a él para plantarle un exquisito beso demandante.

—Tú también eres lo mejor que hay en la vida, Jaden. Sabes que yo quisiera estar solo contigo, me divorciaré para lograrlo muy pronto. —danzaron aun colgados uno del otro, sintiendo profundamente las caricias en su toque piel a piel.

—¿Bromeas? Haou nos mataría. El es muy posesivo con lo que le pertenece, aunque te divorcies, él nunca nos permitiría estar juntos si no es en un ataúd; además, enfurecerlo conlleva a tener a Judai de enemigo.

—Jaja, no me importa que ejército tenga él o Judai, con tal de estar a tu lado haré lo que sea, hasta fugarme junto a ti a tierras lejanas, donde nadie nos conozca y donde podamos ser libres de esta farsa para por fin amarnos por siempre.

Jaden sonrió.—Eres un romántico Yusei, pareces un tonto.

—Estaré tonto por ti, mi miedocito. —volvieron a unir sus labios sonriéndose cómplices. Nada ni nadie podría separar ese sentimiento ferviente nacido entre ellos dos. Al estar juntos, era un éxtasis que los rejuvenecía. Ese sentimiento no deseaban que desapareciera nunca.

Justo en ese momento una llamada entrante vibraba en los bolsillos del más bajo.

—Agh, ¿Tú novia? —preguntó algo molesto el azabache, ya que el sonido le había cortado un poco la inspiración.

Jaden miró la pantalla de su móvil—Mh, le colgaré como siempre.

Volvió a colgarse en su cuello; Yusei le regaló una sonrisa agradecida ya que siempre le había demostrado que lo prefería a él sobre todos. Atrapó con sus labios el cuello del joven Yuki, este último se dejó hacer entre ricillas traviesas.

Los gestos de pasión entre ellos habían nacido pocos meses después de que Yusei viviera en la casa Yuki. Aunque Haou y él se habían casado, por las leyes japonesas, Yusei no pudo resistir los lapsos largos de tiempo que Haou lo dejaba solo en ese lugar, donde su pequeño hermano gemelo pasaba la mayoría del tiempo solo.

Jaden se parecía tanto a Haou, al principio solo había sido un desahogo por la falta de atención de su marido, pero con el paso del trato le fue difícil no enamorarse de la esencia de Jaden Yuki. Ambos sabían que estaban pecando, pero justo ese temor, con el tiempo, fue desapareciendo de sus almas para entregarse a sus placeres íntimos y verdaderos.

Lo sabían indirectamente, pero se necesitaban, estaban enamorados, mas dudaban de ser felices debido a las circunstancias con las que el destino hizo para encontrarlos inoportunamente, quizás si hubiera sido en mejores épocas su unión, no tendrían que esconderse de la vergüenza y la traición.

Jaden tenía su novia, pero casi siempre le cancelaba las citas, así fue que el juego del destino lo hacía regresar a su hogar, junto a Yusei, una y otra vez, solo con él. Entonces el trato, la cercanía y el tiempo libre entre ellos, les dio los elementos para pasar de cuñados a amantes; bajo la casa de sus padres, a escondidas del esposo, y sobre todo, del fiero hermano mayor.

Pero, aunque prohibido, era excitante y los llenaba de felicidad mutua.

—Oh..Yusei... —nuevamente lo había arrastrado hasta el cuarto del joven gemelo y atrancó la puerta para poseerse uno a otro.

 

 

Casa del Libro

 

 

Después de la práctica de artes marciales, Haou se había detenido a curiosear en la librería. Le gustaba tanto aventurarse con cada historia que caía en sus manos, que leer era un simple vicio.

Tomó un pequeño libro rojo, “Momo” se leía en su portada, y comenzó a leer la sinopsis.

Una voz conocida lo sacó de su fascinación.

—Hola, Haou. Dichosos los ojos que te miran.

El castaño alzó la vista, su amigo Jim Crocoodil le coqueteaba como siempre, clavó sus orbes dorados nuevamente en el libro, ignorando su saludo como de costumbre.

—Vaya que tus ojos siguen siendo fieros y maravillosos como siempre. Quisiera ser un libro para que tu mirada se clavara en mí.

Yuki hizo una mueca, ¿qué tenían sus ojos que a todo mundo le llamaba la atención? La mayoría huía de él— recordaba—, pero desde que se casó, su atracción había explotado de alguna manera extraña, ahora parecía un imán para todos, inclusive de aquellos que lo habían ignorado en la universidad.

—¿Ahora que ha llamado tu atención? —Jim hizo como que le interesaba lo que leía, la verdad es que solo quería pegarse lo más que podía al chico para aspirar su aroma, aunque este siempre lo rechazase.

Haou se lo sacó de encima apartándolo con un movimiento de su hombro, pero Jim no se rindió.

—Oh, ya veo que quieres tu espacio. Pero sabes que me debes una, ¿recuerdas? Al cederte el último tomo del libro “1Q84”. Sé que lo querías.

Por fin el castaño le habló harto ¿acaso estaba pensando en chantajearlo? —Jim, ¿Qué es lo que quieres?

El aludido sonrió.

—Ya sabes, una cita, pasear, ir a ver una película, una cena quizás. —dejó ver su brillante dentadura blanca.

Exhaló pesadamente; de inmediato mostró su argolla de matrimonio dejándole en claro sus posibilidades inútiles con él. —¿Lo entiendes? Déjame ya en paz, Jim. —caminó a la salida.

—Sí, sí, sí…lo sé—lo rodeó aún emocionado mientras caminaban—Sé que eres fiel a Yusei y que estas ya apartado; pero…es una salida amistosa, nada cariñosa, solo quiero estar un tiempo contigo.

Justo en ese momento, otro chico se les acercó en la calle.

— Woh, woh, woh, Haou Yuki, que casualidad tan bella encontrarte aquí, me honras con tu presencia. —aquel chico se había inclinado como haciendo reverencia; era otro de sus pretendientes. Yuki no expresó ningún sentimiento, aunque Jim si se molestó.

—¡Zarc! !¿De dónde demonios saliste tú?! Apártate, estoy hablando con Haou.

—No viejo; nos mal entiendes. Haou no está interesado en hablar con un insignificante tuerto como tú.

—¡¿A quién le llamas tuerto?! —apretó el puño y sus venitas saltaron de su frente. Era verdad que no podía ver bien de un ojo, pero de eso a ser totalmente tuerto, era una ofensa severa.

—¡A quién más, si no a ti, pirata! —también enfrentó al pelinegro con su mirada amarillo limón.

Saltaban chispas entre ellos, dejaron que Haou se adelantara un poco por su riña; aunque Yuki no pudo ir muy lejos debido a otro "retraso".

—Haou Yuki, hoy debe ser mi día de suerte por haberte encontrado en plena calle— otro chico les había ganado tiempo con el castaño.

Bakura, un peliblanco con mirada demoniaca, siempre sonriente como gato del cuento de Alicia; sostuvo la mano derecha del oji-dorado y la besó como un caballero.

—¡BAKURA! —ambos chicos gritaron, corrieron para apartarlo.

Fue entonces que comenzaron a discutir entre ellos.

Haou respiró profundo mirando el espectáculo aburrido, otra vez pasaba esto. Al menos no se habían juntado los demás; tenía unos cuantos más pretendientes que no se rendían de conquistarlo; bien podría hacer una lista, pero a ninguno de ellos les importaba que fuese casado.

 

 

Bakura, Jim, Zarc, Vector, Aigami, Marik, ese sujeto llamado Paradox, Yubel,  esa chica Sherry, Serena…umm, no recuerdo el nombre de los demás necios que no entienden que soy casado. —tuvo que detenerse puesto que no lo dejaron avanzar.

 

Repentinamente, la voz adulta de un chico mayor a ellos, los interrumpió abruptamente.

—¡Yooh, a todos! —de la nada, Judai, su hermano mayor, saludó al grupo, estos se petrificaron al instante de verlo. Alguien había comenzado un rumor fuerte de que si te enfrentabas a Judai Yuki, tu vida no volvería a ser tranquila.

Quedaron fríos.

—Bien hermanito. — Judai lo abrazó por el cuello con su fuerte brazo— Creo que te vendría bien un guarda espalda en este momento. ¿No? —todos sudaron frío.

—No necesito que hagas esto cada vez. —se quejó el más joven.

—Va, no seas agua fiestas. ¿No ves que me preocupo por ti? —sonrió de oreja a oreja, después regaló una mirada siniestra a los pretendientes—Además, creo que estos te están molestando.

—¡Ah, no, no, ya nos íbamos!

—Después nos veremos, Hoau.

—No olvides en llamarme.

Así sin más los pretendientes huyeron despavoridos, y quién no lo haría con aquellos ojos bi-cromáticos aterradores y aura asesina.

Haou se deshizo del agarre, estaba molesto sin duda; tal vez no de su hermano, pero sí de todos los locos y locas que lo querían molestar.

—Siempre que aparecen esos locos sales tú de algún lado ¿No te cansas de seguirme?

Judai le sonrió—Oye hermanito, no seas tan duro, solo quiero protegerte.

—Puedo cuidarme solo, no necesito que te aparezcas cada vez que alguien quiere hablar conmigo. Es molesto, ni siquiera puedo meterme a una piscina sin apartar tu mirada enferma sobre de mí. ¿Por qué no vas a molestar a Jaden?

Judai no apartó su sonrisa amigable. —Haou, tú eres fuerte, lo sé; pero me preocupa que algún pervertido quiera secuestrarte o se aproveche de ti. Sé que aparentas ser un chico duro y en control, pero bajo esa pared fría que demuestras, se encuentra un niño alegre, vivaz y sobre todo puro. ¿No te has dado cuenta de cómo te mira la gente?

Haou lo miró justo a la cara, quiso parecer frío puesto que sus palabras le parecían una burla.

—Sí, esos ojos dorados brillan más que el mismo sol y son más valiosos que el oro puro. —lo tomó por los hombros—Es felicidad lo que se refleja en esa rareza de tus iris. Yo debo protegerla de los piratas mal vivientes que quieran corromperlo. Querrán encerrarte en un cuarto y torturarte solo por ser hermoso.

Nuevamente Haou se apartó de él, esta vez un poco brusco.

—Pfs, exageras. Nadie puede ser tan enfermo como para tener a una persona atada y flageada de esa manera solo porque le guste. Y si existiera, solo podría llamarle de una forma: abominación. Tendría asco de esa persona. —siguió su camino. —Pero no te preocupes, no conozco a nadie tan asqueroso. Y deja de llamarme hermoso.

Judai recordó a Johan y todo lo que le había hecho; estaba loco por él, pero ahora se sentía más basura que antes por las palabras despectivas e hirientes de su amado hermano.

—Con que así me verías.—susurró para él mismo viendo a su hermano alejarse tranquilamente. —Haou, todavía eres un niño ingenuo. —suspiró.

 

Jaden también le preocupaba, pero Haou tenía toda su atención simplemente porque a donde se parase, siempre brillaba sin hacer nada. Todo desde que se casó, emanaba un aura tan cálida y llena de vida que todo el mundo deseaba tocar aunque sea por unos cuantos segundos; esa era la felicidad provocada por Yusei desde lo conoció en la universidad. Era raro percibirlo en su hermano por lo que Judai deseaba verlo de esa manera siempre.

Por otro lado, Jaden era el típico chico ruidoso que se esforzaba en ser visible; nadie lo rechazaba, también era agradable; pero era raro verlo fuera de su casa; así es que nadie podía sobrepasarse con él en esa fortaleza, a menos que entraran a la fuerza lo que era casi imposible. Por lo tanto, Judai no se preocupaba tanto en custodiarlo como al gemelo.

 

Residencia Yuki

 

Daban las 9:00 p.m. Judai y Haou entraron tranquilamente.

—¡Ah! ¡No, Yusei! —Escucharon el grito de su pequeño hermano—¡Aléjate de mí!

Ambos corrieron a su encuentro, parecía bastante agitado, la exclamación había provenido de la habitación de su hermano.

—¡No, ahora eres todo mío! —la voz de un sensual Yusei se escuchó con claridad.

Algo sintió el gemelo de ojos dorados, dolor e ira, pero…

—¡Jaden! —los ojos de ambos hermanos mayores estaban atónitos.

Yusei y Jaden los miraron, pero no se exaltaron.

—Vaya, ya están aquí. —saludó el menor de los Yuki con semblante indiferente.

Judai se sintió aliviado, por un momento pensaba lo peor de ese grito, no sabía por qué  a veces se le venían escenas poco saludables a la cabeza que involucraba a esos dos.

—Están jugando videojuegos. —exclamó el oji dorado algo molesto, sobre todo porque se suponía que su esposo debía presentar su tesis y debería estar estudiando.

Yusei puso pausa a su videojuego de luchas, en ese momento Haou se acercó hasta él para demandarle un profundo beso que Jaden miró en celos.

—Levántate Yusei, debes estudiar. ¿Ya comiste? —Haou no parecía tener pensamientos fatídicos en las circunstancias de ninguno de los dos, era su querido hermano gemelo y su amado esposo. ¿Qué podría pasar? Jaden tenía novia.

Judai solo se inquietaría si Haou lo estaba, así que no les prestaba mucha atención a esos dos “amigos”.

La pareja se alejó dejando a los hermanos solos. Judai miró algo mal a Jaden.

—No deberías permitir que Yusei esté en tu habitación. Piensa en cómo se sentiría Haou. No tomes todo a la ligera, respétalo. Si quieren jugar, la sala es lo más apropiado. Te lo he dicho muchas veces, Jaden. No quiero que alteres a Haou.

El menor hizo un puchero, corrió el juego nuevamente y siguió jugando. —Pues debiste tú casarte con él en vez de dejarlo con Yusei si tanto te preocupa.

La respuesta enfureció al mayor de los Yuki—¡Jaden, no toleraré esa actitud!

—Sí, sí, lo sé, Haou es tu favorito.

Judai le quitó el control de las manos y lo miró con severidad. —No tengo favoritos, sabes que los amo por igual, espero ya no tener que repetírtelo, ¿te quedó claro?

Pero Jaden sabía que no era cierto. —Sí, como digas. —rodó los ojos.

Un silencio nació entre esos dos, el videojuego siguió ejecutándose autónomo, hasta que el jugador 1 perdió; solo el sonido del “Game over” destruyó la tensión.

—Hiciste que perdiera. —musitó el oji-café.

Judai endureció su mirada, mas la suavizó casi de inmediato a la vez que exhalaba pesadamente.

—Si sigues con esa actitud, no solo perderás virtualmente. Jaden, te amo, no lo olvides, pero aléjate de Yusei, no me gusta que esté en tu cuarto. No te metas en problemas.—salió cansino, no sin antes darle un pequeño golpecito en la cabeza a su hermano; no podía enojarse con él, ambos gemelos eran su debilidad.

Jaden se molestó de todas formas.

—Pfs, claro.—siquió jugando.

 

Departamento de Judai

 

Johan contemplaba la ciudad, todavía tenía en mente aquellos ojos dorados que le quitaban el sueño.

Tentó la llave en su bolsillo y sonrió con malicia.

—Pronto volveremos a encontrarnos, Haou, lo sé.

Judai había sido muy bueno con él incluso en sus bajos momentos. Miró su argolla de matrimonio brillar bajo la pequeña lámpara de la ventana; todo el tiempo que había pasado con Judai había sido placentero para él —realmente—, y es que no había nadie que entendiera, mejor que él, a aquella retorcida y siniestra manera de amar del mayor de los Yuki.

Los primero días habían sido difíciles sin duda, pero entre el dolor y el placer, Johan había querido mucho más de eso loco sádico enamorado cada vez. Su situación amorosa actual con él era estable, y Yuki lo amaba sin duda. Ahora ya lo dejaba hacer y deshacer cuanto él deseara, pues el plan de ganarse su confianza había sido todo un éxito.

Se comprendían y se amaban, una relación sadomasoquista bastante peculiar, pero al final Judai no podía vivir sin el peli turquesa.

Amor de verdad.

Satisfacción.

Estabilidad.

Placer…

Johan lo tenía todo en Judai y aun así, deseaba a Haou.

 

Así que estaba listo para actuar, solo necesitaba algún pretexto para llegar hasta sus hermanos, y la navidad se aceraba, la familia se reuniría y él encontraría aquellos ojos dorados que tanto le pertenecían.

 

¿Qué me hiciste, Haou, que no puedo dejar de pensar en ti?

 

 

Notas finales:

 

Continuara...


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