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Forbidden heart por hannastony

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Mentiría si dijera que no lo veía venir desde segundos antes, no obstante, sí era verdad que el que haya ocurrido tal accidente sí fue del todo para su sorpresa.

Steve ya había pasado un rato considerable del todo reservado, sentado en su respectiva mesa y mirando hacia la mesa del atrayente grupo en el que ahora también se encontraba su mejor amigo, tratando de cortejar a aquella linda pelirroja.

Había ordenado una cerveza más para no parecer un completo tonto sin nada que hacer más que mirar a su alrededor. Estaba bastante incomodo, aburrido y solo. Al verlo sin compañía varias chicas hicieron su intento para llevar a aquel gallardo caballero a la cama, insinuándose provocativamente sin lograr ninguna reacción contraria que no fuera rechazo.

El rubio no podía culpar a su amigo por haberlo dejado completamente solo en aquel lugar, Bucky estaba demasiado borracho como para pensar con plena claridad y no dejarse llevar por sus primeros instintos, que en este caso eran conseguir a aquella mujer que llamó inmediatamente su atención, por lo que Steve simplemente tuvo que soportar el rato y tratar de no salir corriendo de ahí, como ya lo había estado queriendo hacer desde hace tiempo.  No podía dejar ahí solo a su mejor amigo y más al no estar del todo sobrio, pero tampoco podía ser un aguafiestas y jalar a Bucky para poder regresarlo directo a casa. Se veía que el noble estaba disfrutando bastante lo que sea que estuviera platicando con aquella pelirroja como para querer irse así como así.

Se esperaría un rato más, le dejaría disfrutar su conquista y después de lo que él considerara un tiempo decente, finalmente saldría de aquel lugar junto con Bucky, aunque fuera en contra de su voluntad.

Ya que su mirada estaba dirigida a un solo lugar en específico, aprovechó la oportunidad para poder quedársele viendo un rato más a aquel castaño de coleta que hasta hace nada pensaba que era pareja de la pelirroja y que había llamado su atención de un forma un tanto inusual.

La verdad es que pensaba que al momento que Bucky decidiera hacer su jugada, sería rechazado sin doble pensamiento y mandado a volar, sin embargo, le sorprendió bastante el notar que sus cortejos eran bien recibidos y hasta devueltos de forma coqueta por aquella chica que se mostraba a simple vista, interesada en su mejor amigo.

O Steve se había equivocado al pensar que los bailarines eran pareja, o sencillamente si lo eran, pero tenían una relación abierta en la que cada individuo podría probar cosas nuevas. Todo esto era algo que a Steve no le incumbía en lo más mínimo, por lo que simplemente se limitó a seguir viendo como aquel atrayente castaño no les prestaba nada de atención a la nueva parejita y se concentraba con sus demás amigos a tomar tarros y tarros de cerveza como si fuera una competencia.

Steve después de un rato notó como aquel castaño se levantaba de su lugar sin decir palabra alguna y caminaba del todo tambaleante y con la mirada perdida a un punto del que Steve no tendría idea. Se veía demasiado borracho, tanto que parecía que en cualquier momento se detendría y comenzaría vomitar sin conciencia alguna. Ese pensamiento pareció alterar un poco a Steve. Él no quería que surgiera más desorden en aquella taberna y el que vomitara en el centro de la zona le podría crear problemas al hombre de joyas.

Afortunadamente no sucedió eso, pero Steve no contaba con que ocurriera algo peor, algo muchísimo peor.

El castaño al momento de pasar junto a él fue que se tropezó con el pie del mismo Steve provocando con esto que el pobre borracho cayera sentado en sus piernas, sin saber siquiera que acababa de ocurrir.

Steve por pleno instinto lo primero que hizo fue tomar a aquel hombre del pecho y la espalda, sujetándolo con cuidado para evitar que este cayera inevitablemente y se diera un fuerte golpe en la cabeza.

Comenzó a sentirse un poco nervioso sin saber que hacer al tener a aquel hombre prácticamente sentado en sus piernas,  pero ese minúsculo nerviosismo dio un cambio radical en todo su ser al momento en el que el castaño levanto la mirada y sus miradas se conectaron.

Sus ojos eran enormes y a su tamaño se le acomodaban perfectamente las largas y gruesas pestañas que los adornaban, pero eso no fue lo más preocupante de todo, sino su color, su pigmento de lo más común que para ojos de Steve se mostraba de lo más singular y peculiar. Eran unas hermosas gemas color marrón combinadas ligeramente con un color miel que hacía que la mezcla de ambos colores crearan algo nuevo en la gama de colores. Steve nunca había visto ojos iguales a aquellos que se mostraban delante de él.

Aquellos ojos cafés le miraban plenamente abiertos de par en par, no parpadeaban, no se inmutaban y pareciera que estaban admirándolo, como si el fuera alguna clase de creatura mística o imaginaria.

Ok, las verdades como eran. Tony no podía evitarlo.

Al momento de levantar la mirada para ver el rostro de la desdichada persona que estaba cargando con todo su peso de ebrio pudo darse cuenta que había caído encima de la creatura más apuesta que pudo haber imaginado. Nadie podía culparlo, estaba demasiado borracho como para sentir que toda la cabeza le daba vueltas y que las cosas se volvían doble, por eso, al momento de encontrase con aquella azulada mirada que parecía contener todos los 7 mares dentro, fue que Tony vio como todo alrededor de aquel rubio resplandecía y lo hacía ver aún más guapo de lo que ya era. Tony estaba perdidamente embelesado.

Con aquel perfecto y rubio peinado acomodado hacia un lado sin dejar que un solo cabello saliera de su lugar; con aquellos enormes, grandes y rosados labios que estaban un poco abiertos por la impresión y con aquella perfecta mirada adornada con largas y tupidas pestañas fue que Tony en lo que su borrachera contaba, solo pudo dar una explicación lógica a aquella majestuosidad.

—U-un ángel —murmuró sin ningún chiste ni sentido figurado en sus palabras. Eso era lo que el Tony ebrio pensaba en aquellos momentos, que había sido cachado por un sublime ángel, aquellas creaturas de las que la iglesia se dedicaba a hablar—. Dios, no sé si mi pase al infierno se intensificaría más, pero definitivamente me cogería muy duro a un ángel.

Steve al escuchar las primeras palabras del castaño fue que salió completamente de su pequeño estado de shock al quedarse contemplando con detalle la mirada café. Al caer nuevamente en la realidad y procesar la completa incoherencia que aquel borracho dijo fue que frunció su ceño rápidamente y lo miró con un poco de desprecio.

Al parecer Tony al estar tan metido en su mundo e imaginación no pudo siquiera captar la mirada ahora un tanto molesta del rubio y mucho menos pudo evitar o rehuir lo que Steve estaba a punto de hacer.

Steve al notar que el castaño seguía sin siquiera tomarse la molestia de disculparse ni mucho menos levantarse de donde estaba sentado, fue que de un solo movimiento quitó su manos para dejar de sostenerlo y después de ello empujó con la fuerza necesaria al cuerpo contrario para apartarlo de él y dejarlo caer sin remedio en el suelo.

Tony azotó fuertemente su trasero en el piso y dejó escapar un chillido de dolor al sentir como de la nada las cómodas piernas del aquel ángel habían sido remplazadas por el duro y sucio piso de la taberna.

—Me largo de aquí —dijo Steve más para sí mismo que para cualquier otro que se encontrara en el lugar para después levantarse abruptamente del pequeño asiento y dirigirse hacia donde se encontraba Bucky para para por fin sacarlos de ahí.

No sabía porque de la nada se había sentido del todo enfurecido por las palabras de aquel castaño. El pobre  estaba demasiado ebrio como para siquiera acordarse de su propio nombre, no estaba ni un poco consiente de sus palabras o acciones, Steve tenia conciencia de ello, por tal razón era que no tenía absolutamente ningún derecho a molestarse con aquel pobre alcohólico que ni se había dado cuenta de lo que acababa de pasar. Sin embargo, no pudo evitar que las primeras palabras que salieran con aquella gruesa y burlesca voz le alteraran hasta las entrañas, tanto que la primera reacción que pudo obtener de todo aquello fuera enfurecimiento exagerado y prácticamente sin razón, al ser Steve alguien de lo más apacible, paciente y comprensivo.

—¡Espera! ángel, ¡no te vayas! —gritó Tony del todo borracho tratando inevitablemente de que aquel hermoso ente no se alejara de su lado. Sus palabras fueron inútiles. De un momento a otro el portador de aquellos preciosos ojos azules se había escapado completamente de su vista sin dejar rastro alguno.

Tony se quedó un rato tirado en el piso, restándole importancia al encuentro con aquella creatura celeste y tratando con todas sus fuerzas posibles de mantener la cabeza serena y enfocar la vista en algún punto para dejar de ver todo borroso. Después de unos minutos lo logró, parándose por fin de la dureza que el suelo le proporcionaba y dirigiéndose al primer rincón que encontrara, para después, vaciar todo su estómago vomitando hasta lo que había cenado horas antes de entrar a la taberna, tomándose el inesperado cuidado de no salpicar a nadie con todo el vómito que estaba creando en aquella esquina.

Steve había escuchado el como aquel ebrio le había seguido llamando en un intento en vano para que él se quedara, pero ni siquiera se tomó la molestia de voltear nuevamente hacia aquel desdichado para ver cómo se encontraba. Y pensar que se la pasó absolutamente toda la noche admirando a aquel borracho sin modales. Podía ser que su apariencia y aura emanaran una atracción inevitable para cualquiera, pero Steve no se podía permitir el seguir prestándole atención a aquel hombre tan más descortés. Por lo que con fuerzas fue que pudo evitar voltear a verlo una vez más y restarle importancia conforme los segundos pasaban.

Al momento de llegar a donde se encontraba su mejor amigo pudo percatarse que los demás hombres integrantes de aquel grupito habían desaparecido. Probablemente se habían esparcido cada uno al ocuparse de sus propios asuntos, y también al parecer no tenían ningún problema en dejar a lo que parecía ser su única amiga completamente sola con lo que para ellos sería un extraño. Sin embargo, la pelirroja se veía de lo más cómoda, escuchando atentamente con una sonrisa a lo que sea que su borracho amigo estuviera parloteando.

Bucky, en parte por estar bajo los efectos de alcohol, mostraba una sonrisa enteramente radiante y embobada, tenía la expresión de un adolecente mirando al amor de su vida y a eso se le sumaban las enteras pupilas dilatadas que estaban fijas sola y simplemente en aquella pelirroja, Steve no sabía si el alcohol tenía que ver con aquello, pero algo era seguro, jamás había visto a Bucky de aquella forma.

 A Steve le daba un poco de pena dar por terminada la noche de diversión y ensueño de Bucky por su propia comodidad, pero él ya no podía soportar estar más rato en aquel lugar y tener abierta la posibilidad de volver a encontrarse a aquel particular castaño con coleta que no le hacía más que incomodarlo, por lo que con resignación se aventuró a apartarlo finalmente de ahí, ya después se lo recompensaría, estaba seguro.

—Bucky, es hora de irnos —dijo Steve al ya estar frente aquella parejilla risueña que no hacía más que coquetear.

Bucky estaba tan abstraído en la belleza de la fémina que no pareció siquiera escucharlo, al contrario de aquella pelirroja que rápidamente posó su atención en Steve al escuchar como le estaba hablando al hombre a lado de ella. Steve se comenzó a estresar y apoyó una mano en el hombro de su amigo para poder llamar su atención.

—Vamos Bucky, es hora de ir a casa —dijo ahora con un tono más fuerte y autoritario del que solía usar para poder ser firme al respecto.

Bucky por fin levantó su mirada para encontrarse con la de Steve a la vez de que enarcaba ambas cejas y lo miraba sin comprender.

—Yoooo no me quiero ir —reprochó infantilmente mientras volteaba un poco más su cuerpo hacia Steve y lo confrontaba.

En el tono de voz de Bucky se podía apreciar el alcohol que había estado adquiriendo al arrastrar las palabras y mostrar su mueca de no entender que era lo que estaba pasando.

—Por favor Buck —ahora suplicó Steve en un vago intento de lograr hacer entrar en razón a un ebrio necio.

Bucky estaba a punto de replicar cuando de repente la suave voz de la única mujer presente se hizo escuchar.

—Caballero, creo que es momento de que escuche a su amigo, probablemente está cansado por esta noche y lo que más quiere es descansar. Seguramente está preocupado por usted y no puede dejarlo aquí solo. Lo mejor será que ya se retire para no causar molestias innecesarias ¿no cree? —habló aquella chica pelirroja de lo más amable y cortés dirigiéndose a Bucky con una sonrisa un tanto sensual.

A Steve le impresionó demasiado la forma de hablar de aquella muchacha, tanto que no pudo evitar abrir los ojos como platos. Se escuchaba como toda una dama y a pesar de que sus ropas no eran como las de una, se percibía en su tono de voz la clase y la educación. No se escuchaba como una pueblerina cualquiera o una prostituta sin pudor, se escuchaba como toda una Lady. ¿De verdad aquella mujer era amiga de aquel embriagado sin pudor alguno? No lo podía creer.

Bucky por su parte pareció por fin captar lo que la mujer pelirroja le acababa de decir y no lo dudó ni dos veces al asentir rápidamente como cachorrito y levantarse de su lugar. La mujer lo imitó y también se levantó de su asiento. Bucky se acercó con cuidado a la sexy pelirroja mientras controlaba con todas sus fuerzas el tratar de respetar el espacio personal de esta.

—¿Algún día te volveré a ver mi Lady? —preguntó Bucky de lo más afligido mientras dirigía sus palmas hasta las delicadas manos de la joven y las acunaba en una súplica desesperada.

La mujer simplemente se limitó a mostrar una pequeña sonrisa mientras emanaba curiosidad por sus verdes y candentes ojos. Se acercó lentamente a Bucky  hasta que quedaran sus cuerpos pegados y susurrar “yo te buscare” de la forma más seductoramente posible que se pudiera crear para después plantarle un muy sugestivo beso a penas en la comisura de uno de sus labios y separarse sin más que ofrecer por aquella noche.

Bucky estaba hecho toda una piedra, sentía como se había quedado trabado y sus cerebro había dejado de funcionar, ni siquiera podía recabar lo que le había sucedido hace algunos instantes, y al estar del todo estático y con su corazón dando galopes a todo lo que daba en su pecho, lo único que hizo fue asentir sin poder formular palabra alguna.

Steve en cambio recapacitó todo lo que había estado pensando de aquella mujer, ella definitivamente no era una Lady, una mujer de alta clase jamás se podría comportar así, por lo que sencillamente concluyó que la mujer había recibido buena educación en la forma de hablar por parte de sus padres.

Sin más cosas que le retuvieran ahí, fue que Steve tomó el brazo de Bucky y poco a poco lo fue jalando hacia su lado para poder guiarlos a la salida.

—Con su permiso señorita —dijo Steve dándole una mirada de agradecimiento a aquella misteriosa mujer que le apoyó para hacer que Bucky recapacitara para salir de ahí.

—Mi nombre es Natasha —dijo la pelirroja con diversión a la vez de que veía como poco a poco el rubio se iba apartando.

—Steve, un placer —respondió únicamente al estar ya cada vez más apartado de aquella mesa pero con la seguridad de que la mujer le había escuchado.

No obstante, Steve no podía negar el que no pudo evitar que su mirada se volteara solo un segundo más en una dirección en especial, para mirar por una última vez a aquel singular hombre  de coleta que parecía vivir la vida al límite y que en estos momentos se encontraba devolviendo todo el alcohol que había ingerido durante  las últimas horas. Con aquel ultimo vistazo, fue que salió de aquel lugar con su amigo a lado de él.

Natasha simplemente se quedó mirando con entretenimiento como aquel dúo de jóvenes nobles se iba alejando de su vista hasta desaparecer por completo por la salida, porque claro que lo había notado, aquel rubio de facciones tan apuestas también era el hijo de una familia noble. La forma de hablar y sobre todo el porte no se conseguían en cualquier lado, Natasha más que nadie sabía eso.

Al saber ahora que ya contaba con una conexión bastante fuerte con aquel hombre de familia noble la misma noche que llegaron a la capital, fue que sonrió con bastante satisfacción al ser la primera en toda la tripulación que había comenzado a llevar a cabo sus planes sin siquiera proponérselo. Estaba segurísima que en la mañana les restregaría a todos en la cara como ella ya se había adelantado y sobre todo, como ella ya había adquirido información importante sin dejar de divertirse ni un solo segundo.

No tuvo que pasar mucho tiempo para que Tony se le uniera a la pelirroja del todo mareado y sin saber a ciencia cierta que era todo lo que había pasado en el tiempo transcurrido. Seguía alcoholizado, eso era un hecho, no obstante, al haber vomitado todo lo que tenía en el estómago fue que se podría decir que se sentía solo un poco mejor. Por lo menos ya sabía donde se encontraba y su situación actual, eso ya era algo.

 —¿Dónde están….hic… To-todos los demás? —preguntó el castaño hipando en exceso confundido solo encontrándose a su amiga sin compañía alguna, ni siquiera se encontraba con aquel apuesto joven que había llegado a acoplarse a su mesa como uno más.

—Thor y Loki se empezaron a poner más cariñosos de lo normal, ya sabes, cuando les entra lo pegajoso y sin pensarlo decidieron salir a quien sabe dónde para poder seguir pasando el rato, no me dijeron nada al respecto —contestó Natasha encogiéndose de hombros como si fuera lo más normal que ambos hermanos se encontraran desaparecidos para  después desviar su mirada a un punto en específico y con el dedo índice apuntar a aquella dirección—. Y Clint se encuentra ahí, perece ser que también se está divirtiendo….

Tony con el poco proceso que daba su cabeza fue que siguió el punto el cual Natasha le estaba señalando hasta encontrase con un Clint sentado, disfrutando bastante bien a una mujer joven, la cual se encontraba sentada en el regazo del artillero. Ambos se encontraban besándose como si no hubiera un mañana, con bastante lujuria y obscenidad de por medio. Al parecer ya también habían perdido a Clint, al menos por esta noche.

—Diablos, todos… hic… todos consiguieron pareja esta noche… hic… menos yo —se quejó el pirata más temible de los tiempos como si fuera un niñito haciendo berrinche.

Natasha no pudo evitar verlo un tanto divertida para después negar con su cabeza por el comportamiento de su capitán.

—Necesito conseguir algo de buen ssssexo, ahora —y con esta última frase dicha fue que Tony se volteó y comenzó a rondar en el bar en busca de alguien lo suficientemente atractiva o atractivo, como para compartir cama con él.

Natasha solamente se quedó mirando como su capitán se perdía en el gentío hasta que se alejó por completo y fue con ello que ella decidió que no tenía nada más que hacer ahí, por lo que se retiró de aquella taberna para dirigirse a donde ya se encontraban Bruce, Peter y Obadiah, seguramente dormidos. Ya los demás de la tripulación  se las ingeniarían para llegar al día siguiente a reunirse con ellos.

 

 

Steve cargó a Bucky como pudo, afortunadamente no se encontraron con más problemas o contratiempos, por lo que lo primero que hizo fue llegar hacia esa pequeña casucha en la que se habían cambiando en donde el sirviente de Bucky los esperaba del todo despierto.

El sirviente Thomas al ver como su amo venía arrastrando los pies y recargando todo su peso en Steve, fue que acudió  a la ayuda del rubio para que entre ambos lo cargaran y lo acomodaran en el suelo del pequeño cuarto.

—Le agradezco mucho el que haya traído a Lord Barnes a salvo —agradeció con sinceridad el sirviente una vez que pudo soltar a su amo.

—No es nada —respondió Steve sin despegar su mirada de un Bucky que inevitablemente ya se había quedado profundamente dormido, ahí en el duro suelo—. Creo que hoy pasaremos la noche aquí. No podemos regresar en este estado.

Y sí, Steve habló por ambos, ya que a pesar de que aún estaba muy consiente de todo, también sentía que todo su aliento seguía apestando a cerveza y que no sería bueno llegar en aquellas condiciones, mucho menos el llevar a Bucky a casa en ese estado tan mas deplorable. 

Thomas solo se limitó a asentir mientras le acercaba al noble caballero unas cuantas sabanas y almohadas que se encontraban ahí mismo en el cuarto. No era como si fuera la primera vez que Bucky se quedaba ahí a dormir por la borrachera que se ponía en ratos, por lo que a Thomas no le extrañó ni un poco que esa noche fuera igual a todas las demás.

Steve como pudo se hizo una cama y a pesar de que sabía que probablemente no podría dormir con la falta de un suave colchón, hizo su mayor esfuerzo para acomodarse, cerrar los ojos y sumirse en un profundo sueño.

A la mañana siguiente Steve se despertó un poco aturdido por todo lo ocurrido la noche anterior. Todavía era temprano, pudo notar como a penas se comenzaban a  asomar los primeros rayos de luz por lo que no debía de ser muy tarde. Volteó con pesadez hacia su izquierda para encontrarse como su mejor amigo seguía sumido en un profundo sueño. Al haber bebido tanto, lo más seguro era que Bucky despertaría ya hasta entrada la tarde y eso no era conveniente para ninguno de los dos, por lo que Steve con algo de lastima fue que comenzó a sacudir al cuerpo a lado de él para poder comenzar a levantarlo. Si por Steve fuera dejaría dormir al castaño todo lo que le placiera hasta recuperar los 5 sentidos, pero ya había sido suficiente con no llegar siquiera a dormir, tenía que levantarlo para que pudieran arreglarse nuevamente y salir directo hacia sus haciendas.

Para Steve fue una tarea difícil a decir verdad, el castaño simplemente refunfuñaba entre sueños y se quejaba por el constante movimiento en su brazo derecho sin dejarlo tomar una siesta en paz a la vez de que escuchaba lejanamente como la voz de Steve lo llamaba con delicadeza.

Después de lo que fue rato considerable fue que poco a  poco se fue despertando hasta quedar sentado en su lugar, con los ojos hinchados, la garganta seca y los cabellos alborotados.

—Maldición Steve, te odio —fue lo primero que salió de su boca con tono más ronco de lo normal a la vez de que se tallaba los ojos, tratando de enfocar un poco más la vista a su alrededor.

—Ese leguaje —reprendió, como siempre lo hacía—. Tenemos que irnos Bucky, ya es el día siguiente y no hemos regresado a nuestros hogares… nuestros padres deben de estar preocupados —dijo Steve tratando de sonar convincente para después ponerse de pie y comenzar a buscar sus prendas pertenecientes de la nobleza.

Bucky solo maldijo por lo bajo para finalmente darse por vencido e imitar a su amigo. Todo el tiempo que transcurrido, en lo que se cambiaron nuevamente de ropas y se enjuagaban los rostro con una cubeta de agua limpia que les había proporcionado Thomas, pasó en completo silencio, sin intercambiar palabra alguna, hasta que salieron de aquel pequeño cuarto y tomaron sus corceles que Thomas ya tenía preparados para poder agradecerle sus excelentes servicios al humilde sirviente.

Comenzaron a cabalgar con lentitud mientras sus corceles se mantenían uno a lado del otro. Bucky a pesar de haberse enjuagado la cara y haber espabilado todo el sueño que tenía, debía admitir que se sentía fatal. La resaca a penas le estaba pegando y al haber tomado demasiada cerveza fue que los efectos se hacían muchísimo más potentes, pero se lo tenía merecido, ayer había bebido lo suficiente y no se arrepentía ni un segundo acerca de la noche anterior. Fue con ese pensamiento que imágenes llegaron súbditamente a su cerebro haciendo que él mismo parara a su corcel por la impresión que sus recuerdos estaban creando.

—Natasha… —dijo al aire mientras se quedaba mirando a la nada.

Steve entendió a la perfección lo que pasaba por la cabeza de su amigo, por lo que solo atinó a parar él también su corcel y esperar a escuchar las palabras que Bucky tenía que decirle.

—Natasha… —dijo nuevamente ahora enfocando su vista enteramente en el rubio para ver si él tenía algo que decir al respecto.

Steve lo único que pudo hacer fue mostrar una sonrisa divertida por el cómo parecía que su amigo seguía del todo atontado por aquella pelirroja. Y él que pensaba que ni siquiera la recordaría.

—Sí Bucky, conociste a una mujer llamada Natasha —habló finalmente el noble caballero viendo como las expresiones de Bucky parecían no cambiar ni un poco.

—No no no, no era cualquier mujer ¿Qué acaso no la viste bien? era la mujer más bella y  atractiva del universo. ¿Acaso alcanzaste a apreciar sus hermosos ojos verdosos? ¿O sus grandes labios rosados? ¿O su piel fina y delicada? ¿O incluso su refinada y fina voz? y no solo eso. En mi vida había conocido chica tan más interesante, por Dios Steve ¡es la mujer perfecta! —relató Bucky cambiando sus gestos a unos emocionados e ilusionados con un brillo en sus azules ojos en exceso único que Steve parecía no reconocer, mas no tardó mucho en que aquel renovado animo en el castaño se remplazara por un miedo y decepción considerable—. Steve…. La dejé ir….

El rubio no supo que decir ante sus palabras, solo no pudo impedir que una mirada compasiva se mostrara en su rostro.

—¡¿Por qué no me detuviste Steve?! ¿Por qué dejaste que me marchara de ahí sin siquiera saber cómo contactarla? —comenzó a reclamar de la nada ahora remplazando su actitud por una más enojada.

Steve en seguida enarco una ceja por sus palabras. Por claras razones no le pareció ni un poco bien el que su amigo le reclamara aquello después de todo lo que había tenido que soportar por él.

—Bucky, no está bien que te comiences a obsesionar con una mujer de esa clase que a penas y ayer acabas de conocer —comenzó a regañar el rubio con ese tono de hombre correcto que lo caracterizaba.

El castaño solo necesito esa simple oración para volver a caer en la realidad y recuperar el procesamiento de su cerebro. Steve tenía razón, tenía toda la razón. Debía de recordar que él era hijo de una familia honorada y respetada por todos los de la capital, él no podía simplemente prestarle tanta atención a una mujer que había conocido en una taberna en la cual iba gente que su apellido no tenía ni el más mínimo reconocimiento. Él no podía adquirir interés por una mujer que probablemente se acostara con varios hombres a la vez. No sabía qué clase de fémina podía llegar a ser, pero claramente las condiciones en las que la había conocido no era para nada las mejores.

Esto era lo mejor. Lo mejor era olvidar aquel encuentro y considerarlo como uno de muchísimos más, sin importancia, sin nada en especial.

Con un suspiro del todo resignado fue que Bucky comenzó a galopar nuevamente su corcel, sin contestar a su amigo ni una palabra más, sabiendo que el rubio ya había comprendido que él ya había entrado en razón.

Siguieron montando juntos por un rato más hasta que sus caminos se separaron para cada uno dirigirse a su hacienda. Con una corta despedida y  sonrisa fue que cada noble continuó su rumbo por separado.

Steve al ya encontrarse del todo solo, cabalgando lentamente hacia su destino, fue que se permitió el vagar sus pensamientos hacia la noche anterior, específicamente a aquellos ojos cafés con miel que lo miraron con escepticismo por tan solo unos segundos.

Los recordaba misteriosos, bellos y misteriosos, como si dentro de aquellas pupilas se escondieran un sinfín de secretos que solo la gente más cercana al castaño conociera. No solo eso, la forma en la que se movía, la forma en la que hablaba, la forma en la que actuaba, se le hacían al rubio de una forma bastante singular. No lo conocía en absoluto, era un completo extraño, entonces ¿por qué sentía que no podía dejar de recordar aquel rostro con detalle? Le estaba prestando más atención de la que debía al asunto, eso era seguro, pero su intuición le decía que ese hombre podría significar bastantes cosas y una de ellas era peligro. Lo mejor era que él también dejara el asunto por la paz, así como lo había hecho Bucky hace algunos minutos con la pelirroja llamada Natasha, y dejar de dedicarle pensamientos a aquel que se había mostrado solo como un simple borracho pero que en realidad era muchísimo más que solo eso.

Steve esperaba no volvérselo a encontrar en lo que restaba de su estadía en la capital y no tener que volver a cruzar mirada alguna con aquel hombre. Con ese último pensamiento fue que se percató que en menos de lo que esperaba ya se encontraba frente a su hacienda con sirvientes y mucamas que lo esperaban a la entrada para poder atenderlo.

Desmontó con prisa su corcel, entregándoselo a uno de los sirvientes de ahí para ir rápidamente hacia la entrada y encontrase con su hermosa madre que lo esperaba con ansias.

Lady Sarah no se cohibió ni un poco al ir corriendo en dirección a su hijo y abrazarlo con alegría porque él ya había vuelto. Steve correspondió el gesto gustoso mientras sentía el agradable calor de los brazos de su madre. Lentamente se fueron separando hasta que la dama habló.

—Steve, me tenías preocupada. Tu padre me dijo que no debía de atormentarme tanto al respecto pero aun así, el que no me hubieras dicho que pensabas regresar hasta al día siguiente me mantuvo al pendiente —dijo con suavidad y un poco de reproche que por regaño o reclamo a la vez de que acariciaba con ligereza la mejilla del caballero.

—Lo siento madre, ni siquiera yo sabía los planes de Bucky, no volverá a suceder —respondió con un poco de culpa para después mostrar una sonrisa un tanto arrepentida.

Lady Sarah solo le mostró una muy pequeña sonrisa, dando el tema por concluido. No era como si hasta la fecha reprochara a su hijo por aquello, después de todo él bebé que a penas y estaba aprendiendo a hablar ya estaba convertido en todo un hombre y lentamente ella lo tenía que dejar ir. De hecho ya estaba por dar el mayor paso para ello, por eso se encontraban ahí, por eso habían viajado hasta la capital. Con ese recordatorio fue que la mujer nuevamente comenzó a hablar.

—Tu padre fue a arreglar unos asuntos de negocios que tenía pendientes aquí en la capital, pero pronto llegará. Para cuando arribe ya tienes que estar listo hijo mío. Anda, ve a ponerte presentable —mandó ahora como madre mientras le daba un pequeño empujoncito en la espalda a Steve para que emprendiera camino a su habitación y comenzara con darse una ducha.

—¿Presentable para algo en especial? —preguntó Steve extrañado al saber que su madre jamás lo mandaba a arreglarse si no fuera por algo en específico.

—Así es hijo —respondió Sarah con convicción mientras lo veía a los ojos—. Hoy será cuando te presentes formalmente con tu prometida.

Y con esas últimas palabras dichas por su madre, fue que Steve sintió desgraciadamente como la realidad lo volvía a mantener el piso y le hacia olvidar todo en lo que su mente se había estado dedicando a pensar, para recordarle con desdicha, cuál era su inevitable destino en el amor. 

Notas finales:

Muchísimas gracias a las personitas que se toman la molestia de dejarme un comentario o review, de verdad eso es lo que hace que me llegue la inspiración. Muchas gracias y solo quiero recordar que voy poco a poco jaja no se desesperen porque la historia avance un poco lenta. Gracias por su apoyo.


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