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War of Hearts por ruru_san

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«Quiero escuchar tu voz cantando en un mundo mejor.»


- Es muy probable que no pueda verte en los próximos meses. Me van a reasignar una nueva misión, Yuri.


Y ahora cómo carajos era que Yuri podría lidiar con el día a día en el Ice Castle si ese idiota no le había dejado ni una fecha tentativa para su siguiente visita. Tan solo transcurrieron tres días y el más joven de los chaperos que Yuuri Katsuki regentaba se hallaba prácticamente trepando por las paredes. En esta ocasión parecía que nada podría distraerlo de su faceta de malestar y rabietas continuadas.


La verdad era que las personas con las que convivía no le desagradaban del todo, los clientes no eran realmente malos y pagaban bien por sus servicios, rara era la ocasión en que se les pasaba la mano con la agresividad en el acto, pero... No podía negar que Otabek era su maldito respiro en medio de la miseria en la que se había convertido su existencia desde hacía tres años. Esta era la primera vez que no podría contar con él en a saber cuánto tiempo y no tenía ni idea de cómo afrontar esto.


- Ahora veo por qué tenía tanta urgencia de entrar aquí a verme a pesar de que las calles estaban siendo un caos con lo del último asesinato... - decía más para sí mismo que para Yuuko que terminaba de cambiar las cortinas de las ventanas de esa habitación que el rubio compartía con otras cuatro personas. - ¡Ni siquiera tuvimos sexo!


Yuuko no pudo contener una risilla mientras tomaba asiento en el catre que le correspondía a Minami, ese que quedaba justo al lado del de Yuri, quien recostado boca abajo hacía como que comenzaría a leer su viejo libro, pero en realidad no lograba más que pasar página tras página al azar.


- Deberías sentirte halagado, Yuri. - acotó Yuuko, recogiéndose un mechón de castaño cabello detrás de la oreja para luego apoyar los codos sobre sus muslos y el rostro entre sus manos. A Yuri le desagradaba esa sonrisa divertida que le dedicaba.


- ¿Por qué debería?


Las miradas de ambos se encontraron y el joven muchacho acabó cerrando el libro para utilizarlo de apoyo para sus antebrazos.


- No todos en este lugar pueden ufanarse de que los clientes paguen la cantidad de dinero que pagan por ti. - la chica guardó silencio un par de segundos, como pensandose si sería buena idea agregar lo siguiente. - Mucho menos pueden presumir de que paguen esas cantidades y no quieran obtener de ti más que tu compañía sin sexo de por medio.


Yuri frunció las cejas con suavidad y las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba casi de manera imperceptible. No le daría a Yuuko el lujo de pensar que sus palabras le habían acelerado el corazón. El chico intentó guardar la compostura y se levantó de la cama para luego erguirse y cruzarse de brazos con una pose que le hiciera lucir tan maduro y decidido como en realidad no se sentía.


- ¿En dónde están Minami y Guang Hong? ¿No dijeron que irían con nosotros al mercado de pulgas?


A la chica no le sorprendió en absoluto el drástico cambio de tema. Si bien sabía perfecto que había prometido a Yuri ir de compras esa mañana, no dejó de causarle gracia darse cuenta de los efectos que las palabras adecuadas podían provocar en él.


- Yuuri les ha pedido adelantarse a la revisión dominical. Podemos alcanzarles y después ir de compras a donde tu quieras.


Yuri entornó los ojos e ignorando su sugerencia comenzó a atarse el cabello con una goma elástica que por costumbre solía llevar siempre en alguna de las muñecas de las manos. Esa mujer estaba loca si creía que a esas horas de la mañana haría fila en otro sitio que no fuera para pagar por las ropas que tenía contemplado adquirir.


 



La Unidad Federal 14, se trataba probablemente de uno de los mayores centros poblacionales de aislamiento para omegas en la región norte del continente, al igual que el resto de Zonas Muertas diseminadas alrededor del mundo, debía su prosperidad y sustento al continuado comercio sexual y otros negocios que iban muy de la mano con el anterior: Centros nocturnos, salas de baile, bares y en algunos casos extraordinarios centros de spa o las termas del Ice Castle para aquellos que tuvieran en los bolsillos el suficiente dinero como para darse ciertos lujos.


La UF14 se encontraba lejos de la ciudad. El territorio entre ella y la urbanización era una extensión desolada salpicada por una que otra casa extraviada y habitada por betas en algunos casos o abandonadas en otros. Los servicios públicos no se extendían en esa región sino hasta llegar a la zona destinada a los perecederos, sitio que con suerte gozaba de luz eléctrica y agua potable. Los bienes gubernamentales destinados para la UF14 llegaban en caravanas que lograban realizar el viaje desde la urbe en al menos tres días y todo porque era más seguro enviar los recursos en carromato que en un vehículo de combustible, de esos que en la ciudad abundaban.


Entre todos los recursos que se esperaban con ansias en cada una de las zonas muertas, los más socorridos eran sin lugar a dudas los del sector de sanidad. Y Lee Seung Gil lo sabía mejor que nadie, puesto que ejercer tu profesión del área de las ciencias médico-biológicas sin medios farmacológicos y de diagnóstico era de las peores situaciones a las que podrías enfrentarte.


El sol ya se ponía en lo más alto del cielo y Seung Gil, el joven médico encargado del centro de salud podía apreciarlo desde la entrada del establecimiento, aún si las jodidas nubes se empeñaban en querer opacar su presencia advirtiendo de una posible lluvia para esa tarde. El joven contempló a la absurda cantidad de omegas que haciendo fila india conversaban a un costado de la pequeña clínica esperando por su turno. Todas las mañanas de domingo era lo mismo.


La Revisión Dominical era ni más ni menos que un no muy extenuante examen físico general a cada uno de los omegas de la zona, esto se complementaba con una rápida toma de muestra sanguínea que no era mucho del agrado de los asistentes al tener que ser pinchados semanalmente. Seung Gil debía lidiar con muchas cosas, entre ellas estaba el tener que diagnosticar con materiales tan pobres, con kits de reactivos incompletos y, por si fuera poco, la desagradable reacción de algunos omegas que no dejaban de sobreactuar el dolor y de paso no callarse sus estúpidos testimonios acerca de sus experiencias laborales.


Los domingos eran día de descanso en toda la Zona Muerta, dedicado exclusivamente al obligado chequeo médico y así el omega que aprobaba el examen recibía un comprobante que debía entregar a su regentador correspondiente y de ese modo incorporarse a sus actividades al iniciar la semana. Nadie de los altos mandos deseaba enterarse de que los omegas no eran solo un riesgo de natalidad y desenfreno entre los alfas, sino un riesgo venéreo también. Eso no era opción.


- Dicen que en la UF11 les meten un palo con algodón ahí abajo para ver cómo de limpio lo traes. - comentaba una chica a su grupo de amigas y compañeras laborales probablemente.


- ¡Serás idiota! No es para ver cómo de limpio lo traes.


- ¿Y para qué es entonces? Ilustranos si te crees tan lista y conocedora del tema.


Seung Gil era médico militar practicante y recién egresado del colegio un par de años atrás. Aquel puesto era algo que le había heredado su padre desde entonces, para lo que nunca le instruyó fue para tener que enfrentarse a ese tipo de situaciones desquiciantes. Mientras enfermeras y enfermeros hacían su labor dentro de la clínica, él había decidido darse un respiro apoyado en la pared a un costado de la entrada, esa pared que quedaba a un par de metros de donde las parlanchinas aquellas no se callaban y llamaban la atención de las personas que más atrás esperaban por ser atendidos.


- ¿Es un hisopado vaginal de lo que ella está hablando?


Y si para terminar de hartarse debía coronar el pastel con alguna cereza, esa sin duda sería la voz de ese joven omega de piel morena que a su lado vestía una pulcra filipina blanca y pantalones a juego.


- Es un hisopado vaginal y es una técnica que dudo mucho que podamos trabajar aquí algún día, Phichit.


El muchacho en cuestión asintió con una seriedad que Seung no sabía descifrar si era o no sincera, por lo menos no en primera instancia, pues si posteriormente se hablaba acerca de un tema que antes le hubiese explicado, el joven le daba una cátedra tal que era evidente su interés por documentarse más y no quedarse solo con lo que el médico le explicará al respecto.


- ¿Es caro? - inquirió Phichit de nueva cuenta, esta vez aprovechando para apoyar su costado contra el cuerpo ajeno.


Seung Gil levantó la mirada al cielo y suspiró... Phichit no dejaría de buscar contacto físico con él aún si llevaban ya tres años de haberse enlazado, poco después de que el omega entrara en la edad de perecedero.


- Les molesta que les pinchemos los brazos una vez a la semana. ¿Crees que van a permitir que les revisemos de esa manera sus órganos sexuales luego de que pasan la noche atendiendo a saber cuántas personas? - Seung apoyó su cabeza contra la de su acompañante. - Con mucho esfuerzo nos permiten revisarles superficialmente...


Justo cuando Seung Gil comenzaba a sentirse cómodo con la compañía e incluso cerrar los ojos, fue que percibió que el otro se estremecía en un claro gesto de que intentaba contener la risa. Extrañado, el médico se separó para mirarle fijo esperando una explicación en silencio, pero su pareja solo agitaba la mano frente a su rostro con un gesto de restar importancia al asunto.


- Ya quisiera yo imaginarme a tu paciente más problemático haciendo todo un drama para evitar que le metas un hisopo en el culo, Lee.


Lo más problemático que podía ocurrirte desarrollándote en esa área laboral era encontrarte con un omega quisquilloso que no te permitiera realizar tu trabajo porque no creía que el instrumental estuviera lo suficientemente limpio, porque no le gustaba como le tocaban o incluso que le desagradara el olor a desinfectante de la clínica. Fue en la UF14 que Seung descubrió que existía algo peor: Un omega adulto con complejo de niño al tener terror a las agujas y cualquier manipulación médica.


- ¿Yuri? - atinó a preguntar, aunque de sobra conocía la respuesta. - ¿El de las termas?


- ¿Cuál más si no? - Phichit se llevó las manos a los bolsillos del pantalón. Parecía el momento perfecto para darle a su querido alfa las malas nuevas de cada fin de semana. - Han venido todos los chicos del Ice Castleexcepto él, así que no se si vamos a seguirle esperando hasta la hora de cierre o si acabaremos utilizando la sedación con dardos a los que recurrimos con él hace tres meses.


Seung no podía creérselo, la semana pasada Katsuki le había asegurado que aún a rastras llevaría hasta la clínica a ese omega rebelde. ¿Qué había sucedido entonces?


- Si dan las dos de la tarde y él no se ha reportado vas y lo buscas en el mercado de pulgas. - Seung se aclaró la garganta y antes de volver a sus actividades, agregó algo más: - Llévate contigo un par de dardos por si acaso.


 



El mercado de pulgas llegaba a la zona únicamente los domingos, días en los que bien era sabido nadie laboraba y la población se daba un respiro. Sin embargo, los comerciantes no se arriesgaban a adentrarse demasiado a la Unidad Federal 14, mucho menos luego de los rumores de peligro que habían comenzado a llegar acerca de ese sitio, por lo que los carromatos comerciales se instalaban justo a un lado de la empalizada que delimitaba el área con respecto al exterior, ese que gracias a la milicia quedaba restringido para todos los omegas resguardados. No importaba si justo fuera de la empalizada discurrían las multicolores aguas de desecho, los mercaderes preferían aguantarse la peste a ponerse en riesgo.


Fue largo el camino que Minami y Guang Hong tuvieron que recorrer por las sinuosas calles para poder llegar hasta donde Yuri y Yuuko se encontraban en medio de numerosas carretas repletas de plantas aromáticas, artesanías varias, pigmentos naturales para los labios y sombras para ojos, ropas de todos los estilos, calzado que seguramente ya no era el último grito de la moda en la ciudad, algunos animales de ganado, carnes secas o en salmuera y un sin fin de cosas más.


Era la primera vez que Minami sería participe de lo que Guang Hong llamaba "El ritual dominical del teniente", lo cual consistía en dar su veredicto a todos y cada uno de los conjuntos que Yuri elegía probarse cada semana. El ritual se basaba en dar opiniones positivas para que el rubio muchacho se negara a aceptar ningún cumplido y finalmente acabara llevándose al menos un 50% de las prendas que eligiera.


- Te juro que a veces no estoy muy seguro de que sea la mejor idea el percibir un sueldo del joven Yuuri. - confesaba Guang Hong un tanto agitado en medio de su búsqueda. Era absurdo no dar con al menos Yuri, quien no poseía una cabellera precisamente ordinaria. - Yuri nos da mucho trabajo este día gracias a ese dinero.


- Pero escuché que la mayoría de omegas por aquí no tiene más que techo y comida, que somos de los pocos que reciben dinero como paga.


Minami se sentía afortunado de estar en el Ice Castle, de hecho notaba que todos y cada uno de sus compañeros se sentía de la misma manera. Los rostros de los demás nunca dejaban de recordarle que fuera de las termas de Katsuki la vida definitivamente no sería para nada agradable.


- Y yo no entiendo para qué podemos querer dinero si no podemos reunirlo para poder invertirlo fuera de los límites de este lugar...


El chico novato de las aguas termales no pudo evitar abrumarse un poco con la presente conversación. En aquellos pocos días se dio cuenta de que generalmente su acompañante era reservado, callado, pero siempre conservaba un gesto gentil hasta que a alguien se le ocurría hacerle segunda con el asunto de abordar el tema de la situación de todos los omegas ahí y entonces Guang Hong dejaba relucir sus frustraciones disfrazadas un poco con sus sonrisas. Luego de Yuri, Minami opinaba que bajo su máscara de tranquilidad y pacificidad, Guang era de los omegas que aún no se resignaban con lo que supuestamente estaba destinado para las personas de su jerarquía.


Ambos chicos comenzaban a cansarse de empujar y sortear gente y no dar con las carretas donde ofertaban ropa, pero justo cuando por la mente de alguno de los dos pasó la idea de rendirse y volver a casa, fue que dieron con su objetivo: Yuuko interponiéndose entre Yuri y una pequeña horda de omegas que les tenían contra la empalizada, en un rincón desolado en donde nadie reparaba por estar ocupados con la vendimia del día.


- ¡Ey! Pero miren nada más a quién tenemos aquí, al chico de cara bonita del Ice Castle.


Minami no sabía si debían interceder o no, pues el grupo agresor les triplicaba aún si se les unían. Guang Hong le tomó de la muñeca para detener cualquier movimiento suyo que pudiera parecer imprudente.


- Seung Gil, el doc, ha mandado a buscarte desde hace un par de horas, se lo he escuchado decir al omega que es su amante. - a oídos de cualquier parecía que la líder de esa agrupación solo buscaba informar, pese a tratarse de una chica de robusta y de rasgos duros, quizás otra más a disgusto con su condición fisiológica. - Y ahora sé por qué no te has reportado. Hace dos noches te vi, rubia. - siseaba la mujer a modo de burla siendo coreada por sus acompañantes que parecían andar exageradamente risueñas.


A lado de Minami, Guang Hong apretó los labios, pues ya era bien sabido que Yuri no era precisamente del agrado de nadie del Ice Castle para afuera, sin embargo el chico de cabellos teñidos tenía el presentimiento de que aquella discusión podría no llegar a los golpes, pero si traer algo más grande consigo. Ambos permanecieron tras una carreta cercana, esperando por lo que sea que pudiera suceder.


- No sé qué habrás visto, vieja bruja. Pero a mi de noche no pudiste haberme visto, a diferencia de ustedes no tengo necesidad de romper las leyes.


Los argumentos de Yuri podían parecer medianamente tranquilos para venir de él, pero lo cierto era que estaba haciendo su mejor esfuerzo para colarse de entre los brazos de Yuuko para que le dejara en paz y de paso saltarle encima a esa anciana treintona donde siguiera con sus especulaciones.


- En toda la calle de Uduvenko no hay ni una sola rubia, me atrevería a decir que en toda la UF14 no hay nadie con rasgos siquiera similares a los tuyos, rubia. - la mujer le señalaba con el dedo índice y ahora ella y sus secuaces paraban con el aire divertido y las risas. - Trabajamos fuera de la ley porque mientras tú te ganas la noche con un cliente o dos nosotras atendemos a veinte, así que solo una vez te lo vamos a advertir: No queremos verte de nuevo deambulando por las noches e intentando tumbarnos también este negocio, Yuri.


El aludido tembló ligeramente y las fulminó con la mirada mientras las observaba pegar la media vuelta.


Minami dio un paso en falso al frente, pero el antebrazo de Guang Hong le impidió avanzar más. Y menos mal que lo hizo, porque lo siguiente que vio fue algo que definitivamente no se esperaba nadie...


- ¡¿Por qué nos haces esto?! ¡Tú no tienes nada que hacer de noche fuera del Ice Castle, Yuri! - gritó Yuuko ahogadamente luego de dar una bofetada al joven frente a ella, quien no se atrevía a levantar la mirada del suelo, ni a llevarse una mano a la mejilla que comenzaba a enrojecer. - Tú sabes lo que ocurre cuando encuentran a un omega trabajando fuera de un establecimiento. Tú sabes lo que sucede a los que se venden en las calles, Yuri...


El chico nuevo del Ice Castle aún tenía mucho por conocer del nuevo estilo de vida al que tendría que acostumbrarse. Y tanto era lo que le quedaba por aprender, que no entendía cómo era que aquel joven que siempre pecaba de arrogante y cruel ahora no lograba responder a Yuuko... y de paso sus hombros temblaban como si estuviera comenzando a llorar.


El corazón de Minami se encogió y palpitó más fuerte por algún motivo.


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