10 AÑOS
#373
— Ya está preguntando por su madre— Comentó resignado con el rostro mirando directo a la mesa y sin querer sacar sus ojos de ahí.
— ¿Quién? ¿De qué hablas? —El caballero de sagitario dejó la cuchara a mitad de camino antes de llegar a su boca extrañado de lo que su hermano había dicho.
— ¿Cómo que quién, Aioros? Saga, por supuesto, está preguntando por su madre— aclaró el caballero de leo— He desviado la conversación un par de veces, pero Saga quiere la verdad, está empecinado en saber y yo… no quiero mentirle, Aioros, pero tampoco quiero que las cosas cambien— terminó de contar su frustración a su hermano buscando en él un apoyo y un guía en esos momentos.
— Y si le dices la verdad, ya sabes… que en realidad no eres su padre— El rostro del castaño mayor era serio y una sugerencia a la cual el león no podía hacer oídos sordos cuando él en incontables veces lo había pensado, pero siempre lo alejaba de su mente, no quería que Saga lo supiera, no quería que él se enterara que no era su padre y que al decirle la verdad se alejara de él.
—Yo… no puedo, si lo hago él llorará, sé que lo hará. Sabes que soy débil a sus lágrimas preferiría enfrentarme solo a todos los dioses antes que hacer sufrir a Saga, tengo miedo que cuando sepa la verdad el me dejará de ver como su papá, que ya no me vea como su familia, que…—La voz del león fue interrumpida cuando la puerta de la cocina fue abierta, se detuvo al ver al protagonista de esa conversación con sus ojos enrojecidos y brillando por la humedad en ellos.
— No preguntaré más por mamá, no quiero dejar de sur tu hijo, padre— Saga llevaba el cabello desordenado al igual que su pijama, sus ojos estaban al borde de las lágrimas, su voz temblaba, sus puños estaban apretados aguantando el llanto que quería salir, Saga se mantuvo erguido ante la asombrada mirada de su tío y padre, porque a pesar de que su misma sangre no corriera por sus venas, aunque los otros dos no lo quisieran más, para él ellos siempre serían parte de su familia.
13 AÑOS
#464
—¡Me quiero bañar solo! —dijo en voz alta un avergonzado chico escondiendo su cuerpo hasta el cuello.
— Pero si siempre nos damos un baño juntos — Respondió el mayor a las quejas de su hijo sin entender el problema.
El castaño miraba confuso a Saga con sus prendas a medio desvestir, no entendía esa repentina decisión de no compartir el baño cuando ya era costumbre en ellos, así que sin tomarle real importancia a lo que el otro le decía continuó quitando su ropa.
El chico que comenzaba a entrar a la adolescencia sintió su rostro arder hasta las orejas, su corazón palpito esta vez cuando vio a su padre quitarse sus pantalones y camisa tan despreocupadamente frente a él. Ahora se sentía avergonzado por algo que siempre había visto, el cuerpo del león no era ajeno a su vista, pero en esta ocasión algo era diferente para él, porque su corazón se volvía loco palpitando con sólo verlo.
El castaño antes de quitar su última prenda pudo notar el rostro de su hijo totalmente rojo, mientras lo miraba, los ojos verdes del santo dorado se abrieron y avanzaron hasta llegar a la bañera para tomar desde las axilas el delgado y blanco cuerpo del chico y sacarlo del agua.
Aioria pensaba que saga lucía a punto de desmayarse y esas mejillas sonrojadas significaban que sólo podía tener un shock de calor, el mayor estaba con una mano en la cintura desnuda de su hijo sosteniendo el cuerpo para que no se cayera mientras que la otra estaba en la frente de Saga corroborando su temperatura.
Aioria no vio venir unas palmas contra su pecho que lo aparataron con demasiada fuerza perdiendo el equilibrio, pero sin caer, en tan sólo esos segundos Saga ya estaba dentro de la bañera nuevamente cubriendo su cuerpo hasta el pecho.
—¡Pa…Papá pervertido! —grito ya fuera de sí, lanzando contra el león lo primero que encontró a su alcance— ¡Largo! — volvió a gritar arrojando otro proyectil contra su castaño padre que esquivaba lo que le tiraba.
—¡Saga deten…! — no pudo seguir hablando porque el jabón pasó a milímetros de su rostro. — ¡De acuerdo me voy! — El castaño terminó saliendo del baño con su ropa en las manos, molesto por no poder entender la actitud del menor y más aún cuando lo llamó “papá pervertido” sintiéndose disgustado por esa frase que le gritó.
Aioria resopló, quizás su pequeño ya no era tan pequeño, su Saga comenzaría a entrar en una fase de rebeldía y eso le dolía en su corazón y en su orgullo de padre. El castaño caminó hacia su cuarto aún ofuscado al recordar una y otra vez el reclamo y por el hecho que tendría que esperar a que el otro saliera para recién poder tomar un baño.