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Forbidden heart por hannastony

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Notas del capitulo:

Se denomina castillo de proa a la parte de la superestructura de un barco que se eleva sobre la cubierta principal en el extremo de proa.

Mientras seguían besándose Steve comenzó a sentir como su miembro paulatinamente se volvía a levantar y en poco tiempo una nueva erección se volvía a producir. A pesar de ello, el rubio no despegó sus labios de los del moreno, sólo se dedicó a presionarlos más fuerte y hacer el beso más intenso.

Tony ahogó un gemido dentro de la boca de Steve y siguió con gusto el ritmo de sus lenguas, el cual se había tornado desesperado y acelerado conforme pasaban los segundos. A esto le podía añadir el hecho de que sentía su falo agonizante debido a la falta de atención. Sí, se había excitado y satisfecho bastante con chupársela a Steve, pero él necesitaba acción en su propio cuerpo para poder terminar.  Se separaron en busca de aire, jadeantes y más que animados en sus órganos sexuales. Steve bajó la mirada hacia la entrepierna de Tony, viendo lo duro y erguido que se encontraba, notando una pequeña mancha húmeda en sus pantalones debido al pre-semen que había segregado anteriormente.

—Tony…. quítate los pantalones —susurró Steve ronco, mirándolo con la petición escrita en sus ojos.

Tony lo miró y asintió, sintiendo una descarga eléctrica de excitación con aquella mirada. Juntó sus fuerzas y se puso de pie, para desabrocharse el cinturón, batallando un poco con la hebilla para retirarlo por completo, haciendo que cuando ésta estuviera abierta fuese más fácil sacarse los pantalones y calzoncillos.

Steve, sin  dejar de mirarlo casi devorándolo, se puso de pie para quedar a la par de Tony, apreciando con entusiasmo cómo el moreno se desvestía sensualmente para él. Una vez que Tony pudo liberarse de sus prendas inferiores, tirando lejos por ahí también sus botas y calcetines, miró a Steve, expectante de lo que este quisiera hacer a continuación.  El rubio lo observó de arriba hacia abajo una y otra vez, deleitándose con la vista de la agraciada polla alzada, con la punta del glande pegajosa. Cuando posó sus ojos en los de Tony, captó que este lo veía con coquetería y provocación, incitándolo a tomarlo de una buena vez; el rubio sin decir una sola palabra, se abalanzó sobre el semidesnudo cuerpo del moreno, tomándolo de las caderas para pegarlo a su cuerpo, introduciendo sin previo aviso su lengua en la boca contraria, enredándola con la de Tony, haciendo fricción entre ellas.

Sus manos pasaron de las caderas a las nalgas del moreno, apretándolas y amasándolas, escuchando como Tony comenzaba a gemir por las caricias dadas en esa parte de su cuerpo. Después de un rato de estar enfocado en su trasero decidió pasear sus dedos derechos hacia la línea en la cual se encontraba el orificio del contrario. Lo tentó con su dedo índice, sintiendo que el simple tacto el anillo comenzaba a contraerse con anticipación. El rubio trató de concretarse en aquel punto, esperando el momento en el que el agujero comenzar a relajarse para empezar a abrirlo, aunque tenía admitir que le era difícil poner toda su concentración en ello al sentir la boca y lengua de Tony trabajar en su boca en el beso que seguían compartiendo.

Esta vez no utilizaría su saliva, pero esperaba que aun así Tony se relajara para poder prepararlo y penetrarlo. Luego de unos pocos minutos, Steve sintió el orificio comenzar a abrirse, relajándose por el tacto que había estado manteniendo alrededor, presionando ligeramente contra la piel y contra la misma entrada.

Comenzó metiendo el dedo índice lentamente y al ver que Tony no expresaba ninguna queja ni de inconformidad o dolor, al contrario, comenzaba a jadear y gemir más; se aventuró a meter por completo su dedo, siendo recibido por la suave mucosa que lo envolvía. Hizo pequeños círculos con su dedo, metiendo y sacándolo por muy poco, tratando de abrir lo más posible a Tony, para luego arriesgarse a meter un dedo más, sintiendo que el segundo se introducía con mayor facilidad que el primero.

El castaño al sentir la intromisión dentro de él no pudo continuar besando a Steve, al liberarse, buscó algo de oxígeno, notando que la punta de su glande expulsaba más liquido pre seminal. Aquello lo estaba matando, se sentía verdaderamente impaciente por que Steve le diera la apropiada atención a su ano y por consiguiente, a su pene. Steve notó como el agujero de Tony se sentía húmedo, usando esa misma humedad a su favor lo preparó más deprisa.

—Estas tan mojado y estrecho —murmuró Steve acercándose hasta el oído de pirata, lambiendo su lóbulo de paso.

A Tony le hubiera gustado formular una respuesta más sucia y pervertida, pero no pudo ya que su boca solo emitía jadeos y gemidos en ese instante. Lo que sí pudo hacer fue mover sus caderas al compás de los dedos de Steve, acompañándolo en el movimiento, haciéndole saber con el gesto, que él se sentía preparado, y que quería algo más que sus dedos. El rubio captó al instante la indirecta de Tony; bajó su boca al cuello moreno para dejar un chupetón, mordiéndolo ligeramente una vez hecho. Satisfecho al observar el lugar donde había estado su boca la piel morena comenzaba a adquirir un tono rojizo sacó los dedos del caliente agujero. Lo besó una vez más en la boca, posando sus manos nuevamente en sus nalgas, haciendo fuerza ahí mismo para levantarlo; Tony dio un ligero brinco, para enredar sus piernas alrededor de la cadera de Steve, facilitándole el trabajo de que este lo cargara.

Sin separar su boca de la adornada por una barba castaña, Steve lo enganchó más a su cuerpo, tomándolo por el trasero ocasionando que sus erecciones se frotaran entre sí. El rubio podía cargar con el peso de Tony sobre del, pero a la vez, sabía que si quería penetrarlo, necesitaría un poco más de apoyo, por lo que separándose del beso echó una rápida mirada hacia atrás de Tony, encontrando justo enfrente la solución, sonriendo con satisfacción.

Volvió a besarlo, y cargándolo, caminó lentamente hasta estamparlo contra el mástil grueso de madera que se encargaba de sostener la vela mayor, haciendo que la espalda de Tony se arqueara y luego apoyara su espalda en él. Así Steve tenía mayor libertad de mover sus manos sin dejar de sentir a Tony enredado en él, razón por la cual se separó solo un poco, para usar sus manos y deshacerse de la levita que este traía puesta, siguiendo con desamarrar los cordones de su playera. Después de unos cuantos segundos Steve se comenzó a exasperar ya que el nudo no cedía, por lo que terminó desgarrando la playera, dejando casi por completo el torso del pirata al descubierto, adornando en su pecho su precioso zafiro que casi nunca se quitaba.  A Tony no pareció mostrarle ni un poco que su playera se encontrara destrozada, lo único que quería e incluso exigía era que Steve lo cogiera solo como él lo sabía hacer.

El rubio, colocó de nueva cuenta sus manos en las nalgas de su amante, pudiendo manipularlas a su antojo; las separó, dejando su orifico aún más expuesto y comenzó a acercar su miembro cada vez más cerca, hasta poder sentir como su glande rozaba con la húmeda y apretada abertura.  Sin exasperarse, fue introduciendo su pene paulatinamente, sintiendo como el ano de Tony se amoldaba a la perfección a la presión ejercida por el cuerpo extraño, recibiéndolo con parsimonia y relajado en el acto para que Steve pudiera introducir su falo por completo. Y así fue. Cuando sintió que todo su miembro se encontraba dentro, tanto el rubio como el castaño soltaron un largo jadeó de placer.

Steve se quedó quieto por unos segundos hasta que sintió a Tony moverse torpemente, retorciéndose entre sus brazos. Aquella era una clara señal que le indicaba al rubio que ya era hora de comenzar a embestirlo. Comenzó a moverse, lento, tomándose su tiempo para meter y sacar casi toda su extensión, haciendo que las penetraciones fueran por consiguiente más largas. Tony sintió como la gruesa polla de Steve se abría paso dentro de él, sintiendo perfectamente las pausadas y largas arremetidas.  Sin evitarlo soltaba jadeos queditos y cortitos, gustándole mucho como a veces también podían ser lentos y hacer que el sexo durara más. Pasó sus brazos alrededor del cuello de Steve, abrazándolo más, buscando de vez en cuando su boca para lamberlo y besarlo.

Duraron un buen rato así, con Steve penetrándolo dulcemente y ambos disfrutando el ritmo y de sentirse tan unidos. Todo cambió cuando Tony comenzó a contraerse voluntariamente solo para hacer enloquecer al de cabellos rubios, cosa que logró casi de inmediato. Se contraía justo en el momento en el que Steve sacaba su miembro, como apresándolo, sin dejarlo querer ir, aflojando su orificio justo cuando Steve volvía a entrar dentro de él, haciendo las penetraciones más placenteras. Steve no aguantó mucho así, pasando a ser más brusco, aumentando la velocidad del movimiento en sus caderas, dando embestidas más rápidas y duras, mientras tomaba con más fuerza el culo de Tony, manteniéndolo aún pegado contra el mástil.

Gracias al nuevo ritmo tomado, los testículos de Steve chocaban con más fuerza en la piel del castaño, provocando que se formara el sonido obsceno de sus bolas chocando constantemente contra la piel, cada vez que metía y sacaba. Steve comenzó a gruñir en el oído de Tony al igual que el castaño, quien gemía sensualmente en la oreja de Steve, haciendo que sus vellos se erizasen. El moreno podía sentir como su erección era frotada una y otra vez contra el abdomen de Steve y el suyo propio, haciendo que se perdiera en el placer; y lo hizo aún más cuando el rubio comenzó a dar exactamente en su punto, frotando su inflado glande en su próstata cada vez que se arremetía por completo dentro de él.

—M…más Steve…. Ah… así…—pidió Tony entre fuertes gemidos, sin contenerse un poco, siendo complacido rápidamente al ser Steve quien comenzaba a follarlo de manera impetuosa y fuertemente.

Duraron un rato más así hasta que ambos sintieron casi al mismo tiempo que estaban a punto de terminar. Steve aprovechó eso para arremeter el cuerpo de Tony con todo lo que tenía, encajando sus propias uñas en las nalgas del contrario para dejar salir un poco de todo el fuego que lo consumía, penetrándolo con tanta fuerza que hasta hizo a Tony gritar a los 4 vientos su nombre del placer. Ambos sintieron las sensaciones del pre orgasmo y eyacularon al mismo tiempo; Tony entre sus abdómenes y Steve dentro del castaño, dejando salir todo su semen sin consideración alguna mientras soltaban el último gemido que los hizo ver estrellas.

Steve esperó unos cuantos segundos a que todo su fluido terminara de salir y una vez terminado no pudo más, sacó lentamente su miembro de Tony  y  lo soltó de su trasero, haciendo que este desenredara sus piernas de sus caderas y las posara en el piso del barco, dejándose de apoyar por completo en el mástil atrás de él.  Steve sentía que sus piernas comenzaban a temblarle de lo grandioso que había sido su clímax, y por consiguiente venia la debilidad post-orgásmica que se generaba en su cuerpo, sin embargo, ambos podían seguirse manteniendo de pie.

Steve lo rodeó con sus brazos por su cintura, acercándolo para abrazarlo, apoyando en gran medida su peso en Tony que se mantenía firme, sosteniéndolo, acariciando su cabello. El rubio, hundió su cara en el espacio que hacía entre el cuello y el hombro de Tony, refugiándose en este, aspirando su olor, sintiendo también las gotas de sudor de su pareja.

—Me coges tan bien cariño —susurró suave y delicadamente el moreno en el oído del rubio, sin dejar de acariciarlo.

Steve se limitó a responder con un simple gruñido de satisfacción.

Se quedaron así unos minutos, escuchando sus respiraciones que poco a poco se volvían calmadas.

—Tony… —llamó Steve sin despegar su rostro del cuello del pirata.

—Dime.

—Debemos de limpiar este desastre si no queremos dejar más traumatizado al pequeño Pete.

—Jajaja tiene razón mi teniente —respondió el moreno divertido viendo a Steve separarse de él sonriente.

Ambos se dispusieron a recoger sus prendas, limpiarse y cambiarse en su camarote con ropas más cómodas; después limpiaron el lugar en el que tuvieron sexo y dejaron todo completamente impecable, como si nada hubiese pasado.

Ninguno de los dos tenía sueño aun, por lo que después de ello, Steve propuso salir a descansar al castillo de la proa, en la cubierta principal para recibir aire fresco y ver las estrellas, Tony por supuesto, no se negó. Tomó una manta grande y suave para ponerla en la madera y que ellos se pudieran recostar en ella.  Gracias a que las velas en ese instante estaban amarradas, al estar recostados de espaldas tenían una perfecta vista despejada de los cuerpos celestes, brillando con especial peculiaridad aquella noche tan especial.

Tony se encontraba recargado en Steve, usando su hombro como almohada mientras mantenía su mano apoyada en el pecho del rubio; Steve por su parte, se dedicó a abrazar levemente  a Tony con el mismo brazo en el cual se encontraba recargado, mientras que su mano izquierda la puso detrás de su nuca, usándola como  almohada. Pasó mucho tiempo en el cual ninguno tuvo el valor de interrumpir el cómodo y agradable silencio que se había instalado en el ambiente, dedicándose solamente a sentir la calidez del cuerpo contrario y apreciar el hermoso, oscuro e infinito cielo tapizado de muchísimos puntos brillantes. Steve no podía dejar de pensar una y otra vez al respecto sobre todo lo que estaba sintiendo en su corazón. Sí, era cierto que ya tenía mucho tiempo cuestionándose los sentimientos y reacciones que Tony provocaba dentro de él, pero ahora era diferente; ahora sentía que era algo mucho más fuerte y estable.

El hecho de estar ahí, recostado junto a Tony, mirando las estrellas, lo hacía sentir el hombre más feliz y dichoso del planeta. Él se consideraba un hombre muy afortunado: nació en una familia noble, nunca le falto nada, no tuvo que pasar por situaciones complicadas o sufrir, tenía un increíble amigo  y  siempre tuvo el amor de sus padres. Incluso cuando era un chiquillo débil y enfermo, la vida le sonrió y le dio la oportunidad de sanar y convertirse en lo que era ahora.

Siempre tenía en cuenta lo agradecido que debía de estar con el universo por tantas oportunidades y que debía de ser feliz por ello, no obstante, debía de ser sincero consigo mismo y debía de admitir que nunca se había sentido tan feliz en toda su vida hasta que su relación con Tony comenzó a mejorar, desde que aquella vida como “pirata aventurero” inició, jamás se había sentido tan libre, radiante y satisfecho.

Pero sobre todo, al estar enamorado de Tony, no era por ser presumido o egocéntrico, pero sabía que a lo largo de su vida muchas jóvenes decían haberse enamorado de él, pero a pesar de ello él no se sentía completo, no sentía las características mariposas revolotear en su estómago a cada instante, ni la desesperante necesidad de estar con sus parejas a cada momento y sobre todo de protegerlas, de querer dedicar su vida entera a ellas y con Tony se sentía así, se sentía capaz de hacer lo que fuese necesario con tal de ver aquellos preciosos ojos castaños brillar.

¿Así que aquello era el amor? Qué cosa tan más interesante. El sentimiento por el que Steve tantos años anheló, la razón por la cual soñaba despierto y la principal causa de que no quisiera un matrimonio arreglado era Tony. Y lo había obtenido, había logrado enamorarse perdida e irremediablemente en el lugar más imprevisto con la persona más inesperada que pudo haber imaginado.

Si antes le hubieran dicho que su verdadero y real amor iba a ser un pirata de la tripulación de los vengadores y lo más loco aún era que…era un hombre, si otra persona se lo hubiera dicho definitivamente se hubiera reído en su cara y negado ante el hecho sin poder creerlo. Pero ahora se encontraba ahí, irremediable y profundamente enamorado de Tony, queriendo pasar con él el resto de su vida. Ahora comprendía a la perfección lo que decían sentir Bucky y Natasha. En definitiva era una sensación de otro mundo.

Casi había pasado la hora y el rubio comenzaba a sospechar que Tony se había quedado dormido debido al aire fresco y la tranquilidad de la noche, luego de un momento se dio cuenta que se había equivocado al escuchar su voz.

—Me pregunto cómo se la estarán pasando los chicos —dijo Tony expresando sus vagos pensamiento que viajaban a su familia.

—Apuesto que Thor y Loki se encuentran comiéndose a besos en estos instantes —dijo Steve con una discreta risita.

—jajaja sí y Bruce seguramente está cuidando a un más que ebrio Clint —siguió el castaño acompañándolo en su risilla—tal vez quieran que nos quedemos un par de días… podríamos con ello.

Con esas palabras Steve recordó la conversación que tuvo en el palomar, con la hija del dueño y consideró un momento adecuado para expresarlo.

—En el lugar que encontré para poder enviar mi carta había una joven muy agradable que me habló un poco más acerca de Wildwood —comenzó el rubio notando que captaba toda la atención del moreno, al incorporarse levemente para mirarlo a los ojos—, me dijo que por esta temporada se encontraban migrado las ballenas, y que si viajábamos hacia al Este probablemente tendríamos la fortuna de verlas —concluyó entusiasmado con la idea.

—Hum pero nosotros nos dirigimos hacia el Norte —dijo Tony pensando en Long Island.

—Entiendo… —dijo Steve en voz baja mientras poco a poco apagaba su luz de emoción. Nunca había tenido la oportunidad de poder apreciar aquellas criaturas que describían tan magnificas, pero comprendía que no cambiarían el rumbo que ya tenía previsto el capitán solo por aquel hecho.

Lo que no sabía el rubio era que la más mínima expresión de tristeza o desilusión en su rostro hacia que a Tony se le revolvieran las tripas con disgusto. Tony siempre sería la persona más consentidora y atenta con las personas que amaba, Peter era la prueba viviente de aquello al ser complacido con la mayoría de sus “caprichos” que en realidad casi siempre eran nobles pedidos y Steve, no sería la excepción a aquello, al contrario, por ser Steve, recibía puntos extra.

Además, pensó Tony, tenían tiempo y ¿por qué no? después de todo, él tampoco había tenido la oportunidad de ver alguna ballena y eso que se la pasaba en el mar.

—PERO, podríamos hacer una ligera desviación, no creo que nos quite muchos días —respondió el castaño viendo como aquel brillo de ilusión volvía casi al instante en los ojos azules.

—¡¿De verdad?!

—Sí —sonrió Tony, siendo acompañado de la misma sonrisa del rubio—. Steve…

Llamó Tony poniéndose serio de pronto sintiendo su corazón comenzar a retumbar fuertemente en su pecho, bombeando de forma rápida sangre a su cuerpo, pero con la necesidad de decírselo  a la cara una vez que ya lo había descubierto. Y a pesar de que nunca antes había dicho aquellas palabras, él sabía que era el momento y la persona correcta.

—Steve… te amo —le dijo exponiendo su alma por completo con esas simples palabras, sintiéndose descubierto totalmente, quitando cada una de sus capas de hierro que envolvían a su corazón, pero a pesar de haberse expuesto, se sentía extrañamente protegido, envuelto en los fuertes brazos de su Steve.

El rubio al principio se sorprendió y no pudo evitar abrir los ojos con impresión, pero rápidamente esa expresión fue sustituida por una apacible con la sonrisa más sincera y llena de felicidad que había mostrado en su vida.

—Yo también te amo, Tony —respondió el rubio con sinceridad.

— ¿En serio? —preguntó el moreno tratando de disimular la enorme ilusión y emoción que la frase le provocaba.

—Nunca había dicho nada tan serio en toda mi vida —dijo el rubio viendo con enternecimiento como Tony también le mostraba su sonrisa más pura y resplandeciente.

Lo jaló suavemente del brazo hasta hacer que el castaño se le acercara lo suficiente, para plantarle un beso, que sería el testigo y sello de su amor.

><><><><>< 

Se quedaron solo por 2 días parados en Wildwood, para después ponerse en marcha hacia al Este, a mar adentro.

El capitán Anthony se organizó y puso un límite de días en los cuales se podían desviar, junto con una fecha en la cual deberían de regresar y tomar rumbo directo hacia al norte,  a Long Island. Esperaba y tuvieran suerte; nada les podría garantizar que viajando hacia al Este pudieran apreciar el espectáculo, pero más valía intentarlo. Duraron viajando por varios días, pronto se acercaba la fecha en la cual ya no podrían desviarse más y tendrían que cambiar de rumbo, cuando fuera el día.

— ¡¿Podrías dejar de acosar a Steve con la mirada y ponerme atención siquiera un segundo?! —exclamó Natasha exasperada, notando que todo el tiempo que había estado hablando con su capitán tratando de explicarle las rutas de navegación actuales, había sido totalmente ignorada.

Tony fingía que la escuchaba, sin embargo no podía evitar pasear su mirada por el cuerpo de Steve una y otra vez, ya que este se encontraba sin ninguna prenda superior, con el torso completamente descubierto y sudado, al igual que Thor, ya que ambos se encontraban haciendo trabajo pesado, moviendo unas cajas y costales de un lugar a otro.

— ¿Eh? Sí te estoy escuchando —respondió Tony carraspeando y posando finalmente su mirada en la pelirroja, como si nada, haciendo que esta simplemente rodara los ojos.

—Lo sospechaba antes de siquiera dejar la capital. Me pregunto si yo en algún momento lucí esa cara de idiota que traes casi todo el tiempo —dijo ahora suavizando sus facciones, con una muy ligera sonrisa.

La verdad era que ver a su capitán tan feliz y lleno de amor, también la hacía a ella feliz. Tony se lo merecía, encontrar a alguien de quien enamorarse.

—Apuesto mi alma de pirata a que sí, aunque tú fueses mucho más discreta —se defendió Tony cruzándose de brazos.

—Me alegro que aunque sea uno de los dos pudo tener a su príncipe azul —dijo Natasha tratando de ser optimista, sin lograrlo al sentir los vestigios de tristeza acercándose a su corazón, haciendo que Tony también cambiara sus expresiones a unas ligeramente apesadumbradas.

— ¿Piensas mucho en él?

—Todo el tiempo —dijo la pirata sin filtro, sonriendo con resignación.

—Puede que tú hayas sido discreta respecto a tu amor, pero créeme que el tal James Barnes era todo menos discreto. Todo el tiempo te miraba con ojos de cachorrito, como si fueses lo más precioso del universo.

Aquello hizo a la pelirroja sonreír.

—Algún día deberíamos de regresar a la capital y raptarlo, algo así como lo que hicimos con Steve, ya vimos que sí  funciona —propuso Tony serio y pensativo, con una mano en la barbilla.

—Jajaja que esa sea nuestra próxima misión, capitán —complementó la pelirroja riendo encantada con la idea.

En medio de su charla, se produjo un ruido anormal, pero que se asemejaba a un canto.

Se escuchaba como un animal grande, combinado con los profundos y encantadores sonidos del mar. Rápidamente buscaron el origen de aquella resonancia.

— ¡Capitán, son las ballenas! ¡Las vi desde la cofa! —llegó gritando un más que emocionado Peter, que había bajado como rayo de la cofa más alta—, están por allá —mencionó señalando por la popa del barco, donde los demás ya se encontraban aglomerados al borde de esta. 

Natasha y Tony junto con Peter corrieron hasta el lugar indicado, Tony se escabulló ágilmente metiéndose en el espacio que había entre Steve y el borde de madera, mirando hacia el mar y quedando entre sus musculosos brazos. Steve se sorprendió un poco por la repentina intromisión, luego sonrió y abrazó a Tony por la espalda, mirando de igual forma al mar, en el cual a muy pocos metros se podían apreciar los vestigios de las ballenas, mientras estas cantaban. Al parecer eran dos, y por los tamaños que se podían ver parecía ser que se trataba de una madre y su cría.

Los animales nadaban, asomaban su joroba y respiraban por el orificio nasal de su lomo que expulsaba vapor de agua, para luego coger oxígeno y volver a sumergirse dejando ver su inmensa cola de dos aletas. Los Vengadores se encontraban encantados y boquiabiertos, sin decir nada, hasta que la ballena adulta, desapareció sumergiéndose profundamente por unos segundos.

— ¿A dónde fue? —preguntó Thor frunciendo levemente sus rubias cejas.

Nadie tuvo que contestar nada al ser fuertemente sorprendidos por la misma ballena que había salido del mar dando un gran salto, dejando ver lo majestuosa, inmensa e impresionante que era, yendo hacia atrás y cayendo de lomo, provocando que todos los presentes exclamaran, gritaran y rieran de la impresión. Con la caída se salpico mucha agua e incluso llegó a salpicar a algunos, incluyendo a Peter y Natasha, que no pudieron más que reír por ello.

— ¡Oh por Dios! ¡Qué loco! —expresó Clint sonriente.

— ¡Son espectaculares! —complementó Steve al no poder creer lo que acababa de ver, apretando a Tony que gustoso se apoyaba en su pecho. Definitivamente tendría que guardar muy bien la imagen y el recuerdo en su memoria.

No pasó mucho tiempo para que pasara lo mismo pero ahora con la cría, la ballenita se sumergió para luego saltar y dejarse ver; a pesar de que se trata de una ballena menor, su enorme tamaño no dejaba de ser impresionante, aunque no tanto como el de su madre, pero sí lo suficiente para que todos se emocionaran igual e incluso más al verse también enternecidos.

Las ballenas nadaron hacia al barco y se acercaron lo suficiente para que todos exclamaran gritos de sorpresa y asombro, sin embargo, luego desaparecieron en la base de este, nadando debajo del barco y saliendo por el otro lado, lo que provocó que todos se movieran del borde del barco para irse al otro extremo, y seguir su camino, cantando y dejando escuchar aquella imponente y pacifica armonía, mientras se alejaban del navío poco a poco.

— ¡¿Vieron?! ¡Eran gigantescas! —exclamó Peter abriendo ambos brazos lo más que pudo haciendo referencia al enorme tamaño.

—Es lo más  genial que he visto en mi vida —comentó Bruce aun perplejo por aquellos animales.

Todos rieron, más que de acuerdo con lo anteriormente dicho, intercambiando comentarios, chistes y demás.

Steve rio, y se giró  para ver a Tony quién seguía entre sus brazos, riendo, haciendo que el castaño notara su mirada y lo volteara a ver.

—Muchas gracias Tony —dijo Steve bajito mientras lo demás se encontraban ensimismados en la conversación.

—Gracias a ti Steve, gracias por estar junto a mí —respondió Tony haciendo que Steve solo sonriera más y lo besara en la mejilla.

Ambos voltearon hacia la conversación de los demás piratas y se unieron a ella, disfrutando de aquel único y perfecto momento entre su propia familia. 

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Después de haber apreciado a las hermosas ballenas, cambiar la ruta en dirección al Norte.

Los días siguientes se les pasaron volando a la mayoría de los integrantes de la tripulación y cuando menos sintieron, Peter ya se encontraba gritando “¡Long Island a la vista! ¡Long Island a la vista!”


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