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Requiem por Pandora09

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EL GEMELO MALDITO

 

Soltó un grito agudo que intentó cubrir con la mano, cayó de culo contra en suelo y se golpeó la espalda con el borde de la cama.

Entonces, con el dolor aguijoneándole la espalda y el frío calándole los huesos, soltó una carcajada histérica y sonora. Solo alguien tan estúpido como él podría haber pensado que ese era Bang YongNam.

Buscó una manta en el armario y se cubrió con ella los hombros para luego ponerse las zapatillas y salir en silencio.

No saludó a YongGuk ni se molestó en mirarlo a la cara, simplemente le rodeó los hombros con la manta y se sentó en una de las ramas bajas del olmo.

- ¿Qué haces aquí? –preguntó el mayor con la voz ronca y llorosa. Cuando JunHong levantó la mirada, vio los surcos de las lágrimas en sus delgadas mejillas.

- Bueno, entraste a mi patio y estás en mi columpio, tal vez debería ser yo quien haga esa pregunta –se aseguró de remarcar los posesivos y se encogió de hombros.

- YongNam decía que aquí encontraba paz… no sé por qué.

Ambos suspiraron a la par y JunHong vio a YongGuk acomodarse la manta y volver a temblar. Las lágrimas seguían corriendo por sus mejillas, pero no sollozaba ni respiraba agitadamente.

- Acá fue donde le robó el primer beso a JunSeo hyung.

Lo recordaba perfectamente, había sido solo un niño espiando a su hermano mayor que no le permitía acompañarlo en sus aventuras en el exterior. Fue una noche de verano, su madre había salido a una cena con sus colegas –como acostumbraba a hacer- y JunSeo había quedado a cargo de su cuidado. Creyendo que JunHong estaría durmiendo, había salido al patio a encontrarse con YongNam. En ese entonces, JunHong no comprendía qué era lo que pasaba en su hermano y Bang YongNam, menos cuando vio a su hermano correr como alma que lleva el diablo a su casa. JunHong había corrido hasta la cocina, dispuesto a matar a quien le hiciera daño a su hermano, pero en lugar de encontrar a JunSeo llorando en la cocina, lo encontró cubriéndose el rostro mientras soltaba agudos grititos emocionados.

¿Cuánto tiempo había pasado desde eso?

- JunSeo hyung fue tan feliz.

- Tu hermano –las cadenas crujieron cuando YongGuk las forzó para girar el columpio y encararlo- realmente hizo feliz a YongNam.

JunHong quiso decir lo mismo sobre YongNam, que había hecho infinitamente feliz a JunSeo, porque así fue, pero también lo hizo inmensamente miserable.

- ¿Quieres pasar?

Repentinamente recordó la llamada de su amigo, HimChan y YongGuk habían discutido. No le importaba mucho saber por qué, tampoco las razones de que YongGuk comenzara a tomar las costumbres de su hermano muerto. Pero tampoco le agradaba la idea de dejarlo a congelarse haciendo chirriar las cadenas del columpio.

YongGuk se acurrucó con la manta y le lanzó una mirada acuosa, negando con la cabeza.

JunHong suspiró y le quitó la manta de un tirón violento.

- La verdad es que no era una pregunta: Pasa.

A regañadientes, el mayor lo siguió hasta la cocina, donde le preparó un té y lo obligó a sentarse junto a la mesa. Sin las brisas de aire del exterior, el aroma a alcohol y hierba que salía del cuerpo del mayor era casi enfermante.

- ¿Por qué no fuiste a tu casa?

YongGuk tomó un sorbo de té e hizo una mueca desagradable luego de quemarse la lengua y darse cuenta de que no le había puesto azúcar.

- Mamá se fue con Natasha, así que está un poco… vacía.

JunHong no creía que escapar de la soledad yendo a su casa era la mejor idea, YongNam había pasado más tiempo ahí que en su propia casa, así que no habría sido extraño que su recuerdo penara más a los Choi que a los Bang.

- Bien, puedes quedarte aquí. Ya cuidé una vez a tu hermano, ¿por qué no lo haría contigo?

- ¿De qué hablas?

Lo miró con una sonrisa queriendo formarse en sus labios, YongGuk se veía tan gracioso de esa forma, con la boca semi abierta y pestañeando rápidamente, infantil y casi puro. Casi.

- Después de que JunSeo hyung se fue a Canadá, YongNam venía a pasar las noches acá –se encogió de hombros y se sentó frente al mayor-. Al principio solo se columpiaba sin dejarnos dormir, hasta que un día mamá lo invitó a pasar.  Después de eso no hubo forma de librarnos de él –durante todo ese tiempo, JunHong se había preguntado dónde estaba el gemelo menor.

YongGuk sonrió y volvió a tomar un sorbo de té.

- Un poco patético, ¿verdad? –JunHong también había pensado eso al principio, ver a YongNam llorar y esperar a su hermano luego de haber destrozado a JunSeo había sido emocionante, pero con el tiempo comprendió el verdadero sufrimiento del Bang mayor.

Se imaginó a JunSeo de la misma forma en Canadá, pero sin tener un refugio al que ir cuando el dolor se volviera más intenso.

- ¿Cómo está YoonSun?

- Bien, creo.

JunHong enarcó una ceja.

- ¿Cómo que “creo”?

YongGuk se terminó el té y lo miró con una expresión de curiosidad.

- No la veo mucho.

No la veo mucho. No la veo mucho. ¿Cómo era posible que, incluso luego de la muerte de su hermano, siguiera sin tener contacto con su familia?

JunHong creía que, a pesar del dolor, debía encontrar algún aprendizaje en toda la situación. En su familia había pasado algo así luego de la muerte de su abuelo, sus tíos habían viajado desde Mokpo, habían retomado el contacto y reforzaron sus lazos, ¿por qué ellos no reaccionaban igual?

¿Qué tan miserable e indolente debía ser una persona para seguir viviendo de forma tan distante con su propia sangre?

- Puedes dormir en la habitación de mi hermano.

- ¿De verdad?

JunHong asintió y le hizo un gesto con la mano para que lo siguiera por el pasillo.

- YongNam a veces dormía ahí –susurró recordando las noches que YongNam había pasado bajo ese techo, recordando a JunSeo y su trágico amor, mientras Zelo lo maldecía.

Ahora se preguntaba cuál de los dos gemelos era quien debía pagar por haber nacido.

YongGuk siempre había sido más bajo que JunHong, como casi todo el mundo, por lo que no le sorprendió que cabeza quedara justo a la altura de su hombro. Lo que le sorprendió fue la forma en que sus brazos le rodearon el torso y la familiaridad con que sollozó contra su cuerpo.

 

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- ¿Qué significa esto?

Su madre lo miraba con el ceño fruncido, recargando en cuerpo en la pared frente a la puerta del baño, se veía extremadamente peligrosa. Se rascó la cabeza y sonrió despreocupadamente.

- Somos una casa de acogida, ¿no?

La mujer negó con la cabeza y chasqueó la lengua. JunHong sabía que no le molestaba tener a un inquilino en su casa, por el contrario ella era feliz ayudando a los demás; le preocupaba no saber quién era la persona que, sin su consentimiento, ocupaba su baño.

- Es YongGuk, mamá.

En el mismo momento en que habló, el sonido de la regadera cesó y una maldición se escuchó proveniente del baño. Ambos permanecieron en su lugar hasta que YongGuk apareció por la puerta con la parte inferior del cuerpo envuelta en una toalla azul.

- ¡Oh, señora Choi! –YongGuk, sorprendido, hizo una reverencia incómoda y JunHong no pudo decir si el rojo de sus mejillas morenas se debía al baño caliente o a la vergüenza de su madre viéndolo semi desnudo-. Yo lamento que…

- ¿Te quedarás a almorzar?

La mueca de sorpresa se acentuó en el rostro del mayor, su madre sonrió y lo empujó para entrar al baño, tomando esa respuesta como un sí.

JunHong nunca podría dejar de sorprenderse ante la afabilidad de su madre y la facilidad con que trataba a la gente. Solo JunSeo había heredado esa personalidad cortés y delicada.

- Toma –empujó un bolso contra el torso húmedo del mayor y suspiró-, es ropa de tu hermano, espero que te quede. Haré el desayuno.

YongGuk había pasado gran parte de la noche llorando entre sus brazos, hasta que se cansó y se quedó dormido con los ojos hinchados. Había mascullado el nombre de su hermano un par de veces y, solo cuando la luz del alba comenzó a entrar por la ventana, pareció relajarse.

JunHong nunca había velado el sueño de alguien, pero no había podido evitar hacerlo con él. El llanto del moreno le recordó demasiado a JunSeo los días antes de marcharse para nunca volver. Se preguntaba si pasaba lo mismo con YongGuk, si este pudo hacer algo para detener a su hermano.

Reflexionó un poco sobre la naturaleza de las relaciones mientras preparaba el desayuno.

Había pensado que al salir con KiBum comprendería el amor que JunSeo había sentido por YongNam. Pensó que podría dejarse hacer daño de la misma manera. Pensó que JunSeo había sido débil y temía ser igual. Pero su relación con KiBum era infinitamente diferente. Ellos podían pasar varios días sin verse y JunHong apenas lo extrañaba. No había mariposas en sus besos ni sueños en sus noches. Era una relación pacífica. Incluso disfrutaba de las peleas que tenían porque así podía no responder sus mensajes cuando simplemente no tenía ganas de hablar.

Pensaba que eso era el amor.

Lo de JunSeo y YongNam, desde su punto de vista, había sido completamente diferente, errático, violento y apasionado, como una tragedia Shakesperiana.

Ordenó la mesa y se sentó al lado derecho de la cabecera, donde se sentaba su madre. YongGuk llegó a los cinco minutos seguido por la mujer, vestía las ropas de YongNam, que siempre había sido el más corpulento de los gemelos, por lo que estas le quedaban anchas.

- Entonces, ¿piensas quedarte? –apenas habían tocado la comida cuando su madre habló, haciendo que YongGuk se atragantara con el café.

- Yo… no, no. No quiero molestar.

- Nam dijo lo mismo la primera vez que vino –su madre soltó una risa delicada y cantarina, tal recordando con cariño a YongNam, tal vez extrañando a JunSeo-, pero volvió cada noche en adelante.

- ¿De verdad? –cuando hacía esas preguntas, con esos ojos brillantes y la sonrisa a medio formarse, YongGuk se veía como un niño pequeño e inocente.

- ¡Claro! ¿Dónde crees que dormía las noches que no llegaba a casa?

YongGuk desvió la mirada a la ventana y JunHong lo comprendió.

Su madre suspiró cuando no recibió respuesta y comenzó a parlotear sobre el almuerzo, tratando a Bang YongGuk de la misma forma en que hizo con su hermano gemelo.

A veces se preguntaba si su madre recordaba que tenía un hijo que se había marchado a Canadá por culpa de YongNam… O si fue por eso mismo que siempre lo trató tan bien.

- No lo sabías, ¿verdad?

 

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- ¿Jugo de naranja o de manzana? –JunHong arrugó el entrecejo y negó-. ¿El de frambuesa entonces?

Con una sonrisa inmensa, asintió y vio al mayor dejar la caja de jugo en el carro junto al resto de mercadería. Su madre los había mandado a hacer la compra del mes, así que ahí estaban los dos, recorriendo los pasillos y tachando la lista que la mujer les había entregado.

- ¿Sabes? No recuerdo la última vez que hice esto.

- ¿La compra? –empujó el carro y le golpeó la cadera al mayor, él debía estar en otro lado, con otra persona, no ahí, con Bang YongGuk.

- Hacer cosas que hacen las familias.

No le sorprendió esa respuesta, pero esperaba que fuera una broma.

- Tienes dos hermanos, una madre, un padre y una sobrina preciosa…

- Tenía dos hermanos –lo cortó antes de que pudiera seguir con su sermón. JunHong no podía acostumbrarse a la ausencia total de YongNam.

- Como sea.

Caminaron por el pasillo de los cereales y YongGuk cogió uno con bolas de yogurt y frutillas deshidratadas. JunHong lo miró y contuvo el impulso de sonreír, preguntándose hasta cuándo duraría esa faceta de niño carente de amor del mayor. YongNam prácticamente vivió en su casa por dos años, hasta que se fue a trabajar a Busan con DaeHyun. Su madre no se había preocupado por su presencia, así como hacía con YongGuk, a ella le encantaba adoptar criaturas desamparadas. Era la única persona en el mundo que comprendía que no debía inmiscuirse en las relaciones de sus hijos, así como permitía que él se perdiera con KiBum, había permitido que JunSeo se corrompiera con los Bang.

Tal vez fue la culpa lo que la hizo permitirle irse con su padre. Tal vez esa era la misma razón por la que permitía a los Bang en su casa, a pesar del sufrimiento que le habían causado a su familia.

- ¿Huevos?

- Una docena.

YongGuk asintió se perdió al fondo del pasillo, dando ligeros saltos.

Lo observó sin saber si reír o llorar por su comportamiento infantil.

- ¿Zelo?

Sin soltar el carro, giró sobre sus talones y, al principio del pasillo, vio a KiBum con el ceño fruncido.

De pie, entre tarros de conserva y aceites, era la imagen perfecta de la portada de una revista de alta costura.

Como si estuviera en una pasarela en la semana de la moda, caminó hasta estar a su lado y estirarse para besarlo.

JunHong nunca había disfrutado de las muestras de afecto en público, le molestaba que otras personas lo hicieran y, por supuesto, odiaba hacerlo él, pero KiBum era un poco exhibicionista y le gustaba hacer alarde de su relación.

- ¿Qué haces aquí?

Con un gesto obvio, indicó el carro.

- ¿Cómo está tu madre? –KiBum caminó a su lado empujando el carro, como si fueran un feliz matrimonio.

- Bien, bien. Ella está… bien.

- ¿De estos o de estos? –de la nada, YongGuk apareció frente a ellos, primero levantó la mano con la caja de huevos café y luego, la de los huevos blancos con la otra mano. A su lado, KiBum lo asesinó con la mirada.


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