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Colisión Dimensional por Whitekaat

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Notas del capitulo:

No tenía planeado hacer este epílogo y escenas extras, pero al releer la historía sentí que faltó un poco más de desarrollo en el romance de ambos chicos, por eso quise darme un gusto y escribir un lindo epílogo.

Saludos

Advertencías: Occ, miel y cosas bonitas, lime.

 

 

EPÍLOGO

 

— Si comprendo bien la situación… en aquella vasija dorada se encuentra el cadáver del dios Cronos, el cual ustedes dos, junto a ustedes mismo de otras dimensiones lograron derrota— Shion tomaba el puente de su nariz con dos de sus dedos buscando procesar todo lo que aquel par de adolescentes intentaba explicarles.

— Si, antes de que el dios Aión nos regresara, nos entregó la vasija porque creímos que la diosa Athena y usted podría saber qué hacer con ella, dado a que este Cronos pertenecía a nuestra dimensión — Agregó un joven caballero de géminis esperando  que las otras dos personas que se encontraban frente a ellos confiaran en sus palabras.

— Me imagino que ha sido una gran aventura mis jóvenes caballeros, no sólo frustraron los planes de Cronos sino que además evitaron uno de los mayores desastres, pero a pesar de que me siento orgullosa de lo que han logrado, debo informales a ambos que se encuentran castigados, ambos, Saga, tú por abandonar tierra santa sin permiso alguno— habló con una voz solemne mientras el menor agachaba su cabeza por la reprimenda — y usted caballero de Leo, por no informar de inmediato la situación y salir también sin autorización del santuario, ambos se pusieron en aquel peligro y pesar de que ambos salieron victoriosos del escenario pudo  haber sido mucho peor. Por lo que les informo a ambos en este instante que la próxima semana partirán en un viaje de un mes fuera del santuario, y los relevo de sus deberes como caballeros por dicho mes. — aquello había sido una sentencia, ambos chicos no podían reclamar al respecto porque era la misma Athena quien los castigaba y todo aquello había ocurrido por su propia culpa.

—Lo entendemos, diosa Athena y lamentamos los problemas que hemos causado— fue Saga quien habló apoyando  una de sus rodillas contra el piso manteniendo aun su cabeza mirando al suelo para ser imitado por su compañero.

— Eso es todo, Shion luego les dará los detalles de todo, pueden retirarse a sus templos — fue lo último que dijo la mujer de cabellos lilas para ver un asentimiento de un par de cabezas que se retiraban cabizbajos del templo.

— Mi diosa, no cuestiono para nada su autoridad, pero ¿No cree que ha sido algo dura con ellos? — El rostro del patriarca lucia ente asombrado y afligido por lo dictado por su diosa, su rostro era severo, algo que nunca había visto y eso hasta él mismo le erizaba la piel hasta que vio como aquel fino rostro se relajaba hasta formar aquella serena sonrisa tan habitual.

— Lo sé, Shion, pero aquellos dos caballeros son muy tercos para aceptar de buena voluntad un tiempo de vacaciones— respondió soltando un ligera risilla para luego seguir hablando — Aun son jóvenes, y a pesar de ser unos jóvenes poderosos y valientes, siguen siendo adolescentes, debieron haber sufrido una carga emocional que quizás nosotros ni ellos puedan dimensionar en este momento así que creí que lo mejor era darles un tiempo lejos del santuario y como creen que se trata de un castigo no se negaran a aceptar este tiempo fuera— finalizó mientras se levantaba del trono en el cual estaba.

El patriarca sonrió ante lo relatado por su diosa y negó con la cabeza divertido por la situación, de cierta manera se sentía apenado por ambos chicos que salieron con aquel semblante lúgubre del templo pero en el fondo entendía que quizás todo aquello sería mejor para ambos después de haber pasado por todo lo que ellos le habían relatado.

 

***°***°***°°***°***°***

 

— ¡De todas las cosas que puedes haber hecho, nos puedes explicar cómo fue que te ganaste el castigo! — Sus tres compañeros más cercanos estaban en su templo, ocupando todo el espacio de su cama exigiendo explicaciones, su hermano claramente enojado mientras los otros dos llenaban su boca con comida chatarra y de paso ensuciando su cuarto, cosa que no le estaba causando demasiada gracia. — Y no pienso moverme de a…— pero el parloteo de su castaño hermano mayor fue interrumpido por el golpeteo en su puerta.

— ¿Esperabas a alguien? —Afrodita había afilado su mirada y le había dedicado una mirada sugestiva cosa que agregó a su lista de razones por las cuales no debería extrañar el santuario por al menos ese mes que estaba pronto a su llegada.

El castaño realmente no esperaba a nadie, porque realmente  fuera de aquellos tres chicos que a veces resultaban un incordio no hablaba con otros dorados y no porque no quisiera, sino porque existía un caballero que aún seguía en su mente pero que sólo había visto nuevamente el día en que Shion les indicó la fecha de su viaje y su paradero, luego de aquello no había cruzado palabra alguna, porque aunque le costara asumirlo se sentía nervioso junto a Saga,  y a la vez molesto, si, molesto por el hecho de que después de aquel beso que compartieron en la playa el otro actuaba como si nada hubiese ocurrido.

Pero como si lo estuviese invocando con la mente (en el momento menos adecuado cabe destacar) unos cabellos azules y una mirada azul verdoso y algo tímida estaba parado frente a él nuevamente, lucía igual como la última vez que lo vió, y su mente soltaba como un eco la palabra “hermoso” sin que él quisiese aceptarla, al menos no aún, volvió a mirarlo a los ojos, paseó por su rostro y aquellos labios que tal vez sólo inconscientemente deseaba besar una vez más.

— Ooh, tu eres el chico de géminis, pasa, siéntate con nosotros, sería un placer invitarte al cuarto de Aioria — El castaño no había alcanzado a reaccionar por estar embelesado por Saga y su maldita herencia de sirena cuando fue empujado hacía un lado por Afrodita tomando de la mano al geminiano y arrastrarlo hasta sentarlo junto a los demás en su cama.

— Muchos gusto, mi nombre es Afrodita de piscis, el chico rubio es Shaka de virgo y el castaño oscuro es Aioros de Sagitario, el hermano de aquel tipo que nos mira con una mueca de odio —El caballero de la doceava casa tenía una capacidad extraordinaria de empezar a entablar una conversación con quien sea y para la mala suerte del león, Saga era un objetivo interesante con el cual obtener información y charlar.

— Mi nombre es Saga, soy el caballero de géminis, mucho gusto — Aioria pudo notar que el geminiano lucía cohibido bajo la atenta mirada de los presentes, algo en el pecho de Aioria se sentía cálido al saber que sólo él conocía la razón de porque lucía nervioso, se sentía ganador al saber más de Saga en comparación a todos los que estaban ahí.

— No los miro con una mueca de odio a todos, sólo a ti, Afrodita — el de caballera celeste sólo hizo una morisqueta infantil y rodó sus ojos ante su respuesta.

— Aioria, quería hablar acerca del viaje, mañana debemos partir y…—pero Saga no pudo terminar de hablar cuando fue interrumpido por tres voces que lo asustaron al gritar de un momento a otro.

— ¡Mañana! ¡Deben! ¡Ustedes dos, que diablos significa esto! — Aioria se veía acorralado, no quería lidiar con aquellos tres compañeros, suficiente tenía con Aioros, que pedía explicaciones, no necesitaba ni a Shaka ni a Afrodita sumándose a los reclamos así que tomó la decisión más indigna pero sabia, tomó la mano de Saga y corrió junto a él por los pasillos de su templo, hasta salir del lugar.

Ambos chicos, bajaron las escaleras con rapidez, atravesaron cáncer con la misma velocidad hasta llegar al templo de géminis donde Aioria creyó que se sentiría a salvo.

— Si aparecen por aquí, envíalos a otra dimensión, no me importa donde, sólo no dejes que se me acerquen. — el rostro del león lucía alterado y cansado, sus cabellos castaños se pegaban a su piel, el sudor corría por su frente, su mano aún permanecía cómodamente tomada a la de Saga, pero en ese momento la tensión se rompió con la risa del otro, Aioria se dio cuenta que extrañaba aquel sonido, que pesar de que sólo lo había odio un par de veces era tal vez su melodía favorita, maldijo por segunda vez ese día la herencia de sirena de Saga.

— Veo que te llevas muy bien con tus amigos — habló entre risas el geminiano.

— A veces suelen ser insoportables, se inmiscuyen en todo y en ocasiones me sacan de quicio— sus manos se había alejado, sintiendo una extraña sensación de sentirse incompleto cuando aquel tacto se rompió.

Luego de aquello las risas y las palabras se acabaron dejando tan sólo un incómodo silencio dentro del templo de los gemelos, Aioria no sabía de qué hablar, ya se sentía avergonzado por el hecho de haber corrido de aquel trío y por otra parte sentía otras cosas más que no se atrevía a clasificar hacía el chico que se encontraba junto a él.

— Lamento si te cause problemas con ellos, quería hablarte del viaje, el patriarca me entregó hoy los boletos y un nuevo itinerario, al parecer todo cambio, no iremos a meditar por un mes a los cinco picos, al parecer iremos los dos solos en un crucero por treinta días por las diferentes costas de Grecia— el rostro de Saga se enrojeció y miró hacía otro lado, acción que se le hizo tierna/apetecible al castaño, que sólo esperaba en ese momento que el día de mañana llegara.

— ¿Saga, estás molesto conmigo? — preguntó provocando que le otro chico levantara su rostro mirándolo confundido.

— ¿Por qué crees eso? — preguntó de vuelta.

— Porque desde aquel día no hemos cruzado palabra, sólo nos vimos cuando visitamos el templo del patriarca y tras aquello nada, ese día luego que llegamos de la playa me ignoraste por completo apenas pisamos el santuario y hace dos días intenté hablarte pero miraste hacia otro lado y me ignoraste ¿Soy molesto? ¿Te incomodo? ¿Te desagrado acaso? — el tono del león subió por un momento dejando salir aquella molesta sensación que llevaba guardada desde hace varias semanas.

— No… no es nada de eso, yo sólo, no sabía cómo actuar contigo, te lo dije, no soy bueno hablando, no he conocido muchas personas en mi vida y durante esta semana iba hasta afuera de tu templo pero no me atreví a hablarte porque creí que quizás para ti todo había quedado atrás…— la voz de Saga se detuvo, Aioria no necesitaba escuchar más, o más bien dicho no pudo escuchar más porque no resistió tener a Saga a su lado, no resistió tenerlo junto a él pero sin poder tocarlo, no pudo resistir estar tan cerca y no besarlo una vez más.

 

Día 1

 

La mañana había llegado, ambos chicos se encontraron frente a frente una vez más en el tercer templo, tanto Aioria como Saga podían recordar perfectamente el beso que se habían dado el día interior, para luego hacer como si nada hubiese ocurrido una vez más. Una actitud que comenzaba a tornarse molesta para ambos chicos al no saber que significaba aquello, por no entender porque cada vez que ambos se encontraban cerca y solos, una fuerza magnética parecía atraerlos el uno al otro.

— ¿Lograste burlarlos al final? — preguntó Saga buscando romper el hielo.

— Algo así, pero creen que por mi insistencia hice que peleáramos entre nosotros  y que por mi culpa logré que tú fueses perjudicado y arrastrado al castigo conmigo. —Aioria soltó un bufido exasperado recordando a aquellos tres hombres llenándolo de preguntas apenas había vuelto a su habitación.

El castaño una vez escuchó la risa del geminiano, en ese momento pensó que sería el mejor castigo que podrían haberle dado.

 

Día 3

 

Saga se había preguntado desde el momento en que subió al crucero que clase de contactos o que tanto poder monetario poseía el santuario, porque su viaje no se asemejaba ni si quiera a alguna especie de castigo, el crucero era enorme, tenía piscina en la cubierta, dentro de él habían salones de bailes, bares, restaurant, casino y otros centros de entretención variados a los cuales él y el castaño habían decidido visitar de acuerdo al plan que les había entregado Shion.

Al segundo día se habían dado cuenta que habían sido timado tanto por su diosa como por el patriarca, aquello no era un castigo, eso eran vacaciones, lo tenía más que claro, nadie los enviaría a algo tan costoso, pero como ya se encontraban a bordo no había ninguna otra cosa que hacer más que disfrutar del agradecimiento que al parecer les estaba dando Atenea.

 

Día 7

 

Para Aioria si estaba siendo algo difícil llevar el viaje, no porque lo estuviese pasando mal, no, era todo lo contrario, pero estaba usando una fuerza de voluntad sobrehumana para no asaltar por las noches al chico que dormía en una cama contigua a la suya. Porque ambos chicos compartían habitación, no cama, para su mala/buena suerte además del baño así que durante todo ese mes serían una especie de compañeros de cuartos, algo que no le ayudaba a establecer la tranquilidad emocional que esperaba.

Aioria debía admitir que su cuerpo se calentaba por si sólo cuando sabía que al otro lado de la puerta se encontraba un saga completamente desnudo dándose de un baño, y si, utilizaba todas las enseñanzas de su entrenamiento para resistir la tentación y no ingresar a la bañera  apoderarse de los labios de Saga que hace más de 8 días no había tocado.

 

Día 10

 

La tercera playa y tercera parada que tuvieron fue en Zante, para ese tiempo, la incomodidad entre ellos había disminuido, charlar se les hacía demasiado fácil y cómodo, contar anécdotas entre ellos era cosa de cada día, Aioria disfrutaba como Saga se abría a él y Saga por su parte le encantaba conocer más de la vida del otro, de su familia, de su entrenamiento, en donde vivía con su hermano antes de ingresar al santuario, formándose acuerdos entre ellos de alguna vez pedir algún tiempo para que Saga visitara la casa de Aioria, y Aioria por su parte conociera a su madre y el lugar donde vivió por muchos años.

 Todo estaba de maravilla, el tiempo que pasaban entre ambos, los hermosos lugares que estaban visitando, el tranquilo tiempo por el cual estaban pasando era perfecto, pero había algo que se había mantenido estancado en ellos y ese era pasar dar el paso a algo más íntimo.

Pero Aioria se había prometido así mismo que Zante sería una perfecta oportunidad de deslumbrar al geminiano con sus encantos.

 

Día 13

 

Saga sentía su cuerpo hirviendo en calor, sentía un escalofrío que erizaba cada vello de su piel por donde la mano del castaño se posaba, había sucedido de repente y quizás sin que los dos lo planearan, habían decidido ver una película juntos aquella noche recostados en la misma cama con la excusa de que la noche estaba algo helada, una cosa llevó a la otra, una roce entre sus manos al buscar comida, una mirada de anhelo entre ambos y sin poder evitarlo tenían sus labios juntos como como había ocurrido en otras ocasiones.

Pero esta vez había algo más, quizás había sido debido a la tensión que habían guardado por aquellos días, quizás se debía a que hace casi dos semana que no habían vuelto a besarse, pero sentía que sólo besarse no era suficiente, ambos deseaban más y por eso se aventuraron a explorarse el uno al otro, tocar la piel de sus brazos, tocar sus hombros, rozar con su mano la nuca del otro y rozar la piel bajo la camisa del otro.

Aioria no se dio cuenta como sucedió, probablemente había sido producto de sus revolucionadas hormonas, pero sintió la necesidad de presionar su dura entre pierna contra la pelvis de Saga, aquello quizás no había sido buena idea, al menos no para su cordura, no cuando al hacerlo de los labios de Saga salió un gemido que lo erizó por completo y comprendió que quizás por el momento era suficiente, que el rostro sonrojado de Saga lleno de deseo  era un claro símbolo de alerta.

 

Día 15

 

La mitad de su viaje había llegado, ahora se encontraban disfrutando de la playa de Mykonos, nadando el uno junto al otro, Aioria viendo aquel hermoso brillo zafiro de las escamas de la cola se Saga nadando junto a él, todo bajo el mar era casi un nuevo mundo y le encantaba formar parte de eso junto al risueño chico que nadaba libremente mientras él se sumergía más y recorrían el fondo gracias al equipo de buceo que había arrendado.

Jamás se cansaría de ver aquella otra parte de Saga que sólo él tenía el honor de conocer, aquel era su habitad natural y lo veía, desearía poder ver siempre a Saga moverse con esa libertad que ahora demostraba.

Aioria detuvo el nadar del otro tomándolo de su mano, quitó el regulador de aire de su boca y atrajo al otro para besarlo, no todos los días podías besar a un sireno bajo el mar y el castaño no desaprovecharía la oportunidad a pesar de que el aire se le acabara muy rápido para su gusto.

 

Día 20

 

— Esto no está bien — Aioria por un momento creyó que aquello sólo lo había pensado, pero no, lo había dicho en voz alta, porque no era correcto decir aquellas palabras mientras estabas en una posición muy íntima acurrucado a otro cuerpo.

La mirada de Saga que hace semanas lucía llena de brillo por un momento se puso totalmente opaca y aquella acción hizo que sintiera como si alguien soltara una cachetada en su rostro por su estupidez.

— No, espera, no me refiero a esto, quiero decir, si… espera un momento— Aioria hizo una pausa para ordenar sus pensamientos y cuando lo logró su rostro se cubrió de un rojo intenso, sintió la sangre subírsele a la cara al igual que abrazante calor— me refiero a esto, a que me estoy acostumbrado a compartir cama contigo y cuando regresemos al santuario creo que no será fácil hacerlo tan seguido y pensaba que podría sentirme sólo —

Ahora fue el turno de Saga de enrojecer por la declaración del castaño, hasta ahora no había ocurrido, quizá no formalmente, pero hasta ese momento no habían tocado el tema de sus sentimientos y que sentía el uno por el otro y Saga podía tomar aquellas palabras como la primera declaración que Aioria le daba cosa que le producía vergüenza y alegría.

 

Día 24

 

—  Mi madre decía que en Rodas existía una enorme estatua que representaba al dios Helios hecha de Bronce, enorme, imponente pero que siglos después fue destruida por un terremoto— Los ojos de Saga eran soñadores mientras miraba el océano desde el muelle de la ciudad de Rodas y el león se permitió sonreír de lado ante la mirada de su compañero de viaje.

— ¿Saga que edad tienes? — Aioria había pasado algo de suma importancia por alto, si la madre de Saga una sirena había podido vivir tantos años quizás el chico junto a él podría hasta tener muchos más de lo que aparentaba.

— Yo, tengo quince, sí, mi madre es una sirena, pero mi padre fue un humano, por lo que a pesar de tener los poderes y la sangre de mi madre, mi ciclo biológico funciona como el de cualquier humano—  respondió la dudas del león—  y tú, Aioria ¿Qué edad tienes? —

La cara de Aioria  no lo demostró pero se sentía aliviado que no hubiese siglos de diferencia entre ellos, pero eso significaría que cuando el creciera Saga seguiría igual, imperturbable, como si los años no pasaran sobre él, cosa que agradecía porque él quería tener la oportunidad de crecer junto a Saga, en todo aspecto.

— Yo tengo diecisiete, cumplí años el mes pasado  y… creo que fue el mismo día en que ocurrió todo el embrollo de Cronos— le respondió con simpleza el león dejando a Saga no muy contento.

— ¿Por qué no me lo dijiste? Por mi culpa tuviste un pésimo cumpleaños, lo siento — al leonino que Saga se disculpara no le hacía gracia porque a pesar de que no pudiese ser uno de sus mejores cumpleaños, definitivamente aquel día fue muy importante para él, todo lo que ocurrió no lo cambiaría por nada en el mundo.

— Descuida, yo igual lo había olvidado, además ese día recibí un regalo tuyo— dijo acercando sus labios hasta el  oído del menor— tuve tu primer beso. —Aioria lamió el lóbulo de un acalorado Saga que había soltado aquel sonido que hacía a Aioria perder la cabeza.

 

Día 28

 

Aioria paseaba con total libertad sus manos por el desnudo cuerpo de Saga, disfrutando de cada pedazo de piel por donde sus dedos pasaban, conociendo territorio inexplorado hasta ese momento, y sí, debía admitirlo, estaba caliente, más que nunca, no sólo por el agua, no sólo por esa idea que tuvieron de bañarse los dos juntos ese día. La bañera era tan amplia como para albergarlos a ambos y permitir que se sumergieran en las tibias aguas espumosas sin incomodidad, él se engañaba diciendo que sólo estaba enjabonando el cuerpo de Saga para limpiarlo pero en el fondo sabía que sus intenciones eran totalmente oscuras y la parte baja de su cuerpo le recordaba eso claramente.

El león sentía los cabellos azulados y húmedos del geminiano contra su pecho, sentía el contacto de su piel desnuda contra la del otro en varias zonas de su cuerpo, pero no la que en ese momento ansiaba, esta vez no iba a presionar al otro a dar un paso más, al menos eso era lo que se repetía una y otra vez para no perder la cordura.

Pero su manos no obedecieron a su mente, porque ellas se pasearon libremente rosando aquella intima zona de Saga provocando un gemido que resonó por el baño, Aioria no quitó su mano, es más se atrevió a tomar con más descaro la entrepierna de Saga que estaba en igual condición que la suya, y escuchando otro gemido en respuesta a su roce presiono su ingle contra las espalda del otro comenzando friccionar con necesidad.

El agua se movió dentro de la bañera, el volumen de la espuma parecía haber aumentado, el cuerpo del moreno se restregaba firmemente contra el del geminiano, al mismo tiempo que una de sus manos masajeaba su miembro y la otra tanteaba la superficie de la entrada del menor. Saga giró su rostro para ver a Aioria y ahí lo vió nuevamente, aquel rostro lleno de deseo como si pidiese más, con su labio inferior con un leve temblor y sus cejas algo fruncidas y uniendo sus labios entre gemidos y roces tuvieron su primer orgasmo.

 

Día 30

 

— Ellos te harán preguntas, sólo contéstales que nos mandaron a  los cinco picos a entrenar y meditar y unirnos con la naturaleza. — Ya se encontraban una vez más en el santuario subiendo uno los primeros peldaños hacía sus templos y el rostro que había puesto Saga en ese momento no le agradó.

— No pienses que no quiero que ellos no sepan de nosotros, prefiero decirles yo en el momento adecuado, te atosigarán y no podrás lidiar con esos tres, son una pesadilla en ocasiones créeme. — siguió hablando el castaño mientras tomaba con su mano la del de cabellos añiles.

— Aioria, puedes rechazar la oferta, pero… ¿Dormirías hoy en mi templo? — El castaño no tuvo que decir nada para hacerle saber su respeta, sólo bastó con un beso en los labios de Saga para confirmarle su asistencia.

Aquellos treinta días fuera del santuario le habían servido no sólo para evitar las incomodidades que sentían, aquellos treinta días les sirvieron para conocer al otro, conectarse, para darse cuenta de lo que ambos sentían y para aceptar ese amor que existía entre ambos  que atravesaba incluso las diferentes dimensiones.

 

 

 

Notas finales:

Gracias por todos los comentarios que recibi y espero disfruten los extras.


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