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Bezo por Pandora09

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ALMAS EN DECADENCIA

 

JongIn sonrió en medio del beso y soltó una risa aguda cuando KyungSoo le apretó las costillas, sintiendo coquillas que le sacudieron los pies.

- No hagas eso –lloriqueó y KyungSoo lo ignoró completamente, por lo que tomó sus manos y las inmovilizó sobre su cabeza, atrapándolo entre su cuerpo y la cama-. ¿Por favor?

En la posición de desventaja en que se encontraba, KyungSoo no se pudo negar, por lo que asintió y frunció los labios, pidiendo un beso en silencio. Pero antes de que el menor pudiera hacer un movimiento, el sonido de algo quebrándose fuera de la habitación llamó su atención.

Con el ceño fruncido y evidentemente frustrados, rápidamente arreglaron sus ropas y salieron a la sala.

Una violenta canción escapaba por los parlantes descuidadamente tirados en el piso y conectados a un celular, mientras BaekHyun vomitaba palabras intentando cantar en un idioma incomprensible. JongIn y KyungSoo habían pasado toda la tarde y gran parte de la noche en la habitación del más bajo, el tiempo suficiente para que Baek convirtiera la sala en su bar de mala muerte privado. Había colillas de cigarros tiradas en el piso y sobre la alfombra carcomida por las cenizas, latas de diferentes marcas de cervezas escurriendo y mojando los restos de lo que alguna vez fueron las copas de cristal que la señora Byun les había regalado.

Cuando la canción terminó, escucharon una risa femenina proveniente de la habitación del mismo BaekHyun.

- No te diste cuenta de que regábamos flores de plástico –masculló con voz rasposa y JongIn sintió una punzada de lástima por su amigo. BaekHyun solía ser el más alegre y juguetón del grupo de amigos, pero había noches como esa en que se dejaba consumir por la angustia y se perdía entre botellas de cerveza, soju y tabaco quemado. Era un poco triste verlo, como si fuera dos personas completamente diferentes, dependiendo de la hora del día y la época del año.

- ¿De qué hablas? –preguntó KyungSoo acercándose a él, sacudiendo un poco el sillón para sentarse a su lado.

JongIn bufó con el ceño fruncido por su noche de pasión interrumpida.

- No te diste cuenta de que bailábamos sobre cristales rotos.

Ebrio como estaba, BaekHyun era un caso perdido, nadie podía alcanzarlo ahí donde sus ensoñaciones lo llevaban, nadie podía comprender sus comentarios dispersos, nadie quería escuchar sus balbuceos inentendibles, por lo que simplemente se encogió de hombros y esperó a que KyungSoo le hiciera caso.

- Baek, ¿por qué no duermes en mi cama? Yo me quedaré esta noche con JongIn –KyungSoo casi gritó en la oreja del aludido, intentando hacerse escuchar por encima de la bruma que embotaba sus pensamientos.

Cansado del comportamiento infantil de los mayores y con un suspiro, JongIn tomó a Baek de una mano y lo obligó a ponerse de pie con la intención de arrastrarlo a la habitación de KyungSoo, pero solo llegó a mitad del camino porque el mayor se soltó de su agarre y se devolvió al sillón.

- El amor es solo un camuflaje para lo que se asemeja a la rabia…

Era patética la forma en que BaekHyun se alimentaba de su propia miseria, fingía ser el alma de la fiesta por un momento y, cuando parecía haber alcanzado su propio nirvana, se aseguraba de volver a ahogarse en la mierda. Se preguntaba cómo podía vivir de esa manera, si no estaba completamente loco por ser así de patético, pero no importaba cuánto preguntara, BaekHyun nunca respondía.

Ignorando por completo sus esfuerzos por devolver al borracho a sus sentidos, KyungSoo se dedico a ordenar un poco el desastre de su amigo, juntando las colillas y los cristales rotos en un cenicero, pero sin molestarse en secar la cerveza derramada en el piso.

- LuHan me matará –soltó recordando que le había mentido a su jefe y a su mejor amigo creyendo que KyungSoo tendría el departamento para él solo toda la noche.

- ¡Oh, hola! –cuando la canción más molesta que JongIn había escuchado en su vida acabó, la puerta de la habitación de BaekHyun fue abierta por una alegre y ruidosa TaeYeon-. ¿Se quedarán esta noche?

JongIn la miró un poco asqueado, la mujer no le desagradaba, pero en ese momento odiaba a todos los que tenían culpa en su fría noche. Y, bueno, debía reconocer que nunca había estado de acuerdo con la forma en que ella actuaba y en cómo esta afectaba directamente a BaekHyun, pero si el mismo BaekHyun no decía nada, ¿quién era él para inmiscuirse en esos asuntos?

- No, solo intentamos llevar a ese imbécil a la habitación de Kyung.

TaeYeon frunció el ceño y se abrazó el pecho, solo entonces JongIn se fijó en que apenas vestía una bata de satén rosa que apenas la cubría hasta los muslos.

- Él dijo que no había problema si me quedaba acá esta noche.

Por fin, KyungSoo apagó la maldita música y BaekHyun soltó un gemido lastimero.

- Deberíamos irnos.

- Debo encargarme de Baek, ella no lo hará por nosotros –la animadversión de KyungSoo por TaeYeon sí era evidente e incómoda, cada vez que podía, KyungSoo hacía comentarios molestos e hirientes sobre ella. JongIn comprendía su molestia, después de todo BaekHyun era su mejor amigo y ella solo lo estaba utilizando.

- ¿Entonces qué pasó? –los tres hombres miraron sorprendidos al tipo que aparecía detrás de la mujer, era su primer amante al que le conocían el rostro-. Hey, hola.

KyungSoo podría haber echado fuego por los ojos cuando lo vio, JongIn se dio cuenta y comenzó a odiar al mundo cuando comprendió que, esa noche, no podría disfrutar de ese fuego.

- ¿Quién eres tú?

El tipo se rascó la cabeza, incómodo, mirando de KyungSoo a TaeYeon y viceversa, hasta fijarse en BaekHyun que seguía tarareando incoherencias.

- Solo un amigo, ¿qué le pasó? –sacudió la cabeza hacia Baek y JongIn no pudo ignorar el tamaño de sus orejas, que sobresalían a la mata de cabello oscuro sobre su cabeza-. ¿Necesitan ayuda? Estaba bien cuando llegamos.

- ¿Quién eres tú? –insistió KyungSoo, que siempre se había negado a llevar a desconocidos a su casa, era un especie de violación a su santuario habitacional.

- KyungSoo…

- Park ChanYeol –interrumpió el desconocido el reclamo de TaeYeon y se acercó para tomar la mano de KyungSoo, que simplemente arrugó la nariz y se alejó de él.

- Hueles a polvos de bebé -soltó un estornudo y fulminó con la mirada a la mujer mientras intentaba recuperar el aliento.

ChanYeol simplemente sonrió abiertamente, mostrando un juego de dientes tan perfectamente brillantes que deslumbraban. JongIn nunca había visto una dentadura más fascinante que esa. Inconsciente, se acarició los labios con la lengua, preguntándose si podría causar esa misma primera impresión ante los ojos de alguien.

- Yo lo llevaré a tu habitación –para cuando JongIn se percató de su ensimismamiento, ChanYeol cargaba sin problema alguno el cuerpo borracho de BaekHyun.

- Siento que me derrito en tus manos.

Escuchó un bufido molesto y una maldición mientras KyungSoo lo empujaba a la salida, sin molestarse en despedirse de TaeYeon y su acompañante. Conocía demasiado bien a su novio como para saber que esa sería una muy mala noche y que no haría más que empeorar.

Caminaron por las calles oscuras en silencio, KyungSoo solo abría la boca para refunfuñar por lo imbécil de BaekHyun, lo zorra de TaeYeon y lo idiota de ChanYeol.

- Pensé que no lo conocías –susurró por lo bajo intentando agarrar la mano del contrario, pero fallando cuando este se sacudió el cabello, molesto.

- No lo hago, es la primera vez que hablamos, pero lo he visto rondando a Baek, no sé qué hace revolcándose con TaeYeon –si había algo que KyungSoo realmente odiaba aparte de tener a extraños invadiendo su espacio personal, era tener a extraños invadiendo a sus amigos.

- Tal vez deberías dejar que Baek tome sus propias decisiones.

- Le dejé una vez y ya sabes lo que pasó.

JongIn suspiró, no hay caso con un KyungSoo enfadado. Y, cuando llegara a su departamento y se encontrara a LuHan, no solo tendría que tratar con el enfado de su novio, sino que también con la decepción de su mejor amigo.

Decidido a ignorar la presencia a su lado, enterró las manos en sus bolsillos y tarareó una canción hasta llegar a su departamento.

¿En qué idioma estaba intentando cantar Baek?

Abrió la puerta de forma ausente, con movimientos mecánicos y bajo el serio escrutinio de KyungSoo, por lo que la imagen al otro lado lo tomó completamente desprevenido.

Una figura alta y robusta se movió rápidamente por la pequeña sala, soltando lo que parecía ser un gemido agónico. Era un hombre, JongIn podría jurarlo, por la forma en que ocultaba su rostro de la luz y sus pasos rápidos hicieron eco al exterior. Atravesó la salida por entre sus cuerpos, apenas rozándolos y robándole una serie de molestos estornudos a KyungSoo.

- ¿Qué mierda…?

Con pasos rápidos, ingresó al departamento solo para encontrarse a LuHan tirado en el piso, inconsciente.

 

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Una respiración pesada era todo lo que se escuchaba en el lúgubre callejón. Dos pares de ojos inyectados en sangre temblaban frenéticos mientras contemplaban el animalesco y brutal fin del otro.

Oh Sehun lo podía sentir, el pánico corriendo por las venas y alimentando su ímpetu. Los temblores comenzaban a menguar a medida que la sangre llenaba su estómago. Frente a él, las mandíbulas de Lay se tensaban y sus mejillas se ahuecaban al succionar el cuello ajeno.

Esa noche le había tocado la chica y las chicas solían ser más débiles a la hora de luchar. A Sehun le había tocado el hombre, era un imbécil de venas repletas de grasa asquerosa. Sentía que el líquido caía a golpes en su estómago, mientras veía los ojos de Lay volverse blancos por el éxtasis. Pobre muchacha, había pasado su última noche drogada y alimentada para el sacrificio, al menos ellos alcanzaron a salvarla de su inminente violación.

Soltó una carcajada burlona seguida de una arcada cuando Lay se dejó caer en el suelo, retorciéndose y gimiendo de dolor.

El cuerpo inerte del tipo cayó al suelo y, debido a que era el menos afectado por la sangre contaminada, tuvo la tarea de esconder ambos cadáveres antes de estar demasiado ido como para preocuparse por lo humanos que podían pasar por el callejón.

Algún día –se decía- beber sangre humana va a ser tan normal como comer hamburguesas.

Esperaba que no, realmente. Ese misterio gótico de los vampiros fue lo que lo empujó a ser lo que era, eso y, por supuesto, el encanto innato de Lay.

El silencio de la noche indicaba que el amanecer estaba a punto de llegar y ellos necesitaban llegar a su guarida si no querían volverse una mancha negra en el asfalto mugriento, por lo que apenas envalentonado con la poca fuerza que obtuvo de la sangre del cerdo que acababa de cenar, suspiró e intentó avanzar.

Tomó a su compañero de una mano y, como a un niño pequeño perdido, los arrastró a través de la noche.

- ¿Cuándo vendrá Xiumin? –preguntó solo para hacer conversación y no quedarse inconsciente en la marcha.

Lay no respondió, solo gruñó y eso fue todo lo que Sehun necesitó para sonreír mostrando sus colmillos recién afilados.

- Ya lo extraño.

La silueta del edificio abandonado donde se estaban quedando apareció en su campo de visión, perfilado delicadamente por la luz de la aurora. Sí, era ese encanto lúgubre y tenebroso lo que había cambiado su vida, eso y la suavidad de la mano que sujetaba su siniestra.

- Está jugando –Lay apretó sus dedos y aceleró el ritmo, casi arrastrándolo cuando el cielo de fondo aclaró y las retinas de los ojos le comenzaron a arder-, ya sabes, como le gusta jugar con su comida, agitándola, calentándola y, finalmente, devorándola.

Sehun soltó una risa cantarina, ignorando las molestias de su estómago y dejándose llevar por la repentina emoción de Lay, cuyo espíritu se dispersaba en el aire como gotas de lluvia evaporándose.

- No puedes extrañarlo –las puerta metálica chirrió y se atascó un par de veces, mientras que esquirlas de óxido caían al piso tintineando apenas en la superficie húmeda. En algún lugar, una gotera hacía eco en el lugar y sus voces espantaron a las ratas que rumiaban las paredes-. No te lo permito.

Se dejó llevar por la fuerza de Lay, que era el doble de la suya, y sintió las irregularidades de la pared incrustarse en su espalda cuando lo inmovilizó utilizando su cuerpo.

- No debes pensar en nadie –el aroma dulce de la piel de Lay comenzó a marearlo, buscó su cintura bajo su ropa, mientras que el mayor ejercía más fuerza contra sus hombros. Sentía sus uñas incrustarse en su piel, era un dolor dulce y adormecedor.

Dejó caer la frente sobre el hombro ajeno, respirando con irregularidad y sintiendo su estómago revolverse en una mezcla de nauseas, mareos y anhelos. Tenía los labios resecos y sentía las puntas de sus colmillos picarle el interior de la boca, llenándola de saliva y veneno.

Al borde de la inconsciencia, buscó bajo la ropa de Lay algo a lo que aferrarse, pero sus brazos perdieron la fuerza y cayeron a sus costados cuando sintió las mandíbulas ajenas cerrarse en su piel y desgarrar su cuello.

- No puedes pensar en nadie más, ni siquiera en Xiumin cuando estás conmigo.

 

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LuHan abrió los ojos a media tarde, con la brisa del exterior golpeándole el rostro. Acostumbraba a dormir con la ventana abierta, pero ese día se maldecía por el frío que comenzaba a calarle los huesos y provocarle dolor de cabeza.

No recordaba haber llegado a su habitación, pero estaba envuelto en las mantas de su cama. Buscó en su mente recuerdos de la noche anterior y todo era un borrón molesto de sensaciones.

Recordaba a Xiumin, sin embargo, y su café.

Forzarse a recordar solo estaba acentuando su dolor de cabeza, por lo que decidió buscar algo con qué distraerse, ya recuperaría esos recuerdos o acabaría desechándolos definitivamente y decidiría que no eran lo suficientemente importantes como para conservarlos.

Se encontró a KyungSoo lavando platos en la cocina, tampoco recordaba haberlo visto la noche anterior, por lo que fingió perfectamente.

- ¿Cómo dormiste? –KyungSoo frunció el ceño y dejó el último plato en el lavaplatos, gruñendo y refregándose la nariz roja-. ¿Qué te pasó?

- ¿Qué te pasó a ti y quién era el imbécil que estaba contigo anoche? –JongIn apareció gruñendo desde el baño.

Repentinamente las imágenes de la noche anterior que su cabeza había querido ignorar golpearon con fuerza su mente consciente.

El café de Xiumin. KyungSoo enfermo. Xiumin enfermo y el camino molesto y desgastante hasta el departamento. Lo que no tenía claro era cómo había acabado todo.

- ¿No estabas enfermo?

KyungSoo tuvo la decencia de sonrojarse y desviar la mirada. Por supuesto, no era extraño que la gente hiciera eso, aprovecharse de su buena voluntad como lo había hecho JongIn al faltar al trabajo y saber que LuHan lo cubriría.

- Se suponía que cuidarías a KyungSoo en su departamento.

JongIn se acercó a LuHan con el ceño fruncido y tomó la mano que usaba para rascarse el cuello. El chino pensaba que era una picada de algún insecto que entró por la ventana durante la noche, pero JongIn no lo dejó ir cuando quiso soltarse.

- ¿Qué te pasó?

- No cambies el tema.

- ¿Es una quemadura?

- JongIn…

- Está bien, Baek estaba borracho y TaeYeon había llevado a un amante, así que no había espacio para nosotros –JongIn habló rápidamente y buscó algo en el congelador para poner en el cuello de LuHan, que se alejó rápidamente-. Parece una quemadura.

LuHan pasó la mano por la zona afectada, no le ardía como una quemadura, pero tampoco picaba como una simple picada de mosquito, no sabía que era y lo único que recordaba era a Xiumin besándole el cuello.

Sintió que su rostro se calentaba al recordar al mayor sobre su cuerpo, ¿qué había pasado con él?

- Cuando llegaron…

- Estabas con alguien –lo cortó JongIn y, junto a KyungSoo, se dirigieron a la sala.

Las manchas sobre la alfombra llamaron su atención, entonces recordó lo enfermo que había estado Xiumin y que él no había sabido cómo cuidarlo.

¿Dónde estará? ¿Cómo estará?

KyungSoo prendió la televisión, sin molestarse en pedir permiso o dar explicaciones sobre lo que había pasado la noche anterior. LuHan tampoco tenía ganas de hablar, demasiado preocupado por Xiumin como para discutir con cualquier persona.

¿En qué momento llegaron? ¿Por qué no puedo recordar más?

Estaba cansado, tal vez se había dormido en el sofá y Xiumin acabó marchándose cuando se sintió mejor. Eso no tenía mucho sentido pero justificaba el hueco en su cabeza.

- …El cuerpo fue encontrado por un par de niños que jugaban en la calle. La víctima fue trasladada al hospital central donde se espera hacer el reconocimiento. Debido a que no posee ningún artículo personal, las autoridades están teniendo problemas para saber su identidad…

LuHan abrió los ojos y puso atención a las imágenes en la pantalla, él conocía ese callejón, era el mismo que recorría de madrugada para llegar a su departamento desde el trabajo. Comprendiendo su expresión, KyungSoo subió el volumen y los tres centraron su atención en el reportaje.

- Ustedes… vieron a Xiumin cuando se fue, ¿verdad? –preguntó con la voz baja y temblorosa, sintiendo que el dolor de cabeza aumentaba y un gran peso se asentaba en la boca de su estómago.

Xiumin había llegado a salvo a su casa, ¿verdad? Él esperaba que sí.

Pero estaba enfermo, apenas podía estar de pie.

Recordó los gemidos del mayor, las muecas de dolor y la dificultad cuando intentaba caminar. El temblor de sus manos y el castañeo de sus dientes.

Xiumin estaba a salvo, ¿verdad? En algún lugar…

- Creo que sí…

- ¿Cómo que creo? –fulminó a JongIn con la mirada, ¿acaso no fueron ellos quienes lo despidieron?

- No lo sé, él solo salió corriendo y… ¡Oye! ¿A dónde vas?

LuHan no escuchó las palabras de su amigo, simplemente corrió hacia la puerta y se puso las zapatillas antes de salir a toda velocidad hacia la calle. ¿Por qué se sentía tan ansioso y aterrado? ¿Por qué temía que ese cadáver fuera el de Xiumin?

¿Podía serlo?

Xiumin estaba enfermo, lo suficiente como para caer inconsciente en cualquier lugar. El barrio era peligroso para cualquier persona que no estuviera en sus plenas facultades mentales. Alguien pudo hacerle daño, se veía tan débil la noche anterior, tan frágil. LuHan no podía concebir la idea de haberlo dejado ir así como así, sin asegurarse de que estaba mejor, de que tenía fuerzas para llegar a su casa, para enfrentarse a algún ladrón o vagabundo drogadicto que intentara atacarlo.

Corrió con todas sus fuerzas hasta llegar al lugar que la policía había cercado con una banda amarilla. Las personas del barrio aún rondaban el lugar, mirando con curiosidad y morbo las manchas de sangre que alguien con un uniforme blanco intentaba limpiar. No había rastros del cuerpo, ninguna prenda que le dijera que no era Xiumin quien había muerto ahí.

El cuello le comenzó a arder violentamente, pero ignoró el dolor y buscó a algún policía. Agitado, apenas pudo hablar con el primero que vio y que intentaba alejar a los curiosos de la escena del crimen.

- É-él era como de este tamaño –indicó un punto frente a su cara y el policía solo lo miró con el ceño fruncido-. La víctima, mide como uno setenta y… y…

- ¿Usted lo conocía? –incluso si el policía no le estaba afirmando que se trataba de Xiumin, LuHan sintió que su pecho se comprimía por la falta de una negación.

No podía ser Xiumin, no cuando apenas habían hablado por primera vez, no cuando tenía tantas cosas que decir, que preguntar. No cuando por fin se sentía lo suficientemente valiente como para acercarse a él.

- Yo no sé, sí, es decir –LuHan lo miró con los ojos aguados, sintiéndose impotente, porque ni siquiera conocía el apellido de Xiumin como para fingir ser un amigo suyo.

El policía se compadeció de su estado de desesperación y le dijo que, si estaba dispuesto, podía dirigirse al servicio médico y reconocer el cadáver. LuHan no estaba seguro, pero sabía que no podía soportar la angustia de no tener la confirmación de que fuera Xiumin quien había muerto mientras él dormía. No podía siquiera imaginarlo.

La noche anterior Xiumin había estado en el bar y luego en su departamento bebiendo café, no podía estar muerto.

No puede estar muerto. No puede estar muerto.

Cuando llegaron al lugar, LuHan se había comido casi todas las uñas.

El policía le explicó que la vista no sería agradable. Yendo contra el protocolo, le explicó que la víctima tenía gran parte del cuello desgarrado y que la pérdida de sangre había acabado matándolo. No había heridas de disparos o armas blancas, por lo que algunos asumían que había sido un accidente debido a su estado drogado, otros decían que había sido un animal.

LuHan lo escuchó en silencio, desorientado y ansioso, tenía la esperanza de que no fuera Xiumin, pero las características que el policía enumeraba eran demasiado imprecisas como para hacerse una imagen concreta. Cabello negro. Estatura promedio. Complexión musculosa. Chaqueta negra.

LuHan no quería perder la esperanza y se cuestionaba por qué estaba ahí, pero no podía volver a casa y soportar la culpa. Si era o no Xiumin, era su culpa que se encontrara en esa situación. Él lo había llevado a su departamento. Quiso ayudarlo, pero no estaba seguro de haberlo conseguido.

Ninguna buena acción queda sin castigo. Había escuchado eso un montón de veces y nunca lo creyó real, pero ¿qué tal si era así? ¿Podía ser que, en un intento de ser una buena persona, solo acabó arrastrando a Xiumin a un destino más violento del que estaba intentando rescatarlo?

Ser buen samaritano no siempre era una cosa buena.

Caminaron por pasillos fríos y estériles. LuHan nunca había estado en una morgue, nunca había visto un cadáver y había esperado no hacerlo hasta estar muerto, pero el golpeteo de su corazón le decía que eso era lo que debía hacer.

De todas formas –había dicho el policía con morbo-, no pierdes nada. Si es tu amigo, nos ayudarás a identificarlo. Si no lo es, estarás más tranquilo, solo tendrás la imagen de un cadáver en tu mente que no te dejará dormir por un tiempo.

LuHan se estremeció ante la idea, sintiéndose cada vez más desesperado. ¿Por qué estaba ahí? Él no acostumbraba a actuar por instinto, no debió salir corriendo así, debió esperar a un informe más detallado de la policía. ¿Por qué estaba persiguiendo un cadáver?

- Lo que verás no será bonito –dijo el policía, ahora acompañado de un tipo vestido con un uniforme blanco de hospital, a quien LuHan no había visto llegar-, ¿estás seguro de que quieres hacer esto?

Antes de poder considerar la respuesta, ya había asentido, por lo que los dos tipos lo condujeron hacia el interior de una sala alargada con camas metálicas repartidas a lo largo. En una pared había un estante con suplementos médicos y una de las camas metálicas tenía una sábana impoluta cubriendo un bulto blanco.

Tragó saliva y obligó a sus pies a caminar, siguiendo al tipo vestido de blanco. Jugó con sus dedos y volvió a rascarse el cuello, sintiendo que la picazón se convertía en un ardor insoportable a medida que la distancia entre él y la única camilla ocupada se reducía.

Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas cuando comenzó a distinguir las formas bajo la sábana. No podía ser Xiumin, no podía ni debía. No podía imaginar lo que haría si fuera él, no podía pensar más allá de esa camilla. De las acciones de Xiumin la noche anterior, de su mirada perdida, de sus gemidos de dolor. ¿Por qué no hizo algo más por él? ¿Por qué simplemente lo dejó ir a su suerte? A su muerte.

El tipo vestido de blanco movió la sábana y LuHan tomó una profunda respiración, antes de que las lágrimas lo ahogaran e impidieran que el aire hiciera su camino hacia sus pulmones.

Soltó un gemido ahogado y cayó de rodillas junto a la camilla.


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