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Chico Problema por Ahiezer

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Notas del capitulo:

Espero que no sea demasiado tarde para esto. 
Recuerden que pueden encontrarlo en Wattpad con el mismo título pero diferente  nombre de usuario A-ahiezer.

“Cuando nos damos cuenta de que realmente estamos solos es cuando necesitamos más a otros.”

—x—x—x—

 

Después de la pelea entre Braun y Yakovski, Levi ya no tuvo la oportunidad de visitar al mocoso, ni aunque tuviera esa pequeña y curiosa voz en su cabeza que le pedía ir. Pero últimamente sus labores no sé lo permitían; Los internos comenzaban a pelear por todo, como si ahora sí los reclusos se ofendieran por todo, o hubiera un desequilibrio de poder que Levi se había perdido. Sea lo que fuera su mente se estaba ingeniando para darle muy malas ideas. 

Y como sí no fuera suficiente con eso, los días de visita llegaron como un pestañeó. Levi los odiaba, y lo peor es que duraba la mitad de la semana.

Los días de visita estaban basados en ver escenas de lágrimas, abrazos, discusiones y tener que hacer chequeos constantes para que no entrara nada ilegal. O a veces, intentar razonar con familiares problemáticos. Esos momentos eran increíblemente tortuosos para Levi.

Como ‘capitán’ tenía que estar en medio de todo y tener que liderar a los guardias más jóvenes para sus deberes. Ni siquiera había paz cuando las visitas terminaban, porque después seguían las arduas inspecciones de celdas y reos para verificar que las visitas no trajeran nada indeseado.

Por el momento iban por el tercer día de visita, lamentablemente en esos días llegaron familiares problemáticos. Como anteriormente las peleas parecían no tener fin, muchos de los reclusos estaban en castigo y otros en total aislamiento. Naturalmente, esos reclusos tenían prohibidas las visitas, y se suponía que se les tenía que avisar a los familiares, pero al parecer no se hizo.

Y ahí estaba el pobre y joven guardia Bott frente al tumulto de familiares enojados.

Normalmente Erwin era el que mantenía todo a raya, pero no estaba ahí y los únicos con mayor autoridad eran Levi por un título dado por Erwin y Baden por experiencia. El anciano ni tarde ni perezoso se alejó, excusándose que tenía trabajo en los módulos. Levi no tenía escapatoria. 

Levi suspiró y de mala gana se acercó al problema.

De inmediato las personas se arremolinaron a su alrededor, gritándole exigencias de ver al respectivo prisionero o hablar directamente con el alcaide.

Tantos gritos y el sentirse acorralado le trajeron malos recuerdos, no podía ni pensar o preguntarse: “¿Qué mierda haría Erwin en una situación como esta?”.

Estaba comenzando a inquietarse y a punto reaccionar de una forma de la que no debería, pero se contuvo cuando una chica alta con una bufanda descolorida alrededor del cuello se acercó tanto con una mirada furiosa, ella parecía que podría golpearlo si no fuera por una pequeña mano escurridiza que contenía el brazo de la joven.

— ¡Tienen que dejarnos verlo!, ¡Tengo que ver que él esté bien! -... —reclamó la joven entre otras palabras que Levi no podía prestar del todo la atención por los gritos y también porque al lado de la chica con la bufanda, apareció otra joven rubia con un ligero parecido a Nifa, de estatura pequeña y dueña de la mano que sostenía a la “chica bufanda”. La rubia también tenía una mirada furiosa y decidida, y de alguna manera estas “niñas” le recordaban al mocoso: Jóvenes, enojados y odiosos.

—Esto no es justo, tenemos que verlo. Todos tienen derecho a la visita eso lo dice la norma 24 del artículo 8 de los derechos de los prisioneros.

—Muchachos, por favor— se escuchó el lamento del hombre detrás de la chica bufanda… y el chico rubio.

La ira de la “chica bufanda” no disminuyó ni un poco y pareciera que con su mirada penetrante haría que la cabeza de Levi explotara. El chico rubio también estaba atento y a la defensiva listo para contratacar con otro artículo si se le negaba. Pero Levi no podía centrarse en ellos cuando el alboroto a su alrededor comenzaba a descontrolarse.

— ¡Suficiente! —Gritó Levi, haciendo que todos guardaran silencio—. Entiendo que quieran ver a su hermano, hijo, padre lo que sea, pero gritar no los llevara a ningún lado. Si el recluso no está aquí es porque tuvo un comportamiento inadecuado. 

—Eso no es excusa para prohibir verlos, el articulo mencio-…

—Sé lo que dice— interrumpió Levi al chiquillo rubio—. Y no se les está negando que tengan contacto con ustedes, pueden comunicarse con ellos en cualquier momento, simplemente las visitas presenciales no están permitidas ahora, hasta que el bast-recluso se comporte.

Hubo un segundo de silencio, y luego las preguntas y otras quejas se empezaron a decir. Y Levi ya no tenía paciencia para estas cosas.

De pronto, Hange apareció de algún lugar a su lado, poniendo una mano sobre su hombro y apretándolo un poco.

—Si están preocupados por la salud de su familiar, yo puedo aportar todos los datos necesarios. Soy la doctora Hange Zoë y la encargada de la salud de los reclusos—dijo Hange.

— ¡¿Qué pasa con todo mi tiempo que hice para venir aquí?! —gritó un señor.

—… ¿Qué hay del dinero que gasté para poder venir? —preguntó una señora con un bebé en brazos.

Nuevamente, las protestas se dieron. Todo estaba siendo demasiado para Levi.

—Por favor, por favor, cálmense. Sé cómo solucionar este malentendido—Baden dijo, haciendo acto de presencia con toda la apariencia tranquila y formal.

La multitud se dirigió hacia el anciano, a excepción de la chica bufanda, el chico y el adulto rubios que la acompañaban. Por su lado, Hange miraba a Levi dándole esas miradas preocupadas y con esa pregunta silenciosa “¿Estas bien?” que tanto lo irritaban.

El hombre rubio carraspeó y habló suavemente: —Lamento interrumpir, pero ¿Podría decirme si mi muchacho está bien?

—Por supuesto— dijo Hange, soltando a Levi y centrando toda su atención al hombre—. Solo dígame su nombre y le diré todo lo que necesita saber.

—Su nombre es Eren, Eren Jaeger. No, no recuerdo su número de recluso.

Al escuchar el nombre tenía algo de sentido para Levi, aunque entre más miraba no veía ninguna semejanza entre ellos y el mocoso; La niña se veía asiática, el pequeño a pesar de que era rubio no tiene ninguna semejanza al hombre mayor y que decir que el mocoso no tenía tampoco ninguna similitud a ellos.

—Oh eso está bien. Él está bien se lo aseguro…-

—La última vez que lo vimos traía moretones, él no está bien— interrumpió la “chica bufanda” a Hange.

Pero esa actitud infernal vaya que los chiquillos lo demostraban.

—Bueno él no está muerto, y eso es mejor de lo que se esperaba—dijo Levi y recibió un codazo molesto de Hange, y una mirada salvaje de la “chica bufanda”.

—Lo que mi compañero insensible aquí quiere decir es que si hubiera un daño mayor se les notificaría. Los moretones son una dolencia menor pero igual siempre son tratados. O la mayoría, a algunos reclusos no les gusta ser revisados por eso. 

—…Bueno, conocemos a Eren, sabemos que no puede mantenerse alejado de los problemas —mencionó el señor como si fuera una broma, pero había una sonrisa triste.

—Sí, es un imán para los problemas—murmuró el pequeño rubio tristemente.

Todo se volvió deprimente e incómodo, por suerte Hange estaba ahí.

—No piensen así, pueden seguirme, los llevaré a mi oficina para que vean que todo está en orden.

—Se lo agradecería mucho, gracias. Muchachos—dijo el señor, tomando a los chicos por el hombro.  

— ¿Podemos dejarle una carta?, para que sepa que vinimos y que no lo olvidamos—preguntó el pequeño rubio a Levi.

—Pueden hacerlo. Si necesitan papel o tinta la cuat-la Dra. Zoé se los dará. 

—Gracias— murmuró, y susurró: —Vamos, Mikasa.

La actitud salvaje de la chica se desplomó y asintió miserablemente, siguiendo al par de rubios y Hange.

La familia del mocoso era peculiar como el mismo mocoso, y le hizo recordar que no lo había visto desde hace días, probablemente seguía en aislamiento si no estaba aquí lo cual era extraño, ya deberían de haberlo liberado, pero Levi tenía problemas mayores consigo mismo como para preocuparse por más. Todo el alboroto lo estaba volviendo loco, más de lo que debería así que tan pronto el cuarteto se perdió de vista y no había problemas visibles. Levi salió de la sala. Necesitaba algo familiar y que le hiciera olvidar el estrés ocasionado por todo el caos.

Cinco minutos después, Levi se encontraba en los patios con un cigarrillo en la mano. Las inhalaciones, exhalaciones y el humo que salía de sus labios fueron relajantes. Extrañaba esa sensación, extrañaba cosas que no debería extrañar.

Lamentablemente su paz duró poco, la radio empezó a sonar:

—Oye Levi, ¿estas libre?, presté a la mayoría de mis hombres para la visita e inspección y hay un pequeño motín aquí en el F—era Mike.

Una última exhalación de humo y tiró el cigarrillo.

—Voy en camino.

—x—x—x—

Eren se estaba volviendo loco. Era imposible olvidar porque aislamiento era lo peor que podía pasar; El espacio era pequeño y parecía reducirse con los días, la comida parecía sobras de las sobras de la cafetería, el lugar apestaba y a veces había tanto ruido que exasperaba, pero en otras era tan silencioso que hacía parecer como si se estuviera totalmente solo.

Eren podría sentirse aliviado porque no tenía que luchar por su supervivencia, que podía dormir de noche sin tener que estar escuchando los desagradables ruidos que muchos reos esperaban oír de él y no tenía que soportar tanta hipocresía de los demás. Pero estar en la soledad total y en la aprensión absoluta lo hacía mil veces desear seguir peleando con alguien que estar ahí encerrado. 

Esta vez, su encierro parecía como si verdaderamente fueran siglos. No podía contar los días, pero sabía que llevaba más de los que había soportado antes.

En algún momento, las duchas se cancelaron y a cambio se les llevó un bote con agua y un trapo. Posteriormente también se les canceló el “recreo”, es ahí cuando le hizo sospechar que su estadía era mucho más larga de lo que imaginaba porque en su tiempo anterior de una semana jamás lo sacaron para los patios. Y como si no tuviera suficiente se enteró que las visitas se cancelaron e incluso que ya habían terminado, y esa fue la gota que colmó el vaso.

 Gritó, se quejó, pateó y golpeó la puerta como si ella fuera la causante de todos sus problemas, pero los guardias lo ignoraron. Auruo decía que así eran las reglas, y los demás guardias de turno le ignoraban por completo. Eren peleó, rechazó comidas y se detuvo cuando verdaderamente se agotó. En todo momento a los guardias no les importó, si acaso a Auruo y otro que Eren no conocía, pero no hacían mucho más que darle comentarios despectivos y esa mirada entre la lástima y la desesperación para que se quedara tranquilo.

La espera por Armin, Mikasa y Hannes, fue lo único que lo había mantenido cuerdo; soportando los golpes de los demás y su encierro, pero ahora, teniendo que soportar otro mes para verlos de nuevo. Eren ya no creía soportarlo.

Necesitaba algo, lo que fuera que le recordará porque era valioso aguantar todo, quizás podría convencer a los guardias de hacer una llamada. No le gustaba llamar porque solo eran 3 minutos, no era lo mismo que verlos en persona y generalmente siempre conllevaba a hacer una gran fila.  Pero lo haría si eso le hacía sentir menos solo.

Otro día, días o incluso podría ser unas cuantas horas. Eren no estaba seguro.

No había nada que hacer, no tenía nada con quien hablar y lo único que podía ver era las sombras de los guardias por debajo de la puerta, las manos que entregaban las bandejas de comida y concreto. Solo concreto.

Ningún guardia hizo caso a su petición de hacer una llamada, lo que lo deprimió más de lo que pudiera soportar.

Pareciera que estaba muriendo en vida, recostado en ese asqueroso jergón y mirando a la pared con ideas pesimistas, hasta que las rendijas se abrieron salvajemente y escuchó:

—No puedes dormir de esa manera, pero haz lo que quieras.

Eren conocía esa voz, pero cuando volteó ya no pudo ver a Levi, solo sus manos y la bandeja en la rejilla inferior.

—Es mi turno de entregar la cena, así que tómala y no me hagas esperar.

Eren se animó un poco, y gateó hasta la puerta simplemente para empujar la bandeja para afuera, Levi seguía sosteniéndola así que nada se cayó.

—No voy a comer—dijo Eren.

—Eso es lo que oí. No estas comiendo, y debes hacerlo, te obligaran a comer si no lo haces.

Eren se burló amargamente— ¿Qué puede ser peor?

—Créeme niño, puede ser peor. Te llevaran a enfermería y te alimentaran por un tubo, no es una buena experiencia que quieras tener.

Eren hizo una mueca desagradable al imaginar la escena, pero cuando volvía a mirar la bandeja en la que la comida parecía vómito, no podía imaginar ingerirla.

—No quiero— se negó de nuevo.

—Bien, te lo advertí—dijo Levi, retirando la bandeja—. Por cierto, me dieron algo para ti.

Era una carta, Levi sostenía una carta y el corazón de Eren tamborileó de la emoción.  Fue difícil no arrebatar la carta en el momento que la vio, Levi la entregó apenas Eren la tocó, y los ojos de Eren ardieron al ver quiénes eran los remitentes: Armin y Mikasa.

—E-ellos vi-vinieron—dijo Eren temblorosamente, su pronunciación pareciendo una pregunta.

—Lo hicieron—respondió Levi—. Vendrán en dos semanas a visitarte, será una lástima para ellos verte en la enfermería comiendo por un tubo, o peor aún se podría cancelar la visita por tu terrible salud.

—Comeré—respondió Eren de inmediato, sin poder dejar de mirar la carta. Tenía tanta emoción por dentro, comer vomito ya no parecía importante.

Levi le devolvió la bandeja, y Eren la tomó con cuidado de no tirar nada, pero sin soltar la preciada carta.

—Volveré más tarde por ella, todavía tengo que seguir alimentando a más reclusos—dijo Levi.

Eren no dijo nada, todavía anonadado, simplemente dejando la bandeja a un lado y poniéndose a leer la carta con prontitud. Más tarde recordó que Levi le había dicho algo y susurró: —…Gracias—muy tardíamente que quizás Levi ya no escuchó.

Eren releyó la carta más de dos veces, alimentando su espíritu con cada palabra. Ellos lo seguían esperando, ellos lo querían y no lo iban a dejar abandonado ahí como se temía. Sin embargo, estaba tan concentrado que olvidó comer por completo.

— ¿Terminaste? —una voz dijo, haciendo que Eren volviera a su cruda realidad.

—No. No lo he hecho.

— ¿Piensas comerlo?

Eren no quería —. Sí, sí voy a hacerlo.

—Bien, volveré más tarde.

Pero antes de que Levi se pudiera marchar, Eren preguntó: — ¿Por qué luce de esta manera?, ¿Qué se supone que es?

—Estofado. Se ve peor de lo que sabe.

Eren dio un bocado, y Levi tenía razón, se veía peor y sabía terrible, pero no tan malo como parecía— De todos modos, sabe horrible. ¿Qué no hay nada decente por aquí?

—Dudo que pruebes algo decente por aquí, y será mejor que los de la cocina no te escuchen decir eso porque son muy rencorosos.

— ¿Qué pueden hacer?, ¿darme una paliza o algo así?

—Deberías dejar de preguntar eso, mocoso. Pero insultar su comida, es como insultar a su madre.

Eren se rió, imaginando que lo peor que podían hacer era meterle una cucaracha a la sopa o cosas así, sin embargo, escuchó a Levi decir:

—Puedes verlo gracioso, pero sí consigues su enemistad no lo será tanto.

—Me aseguraré de no hacerlo. Quién sabe, quizás me haga amigo de uno y lo convenza de hacer hamburguesas. 

— ¿Hamburguesas?

—Sí, son como mi comida favorita del todo el mundo. Cuando no queríamos hacer de cenar o teníamos tiempo libre….

Y luego Eren comenzó a platicar de la hamburguesería del Sr Shadis, lo mucho que extrañaba las hamburguesas y lo mucho que extrañaba cualquier comida decente. Levi por su parte habló de la comida de la prisión, lo improbable que era que se prepararan hamburguesas, más añadió que no era imposible que se pudiera llegar a hacer una hamburguesa muy sencilla, y también que la comida podría saber peor.

Se quedaron ahí por un tiempo simplemente hablando de comidas, mientras Eren comía e imaginaba comer otra cosa. No muy lejos se oían los ruidos de los reclusos desesperados. 

 —…Tengo que irme, mocoso. El deber llama.

Eren hizo una mueca disgustada y entregó la bandeja medio vacía de mala gana porque no quería estar solo de nuevo.

Cuando Levi tomó la bandeja, Eren gritó: — ¡Espere! —, apoyándose contra la puerta y mirando entre la rejilla.

Levi lo miró con una extrañeza que Eren no podía definir—. Dejaré las rendijas abiertas sí es lo que te preocupa.

—No, no es eso. ¿Cuánto tiempo me dejarán aquí?

Levi se encogió de hombros, pero no perdió su mirada de Eren—No lo sé, mocoso. Quizás unos días más— luego se dio la vuelta, deteniéndose cuando Eren volvió a gritar:

— ¡Espere! …espere, no se vaya.

Levi lo miró con impaciencia.

— ¿Volverá otra vez?

La postura de Levi fue menos tensa.

—Quizás, niño, no lo sé.

—No soy un niño, soy Eren.  Eren—le recordó por tercera ocasión.

—Lo sé—dijo Levi sin voltear atrás.

Eren solo lo miró partir con todo y carrito, llevando bandejas medio vacías, y con ello la soledad envolvió a Eren de nuevo.

 

—x—x—x—

 

Notas finales:

Es algo lenta esta relación y al igual que ustedes estoy ansiosa por acción, pero lo bueno tarda en llegar o eso me han dicho ;) . 
Mi ausencia se debio al estudio y trabajo, pero ya tengo medio capitulo listo e ideas para los posteriores así que espero ya poder subir continuamente. 
Agradezco la espera, y apreciaria los comentarios. 


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