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EL CASO JOHN H. WATSON por Rikkathum

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Notas del capitulo:

Hello!!

aqui les tengo el capitulo 6, espero que les guste.

muchas gracias a Tsugumi por comentar.

CAPITULO 6.- EL JUEGO COMIENZA, BAILE DE GUERRA

Sherlock se acercó un poco sin dejar de ver esos ojos de extraño color azul - Hamish.

- Y al fin estamos frente a frente Sherlock Holmes – Hamish sonrió y le miro desde sus cabellos azabaches hasta su lustrosos zapatos - no cabe duda que los trajes a medida en un cuerpo de infarto como el tuyo son maravillosos - Sherlock no se esperaba ese comentario y lo hizo ver con sus ojos que se abrieron más de lo normal y de nuevo un ligero sonrojo se presentó, el rubio no pudo evitarlo, al sentir que Johnny ya era completamente parte de ellos la picardía y la coquetería se instalaron por si solas en su mente - ¿y yo? – Hamish se dio la vuelta completamente extendiendo sus brazos, mostrándose ante el detective - ¿cómo me veo?

- Ah… nada mal – el rubio sonrió, camino hasta el más alto, invadió casi todo el espacio personal de Sherlock , este lo miro extrañado pero no se alejó, pensaba que lo que hacía era intentar intimidarlo – John te ha dejado a cargo, era lógico, después de todo fuiste tú quien trato con ella.

- No lo hice yo al cien por ciento, pero si, esta parte de nosotros a la que llamamos Hamish es la que convivio con esa mujer, nunca dejamos que nos conociera de verdad, la corazonada sobre que ella no era una buena persona nunca nos dejó y pensó que lo mejor era mantenerse alerta, es donde yo entre en el juego.

- ¿Qué crees que pase esta noche?, cuando ella te vea – Sherlock pregunto, mirándole a los ojos, era extraño, conocía en parte a la persona que estaba frente del como a la vez no lo hacía, pero no se sentía incomodo con su cercanía, después de todo seguía siendo John, solo que eran esas partes que el doctor casi nunca mostraba, se preguntaba porque había ocultado muchos factores de su personalidad.

- Pues si te soy sincero, no tengo idea, ¿no es divertido? – sonrió provocando la sonrisa del otro solo que de forma más tenue, era una de las cosas que le habían llamado la atención a Sherlock al conocer a John, el interés que mostro al seguirlo a los caso, lo parecidos que eran y a la vez tan diferentes, la adicción a la adrenalina del más bajo era lo que había provocado que se acoplaran, la templanza y paciencia el que no saliera huyendo de su vida al conocerlo, ese hombre era tan paradójico – tal vez podremos encontrar que es lo que no cuadra de todo esto.

- Te refieres del porque se esperaron hasta ahora para deshacerse de los cuerpos de los niños y que fuera aquí en Londres.

- Así es, esto es una trampa.

- La pregunta es ¿para quién?

- Chicos es hora de irnos…

 

Lestrad subió a decirles que el vehículo de Mycroft había llegado a recogerlos, pero nunca se espera encontrar a esos tan juntos, no se tocaban, pero se miraban directamente a los ojos, sus cuerpos muy cerca y sonriéndose, era como si intentaran seducirse, en cuanto a Sherlock, sabía que si lo estaba haciendo era inconscientemente, en cuanto a John, cuando vio sus ojos se percató de que algo había cambiado, por como Mycroft le había descrito el problema de John y el cómo este había nombrado a sus personalidades, podía apostar que era Hamish, por lo que podría decir que este si sabía lo que hacía.

- Espero no interrumpir pero es hora de irnos.

-  … - el rubio se acercó no tanto como lo hizo con Sherlock pero lo escudriño igual - es increíble que Mycroft conozca nuestras medidas.

- Es un acosador – comento Sherlock.

- Eso podríamos decirlo en mi caso, en el tuyo es más probable que lo sepa porque eres su hermano, y en cuanto a ti – dirigiéndose a Lestrad – por la tensión sexual que se crea cuando están juntos, no me extrañaría que sepa mucho más que tus medidas Greg.

Sherlock sonrió más abiertamente ante la deducción acertada del rubio y la cara de sorpresa con un sonrojo bastante notorio del inspector, este carraspeo y se recompuso lo más rápido que pudo – bueno, estoy seguro que a partir de la pasada noche y hoy en la mañana Sherlock ya conoce también tus medidas, después de todo dormiste muy bien entre sus brazos.

Después de eso se retiró recordándoles que debían apurarse, John estaba sorprendido por lo que dijo sobre dormir entre los brazos de Sherlock, el cual había empezado a balbucear explicaciones  del porque lo había hecho.

- Gracias – Sherlock dejo de tratar de dar una explicación lógica del porque había decidido dormir con él y lo miro directo a los ojos – no sé qué te llevo a hacerlo, pero te juro que te lo agradezco infinitamente, no tengo memoria de la última vez que dormí como si estuviera en cielo, gracias de verdad.

- De… de nada – cuando se ponía nervioso al ser descubierto por actuar más humano de lo que regularmente se permitía, balbuceaba explicaciones según el lógicas, pero la verdad es que al subir a John a su recamara para que descansara y después de presenciar una de sus pesadillas pensó que lo mejor era vigilarlo, le había quitado la bata y la camisa, dejándolo en playera interior de manga larga, se preguntaba si no tenía calor con ellas, después se deshizo de los zapatos y calcetines, se sentó a un lado de donde estaba acostado John, el cual empezó a moverse inquieto, estaba entrando a una pesadilla de nuevo, por lo que tenía dos opciones, una lo despertaba arriesgándose a que ya no pudiera volver a dormir lo cual no era bueno para su salud, o tranquilizarlo en sueños para que pudiera continuar descansando, opto por la segunda opción, se quitó el abrigo, el saco y los zapatos, se acostó a su lado, lo atrajo a su cuerpo, lo acomodo descansando la cabeza de John en su pecho, este se abrazó a su cuerpo como si su vida dependiera de ello, Sherlock acariciaba sus rubios cabellos con una mano, con la otra el brazo y costado de John mientras le susurraba palabras consuelo y confort, poco a poco John se relajó y durmió tranquilamente, no quiso dejarlo, además ahora dependía de Mycroft si podía convencer a sus superiores de empezar a investigar a esa científica, aunque realmente, si pudiera hacer algo lo dejaría pasar, para él era más importante John - es hora de irnos - dijo interrumpiendo sus pensamientos, aun no estaba listo para eso y no era el momento.

 Hamish lo miro salir, Sherlock era la esperanza de vida de todo lo que John es, tenía una corazonada de que los sentimientos de John eran más que correspondidos pero que los miedos de ambos impedían actuar como deseaban, solo esperaba que al final, con sus altas y bajas, consiguieran expresarlos y lograran estar juntos, suspiro, estaba listo para lo que se aproximaba, bajo donde los otros lo esperaban, noto que Mycroft lo miraba incomodo al parecer Lestrad le había dicho que ahora tratarían con él, con Hamish, esta noche sería muy divertida.

Camino a la fiesta los cuatro iban muy silenciosos, pero Lestrad estaba muy tentado a romper el silencio, había una duda que no dejaba de recorrer su mente desde que John había contado su historia - Greg si no me preguntas utilizando el habla, por más que lo intente no poder leerte la mente, no tengo ese súper poder, ese es don de los Holmes.

- Lo siento – no se había dado cuenta de que se había quedado mirando directamente al rubio – es solo que, porque, al regresar de la guerra no trabajaste en Barts.

- Porque la persona que regreso de la guerra era una bastante traumatizada, con una cogerá psicosomática y un temblor intermitente en su mano izquierda, una persona así no podía ser cirujano, ni siquiera un médico general decente.

- Pero te recuperaste… digo.

- Si, pero mis intereses eran más divertidos, riesgosos, frustrantes y asombrosos que requerían mas de mi tiempo de lo que trabajar en Barts hubiera permitido – todos sonrieron captando que se refería a Sherlock, el cual ante sus palabras sintió aquellas reacciones químicas que toda su vida reprimió y de las cuales había empezado a perder el control desde que John entro a su vida – Y dime Mycroft, ¿cómo nos colaremos en la fiesta?

- … - eso tomo por sorpresa a todos, sobre todo al nombrado – si fueras tan amable de explícame a que te refieres.

-  Bueno, es una fiesta privada, lo que significa que necesitamos invitación, no dudo que tal vez tú consiguieras una pero dudo que nos consiguieras a nosotros.

- De hecho ni siquiera yo conseguí – dijo algo frustrado Mycroft – resulta que como eh estado pidiendo que se habrá una investigación en contra de esta persona, como ustedes sabrán,  mis superiores no quieren que cometa una imprudencia, pero espero que mi buen nombre logre abrirnos paso o… - miro a Lestrad de reojo pero inmediatamente regreso su atención a Hamish – tengo una persona que nos puede ayudar a entrar.

- ¿De quién se trata? – pregunto Sherlock, el cual noto que su hermano no estaba muy feliz de que se lo preguntara, notando que volvía a mirar de reojo a Lestrad, quien no había volteado a ver a Mycroft.

- Lady Smallwood - Ante la mención de ese nombre solo hubo una mínima reacción en Lestrad pero no volteo a ver a Mycroft.

Sherlock no comento más nada, pero recibió un mensaje en su celular - "más que tención sexual" - JW. – muy apenas contuvo la mueca de sonrisa que hizo y miro a su amigo rubio, el cual le regresaba la mirada con una sonrisa pícara, los dos habían llegado a la conclusión de que Lestrad y Mycroft tenían algo de historia, tal vez algo parecido a una relación, pero lo habían estado ocultando bastante bien, aunque claro no era como si fuera de interés de Sherlock, pero podía deducir que Lady Smallwood era un tabú entre los dos.

- Hemos llegado – anuncio el chofer

 Los cuatro bajaron del automóvil, Mycroft intento que los dejaran entrar haciendo gala de quien era, pero sin invitación no les iban a dejar entrar, estuvo a punto de hablarle a Lady Smallwood, pero entonces un hombre alto, de cabello castaño, ojos verdes y de complexión ejercitada se puso a un lado del de la entrada - ¿qué pasa? - inmediatamente lo reconocieron, ese hombre también aparecía en las fotos que habían conseguido de la científica, era uno de sus ayudantes.

- Le explicaba al caballero Mycroft Hol… - empezaba a decir el encargado de la entrada, pero fue interrumpido.

- De verdad Richard, ¿desde cuándo se maneja de manera tan exclusiva? – Hamish se abrió camino de entre los tres hombres altos, quedando enfrente – tú crees que yo sea de suficiente interés como para que me deje entrar sin invitación.

- Hamish – había sorpresa en su rostro, tenía tiempo que no veía ese rubio y se veía igual que en antaño – no, de hecho, eres sumamente de su interés, adelante – iba a quitar la cadena para que pasaran pero Hamish volvió a hablar.

- Solo que no vengo solo – Richard miro a sus compañeros y luego al rubio – te presento, él es el inspector Lestrad de Scotland Yard, estos dos, Mycroft y Sherlock Holmes.

- ¿Holmes? - el castaño retiro la cadena y los invito a pasar – supe que también son de interés.

- ¿Porque? - pregunto Hamish.

- Creo que lo sabrás muy pronto, acompáñenme.

- John - le llamo Sherlock - la trampa era para nosotros.

- Si, al parecer, ahora la pregunta es el porqué, vamos.

 

Los cuatro siguieron a Richard hasta el salón principal, era enorme y había una pista central de baile, el castaño los guio hasta una mesa donde los invito a sentarse, antes de retirarse este se acercó a Hamish y le susurro algo para después ir directo hacia una rubia de vestido negro que hablaba con un grupo de personas – sentémonos caballeros, al parecer nuestra anfitriona viene hacia nosotros – comento Mycroft sentándose seguido de los demás, no era una mesa grande, de hecho era para exactamente cinco personas, cuyo quinto lugar fue ocupado por la rubia, pulcramente peinada con su cabello suelto hasta los hombros, vestido negro con poco escote pero que le quedaba perfecto a su cuerpo esbelto y alto, que hacia juego con esos ojos aparentemente rojos, miro a todos los de la mesa y concentro su atención al rubio sentado a su lado.

- Hamish Watson, este sí que es un verdadero placer, aunque debo admitir que ya te esperaba – sonrió mostrando una dentadura blanca adornada de unos  labios carmín.

- Marianne Metzger o es Marianne Eckert, debo decir que te queda mejor el primero.

- Si, a mí también me gusta más, pero por cuestiones de la vida que tú y yo conocemos no pude seguir siendo Metzger, aunque en esencia sigo siéndolo, ¿no te parece?

- Así que admite haber fingido su muerte – dijo Lestrad.

- Nada que su grupo social no haga inspector Lestrad – sonrió mirando de reojo a Sherlock y después regreso su atención al rubio – espero que no piensen que no tome mis medidas para prevenir confesiones forzadas – ante esas palabras Sherlock miro debajo de la misa y después arriba de ellos, ni siquiera un cuarto micrófono podría ayudarles esta vez – aprecio la tecnología y uso uno que otro juguete – debajo de la mesa había un artefacto que no podía identificar del todo pero la extraña antena arriba de ellos, empotrada al techo, interferían señales de cualquier tipo y hacia inútiles las grabadoras por lo mismo.

- No has cambiado nada - ambos rubios no dejaban de mirarse directo a los ojos - ni siquiera en tus métodos para torturar niños.

- Oh! Yo no los torturo Hamish, les doy una verdadera utilidad desde jóvenes.

- No son objetos que necesiten tener utilidad.

- No seas cursi, claro que todos tenemos utilidad, todos nacemos por algo, esos niños nacieron para ser de mi utilidad en mis investigaciones, no seas tan sensible, pero dejemos esto un momento, la verdad es que aún no quiero entrar en materia, quiero saber cómo has estado, ¿qué tal tu vida después de mí?

- Maravillosa.

- Lo dudo, supe que a diferencia de mi fingida muerte, con la de otra personita que tenemos a un lado, caíste hondo, en un mundo de sangre y dolor.

- Desde entonces vigilas a… a Hamish – comento Sherlock, por poco lo llamaba John.

- Claro, de hecho era mi oportunidad perfecta para que volviera a ser de mi propiedad, pero estaba bastante bien vigilado, muy vigilado diría yo – dijo mirando al mayor de los Holmes – lo que me molesta es que actuaras tan tarde, ahora su cuerpo está marcado, tan apetitoso y terso que era, aunque supongo que unas cuantas cicatrices lo pueden hacer sexy, deberemos recordar viejos tiempos para saberlo.

- No es algo que me gustaría repetir.

- Pero si nos la pasábamos mejor que bien.

 Sherlock intento seguir la conversación, lo que podía entender entre líneas es que ante su fingida muerte le había dado una oportunidad a esa mujer de acercarse a John, pero no lo suficiente para llevárselo ya que Mycroft tenía una fuerte vigilancia hacia el rubio, pero a pesar de dicha vigilancia no había podido evitar que su cuerpo se lastimara provocando más cicatrices que con las que había regresado de la guerra, eso era algo que no sabía y ante la vestimenta de John nunca se dio cuenta, claro, mangas largas en sus camisas interiores, nunca andaba de short y había dejado de andar en ropa interior con su bata después de bañarse como antes de que fingiera su muerte, la pregunta es quien lo había lastimado y porque su hermano no actuó mas rápido, ya lo vería más tarde con él, por ahora se concentraría en la otra parte que entendió y que no le gusto, John y esa mujer habían tenido relaciones sexuales.

- Tal vez tú.

- No, de hecho si no hubieras descubierto mis planes estoy segura de que habríamos tenido una relación a largo plazo, te aburrías fácilmente de las mujeres, pero yo era lo suficientemente lista para tenerte interesado, aunque bueno, en un momento llegue a pensar que eras gay, ya que al estar rodeado de mujeres bellas que querían tu atención y llevarte a la cama no parecía hacerte tener interés en alguna, solo al parecer cuando tenías la necesidad de desfogarte, pensé que las mujeres realmente no te interesaban y que eso te hacia malo en la cama ya que no repetías, aunque me hiciste ver mi error con creces, eres realmente bueno en la cama.

- Con buena estimulación cualquier cuerpo reacciona, no necesita gustarte, con que sepan donde tocar es suficiente – lo había dicho de una forma tan mecánica y vacía que hizo estremecer al menor de los Holmes, ese no era su amigo, su amigo era un romántico empedernido.

- ¿Y yo sabía tocar? - pregunto con una sonrisa pícara la mujer.

- No negare que no lo hacías nada mal.

- Creo que este no es el momento de tratar un tema tan privado, por lo menos yo no lo haría con gente escuchado – comento Mycroft hastiado de dicha plática.

- Vamos, solo estamos recordando viejos tiempos, los hermanos Holmes no deberían sentirse mal por no ser siempre el centro de atención, ya lo serán a su debido tiempo – volvió a poner su atención en Hamish – dime, ¿cuál fue la versión oficial de lo sucedido en ese centro de concentración?

- Que fuimos atacados por afganos y que moriste en el incendio, fuiste recordada con honores al igual que unos de tus seguidores, nosotros fuimos reasignados a otros hospitales y regresamos a casa como héroes de guerra.

- Que conmovedor, me imagino que está muy alejado de la verdad.

- Fue la historia oficial, tú sabes la real.

- ¿Porque no se las cuentas a tus amigos?, tenemos bastante tiempo, mi discurso es hasta el final de la velada – dijo recargándose en el asiento.

- Ya nos contó que alguien quemo el Laboratorio – comento Lestrad.

- Lo que no nos comentó, fue quien – esta vez hablo Sherlock mirando directamente al rubio.

 Hamish sonrió de forma que no pudieron definir, les supo entre amarga y culpable – fui yo.

- Me lo imagine, la pregunta es ¿porque? – de nueva cuenta pregunto y Hamish se movió incomodo en la silla, a pesar de ser la personalidad más fuerte de John, los actos cometidos en ese lugar lo incomodaban, había caído bajo por conseguir la verdad y a pesar de que no había opciones, había matado a más de diez personas en ese lugar, entre ellas a seis niños.

- Porque después de que descubrí la verdad sobre lo que hacía y ver que mi general no haría nada ya que estaba en contubernio con ella tomamos medidas drásticas.

- ¿Tomamos?, ¿creí que habías dicho que el general iba a encargarse? – pregunto Lestrad, no entendía porque John no les había dicho la verdad.

- Claro que el iba a encargarse, pero de ellos – dijo la mujer sonriendo – se refiere a los doctores ajenos al programa Pandora que fueron asignados al laboratorio como John.

- Así se llamaba el programa instalado en el Laboratorio, los otros doctores y yo, al descubrir de que se trataba después de esos años, fuimos a hablar con el General, realmente no fue una gran sorpresa que este lo supiera y respaldara la operación, algo como eso no podía mantenerse en secreto tanto año si no estuvieran protegidos por una autoridad mayor, éramos tres doctores los integrados a Pandora, al saber que no pasaría nada y que solo habíamos logrado convertirnos en objetivos para que la verdad no saliera a la luz decidimos actuar.

- Decidiste quemar el laboratorio, así se perdería toda investigación que se realizara en él, si no había nada de información, nadie podría continuar nunca con el programa, pero sacrificaste la vida de los niños.

- No es del todo cierto Sherlock Holmes, el no sacrifico a nadie, los niños ya estaban desahuciados, no había forma de salvarlos, y no crean que es inhumano, antes de hacer nada le saco análisis a los niños para cerciorarse de ello, no podía arriesgarse a que los niños realmente estuvieran sanos, ustedes conocen su moral, y tampoco los hizo sufrir en los brazos del fuego, los otros doctores se encargaron de que no sufrieran, los niños habían muerto de forma pacífica para cuando el incendio había empezado – dijo la mujer, haciendo ver que estaba completamente enterada de la situación.

- Los otros dos doctores me dijeron que estabas en el laboratorio, yo ya había preparado todo y lo deje actuar, para cuando el incendio termino había doce  cadáveres, seis de niños, cinco de tus seguidores y tú, pero al parecer aprovechaste para desaparecer por años.

- Bueno, el general era el único que sabía de mis andanzas, cuando supimos que un oficial mayor iría a supervisar, se nos vino el tiempo en contra, el laboratorio era realmente clandestino, así que aprovechamos la oportunidad que nos brindaste.

- Es por eso que el general no se deshizo de ustedes tres - comento Sherlock - porque un oficial mayor llego al siguiente día del incendio y al enterarse decidió cubrirlo, ordenándoles a ustedes que lo olvidaran y se aprendieran esa historia de honor y valentía.

- Casi correcto - dijo la mujer.

- El general nos echó la culpa a nosotros, hizo pensar al oficial mayor que nosotros lo habíamos sabido siempre y éramos cómplices,  por lo que nos mandaron directamente al frente como castigo, si moríamos era como haber sido ejecutados por nuestros crímenes, si sobrevivíamos seriamos mandados a casa sin honor ni medallas, a diferencia de los otros doctores yo tuve suerte, me toco estar bajo el mando de James Sholto, el me salvo la vida.

 El menor de los Holmes entendía ahora el aprecio que John le tenía a ese hombre, al parecer ese hombre no había juzgado a primera mano a John y lo había cuidado lo más que pudo hasta mandarlo por lo menos vivo a casa, y ahora entendía porque también nunca vio ninguna medalla entre las cosas de John, el precio que pago podría considerarse menor si realmente hubiera logrado detenerla - detalles más, detalles menos, pero así fue como concluyo mi etapa de vida como Metzger -dijo la mujer.

- ¿Ahora podemos entrar a lo que de verdad importa? – Pregunto Hamish - ¿porque ahora después de tantos años?

- Me sorprende que lo preguntes, tú sabes porque, además me la pase muy bien contigo, era obvio que quería un reencuentro y tener la posesión de ti.

- Creo que estas mal interpretando, creí que había quedado claro porque me empece a meter contigo, quería información de lo que estabas haciendo, sabia de tu interés por mí y lo utilice, eso no significo que fui tuyo de alguna forma.

- Y dices que las personas no se utilizan, que contradictorio - Hamish sonrió pillado y se encogió de hombros - yo tampoco dije que te volvería a hacer mío, dije que serás mío.

- Así que por eso escogiste a Londres para desacerté de los cuerpos, por eso esperaste con esos cuerpos tanto tiempo.

- Sabia que les llamaría la atención y así mataba dos pájaros de un solo tiro.

-  A mí y a los Holmes.

-  A ti y a los Holmes, no lo podías haber dicho mejor.

- Quisiera preguntar si no les molesta, ¿cuál es el interés en nosotros? – pregunto ahora Mycroft.

- Fines científicos realmente - sonrió mirando a Mycroft - son muy brillantes, sus dones de deducción son interesantes y quiero estudiar más que nada su cerebro, no se preocupen, los tratare bien.

- ¿Qué le hace pensar que le permitiremos hacer eso? - pregunto Sherlock.

- Es que no estoy pidiendo permiso, cuando quiero algo simplemente lo tomo, así como si quisiera que la prensa se enterara de los cuerpos encontrados en mi fabrica ya lo hubiera hecho como lo hice con la policía.

-  Tú diste el chivatazo - afirmo Hamish.

- Claro, quien más sino, después de todos estos años que tengo trabajando era obvio que tengo bastante experiencia para deshacerme de cuerpos, no cometo errores, y como veras tengo una gran influencia política, si quisiera que los fisgones desaparecieran por toda una tarde simplemente lo pediría al gobierno del lugar donde estoy.

- Les estas vendiendo mentiras.

- Shhhh, ellos no lo saben !oh¡ - la música comenzó a sonar, algunos empezaron a bailar, la rubia tomo la mano Hamish y se puso de pie - sigamos platicando mientras bailamos, tú me lo prometiste hace tiempo.

- Seria un poco ridículo, después de todo no soy tan alto como tú.

- Nimiedades, anda, y te contare algo bueno.

Hamish miro a Sherlock y luego a los demás, se puso de pie y aun tomados de la mano se encaminaron a la gran pista de baile, mientras eso pasaba Mycroft hablo - has entendido la gravedad de este asunto, cierto Sherlock.

- No te preocupes, no creo que a alguien realmente le interese tu cerebro.

- Yo creo que ella hablaba en serio, pero no es a lo que me refiero.

- Si, armas biológicas.

- ¿Qué?, ¿a qué se refieren con armas biológicas?

- La clave está en Pandora Gregory, la caja de pandora contenía la desgracia de la humanidad, enfermedades, plagas, realmente todos los males del mundo - le explico Mycroft.

- El que el proyecto que mencionaron se llame Pandora y que ella sea una científica genetista no es una casualidad, la cuestión es que ella lo está vendiendo como cura, salvación, futuro - prosiguió Sherlock.

- Y como todo humano que comete errores, cometeremos el mismo error que Pandora, abrir la caja, por simple curiosidad, ver si realmente es la grandeza que nos prometieron - continuo Mycroft.

- John sabe exactamente de qué se trataba y al pensar que los altos mandos estaban de acuerdo con ello pensó que lo mejor era destruir la caja antes de que alguien la abriera, sacrificándolo todo por un bien mayor.

- ¿Cómo sabes eso?

- Porque si realmente fuera lo que prometió, si realmente habláramos de curas, los descubrimientos que hizo esa mujer serian importantes y por más que se obtuvieron de forma vil podrían ayudar a la humanidad, el buen doctor a pesar de todo también es un hombre de ciencia.

- Pero debió ser algo muy malo para que John decidiera destruirlo todo, sin importar lo que pasara con ellos, lo demás deduzco que por la profesión de esta mujer, hablamos de armas biológicas.

- Armas que si las obtenemos nos destruirán - concluyo Mycroft.

- Por Dios… - exclamo Lestrad, si eso era verdad, muchos gobiernos del mundo se estaban poniendo la soga al cuello - pues será mejor que hagamos hasta lo imposible por evitar que eso pase, mientras evitamos que los mate, porque considerando los hombres que tiene de seguridad estoy convencido que no son simples escoltas.

- Buena observación Gregory, parece ser hombres entrenados.

- Sera mejor largarnos de aquí, nos hemos puestos en la boca del lobo - comento Sherlock sin dejar de ver a su rubio amigo bailando con esa mujer, la cual parecía disfrutar de la cercanía de su amigo.

 Siempre desde que conoció al médico soldado le fascino, su personalidad entre lo agradable y lo desolado la hacía tener curiosidad, no era un genio pero no era un idiota, su forma de pensar y ver la vida le gustaba, sobre todo porque tampoco mostraba todo lo que en su interior había, podía ver la tormenta en esos ojos azules – me encanta volver a tenerte cerca de mí.

- No te emociones no será por mucho tiempo, y ni creas que permitiré que le toques un solo cabello Mycroft y Sherlock.

- Sé que eres un digno contrincante Hamish, por eso sé que tú eres el que tiene mi carpeta.

- ¿Qué te hace pensarlo?

- La sonrisa burlona que estas poniendo, sé que tú tienes mis apuntes más importantes y ahora más que nunca los necesito, el juego a comenzado y necesito mis armas para salir triunfante.

- Esta muy equivocada si piensas que te las daré, sé que es lo único que ha evitado hasta el momento de que destruyas a muchos países.

- Uhm, y ¿qué te hace pensar a ti que quiero solo a esos dos Holmes?

 Hamish dejo de bailar y encaro a la mujer, esta no había dejado de sonreír en toda la velada - Eurus.

- Todos los Holmes son de mi interés, no miento que es con fines científicos, personas como ellos deben ser estudiados, ¿no te parece?

-  No te lo permitiré.

- Sera interesante ver como lo evitas mientras tu no caes en el proceso, te lo dije, tú serás mío.

- ¿Porque la obsesión conmigo?

- Porque también te encuentro fascinante y estando a tu lado la pase muy bien, no miento en ello, además si no logro mi cometido serás mi premio de consolación.

- No soy lo que crees.

- El estar mucho tiempo con Sherlock Holmes te hizo infravalorarte, tú y yo sabemos que eres más de lo que quieres aceptar y por ocultarlo para pasar desapercibido has puesto en un pedestal ese listillo imbécil mientras te minimizabas a ti mismo.

- Hace años puede ser que fuera lo que dices, pero ahora soy distinto.

- Mas herido que cuando llegaste del ejército, pero sigues siendo tú – el rubio beso la mejilla de Hamish, el cual no se movió ni un ápice y sin dejar de verla.

- No lograras tu objetivo.

- Yo ya logre mi objetivo, solo es cuestión de tiempo que sea todo mío, por cierto, que linda niña la que tienes, dale un beso de mi parte.

Marianne le dio la espalda y camino hacia un hombre que Hamish conocía, otros de los seguidores de esa mujer, uno muy peligroso, Thomas Loor, sin más se dirigió a la salida, los demás al ver eso trataron de seguirlo pero entre la gente se escabullo, para cuando salieron del gran salón John ya iba hacia rumbo desconocido en un taxi, miraba por la ventana cuando tomo la decisión de marcar un teléfono antiguamente conocido, cuando le contestaron sonrió.

- Viejo, lamento molestarte, pero necesito un favor, ¿conoces una prisión llamada Sherriford?

 

Notas finales:

a lo mejor me tardo un poco en actualzar porque apartir de aqui ya tengo que escribir lo demas capitulos que me faltan, probablemente sean otros seis, aun no decido, espero les guste, nos vemos en el que sigue.

 

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