15 AÑOS
#468
— Feliz cumpleaños— Saga se sorprendió tras salir de la puerta de su habitación, un gran pastel lo esperaba frente a él escondiendo tras las capaz de bizcocho y crema el rostro de un sonriente padre.
— ¿Puedo pedir más deseos este año? —preguntó el festejado sonriendo ante la sorpresa.
— Lo siento, reglas de los genios de cumpleaños, este pastel sólo concede tres deseos y no, un deseo no puede ser tener más deseos— El castaño asomó su rostro totalmente serio respondiéndole como si tomara en serio el papel que se había autoimpuesto.
Saga le sonrió al mayor frente a él, concentró todos sus pensamientos en aquel deseo, porque Saga nunca usaba los tres, él sólo pedía uno, algo que era más importante que cualquier cosa, un deseo que venía pidiendo hace varios cumpleaños, no lo quería cambiar, era su deseo, su precioso deseo, cerró sus ojos y lo pidió en su mente—Deseo seguir siendo feliz junto a papá— y con un soplido apagó las velas que guardaban sus esperanzas y sueños en ese año más de vida.
— Este año no compré un regalo para ti porque nunca me dijiste que es lo que querías, pero… puedes pedirme lo que quieras — El león no comprendía que para Saga el sólo hecho que estuviese ahí parado con un pastel en sus manos era suficiente, que nunca pedía nada porque ese simple gesto era todo lo que él pudiese pedir para un cumpleaños, pero quizás, sólo quizás este año si sería algo caprichoso y si usaría las palabras de su padre.
— ¿Pu…puedo dormir hoy contigo, papá? — El corazón del menor se aceleró por unos instantes arrepintiéndose de lo que había dicho creyendo que Aioria lo vería raro.
— ¿Estás teniendo pesadillas otra vez? —Preguntó Aioria viendo como su hijo agachaba su rostro y asentía. Aioria sintió un extraño palpitar en su corazón y lo atribuía a que dentro de ese adolescente de cabellos largos aún estaba aquel tierno Saga, su tierno Saga que lo consideraba su protector y héroe.
— Está bien serás mi almohada el día de hoy— respondió el santo dorado para después untar su dedo índice en la crema del pastel.
— Toma pruébalo está delicioso, es tu favorito— un dedo embetunado en crema dulce se puso frente a la cabeza de un chico de cabellos índigo ofreciéndose a ser probado.
Saga subió su cara coloreada en tonos rojizos, abrió lento su boca y saboreó la dulce sustancia que le estaban ofreciendo. Aioria sintió otra vez su corazón latir más rápido, sintió un calor que lo recorrió entero apoderándose de sus mejillas, Aioria notó más aún que Saga ya no era un pequeño, no cuando esa escena lucía tan sugestiva, no cuando esa boca era tan tibia y esa lengua lamía hasta el último poco de dulce que había en él.
17 AÑOS
#397
El menor hasta ese momento no lo sabía y ni si quiera hubiese pasado por su mente aquella realidad, una que en realidad le aterraba, pero que no podía decir que no le gustase o que fuese un engaño de su propio cerebro, pero ahora que estaba presente y que todo conectaba a ello no podía huir de lo que sentía; y todo por culpa de aquella colorida revista para chicas y el test de “¿Cómo saber si estoy enamorada de ese chico?”.
“Ves en una tienda algo que sabes que le encantaría a esa persona especial tu…” a lo que Saga respondió que gastaría su dinero que tenía para darle un regalo, no podía decir otra cosa cuando llevaba entre sus brazos las donas que a su padre tanto le gustaban.
“¿Te fijas en otros chicos cuando estás con él?” con aquella pregunta recordó las veces en que lo veía entrenar, cuando su mirada sólo era capaz de seguir los asombroso movimientos y técnicas del santo dorado de leo para recibir de vez en cuando una sonrisa cuando lo veía a él en las gradas.
“Cuando tu chico te besa tú…” Saga no quiso ahondar en aquella pregunta, ya sabía que su respuesta sería aquella que decía que le alegraba, aunque muriese de vergüenza, aunque claro sólo fuese un simple beso en su frente.
“¿Le cuentas tus penas y alegrías a ese alguien?” en aquella pregunta la que decía “depende del momento” fue su respuesta más cercana tomando en cuenta en lo sobreprotector que era su padre al saber que se encontraba triste o preocupado por algo.
“Cuando piensas en él sientes…” se quedó la con frase “Te pones nerviosa pero no puedes dejar de sonreír”, tal como pasaba en ese momento, cuando en cada pregunta sólo su padre venía su mente esa sonrisa boba y esa extraña calidez viniendo desde la boca de su estómago.
“Felicidades has encontrado a tu otra mitad, se nota a leguas que estás enamorada de ese alguien y no podrías concebir una vida sin él porque sólo a su lado es cuando eres más feliz” Ese había sido el resultado de su test y la palabra enamorado resonó en su cabeza como un eco casi tétrico, la revista había ido a parar al suelo al igual que su mente cuando logró entender que se había enamorado de Aioria, su padre Aioria.