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Seducción por Kura-chan

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Notas del capitulo:

Visítenme en mi wattpad, donde esta historia está más avanzada ♥

Estoy como DianaJudith98

 

ENJOY

Las doradas hebras se desprendieron ante el desconcierto de Kurapika, casi pudo sentir como un enorme peso de encima le era arrebatado. El sonido del cabello al caer al suelo incluso le pareció estruendoso, como un ruido sordo y mórbido.


Ambos no dejaron de mirarse a los ojos.


Y el teléfono no dejaba de sonar.


--Contesta. – Demandó Kuroro, sereno y contento de lo que acababa de hacer. La curva de sus labios evidenciaba al cien por ciento lo que ahora admiraba.


La melodía que inundaba la habitación era muy de su gusto, el fino violín que encarnaba la gloriosa “Blood Ties” era perfecta para describir la situación. La imagen de una fémina perfecta no existía más, pero nadie lamentó su repentina despedida, pues su muerte dio paso a la verdadera imagen detrás de un labial rojo. Un muchacho joven de aspecto delicado pero con una mirada apasionada, su cabello quedó un poco más debajo de su barbilla y fue así como Kuroro se permitió enamorarse irresponsablemente de un extraño.


Si Kurapika se sentía totalmente indefenso en ese momento, su pareja lo estaba mucho más. Sin querer y en completo silencio, el joven multimillonario más deseado del mundo bajó la guardia y se perdió infinitamente en el mar zafiro de un vulgar estafador.


--¿No lo harás?


Las manos de Kurapika temblaron y casi hacen que se resbale el teléfono, con torpes movimientos se las arregló para llevar la bocina a su oído y apretar el botón color verde. Acabando con la misteriosa melodía que le encantaba pero al mismo tiempo, asustaba.


--Jefe… -- susurró sombríamente y el dolor lo invadió antes de que contestaran en la otra línea.


Kurapika bajó la mirada cuando se atrevió a contestar y Kuroro aprovechó dicho segundo para empujarlo hacia el cristal de la habitación. Dejando al descubierto la figura perfecta de su nuevo amante ante la ciudad entera.


--¿Cariño?—Se escuchó desde el otro lado de la bocina, fue cuando Kurapika empezó a temblar nuevamente y desató aquella hermosa mirada. Azul y con un destello rojo.


Las manos de Kuroro se acomodaron de manera burda a los costados del rostro aterrorizado, los ojos oscuros se posaron en los labios y se quedaron allí por un buen rato.


Sin tener conciencia de ello, ambos empezaron a respirar más agitadamente.


--¡Kurapika!—la voz preocupada del hombre mayor, interrumpió aquel contraste de miradas. Quien sabe cuánto tiempo estuvieron sin decir nada. El teléfono volvió al oído de Kurapika, sin saber cómo debería responder.


--Estoy aquí…-- Susurró sin dejar de temblar.


Dejando de lado las acciones de su captor.


--Me has asustado ¿Dónde estás?


--No lo sé…


--¿Qué? Por favor, dime algo concreto.


--No, no puedo… no lo sé.


--¡Maldición! Escúchame, Kurapika…


Pero no concluyó, un gemido sonoro retumbó en la habitación. A las dos personas dentro y si, al hombre detrás del teléfono.


--¿Kurapika?


No supo en que momento sucedió y no tenía ganas de averiguarlo, Kurapika cerró los ojos y apretó sus manos solo dándose ánimos mentalmente. Kuroro no perdió el tiempo y de inmediato se abalanzó, deseoso y hambriento de aquella tersa piel blanca. Sus labios y lengua no dejaban de saborear desenfrenadamente el cuello de Kurapika mientras las sutiles risas salían totalmente satisfechas. Los suspiros y gemidos no se hicieron esperar.


Aquello era un acto peligroso.


--¡Kurapika!


Nuevamente la voz preocupada demandó respuestas, solo que ahora se escuchaba mucho más lejana. Kurapika sin darse cuenta y bajo las nuevas sensaciones que estaba experimentando dejó caer el teléfono en el alfombrado piso y al sentir sus piernas flaquear, se deslizó por el cristal. En un inútil intento de escape.


No entendía como es que podía sentirse de esa manera y mucho menos como podía salvarse de aquella encantadora tortura. Ni siquiera se enteró de sus propias acciones sino hasta el momento en que Kuroro lo tomó por la cintura y lo acercó a su cuerpo, además de brindarle una poderosa mirada. En aquel momento supo que había dejado caer el teléfono para abrazarlo desesperadamente. Mientras el jugueteaba con su piel, Kurapika no dejaba de marcar al ancha espalda de Kuroro con sus uñas.


La voz que lo llamaba no volvió a pronunciarse.


--Espero que pongas mucha atención…-- dijo entre suspiros, Kuroro al separarse escasos segundos de su irresistible sabor. Se relamió los labios y se vio dispuesto a volver atacar aquella boca que ahora, tenía un color natural.


Kurapika no dijo nada y Kuroro no esperó un segundo más.


Llevó una mano a la rubia cabellera y la apartó suavemente, tenía ganas de verle totalmente. Sus ojos azules entreabiertos lo llamaban, le suplicaban un poco más.


Lo besó.


Sutilmente, primero asegurándose de memorizar cada centímetro de su suave boca y después mucho más allá. Provocando nuevas y placenteras sensaciones para ambos.


A diferencia de Kurapika, Kuroro tenía más experiencia en ese tipo de situaciones. Pero jamás lo había disfrutado tanto como aquella madrugada. Sería la primera noche que no tendría sexo por necesidad o por pasar el rato, no se retractaría de su deseo de castigarlo pero tampoco de su necesidad de hacerle el amor.


Las piernas de Kurapika se abrieron para darle espacio, para sentirlo mucho más cerca y la invitación no pasó por alto, estupendamente. Sin deshacer el beso, Kuroro se acomodó en aquella abertura que de paso ya se encontraba húmeda y dispuesta a ser atendida. Mientras las uñas marcaban su ancha espalda, las manos inquietas dejaron de acariciar el rostro de Kurapika y descendieron atrevidamente hasta sus piernas casi desnudas, pues el vestido rojo no se había desprendido por completo. Tenía que hacer algo al respecto.


Ambos estuvieron de acuerdo en que la ropa estaba de más.


Rápida y habilidosamente, Kuroro jaló la tela roja y la arrojó muy lejos. Una reacción nerviosa y tímida tuvo Kurapika al estar casi desnudo frente a alguien, sus mejillas y por no decir su rostro entero ardió de vergüenza o quizá deseo, casi sin pensarlo quiso volver a cubrirse. Solo que esta vez no fue lo suficientemente rápido para evitarlo, ahora sus manos se encontraban aprisionadas entre el cristal y el calor de Kuroro.


--Debes ser lo suficientemente rápido para soslayar amenazas. – dijo sin perder de vista su mirada azul. –Espero no lo olvides. – enarcó una ceja esperando una respuesta.


Cosa que finalmente sucedió: --¿Es así como castigas a tus enemigos?—respondió Kurapika con sorna y dejando entrar algo de aire a sus pulmones. Le era inevitable sentirse asfixiado ante ese hombre.


--No, este caso es especial. Dije que te enseñaría pero ahora que lo pienso… – Kuroro sonrió ampliamente así como cerró los ojos. –También debes ser castigado…


Un escalofrió recorrió el cuerpo de Kurapika.


Seguidamente, ya no se encontraba en el suelo. Kuroro se encargó de soltarle las manos pero también de cargarlo galantemente, acariciando su espalda y piernas, caminó pocos metros y se inclinó para acostarlo entre las sábanas blancas. Aun con el cambio de temperatura, no hubo quejas pues las palabras ya no salían al sentirse nuevamente acorralado por el mismo Lucifer.


--Así que… ¿Eres virgen? – declaró juguetonamente.


La vergüenza volvió apoderarse del cuerpo bajo las sábanas y aquel traicionero tinte rojo, lo invadió despiadadamente. Kurapika se quedó sin palabras por aquel comentario, totalmente acertado. Ese hombre que no negaba, le fascinaba también le daba desconfianza.


Estaba en problemas.


--Así que… Es cierto. – Dijo mientras acariciaba las mejillas calientes de Kurapika y continuó: --Me sorprende que hace un momento lo hayas aceptado tan fácilmente… ¿estás asustado?—preguntó, acercando sus labios a su cuello.


--Necesita mucho más para asustarme. – respondió altaneramente, pero permitiendo a Kuroro juguetear una vez más.


--Entiendo, tengo una pregunta quizá fuera de lugar – Se separó para mirarlo a los ojos y dijo: --¿Cuánto tiempo vas en este negocio? Y ¿Aquel hombre del teléfono te ha enseñado todo lo que sabes?—por alguna razón, su voz pasó de ser seductora a seria y quizá irritada.


¡Maldición!


Los pensamiento de Kurapika se despertaron súbitamente y de inmediato rogó porque aquella llamada se haya cortado aunque él jamás la finalizó… empezó a temer por lo peor.


Rápidamente se levantó; dispuesto a correr, pero Kuroro no se lo permitió. Aun con un poco de molestia lo empujó a la cama para volver a encararlo: --Responde… ¿Desde cuándo ejerces este oficio? –


--¿A qué viene eso?—Kurapika también se molestó y no dudó en responder: –Eso ya no importa, además eh perdido la cuenta… eh hecho esto desde los catorce años. –confesó.


Silencio.


--Entiendo… -- Kuroro cerró los ojos y suspiró por un largo rato.


Entonces levantó su mano para jalar el elástico de la ropa interior femenina, se incorporó atrevidamente y anunció:


--Tres cosas… mi nombre completo es Kuroro Lucifer, aunque eso tú ya lo sabías. Dos, el teléfono está encendido y tres… Lamento que tu primera vez sea un castigo.


La última prenda cayó al piso, junto al teléfono que marcó las dos y media de la madrugada.

Notas finales:

Gracias por leer ♥


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