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Forbidden heart por hannastony

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Para cuando llegó la noche Los Vengadores ya habían acabado con todo su trabajo y estaban listos para partir hacia un nuevo rumbo, habiendo acomodado ya la inmensa cantidad de mercancía. Los botes también ya estaban es sus respectivos lugares y el ancla ya había sido levantada para que el bote comenzara a andar.

Steve se encontraba en aquel camarote que ya no era solo para él, mientras indagaba en ese especial saco que contenía cosas para su uso personal, como una pequeña maleta.

Era ropa hecha con materiales de buena calidad y no lucia tan costosa como los trajes que él normalmente solía vestir, en cambio lucia cómoda simple y agradable. A pesar de que toda su vida como noble había acostumbrado a vestir ropas del todo lujosas y extravagantes, no le importaba en lo más mínimo el poder comenzar a vestir de aquella forma, al contrario.

La verdad es que en aquellos momentos se sentía muy raro con su persona y mentalidad. Por una parte sentía odio por aquellos ladrones que se habían dedicado a engañar para poder robarles a familias tan poderosas, pero por otro lado sentía que aquellos, a pesar de todo, eran buenas personas, incluyendo a Tony. Sencillamente no podía detectar en ellos indicios o signos de crueldad, cosa que era extrañó siendo criminales con los que estaba tratando.

El caballero ya no sabía ni que pensar, ya hasta le habían comprado ropa y demás para que se sintiera cómodo, pero no debía olvidar, con dinero robado, pero claro no pensaba formar una nueva discusión por el hecho.

Se encontraba pensando en ello cuando vio como Tony llegó al cuarto y cerró la puerta detrás de él, para después dejar en la mesita cercana varios pergaminos y una brújula. Sin decir nada le lanzó a Steve un durazno, viendo como este lo atrapaba sin dificultades.

—Antes de que preguntes cual será nuestro nuevo destino… no, no te lo diré, lo sabrás cuando arribemos que será en unos cuantos días —dijo Tony sintiendo como al rubio ya le había estado rondando aquella pregunta por la cabeza.

Steve se había estado planteando el preguntar aquello, por lo que fue callado sin siquiera poder preguntar.

—Gracias —susurró el rubio levemente mientras agachaba la mirada hacia el durazno en su mano, viéndolo como si fuera lo más interesante del mundo con el único propósito de evitar la inquietante mirada avellana.

—Ah, no es nada, hay muchísimos duraznos —respondió como si nada el castaño tratando de controlar la pequeña emoción que le originaba el escuchar aquellas palabras de la boca del caballero.

—No me refiero al durazno… hablo de todo lo que mandaste a comprar para mí, no debiste de haberte molestado —aclaró rindiéndose y levantando la mirada para poder conectar sus ojos con los contrarios.

—Pero que dices Steve, no podías quedarte con un único cambio. Sé que no son de calidad tan lujosa como sueles vestir, pero espero y te sirvan de algo.

—No me importa en lo más mínimo lo ostentoso. Una vez más, gracias. —declaró con sinceridad el ojiazul viendo como su simple oración había sacado un auténtico gesto de alegría en el pirata.

—Por nada —respondió sintiéndose feliz consigo mismo por aquella decisión que había tomado, para después incitarle al rubio que comiera de su durazno diciéndole que estaba muy sabroso y que debía de probarlo.

Y así finalmente después de terminar la fruta fue que ambos se dispusieron a dormir, acomodándose en el colchón, dándose la espalda y poniendo la almohada más grande en medio de los dos, a petición de Steve.

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En aquellos días Bucky logró enlistarse al cuerpo de oficiales con éxito y se encontraba en entrenamiento constante para poder llegar al nivel de todos los demás.

El noble avanzaba con una velocidad impresionante, sus habilidades en batalla e inteligencia sobrepasaban a los de un novato,  por lo que rápidamente lo incluyeron a la investigación que se estaba llevando a cabo con respecto al atraco reciente que se dio en la capital.

La primera visita que tuvo que hacer acompañado de algunos de sus compañeros fue precisamente al aposento de los Carter, siendo asignada esta específicamente porque sabían que el castaño conocía a la hija de los Carter y probablemente estos se mostrarían más cooperativos al ver una cara conocida.

Cuando llegaron fueron recibidos con cordialidad por la familia Carter y mientras se sentaban en una de las grandes salas con las que contaban para hacer preguntas Bucky fue interceptado personalmente por Sharon, que le pidió con amabilidad si la acompañaba a dar una vuelta mientras sus padres contestaban todas las preguntas que sus superiores quisieran formar.

El jefe de Bucky claramente le dio permiso sin rechistar y fue así como ambos se encaminaron hacia los grandes y hermosos jardines con los cuales la mansión contaba.

—Esto me trae un poco de nostalgia Lord Barnes, la vez que conocí a Steve también caminamos por estos jardines, así como con usted —comenzó a relatar la rubia con tristeza reflejada en su mirada.

—Lo encontraremos, estoy seguro de ello —expresó el noble con convicción, sintiéndose un tanto impotente a pesar de que estaba haciendo todo lo posible por cooperar y encontrar a Steve.

—Estábamos a un solo paso de contraer matrimonio… sé que usted es su mejor amigo y por eso mismo quiero que sepa que lo amo, de verdad lo amo, siento que sin él ya no podría ser la misma de antes. —dijo la rubia limpiándose una lagrima fugazmente que se había instalado en sus ojos—. ¿Conoce ese sentimiento Lord Barnes? Ese sentir que daría todo por la persona que ama.

Preguntó Sharon sabiendo a la perfección la respuesta del contrario. Ella había convivido con aquellas personas por mucho tiempo gracias a Steve y era más que clara la mirada de Bucky al momento de encontrarse Natasha presente. Sabía que Bucky se encontraba hechizado por aquella mujer, pero al haber hecho esa pregunta quería que el hombre se pusiera en su lugar, que sintiera lastima por ella y que con ello se empeñara más en encontrar a Steve sano y salvo. Lo logró y lo notó fácilmente al ver como Bucky subía su mirada al caerlo, soltando un leve suspiro añorando con todo su ser que la vida le permitiera estar al lado de Natasha una vez más.

—Sí, conozco ese sentimiento —respondió Bucky ajeno a los pensamientos de la rubia, sin dejar de recordar aquellos hermosos ojos verdes—. Sé que usted es la mejor mujer para alguien como Steve y por el amor que le tiene lucharé hasta finalmente rescatarlo de aquellos despiadados piratas. —sentenció con mirada precisa.

Sharon sonrió con aquella respuesta y se sintió un poco más aliviada al saber que Bucky era alguien con determinación, mucha determinación.

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Los días pasaron hasta que finalmente los vengadores llegaron a su nuevo destino. En aquellos días la relación de Steve y Tony no había avanzado mucho, el caballero se limitaba a dirigirle la palabra al castaño solo en caso que fuera necesario y Tony simplemente no interfería en ello.

Sin embargo algo sí había cambiado y eso era que Steve comenzaba a mostrarse un poco más abierto a conversar con los integrantes de la tripulación a parte de Peter. Con el Dr. Bruce hablaba acerca de fundamentos básicos de medicina, Steve sabía que era importante aquella información para cualquier emergencia. Había hecho bastante progreso con su herida y ya se encontraba casi completamente recuperado.

Con Clint le gustaba conversar acerca de cómo le hacia este para tener gran puntería y demás. También había comenzado a hablar con Loki y Thor, ya que a pesar de que a este último ya lo conocía, era muy poco lo que había conversado con él las veces que se habían visto.

Descubrió que Loki era alguien muy inteligente y suspicaz e interesante de tratar y Thor era demasiado agradable. Steve no supo cuándo fue el momento exacto en el que comenzó a hablar mucho con el que le llamaban “el dios del trueno”, talvez una de las razones por las cuales se llevó bastante bien con él fue porque se parecían en muchos aspectos a parte de lo físico. Como en la amabilidad, el sentido de ayudar, la inocencia y la caballerosidad.

Las únicas personas con las cuales el rubio no quería pasar tiempo para convivir eran Natasha y Tony. A pesar de todo no podía perdonarlos e incluso sabía que el que comenzara a entablar amistades con los otros piratas era algo peligroso, pero también el caballero ya estaba harto de quedarse en un rincón como si fuese un mueble.

El día que arribaron Steve se había despertado como últimamente lo había estado haciendo, con Tony arriba de él escurriendo baba en sus camisas. A pesar de que pusiera una o dos almohadas entre ellos, el castaño era demasiado inquieto para dormir y se las apañaba para pegarse al cuerpo de Steve como si no hubiera suficiente espacio en la cama.

Sacudió a Tony haciendo que este apenas se removiera entre sueños. En otra ocasión lo hubiera dejado dormir, pero Steve ya comenzaba a acostumbrarse a estar arriba del barco y notó con rapidez el que no se encontraban avanzando.

— Tony despierta —dijo el caballero audiblemente mientras sacudía al contrario ahora sin ninguna delicadeza.

—Mngh ya voy…. —articuló aun medio dormido mientras abría lentamente los ojos.

—Estamos parados —habló el rubio mientras se incorporaba y se ponía con facilidad sus zapatos para pararse de la cama.

Con esta última frase Tony abrió los ojos instantáneamente y como si tuviera un resorte se incorporó brincando de la cama.

—¡Vamos Steve, andando! Hoy es mi día favorito del trabajo —respondió Tony pareciendo completamente otra persona mientras sonreía abiertamente y se dirigía con prisa hacia la puerta del camarote para poder salir.

Steve se quedó con una ceja enarcada del todo despistado viendo como Tony desaparecía con rapidez de su vista. Bien, por lo menos ya podría saber aquello que le habían estado ocultando tanto tiempo.

Al momento de salir lo primero que notó el rubio fue como Tony parecía encontrarse al centro de todo, gritando órdenes a sus tripulantes para que comenzaran a preparase para bajar a tierra firme.

Al contrario de la vez que habían llegado a Barlovento, esta vez ya estaban parados justo en el puerto de lo que parecía ser una pequeña isla, por lo que no tendrían que usar los botes para transportarse.

Steve se acercó curioso hacia el mismísimo capitán y sin rodeos una vez estando frente a él fue que preguntó el lugar en el cual se encontraban.

—Esto que ves, es la isla Tahití —respondió gustoso el castaño sin poder borrar su sonrisa.

—¿Tahití? Nunca he escuchado hablar de ella…

—No me sorprende, apuesto a que tú solo estás acostumbrado a leer o visitar lugares importantes, históricos o con riquezas. La isla Tahití no puede llegar a tener nada interesante para ustedes los nobles  —contestó con algo de agresividad el capitán, viendo como Steve se limitaba a fruncir el ceño.

De repente llegó Natasha al par de hombres, dirigiéndole una rápida mirada al rubio para después posar toda su atención al castaño.

—Todo esta listo, ya podemos desembarcar. Hemos contratado a un amable pueblerino que vigilara el barco en nuestra ausencia —relató la pelirroja con gesto serio hacia su capitán.

—¡Perfecto! —Exclamo alzando los brazos con victoria para luego voltearse y dirigirse específicamente al caballero—. Podrás bajar, me gustaría tenerte cerca de nosotros —dijo el castaño a lo que solo recibió como respuesta un gesto resignado.

Al fin y al cabo Steve sabía que no podía hacer mucho y la verdad es que la idea de poder pisar tierra firme nuevamente le hacía gusto. También servía para que pudiera apreciar con claridad lo que aquellos piratas se traían entra las manos.

El caballero notó como al barco llegaba un señor de ya mayor edad con una sonrisa gentil, asumiendo con facilidad que se trataba del pueblerino del que hablaba Natasha. Con aquel hombre llegaron tres grandes y espaciosos carruajes empujados por jóvenes que parecían ser los hijos de aquel hombre mayor.

Esos carruajes normalmente se veían empujados por fuertes animales, sin embargo, no parecía haber signos de algún caballo u otra especie por los alrededores.

Rápidamente todos Los Vengadores comenzaron a echar la mayor cantidad de mercancía posible a los transportes de madera hasta que estos quedaron completamente llenos a pesar de que aún faltaban costales de comida y barriles de agua por cargar.

Poco a poco los piratas fueron bajando para ya comenzar su travesía. Tony fue el que esperó a que toda su tripulación bajara y ya cuando estaba a punto de descender fue que se volteó hacia Steve, que en todo aquel tiempo se había quedado estático en su lugar, solamente mirando las acciones de los demás tratando de formular en su cabeza lo que vendría a continuación.

—Hey guapo ¿te vas a quedar ahí mirando o ya bajaras a ayudarnos a empujar las carretas? Que por cierto a simple vista ya lucen bastantes pesadas —dijo Tony con su característica sonrisa burlona mientras notaba como Steve espabilaba por completo, volteaba su mirada indignado, pero sin embargo, hacía caso al capitán y bajaba para ayudarles a todos los demás a empujar aquellas carretas.

Steve se posicionó a lado de Peter que lo saludaba con una jovial sonrisa para junto con Bruce poder comenzar a empujar aquel transporte. Así fue como en pequeños grupitos los piratas y Steve comenzaron a caminar por un camino que parecía ser el cual llevaba a una población.

La carreta que estaba empujando Tony con su grupito era la que iba por delante de las demás, por lo que Steve al no saber exactamente a donde se dirigían se limitaba a seguir el camino de los otros.

Estuvieron caminando por unos minutos en los cuales se llegaron a cansar, no obstante, después de unos cuantos metros recorridos fue que por fin llegaron a lo que sería la comunidad que habitaba en aquella pequeña isla.

Era como una aldea, donde se podían apreciar cada vez más cerca a las personas que habitaban esta. Mujeres, niños, hombres y ancianos, todos vestidos con harapos que a simple vista se notaban ya bastantes desgastados.

Las pequeñas chozas en las cuales habitaban las personas se encontraban hechas de madera, paja y barro. A los alrededores, al igual que en la mayoría de la isla, no se podía apreciar mucha vegetación. La tierra y las hierbas secas parecían ser las que decoraban el lugar.

Al acercarse un poco más y al quedar a la vista de los habitantes fue que rápidamente fueron interceptados por una gran cantidad de niños que corrieron desesperadamente hasta llegar a los carruajes mientras parecían desmesuradamente felices.

Fue ahí cuando los piratas pararon su caminar. Steve, al igual que los demás, se había visto rodeado de un montón de niños que brincaban con alegría a su alrededor e incluso se tomaban la confianza de abrazarlo como si lo conocieran de hace mucho tiempo.

Por obvias razones Steve se quedó completamente perplejo y aturdido, mirando con incredulidad el cómo varios de esos niños le sonreían con genuino gozo. Se notaba como los críos parecían llevar una mala alimentación y el que fueran descalzos y con  ropajes desgastados solo daba a remarcar la pobreza en la cual aquella comunidad vivía.

Steve no sabía que estaba pasando, no sabía siquiera que hacer o como tratar aquel tipo de actitud tan inesperada. Jamás en su vida había sido recibido con tanto jubilo y lo más impresionante de todo es que a él ni siquiera lo conocían, podría entenderlo de los demás que también se encontraban en las mismas condiciones, ya que aquellos niños podían ser conocidos de Los Vengadores, ¿pero él? él no había hecho nada para ganarse aquellas lindas e inocentes sonrisas.

De la nada Steve escuchó como alguien intentaba reprimir una carcajada. Volteó y miró como Bruce y Peter que eran los más cercanos lo veían con mucha gracia, como divirtiéndose de sus gestos un tanto preocupados al no saber qué hacer.

Y fue hasta que levantó la vista nuevamente hacia la carreta que iba en la delantera que pudo comprender absolutamente todo.

Ahí frente a sus ojos azules se mostraba Tony encima de una carreta abriendo uno de los tantos costales de comida para después repartirles a todos los niños que se acercaban un buen trozo de pan. Fue una vista sencillamente valiosa para el rubio caballero, en su vida había visto tanta bondad, generosidad, dulzura y sensibilidad por el ser humano. Ver a Tony, con la sonrisa más pura que jamás había podido apreciar, repartiendo con regocijo la comida para aquellos pequeños.

El rubio quedó inevitablemente encandilado por aquel hombre que a pesar de todo ya había logrado impresionarlo más de una vez, pero que ahora todo aquello se llevaba a otro nivel. Steve no podía creer que alguien como Tony existiera.

—Lord Rogers, espabile, tenemos trabajo que hacer —llamó Bruce sacándolo de su mundo y haciendo que pusiera nuevamente los pies en la tierra, viendo como el doctor y Peter comenzaban a imitar las acciones de su capitán, repartiendo un poco de la comida que llevaban en la carreta que hace nada estaban empujando.

Steve asintió y sin pensárselo dos veces comenzó a hacer lo que todos los demás hacían, repartir comida y algo de ropa para aquellos niños.

El rubio al encontrarse entregando aquellos materiales y recibiendo a cambio las sonrisas y miradas más agradecidas, fue que no pudo reprimir una cierta sensación de calidez que se comenzaba a formar en su pecho.

Al ver a todos los niños contentos y satisfechos con su respectiva ración de comida y cada uno con un par de zapatos nuevos y prendas de más, fue que avanzaron solo un poco más para repetir las mismas acciones pero ahora con los adultos con viviendas humildes.

Madres llorando de felicidad y agradecimiento, hombres inclinándose con gratitud, ancianos levantándose con esfuerzos para poder estrechar la mano con sus benefactores fue lo que la tripulación recibió a continuación.

Steve ahora podía comprender absolutamente todo, ahora comprendía porque aquellas grandes cantidades de comida, agua y ropa. Lo había dicho con sarcasmo la vez que se habían encontrado comercializando, pero la verdad es que literalmente el propósito de los piratas sí era alimentar a toda una comunidad, comunidad que lucía bastante pobre y que aquella grande cantidad de alimentos parecía ser como una brisa fresca en un caluroso desierto.

Cuando acabaron de repartir todo el cargamento que llevaban en las carretas fue que se regresaron por el mismo camino hacia el barco y terminaron de desembarcar todo lo que restaba para repetir nuevamente las acciones hasta que se aseguraron de haber acabado con toda la mercancía que traían y que todos los habitantes se encontraran con una parte de ello. El trabajo duro y difícil había sido recompensado al ver aquellas sinceras sonrisas de agradecimiento por parte de la población.

El atardecer comenzaba a hacerse presente y los pueblerinos habían decidido hacer como un tipo de festín, cocinando uno de los grandes jabalíes que los piratas habían llevado mientras cantaban y se regocijaban por aquel milagro que los había visitado.

Los Vengadores finalmente podían ver su objetivo realizado, su meta cumplida y era por lo mismo que todos ya se daban solo un momento para relajarse y festejar junto con todas las personas.

Tony se encontraba un tanto distante del festejo, cruzado de brazos mientras apreciaba con felicidad su trabajo terminado. Steve a su vez estaba platicando muy animadamente con un anciano que le contaba con gusto acerca de la isla Tahití, fue de esa forma por la cual el caballero se enteró que no era la primera vez que Los Vengadores visitaban a aquella comunidad haciendo exactamente lo mismo que habían hecho esta vez, ir para regalarles provisiones. Ahora todo cobraba sentido y el como aquellos niños nomas verlos habían saltado a recibirlos tan alegremente.

Steve volteó a mirar a Tony notando como este estaba un poco alejado sumido en sus propios pensamientos, por lo que sin pensárselo dos veces fue que se disculpó con aquel agradable anciano y caminó hacia el castaño hasta quedar a lado de él, volteando sus ojos azules a la misma vista que el capitán estaba apreciando.

—La gran familia Carter, así como las otras las cuales atracamos, estaban involucradas movimientos sucios para prosperar su fortuna —empezó a relatar Tony rompiendo el breve silencio que se había instalado en ambos.

Dicho esto fue que el de ojos cafés sacó unos papeles que traía guardados en pequeño morral de cuero que llevaba consigo. Se los tendió a Steve y este al tomarlos y comenzar a leerlos pudo percatarse que lo que acababa de decir aquel pirata era del todo cierto. Se trataban de documentos, documentos importantes y verídicos que demostraban algunos de los varios fraudes en los cuales aquellas familias estaban involucradas.

Steve al comenzar a atar clavos fue que se quedó sin poder creer lo que estaba viendo. Él sabía que a pesar de todo varios nobles abusaban de su poder para realizar movimientos ilegales, robos, fraudes y demás con el objetivo de aumentar sus riquezas, pero él nunca imagino que la gran y poderosa familia Carter estuviera involucrada en negocios tan mas ruines, pero ahí en sus manos tenia las pruebas, las pruebas de que a veces las cosas no resultan ser como parecen.

—Esas familias nobles con la ventaja de ser importantes abusan de su poder para robarles a los que menos tienen, un claro ejemplo lo tienes justo frente a tus ojos. La isla Tahití solo es uno de los muchos paraderos para todas aquellas familias a las cuales los más ricos les han quitado sus propiedades y posesiones para poder adueñarse de ellas.

Steve miró perplejo al castaño a lado suyo sin saber cómo sentirse ahora respecto a toda la situación siendo que hasta hace nada consideraba a aquellos piratas como lo peor de lo peor. Tony sin devolverle la mirada fue que continuó hablando.

—Yo lo único que hago es tratar de devolverles tan solo un poquito de lo mucho que les fue arrebatado. La vida es demasiado injusta con aquellos que no tienen la fuerza o poder suficiente para poder defenderse y créeme que no estoy tratando de justificarme contigo respecto a mis acciones, pero sencillamente no me puedo quedar de brazos cruzados viendo tantas injusticias que rodean a la sociedad. Y si me tengo que ensuciar las manos para conseguir lo correcto, lo hago sin pensármelo… —dijo Tony con una voz llena de determinación, ese tono de voz tan peculiar que utilizaba al momento de dirigir a su tripulación—. Además, ¡LADRON QUE ROBA A LADRON! —gritó aquello ultimo a todo pulmón para que los de sus tripulación lo pudiera alcanzar a escuchar.

—¡TIENE CIEN AÑOS DE PERDON! —completaron todos los vengadores gritando también fuertemente a pesar de que se encontraban esparcidos, para que después cada quien volviera a sus propios asuntos. El capitán sonrió con satisfacción por la rápida respuesta de sus piratas.

Aquello se había convertido como el lema principal de los vengadores, por lo que siempre que el capitán gritaba aquella frase, todos los demás se dedicaban a completarla, ya era como una costumbre.

Steve de su sorpresa pasó a un gesto del todo pensativo y serio, analizando todas y cada una de las palabras dichas por el capitán. Al principio había juzgado todo mal pensado que aquellos piratas eran simplemente unas criminales que buscaban satisfacer sus necesidades materiales, pero ahora ¿Quiénes eran los buenos? ¿Quiénes eran los malos? De la nada los papeles se habían invertido y no podría haber engaño en ello al ser el mismo Steve el que estaba apreciando con lujo de detalle todos los sucesos acontecidos.

Robar, saquear y engañar estaba mal, pero ¿realmente eran malos actos teniendo por delante intenciones tan buenas? Ya no podía culparlos, ya ni siquiera se podría atrever a arrestarlos, su sentir siempre claro y definido de la justicia ahora se estaba tornando diferente. Steve era el que ahora comenzaba a sentirse el malo de la historia al haber juzgado erróneamente a aquellos piratas pero sobre todo, a Tony.

—Creo que te debo una disculpa —habló finalmente el rubio ganándose la mirada atenta del castaño. A pesar de tener fuertes convicciones, Steve Rogers era alguien que sabía admitir cuando se había equivocado y el guardarse cosas por orgullo no formaba parte de su personalidad—. Te juzgué mal a ti y a tu tripulación sin saber bien sus propósitos o sus razones. Lo siento, Tony, sé que te dije cosas que realmente no merecías y si a alguien le debo la más grande de las disculpas es a ti —dijo mientras agachaba la mirada un poco apenado por todo lo que había estado ocurriendo en aquellos días, por todos sus rechazos, todas sus peleas etc.

—No tienes por qué disculparte Steve, después de todo eres un caballero de la nobleza y tú solamente cumplías con tu deber. Entiendo a la perfección tu postura, pero espero que ya no estés tan a la defensiva conmigo —dijo Tony aquello último con una sonrisa un tanto coqueta que sacó otra sonrisa en el contrario.

Se quedaron viéndose por algunos segundos, sin poder decir nada más y sin poder apartar la mirada de los ojos del contrario, apreciando con detalle las pupilas del otro. Fue hasta que Tony se comenzó a sentir muy extraño que carraspeó para poder cortar aquel pequeño momento.

—Bueno deberíamos ir a aprovechar el festejo que lo más seguro es que esta misma noche zarpemos hacia nuevos rumbos —dijo Tony sintiéndose de la nada nervioso para después alejarse y comenzar a caminar hacia con sus amigos, siendo seguido por Steve que hasta apenas ahora podía comenzar a relajarse por completo a lado de aquellos singulares piratas. 

Notas finales:

Les tengo una mala noticia :( lamentablemente ya se terminaron mis vacaciones y ya debo de regresar a la universidad. Esto significa que no podre escribir tan seguido como antes, ya que en la carrera con mucho trabajos y hay tiempo para dormir. Repito, como ya lo he dicho varias veces, jamás dejare esta historia inconclusa, solo que ya no sé si poder escribir tanto como en estos días.

Razón por la cual estoy en busca de un BETA, REPITO, ESTOY EN BUSCA DE UN BETA. Si a alguno le interesa por favor mándenme un mensaje o un comentario en el cual me lo hagan saber.

Los quiero mucho y espero por favor que no me abandonen jajaja así como yo no abandonaré este fic.


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