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Mommy, is he a princess? por Evanences

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Capítulo 2: Castillos extraños.


¿Qué podía decir? Cuando despertó creyó que sólo era para ver como su vida llegaba a su fin, ¡Le había disparado a uno de sus cuidadores! Y no sólo eso, lo había matado en el proceso, los días los tenía contados, si regresaba al cuartel, sería sometido a una tortura épica y luego fusilado.


Para su sorpresa, estaba en una cama muy cómoda, y no en esa mesa de piedra con una sábana encima, eso sí, no tenía colcha alguna que le cubriera, estaba desorientado y tenía frío, no estaba vestido de la cintura para arriba, intentó ponerse erguirse, pero el dolor lo mando nuevamente a acostarse.


-Quédate donde estás y no saldrás más herido. –Advirtió, era una voz masculina que ni siquiera se había dado cuenta estaba ahí antes de que despertara, su vista viajó hacia la esquina de la habitación y visualizó a un hombre alto y rubio, sus ojos eran de un color azul hielo, y sin embargo, no le inmuto que el otro le apuntara con un arma automática. –Nombre y jefe. -¿Qué le contestaba? ‘’Creo que James y de lo otro no estoy muy seguro, bueno, pensándolo bien, no estoy seguro de muchas cosas, pero sí que de que acabo de ver a mi princesa… ¡Justo antes de que me dispararás, animal!’’ Eso era más o menos algo que le gustaría decir al otro, en su mente hallaba un sentido a sus frases, pero cuando abría la boca era difícil. –Dije, nombre y jefe. -¿En serio? ¿Creía que con ese tono ‘’autoritario’’ e ‘’intimidante’’? Se hubiera reído, si hubiese recordado como hacerlo, supuso que su gesto indescifrable no le debió agradar, porque escuchó quitarle el seguro al arma y el cañón activarse. –Ya te disparé una vez, no dudaré en hacerlo dos veces. –Pero James parecía no importarle, como si lo que sostuviese fuese una paleta y no el objeto que casi le perfora el vientre. Apuntó a la esquina opuesta, donde supuso que se encontraba el resto de su ropa. Steve le miró cauteloso, con recelo, como si estuviese esperando una doble jugada por parte del asesino.


Contrario a sus pensamientos, encontró que en el uniforme del castaño, estaba una, ¿Podría llamarle cartera? La verdad es que no lo creía, tal vez una bolsa pequeña, sí, un saco del tamaño de su palma, donde estaba una identificación y un rastreador, desactivado por su líder en el momento que llegó hasta él.


James Buchanan Barnes, era el conjunto de palabras que denominaban al hombre herido frente a él, la credencial también daba otros datos, como edad de reclutamiento,  edad de nacimiento, nivel y estatus actual, vaya, estaba frente a una fichita, pensó, y este era su segundo entrenamiento, entonces su lealtad debería estar muy arraigada, pero no entendía por qué había matado al encargado.


-¿No sabes hablar? ¿Tienes lengua todavía? –Justo ahora, estaba armándose de toda la paciencia posible, es más, ni siquiera iba escucharlo, si le preguntan, él estaba solo en la habitación y se disponía a esperar a mejorar y buscar por su propia cuenta a ya se sabe quién, o bien, también podía esperar a que volviera por él. –Aquí Águila americana a Viuda negra, el pulpo se niega a hablar, repito, el pulpo se niega a hablar. –Le vio hablar desde ese pequeño micrófono que tenía en la oreja, sabía que era uno, porque muchas veces había escuchado a sus superiores hablar mediante el mismo. –Recibo instrucciones. –Hubo un momento de silencio. -¿Qué? –La incredulidad en su voz era más que palpable y se sintió terriblemente bien ver su rostro de desconcierto, mejor aun cuando su semblante se descompuso, tanto por el desconcierto como por el odio, que era claro, sentía hacia él.


-Que puedes irte, tu guardia termino, yo me hago cargo. –Oh sí, sintió una emoción recorrerle cuando le vio entrar, el hombre que le había socorrido, pese al imbécil que estaba a su lado le había herido.


-Tony…-¿Disculpa? O sea, ¿Se dirigía así solamente? Algunos monarcas son buenos con sus súbditos, pero eso era una falta de respeto total, ni siquiera había dado una reverencia hacia él. –Es un asesino, permíteme permanecer en la habitación, puede ser peligroso. –Su tono había cambiado considerablemente, ya no había desprecio. Maldito.


-Steve, eres de mis mejores elementos y aun así no puedo entender porque siempre hallas una ocasión en la que te empeñas a acatar mis órdenes directas, puedo decírtelo en más de 30 idiomas: Tu guardia ha terminado, yo me hago cargo, puedes irte. –Aquello lo había dicho posteriormente en francés, español, alemán, y ruso, para evitarse más humillación, se disculpó en inglés y terminó por marcharse después de un asentimiento.


El sujeto, que ahora sabía que se llamaba Tony, no dijo una palabra más, no hasta que el rubio cerrase la puerta y escuchase sus pasos alejarse a una distancia prudente como para iniciar una conversación. James se preguntó si habría un baile pronto, dado a que su atuendo no era el de antes, sus protecciones había sido cambiadas por una camisa blanca, pantalón y saco negro, junto a su corbata rojiza con sus zapatos negros y lustrosos.


-¿Qué tal? –Preguntó, era amable, dicho esto, procedió a sentarse a su lado con una silla que levantó para quedar a una distancia respetable. Ni cerca, ni lejos. -¿Todo bien? –Mejor que nunca, pensó, y estaba seguro que su rostro era el de un niño que veía su golosina ansiada, quiso decirle tantas cosas en ese momento, que le había buscado desde hacía años, que era muy atractivo y que por supuesto quería ser su príncipe, pero de su garganta sólo dejó escapar un gruñido. -¿No puedes hablar? –Comprendió, hizo unas señas extrañas, alguna clase de lenguaje, que tampoco dominaba. Negó. -¿Nada? ¿Seguro? Bueno, sólo asiente o niega para lo que pregunte. –Le vio ir hasta sus prendas. -¿Puedo? –Por supuesto, lo que quisiera iba estar bien para él. –James Buchanan Barnes, ¡Vaya! Es un nombre agradable, me da cosquillas pronunciar el apellido. –Esa risa, junto a la de su madre, era la más preciosa que había escuchado en el mundo. –Bueno, James, como sabes, uno de mis subordinados te disparo, y pido una disculpa por eso, ya que técnicamente tú no nos hiciste nada en ese momento, sorpresa para nosotros, terminaste ayudándonos. –Le escuchaba con toda la atención que era capaz de reunir. –Pero, también espero que puedas comprendernos, estábamos en medio de un enfrentamiento y no había tiempo para saber quién estaba de nuestro lado, y quien no, mis agendes hicieron lo que creyeron correcto en su momento y una disculpa si eso no fue lo apropiado. –Había genuina pena en sus ojos. –Tengo conocimiento de cómo los entrenan y sé que no todos están en las filas porque voluntad propia. –Asintió, era cierto, tendría unos ocho años cuando entraron a la casa de su madre por él y luego quemaron el lugar, afortunadamente ella había estado fuera. –Tú eres parte de ellos, por la fuerza. -¿Cómo lo sabía? –Se te nota en el rostro, ese sadismo no va con esos ojos traviesos. -¿Estaban coqueteando? Bien, se iba a hacer encima, estaban coqueteando, como cuando traían a mujeres guapas con pocas o nulas prendas e iban hasta los cuarteles por sus compañeros o los demás, algunos iban directamente al acto sexual y otros más se tomaban el tiempo de cortejarlas, ¡No que Tony fuera uno de ellos! No, por supuesto que no, aquello sería un ultraje. –Lo que quiero decir, es que en cuanto te mejores vamos a liberarte, darte un poco de efectivo y dejarte en un lugar lejos para que comiences de nuevo, ¿Qué te parece? -¿Lejos? ¿Cómo? ¿Apartarlo de él? No, no, ¡Si lo que quería era estar ahí! No había razón para que lo hiciera a un lado. Tony pareció leer su desesperación porque intentó calmarlo, como cuando tenía que comunicarle a una de las madres de sus combatientes que habían muerto en batalla. -¡Ey, ey! Tranquilo, ¡Veremos qué hacer, veremos qué hacer! De verdad, no estás en problemas. –Si se alteraba, terminaría por abrirse las heridas, y los médicos le advirtieron que ya era un milagro suficiente el que estuviese vivo, sería tentar demasiado la suerte hacer que se moviera.


James todavía tenía un semblante de incertidumbre, y se aferró a la manga del hombre cuando intentó irse, aquello había puesto ciertamente nervioso al otro, ¿Qué iba a hacer? Aquel era un comportamiento que ya había visto con anterioridad, pero era más común en niños pequeños, traumatizados, ese individuo frente a él no entraba en ese esquema, aunque no dudaba que padeciese traumas.


-¿Quieres algo? La cena se servirá a las 8, no debes de preocuparte por alimentos, hay horarios para eso y nadie se queda sin comer, llamaré a una enfermera para que pueda cuidarte…-Quería hacerle entender que ahora estaba bajo su protección y nadie iba a entrar por la puerta a hacerle más daño.


Sí, que se quedará un rato más, eso era lo que necesitaba, no sabía si estaba haciendo un buen trabajo, pero había puesto su mirada más convincente, esa que Olivia le daba para que hiciera algo por ella. Algunas cosas.


-Tengo que irme. –Su tiempo era más que limitado, no que presumiera, bueno sí, peor tener una doble vida no era sencillo, se suponía que debería de estar en casa, tendría junta a en dos horas y el camino sería de hora y media, treinta minutos para fingir haber dormido ocho horas; las manos grandes del hombre seguía apretando la tela de su saco, no supo cómo convencerlo. –Mira, voy a dejarte mi libreta, ¿Eh? –Había logrado liberarse de una mano. –Ten, es una pluma multicolor. –Se liberó de la otra con el bolígrafo, James tenía una cara de duda infinita. –Si sabes escribir, escribe todo lo que quieras decirme mientras no estoy y lo leeré cuando regresa y vuelva a irme, si prefieres dibujar, entonces haz lo mismo. –No estaba muy seguro de su futura actividad. –Yo también te traeré cosas, será un intercambio, ¿Aceptas? -¿Intercambio? ¿Cómo las argollas nupciales? ¿Boda? Entonces comenzó a asentir, casi frenéticamente.  Encantado, claro que quería casarse con él.



-No me agrada Natasha, Tony se está distrayendo demasiado con él, ¿Por qué sólo no lo dejamos en una esquina y nos vamos? Es peligroso para nuestros planes. –Justo en ese momento se encontraban haciendo un inventario de las municiones que tenían hasta el momento, una práctica arraigada por costumbre después de cada enfrentamiento.


-Si no estuvieras celoso probablemente creería más en tu palabra. –Era cierto, la veracidad y sentido de sus palabras se encontraban manchadas por los sentimientos que sentía por su líder. -¿No le has dicho?


-¿Decirle qué? -¡Ah! Lo que faltaba, que se hiciera el tonto con ella.


-Steve, no juegues conmigo. –Era peor que su madre para esconderle algo. –Llevas babeando por él desde el primer día que pusiste un pie en la base. –También cierto, casi siete años bajo sus órdenes, y en el primer instante había caído con esos ojos castaños. –Ya pasó mucho desde su última…Relación.


-Lo sé, estaba de luto en ese entonces, ¿Qué se suponía que hiciera? Primero sus padres, luego ella. Ellos. –Se corrigió, tenía muy en claro lo que ese golpe había significado para él, y era obvio que no quería saber nada de parejas.


-¿Y vas a quedarte callado para siempre? –Era cansado estar escuchándolo todo el día, quejándose de cómo le dedicaba atención a todo el mundo menos a él. –Me dices que lo amas, pero no es conmigo con quien tienes que hablarlo.


-No son sentimientos recíprocos. –Aquello no se atrevía a decirlo con la mirada en alto.


-Entonces olvídalo, así de simple, le dices qué pasa o te callas para siempre y lo olvidas, no puedes seguir en un punto medio. – No sólo era famosa por la crudeza de sus golpes, sino de sus palabras.


-Voy a intentarlo.


-No, sólo hazlo y déjate de ideas antes de tiempo, lo que venga va a venir, sólo lo retrasas, Steve.

Notas finales:

¡Ah! Qué puedo decir, no esperaba que les fuera a gustar, haré mi esfuerzo por esta historia, espero que les siga encantando como hasta ahora lo hace, ¡Ya respondí sus lindos comentarios!


 


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