“Yo… desde que sucedió esto… no me… gusta… que los… desconocidos, me toquen… yo… siento como si fuera a pasar lo mismo… de esa noche… y que esta vez, sí… lograrán abusar de mí… esto no me gusta… no me gusta sentir esto” la mirada carmesí era de angustia.
“Sé que no te gusta y haré hasta lo imposible para que ese sentimiento se valla, haré que todas tus preocupaciones desaparezcan, lo juro Bakura” Ryou le dio una pequeña sonrisa la cual fue devuelta por el otro por un segundo para volver a desaparecer.
Más tarde se fueron a acostar, más la contraparte oscura del hikari tenía (aunque no lo admitiera) miedo de dormir, pues sabía que el hecho de rememorar ese recuerdo tan malo que tenía le haría tener pesadillas y eso era lo menos que quería.
Hacía rato ya que los albinos dormían, o al menos el más joven de los dos lo hacía, pues el más grande sabía lo que ocurriría si se quedaba dormido y no quería despertar a su contra parte por segunda vez por sus pesadillas, estaba boca arriba mirando al techo, estaba cansado por la “sesión” de su tratamiento, decidió que no aguantaría toda la noche despierto, así que se levantó lo más silenciosamente posible para no despertar al otro y salió de la habitación dirigiéndose a la que le fue dada el primer día que llegó, se acostó acomodándose boca abajo y cerró los ojos esperando que su tortura llegara.
Después de unas horas el ex ladrón se movía de un lado al otro en su cama, tanto como para cambiar de posición de boca abajo a boca arriba, había mucha angustia en su rostro, como si no pudiera escapar de algo, forcejeaba contra las sabanas, estaba sudando mucho, tanto como para que la cama se estuviera empezando a empapar por el fluido corporal.
Siguió forcejeando y moviéndose hasta que cayó de la cama, lógicamente por el golpe despertó, más aún yacía en un medio shock, aún sentía como si estuviera en la pesadilla, sabía que no era así, más su cerebro estaba aún sumergido en la regresión, aún sentía esas horribles sensaciones y entonces recordó la manera de salir de esto, Ryou le había dicho que recordara dónde se encontraba, el año y que ahora su pasado no era más que un recuerdo, que ya no estaba en un peligro real, ya no volvería a pasar, estaba a salvo.
Comenzó a calmarse a si mismo, hizo los ejercicios de respiración que su luz le enseñó para estos casos y para cuando tenía regresiones, se levantó y se prendió la lampara en la mesita de noche a su lado, miró todo a su alrededor y tomó el concejo de su alter ego y se puso a caminar por la habitación tratando de volver en si, lográndolo después de un par de minutos.
Ahora Bakura estaba sentado en el suelo con la espalda recostada al costado de la cama con la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados, se sentía mejor, realmente esos consejos de Ryou servían muy bien, hacían su efecto rápido y de manera muy efectiva, a diferencia de otras veces en las que le había pasado esto, se sentía muchísimo menos enojado y angustiado, de hecho estos sentimientos eran casi nulos e inexistentes en este momento, pensaba que si se iba a sentir de esta manera cada vez que fuera a tener una pesadilla puede que comenzara a perder el miedo a dormir por las pesadillas.
También pensó que haber decidido quedarse con Ryou fue la mejor decisión que había tomado en sus más de 3000 años de vida, después de mucho tiempo tenía un amigo, uno que realmente se preocupaba por él, uno que le quería, aunque no fuera como él quería.
Pensando en esto incluso se dio cuenta de que encontró algo que jamás pensó que encontraría… amor. Se había enamorado de manera inconsciente y aunque lo intentara negar no pudo y terminó cediendo.
Al terminar de pensar volteó su cara a la mesita de noche, aún con los ojos cerrados, más no por mucho tiempo porque los orbes carmesíes se dejaron ver para consultar la hora, 5:25 de la mañana, faltaban 15 minutos para que Ryou despertara para ir a hacer las compras del domingo, le acompañaría con mucho gusto, pero quería terminar de deshacerse de los malos sentimientos que sentía en su “zona privada” en el parque, la cual era una zona donde nadie iba, tenía un pequeño claro y una banca de concreto.
Se fue a bañar, pues ya no tenía sueño, cuando terminó, Bakura se vistió para después salir de la habitación, bajar las escaleras, ir a la cocina a escribir algo en una hoja que estaba pegada en la nevera con un imán y salió de la casa rumbo a “su zona.”
Por otro lado, volviendo a la casa del oji esmeralda, este se estaba despertando, se volteó buscando calor de un cuerpo que se suponía debía estar a su lado, pero por más que buscó y buscó no encontró nada solo un espacio vacío y sabanas arrugadas.
El peliblanco frunció el ceño extrañado para después abrir los ojos y seguir con su búsqueda con la vista obteniendo el mismo resultado anterior, se sentó y ojeo toda la habitación, se levantó para buscar a su yami por toda la casa y encontró la nota que su oscuro dejó y decía que estaría en el parque porque necesitaba un poco de aire, que después le explicaría.
Ryou suspiró y comenzó a hacer su desayuno, para después ir a alistarse para ir a hacer las compras.
El albino estaba pagando por las compras cuando volteó su mirada a la derecha para encontrar a dos tricolores haciendo lo mismo, estos al sentir una mirada sobre ellos levantaron la suya y al ver a su amigo le sonrieron y saludaron con la mano.
Ryou los esperó a la salida del supermercado y cuando llegaron se saludaron y decidieron ir a caminar un poco antes de ir cada uno a sus casas.
El trio estaba caminado y hablando por el parque cuando pasaron por una zona con muchos árboles cuando escucharon unos ruidos viniendo del fondo de estos, se voltearon a ver extrañados, pues sabían que era por lo general una zona poco usada para estar, tal vez alguien estaba en problemas.
Comenzaron a profundizar en el lugar en silencio para sorprender a los atacantes en caso de que los hubieran, se escondieron detrás de los árboles y asomaron las cabezas encontrando lo menos esperado... Bakura.
Este estaba mirando hacia lo alto de los arboles buscando algo ¿pero que? La respuesta les llegó cuando pareció encontrarlo, se puso de perfil separando un poco las piernas e hizo un brazo hacía atrás para después lanzarlo hacia delante y lanzar algo que tenía en su mano.
Escucharon el mismo ruido por el que comenzaron este “espionaje” y vieron caer una piña del árbol y Bakura agacharse para recoger otra piedra, volver a buscar un objetivo y atacarlo.
Cualquiera diría que estaba jugando más Ryou podía ver estaba sumergido en sus pensamientos, los tricolores (especialmente el mayor de ambos) iban a salir de sus escondites cuando el albino que los acompañaba los detuvo, había preocupación en su rostro ¿pero por qué? Se volvieron a preguntar los otros.
Observaron a Bakura de nuevo y notaron que este había detenido sus acciones y se quedó viendo hacia el frente, su mano dejo caer la piedra que estaba en ella, el ex faraón y su hikari estaban muy extrañados por el comportamiento del oji carmesí al frente suyo, pero el albino a su lado comenzó a caminar hacia el otro.
Le vieron acercarse con cuidado y de la misma manera poner una mano en el otro del más grande, este volvió en si con un gran jadeo y alejándose de inmediato de su hikari, comenzó a parpadear y a agitar su cabeza para después mirar a su alrededor y al chico frente a él.
“¿Ryou? ¿qué haces aquí?” preguntó extrañado y algo aturdido aún por su regresión.
“Estaba caminado por aquí cerca cuando escuché unos ruidos, seguí el sonido y te encontré aquí y parece que llegué a tiempo para sacarte de tu regresión” Ryou le habló de manera suave, sabía que su yami estaba aturdido y no era bueno alterarlo en ese estado.
“Hm… eso parece” Dijo Bakura mientras cerraba los ojos y enterraba su mano es flequillo restregándolo un poco.
Ryou acomodó los rebeldes cabellos que cayeron cuando el ex ladrón quitó las manos de ellos y abrió los orbes carmesíes, toda esta escena fue observada por los otros dos duelistas que aún estaban escondidos detrás de los árboles.
“¿Te acompaño a casa? Ya hace un poco de hambre, no desayuné” le preguntó el albino mayor a su contraparte metiendo las manos en los bolsillos del pantalón.
“¿Estás seguro? Es que… bueno… no vengo solo” tartamudeo un poco el de ojos esmeralda poniendo una mano detrás de su cabeza.
“¿Mm? ¿a qué te refieres, con quién viniste?” Bakura cambió su postura a una un poco más altiva.
“Con nosotros ladrón ¿algún problema?” Sé escuchó una voz viniendo detrás de los árboles al costado derecho del peliblanco más grande, los tricolores salieron de estos y se acercaron un poco.
Inmediatamente cuando los orbes carmesíes entraron en contacto, estos primeros se estrecharon y el cuerpo de Bakura se tensó y se puso a la defensiva de inmediato estirando los músculos de su espalda y hombros lo más que pudo ya conociendo la razón, también cerró los puños con fuerza y su ceño se frunció, de nuevo y como antes, su mirada emanaba más que odio puro.
“Bakura…” Ryou comenzó a hablar y sus manos estaban en el aire a punto de tocar y agarrar los hombros de su oscuridad para calmarlo cuando este lo interrumpió.
“¡Lo sé! No le pondré una mano encima… siempre y cuando no se me acerque” Las manos que estaban a punto de tocar al yami se retiraron del recorrido, Ryou decidió confiar en su contraparte y entendía porqué lo hacía, se quería ayudar reprimiendo sus instintos, quería aprender a controlar lo que sentía con este tipo de cosas.
“Lo mismo digo ladrón… por cierto ¿Qué te ocurrió hace un momento? Te saliste de la realidad por un momento” preguntó curioso el oji amatista más grande.
Los dientes apretados se dejaron ver por parte de Bakura debido a la intromisión “¡Eso no te incumbe…! Faraón” esta última palabra fue dicha con sumo desprecio y asco por parte del peliblanco.
Atem suspiró mientras cerraba los ojos y cuando los volvió a abrir dijo “Tienes tazón, no me importa lo que hagas”
Antes de que esto se pusiera más incómodo y empezara una pelea innecesaria Yugi intervino “Creeeeo… que ya debemos irnos yami” le dijo tomando su brazo y jalándolo un poco para que se fueran de ahí.
“¿Pero porqué? ¿acaso no íbamos a acompañar a Ryou a su casa? Yo no tengo ningún inconveniente en hacerlo ¿y tú la-drón? ¿tienes algún problema?” era más que lógico que Atem estaba provocando a Bakura.
“No… ninguno… fa-ra-ón” Los hikaris podían jurar haber visto chispas salir de la pelea de miradas que tenían los antiguos enemigos.
Las luces se miraron y fue Ryou quien esta vez intervino por bien de la humanidad “Bueeenooo… es mejor que nos vallamos rápido, como dijo Bakura ya hace hambre jeje” dijo de manera nerviosa, agarró la muñeca de Bakura y lo arrastró con él saliendo de los árboles para ir por el camino del parque hasta salir de este y caminar hacia su casa con los tricolores a su lado, claro, los yamis estaban de lado totalmente opuestos, mientras que los hikaris caminaban lado a lado.
Caminaron en un silencio algo incomodo, Ryou no había soltado la muñeca de su contraparte por aquello de algún ataque de ira repentino por parte de este, mientras que el ex faraón caminaba de brazos cruzados, pero atento a cualquier cosa.
Cuando por fin llegaron Bakura se dirigió de inmediato a la casa sin despedirse, mientras que su hikari y se quedó, no solo para despedirse, sino que también para disculpase por lo ocurrido.
“Lamento todo esto, enserio” Dijo Ryou inclinándose un poco en modo de disculpa.
“No tienes porqué disculparte, no fue tu culpa” Dijo Yugi con una pequeña sonrisa.
“Yugi tiene razón, no es tu culpa” Habló Atem dándole un pequeño asentimiento de cabeza.
“Pero… aún tengo la duda de que le pasó al ladrón halla, se veía más extraño de lo normal” Los ojos amatistas del egipcio se estrecharon un poco tratando de presionar una respuesta en Ryou.
“Yo…” Esos ojos ponían nervioso al albino “L-lo siento, pero… no les puedo decir nada todavía, le prometí a Bakura que no le diría a nadie… lo único que puedo decir es que no es nada malo, lo juro, al contrario es algo bueno, pero… Bakura no está pasando un bueno momento ahora, lo siento pero no puedo decir nada más, se los diré cuando llegue el momento, bueno ya debo irme, que tengan un buen día, adiós” y con esto Ryou se fue a su casa con una pequeña sonrisa.
“Nos vemos luego” Devolvió la despedida Yugi a su amigo.
Los tricolores comenzaron a caminar a su casa en silencio hasta que Yugi preguntó “Eso fue raro ¿Qué crees que está pasando con Bakura?”
“No lo sé, pero viniendo de Bakura no ha de ser nada bueno y lo vamos a averiguar” Dijo con determinación el ex faraón mientras estrechaba los ojos.