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Seducción por Kura-chan

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Notas del capitulo:

¡¡ENJOY !! ♥

--Mizuki…


Ella se presentó bajo el mágico destello de la noche, colándose por la ventana de cristal. Con una delicada y coqueta reverencia, lo hizo sentir el dueño del mundo. O al menos, de una diosa perfecta.


Ambos estuvieron varios minutos conociéndose afuera del baño de empleados sino fuera porque la segunda ronda de exquisita música empezó a inundar la sala. Solo que ahora, un grupo de cuatro bellas damas con voces espectaculares eran las protagonistas.


 


Una presentación que se perderían indudablemente.


 


De la mano iban por toda la sala, siempre llevándose miradas y uno que otro halago de personas ajenas. Recorriendo el alfombrado piso de color rojo, parecía ser su escenario perfecto. La suave pero seductora pieza musical era todo lo que necesitaban para despedirse del mejor casino del mundo.


Kuroro iba atrás de su nueva cita, totalmente encantado de su andar, cada movimiento y gestos que hacía. ¡Que fortuna era poder tomar su mano! Por supuesto, ella sabía a lo que se atenía y además se veía dispuesta a disfrutarlo al máximo.


Sin dejar de ir al compás del jazz de fondo, convirtió el pasillo en una sala de baile improvisado y así fue como la coqueta mujer, bailoteó delicadamente y de paso hizo girar su cuerpo aun de la mano de su pareja. Descubriendo su silueta que se ajustaba perfectamente al vestido rojo. Elevando su rubia cabellera y parte de sus piernas. Los agraciados pasos improvisados parecieron resultar efectivos.


Kuroro no le siguió el paso, él no se podía mover.


Momento que aprovechó para seducirlo un poco más, pues ella con el paso más encantador se acercó y ante de eso, se mordió el labio disimuladamente.


--Y… ¿A dónde me llevará?—Tuvo mucho cuidado de ser muy respetuosa con él, con solo verlo se podía deducir que aquel hombre de ojos oscuros mantenía una imagen de superioridad. Cosa que podía resultar molesta pero que tenía que mantener si lo que quería era tener una velada increíble.


--Sugiere…-- dijo Kuroro mientras tomaba una copa de dorado whisky de una de las bandejas de las camareras. Dedicándole una inquisitiva mirada, se veía dispuesto a experimentar con ella, esperando que su belleza no sea su único atributo.


Y así fue como ambos se analizaron rápidamente y por supuesto se permitieron conocerse mucho más.


 


Ella, quien se hacía llamar Mizuki. Era una mujer asiática pero a diferencia de todas, tenía el cabello rubio y los ojos azules naturalmente, no era muy alta y tampoco mantenía grandes atributos como las mujeres europeas del casino. ¿Qué era lo que llamaba la atención tanto en ella?


--Casi son las 22h: 00 –Llevó su mano a la copa de Kuroro y le impidió tomar. Sabía que tan guapa se veía a través del cristal. –Me gustaría ir a cenar. – Firme y sensible al mismo tiempo, deslizó su dedo lentamente por toda la copa.


 


Y él… Kuroro tenía fama de ser un poderoso empresario y además de ser la persona más joven en ganar su vasta fortuna, viajaba por todo el mundo por negocios y de paso, se daba sus descansos. También mantenía rasgos asiáticos, evidenciado en su cabello y ojos que eran muy oscuros, su pálida piel y sus modales. Como era de esperarse, era perseguido por un centenar de muchachas, unas por su apariencia y otras por su posición social. Pero por más simple que parezca, él solo quería a la dama que aceptara entrar a su juego.


Como le encantaba aquellos trances en que no podía dejar de admirarla, no sabía si su expresión era patética o cuales eran sus intenciones. Sólo podía sentirse fascinado por su forma de jugar. Aunque todavía parecía ser temprano para decidirse ¿tal vez?


--Eres exigente…-- Respondió con una sutil risilla y alejó la copa del tacto de su pareja, con un par de tragos más, llegarían al punto exacto.


--Pues, así es más divertido. – Y sin hacerse esperar, ella le arrebató la copa y se bebió el dorado líquido de un solo bocado. Dándole la espalda y alejándose rápidamente, dijo con total claridad “entro a tu juego”. Cruzó la puerta con total seguridad, él la seguiría. Pero, independientemente de su cita ganadora, un detalle casi hace que pierda su gran oportunidad. Maldijo entre dientes y sacó su teléfono celular de su escote ¿Por qué justo ahora tenía que recibir una llamada? Por suerte su escape disfrazado de invitación, pasó totalmente desapercibido.


Mizuki miró la pequeña pantalla disimuladamente pero no alcanzó a leer el nuevo mensaje por parte de su jefe. Kuroro llegó más rápido de lo que esperaba y lo que es más, la tomó por la cintura y la pegó a su cuerpo, deslizando sus dedos por su silueta, hasta detenerse en su cadera.


--Bien, entonces serás mi guía. – Delegó con el aliento a alcohol.


 


Era la primera vez que había tenido un contacto tan íntimo.


Ella al contrario de su pareja temporal, desprendía una delicada fragancia a menta y por primera vez en toda la noche sintió algo de repulsión al tenerlo cerca. Ahora, ya encaminada hacia el auto color negro tenía que estar preparada para lo que venía, irguió su postura y continuó con la misma expresión que en un principio encantó a Kuroro. Entró al vehículo sin dejar de pensar en el mensaje que no alcanzó a leer.


Sabía que aquella persona que le llamó hace un momento en el cuarto de baño era de su confianza, pues siempre ha cuidado de ella y le inquietaba no saber lo que le tenía que decir. Fue tanta su inseguridad en aquel instante que olvidó por completo realizar algún movimiento agraciado para el deleite de Kuroro.


 


Por supuesto, él se dio cuenta.


 


Sin embargo, no dijo nada. Sólo se limitó a encender su auto y de paso, sentir un poco la piel de la bella mujer. Kuroro posó una mano en la pierna de su pareja, quien ni siquiera notó como mantenía la tela de su vestido hasta arriba, sus acciones descuidadas o no, le hacían la invitación perfecta.


Las luces del auto se encendieron y el motor empezó a vibrar bajo sus asientos. No era tiempo para perderse en pensamientos banales.


Ella, volvió nuevamente a su seductora imagen y para sorpresa de Kuroro, hizo un gesto de total encanto mezclado con timidez, sonrío algo sonrojada y correspondió a sus atrevidas acciones. Puso su mano sobre la de él y la acarició mientras la apartaba de su pierna. –Estoy sedienta. – Le suplicó con suma coquetería. Quizá con unas copas más se sentiría mucho más valiente.


Logró apartar las inquietas manos justo a tiempo, pues en su plan no estaba ir más allá. Jamás había tenido la necesidad. Teniendo las luces de la transitada ciudad en su frente, ella se permitió recrear algunas escenas del pasado…


 


--Hey, te ves hermosa, Cariño. –


Aquel hombre que siempre osaba molestarla, era todo lo que tenía.


--¡Cállate!—


Aun así, tan acostumbrada que estaba, se preguntaba cuántas veces había estado con su apariencia común. No podía negar que sus rasgos eran muy andróginos pero tener que fingir ser una chica casi todas las noches ya le resultaba algo monótono.  Él, se encontraba frente al espejo de su habitación, mirándose y retocándose la piel con mucha destreza, al menos podía presumir que sabía maquillarse mejor que cualquier chica, cualquier chica real.


--Jefe ¿Cree que pueda descasar esta noche? No me siento muy bien…-- Dijo con la mirada apagada pero atento al reflejo de su acompañante a sus espaldas.


Las grandes manos del hombre se posaron en los delgados brazos del joven. Cariñosamente se acercó y susurró  –Amor, hoy más que nunca es necesario que salgas a dar tu mejor presentación. Escuché que un multimillonario empresario está en la ciudad, sería el golpe más fuerte que logremos. —concluyó a sus oídos sin perder de vista sus rasgados ojos azules.


En realidad era hermoso en cualquier forma, tan perfecto que ni con aquel título de jefe se atrevió a tocarlo una sola vez.


--Jefe… -- Volvió a suplicarle.


--Kurapika. – Y él, no supo decirle nada más. Su fuerte expresión era suficiente. –Volveré con tu mejor vestido, hasta entonces espero que termines con el maquillaje. – decretó mientras salía de la habitación.


Estuvo a punto de desaparecer entre los pasillos sino fuera por la voz insegura del joven. –No quiero hacerlo. – suspiró repetidas veces y continuó. –Sé que hemos podido tener ganancias extras de esto, pero tengo miedo de que algunas de esas personas pueda pasarse de listo…--


Entonces una carcajada sonora atestó la habitación.


--¡Oh, por favor! Kurapika, déjame decirte que tu cara bonita no es tu único atributo. –El hombre se recargo en el marco de la puerta de muy buena gana. –Escucha, sé que no te gusta tener que fingir ser una chica pero siempre te ha resultado. Eres tan brillante que has podido dejar en la calle a muchos antes de que te pusieran un dedo encima. Kurapika, aprovecha todas tus cualidades. – concluyó con una sonrisa triunfal.


--¿Qué dices? Quizá si hoy lo haces espectacularmente, no volverás a maquillarte. –


Kurapika volvió a suspirar con pesadez, antes de continuar --¿Trato? – Miró apremiante a su jefe. Sus ojos eran realmente hermosos como para esconderlos con lentillas. –Esta será la última. –


--Si, te lo juro. Mizuki…


 


Durante todo el camino no hizo nada más que ser guiada por Kuroro, a pesar de ser ella quien sugería diferentes restaurantes, terminaron por entrar en uno pequeño y con toque sobrio.


Hace un buen rato que no dejaba de pensar en la conversación que tuvo esa mañana con su jefe, se preguntaba cuánto tiempo más duraría el juego, cuando sería capaz de ir a casa y sobre todo ¿Cómo haría para engañar a Kuroro? A diferencia del resto de sus víctimas pasadas, él no bajaba la guardia ni una sola vez. Era brillante.


Tan admirable que por más de un momento se sintió honestamente atraída a él, pero sabía más que nadie que no tenía permitido sentirse así. Su único trabajo era seducirlo para después despojarlo de su fortuna. Por más grotesco que le resultaba, así había sobrevivido los últimos años.


Las luces, música y decoración del pequeño salón eran sumamente fascinantes, a su vista, era el mejor lugar al que ha sido invitada. Era hora de buscar un punto débil, primero en el restaurante y después, aunque parecía imposible, en él.


--My lady…-- dijo Kuroro sin dejar de mirarla a los ojos, mientras separaba levemente la silla y la invitaba a sentarse.


Así lo hizo. Anteriormente observó su reloj que ya marcaban las 23h: 00. Tal cual cenicienta, tenía una hora límite para todo y el teatro de la bella y coqueta muchacha concluía a media noche. Desde siempre.


El mesero se acercó y les entregó dos cartillas, correspondientes al menú, no sin antes brindarles dos copas de Martini de cortesía. Les dio la bienvenida con una amplia sonrisa, la cual, ella supo corresponder muy afable. Quizá aquella copa de transparente licor sería su nueva oportunidad, por un segundo tuvo una idea y antes de que se pudiera cuestionar ya lo estaba llevando a cabo.


Después de todo, Kuroro era hombre. Y ellos siempre mantenían un cierto nivel de orgullo.


Ella y el mesero intercambiaron miradas muy intensas por escasos segundos. No le resultó en absoluto difícil, aquel hombre se encontraba embobado por ella y así fue como aprovechó para acomodar su largo cabello y descubrir parte de su cuello y escote.


--Puedo tomar su orden, señorita. – Y con la tentación en la punta de la lengua, el joven camarero se acercó a la bella mujer más de lo que le permitía su trabajo y más aún, Kuroro Lucifer.


--Ordenaré por ella. – Decretó, Kuroro con una firme y fuerte voz, por supuesto, sin perder la calma. Era uno de los detalles que la atrajo desde un principio.


Entonces, el joven no hizo nada más que dirigirse a Kuroro. Recuperando su postura y tratando de ser lo más cortes posible, levantó su libreta, presto a tomar la orden. Los dos hombres ahora se encontraban ocupados.


Desafío cumplido.


Fueron contados los segundos que ambos pasaron conversando acerca de la comida que pediría pero para ella fue como una eternidad, sin peligro de ser vista sacó un pequeño frasco de su escote y lo abrió con rapidez y cuidado, descubriendo una porción de polvo blanco, lo dejó caer sobre su copa y con la misma destreza, hizo desaparecer el frasco, ahora vacío.


El licor transparente se mezcló perfectamente y ahora parecía que no había pasado absolutamente nada. Justo en el instante en que Kuroro volvió a prestarle atención.


--Entonces no soy el único en caer de esa forma. – Dijo y al instante sonrió, quizá sintiéndose patético por la escena anterior. Kuroro, siempre galante, tomó su copa y la elevó a la altura del rostro de su bella pareja.


Era momento del brindis.


Con diligencia y encanto, ella lo imitó y alzó su copa, que hace poco fue ligeramente modificada. Dibujó una sutil sonrisa en sus brillantes labios y le prometió con un solo susurro. –Eres el único para mí. –entonces acercó su Martini  a los labios de Kuroro, claramente invitándolo a beber como una verdadera pareja. Si era muy atrevido de su parte, ya no le interesaba, tenía que terminar con su actuación lo más rápido posible.


Ella no perdió la compostura en ningún instante, pues ya era experta en aquello del engaño.


Y él… Él, acarició la mano de la copa modificada y se negó a beber.

Notas finales:

Gracias por leer ♥♥♥


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