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Chico Problema por Ahiezer

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Nunca es demasiado tarde para ser quienes queremos ser. No hay límite en el tiempo, puedes empezar cuando quieras. Puedes cambiar o seguir siendo el mismo. No hay reglas para tal cosa. Podemos aprovechar oportunidades o echar todo a perder. Vivir una vida de la que te sientas orgulloso. Y si te das cuenta de que no es así, espero que tengas el valor de empezar de cero.

Benjamín Button.

—x—x—x—

— ¿Has ido a ver a la víctima? —cuestionó Erwin, seriamente. El rubio se veía preocupado y muy, muy serio.

 —No, vine tan pronto escuché el llamado—respondió Levi.

Erwin suspiró—Es malo, Levi. Kyklo es nuestro hombre.

Levi iba a preguntar a qué se refería, pero no fue necesario. Él entendió. Ese era el chico el cual había conseguido al abogado dispuesto a tratar los casos contra Reiss. Si el chico moría, el caso estaba perdido.

—…Mierda.

Kyklo Munsell era aquel hombre misterioso del cual Erwin no dejaba de hablar. Kyklo era el chico atacado en los baños. Un chico de 22 años declarado culpable de robo, condenado a 6 años de cárcel y hasta ahora cumplido cuatro de ellos. Un pobre infeliz que llevaba la esperanza de un montón de reclusos inocentes y todo porque había encontrado un abogado lo suficientemente preparado y atrevido para intentar reabrir su caso. 

A pesar de todas las interrogaciones que se hicieron a los posibles sospechosos, nadie dio respuestas. Nadie sabía nada, todos se estaban cubriendo y todos afirmaban su coartada. Incluso Pechstein y Hoffman fueron defendidos por los reclusos. Y qué decir de Xavi, aquel imbécil estaba en lavandería cuando ocurrió todo el suceso.

Levi podría decir con seguridad quien fue, era evidente que Xavi había planeado algo y que muy posiblemente Pechstein y Hoffman habían sido los perpetradores. Pero Erwin le dijo que no había pruebas, y que no se podía demostrar nada.

La justicia era ciega y estúpida en opinión de Levi.

Erwin ya no encontró motivos de seguir ahí al no haber respuestas, tendrían que esperar a que el chico despertara y señalara a los culpables. Por lo tanto, se dirigieron a enfermería.  Antes de salir, Levi miró por última vez a los posibles sospechosos.

Fue Xavi el único que se atrevió a mirarlo a los ojos. Luciendo arrogante y con su falsa sonrisa. Ese bastardo siempre decía que ese chico era su maldito juguete y mataría a quien se le acercara. Y no se veía ni triste ni devastado, parecía feliz, casi emocionado. Levi no sabía que estaba planeando, pero estaba seguro de que no dejaría que se le cumpliera. 

Cuando entraron a enfermería y si Levi no supiera de antemano que era el recluso Kyklo el que estaba ahí, podría haber jurado que era el mocoso en esa camilla; completamente golpeado, vendado y medio ensangrentado. Ambos chicos tenían casi una complexión similar, ambos eran delgados, con un cabello castaño y alborotado. Sin embargo, cuanto más se acercó notó las diferencias; éste tenía el cabello mucho más claro, casi rojizo y puntiagudo.

Entendió porque Xavi había mostrado interés en Eren.

— ¿Buenas noticias? —cuestionó Erwin a Hange, haciendo que Levi saliera de sus pensamientos.

Hange y su asistente estaban limpiando y vendando las heridas restantes. El chico estaba conectado a tubos y a un respirador. Se veía terriblemente pálido y azulado, casi como un muerto. A pesar de la mayoría de los vendajes, se podían notar un montón de cicatrices, algunas más viejas que recientes, pero eran muchas. Las más destacables eran la que tenía sobre su ojo derecho, una por debajo de su mejilla izquierda y sobre su nariz en una línea horizontal.

Por lo que sabía, la mayoría habían sido causadas por Xavi.

—Sí hacemos que pase las 24 horas, estará fuera de peligro— respondió Hange, seriamente, sin ninguna chispa de su usual actitud. Se alejó de la camilla para estar cerca de Erwin y Levi. Moblit se retiró del consultorio para tirar los utensilios y las vendas inutilizables.

—Eso no es bueno—murmuró Erwin, masajeando su sien.

— ¿Es el chico del que estabas hablando?, ¿el del abogado? —preguntó Hange, tímidamente, al ver la preocupación del rubio.

—Sí, él es. Y… primero hay que hacer que sobreviva hasta el día de mañana antes de pensar más lejos—respondió Erwin, cansadamente.

— ¿Qué tal si alguien viene a terminar el trabajo? —habló Levi, interrumpiendo cualquier pregunta que quisiera hacer la cuatro ojos. Si había algún guardia detrás de esto, no sería tan difícil acabar con el chico en la camilla.

—Yo me haré cargo, me turnaré con Moblit y Nifa—dijo Hange, inmediatamente—. Haremos lo mejor para mantenerlo con vida.    

—También me quedo—se ofreció Levi—. No tengo mucho que hacer allá fuera de todos modos.

Erwin asintió pensativo y salió con celular en mano—. Ya vuelvo—dijo, saliendo de la enfermería con sus cejas fruncidas en la preocupación.

Era la primera vez en meses que Levi veía tal preocupación en Erwin. Él no lo entendía.

—Es personal para él—comentó Hange, suavemente, sacando a Levi de sus pensamientos. La mujer de anteojos sonrió tristemente y se acercó a revisar el respirador y el monitor de los signos vitales, hasta que finalmente encontró una silla y se sentó junto a la víctima.

—Claro que es personal. Atacaron a alguien bajo su cuidado—dijo Levi, buscando su propio asiento.

—No es eso, bueno, en parte lo es, pero este caso es personal. Lleva mucho tiempo tratando de detener a Reiss, y esta es la primera vez que un abogado le dijo que podría hacer algo. Si este chico muere, dudo que el trabajo siga en pie.

Levi no dijo nada y no tenía intención de preguntar. Si era algo que debería saberse, Erwin le diría y si no, entonces Levi no presionaría.

Levi encontró una silla cercana a la puerta y se sentó en ella—. No lo entiendo, ¿Por qué este chico es tan especial? el abogado podría agarrar otro caso, es una lista larga, podría ayudar a cualquier otra persona.

Hange lo miró con cierta emoción en su rostro, sin decir palabras como si la respuesta fuera evidente.

Se venía una larga espera si Hange iba a estar con esos estúpidos enigmas.

Levi conoció al famoso abogado… o en este caso famosa abogada al día siguiente. Fue triste saber que no era tan famosa, que era una recién graduada y que este era el primer juicio que iba a llevar, además, no era una simple mujer, era la hermana menor de Xavi Inocencio.

Carla Inocencio parecía una muñeca viviente; Piel de porcelana, cabello rubio hasta la cintura, ojos grandes y de un azul oscuro. Joven, delgada y de estatura media. Vestía una falda gris y un chaleco a juego.

Levi no entendía por qué ella quería llevar el caso del hombre del cual su hermano había estado abusando desde el día que entró a prisión, pensó tal vez que era una pelea de hermanos desagradable. Pero cuando la chica se acercó al joven herido, fue suficiente respuesta. Ella se mostró terriblemente preocupada, era atenta, cariñosa y hablaba dulcemente en susurros al cuerpo inconsciente.

Era evidente que se conocían desde antes y a ella le importaba, y eso fue suficiente motivo para hacer que Levi dejara de cuestionar las intenciones de la joven. O de preguntarse sobre el caso en particular.

Levi no hizo mucho la mayor parte del tiempo más que vigilar la enfermería o estar escuchando y ayudando al par de rubios que se pusieron a trabajar en los casos tan pronto se presentaron. Carla estuvo de acuerdo en apoyar a todos los reclusos falsamente acusados que pudiera, pero que siempre vería primero por Kyklo. Y eso era totalmente comprensible que nadie dudó en cuestionar.

Fue incómodo para Levi estar alejado de su propia rutina, no tenía tiempo para nada más que para ir a su departamento por la noche y regresar tan pronto cómo pudiera a prisión para su nueva vigilancia. Él sabía que no era tan necesario como Hange, o Erwin en las cosas, pero se sintió obligado en quedarse.

Se quedó la mayor parte en segundo plano, dejando que los expertos del tema trabajaran. De vez en cuando daba su opinión, pero no hacía mucho más allá de eso. Él quería ayudar de alguna manera, y era un hombre de acción no de palabras. Por lo que se encontró visitando a algunos de los nombres que se encontraban en esa lista de falsos acusados; los hombres estaban ahí resignados, acostumbrados a su día a día, simplemente dejándose llevar por la corriente sin sorprenderse. Levi no vio motivo de cambiarlo cuando ya habían encontrado una rutina, pero con suerte eso les cambiaría y la libertad les llegaría.  Y luego estaba el mocoso, que Levi no pudo visitar durante el día.

Marco Bott había pedido cambio temporal para estar de guardia en aislamiento, y era de los pocos guardias confiables que Levi reconocía, es por eso por lo que no se había preocupado estos días por visitar al castaño de ojos verdes. Tampoco vio razones para sustituir al joven custodio ahora, así que lo dejó y se centró en otras cosas.

Si Carla y Erwin lograban su objetivo, eso quería decir que debería empezar a acostumbrarse a no tener a Eren alrededor. Aunque sí logró dar una visita momentánea a aislamiento durante la noche antes de regresar al departamento solo para asegurarse. El mocoso siempre estaba dormido con la espalda hacía la pared, Levi no podía verlo muy bien dada la escasa luz, pero sí podía ver la silueta dormida y notar las suaves respiraciones. Se veía bien, y parecía que tenía un sueño tranquilo.

Levi no podía recordar en qué momento se involucró tanto. Estaba aliviado de que el mocoso estuviera bien, estaba intentando arreglar las cosas para los otros y no sabía cómo empezó a interesarse por todo lo que antes no notaba. Era indudable que todo era mucho más sencillo cuando estaba en la ignorancia, cuando no le importaba lo que pasara a su alrededor.  Ahora lo hacía. Era más complicado y problemático… pero no lo cambiaría. 

Después de mucho tiempo, no creyó que volvería a sentir esta sensación. Cómo si ahora tuviera un objetivo, un propósito, algo a lo que aferrarse.

Levi nunca pensó en el futuro porque jamás creyó que llegaría tan lejos para vivirlo, pero aquí estaba; Vivo.  Y para su sorpresa, el futuro ya no parecía tan desalentador. Podía pensar en el mañana, mirar hacia adelante sin saber que pasaría, pero con la certeza de que quería vivir para descubrirlo otro día.

—x—x—x—

Eren llevaba muy poco en aislamiento, pero sentía que ya estaba perdiendo la cabeza. Odiaba este lugar profundamente, y no esperaba volver, pero ahí estaba.

En algún momento se quedó dormido y solo despertó por el ruido de las rejillas. Instintivamente pensó que era el capitán, pero no, era solo Marco.

— ¿Nunca te he visto por aquí? —preguntó el castaño, recibiendo posiblemente la comida, o cena. En todas sus estadías en aislamiento, Marco nunca había sido visto en el lugar, o escuchado en todo caso.

—Es solo temporal—dijo. Eren podía imaginar su suave sonrisa. Marco era también de los pocos guardias que conocía y se destacaba en ser el más amable—. Dejaré medio abiertas las rejillas para que entre algo de luz. Buen provecho, Eren.

El platillo no era apetitoso; El infaltable trozo de pan, una pequeña ensalada que consistía en pura lechuga y carne molida de aspecto no agradable. Eren picoteó infelizmente la comida. No tenía hambre, y nada que hacer.

Miró por la rejilla, simplemente para ver cuánto se tardaría Marco en volver, pero lo vio ahí afuera de la puerta donde habían encerrado a Jean. Marco se veía feliz, normalmente siempre tenía una sonrisa amable en su rostro, pero era una risa que nunca había visto en el joven guardia. A Jean no se le podía ver mucho, pero Eren no podía pensar en Jean siendo gracioso, o que alguien lo encontrara particularmente agradable.

Entendió que quizás, así como él estaba mirando esa interacción, alguien había visto algo similar en él y Levi. Se sintió culpable de que fuera responsable del motivo por el cual se iniciaron los rumores. Ya que fue Eren quien siempre buscaba la manera de que Levi se quedara porque no quería estar solo.

Comió forzadamente y cuando terminó se arrinconó en la esquina, lamentándose por muchas cosas. Aislamiento siempre sacaba lo peor de sus pensamientos.

Marco llegó momentos más tarde por la bandeja.

— ¡Marco, espera! —gritó Eren cuando Marco estaba a tan solo un par de pasos de la puerta de salida.

El joven guardia se detuvo, dejó el carrito de bandejas y regresó para preguntarle personalmente qué ocurría.

— ¿Mañana puedo hacer una llamada?, es muy importante, de verdad lo necesito—pidió Eren, casi suplicante.

—Solo puedo conseguirte dos minutos—respondió Marco con pesar.

—Es más que suficiente, gracias.  

Tal y como dijo, Marco le permitió una llamada al día siguiente. Fue agridulce escuchar las felicitaciones y oír la preocupación de su familia. Armin, Mikasa y Hannes no demostraron decepción en su tono cuando Eren les explicó porque no podía asistir a la visita, pero pudo percibirlo. Tendría que esperar un mes más para verlos, pero esos dos minutos que se sintieron tan fugaces le dieron el incentivo suficiente para continuar. 

Sin embargo, la oscuridad, el no poder hacer nada, los murmullos y gritos que se escuchaban quitaban toda esperanza y mataban el espíritu.

Por puro aburrimiento se encontró mirando un poco más por las rejillas y sorprendiéndose de ver a Marco y Jean charlar cada vez. Se sintió como un chismoso terrible, pero realmente no había nada más entretenido. Entendió porque a la gente le gustaba crear tanta habladuría y además creía saber por qué Jean no lo molestaba sobre su rumor con Levi. Al parecer, Jean también había formado una amistad con un guardia, y sabía lo que era.

Sin embargo, tampoco fue tan entrometido, así que no pensó mucho en ello, dejó de mirar y se encontró la mayor parte en una esquina dormitando.

También comenzó a preocuparse por Levi, ya que el hombre siempre visitaba, por lo menos una vez. Pero esta vez no había señales. Y lo extrañaba. 

No se atrevió a preguntarle a Marco si sabía algo, porque si hubiera sido grave, lo sabría, ¿verdad? Los rumores saldrían o Marco le diría algo porque pensaría que él y Levi de verdad estaban saliendo o algo así. De alguna forma u otra, Eren creía que lo sabría.

Pero a pesar de ello, nunca recibió noticias.

Suspiró derrotado y desesperanzado, acostándose en el colchón maloliente y esperando que sea lo que sea que estuviera haciendo Levi, estuviera bien.

Los tres eternos días en aislamiento tuvieron que convertirse en cinco o incluso seis. Habían dicho que era preferible prestarle más atención a los reclusos que sí habían tenido visita y que podrían tener algo traficado e inapropiado, a diferencia de los reclusos de aislamiento, que no podían hacer nada.  Pero a Eren ya no le importaban las razones o cuantos días se quedó, solo quería salir de ese lúgubre lugar y no volver a pisarlo jamás.

Eren y Jean fueron regresados a su celda normal y compartida a la hora que habían sido tomados la primera vez, pero como era momento de la primera comida, tuvieron que ser encerrados en su celda, con la promesa de que, si se volvían a pelear, solitario les esperaría.

Eren ni Jean mostraron intenciones de ir a solitario.

Pensando en solitario, Eren recordó el día de la oficina de Baden, dónde Jean se había inculpado por algo que no hizo, y no pudo evitar preguntar:

— ¿Por qué le dijiste a Baden que fuiste tú el que inicio la pelea? Cuando fui yo quien soltó el primer golpe—preguntó Eren, curioso, cuando por fin estuvieron solos. Se sentó en su cama, y tomó la carta que había recibido la primera vez que estuvo en aislamiento. Eso siempre le levantaba el ánimo. 

Jean suspiró, tomó ese libro de Harry Potter que decía odiar tanto, pero que jamás soltaba. Se acostó en la cama y se dispuso a leer—. Te odio Jaeger, pero incluso solitario no se lo deseo a nadie—respondió segundos después—. Y será la última vez que lo haga, la próxima simplemente miraré en silencio como te llevan.

—Sí claro… ¿Cuál es la diferencia de Aislamiento y solitario? ¿Qué no es lo mismo? —cuestionó Eren, intrigado y preocupado. No podía pensar en algo peor que aislamiento, y no podía sacarse ese cuestionamiento de la cabeza desde que Baden lo mencionó.

—Aislamiento es temporal, solitario es para siempre—respondió Jean.

— ¿Entonces solitario es peor?, ¿porqué…?

—Sí, Jaeger, solitario es peor— interrumpió Jean con amargura—. Podrías callarte y dejarme leer en paz.

— ¿Por qué siempre tienes que hablarme así? ¿Qué te he hecho para que me odies sin sentido? —explotó Eren, cansado de las actitudes de Jean. Quería bajar de su cama y enfrentar a Jean, pero sabía que no podría evitar golpearlo, tenía que conformarse con las palabras.

—Mira Eren… no pienso volver al jodido aislamiento de nuevo ni pisar solitario así que cierra tu jodida boca—farfulló Jean.

—Ves, lo estás haciendo de nuevo—se quejó Eren, bajando de su cama para enfrentarlo.

Jean estaba ahí con el ceño fruncido enojado, sosteniendo el libro duramente entre sus manos e intentando ocultar su rostro con él.

—Acabemos con esto de una vez, porque ya me estoy cansando…

—Perdóname por no ser como los otros y complacerte lo suficiente—cortó Jean con veneno y su cara roja de ira.

Eren no entendía—… ¿Complacerme? Qué tonterías dices, has visto como me tratan cómo…

 —Cómo un jodido niño mimado al que le dan más comida, al que todos le hablan bonito y nadie se atreve a tocar—gruñó Jean.

— ¿De qué hablas? ¿Estás celoso de eso? Porque sí lo quieres yo…

Jean dejó su libro, cerrándolo violentamente interrumpiendo a Eren. Salió de la cama, demostrando los centímetros de altura con los que le ganaba al chico de ojos verdes. Pero Eren jamás se había echado para atrás en una pelea por su tamaño, así que no lo haría ahora. Mucho menos contra Jean.

Los intensos ojos marrones miraron a los enfurecidos esmeraldas.

— ¿Celoso de esa mierda? Por supuesto que no, pero no te has dado cuenta de que prácticamente tú no tienes que hacer nada, y aquí estás, tan entero como el día que llegaste.

— ¡¿Qué demonios?! ¡No has visto las veces que me han molestado ni sabes las veces que han intentado violarme, o…

— ¡Ahí está la jodida palabra clave, «intentado»! ¡No has tenido que pasar ninguna mierda que los otros hemos pasado ni trabajar para no recibirlo! —reclamó Jean. Segundos después de que dijera tales palabras, sus ojos marrones se agrandaron, dándose cuenta de lo que había revelado. 

Eren se encontró sin palabras, intentando procesar lo que estaba oyendo.

—… Jean…

— ¡Cállate! —Dijo furioso el castaño claro, se fue hacia atrás y se sentó encorvado, todavía mirando al joven de ojos verdes con intensidad—. ¿Quieres saber por qué te odio? Bien, te lo diré. Porque eres un jodido imbécil, un maldito bastardo insoportablemente ruidoso y eres tan pero tan estúpidamente tonto… y sin embargo aquí estas, vivo.

La fuerza y enojo en las palabras de Jean ya no eran tan duras, pero todavía estaban dejando una pesadez en Eren. La ira que había sentido cuando reclamó, estaba completamente perdida. No sabía que sentir, ni que decir—… ¿Me odias porque estoy vivo? —preguntó Eren en un susurro, siendo incapaz de seguir mirando a Jean.

Jean suspiró, pasó sus manos por la cara intentando tranquilizarse y luego empezó a peinarse el cabello hacia atrás—No, no te odio por eso, pero sí te odio por las tres causas que te di—dijo más calmado—. Tampoco quiero decir que te deseo mal. Es solo que… —Jean se quedó callado, quizás pensando en sus palabras.

No obstante, cualquier cosa que se tenían que decir tuvo que olvidarse, las rejas se abrieron de pronto y el ruido de los demás reos llegando se comenzó a oír. Thomas y Connie no tardaron en dar a conocer su presencia, alegres de volver a ver a sus dos compañeros.

Jean fue más fácil para sonreír y aparentar que nada había pasado, quejándose de no haber podido fumar en su encierro. Mientras Eren no ocultó su emoción, pero mintió alegando que se sentía enfermo motivo por el cual no estaba con el mejor de los humores.  

Antes de ir a biblioteca, Eren quería salir a los patios para recibir el aire fresco, ver el cielo, las nubes y el sol.  Pero Jean se acercó a él antes de salir a la gran puerta e ir a ver a Reiner y Bertolt.

—Ten cuidado con lo que sea que te diga Reiner, en estos momentos está lo suficientemente desesperado para conseguir los contactos que pueda—advirtió Jean y se retiró de inmediato para ir con Thomas y charlar, antes de sacar ansiosamente sus cigarrillos e irse a su lugar habitual.

Eren se quedó más confundido por las palabras de Jean.

Connie, Thomas y Eren llegaron a la banca de siempre, siendo esperados por Bertolt y Reiner. Y aunque Bertolt mostró una pequeña sonrisa y dio una suave bienvenida, Reiner no se veía tan feliz y regañó porque ya no quería más peleas entre el grupo. Eren no pudo prometer nada. Sin tomarle mucha importancia, Reiner ordenó a todos que hacer; Connie con la mensajería, Bertolt y Thomas con las cobranzas. Dejando al castaño y al rubio.

— ¿Quieres dar un paseo, Eren? — preguntó Reiner, empezando a caminar sin importarle mucho la opinión del castaño.

—En realidad, ya me iba—respondió Eren—Solo quise salir un poco—añadió.

Reiner sonrió amablemente, casi juguetón, con esa sonrisa que daba plena confianza—. Vamos, será corto, lo prometo. 

—Lo siento, Reiner. Pero podrían suspenderme, y no quiero perder este trabajo—se negó Eren, caminando de regresó. Había pasado mucho tiempo solo, pero biblioteca le daba esa seguridad y calma que no podía encontrar en el patio o en cualquier otro lugar. Y con suerte, podría ver a Levi y saber si estaba bien. No quería pensar en algo malo.  

Reiner trotó a su lado—Acabas de salir de aislamiento, y ya vas a encerrarte de nuevo. Deben de gustarte mucho los libros, ¿eh? —comentó Reiner, sin embargo, impidió a Eren decir algo porque de inmediato el rubio continuó hablando afablemente—. Tengo algo que decirte. ¿Recuerdas ese trabajo que te mencioné la última vez?

—Lo hago—respondió Eren, sin sentir aquella emoción que sintió la primera vez cuando escuchó la mención de trabajo. Jean le había sembrado la duda.

—Me alegró que lo hicieras porque me gustaría saber si quieres hacerlo. Es muy, muy importante. Podría ayudarnos mucho a mejorar.

— ¿De verdad? —Eren cuestionó inseguro.

—De verdad, es una oportunidad única, Eren. Y no confío en nadie más para hacerlo.

Eren se detuvo. Era la primera vez que se sentía con importancia, pero también tenía que ser cauteloso, ¿Qué tal sí era algo muy, muy malo?

— ¿Qué tengo que hacer? —preguntó.

—Es algo muy sencillo—dijo Reiner—. Solo tienes que ir a la lavandería de la sala 2 y recoger algo con alguien.

Sonaba sencillo, pero no era tan sencillo en absoluto. Había guardias en los pasillos y tenía prácticamente que pasarse a otro modulo por el largo pasillo. Más de un guardia iba a notarlo y Eren no quería ir a solitario—. No creo que pueda, tendría que pasarme al bloque C. Sí me ven ahí van a castigarme.

—Tonterías, Eren—burló Reiner, alegremente—. Tienes tu tarjeta de empleado de biblioteca, tienes más libertad, si alguien te ve, simplemente muestras la tarjeta y dices que estás buscando algún producto de limpieza. Además, la mitad de los guardias están aquí y la otra mitad en el almuerzo.

El orgullo que Eren había sentido por la confianza se esfumó—. Entonces me lo dices porque soy el único que puede hacerlo—se quejó.

—No, lo hago porque confío en ti. Puedo falsificar fácilmente el papel, pero Connie podría perderse, Thomas es demasiado inseguro para poder hacerlo y Jean, bueno, no confío tanto en él para esto. Jean podría ser vigilado por ese guardia amigo suyo.

Así que Marco no era ningún secreto, ¿cómo Eren nunca lo había notado? Por alguna razón el comentario de Reiner, sobre todo el tono que utilizó al mencionarlo, lo molestó. Sentía de alguna forma que debería defender el honor de Jean.

— ¿Por qué no puedes hacerlo tú o Bertolt? —cuestionó el castaño.

Reiner hizo una mueca, ya no tan divertido—. Porque yo y Bertolt somos del bloque B, tenemos más restricciones. Pero está bien si no quieres hacerlo porque tienes miedo Eren, no quiero obligarte tampoco a hacer nada que tú no quieras—dijo el rubio, levantando las manos en signo de no querer problemas. Tampoco estaba sonando burlón, simplemente decepcionado.

—No tengo miedo—se quejó Eren molesto.

—Está bien, Eren. No te estoy juzgando si lo tienes, es completamente normal—tranquilizó Reiner.

—Yo no… argh, bien, voy a hacerlo—Eren gruñó, disgustado. La advertencia que le había dado Jean totalmente olvidada. 

La sonrisa volvió a Reiner tan rápido como si supiera mucho antes que Eren aceptaría—. ¿De verdad?

—Sí, voy a hacerlo—declaró Eren, con su ceño fruncido enojado. No estaba muy seguro, pero no era un miedoso —. ¿Cuándo se supone que debo hacerlo?

—Puedes hacerlo ahora, o mañana. Mi contacto está a esta hora en lavandería, pero como digo, puedes verlo hoy o puedes ir mañana. No hay presión Eren, sólo hazlo cuando te sientas listo. Te lo agradecería mucho.

—Estoy listo—argumentó Eren, era mejor acabar con todo de una vez por todas—. Será rápido, ¿No?

—Por supuesto—se burló Reiner—. Sabía que podía confiar en ti, Eren—dijo orgulloso, alborotando el cabello de Eren juguetonamente. 

Tenía que recoger una bolsa de droga que Eren tenía que guardar en su ropa tan pronto recibiera. Se sentía tan incorrecto, pero tan emocionante. 

Y la emoción incrementó cuando Eren se dio cuenta de que Reiner tenía razón.  Fue fácil pasar por el pasillo, sólo se había topado a un guardia que lo miró, pero no dijo nada y siguió con lo suyo.

Ya había estado una vez en esa lavandería en su hora de limpieza diaria, pero hacerlo cuando no había ningún custodio ni derecho para estar ahí dio esa emoción drástica de adrenalina.

Llegó a su destino después de tener a su corazón bombeando a mil por hora. No sabía que esperar al otro lado de la puerta, y cuando la abrió no podía creer quien estaba ahí.

Era Xavi, tan pulcro como lo había visto la primera vez. Definitivamente no parecía un recluso, pero cuando esos ojos azules oscuros lo miraron, recordó que por alguna razón el tipo estaba encerrado.

—Eren qué sorpresa—dijo el hombre sin poder ocultar su alegría—. Hace tiempo que no te veía.

—Xavi, ¿Qué haces aquí? —preguntó Eren, cauteloso, ignorando la bienvenida del rubio.

—Me alegra que me recuerdes. Bueno, estoy en mi bloque, pero estoy aquí justamente esperando a alguien, no puedo creer que seas tú, imagino que eres tú, ¿no?

—Depende, ¿esperas a Reiner? —preguntó Eren con ojos estrechos y desconfiados.

—Justamente, pero al parecer envió a su amigo de confianza, si fuera yo, no dejaría que cualquiera hiciera este tipo de cosas—mencionó el rubio, sin perder su sonrisa satisfecha y seriedad.

Parecía que quería acariciar el ego de Eren con tales palabras, en otro momento podría sentirse emocionado, pero no lo estaba.

—Sí, yo tampoco. Aunque también me dijo que era rápido, así que si podemos…—dijo el castaño con nerviosismo cortante. La adrenalina de un comienzo comenzaba a apagarse, ahora solo quedaba el temor de ser atrapado y de estar con otro recluso que conocía muy poco. 

—Por supuesto, olvidé que esta no es una reunión social, pero antes ¿podrías cerrar la puerta? No queremos que nos atrapen, ¿verdad?

Eren no sabía por qué Xavi le inquietaba tanto si se veía tan amable, tragó saliva silenciosamente en el nerviosismo y cerró la puerta. Realmente esperaba que todo fuera rápido.

—x—x—x—


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