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Forbidden heart por hannastony

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Notas del capitulo:

les recomiendo que para este capítulo escuchen la increíble banda sonora de piratas del caribe que queda a la perfección. Aqui el link

   https://www.youtube.com/watch?v=idzW8qSsjRI&t=4189s        

Crin: Se denomina crin? o tusa al pelo largo y grueso que crece en el cuello de varios mamíferos, especialmente si se trata de caballos.

Steve regresó al balcón, en el cual pudo observar cómo Tony era rápidamente sacado del tumulto, todo gracias a Bucky que prácticamente lo había salvado, para luego al parecer dar órdenes de retirada, saliendo de ahí como pudieron y cabe decir con bastantes refuerzos de los oficiales.

El rubio no sabría siquiera cómo agradecerle a su mejor amigo el haber hecho aquella acción. A pesar de que lo había llamado loco, desquiciado, repitiendo una y otra vez que él estaba fuera de sus cabales, había sido lo suficientemente sensato como para parar aquella paliza que le estaban dando a Tony. Al parecer aquel Bucky que parecía haber estado enterrado cuando hablaron, seguía ahí.

Los abucheos y gritos de la gente se fueron silenciando poco a poco conforme pasaban los minutos en los que los prisioneros desaparecieron de la plaza central y la plebe, sin más que hacer, poco a poco se fue yendo del lugar al ya no haber nada interesante. El “show” se había terminado, pero solo por ahora, ya que muy seguramente todos estarían ansiosos por la ejecución de aquellos piratas en la hoguera.

Steve se pudo calmar después de un rato, sus lágrimas dejaron de salir, sin embargo su corazón no dejaba de doler siquiera un segundo. Pero el haber visto con sus propios ojos aquel macabro espectáculo, el ver a Tony tan golpeado, tan débil, tan miserable, sin contar el hecho de la sentencia ya establecida, hizo que Steve tomara una contundente decisión.

Sus ojos seguían rojos, pero su ceño ahora se encontraba fruncido, enmarcando su mirada determinante, furiosa y sobre todo, tenaz, a la par que apretaba sus puños y se enderezaba.

Bajó hacia la entrada y los oficiales al mirarlo lo dejaron pasar, su simple presencia era imponente, fuerte y a decir verdad, daba miedo, ahora era una persona completamente diferente al rubio noble y gentil que solo había podido llorar desconsoladamente. También el caos ya se había terminado, por lo que el peligro en las calles era mucho menor.

Steve no cruzó palabra con nadie más, se limitó a tomar su corcel, montarse en él y galopar directo a su casa lo más rápido que pudo.

Llegó, le dejó el caballo a uno de sus sirvientes, y sin siquiera agradecer o decir nada más se dirigió directo a su habitación donde prácticamente azotó la puerta y comenzó a desvestirse.

Estaba harto, harto de los malditos nobles, harto de los malditos regímenes, harto de todas las malas personas, harto de la jodida capital. Y sobre todo, estaba HARTO de solo estar esperando y esperando, sin hacer nada más que quedarse viendo cómo sus amigos y el amor de su vida eran tratados de la peor manera existente, siendo juzgados injustamente.

Desde que los encontraron y arrestaron Steve había sido un completo inútil, no había podido hacer nada para ayudarlos, nadie le creía, nadie estaba de su lado, nadie lo ayudaría. Ni siquiera había podido cruzar palabra con Tony debido a su misma maldita posición como noble y a decir verdad, el que sus padres le dijeran que ya no iba a tener que cargar con el apellido Rogers debido a que lo iban a desheredar, para él era un peso menos encima.

Y lo lamentaba por sus padres por la decisión que acababa de tomar, pero él había estado esperando demasiado solo para tratar de no empeorar las cosas y seguir las reglas y lo único que había logrado con ello fue que las cosas siguieran su ritmo natural, tornándose todo de mal en peor. Ya no estaba dispuesto a seguir órdenes, ya no estaba dispuesto a hacer caso a los oficiales y sí, el momento ya había llegado para actuar él solo, por su propia fuerza y  voluntad. Ya no iba a esperar ni un solo momento más.

Se puso su traje que normalmente utilizaba para llevarlo debajo de su gran armadura de caballero e inmediatamente después comenzó a ponerse su armadura de acero templado, empezando con el protector de pecho y espalda, llamados peto y escarcelas. Los escarcémonos, se prolongaban hasta las rodillas; los guardatrenes para el lomo; la pancera hecha de malla para proteger el vientre; y la culera para los glúteos, también fabricada en malla metálica.

La coraza ya estaba completa, y justo en su pecho se encontraba grabada una estrella representante de los caballeros de Brooklyn, debido que ahí fue el mismo lugar en el cual él pudo sacar su título de caballero y los verdaderos maestros armeros las realizaban de forma artesanal grabándolo con los escudos heráldicos de los combatientes de la nobleza. Su escudo, que casi siempre usaba, por consiguiente también tenía grabada la representante estrella en el centro.

Después siguió con las muleras, las rodilleras, las grebas para las piernas, los escarpes y zapatos herrados para el pie.

Estaba poniéndose las hombreras, para vestir sus extremidades superiores, cuando escuchó como alguien tocó en la puerta de su habitación y sin esperar respuesta pasó, siendo seguido por una de sus sirvientas que con rapidez hizo una reverencia y se retiró, haciéndose de la vista gorda al ver a su amo vistiendo su armadura.

— ¿Qué quieres Bucky? —preguntó Steve de forma seca y tajante, volteando su vista solo un instante a su acompañante para luego proseguir a ponerse los guardabrazos.

—Vaya, al parecer vas a salir directo a combate como todo un caballero —dijo Bucky con voz calmada, acercándose poco a poco al rubio hasta quedar frente a él, a solo unos pocos pasos.

—No estoy para bromas Buck. Vi el juicio, vi cómo se descontrolo todo, sé la sentencia que se declaró. Y si tú ni nadie quiere ayudarme pues lo hare yo solo. Te lo vuelvo a decir. Amo a Tony con toda mi alma, y sobre mi cadáver le vuelven a tocar un solo cabello —sentenció el rubio sin dejar de fruncir su ceño, apresurándose aún más en poder terminar.

— ¿Y qué piensas hacer Steve? ¿Salir directo a pelear contra toda la capital? ¿Tú solo? ¿Sin siquiera un plan? —preguntó Bucky haciendo que por fin su amigo lo voltease a ver y dejara lo que estaba haciendo, con chispas de ira saliendo por sus ojos azules, que parecían haber tomado un color más obscuro.

—Lo haré, prefiero luchar a quedarme esperando como un inepto a que maten a la persona que más amo. Y si tú estas perfectamente bien con la idea de que quemen a Natasha hasta los huesos frente a todos, pues muy tu problema, pero yo haré todo lo posible para poder salvarla, a ella y a todos los Vengadores —escupió Steve, viendo cómo la mirada de Bucky no se inmutaba ni un poco por lo dicho.

—Por eso mismo estoy aquí… —dijo después de un corto silencio en el que ambos solo se había quedado mirando intensamente.

— ¿Qué quieres decir?

—Voy a ayudarte Steve. Admito que aún me parece algo inesperado y extraño que declares tu amor tan profundamente por un hombre, y no cualquiera, pero aquel juicio me hizo darme cuenta de la verdad y te creo Steve; tú siempre has sido la persona más honesta que he conocido y si tú los defiendes y estas de su lado es porque eso es lo correcto. Además, aun no estoy seguro de qué fue lo que Natasha sintió por mí, pero finalmente puedo admitirlo; la verdad es que por mi parte no he dejado de amarla ni un solo minuto, el haber tenido que ignorarla y hacerme indiferente al hecho de que estuviera encarcelada ha sido lo más difícil que he tenido que hacer en toda mi vida. Y a pesar de que no sé si mi amor es correspondido, estoy más que seguro que no puedo permitir que la maten frente a mis ojos. —declaró el castaño también con mirada concluyente, sin dudar, siendo completamente honesto frente a su hermano del alma—, además, que les jodan a los nobles, los piratas son mejores.

Dicho esto sonrió, haciendo que Steve imitara su muy ligera sonrisa, apaciguando su mirada enojada y tranquilizándose, sintiendo un poco de alivio y esperanza en su ya roto corazón.

—Debemos de actuar lo más pronto posible Steve, Sharon ya dio la orden para programar la hoguera esta misma noche, al parecer quieren hacerlo lo más pronto posible. Me enteré justo cuando fui a dejarlos a los calabozos, vine corriendo, no quería perder más tiempo.  —Dijo Bucky notando como el rubio lo escuchaba con atención—, Pero si queremos ganar y hacer que ellos escapen debemos de ser más listos, debemos de tener un plan.

Ambos se quedaron en silencio, pensando en que podrían hacer para liberar a los vengadores.

—No debemos de llamar la atención —dijo Bucky señalando al mismo Steve que ya traía puesta casi toda la armadura completa. Y aquella frase hizo que se le prendiera una idea al rubio.

—O tal vez sí —respondió haciendo que Bucky levantara una ceja confundido, sin saber a qué se refería específicamente—, debemos de crear una distracción, una lo suficientemente grande que haga que desvíen la atención de los Vengadores y su ejecución en la hoguera.

— ¿Y que puede ser aquello?

Steve se quedó una vez más pensativo, cruzándose de brazos en el acto, viendo algo de reojo y luego volteando a ver uno de sus pequeños candelabros de tres brazos, con las velas aun encendidas.

—Lo tengo. —declaró el rubio volteando a ver, más que resolutivo, a su amigo.

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Steve y Bucky estuvieron en la habitación del primero por un muy largo tiempo, hasta que planearon con exactitud lo que harían a continuación.

Una vez hecho esto, Bucky se retiró, dejando solo a Steve en su propio cuarto. El rubio aprovechó para terminar de preparase y ponerse las últimas piezas de su armadura, a la vez de que le habló a una de sus mucamas para darle el recado a los encargados de los corrales que prepararan a su caballo con su respectiva montadura, armadura, dos farolillos encendidos y dos grandes costales. 

Se quedó sentado en la orilla de su cama, mirando el reloj de bolsillo que tenía entre sus manos, esperando por la hora exacta para poder partir. A ratos aprovechaba para poder echar vistazos a su habitación, tratando de grabarse aquello a lo que ya no podría volver, puesto que él ya había tomado una decisión que no cambiaría por nada, y si seguían con el plan, ya no habría vuelta atrás.

Miró su reloj, espero impacientemente, y se dieron las 7:30 pm. Era hora.

Se paró abruptamente de donde estaba sentado, enfundó su larga, filosa y fina espada, tomó su casco de caballero en una mano y en el otro tomó su grande y redondo escudo.

Salió de su cuarto y se dirigió directo a las escaleras principales. Antes de salir por completo escuchó las voces de sus padres platicando con alguien más en la sala continua y decidió encaminarse hacia ahí. Al ya estar de pie pudo notar que aquella visita se trataba nada más y nada menos que de Lady Sharon, que tomaba una taza de té entre risas con sus padres. Cuando él hizo acto de presencia todo mundo paró la charla trivial en la que se encontraban y voltearon a verlo, mirándolo con gestos extrañados, claramente, debido a que llevaba puesta su armadura.

—Hijo mío, Sharon vino a visitarte. Trajo unos postres deliciosos para compartir, pero queríamos esperar a que salieras de tu habitación para que nos acompañaras —comenzó a hablar Sarah Rogers, ignorando el claro hecho de que parecía que su hijo estaba a punto de partir hacia algún lado.

Steve miró con brevedad a Sharon, con mirada gélida en sus ojos azules, para luego retirarla y posarla en sus padres. Steve estaba molesto por lo que había hecho la rubia, las mentiras que había dicho y la condena eterna que les había establecido a Tony y sus amigos a pesar de que Steve había hablado con ella, pero la verdad es que todo aquel asunto era lo que menos le preocupaba a Steve en aquellos momentos, claro, su mente estaba ya demasiado ocupada con lo que tendría que hacer a continuación.

Y Sharon por su parte por supuesto que esperaba aquella mirada fría de Steve y había ido precisamente a su casa para poder arreglar las cosas con él, esta misma noche los Vengadores ya estarían fuera de su camino y todo mejoraría con el tiempo, pero al verlo ahí parado, tan imponente y decidido, con su armadura puesta, le hizo sentir verdadero miedo.

—No vengo a tomar él té, padres —dijo Steve con voz seria, mirando a los ojos a sus progenitores y bajando su escudo y casco al piso.

— ¿Piensas salir? —preguntó su padre de igual forma serio, analizándolo con la mirada de arriba hacia abajo. Steve solo asintió como respuesta.

—Solo quiero que sepan que los amo con todo mi corazón. Jamás podría pagarles todo lo que han hecho por mí, de verdad gracias. —y dicho esto su madre se paró repentina y rápidamente, al punto de hacer caer su taza de té y corrió directo a los brazos de su hijo, abrazándolo con fuerza.

Claramente las simples palabras de Steve sonaban como una despedida, una despedida final y Sarah lo sabía, lo sentía en su corazón de madre, ese instinto maternal con el que siempre contaba se lo hacía saber. Sin poder evitarlo la mujer ya mayor soltó unas lágrimas, que rápidamente se limpió con su guante para poder mirar a Steve a los ojos.

—Yo también te amo mi vida, eres el mejor hijo que una madre pudiera haber deseado —le dijo su mamá, sonriéndole con tristeza para luego voltearse hacia su marido y hacerle un claro gesto de que también se parara a abrazar a su hijo.

Joseph hizo una mueca como de ni siquiera saber que era lo que estaba ocurriendo. Sarah acentuó su gesto, meneando su mano y frunciendo el ceño, haciendo que su marido inmediatamente se parase y también se acercara hasta Steve.

—Steve, a decir verdad no sé qué está pasando aquí, no sé porque vas vestido de caballero, y no sé qué es lo que planeas hacer ni porqué están diciendo todo este tipo de cosas de la nada. Pero sabes que te amo hijo y espero pronto podamos hablar con más tranquilidad acerca de tu futuro y tu matrimonio con la señorita Sharon —habló Joseph Rogers, mirando un poco a Sharon al nombrarla para luego regresar su mirada.

Steve se limitó a sonreír con resignación. Claramente la mentalidad de su padre no iba a cambiar de un día para otro y él seguía esperando que él fuera el lord de la nobleza ideal, pero justo en aquel preciado momento no valía la pena comenzar una nueva pelea. El rubio se acercó hasta su padre y lo abrazó, haciendo que este diera un brinquito de la impresión y le correspondiera el abrazo pero de forma más suave, siguiendo muy confundido y despistado con la situación.

El caballero se separó, tomó la mano de su padre y la de su madre, las junto y les sonrió a ambos, esperando transmitir con su simple gesto lo que aquellas dos personas ya mayores significaban para él y que jamás dejarían de ser importantes en su corazón.

Los soltó y volteó a mirar a Sharon, que en todo aquel tiempo se había quedado con una mirada pasmada, atemorizada, complementándola con su rostro que se había puesto pálido.

—Sharon... —Steve solo dijo su nombre e inclinó la cabeza ligeramente. Sí estaba enojado por lo que había hecho, pero de nada servía hacerla sentir mal ni hacerla cargar con culpas, de eso ya se encargaría el destino.  

Sharon no respondió, no pudo, la única respuesta que pudo hacer fue abrir la boca temblorosamente, como tratando de decir algo, pero sin que sus palabras pudieran salir. Y Steve no esperó respuesta, tomó su escudo y su casco en sus manos una vez más y salió rápidamente del lugar, dejando a los tres nobles mirando a la dirección en la que él había desaparecido.

Se colocó su casco y se puso una grande y fina capa con capucha de terciopelo azulado, que le cubría la cabeza y parte de su cuerpo, tomó a su corcel Snow ya preparado con su respectiva armadura, le agradeció a su sirviente, y volteó a ver una última vez aquella gran hacienda que había sido su hogar por varios años, sintiendo la nostalgia invadirle pero solo por un breve instante, ya que su determinación era mucho más grande. Se volteó hacia la salida y con un mando a su caballo lo tomó de las riendas y comenzó a cabalgar directo a su destino.

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Steve notó a toda la capital demasiado movida, al parecer se encontraba haciendo todos los preparativos para la hoguera que daría lugar en pocas horas, de igual forma, en la plaza central. También tanto pueblerinos como personas de la realeza se encontraban algo movidas, ya que todos esperaran poder ver la ejecución pública con ansias. Aquello hizo que el rubio hiciera una mueca de desagrado, pensando en cómo el morbo humano sobrepasaba a los valores y la ética, pero no por ello se detuvo.

Se adentró más a los barrios y calles pobres de la capital, pero no tan lejos de ahí y compró grandes barriles de alcohol, todos los que pudiera cargar. El vendedor gustoso le proporcionó lo que le pedían al ver el pequeño bolsillo que le entregaba aquel apuesto y fino hombre lleno de monedas de oro y hasta le ayudó a cárgalos al caballo blanco.

Steve sabía que hubiese sido más fácil transportarlos si hubiera pedido un carromato para su corcel en lugar de aquellos grandes costales, pero no quería llamar más la atención.

—Vamos muchacho, sé que puedes con esto —le hablo a su caballo cargándole con los barriles a su cuerpo, el caballo relincho, pero era muy fuerte, al igual que su amo, y no se inmutó ni protesto al respecto—, ése es mi chico —dijo orgullosamente acariciándolo por un instante, para luego montarse en él nuevamente.

Galopó dirigiéndose directo a la catedral, mientras revisaba por un segundo su reloj de bolsillo, 8:15 pm. Llevaba algunos minutos de retraso, debía apurarse.

Cabalgó hasta la grande e imponente arquitectura que constituía la iglesia de la capital. Se fue por atrás, del lado contrario a la gran entrada de madera y justo ahí paró a Snow.

Las calles se encontraban completamente desoladas, ni una sola alma pasaba por ahí, ni siquiera se veían a la vista uno que otro oficial, seguramente porque todos se encontraban demasiado concentrados con el show principal que querían llevar a cabo con los Vengadores, aquello sin pensarlo le había dado una ventaja enorme a Steve.

Tomó el primer barril entre sus brazos, abrió el corcho con sus dientes y comenzó a regar todo el alcohol por los alrededores, mojando también, una de las puertas de madera contiguas, y así siguió con otro barril y otro más, tratando de mojar y abarcar un espacio considerable de aquella estructura tan grande e imponente de piedra.

Mientras se encargaba de hacer aquella tarea a cada instante no dejaba de mirar a todos lados para ver si alguien se acercaba, pero para ello tuvo mucha suerte.

Tomó otro de los barriles, le sacó el corcho y se lo recargó en su hombro. Miró unas grandes ventanas de cristal que daban al interior que se encontraba trabajadas con la técnica de vitral, que era una composición formada por vidrios de colores formando la clara imagen de uno de los tantos santos.

Steve tomó de toda la fuerza e impulso que tenía en ambos brazos y aventó el barril hacia la ventana, estrellándolo estrepitosamente con el vidrio haciendo que se rompiese y que el barril cayera dentro de la catedral, claro también rompiéndose y vertiendo su contenido. En milésimas de segundos el rubio tomó el ultimo barril que le quedaba y repitió la acción, aventando el barril por el ventanal ya roto, escuchando solo como la madera del barril se rompía al otro lado.

— ¿Quién anda ahí? —escuchó gritar a lo lejos a un hombre, pero que su voz venia claramente del interior de la iglesia, muy probablemente siendo el padre supremo.

Se apresuró, sintiendo los nervios a flor de piel, tenía que actuar muy rápido. Tomó sus dos farolillos con las velas encendidas que se encontraban colgados en la montadura de Snow.

Pensó en su interior “lo siento mucho” Y finalmente aventó uno hacia la misma dirección que había aventando los dos últimos barriles, hacia el interior, escuchando escandalosamente el vidrio romperse e instantáneamente viendo el fuego avivarse como si de una explosión se tratase.

Dio pasos hacia atrás hasta llegar a Snow y montarse en él, para luego aventar el ultimo farolillo hacia afuera de la catedral, donde había esparcido todo el demás alcohol, justo al mismo tiempo que golpeaba los costados de su corcel con sus estribos, haciendo que este comenzara a correr velozmente, y escuchando exactamente detrás de su espalda el fuego prenderse con una facilidad como si fuese el mismísimo infierno, esparciéndose con la misma rapidez que su caballo corría.

Galopó con rapidez, pero justo cuando iba a pasar por delante de la catedral para poder irse corriendo de ahí escuchó como alguien gritaba desde adentro desesperado “¡AUXILIO! ¡FUEGO!”

Steve no lo pensó dos veces, frenó estrepitosamente su corcel, se quitó su capa y capucha que ahora ya solo le estorbaban junto con su casco y bajó corriendo hacia a entrada principal de madera, abriéndola con fuerza y adentrándose al interior.

Miró a todos sus alrededores, desesperado, viendo como el fuego comenzaba a esparcirse más y más creando una neblina de humo gris. Escuchó nuevamente los pedidos de auxilio, y se apresuró hasta donde provenía aquella voz.

Efectivamente, era el padre, que se veía a lo lejos como comenzaba taparse la nariz con su túnica mientras tosía y tosía.

Steve corrió hacia él, lo tomó fuertemente del brazo, prácticamente cargándolo y con velocidad y apuro lo sacó de ahí, saliendo por la entrada principal donde el fuego aún le faltaba mucho para llegar, hasta que los dos se encontraban afuera y a salvo, Steve lo bajó y lo tomó de ambos brazos, haciendo que el hombre ya de mayor edad le pusiera atención, a pesar de que seguía tosiendo.

—Escucheme padre, soy el caballero Steve Rogers, necesito saber si hay más personas ahí adentro —le exigió el rubio apretándolo de los brazos y zangoloteándolo muy levemente.

—No, cof... cof... yo soy el único. Las monjas y monaguillos… se encuentran en los monasterios, están casi conectados pero por lo que veo el fuego se inició aquí en la catedral, no podrá llegar hasta allá —dijo el padre mirándolo con miedo para luego volver a toser y voltear su mirada hacia la parte trasera de la catedral que estaba incendiándose y que desde ahí se podía mirar.

—No se preocupe, los oficiales llegaran aquí en cualquier instante para apaciguar el incendio, iré por ayuda —dijo Steve con voz firme, trasmitiéndole confianza al padre y haciendo que este asintiera repetidas veces—, mantenga a cualquier persona alejada del fuego.

Y dicho esto Steve chiflo a su corcel haciendo que este instantáneamente se posara a su lado. Se montó y le echó una última mirada al hombre, asegurándose que estuviera bien, para luego salir galopando con prontitud.

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Cada uno de los piratas se encontraba una vez más en sus respectivas celdas de calabozo, encerrados y encadenados. Ya nadie se había atrevido a hablar o decir algo más, el ver al capitán, la persona más importante de toda la tripulación, el mástil que los sostenían a todos, tan humillado, tan desdichado, tan infeliz, tan golpeado y destrozado les había hecho sentir exactamente igual a como se mostraba Tony.

Sin el pilar, todo se derrumbaba.

Y Tony sencillamente se encontraba completamente ido, con mirada apesumbrada, con la sangre escurriéndole por todo el rostro, con el dolor de los moretones en sus costados y extremidades. Sentía que ya no podía más y en un momento volteó por inercia hacia su pecho, tratando de buscar aquel dije que le había regalado su madre y que siempre lo acompañaba, dándole fortaleza para poder seguir adelante, pero que ahora en aquel preciso instante no se encontraba con él.

Seguramente Steve se había desecho de él, ya que por todo lo que parecía ser, él no era nadie para el rubio.

Se escuchó en el lugar como las puertas eran abiertas y llegaba un nuevo oficial junto con una persona extra, parándose frente a las rejas de su propia celda y llamándolo.

—Hey, tienes visita —dijo el oficial, pero esta vez no fue como aquella en la que un brillo de esperanza en el pecho de Tony se había encendido en él pensando ilusamente que se trataba de Steve. Casi inmediatamente después de lo dicho se escuchó cómo el oficial desapareció a pasos pesados.

A decir verdad ni siquiera tuvo ganas de voltear a ver de quien se trataba, se sentía demasiado acabado, y si era la rubia prometida de Steve él prefería no cruzar palabra alguna, no obstante, lo que finalmente le hizo levantar el rostro para poder mirar a su visitante fue un carraspeo grueso de este mismo.

— ¿Qué haces aquí, Obadiah? —preguntó Tony sin ganas, con voz cansada que se complementaban con las ojeras alrededor de sus castaños ojos y sus parpados caídos.

—Vaya pequeño Anthony, ¿así es como me recibes? ¿No te da siquiera un poco de gusto verme? —respondió el mayor destapándose su cabeza calva que hasta el momento se encontraba cubierta.

—Lárgate.

—Sólo quería tener la oportunidad de poder mirar tu desesperanzado rostro antes de que finalmente los maten a todos —escupió con rencor el hombre mayor, a pesar de que los vengadores ya se encontraban en la peor situación posible.

Tony lo volteó a ver directo a los ojos, con las cejas ligeramente enarcadas y con la pregunta claramente visible reflejada en sus pupilas y a pesar de que estaba más que claro para ambos, Tony decidió hablar.

— ¿Por qué Obadiah? ¿Por qué nos tienes tanto odio? ¿Por qué hiciste todo lo que hiciste? ¿Por qué te satisface tanto la idea de vernos quemados en la hoguera? —preguntó el castaño de coleta, pensando en su interior: “si siempre fuiste como un padre, si siempre nos apoyaste, siempre estuviste como un Vengador…”

—La respuesta es simple. Porque ustedes me quitaron toda mi vida. Yo jamás quise ser un jodido pirata justiciero, ayudando a las pobres almas desdichadas dándoles un poco de pan. ¡Esas son mierdas Anthony! En el mundo no hay buenos ni malos, solo están los fuertes, con poder y los débiles, con pobreza y naces de un lado o naces del otro.

—Nadie te obligó, Obadiah —contratacó Anthony frunciendo su entrecejo.

—Todo fue por aquella estúpida vez que te conocí, a ti y a tu amiguito el doctor. Si no hubieras dicho tu nombre, yo jamás habría siquiera pensado en salvarte y darte refugio. Fue el error más grande que pude cometer, pensando estúpidamente en que podría sacarte algún provecho con tu apellido Stark, o que cuando crecieras pensaras recuperar todas tus riquezas con sed de venganza y poder, pero todo lo que recibí fue un simple muchacho lo suficientemente imbécil para pensar que debía de hacer el bien, un débil, sin fijar su atención en lo que verdaderamente importa: el dinero.

—Yo, ni nadie de mi tripulación tiene la culpa de tener ideales completamente diferentes a los tuyos Obadiah, eres un asqueroso monstruo. —escupió Tony con la poca fuerza que le quedaba, debido a lo enojado que estaba con lo poco racional que había sido Obadiah en todo el tiempo desde que lo conoció. De verdad Stark jamás se lo hubiese siquiera imaginado, pero ahora todo quedaba mucho más claro. 

—Puedes llamarme como sea Anthony, pero de algo estoy seguro y eso es que yo pertenezco del lado de los fuertes, y finalmente tú y todo tu grupo de piratitas pagaran todo el infierno que me hicieron pasar a lado de ustedes “ayudando” a las comunidades. Eso nunca fue trabajo para mí —sentenció Obadiah parándose recto y cubriéndose la cabeza una vez más—, que te pudras en el infierno, “hombre de hierro” —y dicho esto finalmente el calvo se retiró de ahí.

Obadiah no podría ser más idiota, les tenía un odio y rencor del cual ellos ni siquiera eran responsables, él solo había tomado todas las decepciones de su vida y si se sentía arrepentido por ello, ni Tony ni nadie tenían nada que ver con eso.

Tony suspiró y se fue hacia un rincón, haciéndose bolita, pensando una y otra vez en que Obadiah solo era una persona más que le había hecho creer que él era importante en la vida de los demás, pero que también al igual que Steve, lo había usado y traicionado.

Obadiah salió de ahí, sigiloso y encubierto, sin cruzar palabra con los oficiales. Salió del lugar y comenzó a caminar, estaba a unos cuantos pasos cuando escuchó como un caballo se acercaba corriendo a gran velocidad, haciendo que este por instinto corriera al árbol más cercano y se cubriera, asomando solo un poco su mirada para poder ver de qué se trataba.

Al parecer el jinete se trataba de aquel oficial James Barnes, el iluso que se había enamorado estúpidamente de Natasha y que seguramente solo se quería meter entre sus piernas, al igual que todos.

Cuando llegó hasta la comisaría jaló con fuerzas las riendas de su caballo, parando abruptamente y haciendo que el animal relinchase y se parara en dos patas, deteniendo por completo su trotar.

Inmediatamente y de un brinco Bucky bajó y comenzó a gritar.

— ¡FUEGO! ¡HAY FUEGO EN LA CATEDRAL! ¡Quiero a todos en una línea y rápido! —demandó el teniente coronel con todo el aire que sus pulmones lograron juntar.

El revuelo en la comisaria no se hizo esperar y todos los oficiales comenzaron a correr, agrupándose justo a la entrada, donde Bucky se encontraba.

— ¿Qué está sucediendo? —preguntó uno de los oficiales más jóvenes, una vez que ya la mayoría se encontraban reunidos.

—Hay un incendio en la catedral, necesito que TODOS, me oyeron bien, todos los oficiales se reúnan ahí para tratar de apagarlo. Este es un código rojo, la alerta máxima de seguridad, la catedral es el patrimonio más importante de la capital y debemos salvarlo a toda costa. Que se circule la voz e inmediatamente informen al coronel para que reúna a todos los hombres posibles allá, ¿entendido? —preguntó Bucky parándose recto.

— ¡Sí señor! —respondieron todos al unísono, obedientes, e inmediatamente después tomaron gran parte de la caballería de la comisaria, saliendo corriendo en sus corceles hacia el centro de la capital.

Bucky sin embargo, se quedó estático en su lugar, viendo como todos se retiraban de ahí, y justo cuando ya no había nadie más presente, el castaño se adentró hacia la comisaria.

Obadiah había estado retirado de ahí, pero lo suficientemente cerca como para figurar que era lo que estaba ocurriendo y comenzándose a formar sospechas dentro de su mente, sospechas que solo crecieron luego de que aproximadamente 10 minutos después viera como llegaba aquel caballero rubio en su corcel blanco que los Vengadores habían “secuestrado”, frenando su caballo que venía con mucha rapidez, bajando de él y adentrándose dentro de la comisaria con prisa.

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El plan estaba saliendo de maravilla, pero Bucky sabia más que nadie que no la tendrían tan fácil y que aún no debía de bajar la guardia a pesar de ya ser el único oficial presente en la comisaria.

Lo oficiales habían acatado ordenes tan pronto, que probablemente ni siquiera se habían dado cuenta de que el faltaba, o tal vez sí, pero se podría inferir fácilmente que él se quedaba a cuidar el calabozo junto con sus presos.

Tomó las llaves, que se encontraban todas juntas en un aro circular de metal que ayudaba a sostenerlas, estas eran de las celdas. También tuvo que tomar las demás que se encontraban separadas, correspondientes a las esposas y grilletes de los prisioneros.

Volteó a ambos lados, asegurándose que no hubiera nadie más y abrió la puerta que daba hacia el sótano donde se encontraban las celdas.

Bajó las escaleras con rapidez y solo echó un rápido vistazo al lugar. La poca iluminación de las antorchas pegadas en las paredes de piedra le pudo hacer notar que no había nadie, al parecer los guardias de las celdas también habían acatado sus órdenes.

Sin perder más tiempo se acercó a la primera celda, la que estaba más cerca de la entrada, tratándose justamente de la prisión de Natasha.

La pelirroja se encontraba sentada, recargando su espalda en una de las paredes, con sus piernas extendidas. Ella volteó sin esperanza para poder ver a aquel oficial que se acercaba a su celda, haciendo que ambos ojos verdes se abrieran con impresión y sorpresa, estos se encontraban rojos y por debajo de estos se encontraban rastros de lágrimas secas que solo se marcaban aún más debido a la suciedad de su rostro y piel.

— ¿B-Bucky? ¿Qué haces aquí? —preguntó la pelirroja demasiado confundida, poniéndose de pie y acercándose a los barrotes, viendo cómo el hombre tomaba una de las gruesas llaves y comenzaba a introducirla al candado que mantenía cerrada su celda.

—Vengo a sacarte de aquí de una vez por todas. No voy a permitir que a la mujer más hermosa e increíble que he tenido la dicha de conocer la quemen como si fuese una bruja. —respondió Bucky sin voltear a verla, logrando por fin deshacerse del candado, abriendo la puerta de metal.

Después se  acercó hasta ella y sacó otra de las llaves, tomándola de las manos, haciendo que esta se las tendiera y abriendo el cerrojo de sus esposas. Justo cuando se deshizo de ellas se agachó hasta quedar a los pies de la mujer y deshacerse de las cadenas alrededor de estos.

Una vez terminado se puso de pie nuevamente, quedando frente a la pelirroja y volteándola a ver, viendo como esta seguía con los ojos perplejos, sin poder creerse lo que estaba pasando.

Bucky no resistió más y la tomó con ambas manos de las mejillas, levantando su rostro para poder por fin besarla, sintiendo nuevamente aquellos rosados y dulces labios que tanto había extrañado corresponderle.

Cuando se separó la miró enternecido haciendo que la pelirroja, después de tanto días de sufrimiento e incertidumbre, finalmente sonriera.

—Andando, no tenemos tiempo que perder —dijo Bucky soltándola y tendiéndole otros pares de llaves—, estas son de las esposas y grilletes de Bruce, Thor y su hermano. Abriré todas las puertas, encárgate de ellos y yo me encargaré de los demás. Informa del escape y situación, manténganse alertas y recuperen sus armas y objetos confiscados, se encuentran en un pequeño cuarto justo saliendo por la puerta —y dicho esto Bucky salió a paso rápido de ahí, encargándose de liberar a los que faltaban.

Natasha asintió y salió detrás de él, viendo como abría la celda de Loki, luego la de Thor y se perdía más al fondo para abrir las demás.

La pirata inmediatamente corrió y se acuclillo hacia donde estaba agachado, mientras Loki miraba todo lo que estaba ocurriendo con extrañeza.

— ¿Qué está pasando Nat? —Preguntó confundido mientras veía como la pelirroja luchaba contra el cerrojo de sus esposas para poder abrirlas.

— Somos libres Loki, nos largamos de este asqueroso lugar —dijo la pelirroja con convicción, haciendo que la característica sonrisa ladina de Loki también volviera.

No necesitaban los detalles, ellos podrían trabajar solo con la información que tenían, y sin cadenas que los amarrasen y con sus fuerzas para salir adelante, eran invencibles.

Lo mismo se repitió cuando Bucky se acercó a la celda del más menor, ya que este le preguntó con miedo que era lo que le iban a hacer.

—No te preocupes muchacho, vengo a salvarlos. Reúnete con los demás —dijo Bucky liberándolo haciendo que a Peter le temblara el labio inferior debido a todos los sentimientos de alivio dentro de él, asintiendo solo en respuesta.

Natasha se fue para con Thor, con la misma explicación y luego corrió hacia la celda de Bruce.

Bucky por su parte se dirigió hacia la celda de Clint, liberándolo sin palabras o explicaciones, saliendo de la celda y dirigiéndose por ultimo a la celda del capitán.

Éste se encontraba abrazando sus rodillas, dándole la espalda. Bucky sabía que se encontraba herido, los golpes que había recibido habían sido muy fuertes, después de todo había sido apedreado cruel y vilmente en la plaza, pero el mismo Bucky se había asegurado que sus heridas no fueran graves al punto de provocarle un traumatismo severo.

Tomó la llave entre sus manos y abrió la puerta de la celda, notando que con el ruido de alguien más presente y la puerta abriéndose, Tony ni siquiera se inmutaba.

—Hey, Anthony, es hora de irnos de aquí —dijo Bucky a su espalda, sin recibir respuesta alguna del castaño.

Camino hasta él y se agachó hacia el cuerpo contrario, viéndolo directo a la cara y notando como este se encontraba despierto, pero con una mirada tan perdida y desoldada que parecía que sus ojos no tuvieran vida.

Lo tomó de las muñecas y lo liberó de sus cadenas, tanto las de las manos como las que se encontraban en sus tobillos.

—Vamos, necesito del capitán más temido de los 7 mares, los Vengadores necesitan de su capitán, Steve necesita de su capitán  —dijo Bucky llamando por fin la atención del moreno, que levantó finalmente la mirada, arrugando levemente el entrecejo.

—Pero Steve, él no me necesita… él nos traiciono… él no me ama… —dijo por fin Tony haciendo que ahora fuese Bucky el que arrugara el entrecejo.

—Escucha, no sé qué ideas o malentendidos tengan, pero ahora no es tiempo para hablar, solo que sepas que Steve nunca los delató —sentenció Bucky con seguridad, poniéndose de pie.

Tony iba a refutar algo cuando escuchó cómo pasos apresurados comenzaban a acercarse hasta que la persona dueña de aquellos pasos se paró frente a su celda, jadeando, agitado debido a que había corrido hasta ahí con desesperación.

—Tony… —dijo Steve con voz quebrada acercándose hasta él para tomarlo, levantarlo y abrazarlo con fuerza, escondiendo su rostro en el hueco del hombro y cuello del moreno—, Dios no te imaginas lo mucho que me hiciste falta.

Tony se había quedado estático, sin poder siquiera formular palabra alguna, pero al momento de caer en cuenta de lo que estaba pasando, al momento de poder sentir aquellos fuertes brazos tan familiares alrededor de él, apretándolo con ganas, al momento de poder oler nuevamente aquella fragancia que lo volvía loco, sencillamente no pudo más.

Gruesas y grandes lágrimas comenzaron a salir de sus ojos castaños, lagrimas que se había estado aguantando todo este tiempo, haciéndolo hipar debido al llanto que parecía no querer parar. Y así, llorando, subió sus brazos hasta poder corresponder el abrazo del contrario, tomando las ropas superiores del rubio entre sus manos y apretujándolas para poder sostenerse, tomarlo y jamás poder dejarlo ir, sentimientos que compartía con el rubio, debido a que Steve había necesitado tanto aquello, tener a Tony una vez más entre sus brazos y el solo escucharlo llorar, sintiendo la humedad de las lágrimas en su hombro, hizo que su corazón temblara aún más. Pero ya no debía de tener miedo, ya estaba con Tony y jamás quería volver a separarse de él. Nunca jamás.

Se separó solo un poquito para poder mirarlo al rostro, notando las heridas con sangre seca y viendo como los ojitos castaños seguían soltando lágrimas, pero estos finalmente brillaban.

A Steve se le humedecieron los ojos, soltando una que otra lagrima también y sin reprimirse se acercó hasta poder besarlo, sintiendo un alivio inmenso para su corazón, como si todo lo roto se hubiese reparado y para Tony, fue exactamente igual.

Bucky miró toda aquella escena romántica a unos cuantos pasos. Jamás había visto a Steve de aquella forma tan emocional y conmocionada y fue ahí cuando finalmente lo comprendió, finalmente comprendió el amor que  el rubio profesaba por el moreno. De verdad, eso que estaba frente a sus ojos era simple y verdadero amor, no había nada de malo, perverso o incorrecto en ello. Y si estar con aquel hombre hacia que su hermano fuera feliz, entonces Bucky también estaría feliz por él.

—Bueno, siento ser yo el que interrumpa el momento tan romántico pero tenemos que irnos ya —soltó Bucky haciendo que ambos se separaran de su beso y lo voltearan a ver, de acuerdo con aquellas palabras dichas.

—Vámonos al mar, a casa, Tony —dijo Steve haciendo que el moreno regresara su mirada a él y le sonriera por fin, asintiendo en el acto.

Steve lo tomó y entrelazó su mano con la del castaño, y salieron detrás de Bucky a reunirse con todos, Steve dándole soporte a Tony debido a que este cojeaba muy ligeramente debido a que los golpes aun le dolían.

Tony los miró a todos, parados frente a él, ya habiendo recuperado sus armas y prendas de valor, sonriendo con esperanza reflejada en sus ojos.

Peter dio unos pasos al frente, sobresaliendo de todos los demás hasta posarse frente a Tony, tendiéndole un objeto con demasiada representación.

—Creo que esto le pertenece, mi capitán —habló el muchacho extendiendo las manos para que Tony tomara el sombrero pirata que lo representaba como el mismísimo capitán de la tripulación.

El castaño soltó la mano que llevaba entrelazada con el rubio para poder tomar su sombrero con delicadeza, se le quedo viendo, en silencio, pensativo, para finalmente ponérselo en la cabeza, adquiriendo consigo, el hombre pirata que siempre fue, el capitán más fuerte y temido, el justiciero, el hombre de hierro.

—Andando —dijo Tony mientras tomaba una espada que ahora le tendía Clint, junto con sus demás pertenencias que le habían arrebatado, como sus aretes, anillos y demás.

—Los oficiales no están pero tenemos poco tiempo, debemos de conseguirles un barco —comenzó a decirle Bucky a Tony, dirigiéndose a él precisamente porque era el capitán, el líder de todos, mientras todos comenzaban a caminar hacia la salida, decididos, pero sin bajar ni un poco la guardia a pesar de ciertamente comprobar que no se encontraba nadie más que ellos.

—Los que estaban aquí partieron en sus caballos, pero aún hay caballeriza en los establos que será la que usaremos para poder salir de aquí —agregó ahora Steve dirigiéndose a todos, hablando fuerte para que lo escuchasen con claridad, viendo como los piratas solo asentían.

Salieron de ahí y se dirigieron directo a los establos, el único que se retrasó solo un poco fue Steve, quien fue por su propio caballo jalándolo de las riendas para poder acércalo a  donde se encontraban todos los demás.

A pesar de que sí habían caballos no eran lo suficientes como para que cada pirata tomara uno, Bucky ya tenía su corcel que compartiría con la pelirroja, Thor y Loki tomaron otro, uno de los más grandes, ya que ellos también compartirían, luego estuvo otro caballo para Bruce y Peter. Los únicos que irían en corcel solos serían Tony y Clint, ya que eran de los elementos más importantes y este último necesitaba más libertad para poder moverse y disparar sus flechas, en caso de cualquier emergencia en la cual tuvieran que pelear.

Con la rápida organización todos comenzaron a alistar sus caballos para partir de inmediato.

— ¿Cómo están tan seguros de que los oficiales no saben de la situación y nos perseguirán? —preguntó Tony con voz gruesa a Steve que se encontraba a un lado de él, tomando a Snow con una de sus manos mientras ponía la silla de montar en su respectivo caballo.

—Creamos una distracción grande, nadie sospecha nada, están demasiado ocupados con otro asunto —explicó Steve sin quitarle la mirada al moreno, queriendo asegurarse de que se encontrara bien, pese a sus heridas que le hacían doler a él también.

—Aun así no puede ser tan fácil Steve, debe de haber algo… —expresó Tony dejando salir su preocupación y mal presentimiento. Él llevaba mucho tiempo en esto y sabía cómo eran las cosas.

Steve no le respondió nada, mirándolo con cejas levemente caídas compartiendo su preocupación e impaciencia por salir de una vez por todas de ahí.

—Vamos, tenemos que darnos prisa —dijo por último el castaño montándose finalmente en su caballo con ayuda del rubio y volteando a ver a su equipo, que ya se encontraba también listo para partir—. Por cierto, te ves demasiado ardiente en tu armadura de caballero.

Dijo como cumplido aligerando el ambiente, haciendo que Steve sencillamente sonriera y negara con la cabeza, sin poderse evitar sentirse feliz a pesar de todo por tener finalmente a Tony de vuelta, junto a él. Así mismo él también se montó en su blanco corcel, y con una última orden de Tony fue que todos salieron galopando con velocidad de ahí, dirigiéndose directo al puerto de la capital.

Lo que ellos no sabían era que cuando salieron corriendo de ahí no estaban completamente solos y unos ojos azules llenos de rabia, coraje y odio lo habían observado todo.

Se encontraban corriendo a todo lo que daban los caballos, el aire les golpeaba en la cara y sus cabellos se movían hacia atrás debido a la velocidad. Lo único que se escuchaba eran los trotes de todos sus caballos al pisar el suelo.

—Falta poco para llegar al puerto —dijo Bucky cerca del oído de Natasha con toda la ilusión que le hacia la simple idea, ya que la pelirroja se encontraba por delante de él, sujetada del crin del corcel mientras Bucky la mantenía en un semi abrazo, tomando las riendas del animal.

Natasha sonrió, asintiendo, pero con su mirada al frente. Se comenzaban a escuchar muy a lo lejos los sonidos del mar, de las olas golpeando la tierra firme, y eso solo les indicaba que se encontraban a menos de poder llegar a su destino.

Pero justo en ese preciso instante fue que al calmando sonido del mar se le agregó un estruendoso ruido de una bala siendo disparada, una pistola siendo apuntada a ellos.

Afortunadamente la bala no le dio a nadie, ni a los caballos, pero aquello solo significaba problemas. La mayoría voltearon rápidamente hacia sus espaldas para notar de dónde provenía, encontrando la respuesta al instante.

Obadiah Stane, su ex compañero, su ex tripulante, se encontraba detrás de ellos, cabalgando un corcel que había robado de un oficial que había regresado muy oportunamente a la comisaria para dar informes al teniente coronel Barnes.

No le resultó nada complicado matarlo, para así, poder obtener su caballo y dirigirse directo a perseguir a aquellos asquerosos piratas. Sobre su cadáver él permitiría que escaparan. Lo único que quería era verlos muertos a todos, en especial al castaño de barba, que por sus estúpidos ideales había arruinado sus planes principales y ahora se encontraba en la miseria, sin nada.

Todos se impresionaron bastante de verlo ahí, ya no usaba sus máscaras, ya no usaba su capucha para cubrirse la cabeza, simplemente ya se mostraba frente a ellos como lo que realmente era, un asesino violador con sed de venganza y muerte.

Nadie paró ni dejó de cabalgar pese a que se encontraban ya siendo perseguidos. Clint actuó rápido y tomó su arco y sus flechas volteando su tronco para poder apuntarle y disparar, después de todo su puntería nunca fallaba.

Sin embargo el arquero había olvidado un pequeño detalle, y ese era que se estaban enfrentando también con un Vengador, que al igual que ellos contaba con habilidades realmente impresionantes y agiles y que también, los conocía a la perfección.

Obadiah vio con anticipación como se acercaba la flecha por los cielos y a decir verdad él ya sabía que eso ocurriría, por lo que con anticipación había hurtado el mismo escudo del oficial que asesinó y con rapidez lo tomó con su mano derecha y lo levantó en alto, cubriendo su cuerpo por completo de la flecha que venía directo hacia él, haciendo que esta chocara en el metal y se quebrara.

Se descubrió, y los miró con el ceño fruncido, remarcado con demasía, pegándole con sus estribos a los costados del caballo con muchísima más fuerza, haciendo que el animal relinchara del dolor, aumentando su velocidad.

—¡Maldita sea! —exclamó Clint exasperado y algo furioso al apreciar cómo la flecha no le había alcanzado siquiera rozar al viejo.

Tony frunció su entrecejo, pero rápidamente tomó una decisión definitiva para su familia, recordando la última conversación que había tenido con Obadiah hace solo unos momentos en el calabozo.

— ¡Yo lo alejare! Me quiere a mí, ¡no paren hasta llegar al navío! —prácticamente ordenó, por demás contundente, jalando las riendas de su caballo para hacer que este frenara y tomando sin dudar otra dirección con la misma rapidez de los galopes anteriores, solo que ahora se dirigía a otra dirección.

— ¡Tony joder! —exclamó Loki viendo cómo su capitán no se detenía y comenzaba a alejarse de ellos. Siempre tenía que ser el castaño el que tomara mayores riesgos, el que se dispusiera a sacrificarse por todos los demás.

Todos al igual que Loki se encontraban desesperados con la situación, pero también se sentían con las manos atadas, ya que sabían que debían de seguir siempre las órdenes que este les diese y por lo cual, debían de seguir galopando hasta poder llegar al barco. Para Bruce y Clint incluso fue un dejavu, muy parecido a cuando atracaron la capital y este se quedó atrás.

Pero Steve no fue igual, Steve sin pensárselo ni dudarlo al haber escuchado lo que había sentenciado Tony y al haber visto cómo este tomaba otro rumbo, fue que en secuencia imitó las acciones de este con son, frenó su caballo, y comenzó a galopar detrás de él.

Ni loco iba a dejar que Tony corriera peligro una vez más y dejarlo ir, prefería que el castaño lo regañara por no seguir órdenes y lo echara de la tripulación antes que dejarlo solo.

Los demás solo vieron por una milésima de segundo como el rubio se iba tras su capitán y ciertamente se sintieron solo un poco más tranquilos, poniendo toda su confianza en el par.

Y el plan claro que funcionó, Obadiah había tenido que decidirse entre perseguir a todos los demás o perseguir a Tony, y ciertamente, la muerte del moreno le satisfacía mucho más que la de todos los demás juntos, por lo que no le fue muy difícil cambiar de rumbo, al igual que Tony y aquel rubio Steve, para poder ir detrás de ellos.

La vegetación comenzó a hacerse presente y Tony se adentró a ella donde comenzaban a haber áreas verdes, árboles y palmeras, dejando de lado las casas con sus calles.

Tan concentrado había estado en poder alejarse de donde estaban los Vengadores para poder distraer a Obadiah que no se había percatado que los galopes de su caballo no eran los únicos que se escuchaban. Fue hasta que decidió voltear para ver si Obadiah efectivamente lo estaba persiguiendo que notó como atrás de él se encontraba a parte de su enemigo, Steve, corriendo en su blanco corcel justo a sus espaldas.

—Idiota ¡¿Qué haces aquí?! —preguntó Tony, asustado por el hecho de que le pudiera pasar cualquier cosa a su rubio.

— No te dejare solo, nunca más, pelearé contigo —respondió Steve tajante y con mirada decidida, sin dejar paso a algún reproche, contestación, o convencimiento de lo contrario.

Tony lo miró con cejas preocupadas, pero no supo qué responder a aquello. No volteó de nuevo la vista al frente, debido a que justo en ese instante se escucharon dos disparos seguidos, yendo directo hacia ellos.

Al parecer fue el segundo el cual fue a parar directo hacia la pata derecha trasera del corcel Snow, haciendo que este al sentirla soltara un fuerte sonido, relinchando de dolor, y se tropezara con sus propias patas debido a la velocidad tan alta en la que había estado corriendo. El caballo blanco cayó y se comenzó a revolcar en la tierra y el pasto, dando vueltas en él, haciendo que por consiguiente, Steve cayera junto con él.

— ¡Steve! —llamó Tony asustado al ver la fuerte y dolorosa caída que había recibido tanto el rubio como su caballo, sintiendo su corazón salirse del pecho.

Iba a jalar las riendas de su corcel para que este frenara y poder regresarse hacia donde había quedado Steve, pero escuchó otro disparo directo hacia él, sintiendo como le había pasado justo por a lado del rostro, rozándolo.

— ¡Maldita sea! —gritó exasperado el castaño mientras se tomaba sólo un instante para mirar a espaldas donde venía Obadiah persiguiéndolo, dejando a Steve atrás. Esto solo lo impulsó a seguir cabalgando, golpeando con fuerzas los costados de su caballo para que este corriera a todo lo que daba.

Si quería ayudar a Steve primero tenía que deshacerse de Obadiah, si no, podía correr el riesgo que los dos murieran ahí sin esperanza alguna de escapatoria.

Obadiah disparó de nuevo un par de veces, pero Tony predijo aquellos disparos con anterioridad, y jalando ágilmente las riendas de su corcel lo esquivó, haciendo que el caballo se moviera hacia la derecha o hacia la izquierda.

Siguieron galopando a toda velocidad por aproximadamente un minuto, hasta que los arboles comenzaron a despejarse y Tony vio a lo lejos como habían llegado directo hacia un acantilado y cuando se acercó más tuvo que frenar estrepitosamente, se dio cuenta que ya no había más camino por delante, lo único que quedaba era un precipicio de rocas y a varios metros abajo, el mar decorado también con picudas rocas. El caer de ahí solo significaría la muerte.

Dio la vuelta en su corcel, encarando finalmente a Obadiah que venía corriendo hacia él mirándolo con una sonrisa al ver que ya no había escapatoria.

Obadiah vio la oportunidad y jaló el gatillo una vez más de su pistola, apuntando directo a la cabeza de Tony que ya la tenía más cercana, pero grande fue su disgusto y desesperación al escuchar el sonido del arma que le indicaba que ya no había más balas para disparar. Se le habían terminado las municiones. Jaló el gatillo nuevamente en un intento en vano de que la pistola disparara y gruñó con disgusto a la vez que aventaba el arma inservible lejos.

Pero luego pensó que no era tan malo después de todo, así podría estrangular al moreno con sus propias manos.

Desenfundó su espada sin perder la velocidad, dirigiéndose directo hacia el castaño que ya se encontraba a muy pocos metros de él.

Tony copió la acción, también tomando su espada y dirigiendo ahora los trotes hacia el viejo. Cuando ya estuvieron lo suficientemente cerca Obadiah atacó, siendo bloqueada su espada por la de Tony, y se cruzaron.

Tony frenó su corcel y se volvió hacia con Obadiah notando cómo este hacia lo mismo, para irse corriendo directo hacia él y ahora sí poder cortarle el cuello.

Comenzaron a galopar nuevamente uno hacia el otro, pero Tony a poca distancia de Obadiah sacó rápidamente uno de sus pequeños cuchillos y con la mano izquierda se lo aventó directo hacia la pierna derecha, dándole justo en el muslo, haciendo que Obadiah soltara un fuerte grito de dolor y por prestar toda su atención hacia la herida perdiera el equilibrio que mantenía montado en su caballo y cayera de él justo a unos cuantos centímetros de que chocara con Tony.

El castaño rápido esquivó el caballo contrario que iba a chocar con él y de una sola maniobra salto de su propio corcel directo a que sus botas tocaran el suelo, tambaleándose en el proceso sin que pudiera ser una caída perfecta.

Sintió algo de dolor al hacerlo, los moretones que le habían dejado aún seguían torturándolo, pero aun así tomó su espada con fuerza y caminó directo hacia Obadiah, percibiendo la adrenalina recorrer por sus vasos sanguíneos.

—Maldito desgraciado —dijo Obadiah entre dientes, apretando fuertemente la mandíbula mientras se sentaba y se sacaba de un tirón el cuchillo de la pierna. Afortunadamente esta no le había llegado tan profunda, por lo que solo sangró como cualquier herida leve. Levantó la vista, viendo como Tony ya se acercaba hacia él con mirada penetrante y con su espada en mano.

Con prisa paseó su mirada por el suelo buscando su propia espada, encontrándola rápidamente a pocos centímetros a lado de él y con prontitud la tomó, incorporándose casi inmediatamente y apuntándola ahora directo hacia Tony que ya se encontraba casi frente a él.

Tony solo caminó un paso más hacia él y así comenzó la lucha de espadas, Obadiah era también un pirata, siempre lo fue, él le enseño casi todo lo que Tony había aprendido, por lo que era un rival muy fuerte a pesar de que era el mismísimo capitán Anthony a quien se enfrentaba, sin contar que este ya llevaba una desventaja física.

Chocaron las espadas una y otra vez, el viejo dirigió su espada directo hacia el estómago del castaño y este dio un brinco hacia atrás, esquivando por milésimas el filo del arma. Y nuevamente dirigió su espada hacia el calvo haciendo que este bloqueara su ataque y comenzara a chocar las espadas nuevamente.

Tony se arriesgó y en un ágil movimiento brincó hacia al frente con su espada recta para darle, pero Obadiah dio una vuelta en su propio eje y la esquivó con destreza y volvieron a chocar espadas de un lado y del otro.

En una oportunidad Obadiah esquivó la espada contra él y dio otra voltereta, tomando a Tony por sorpresa y acercándose demasiado mientras lo atacaba con su espada, Tony pudo levantar su propia arma justo a tiempo para bloquear el ataque, pero ahora tenía a Obadiah a pocos centímetros de él, haciendo fuerza en su espada y haciendo que estas comenzaran a temblar debido a que los portadores de estas tanto Obadiah como Tony estaban aplicando toda su fuerza posible, uno para quebrantar al otro y el otro para poder resistir la agresión y no terminar con su cabeza partida en dos.

—Te volviste tan fuerte maldita rata, debí de haber dejado que los oficiales abusaran de ti ese día que entraste a mi negocio —escupió Obadiah en el rostro de Tony mientras lo veía con el ceño fruncido lleno de odio y coraje mientras que Tony sólo lo miraba a los ojos con las cejas gachas, pero sin dejar de poner toda la fuerza posible en sus brazos para que no le ganaran.

Tony soltó un grito, usó todo su potencial de acción y puso toda su fuerza en sus brazos y finalmente pudo deshacerse de la espada contraria, empujando lejos de él a su ya ahora enemigo.

Tambaleó solo un poco a Obadiah, pero en menos de un segundo este ya se encontraba nuevamente directo hacia él, levantando su espada haciendo que estas chocasen nuevamente.

Tony dio una rápida vuelta y ahora trató de atacarlo, siendo bloqueado de igual forma por Obadiah mientras chochaban sus espadas repetidas veces.

Llevaban la pelea equilibrada, pero Obadiah comenzaba a ganarle en fuerza y resistencia debido a que Tony ya se encontraba previamente lastimado.

Fue por ello que el castaño siguió contratacando y bloqueando las acometidas en el combate pero ahora comenzaba a caminar hacia atrás, dando saltos de vez en cuando mientras daban espadazos.

Tony no se dio cuenta hasta que literalmente ya se encontraba ahí, de que habían estado caminando hacia el acantilado. Tan concentrado había estado en la lucha que se olvidó de aquel detalle y lo peor es que tenía desventaja, ya que él era el que le estaba dando la espalda al grande precipicio y el que estaba siendo precipitado a este debido a los ataques constantes del viejo.

Pensó con rapidez y en un ágil movimiento terminó de bloquear un ataque y dirigió la empuñadura de su espada directo hacia la cabeza de Obadiah, dándole con certeza en el lóbulo temporal y haciendo que este perdiera la concentración. Utilizó este mismo momento para patearlo en el estómago con fuerza, haciendo que cayera estrepitosamente quedando semi acostado, con sus manos haciéndole apoyo para poder sostenerse.

Le apuntó directo a la garganta con su afilada espada haciendo que el hombre de barba blanca lo voltease a ver.

—Ríndete Obadiah —le dijo Tony viéndolo desde arriba, sin dejar de apuntarle con su espada, pero lamentablemente cometió un error y ese fue, bajar la guardia, error que Obadiah utilizó perfectamente para para patearle justo en la tibia de la pierna, haciendo que ahora fuese él el que perdía el equilibrio e inevitablemente cayese.

Obadiah no perdió nada de tiempo, no se esperó siquiera a que este volteara. Cuando el castaño cayó Obadiah aprovechó para incorporarse y patearlo nuevamente pero ahora en el estómago, justo donde se encontraban uno de sus hematomas más graves y fuertes, y luego darle otra patada mucho más fuerte en el rostro, y finalmente con su pie lo empujó fuertemente del pecho, haciendo que este inéditamente rodara hacia el abismo.

Tony afortunadamente pudo reaccionar a tiempo y con toda su energía restante se agarró con fuerza y desesperación de la piedra que constituía la orilla del acantilado, sintiendo su cuerpo colgando del precipicio mientras encajaba hasta sus uñas en lo que estaba agarrado para no caer.

Obadiah se acercó hasta asomarse por la orilla y lo miró desde arriba, con una semi sonrisa maquiavélica y gestos deformados, de un completo psicópata, notando con satisfacción como Tony lo miraba con terror.

—Muérete malnacido —expresó Obadiah con voz macabra y justo cuando iba cortar las manos de Tony con su espada para que este ya no pudiera sostenerse más sintió como una espada le atravesaba el costado izquierdo.

Tony vio todo en cámara lenta, notando cómo el filo de una espada había atravesado parte del abdomen de Obadiah haciendo que este echara un fuerte y audible grito de dolor, soltando su propia arma y dando pasos hacia atrás, retrocediendo del precipicio.

Quedo fuera del campo de visión de Tony, pero casi al instante apareció alguien más a sus ojos, su rubio adorado, su preciado caballero, su ángel.

— ¡Tony! —expresó Steve asustado y jadeante debido a todo lo que había corrido para llegar hasta ahí. Al ver a Tony en aquella posición justo al borde de la muerte hacia que se sintiera el mismo colgando de un precipicio y sin demorarse más lo tomó rápidamente de las manos y usó toda su fuerza en sus músculos para poder levantarlo, ayudándolo poco a poco a subir.

Obadiah se sacó la espalda por atrás, gruñendo y gritando del dolor, viendo también como la sangre comenzaba a salir a brotes de su cuerpo, pero aun así tuvo las fuerzas suficientes para voltear a ver aquellas pestilencias, notando como aquel rubio mojigato había llegado a tiempo para rescatar a Tony y ayudarlo a subir.

Sintió tanta rabia que comenzó a temblar de la quijada, sintió tanto coraje, tanta aversión, que no logró razonar ni pensar más y con todas sus fuerzas restantes tomó entre sus manos la espada que le habían encajado, se levantó y corrió directo hacia ellos, gritando desquiciadamente.

Tony ya se encontraba agachado en la tierra firme y Steve se encontraba en una rodilla, demasiado preocupado en su castaño, tratando de ayudarlo, dándole la espalda a Obadiah.

Tony pudo apreciar detrás de Steve como Obadiah se estaba dirigiendo hacia ellos con todo lo que le quedaba, viendo como aquella espada que el viejo traía en las manos iba directo hacia Steve. Por simple instinto cuando Obadiah estuvo lo suficientemente cerca Tony tomó a Steve por ambos brazos y se abalanzó sobre él con todo su peso, haciendo que ambos rodaran y que pudieran esquivar el ataque del calvo.

Sin embargo, Obadiah no corrió con la misma suerte.

Al haberse quitado Tony y Steve ya no quedaba nada más que el precipicio y debido a la velocidad con la que iba corriendo sencillamente no pudo frenar su ataque y andar, cayendo inevitablemente hacia el acantilado, sin oportunidad alguna de sostenerse de algo, gritando y sintiendo el aire de la caída contra él y en solo un parpadeo, cayó, su cuerpo azotando estrepitosamente en las puntiagudas rocas, haciendo que su cráneo se fracturara, sus huesos se rompieran, sus órganos se perforaran, sufriendo hemorragias severas que lo llevaron en poco tiempo a la muerte.

Tony al momento de notar cómo Obadiah había caído se asomó con precaución por el precipicio, viendo todo, hasta lo que su mirada pudo alcanzar a apreciar, sabiendo ya con certeza que aquel hombre que en algún momento considero como su padre, había muerto.

Steve se acercó muy cuidadosamente a lado de él, asomando su cabeza hacia el precipicio también, notando los hechos inminentes.

Tony no dijo nada, simplemente hundió su rostro en el cuello de Steve y lo abrazó muy fuertemente, sintiendo como los fuertes brazos del rubio lo envolvían también en un cálido abrazo.

Se quedaron así, en silencio por unos momentos hasta que Tony finalmente separó su rostro del cuerpo de Steve para poder mirarlo a los ojos.

— ¿Estás bien? —preguntó Steve preocupado y aún con el pendiente a pesar de saber que el peligro ya había pasado y Tony ya se encontraba a salvo. Este solo asintió como respuesta.

—Vámonos, nuestra tripulación nos espera —dijo Tony por último, haciendo que ahora Steve fuese el que asintiera mientras le sonreía levemente.

Lo ayudó a levantarse y le dió el apoyo suficiente para que Tony pudiera caminar.

Tomaron el corcel de Tony y el que había tomado Obadiah, Steve de igual forma le ayudó al castaño a montarse en él y juntos comenzaron a galopar hacia el puerto en el cual Steve sabía que se encontraba el barco el cual ya habían planeado robar, rezando por el éxito de sus compañeros.  

Cuando se cruzaron por los árboles y bosques Steve le mencionó a Tony que tendrían que pasar por Snow y efectivamente se dirigieron hacia donde se encontraba el caballo blanco, esperándolos.

—Hey Snow, ¿ya te encuentras mejor? —preguntó Steve a su caballo notando como este relinchaba y movía su cabeza.

Steve le había hecho un improvisado vendaje y a pesar de que aun tenía la bala incrustada, parecía ser que el caballo ya podría caminar.

Steve no se montó en él para no darle más trabajos y esfuerzos, solo lo tomó de las riendas para comenzar a jalarlo y dirigirlo hacia con él mientras ya comenzaba a avanzar montado en el otro caballo.

No fueron corriendo tan rápido por lo mismo, pero trataron de ir al paso más rápido posible para finalmente poder reunirse con los demás.

Llegaron al puerto viendo de lejos el barco listo para zarpar. Los vengadores y Bucky se habían encargado perfectamente de los guardias que custodiaban los navíos y ahora yacían inconscientes y con las manos atadas.

Peter los divisó con su monocular desde la cofa y les avisó a todos haciendo que todos los del barco dejaran salir suspiros de alivio.

Natasha y Bucky eran los únicos que aún se encontraban en tierra firme, al borde del muelle de madera, esperándolos.

Llegaron hasta ellos y bajaron de sus corceles, Steve primero y luego dirigiéndose hacia con Tony para poder tomarlo de la cintura y cargarlo, ayudándole a bajar.

— ¿y Obadiah? —preguntó la pirata casi al instante, preocupada por el hecho, sabiendo que no se podrían ir tranquilos si ese hombre seguía merodeando por ahí.

—Murió —respondió tajante Tony, sin decir nada más y sin necesitar hacerlo, ya que todos comprendieron a la perfección aquella sencilla palabra

—Andando, tienen que irse ya —expresó Bucky con nervios sabiendo que el tiempo es oro y sin saber si aquella distracción que habían creado para mantener a los oficiales lejos ya se había esfumado y por consiguiente, ya se habían dado cuenta de la ausencia de los prisioneros.

—Muchas gracias Buck —dijo Steve mientras miraba a su hermano del alma.

—De verdad te iras ¿eh? —preguntó Bucky con algo de tristeza, sabiendo que ese ya era un definitivo adiós.

—Sí. Debemos de hacer lo que nos hace felices —respondió Steve sintiendo la misma tristeza y nostalgia que su amigo, para luego acercarse a él y abrazarlo muy fuertemente, dándole palmadas en la espalda, sintiendo a su amigo corresponderle de igual manera.

—Harás falta —dijo Bucky dándole un fuerte apretón extra a su abrazo y finalmente separándose.

Steve no supo qué decir, simplemente le sonrió con tristeza.

—Cuida de Snow, es un grandioso corcel —encargó el rubio a su hermano, sabiendo que éste se encargaría de él a la perfección y luego dirigió su mirada hacia Tony, viendo como este lo miraba con cejas caídas.

—Steve, no tienes por qué irte con nosotros, si quieres quedarte aquí en la capital con tu familia, con tu vida ya establecida de noble caballero de verdad lo entiendo a la perfección —expresó Tony, sabiendo que si eso sucedía se le volvería romper el corazón una vez más, pero también sabía que él estaría dispuesto a dar su vida entera con tal de que Steve fuera verdaderamente feliz.

—Tony, estoy seguro de mi decisión —respondió el rubio más que seguro tomándolo de la mano y entrelazando sus dedos—, no sé qué vaya a pasar en un futuro, no sé cómo continuara lo nuestro, no sé qué nos espera. Pero hay una cosa que sí sé con total certeza y esa es que si no me voy contigo y te dejo ir, me arrepentiré el resto de mi vida. Así que no te preocupes.

Y dicho esto Steve lo sonrió a Tony, haciendo que este sintiera su corazón hincharse de amor una vez más, sintiéndose verdaderamente dichoso y afortunado.

Natasha sonrió con gusto por su capitán, pero ahora le tocaba a ella y finalmente hizo cara a lo que no quería, volteando a ver a Bucky notando como este ya la llevaba mirando desde hace rato con sonrisa triste y enamorada.

—Hay mucho espacio en el barco, tú también puedes venir con nosotros —le dijo la pelirroja con voz débil al teniente oficial viendo como este solo se miraba aún más triste.

—Lo siento Nat, pero yo no puedo ir con ustedes, debo de regresar a donde pertenezco. Además, tengo que cubrirlos cuando ustedes se vayan, alguien debe de quedarse para asegurarse que no los persigan una vez más y que mejor que yo —explicó Bucky pasando su mano delicadamente por la mejilla de la pelirroja, viendo como aquellos preciosos ojos verdes comenzaban a humedecerse.

Y a pesar de que él sabía que debía de resignarse, que debía de aceptar el hecho de ya no poder estar junto a ella simplemente no podía, su corazón no podía con ello, jamás se aferraría a la idea.

—Cásate conmigo, quédate conmigo —pidió por segunda vez suplicante, sabiendo todo lo que aquello conllevaba, pero estando dispuesto a lo que sea contar de tener a Natasha a su lado—, vámonos lejos de la capital, con mis padres, te presentaré como una Lady y al momento de casarte conmigo te convertirás legítimamente en una. Ellos te aceptaran, estoy seguro. Podremos vivir juntos y felices para siempre.

Natasha lo miró con los ojos perplejos y abiertos de par en par, sin poder creerse todo lo que Bucky estaba proponiendo, pero notando que no le desagradaba ni un poco la idea. Sí, tendría que dejar muchas cosas detrás, a su familia, pero de verdad amaba tanto a Bucky, que ella sabía que al igual que Steve, se arrepentiría si no se quedaba junto a él.

—¿De verdad? —preguntó insegura la pelirroja.

—De verdad.

Y ahí mismo ella tomó la decisión. Se volteó hacía con Tony que la miraba con una sonrisa enternecida y comprensiva.

—Ve —le dijo Tony con el pecho apretado y eso fue el detonante para que Natasha comenzara a llorar, soltando gruesas lágrimas, abalanzándose hacia el cuerpo de Tony, abrazándolo fuertemente, sintiendo como este le sobaba la espalda reconfortándola.

—Gracias Tony, gracias por todo —expresó la pelirroja entre lágrimas, sonriendo, viendo como Tony también le correspondía la sonrisa con ojos tristes—, me gustaría despedirme de todos, pero sé que no hay tiempo.

—Ellos saben —dijo Tony como simple respuesta, viendo como Natasha asentía.

—Dense prisa —apuró la pelirroja limpiando sus lágrimas, haciendo que tanto Tony como Steve comenzara a caminar rápidamente hacia al barco, alejándose de ellos, mientras les daban la espalda.

Cuando Tony y Steve subieron por el tablón arribando finalmente al navío el rubio enseguida empezó a dar órdenes para poder zarpar, teniendo ya todo listo y haciendo que en menos de un minuto el barco ya comenzara a andar.

— ¿y Nat? —preguntó Clint extrañado, acercándose y viendo como solo Steve y Tony habían subido y ya estaban alejándose del puerto.

—No vendrá —contestó con seriedad  el capitán, pero sin poder evitar una mirada un tanto triste y nostálgica, al saber que la pelirroja ya no los acompañaría en sus aventuras.

— ¿A qué te refieres con que no vendrá? —preguntó Bruce siendo ahora en el que se acercaba, escuchando con claridad lo que estaban discutiendo.

—Decidió quedarse a luchar por el amor —contestó sin más y con esa simple respuesta, todos supieron que ya no habría nada más que se pudiera hacer para que la pelirroja cambiara de opinión y se fuera con ellos.

Sin embargo, el saber que no había otra opción y que aceptaran el hecho no lo hacían menos triste y doloroso, sabiendo que extrañarían a aquella mujer tan fuerte y tan capaz pero siendo también conscientes de que ella sería feliz a lado del hombre que amaba.

Bucky y Natasha se encontraban mirando cómo el barco cada vez se alejaba más y más de ellos, el castaño abrazándola de la cintura.

—Tienes que esconderte, escabúllete, sé sigilosa y llega hasta mi hacienda, ahí nos reuniremos. Sé que no será problema para ti —soltó Bucky de repente haciendo que la mujer lo voltease a ver—. Esto aún no ha terminado.

Y dicho esto la pelirroja lo miró con determinación y asintió, parándose de puntitas y dándole un casto y rápido beso en los labios, para finalmente salir corriendo de ahí e irse a perder entre las sombras de la oscuridad como un fantasma, desapareciendo rápidamente de la vista del teniente coronel y sin hacer ni un solo ruido con sus pisadas.

Bucky no se movió de donde estaba, sólo se volteó, dándole la espalda al mar, esperando a que los oficiales llegaran en busca de explicaciones.

Y dicho y hecho, la única diferencia fue que los oficiales llegaron casi al instante, Bucky había previsto esperar más. De hecho y para su mala suerte, el barco en donde estaban navegando los Vengadores aún era visible, solo que a lo lejos,  perdiéndose en el mar.

Llegaron en sus corceles, siendo el mismo coronel Radomir el que se encontraba hasta al frente y se acercaron hasta quedar frente a Bucky, que se encontraba serio, de pie y firme delante de ellos.

—Los Vengadores han escapado. Lady Sharon Carter nos previó de la situación, dijo que había visto al caballero Steve Rogers actuar muy extraño y estaba preocupada por ello. Lamentablemente ocurrió un accidente en la catedral y eso hizo que nos demoráramos en llegar —comenzó a explicar el coronel que miraba  a Bucky desde arriba de su caballo para luego mirar atrás de él, notando el barco a lo lejos que se retiraba de ahí—. Informe de la situación, teniente coronel.

—Los vengadores han escapado, no se sabe cómo ni a qué hora, pero han escapado —informó Bucky con pose firme y mirada casi penetrante, sin inmutarse ni un poco.

— ¡Preparen el navío más próximo! los perseguiremos, no dejaremos que se salgan con la suya, atacaremos con cañones ¡andando! —ordenó el coronel gritando, viendo como todos los oficiales lo miraban estupefactos pero comenzaban a moverse dirigiéndose al barco más próximo.

—No creo que sea la mejor idea coronel —dijo en voz baja Bucky acercándose lo suficiente al coronel Radomir para que solo fuese este el que lo escuchase.

— ¿A qué se refiere oficial Barnes? —preguntó el hombre mayor mientras fruncía el ceño con extrañeza.

—Los Vengadores tienen en sus manos papeles que pueden acabar con el orden y la paz de la capital. Sé que al igual que yo usted sabe que las familias que fueron atracadas, en especial la familia Carter, tienen sus manos manchadas de sangre y lodo. La mayoría de los oficiales sabemos de la corrupción en la que vivimos. Si los persigue, yo mismo me encargare de sacar toda esa información a la luz y no sabemos si eso sería beneficioso para ambos —amenazó Bucky sin una gota de duda en su ser, con ojos decisivos y fulminantes, haciendo que el coronel Radomir cambiara su expresión a una asombrada y confundida— sólo tiene que dejarlos ir.

El coronel se quedó pensativo, sin saber que hacer al respecto. Sí, él sabía de algunas cosas que las familias nobles escondían y también sabía que había mucha más suciedad escondida entre tanto oro y diamantes. Y si aquello se sabía, probablemente se armaría una revolución en la que los más poderosos se hicieran de los bienes de los demás y más sangre correría y el objetivo del coronel siempre fue tranquilidad y paz.

También estaba el asunto de que sabía que si le informaba toda la situación a Harrison Carter, con la verdad, este sería capaz de mandar a matar a Bucky con tal de conseguir aquellos papeles importantes de los que el castaño hablaba y a decir verdad eso no le gustaba, el muchacho le agradaba mucho y era un excelente compañero y oficial, sería un completo desperdicio que muriera solo por capricho de un ricachón.

Y sí, también lo admitía, estaba harto de seguir ordenes que ni siquiera buscaran la verdadera justicia, solo venganza por unos cuantos pesos que aquellos piratas se habían robado.

El coronel tomó por primera vez una decisión en busca de sus propios intereses.

— ¡Alto! —gritó a todo pulmón a sus oficiales haciendo que todos se detuvieran y corrieran la voz, provocando que los oficiales que se encontraban más alejados se detuvieran, regresando su camino para poder escuchar al coronel.

—El oficial James Barnes me informa que aquel navío no era de los Vengadores, era sólo de un grupo mercantil. Los Vengadores ya tienen horas de haberse ido, ya no podremos alcanzarlos. Imposible saber dónde están. —informó cuando la mayoría estaban ya reunidos alrededor de él, sin ni una pizca de miedo o duda en su mirada—. Reagrupémonos y enfoquémonos en la recuperación de la catedral, manteniendo orden en la capital. Eso es todo.

Y dicho esto todos asintieron respondiendo un “sí señor” en coro y en alto, haciendo lo que el coronel les acababa de ordenar.

Finalmente viendo como todos se comenzaban a mover para regresarse hacia el centro de la capital fue que el coronel volteó a mirar a Bucky.

—Gracias —fue lo único que dijo el teniente coronel James Barnes, haciendo que el coronel solo le asintiera cómo respuesta, tomando luego de las riendas a su caballo y retirándose de ahí.

Al final  de la noche el fuego de la catedral se controló y se apagó y se informó que los vengadores habían escapado sin dejar huella, rastro o pista alguna para poder seguirlos y que claramente, Steve Rogers los había ayudado a escapar y se había ido con ellos.

Tanto Sarah como Joseph quedaron devastados por la noticia, pero la mujer Rogers fue la única de los dos que aquello no le tomó por sorpresa. Ella lo sabía y lo presentía con solo analizar a su hijo, su instinto de madre le decía que algo así podría ocurrir, después de todo ella lo conocía perfectamente, lo había cargado en su vientre por nueve meses y no había forma alguna que Steve la pudiera engañar. Solo esperaba con todo su corazón que su hijo se encontrara bien, y una parte dentro de su pecho se quedó tranquila, porque sabía que Steve en cuanto pudiera daría noticias nuevamente por medio de cartas, así era él.

Joseph por su parte era ajeno casi a todos los pensamientos de su mujer, sintiéndose frustrado, triste y desolado a más no poder. Afortunadamente, Sarah estaba a su lado y ella lo ayudaría a poder aceptar el hecho, el tiempo era la clave.

Pero si aquella noticia fue destructiva para el matrimonio Carter, no se comparó ni un poco con lo que lady Sharon Carter llegó a sentir al momento en el que un oficial a la puerta de su casa le informaba de lo ocurrido.

Sharon no pudo más, se dejó caer de rodillas y comenzó a sentir como si corazón latía cada vez más y más rápido, subiendo su temperatura y haciendo que le hirviera la sangre debido al coraje y el enojo, sentimientos de frustración y desesperación que hicieron que comenzara a golpear el suelo de mármol de su casa y que en menos de 3 minutos fueron remplazados por una abismal tristeza, haciendo que ella rompiera en llanto y se cubriera su rostro con ambas manos, mojando sus guantes de encaje con gruesas lagrimas que se mesclaban con la sangre de los costados de sus manos debido a las heridas que ella misma previamente se había provocado.

—Steve, Steve Steve…. —comenzó a llamar entre hipidos mientras seguía llorando y llorando, y no dejó de soltar sus lágrimas a pesar de que en poco tiempo su papá llegó a lado de ella y se agachó para poder abrazarla, asustado, preguntando qué le había sucedido.

Sharon no explicó nada, no dijo nada, ya no ordenó nada ni siguió con sus caprichos. Por eso mismo estaba llorando tanto, sintiendo como su corazón se hacía pedazos, porque finalmente, después de todo lo que había pasado, finalmente comprendía que aunque ella moviera cielo mar y tierra, Steve nunca sería para ella, nunca se quedaría a su lado.

Todo lo que ella había hecho solo para poder estar con él y al final nada funcionó. Y ella conocía la clase de hombre que era Steve y ahora ya podía estar segura que aquel prefecto caballero preferiría estar muerto antes de ser un hipócrita y engañar a su corazón casándose con ella.

—Tranquila mi niña, ¿Qué sucede? Aquí estoy yo, dime que es lo que hay que hacer —le dijo su papá por milésima vez mientras la abrazaba y le sobaba la espalda.

—Ya…. Ya no hay nada que hacer, padre —dijo finalmente la rubia después de haberse quedado un buen rato sin palabras, solo llorando y gimiendo del dolor que sentía en su pecho.

De igual forma, aunque ella siguiera con su obsesión por estar con Steve, ni siquiera sabría cómo empezar nuevamente una búsqueda en su contra.

Y Bucky, Bucky después de su charla con el coronel tomó su corcel y el blanco corcel que perteneció a Steve y juntos se encaminaron a su hogar. Llegó agitado y algo preocupado porque alguien hubiese descubierto o raptado a Natasha en su camino hacia allá, pero toda su incertidumbre y angustia se esfumaron cuando la vio detrás de un pino cercano a la entrada principal de su hacienda.

Sin esperar más se fue directo hacia ella, viendo como esta ya lo había visto y lo estaba esperando con anticipación.

El noble sonrió, corrió directo hacia ella y la tomó de la cintura, cargándola y levantándola mientras le daba una vuelta y ambos se sonreían. Finalmente la bajó haciendo que los pies de la chica volvieran a tocar el suelo y la besó larga y profundamente.

—Larguémonos de aquí —le dijo Bucky una vez que se separaron del beso, viendo como esta solo le sonreía y asentía.

La tomó de la mano y juntos se encaminaron dentro de la hacienda. Bucky llegó y solo dio la orden de que prepararan un carruaje y también al corcel Snow y a las mucamas les dio la orden de que le ayudaran a empacar todas sus pertenencias, dando como simple explicación de que se regresaría a donde sus padres estaban, sin saber cuándo volvería a la capital.

Gracias a la grande cantidad de empleados con la cual Lord James Barnes contaba sus cosas estuvieron listas en poco tiempo. Él en ese tiempo se dedicó a mantener a Nat a su lado mientras le hacía una carta al coronel, despidiéndose de él, informando su retirada y dejando de lado su puesto en la capital, pero dispuesto a ser llamado fuese cual fuese la situación, para ayudar.

Y así, cuando apenas se estaban asomando los primeros rayos de luz que avisaban el comienzo de un nuevo día, Bucky y Natasha ya se encontraban en un lujoso carruaje, viajando a su nuevo destino.

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Thor y Loki habían encontrado en el almacén de aquel nuevo barco que habían robado unos barriles de cerveza, y juntos habían decidido sacarlos para preparar tragos para los tripulantes, festejando su libertad. Incluso le dieron de probar a Peter a escondidas del capitán, para que él también pudiese beber como todos los demás.

Y así se encontraban, bebiendo y regocijándose por haber finalmente escapado de la prisión y también, de la muerte, al ya salir el sol y no ver ni atisbo de que los estuviesen persiguiendo, llevando ya varias horas navegando.

El único que se mantenía con aura apesadumbrada, sin reír ni festejar era Clint, el cual aún se encontraba demasiado triste por la decisión de su mejor amiga, aunque claro, él sabía que debía de estar feliz por ella, pero eso no le quitaba que la extrañaría con creces, al igual que todos los demás.

Steve y Tony se encontraban en la proa del navío, algo alejados de todo el alboroto creado por sus compañeros, en silencio, abrazados aprensivamente uno del otro, solo apreciando aquella preciosa vista del amanecer que reflejaba sus rayos en el mar.

—¿Crees que estén bien? —preguntó Steve sin mencionar nombres, pero sabiendo que Tony entendería a la perfección a quienes se referían.

—Lo estarán, Natasha es la mujer más fuerte que he conocido y Bucky se ve que es alguien muy inteligente y decidido, juntos lo estarán —respondió Tony, seguro de su respuesta, acomodando solo un poco su rostro en el pecho de Steve, sin dejar de rodearlo con sus brazos—, ¿Crees que Sharon dé órdenes para que nos vuelvan a perseguir? —pregunto ahora Tony, con aquella duda teniéndolo inquieto.

Para aquel punto Steve ya le había contado absolutamente todo lo que había pasado, con todo y detalles y Tony de igual forma, le contó de como la rubia había ido a visitarlo y las mentiras que le había dicho.

—Lo dudo, pero si lo hace, estaremos preparados y sobre mi cadáver vuelvo a permitir que te alejen de mí —respondió Steve aquel pensamiento que ya llevaba repitiéndose a sí mismo una y otra vez.

Esta simple respuesta hizo que el corazón de Tony se calmara y se separó solo un poco para poder míralo directo a los ojos azules, haciendo que Steve de igual manera se perdiera en sus irises chocolate.

—Te amo mucho Steve —dijo Tony de la nada con su corazón hinchado de amor y finalmente, felicidad y tranquilidad, esa que le habían arrebatado desde que los habían arrestado.

—Yo te amo más, Tony —respondió Steve sonriéndole y acariciándole su pómulo izquierdo con delicadeza, como si este fuese de cristal.

Tony sonrió y se acercó para besarlo larga y profundamente, sabiendo que a lo largo del tiempo se tendrían que enfrentar a muchos obstáculos más, pero también estando seguro que con Steve a su lado, ellos serían invencibles.

Fin.

Notas finales:

Y finalmente concluye esta historia que duro tanto tiempo en llegar a su final, mucho más de lo que imagine, y una vez más una disculpa enorme porque había veces en las cuales tardaba mucho en actualizar.

Muchísimas gracias por darme todo su apoyo, estoy muy orgullosa de este fic y puedo concluir que es lo que más me ha gustado de lo que he escrito y todo gracias a ustedes que siempre estuvieron al tanto del fic, dándome su apoyo. Siempre leo todos y cada uno de los comentarios que me dejan.

Quiero aclarar que tengo preparado un epilogo para ustedes, en donde se puede leer que fue de cada uno de los personajes de esta preciosa historia, estén al pendientes. Muchas gracias por todo, en serio los quiero mucho.


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