Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Seducción por Kura-chan

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

En la habitación que permanecía en total silencio…


La puerta se abrió de par en par, la madera chocó con la pared continúa de color rojo vino y el estruendo que causaron ambos no les pareció para nada incómodo.


Entre risas y roces provocativos.


La primera figura en entrar fue la de la bella y esbelta chica de cabellos dorados, se incorporó de espaldas y a torpes pasos. Sin capacidad a nada, en su fina cintura se encontraba la prisión más deliciosa que pudo imaginarse. Sus zapatos de tacón recorrieron con poco equilibrio el corto espacio entre la puerta y la amplia cama de sábanas de seda.


Mucho más adelante, él.


Kuroro la mantenía firmemente de la cintura y sin perderse ni un centímetro de ella, la besó. La besó con tanta pasión que le parecía imposible cerrar los ojos. Verla totalmente rendida ante su tacto, era un espectáculo que no tenía planeado perderse. Con paso casi firme la guio hasta las acolchonadas sábanas y la dejó caer entre almohadones de esencias encantadoras.


Sin tener conocimiento de la hora.


De la cena de hace quien sabe cuándo.


Y mucho menos de su paradero.


La expresión de total encanto de la hermosa chica se transformó por completo, ahora entre la tela de color blanco dejaba al descubierto su verdadera belleza. Sus ojos semi abiertos, desprendían un brillo muy simpático, entre su iris de color azul parecía esconderse un detalle de color rojo y eso, solo era el principio. Las mejillas de la pálida mujer se encontraban tan encendidas que opacaron por completo su labial rojo, que por cierto fue devorado hace mucho. Sus labios en encontraba un poco hinchada, debido a los besos anteriores pero eso no parecía importarle mucho, pues se permitió entre abrir su boca para recibir mucho más.


Una tentadora petición que Kuroro accedió gustoso.


La noche era bastante fría allí afuera, pues hace poco la lluvia los sorprendió. Poco importaba lo que sucedía en el exterior, ahora mismo… ambos sintieron como un calor casi tortuoso los invadía.


La primera prenda en volar por los aires fue la oscura chaqueta así como el corbatín de Kuroro, quien con mucha destreza así como presteza se abalanzó sobre la perfecta figura envuelta en un estorboso vestido rojo, aquella que le hacía una invitación perfecta.


Mizuki ya no parecía muy interesada en mantener su famoso papel, pues bajo el cuerpo de aquel galán empezó sentirse perdida y realmente confundida… al sentir la humedad en su cuello supo que algo en su plan había resultado mal…


 


--¡Salud!—Ambos exclamaron con total jovialidad. Fuera de las molestas miradas curiosas y por supuesto de aquel camarero incompetente. En vez de tomar cada uno de sus respectivas copas, en silencio se pusieron de acuerdo para intercambiar bebidas y así la mano delicada y blanca de la mujer acercó la cristalina copa  los labios de su cita ganadora. Sin perder la arrebatadora sonrisa de Kuroro de vista, inclinó la copa levemente para acertar el líquido satisfactoriamente.


El teléfono de Mizuki no volvió a sonar y faltaba menos de una hora para la mitad de la noche, sabía de antemano que debía apresurarse. Aun así, fuera de su intrépido plan. Se vio en la necesidad de disfrutar los efectos de la droga en la única persona que de verdad le había llamado la atención.


Ella accedió a beber el Martini que le proporcionaban.


Y él… Él se negó en primera instancia a probar una sola gota.


Una dulce melodía de saxofón acompañado de un fino violín resonó en todo el restaurante y muchas parejas se vieron tentadas a bailar suavemente mientras se fundían en un tierno abrazo, a la espera de la costosa cena, fueron los únicos en mantenerse en su mesa.


Pues la tensión que ahora se formó entre ellos y las copas en su frente, pareció evidente y al mismo tiempo invisible. Después de varios segundos de dudas e incluso inseguridades, donde ella no perdió la coqueta expresión pero temió por ser descubierta y además por saber cuáles serían las consecuencias… Kuroro entreabrió sus rosados labios y degustó la bebida que su maravillosa mujer le proporcionaba.


Si, en realidad se lo bebió todo. Tal y como ella lo esperaba, la copa que modificó hace pocos minutos se vació a sus ojos y eso, le trajo completa paz.


Ya solo faltaba esperar.


Sin embargo, no era lo suficientemente distraída como para descuidar su propio Martini, que aun yacía al aire, listo para refrescarla. Ella, también se vio dispuesta a vaciar la copa, sino fuera porque empezó a sentirse un poco mareada, su mano tembló levemente y la dejó caer sobre la mesa. Por alguna razón la música se hizo más lejana así como el hablar de las pocas personas en el restaurante.


--No es prudente que se la tome toda…--escuchó con dificultad la oscura voz de su cita y vio como alejó la bebida de su alcance. Seguidamente, se pudo de pie y rodeó la mesa a paso firme hasta que lo pudo ver a escasos centímetros.


Kuroro, extendió su mano no sin antes brindarle esa perfecta sonrisa que ahora le parecía sumamente irresistible. Entonces dijo: --Me haría el honor de concederme esta pieza. – Ahora él, iluminado por la docena de tenues lámparas y las parejas a sus espaldas, rodeado por un deliciosa melodía.


Como podía negarse…Sin saber cómo sucedió ya se encontraba entre sus brazos y lo que es más, en el centro de la sala. Ante la admiración de las personas, por primera vez se sintió como una verdadera reina, ya no era la hermosa pero repugnante mujer que usaba su imagen para obtener lo que quería. Y a decir verdad no le interesaba si no era una chica en realidad, se sintió la persona más dichosa por estar con el príncipe con el que un día, ingenuamente se atrevió a soñar.


La cena llegó a su mesa pero ellos jamás probaron un bocado.


Los músicos impulsados por el entusiasmo de la pareja no escatimaron en dejar fluir su infinito talento, desgastando sus instrumentos para el deleite de toda la sala. Estuvieron de acuerdo en que sería increíble que aquella combinación de pasos y música continuara por siempre.


Mientras sus delicadas manos se concentraban en tener aprisionado el cuello de Kuroro, él por su parte se centró en apretar y acariciar la cintura y cadera de su hermosa diosa. Acercándose a su cuello, se llenó de la suave fragancia de su rubia cabellera, además de su piel. Acorde a los lentos pasos de ambos, la examinó casi por completo y entendió de inmediato que necesitaba mucho más.


Después de todo, ella había aceptado entrar su juego y vaya que por poco cayó en su trampa. Sin duda la mujer de rasgos asiáticos y ojos azules era increíble, pero le faltaba práctica.


Se decidió y  juró que esta noche le enseñaría.


La comida de su mesa se enfrió por completo y la copa a medio vaciar con un microscópico rastro de polvo blanco se mantuvo intacto en el lugar de Mizuki.


 


¿Qué hora era?


¿Dónde quedó aquel frasco transparente que yacía en su escote?


Su jefe seguramente le estaría llamando… y además…


--Kuroro…-- musitó entre la prisión de sus labios, aquella combinación de alcohol en su aliento masculino le derretía a cada segundo. No fue hasta ese momento en que en realidad tomó consciencia de lo que estaba haciendo. Lo volvió a llamar mientras cerraba los ojos involuntariamente, reprimiendo un gemido.


Jamás nadie le había acariciado las piernas tan sutil y ansiosamente como lo hacía él.


--Así que el efecto ya está pasando…-- La ronca pero juguetona voz de Kuroro le respondió sin dejar de rozarle la piel, dejando un rastro de ardor por donde pasaba. Entonces las dudas empezaron a jugarle una mala pasada... casi estaba segura de que había ganado.


--¿De verdad creíste que podías engañarme?—Dijo sin perder la concentración en su cuello, apartando su larga rubia cabellera.


Casi imitando a un maniquí, ella no pudo moverse ante lo que decía Kuroro. Pero por más impresionada o incluso asustada que estaba, su consciencia se negaba a mantenerse en la tierra.


Kuroro jamás probó la copa que modificó y maldita sea, su suerte. Se las arregló para intercambiar el Martini y así lograr que ella misma cayera en su propia trampa. –Ahora veo por qué no dejaste que me la tomara toda…-- respondió aun sintiendose un tanto cuerda, bajo los toques y besos en su acalorada piel.


--Una gran dosis de escopolamina no es buena para un cuerpo tan frágil—Y fue ahí donde las grandes manos de Kuroro arrancaron la mitad del vestido rojo, esta vez dejando al descubierto el torso de la mujer.


Ella por reflejo se tapó de inmediato el pecho, donde obviamente mantenía un brassiere pero ese no era el detalle que le importaba esconder. Si, bien, descubrieron su primer secreto. No dejaría que el segundo y más profundo salga a la luz.


Los efectos de la droga pasaron, era momento de escapar.


--Pero hubo una mejor razón para no drogarte por completo. – Continuó Kuroro, con las manos apoyadas en las sábanas, acorralándola.


Una corriente fría recorrió sin piedad la espalda de Mizuki… o más bien…


Con la sonrisa ganadora de la noche, levantó el teléfono celular así como el pequeño frasco de cristal ante ella y dijo:


--Me mentiste respecto a otra cosa y ¿sabes? Estoy dispuesto a hacerte pagar… --


Ambos objetos fueron a parar en la mesita noche, justo lado de una botella, un preservativo y además unas tijeras.


--¿Listo? Kurapika…



 

Notas finales:

Los amo.

Gracias por leer ♥


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).