Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Seducción por Kura-chan

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Wattpad: DianaJudith98

 

Muchas gracias por leer ♥♥

ENJOY

Una gota rojiza se deslizó por su mejilla, llegando hasta su cuello y extendiéndose entre la tela blanca de las sábanas… su cabello dorado también se encontraba manchado.


 


El silencio desde hace ya varios minutos no le resultaba nada satisfactorio, aunque la expresión de deseo que tenía en su delante, no era algo que podía ignorar. Kuroro se deshizo de su camisa, también teñida de rojo por los arañazos anteriores y así fue como se permitió sentirlo mucho más, examinar la casta piel de su amante. Porque así lo decidió, su juego empezó desde hace media hora y no tenía que torturarlo la noche entera para saber que él era el indicado.


Su retorcida forma de analizar era excitante.


Empezando por el cuello no dudó en dejar pequeñas y grandes marcas que seguramente cobrarán más color al día siguiente, que inmensas ansias de herirlo tenía, solo para dejarle en claro aquella fuerte idea que rondaba su cabeza.


--Eres mío, Kurapika…


Soltó entre suspiros y en un estado de total embriaguez por el olor corporal de su pareja. Estar ahí era lo mejor del mundo. Con la expresión serena levantó la cabeza y miró los grandes ojos azules que seguramente estarían enfadados.


Kurapika no se movía y ni parecía reaccionar a los toques suaves y atrevidos de Kuroro. Si no tenía otra opción más que permitirlo, al menos no perdería del todo. Con las manos atrapadas por encima de su cabeza y el cuerpo totalmente desnudo, no tuvo otra opción más que morder su labio para evitar soltar aquellos gemidos que le avergonzaban. La habilidosa boca de Kuroro ya lo tenía rendido pero no lo dejaría enterarse.


Kurapika mordió tan fuerte su labio que empezó a sangrar. Una imagen realmente sensual.


Las piernas de Kuroro; aún bajo la tela negra del pantalón, se acomodaron muy cerca de la entrepierna de Kurapika, que yacía excitada y húmeda. El más leve contacto lo haría retorcerse por la enorme espera.


--Si no dices nada, entonces no será divertido. – declaró Kuroro con aquella sonrisa burlona y perfecta.


--Esto no es un juego. – respondió con la voz ronca.


Lo cual resultó inmensamente divertido. Pues hasta el momento ya marcaban las tres de la madrugada y por supuesto, no tenía apuro.


--Es cierto…-- Kuroro le correspondió y apretó más el agarre de las muñecas ya rojizas en la cama.  Mientras decía: –Esto en un castigo. – entonces le propinó un leve golpe en su zona más frágil,  sintiendo su palpitar y la alta temperatura, supo que Kurapika no podía guardar silencio por siempre.


Un gemido sonoro se le escapó tal y como esperaba, este repleto de dolor así como excitación. Por un momento Kuroro dejó en libertad las manos de Kurapika y él por reflejo se dirigió a su entrepierna, que pedía atención urgente.


Pero la diversión apenas estaba empezando.


--Espera…-- dijo fríamente y detuvo las inquietas manos del menor. –No puedes tocarte, lo haré por ti. – replicó tan animadamente que no se supo si lo estaba reconfortando o amenazando. Kuroro nuevamente lo empujó a las sábanas manchadas de sangre y dijo: --Quiero escucharte, no te contengas o tu castigo se alargará—


Sin perder de vista el destello rojo entre sus grandes ojos azules, estaba preparado para lo que venía.


--¡Vete a la mierda!—vociferó Kurapika, tratando de levantarse. Sus manos así como el resto de su cuerpo parecían perder fuerza a cada segundo. Que inútil se sintió al seguir sometido por aquel bastardo que repugnantemente, lo volvía loco.


Silencio.


--¿No?—Apacible así como engreído, Kuroro tomó el teléfono de la mesa continúa y marcó el número del hotel donde se encontraban. Fueron escasos segundos los que pasaron hasta que una joven desde el otro lado de la línea contestara.


Kuroro acercó la bocina al oído de Kurapika y además se abalanzó encima de su desnudo cuerpo, acorralándolo.


--Servicio a la habitación. – Una voz femenina se expresó naturalmente.


--Una botella de su mejor vino… -- fue lo que dijo Kuroro, pero él se encontraba concentrado en los pezones rozados de Kurapika. Lejos de ser escuchado, el encargado de solicitar su petición era otro.


Era clara, cuál era su atención.


--¿Buenas noches?—


Al mismo tiempo en que la joven se pronunció, los mordisqueos de Kuroro comenzaron desenfrenadamente y la eterna lucha por no dejarse llevar de Kurapika se volvía más difícil. Mirándolo con sus oscuros ojos, acercó más la bocina al oído del menor, solo esperando ver hasta donde llegaría.


--Buenas noches…-- gloriosamente, las voz de Kurapika no salió tan entrecortada. Bajo el torso desnudo de Kuroro, sus insolentes mordisqueos y los roces de ahí abajo, lo tomó como toda una hazaña.


--Habitación ciento- cuatro ¿En qué puedo ayudarle?


Las manos de Kurapika se encontraban a sus costados, apretando la tela blanca con mucha desesperación. Sus labios temblaban y su voz amenazaba con salir descaradamente, producto de todas aquellas sensaciones.


--Una… -- Sin concluir mordió su labio con tanta fuerza, que las gotas de sangre volvieron a recorrer su rostro. Entonces la victoria apuntaba directamente a Kuroro, quien empezó a rozar su entrepierna con la de Kurapika en un tortuoso vaivén, cada vez más rápido.


Pero por otro lado, él también estaba en desventaja, en su mente ya solo podía pensar en poseerlo completamente. Dejar de lado su maldito orgullo y recibir también sus caricias, besos, toda su esencia.


--Una botella de vino, por favor. – Soltó de corrido, casi aguantando el aire.


Sacando de su trance a  Kuroro y por supuesto, impresionándolo. Tanto así que olvidó continuar su tortura, alejó la bocina y colgó con una jovial expresión.


Ya era hora.


Kurapika finalmente sintió como un peso se retiraba de encima y buscó con mucha curiosidad aquellos ojos negros que seguramente tendrían otro plan.


Kuroro se puso de pie fuera de la cama e hizo un ademán con el dedo para que se levantara también.


--¿Qué es lo que planeas?—reclamó Kurapika, desconfiadamente.


--Es tu turno. – Alegó con mucha seguridad. El dedo que hace un rato le dio la libertad, ahora se encontraba apuntando el cinturón de cuero, alrededor de la cadera de Kuroro.


Las palabras se ahogaron en la garganta del menor, su rostro ya ruborizado empezó a palidecer. Sin saber cómo más reaccionar dijo: --Yo…-- y solo hasta ahí llegó.


--Sí.


La hebilla del cinturón empezó a ser manipulada y en pocos segundos cayó piso, la tela oscura empezó a ceder y la temperatura bajo esta era incontrolable. Las temblorosas manos de Kurapika improvisaban ante tal situación, teniendo cuidado de no tocarlo tan íntimamente, desabrochó el botón y bajó el pequeño cierre de la bragueta. Acciones que parecieron durar una eternidad, eran un deleite para Kuroro.


El pantalón también descendió al piso.


No hacía falta más instrucciones, Kurapika sabía que también se tendría que encargar de aquella ropa interior que aprisionaba la entrepierna ya despierta de Kuroro.


Entones llevó sus manos al elástico, cerca de su piel, pero no pudo continuar, Kuroro le detuvo caminando unos pasos hacia atrás. Ambos volvieron a mirarse en busca de respuestas. Pero lo que vio Kurapika casi hace que se desmaye. Aquel galante joven de cabello negro se encontraba sonriendo de manera lasciva y señalando su boca a manera de instrucción.


Y si, entendió a la perfección.


 


No supo cuánto tiempo pasó desde que inició su extraña noche y mucho menos que sería de su jefe, que seguramente estaría inmensamente preocupado, buscándolo. No tenía otra opción.


Si se daba prisa, estaría libre pronto y se reuniría con él. Después de aquello, definitivamente no volvería a fingir ser una chica.


Eso era un hecho.


Kuroro acarició la rubia cabellera y la acercó suavemente a su entrepierna, bajo su tacto percibía nerviosismo así como timidez o quizá hasta miedo. Cada aspecto le encantaba pero lastimosamente no tenía tiempo para seguir admirándolo.  Impúdico y triunfal, observó como Kurapika tomaba el elástico de su ropa interior con los dientes y jalaba en un primer intento por complacerlo.


El aliento contra su piel se sentía fantástico.


Sin hablar lo alentó y así fue como se liberó de su última prenda, dejando al descubierto su miembro viril, despierto y ansioso.


Kurapika volvió a mirarlo, aun de rodillas.


La misma instrucción volvió a repetirse, solo que esta vez en realidad asustó al menor. Creando un nuevo espacio de silencio y profunda tensión.


Hasta qué…


--Con permiso, servicio a la habitación. – El fino llamado de la inoportuna mujer se presentó atrás de la puerta.


¡Qué molesto! Si, fue lo primero que pensó.


Kuroro se pronunció con rapidez. Lo que estaba a punto de pasar lo tenía sin cuidado.


--Gracias, puede dejarlo afue…-- le resultó imposible continuar, en aquel preciso momento Kurapika decidió que también se vengaría por la vergüenza anterior. De la misma manera tramposa y pervertida. Llevó su lengua a la entrepierna de Kuroro, palpando la punta así como acariciándolo de arriba a abajo. Fue tan repentino, que incluso tuvieron que retroceder unos pasos, solo llegando hasta donde la pared les permitía.


--Que tenga una buena noche… -- la mujer se alejó sin siquiera pedir una firma por el encargo.


Ahora estaban a mano… o al menos un poco.


La piel de Kuroro empezó a empaparse de sudor por el aumento de temperatura, su rostro, manos, torso y mucho más abajo.


Si, justo ahí.


Kurapika no dejaba de masturbarlo así como saborearlo. Con inexpertos movimientos, pero no por ello dejaba de ser excitante ¿Hace cuánto que ambos se entregaron al frenesí completamente? Kuroro, por su parte se limitó a enredar sus dedos en el cabello dorado y alentarle a ir más allá. Casi podía jurar que estaba en el cielo, no le faltaba mucho y la noche era muy joven.


--Kurapika…-- lo llamó entre suspiros y lo apartó lo suficiente para mirarlo. La vista desde aquel ángulo le hizo perder el control. Perdido entre aquel océano de placer, olvidó lo que iba a decir y dejó que su cuerpo hablara por él. Con demasiada prisa lo tomó en sus brazos y lo llevó nuevamente a la cama, sin el mismo cuidado que la anterior vez, lo dejó caer de manera tosca.


Tampoco esperó a que Kurapika se incorporara.


Las fuertes ansias de finalmente terminar, le hicieron actuar como jamás se imaginó.


--¿Kuroro?—con asombró y desconfianza, Kurapika lo llamó pero no recibió ninguna respuesta. No hizo nada, sino hasta el momento en que, el hombre de ojos negros se subió a la cama con un único propósito.


Rápido y sin cuidado, tomó las piernas blancas de Kurapika y las abrió para acomodarse entre ellas. Haciendo caso omiso a las quejas y mucho menos a los forcejeos.


--Oye ¡¿qué estás haciendo?!—esta vez ya alzando la voz, volvió  a ser ignorado. Sabía cuáles eran las intenciones de Kuroro pero jamás se imaginó que llegaría a ser tan atemorizante. Lo empujó repetidas veces, incluso su tierno rostro ruborizado empezó a palidecer por lo que le esperaba.


En la mesa continua donde estaban las tijeras y el frasco vacío, también había una botella de lubricante, el cual no utilizaron.


Entró.


Y eran ya las tres de la madrugada e indudablemente otros huéspedes del enorme hotel talvez despertaron por el grito de Kurapika.


Kuroro no dijo nada, con los ojos cerrados se entregó totalmente al placer sin una pizca de razón.


Las sábanas volvieron a teñirse de rojo y además de las lágrimas del menor.


--¡Basta!—demandó ya sin fuerzas. Y fue cuando las embestidas comenzaron sin piedad alguna, en medio de gemidos de dolor.


Cuan inefable era tenerlo solo para él, que tan hermoso y prohibido era para quererlo tanto. Cuanto más le podía brindar para tener que olvidarse del resto y que tan estúpido había sido para no ver lo que en realidad estaba causando.


Un fuerte y desesperado puño aterrizó en la mejilla de Kuroro, apartándolo  finalmente.


Abrió los ojos y fue la primera vez en toda su exitosa carrera que pudo sentirse derrotado. Ni todos los millones que poseía le devolverían en el tiempo, y le situarían justo antes de que decidiera perder el control y actuar irresponsablemente.


Su oscura mirada se nubló a causa de su propia consciencia.


Kuroro se mantuvo inmóvil en el piso de la habitación y Kurapika, él se encontraba entre las sábanas totalmente manchadas sollozando amargamente.

Notas finales:

Los amo mucho ♥


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).