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Forbidden heart por hannastony

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Los Vengadores, continuando su camino hacia al norte, se encontraron con unas grandes y abastecidas tierras, las cuales no había tenido la fortuna de visitar antes. Llegaron a Quisqueya, o como otras personas lo conocían, Santo Domingo, asentándose rápida y fácilmente en el lugar.

La relación entre el capitán y el teniente de la tripulación había estado avanzando de maravilla en esos días. Se quedaban platicando por largas horas, siempre estaban uno al pendiente del otro, bromeaban, coqueteaban y de vez en cuando compartían  unos cuantos deliciosos besos.

A Steve le tomó solo un poco de tiempo dejar la vergüenza atrás para comenzar a expresar el enorme y fuerte cariño que se estaba formando dentro de su corazón por el pirata de barba de candado. No era como si fuese tan difícil, ya que, cuando estaba con Tony dejaba de pensar y de razonar, se sentía envuelto en toda una nube de hormonas que lo atontaban y hacían que actuase de acuerdo a sus deseos.

Y Tony, bueno… él nunca había sentido vergüenza al respecto, era abierto, seguro, lleno de confianza e incluso a veces un tanto descardo, sin contar que le FASCINABA mostrarle a todo mundo que Steve se encontraba en una especie de “relación” con él, ya que aunque no habían hablado seriamente de ello ni tampoco habían acordado algún compromiso, eran simplemente ellos dos, dejándose llevar, expresando lo que sentían cuando querían.

Al pisar tierra firme no fue complicado encontrar un lugar en el cual hospedarse, excusándose con los pueblerinos argumentando que eran un grupo de comerciantes que estaban solo de paso.

Fueron unos largos días navegando por el mar, por lo que absolutamente todos los piratas estaban lo bastante cansados para solo querer dormir toda la tarde, ya en la noche se podrían despertar para comenzar a conocer el lugar.

En una habitación estaban Thor y Loki, en otra Natasha, en la tercera Clint, Bruce y Peter;  y por último, como ya era costumbre, Tony y Steve en la cuarta. Dicho y hecho, todos, una vez después de haberse instalado, corrieron hacia las camas para poder tomar una siesta reparadora.

Tony se limitó a quitarse las botas para caer como peso muerto en el colchón, soltando un muy leve suspiro de satisfacción. Steve lo miró con una ligera sonrisa desde el marco de la puerta para luego imitarlo, ponerse cómodo y tumbarse en el colchón justo al lado de él. El castaño no dijo nada, simplemente se volteó un poco para poder pasar sus brazos alrededor de la cintura del rubio, recargando su cabeza en el fuerte pecho, dando una muy larga inspiración, embriagándose de ese olor de Steve que tanto le reconfortaba y encantaba,  dejando salir el aire lentamente.

Steve tampoco dijo nada, prefirió quedarse viendo al pirata sin poder borrar la sonrisa de su rostro. Pasó la palma de su mano por los cabellos castaños, acariciándolos lentamente para luego depositar un suave y tierno beso en la coronilla ajena antes de él también dormirse.

La mayoría despertó cuando el cielo empezaba a oscurecer en aquellas desconocidas y forasteras calles y los que no, fueron despertados por los demás para poder continuar.  Con las baterías recargadas y los ánimos renovados, no podían esperar a ver lo que Santo Domingo tenía que ofrecerles, aunque como era un lugar tan grande casi como la capital, era claro que no solo les bastaría un día para abastecerse de cultura, turismo y conocimiento.

Preguntaron a los nativos sobre un buen lugar, caminaron por unos cuantos minutos hasta que dieron con uno que era similar a una taberna en la cual podrían beber pero también cenar de forma deliciosa.

Mientras iban camino a ella, los demás observaron al ir detrás del capitán y el teniente, cómo Tony se encontraba demasiado entretenido contándole sabe qué cosa a Steve, haciendo ademanes y expresiones con sus manos, en tanto que el otro no borraba la boba sonrisa de su rostro y en ratos picaba levemente a Tony en las costillas, como un tipo de juego-coqueteo.

—Supongo que cada uno me debe 10 monedas de plata —dijo Clint a Natasha y Loki al mismo tiempo que los tres veían al par de cariñosos.

— ¡Hey, hey! Aún no lo sabemos, puede que uno haya caído más rápido que el otro. Además, dijimos enamorados ¿Cierto? No creo que aún lo estén —replicó Loki enarcando una ceja, ya que él definitivamente quería ganar esa apuesta.

— ¿Hablas en serio? ¡Solo míralos! En tan poco tiempo han superado lo molestos que tú y Thor llegan a ser —expresó Clint apuntando a los otros dos con ambas manos.

—Concuerdo con Loki, deberíamos de esperar un poco más, la apuesta no concluye hasta que uno de los dos diga “te amo” —apoyó Natasha reprimiendo una sonrisa resignada, ya que a pesar de ello, por cómo iban las cosas parecía ser que Clint seria el ganador.

—Son muy malos perdedores, pero acepto su condición, de igual forma voy a ganar —expresó Clint encogiéndose de hombros y echándoles una última mirada a ambos.

Al llegar, juntaron dos mesas para todos los tripulantes y esperaron hasta que una chica joven, de piel blanca y pelo castaño agarrado en una coleta se acercó a tomarles la orden. Iba vestida con la típica vestimenta que solían usar las meseras en tabernas, con una falta larga y sencilla, un corsé alrededor de su torso,  una blusa blanca de resortes y listones rojos que dejaba al descubierto gran parte de sus pechos.

— ¿Qué les puedo servir, caballeros y dama? —preguntó la joven dirigiéndose a todos y mirando solo por un pequeño tiempo de más, al guapísimo rubio de ojos azules con porte de un completo caballero de la realeza.

— ¿Cuál es la especialidad de la casa? —preguntó Clint con una sonrisa ladina, recargándose en el respaldo de su asiento.

—Aquí preparamos unas deliciosas ostras al vapor que las pueden acompañar muy bien con vino tino —respondió la chica amablemente a la pregunta. Aquel lugar era uno de calidad media, por lo que claramente el vino que se consumía ahí era común.

—Eso suena bien, ¿Todos de acuerdo? —preguntó Bruce recibiendo un asentimiento de cada uno de los tripulantes.

— ¡Perfecto! Queremos eso. Una orden suficiente para nosotros y dos botellas de vino tinto —habló Clint mirando a la joven y dirigiéndole un coqueto y rápido guiño. 

—Y un vaso de agua para el muchachito —agregó Tony señalando a Peter viendo cómo éste sólo bufaba.

—Enseguida se los traigo —respondió la chica dirigiéndole otra mirada a Steve, seguido de una sonrisa ligera antes de retirarse.

— ¿Viste eso Steve? —preguntó Natasha de lo más divertida.

— ¿Ver qué? —respondió con otra pregunta con el tono más inocente y puro que solo Steve sabía hacer.

—Oh vamos hombre, deja de ser así, y uno aquí queriendo llamar la atención de esa linda chica… —dijo Clint fastidiado mientras se cruzaba de brazos y rodaba los ojos.

—Si Steve, no te hagas el que no te diste cuenta como esa joven se te quedaba viendo —dijo Tony con un tono de fingida tranquilidad.

Cuando Steve se giró  para mirar a Tony sintió escalofríos por toda su medula espinal, ya que éste lo miraba con la sonrisa más falsa y plástica posible, una sonrisa que casi nunca veía en él ya que normalmente todos los gestos que le dedica resplandecían en sinceridad.

—Oh no, el capitán esta celoso —exclamó Peter con cuidado, a comparación de todos los demás que se estaban aguantando la risa de ver al pobre de Steve en serios aprietos.

—Es bastante guapa ¿a qué si, Steve? —dijo Loki con malicia a la vez de que se recargaba en el hombro de Thor.

—S…sí, supongo que si —respondió Steve con sinceridad y nerviosismo.

— ¿Ah sí? Con que se te hace guapa, eh Steve —expresó Tony tensando su mandíbula pero sin dejar de “sonreír”.

—M…me refiero a que es linda la chica, como todas las chicas…. Pe…pero sinceramente no es mi tipo —trató de corregirse rápidamente el caballero buscando que Tony quitara esa enojada expresión de su rostro.

—Pensé que tu tipo era pelo castaño agarrado en una coleta —agregó Natasha con una sonrisa y ahora sí, con esa oración todos no pudieron evitar reírse al ver cómo Steve comenzaba a ponerse colorado.

—Bueno ya, dejen al pobre de Steve en paz —dijo Tony sonriendo al igual que todos y volviendo a su expresión relajada de siempre, para voltear a ver a Steve y dedicarle una mirada coqueta.

Steve también se calmó y se rio con ese simple gesto de Tony,  en ese momento sintió unas enormes ganas de besarlo, pero lo único que le impidió hacer aquello fue que estaban en un lugar con mucha gente y quería evitar problemas.

Cuando la chica llegó con sus bebidas y comida trató de llamar un poco la atención del rubio para que la volteara a ver aunque fuera por un instante, pero no lo logró al notar como éste se encontraba sumido por completo en la compañía de aquel castaño de coleta que parecía adquirir absolutamente toda su atención con filtreos nada sutiles. La mesera prefirió dejar eso por la paz y retirarse educadamente.

—Te estas comportando así a propósito, ¿verdad? —preguntó Steve en un susurro acercándose al oído de Tony, percatándose de que se estaba comportando más coqueto de lo normal.

—No sé de qué estás hablando —respondió Tony con fingida inocencia lambiendo su labio inferior.

—No hagas eso —advirtió el rubio mirándolo con deseo, desde hace rato tenía ganas de agarrarlo a besos.

— ¿Hacer qué? —respondió de la misma forma que antes.

—Tony…

—Oigan, en serio, su tensión sexual me está matando, mejor acábense las ostras que están deliciosas antes de que nos saquen del lugar por inmorales —agregó Clint mientras tomaba otra ostra del plato.

Aquello fue suficiente para que tanto el capitán como el teniente tomaran distancia y comenzaran a comer y beber.

Se terminaron las dos botellas de vino por lo que pidieron otras 2 y en cuanto a las ostras, no quedó siquiera una, sin embargo, todos quedaron satisfechos por lo que decidieron sólo terminar de beber.

Al final, los únicos que acabaron un tanto borrachos fueron Clint y Natasha, especialmente Nat; los demás solo se encontraban relajados por el alcohol y la comida.

Bruce y Thor ayudaron a Clint a caminar, poniéndose uno de cada lado para sostenerlo, en cuanto a la pelirroja, al ver que ya cabeceaba y murmuraba cosas sin sentido, Steve optó por cargarla cuidadosamente cual princesa entre sus brazos.

—Nunca había visto a Natasha ponerse en ese estado —dijo Tony a lado de Steve mientras caminaban de regreso a su lugar de hospedaje.

—Es una mujer fuerte —complementó Steve. Al también se le hacía un poco extraño.

—B…Bucky… —murmuró ella inconscientemente llamando la atención del rubio—. Bucky l…lo siento — dicho esto, una gruesa lagrima salió de sus parpados cerrados y calló por su mejilla.

Steve al verla, sintió debilidad, tristeza, pero sobre todo, empatía. Si le quedaba alguna duda acerca del amor que la pelirroja profesaba hacia su mejor amigo, ahora ya no  quedaba ninguna.

En cuanto a Tony, no volteo a mirarla pero escuchó a la perfección el llamado hacia su amado y sintió cómo se le estrujaba el corazón, sabiendo que no podía hacer nada al respecto para mejorar el sentir de su amiga, de su familia.

Al llegar y dejarla en su cama, Tony la acomodó, le quitó sus botas y le hizo a lado un mechón rojo de la frente para darle un suave beso en la frente para finalmente, dejarla descansar.

— ¿Crees que Nat esté bien? —preguntó Steve a Tony una vez que ambos entraron a su respectivo cuarto y cerraron la puerta.

—Lo estará. Tú mismo lo dijiste ¿cierto? Es una mujer fuerte —respondió Tony al mismo tiempo en que se quitaba sus anillos y ornamentos para poder dormir, quedándose solo con un pantalón holgado puesto

Steve asintió y también se fue preparando para dormir estando en las mismas condiciones que Tony, dejando su torso al descubierto. Sin embargo, al momento de estar ambos acostados y abrazados, tocándose piel con piel, los dos se comenzaron a sentir calientes.

El rubio recordaba las inmensas ganas que había tenido de besar a Tony, quizás algo más, y ahora que estaban solos no debía de reprimirse ¿o sí?

—Tony —lo llamó suavemente haciendo que el moreno se girara. Cuando estuvieron de frente, Steve no resistió más y se abalanzó hacia Tony para comenzar a besarlo.

El castaño correspondió más que gustoso, moviendo su boca y labios al ritmo de Steve, para luego empujarlo levemente para que el otro quedara de espaldas al colchón y montarse arriba del, claramente sin dejar de besarlo.

No pasó mucho para que Steve comenzara a meter su lengua buscando con impaciencia la contraria, encontrándola gustosa mientras se enredaban. Tony en momentos mordía su labio inferior, separándose solo por unos segundos para nuevamente meter su lengua en la boca contraria y seguir besándose.

El rubio inevitablemente comenzó a sentir como una erección se formaba en sus pantalones a la vez que tomaba con ambas manos a Tony de las caderas. No sabía porque de la nada estaba sintiéndose muy excitado, acalorado y mareado como si hubieran prendido una más que viva llama dentro de él.

—Alguien está muy animado allá abajo —comentó Tony con diversión restregando su miembro duro contra el contrario, porque sí, a Tony también se le había formado una erección de manera rápida y se sentía demasiado caliente.

—No sé… ah... no sé qué me pasa —dijo Steve agitado y sincero buscando la mirada de Tony.

— ¿Sabías que las ostras y el vino tinto se pueden considerar muy buenos afrodisiacos? Una comida que aumenta el deseo sexual, aunque claro, esto científicamente aún no está comprobado — dicho esto Tony volvió a besarlo mientras movía más sus caderas.

Steve no sabía realmente si sus enormes deseos se debían a la comida o al simple hecho de que Tony le excitaba a niveles inimaginables; lo único que sabía con seguridad es que en esos momentos estaba duro como una piedra y quería liberarlo, por lo que tomó a Tony de los hombros y lo empujó hacia el colchón, haciendo que cambiaran de posiciones, siendo él ahora el que se encontraba encima del castaño.

—Oh Steve —expresó Tony emocionado y excitado al mismo tiempo que mordía su labio inferior. Esa fue imagen suficiente para que Steve se lanzara a atacar su boca mientras se acomodaba entre las piernas de Tony para luego comenzar a mover sus caderas, simulando embestidas.

El castaño comenzó a gemir entre besos, notando como Steve también jadeaba, sin dejar sus movimientos de lado. Tanto tiempo Tony había fantaseado con aquello y ahora estaba haciéndose realidad.

Sin aguantar más, pasó su mano por todo el trabajado pecho, bajando lentamente por los abdominales hasta llegar al borde del pantalón, meter la mano y sacar el miembro del contrario para masajearlo.

Steve detuvo el beso en el que se encontraban para gemir y tomar aire, sin poder dejar de mirar a Tony con las pupilas más que dilatadas. Se sentía extremadamente bien, sintiendo cómo la mano morena lo envolvía, subía y bajaba, pasaba el pulgar haciendo círculos en su glande y nuevamente volvía a subir y bajar.

Steve guiándose por la pasión imitó por completo a Tony, bajó una de sus manos, escabulléndose en el holgado pantalón hasta poder liberar el pene contrario y comenzar a masturbarlo, de la misma forma en la que Tony estaba haciendo con él.

Se sentía increíble, no era nada comparado a cuando ellos se lo hacían por sí mismos; era mejor que cualquier fantasía e incluso, extrañamente se sentía mucho mejor que cualquier encuentro sexual que hubieran tenido antes.

Volvieron a besarse, lambiendo cuanto pudieran. Esto provocó que ambos aceleraran los movimientos de sus manos, haciendo las masturbaciones más rápidas, más intensas.

Tony en un momento dejó de besar la boca de Steve para pasar a su cuello, usando su mano libre para acercar más a Steve, enredando sus dedos en el cabello rubio y comenzar a lamberlo y besarlo, por toda su extensión, haciendo especial énfasis detrás del lóbulo de su oído,

—Mmm Tony —murmuró Steve entre jadeos, sintiéndose cerca del final, acelerando aún más los movimientos de su mano en el miembro de Tony.

Fue así como Steve se corrió primero, gimiendo y manchando en el proceso, toda la palma de Tony con su semen; a los pocos segundos, Tony lo acompañó, viniéndose de igual manera, sobre su abdomen y la palma ajena.

—Ah… uff —jadeó Tony gimiendo largamente sintiéndose encandilado por el clímax previo.

Ambos al terminar de correrse se buscaron con la mirada, se sonrieron cómplices y se volvieron a besar ahora de forma pausada y largamente.

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Sharon se encontraba en la cubierta del navío, cerca del borde, admirando el paisaje azulado que se extendía antes sus ojos. La verdad era, que a ella nunca le había gustado el mar, sentía que era traicionero, peligroso, maligno, si tenía la opción de elegir ella siempre preferiría viajar a caballo por tierra firme; pero ahora, se encontraba ahí, navegando quien sabe cuántos kilómetros con tal de encontrar al amor de su vida. Porque ella sabía que Steve seguramente también la estaba esperando, pensando en ella de forma constante, porque Steve era de ella y ella era de Steve, así era como estaban escritas las cosas.

De verdad rezaba y esperaba que se encontrara bien. Porque cuando encontrara a aquellos piratas no tendría piedad alguna.

—Sé lo que está pensando Lady Sharon, pero una vez que los encontremos lo mejor será que se mantenga alejada de toda la acción, su seguridad es importante —dijo una voz conocida a lado de ella y cuando la rubia se volteó se encontró a James Barnes, con la mirada fija y seria en el horizonte.

—Lo entiendo a la perfección Lord Barnes, no tiene de qué preocuparse, no les daré problemas —respondió Sharon con tranquilidad volviendo su vista también al horizonte.

Bucky la miró un momento, no muy seguro de que aquellas palabras fueran a convertirse en hechos pero antes de decir cualquier cosa, el grito del vigía del barco llamó su atención.

— ¡Galápagos a la vista, Galápagos a la vista! —gritó el vigía desde la cofa haciendo que todos comenzaran a moverse.

Sharon miró a Bucky, le asintió con la cabeza y con este gesto el hombre se despidió para correr a tomar su puesto tal y como lo hacían sus demás compañeros.


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