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Forbidden heart por hannastony

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Los Vengadores anclaron en el puerto de Long Island, donde curiosamente  no se encontraba ninguna otra embarcación por ahí; al parecer era el primer barco que llegaba en todo ese tiempo. A lo lejos había unos cuantos botes, pero estos parecían ser del mismo lugar, usados solamente como transporte de mercancía; de ahí en más, no había indicio alguno de forasteros o visitantes extranjeros.  

Por orden del capitán todos se quedaron en el navío. El único que bajó a tierra firme fue Tony junto a Steve que pidió que lo acompañase, haciendo que el rubio aceptara de inmediato, algo intrigado, pero gustoso.

“Será una visita rápida, sólo necesito hacer algo, pero esta misma noche partiremos hacia nuestro próximo destino, no es necesario que desembarquemos” fue la sencilla explicación que el pirata con coleta dio a los de su tripulación.

La verdad era que a él no le gustaba mucho el contar sus cosas ni nada que tuviese que ver con su pasado, su apellido o su familia, por lo que siempre se reservaba a contar el motivo de sus constantes visitas cada año a Long Island.  La fecha era solo una, pero no todos los años llegaban el mismo día, a veces llegaban meses antes, a veces días antes, por lo que nadie sabía de la fecha en específico, pero aquel día habían llegado justo el día exacto… era 16 de diciembre en las tierras de Long Island.

El único que sabía al respecto era Bruce, que lo miró con una sonrisa tranquilizadora y le asintió, viendo que tanto Tony como Steve bajaban por la playa. Nadie más cuestionó ni preguntó al respecto.

—Tony ¿a dónde nos dirigimos exactamente? —preguntó Steve una vez que se encontraban lo sufrientemente alejados del mar y comenzaban a caminar por las pobladas calles del lugar.

—Ya verás en cuanto lleguemos —le respondió el castaño con una ligera sonrisa, queriendo entrelazar su mano con la del rubio, pero reprimiéndose de hacerlo debido a la gente que de vez en cuando los volteaba a ver—, llegaremos a pie ahí ya que no tenemos caballos; será un caminata larga.

Steve asintió y se limitó a seguir de cerca aquella espalda cubierta por prendas de un digno pirata.

Hubo un momento entre las calles en la cual el castaño se interesó por una florería ambulante, en la cual, una vieja mujer vendía sus flores en un pequeño carrito de madera. Tony se acercó y con amabilidad y gracia le compró un ramo de lirios blancos, dejándole el cambio. Steve le sonrió, sin embargo, sabía que no era el momento de preguntar al respecto, ya llegaría la respuesta por sí sola, sin contar que sentía a Tony ligeramente apesadumbrado; no es como si estuviera realmente triste, el rubio lo sabía, pero sí que estaba más callado de lo normal y eso le daba a entender que lo mejor era no tratar de indagar mucho sobre el tema, simplemente estar a su lado.

Se la pasaron conversando de cosas banales, de cosas que les iban pasando por la mente sin real importancia y en confianza. Ambos disfrutaban en creces la compañía del otro, por lo que la hora y media que se la pasaron caminando hasta llegar al lugar en específico se les pasó volando.

Al momento de llegar, Steve observó curioso que el lugar se trataba de un panteón. Había tumbas por todos lados, la mayoría sencillas, con una simple lapida y un nombre grabados en ellas con las respectivas fechas de nacimiento y muerte. Había otras más ostentosas, con pequeñas capillas alrededor. Los materiales también variaban, unas eran de mármol, otras de piedra, incluso había unas tan pobres que la lápida solo se trataba de un trozo o cruz de madera.  

Tony comenzó a caminar en una dirección en concreto, siendo seguido por Steve, pasando entre las lápidas en silencio hasta que finalmente se paró frente a una.

Se trataba de una lápida hecha de piedra. Muy sencilla a decir verdad. No contaba con adornos ostentosos, figurillas de mármol o alguna capilla alrededor que la reconociera como de una familia noble, pero Steve al verla con mas atención y leer las letras que estaban grabadas en ella pudo caer en cuenta de lo que realmente se trataba.

Howard y María Stark, fallecidos el 16 de diciembre desde hace veinticinco años a la fecha actual. Nada más estaba escrito, ni siquiera una dedicatoria especial, frase, o sus fechas de nacimiento. Pero Steve sabía que aquella tumba no era lo que reflejaba y que a simple vista carecía de la real importancia que aquellos nombres significaban.

Porque el rubio recordaba a la perfección el día en concreto en el cual Tony se había abierto con él, contándole toda su historia, su pasado y toda la verdad de su sangre. Anthony Edward Stark era su verdadero nombre que hasta la fecha había desaparecido.

Steve volteó a ver al castaño con pesar, viendo como éste se agachaba para poner el ramo de lirios al pie de la lápida, para luego levantarse y  mantener un rostro sereno, con su vista fija en los nombres escritos en la piedra. No tenía nada que decir al respecto, no sabía siquiera qué decir, por lo que lo mejor era permanecer en silencio, mirando también la tumba frente a ellos. Lo que no se reprimió fue sujetar la mano de Tony entre la suya, entrelazando sus dedos, apretándola con cariño y fuerza, tratando de transmitirle todo el apoyo posible a su capitán con ese simple tacto; supo que su sentir fue recibido cuando Tony le acarició la mano con su pulgar; el castaño por dentro se sentía más que feliz por saber que alguien tan importante como Steve se encontraba ahí con él, siendo un pilar de sostén y protección para él.

De igual forma el lugar se encontraba completamente desolado y no parecía haber personas cerca. Se quedaron así por unos cuantos minutos, en silencio, sin escuchar otra cosa que no fuese el viento chocar contra las hojas de los arboles a los alrededores y uno que otro pajarillo cantar, hasta que finalmente Tony rompió el silencio.

—Mamá, papá... como se habrán dado cuenta este año no vengo solo. Les presento a Steve, mi pareja, y la persona que me ha hecho sentir cosas que jamás creí poder llegar a sentir —comenzó a hablar el moreno sin dejar de mirar la lápida frente a el—. Lo amo como nunca he amado a alguien en toda mi vida, lo sé, eso sí que es de locos, pero él me ha demostrado ser una persona noble, gentil, sin prejuicios y en la cual se puede confiar.

Al decir esto, Tony apretó un poco más el agarre que tenia de la mano de Steve, siendo atentamente escuchado por el rubio, sintiéndose conmovido por lo que Tony estaba haciendo.

—No sé si estuvieran vivos se sentirían orgullosos por lo que me he convertido. Un pirata, ladrón y encima de todo, homosexual. Probablemente Howard me hubiese encerrado en el castillo por días enteros hasta que recapacitara de mis decisiones — soltó una leve risilla—, pero sé que a pesar de todo me amaban mucho, y al final probablemente me hubiesen aceptado. Quiero que sepan que en este momento soy el hombre más feliz del universo y todo gracias a haberme encontrado a alguien como Steve. Gracias mamá por siempre acompañarme y gracias por haberme mandado a este ángel a mi vida.

Tony se giró hacía Steve, quien hasta ese momento se encontraba aguantando las ligeras lágrimas de lo enternecido e impresionado que estaba. A veces no sabía siquiera cómo lidiar con todo lo que Tony era, sin lugar a dudas era inconcebible, fuera de este mundo, un héroe sin capa. Cada día solo sentía que se enamoraba más y más; y cómo no hacerlo, con todo lo que Tony acababa de decir.

—Steve… aquí, frente a mis padres, quiero hacerte saber lo importante que eres para mí, y que inevitablemente mi corazón es todo tuyo. Te amo Steve y espero estar contigo siempre. Gracias por haberme mostrado lo que es el amor —soltó Tony con sinceridad tomándolo de ambas manos, sonriéndole. Ya no sentía que debía fingir más o que debía de poner una barrera en su corazón a cada persona que intentase acercársele. Se sentía verdaderamente feliz y era algo que Tony ya había estado planeando hacer desde hace días.

Steve le sonrió de igual forma, pasó saliva con cierta dificultad debido a las emociones dentro de él y habló.

—Desde pequeño siempre soñé el día en el que encontraría al amor de mi vida, mi destinado, el poder enamorarme… y a decir verdad jamás creí poder hallar el amor de esta forma, pero quiero que sepas que yo también te amo Tony, me enseñaste un nuevo mundo, nuevos ideales, una forma de vivir, y el estar contigo solo me hace querer ser mejor persona —respondió Steve tomando una de las manos morenas que se encontraban entrelazadas con las suyas y proporcionándole un dulce y casto beso en el dorso.

—Quiero darte esto —dijo Tony soltando una de sus manos de las de Steve y pasándosela alrededor de su cuello, tomando su collar de zafiro para poder quitárselo, entregándoselo directo en la mano de Steve que había quedado libre.

Éste al instante abrió los ojos con sorpresa y comenzó a negar con su cabeza.

—No Tony, no merezco algo como esto, definitivamente no lo aceptaré —dijo tratando de devolvérselo, fallando en el intento ya que Tony no habría su mano.

—Por favor acéptalo. Quiero dártelo, quiero que tengas una parte de mi corazón, físicamente. Para que así siempre me tengas presente y recuerdes mi amor por ti —dijo Tony mirándolo con ojos suplicantes y sinceros— por favor...

El rubio al verlo no pudo más que suspirar  con una leve sonrisa resignado.

—Está bien. De igual forma no pienso alejarme de ti nunca —respondió Steve mientras se ponía el precioso collar con la piedra azul y lo escondía debajo de sus prendas, haciendo con este acto que Tony le sonriera.

Una vez que acabó, lo tomó de la cintura y lo jaló hasta pegarlo a su cuerpo, para besarlo dulce y apasionadamente, sintiéndose completo con el simple hecho de sentir a Tony contra sus labios, y el castaño, igual.

—Si queremos seguir será mejor que nos vayamos encaminando hacia el barco, no quiero que mis padres tengan una mala impresión de ti —dijo Tony divertido mientras veía a Steve sonreír apenado.

Con un ligero hasta pronto, porque Tony sabía que volverían ahí el próximo año, ambos se encaminaron de regreso hacia el puerto.

Al momento de llegar se sintió una inusual tranquilidad viniendo de su propio barco. No se veía alboroto, tampoco se podía ver a ninguno de sus amigos piratas asomarse a darles la bienvenida. Era como si hubieran abandonado el navío, cosa inexplicable ya que el capitán había dado una orden y era de lo más inusual que la rompieran.  Tony sintió algo extraño dentro de él. Como un mal presentimiento, era algo indescriptible que le avisaba que tuviera cuidado. Él era alguien muy inteligente, observador y suspicaz, por lo que siempre confiaba en sus instintos.

Steve también notó, el inusual silencio de alrededor. No se veían personas pasar, ni se escuchaba a sus compañeros hablar, lo único que se podía apreciar era su barco anclado, todo igual, pero sin personas. Tony no le dijo nada a Steve, simplemente se volteó hacía él y le hizo una seña de que se mantuviera callado pero con los ojos bien abiertos, observando cualquier cosa fuera de lugar o que les indicara que estuvieran en peligro.

El barco se encontraba con ligeras mallugaciones en la madera, como perforaciones pequeñas y dispersas.

 Se subieron por la rampa de madera que daba hacia su barco, que se encontraba en la misma posición desde que se habían marchado, y al momento de estar arriba del navío lo primero que pudieron comprobar y que se veía a simple vista en la cubierta era aquello mismo, la soledad del lugar, cosa que los puso ponerse más en alerta, cuidando cada uno de los pasos que daban.

Peter que siempre se la pasaba arriba de la cofa no estaba, Natasha y Clint que les gustaba ver los paisajes mientras se encontraban anclados tampoco se encontraban ahí, parecía que nadie estuviera y eso sí que era raro. Tony dio por sentado que se encontraban solos, hasta que escuchó unos pasos en la madera crujiente.

Rápidamente el moreno adquirió una posición de ataque sacando una de sus espadas que normalmente cargaba en su cinturón, pasándole un grande y afilado cuchillo a Steve, quien lo atrapó al vuelo y se puso en la misma posición de ataque que Tony.

Poco a poco comenzaron a salir lo que parecían ser oficiales de sus escondites, salieron del camarote, de las cabinas, de todos lados, acorralándolos enseguida, como si los hubiesen estado esperando.

El castaño chocó espalda con espalda con su rubio, sin animarse a dar el primer ataque, pero listo para darlo en cualquier momento,  ellos sólo eran dos y los estaban rodeando  lo que parecían ser más de 15 oficiales que portaban su elegante uniforme. Tony en segundos trató de formular una escapatoria viable, no sabía qué era lo que estaba ocurriendo ni cómo es que sucedió, pero supo que definitivamente se encontraban en problemas al ver a los oficiales  sacar sus propias espadas, apuntándoles directamente, acercándose  y acorralándolos cada vez más, pero sin hacer ningún movimiento brusco o rápido.

—Anthony Edward Stark. “El hombre de hierro” —se oyó una voz entre todo aquel alboroto de tensión y Tony miró al lugar donde se había dejado escuchar la voz, saliendo de entre todos los uniformados  un hombre mayor, de cabellos blancos, pero que a pesar de su edad se veía imponente y fuerte. Se alzaba con autoridad y se distinguía de todos los demás oficiales—, soy el coronel Radomir, y en nombre de Harrison Carter y todas las demás autoridades de la capital, queda usted bajo arresto.

Tony escuchó con claridad las palabras del mayor, pero eso no significaba que tanto él como Steve se encontraran verdaderamente confundidos con la situación. ¿Cómo los habían encontrado? ¿Cómo sabía quiénes eran? ¿Cómo sabían exactamente dónde estaban? Eran muchas preguntas que se comenzaban a hacer en sus cabezas. Sin embargo, Tony sabía que no era el momento justo para responder dudas. Seguramente habían atrapado a toda su tripulación, y si el mismísimo capitán se dejaba atrapar ya no habría escapatoria  ni esperanza alguna para ellos.

—Hey, tranquilos, ¿Por qué tan tensos? —dijo Tony con su característico sarcasmo soltando su espada en el piso y levantando las manos en signo de rendición y en son de paz.

Steve lo miró  y no creyó lo que observaba. ¿De verdad Tony se iba a rendir tan fácilmente y dejaría que lo atraparan? ¿O acaso era parte de algún plan? Mientras lo seguía viendo con la duda y la sorpresa mezcladas en su rostro notó que Tony le dirigía muy ligeramente una mirada, pero una que entendió a la perfección. Ésta le decía que esperara una señal. Por ello, Steve se mantuvo a la defensiva, sin mover ni un solo musculo, esperando lo que sea que Tony le diese como señal para comenzar a defenderse.

Los oficiales al ver al castaño pirata desarmado y con las manos en alto bajaron la guardia, y se fueron acercando; uno de ellos empujó ligeramente a Steve para que se quitase del camino mientras se posaba detrás del moreno y comenzaba a sacar las esposas. Fue ahí, justo en ese instante, que Tony vio la oportunidad al tenerlos tan cerca, y de la nada, le asestó un fuerte codazo en la cabeza al oficial detrás de él, para después agacharse ágilmente y patear a los pies de los demás oficiales cerca, haciendo un medio circulo con su propia pierna en el suelo, provocando que los uniformados cayesen al piso por el inesperado ataque.

Justo cuando Tony se había movido para darle un codazo al oficial y dejarlo inconsciente Steve vio la señal, por lo que empezó a abalanzarse hacia los oficiales que se encontraban más cerca de él y comenzar a pelar, esquivando espadazos, dando agiles puñetazos; después de todo, él también sabia pelear y muy bien. En cierto momento aprovechó el escudo que traía puesto uno de los oficiales y le dio un fuerte cabezazo, haciendo que éste cayera rápidamente inconsciente, tomando así su escudo, usándolo para protegerse de los espadazos que lo comenzaban a atacar con muchísima dureza, aunque el escudo lo utilizaba también como arma, para noquear a los oficiales.

Tony hizo lo propio y comenzó a luchar con su espada, siendo bloqueado por algunos de los oficiales, pero usando sus piernas para patearlos, haciendo que perdieran el equilibrio y noqueándolos una vez estaban en el piso. Era cierto que estaban en gran desventaja en número, ellos solo eran dos y parecía ser que con el tiempo comenzaban a subirse y a llegar más y más oficiales, pero él era el capitán de la tripulación más temida de todos los tiempos, no se iban a hacer tan fácil de él. Y Steve, pues Steve era el mejor caballero y sus dotes eran más que bien recibidos.

A decir verdad todos se iban en contra de Tony, a Steve no querían atacarlo ni hacerle daño, pero lo mantenían distraído y ocupado para que no interfiriese con el arresto del moreno. Tony en una milésima de segundo volteó hacia arriba y saltó, sujetándose de una de las  gruesas cuerdas que mantenían las velas, esquivando todas las espadas que iban en contra de él, para luego con su propia espada, cortar por debajo de la cuerda, haciendo que esta se balancease con Tony colgado de ella; aprovechándose de su altura y agilidad para esquivar las espadas, pateó las cabezas de los oficiales que se iban cruzando. El moreno no pudo evitar sentir la adrenalina que siempre sentía en aquellos momentos. Sí, eran demasiados, pero confiaba en su fuerza, con algo de suerte y con Steve de su lado, probablemente saldrían de la situación.

Saltó de nuevo hacia el piso, y se siguió enfrentando a los oficiales, tomando ventaja de uno de ellos, quitándole su espada, y manipulando así dos espadas él solo, para mayor control. Bloqueó los ataques que iban contra él y usando su agilidad para contratacar, noqueó a varios oficiales.

Steve con el escudo del que se hizo se protegía de los pocos ataques que recibía,  dando puñetazos y patadas, esquivando fácilmente los que iban contra él, a pesar de notar que los oficiales parecían reprimirse, pero sin dejarlo libre. Otra cosa era que el rubio no podía evitar voltear en cada oportunidad para revisar a Tony, quien también se encontraba peleando, pero eso no le quitaba la preocupación del saber el estado del moreno; sin embargo, cada vez que volteaba hacía él, se daba cuenta que el pirata prácticamente le estaba dando una paliza a los pobres oficiales, y eso que eran más que él. Steve habiéndose asegurando en un segundo que Tony aún seguía de pie, le dio la espalda y siguió peleando con su escudo, bloqueando, esquivando y atacando con rapidez, hasta que una voz o más bien, lo que decía aquella voz, lo hizo bloquearse por un instante.

— ¡Señorita Sharon! ¡Usted no puede estar aquí! ¡Es demasiado peligroso! —se escuchó el grito a lo lejos de uno de los oficiales, que probablemente se encontraba abajo del barco.

Fue aquel simple nombre el que hizo que Steve inmediatamente se detuviera, demasiado confundido y extrañado por la situación y su bloqueo sólo se intensifico al ver como se aparecía ante su vista su ex prometida, que hace nada acababa de subir al barco entre todo aquel alboroto, portando un vestido color amarillo, algo sencillo a lo que ella estaba acostumbrada a vestir, pero sin dejar de lado la elegancia.

— ¡Steve! —gritó la rubia con los ojos llorosos, llamando la atención de la mayoría de los que se encontraban ahí, incluyendo la de Tony.

No pasó nada para que Lady Sharon corriera hacia los brazos de Steve con anhelo. Todos los oficiales que se encontraban cerca y alrededor de Steve se detuvieron por completo. Bajando inmediatamente sus espadas. Lo que menos querrían era que Lady Sharon saliera lastimada debido a algún accidente; sus decisiones fueron reforzadas al ver como el caballero Rogers había bajado su escudo, con cara demasiado sorprendida y estupefacta.

Sharon llegó hasta los brazos de Steve y se abalanzó hacia su cuerpo, apoyando su rostro en su fuerte pecho y  abrazándolo con demasiada aprehensión, sin poder parar las lágrimas que salían de sus ojos. Steve, por simple inercia, puso su mano en la cintura de la mujer, sin querer ser grosero ante el gesto.

Tony al momento que volteó miró todo en cámara lenta, desde el momento en el que la rubia apareció, hasta el momento en el que se encontraba acomodada perfectamente en los brazos de Steve. Por el ángulo en el que se encontraban el moreno solo podía mirar la ancha espalda del rubio, pero aquella simple vista fue suficiente para notar como la rubia luego del abrazo, tomaba a Steve del rostro con ambas manos y se ponía de puntillas para besarlo.

Aquello fue suficiente para que Tony bajara por completo la guardia y se quedara ahí parado, como un inútil, en completo shock, sin poder correlacionar lo que sus ojos estaban viendo. Fue un simple segundo que el coronel aprovechó en seguida, atacándolo por la espalda y dándole con el puñal del metal de su espada un fuerte y certero golpe en la cabeza. Tony sintió el impacto y cayó de inmediato de rodillas, aturdido y confundido, sintiendo como sus manos eran inmediatamente esposadas, pero  sin poder dejar de ver la imagen ante sus ojos que le comenzaba a destrozar el corazón.

— ¿S…Steve? —llamó en un intento de hacer que su rubio lo volteara a ver, sintiendo casi al instante un segundo golpe en la nuca, dejándolo completamente inconsciente, ocasionando que de repente todo a su alrededor se volviera negro, cayendo como peso muerto al piso, siendo lo último que vieron sus ojos, la imagen de la rubia besando a Steve, mientras que éste aun mantenía su mano posada en la pequeña cintura de la dama, muy seguramente correspondiendo aquel beso.


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