Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Crónicas de un villano por Silence Tsepesh de Lenfet

[Reviews - 95]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

Hola, ahora si, volvemos al presente, para los que tenian pendiente sobre Han, aquí esta por fin la continuacion. 

Muchas gracias por sus comentarios :3 

Tengo demasiados deseos de ponerme a torturar a la primera persona que se me cruce. Es una pena que esté en  este lugar y no pueda hacer nada. Hanley se quedo dormido un rato después de que regrese. No he podido calmarme del todo después de esto. Sé que no fueron las personas de aquí… o si lo fue, hay un traidor entre ellos.


—  cuando me dijiste que este niño causaba desgracias, no tenía en mente que recibiera una maldición—  Hassim me extiende una taza. Huelo el café.


—  es Hanley, siempre pasan estas cosas a su alrededor.  


—  ¿y no tiene nada que ver con que ahora poseas un diamante maldito? Te dije que esas cosas era mejor no usarlas.


—  ¿crees que fue por eso? No, esto es más que azar. Algo está pasando en este lugar, algo que ni ellos sospechan.


—  ¿en qué piensas?


—  ni la chica ni Han representan un peligro. Ella no es muy notoria. ¿Por qué atacarlos?


—  buena pregunta ¿venganza?


—  lo pensaría con la chica. Pensé también que quizá quisieron hacer algo contra mí, pero  no creo que piensen que pudiera sentir algo por Han.


—  tienes un punto. Normalmente eres un monstruo sin corazón a quien no le importa nada más que su  poder—  ruedo los ojos.


—  Que halagador—  eso es solo porque yo he hecho que crean eso. No necesito que me vean como alguien débil.


—  entonces, ¿Qué harás?


—  irme de aquí, solo venia por el diamante. Era el más difícil de obtener, y la situación se ofreció para obtenerlo sin hacer un escándalo. Que ellos se arreglen con sus problemas—   hago un gesto desdeñoso.


—  apuesto a que quieres quedarte.


—  aunque no lo parezca, no, no quiero quedarme. Aquí no hay más que miseria para mí—  y no soy muy inclinado a sufrir cosas sin sentido.


—  te arrepientes. Pude sentirlo incluso allí adentro—  me quedo callado, observando a Han. Nunca hablo mucho con nadie, nunca he tenido realmente nadie con quien hablar.


—  Debí dejar que ella muriera—  murmuro, un rato después—  debí matarla cuando estaba ahí y acabar con eso—  ¿Por qué Kiran se preocupa tanto por ella? ¿Por qué tuvo que recurrir a mí con tanta desesperación? Nunca vi a Kiran tan ansioso por algo, mucho menos por causa de una persona.


—  pero no lo hiciste.


—  me vuelvo idiota cuando las cosas involucran a Kiran. Bueno, casi siempre aunque siempre finjo que no es así—  rayos, lo del diamante no fue más que una excusa, yo quería venir solo porque él fue a mí, me busco y me pidió que viniera.


—  quien lo diría.  


—  pero eso no me impide pensar. ¿Hay alguna forma de eliminar esa maldición?  


—  umm… es difícil de decir, es muy elaborada, la forma en que avanza y consume al que la recibe es siniestro.  No creo que haya forma de quitarla.


—  ¿y si amputamos la parte afectada?


—  de seguro surgirá en otro lado—   suspiro, ya había pensado eso. Necesito salvar a Han a como dé lugar, cualquier cosa…


—  podría intentar una contra maldición.


—  no sin… oh, veo que tienes un plan—  meto la mano en el bolsillo del saco, sacando la bolsa de terciopelo verde con el diamante.


— técnicamente estás tienen una maldición tan fuerte que no se ha desvanecido. Si las estudio el tiempo necesario, juntas, podría crear la contra maldición más poderosa.


—  técnicamente sí. Pero cientos de magos han intentado quitarle las maldiciones a las joyas, no es tarea fácil, además aunque lo intentes, tienes a lo mucho tres meses para dar con la respuesta— sonrió, recordando los viejos tiempos donde todo tenía una fecha límite, todo dependía del tiempo.


—  no creo que sea problema. Además, Han posiblemente tiene cuatro  o cinco meses. Actuare pensando que son cuatro. No me preocupo por ella—  puede ir y tirarse a morir donde quiera.


—  no es un mal plan. Y si alguien puede hacerlo, creo que ese eres tu—  no obtuvimos el diamante de la esperanza a causa de la intromisión de Kiran—  ¿Por qué es tan importante ese chico?


—  no lo entenderías.


—  no, no entiendo a los humanos la mayor parte del tiempo,  pero contigo hago una excepción, aunque sigo enfadado por la forma en que me engañaste.


—  jamás habrías aceptado esto.  


—  No, no lo hubiera hecho— suspiro de nuevo. Estar aquí no me hace sentir mucho mejor tampoco. No debí aceptar quedarme. Sé que no debo dormir, pero retener y tratar de revertir una maldición no es cosa sencilla, mucho menos dos veces el mismo día, inevitablemente me quedo dormido.  Ya hay luz cuando vuelvo a abrir los ojos.


—  ah, rayos— Han no está en la cama. ¿Por qué no me sorprende? A ese chico ni una maldición lo detiene. Hassim tampoco esta.  No es tan tarde como esperaba, y tampoco hay nadie por los pasillos.  


—  Hadrien— Han asoma por una puerta cuando paso, regreso los pasos que di y entro también. Es una cocina—estaba preparando el desayuno, iba ir a buscarlo en unos momentos.  


—  umm.  


—  ¿Puedes creer que no tienen ni una bolsa de té?—  Hassim señala las alacenas. Supongo que desayunar primero no hará mucha diferencia.  Me siento en la mesa donde ya están servidos los platos.


—  nos vamos cuando acabemos.  


—  Si—  observo la mano de Han cuando estamos desayunando, las marcas no son visibles, es una buena señal, la está manteniendo bajo control. Revuelvo la comida.


—  encontrare la manera de solucionar esto, no te preocupes.


—  No estoy preocupado—  la puerta se abre, y Kiran entra a la cocina. Por la forma en que nos mira, creo que ha estado escuchando antes de entrar. Le entrecierro los ojos.


—  Hadrien ¿podemos hablar?


—  Estoy desayunando—  vuelvo la vista a mi desayuno, incluso me llevo el tenedor a la boca. Kiran no se mueve. No sé si me esperara o solo quiere ver que hare después.  Sigo sin prestarle atención, hasta que le escucho suspirar.


—  Solo serán unos momentos—  hago una mueca. Hassim me mira divertido, de seguro recuerda la conversación de anoche. Me levanto, dejando el tenedor. Kiran sale y le sigo unos momentos—  ¿Cómo está?


—  ¿ah? ¿Hablas de Hanley?


—  ¿ese es el nombre del chico? Si… note que no tiene… las marcas no son visibles ¿quitaste la maldición?


—  no. Han la controla mejor porque es un nigromante, sabe cómo funcionan y que tiene que hacer. Sigue ahí, oculta—  suspiro. No debería de darle explicaciones. ¿A él que le importa lo que hacemos o dejemos de hacer? Debe estar feliz porque habrá una amenaza menos en este mundo.


—  oh… Hadrien, algunos piensan que tu… que estás haciendo esto tu mismo.


—  claro, le lance la maldición a mi propio aprendiz para engañarlos a todos—  respondo, divertido.


—  estabas conmigo. Sé que no fuiste tú.  


—  ¿Qué es lo que quieres, Kiran?—  le cortó. No creo que venga solo a preguntar cómo esta Han. Cruzo los brazos, recargándome en la pared.


—  hace un momento dijiste que encontrarías la manera de solucionarlo ¿puedes hacerlo?—  sonrió, negando.


—  Kiran, Kiran… ¿Qué te hace pensar que te diré algo más?  Mi breve visita aquí acaba de terminar con mi desayuno.  


—  Hadrien, no puedes… tu… podríamos hacer esto juntos, ayudarnos…—   uso el apoyo de la pared para impúlsame y dejar a Kiran acorralado entre la pared y mi cuerpo, acerco mucho mi cara a la suya, sonriendo.


—  ¿Qué te hace pensar, Kiran, que ocupo su ayuda?


—  eh…  


—  siempre he hecho todo yo, nunca he pedido la ayuda de nadie antes, y no la pediré ahora. Aunque seas tú quien lo dice— nuestros labios casi se tocan. De pronto, tengo unas irremediables ganas de mandar todo al carajo y besarle. En cambio, le empujo, alejándome.


—  Hadrien—  me llama, me detengo, sin girarme—  no lo entiendes, esto podría significar algo muy grave.


—  No para mí—  tendrás que hacerme caer con otra cosa, Kiran. No me preocupa si alguien entra lanzando hechizos mortales a todo el que se le cruce.


—  no puedes…


—  puedo. No me importa.


—  bien, puedes ¿y? ¿Cómo harás? No creo que sea suficiente usar tus métodos. Podríamos ayudarnos y encontrar una solución más rápido.


—  es un buen punto, pero no me convences.  


—  ¡Hadrien!


—  no te necesito, Kiran—  avanzo, dejándole ahí.  En la cocina, solo Hassim tiene comida en su plato—  nos vamos ahora.


—  ¿ya?


—  sí. No hay más que hacer aquí— y tenemos mucho que hacer para conseguir los dos diamantes que faltan. Debemos poner este que tengo en un lugar seguro, llevarlo conmigo todo el tiempo es ser idiota. Así como le quite el anillo a Hassim. 


—  ah, bien—  sigo a Han hasta la habitación solo para buscar la mochila y la jaula de la gata. Hassim nos alcanza ahí.


—  ¿de regreso a América?


— sí, usaremos magia esta vez. Ahorraremos todo el tiempo que podamos—  no siento nada de magia que nos impida salir de aquí. 


—  Vayamos ahora— Hassim se estira, y se frota el cuello como si hará algo de esfuerzo. La puerta se abre de golpe, y los tres miramos a Kiran.


—  Espera…—  me dice, jadeando—  Quédate, algo me dice que no podremos conseguir la cura si no hacemos esto juntos.


—  ¿Qué clase de discurso es ese?—  arqueo una ceja— además, dudo mucho que tus… amigos quieran hacer equipo conmigo.


—  no importa, no es momento para eso. Encontré esto—  me extiende un libro viejo, sin título.  No ocupo tomarlo para saber que es. Le vi cientos de veces en manos de mi maestro. Extiendo la mano, tomándolo. Cuando me fui de ese lugar, después de matarle, deje todo ahí, todo. Sabía que el parlamento confisca y guarda estas cosas en un lugar seguro.


—  ¿es un obsequio? Déjame decirte que ni así voy a…  


—  alguien lo tomo.


—  ¿Y?


—  se supone que esto estaba seguro. Alguien ha logrado entrar y tomarlo, alguien a quien no conocemos— le miro, está convencido de que así es. Ah, mi querido Kiran, siempre tan ingenuo, tan heroico y leal que no puedes pensar ni siquiera en la posibilidad de que tengas un traidor entre ustedes.


—  Eso no tiene nada que ver conmigo—  sentencio. Puedo ver un poco de desesperación en su mirada.


—  Hadrien…


—  te lo dije antes, todos tenemos un precio. Ofréceme algo que sea tan bueno que merezca quedarme y jugar a ser héroe—  Kiran no dice nada. Hassim suelta algo como un silbido, cuando le miro, me da una mirada de advertencia—  eso pensé—  sonrió con burla, dándome la vuelta.


—… te daré el Lemegeton— me quedo congelado, con una mano extendida hacia Han.


— La… la llave menor de salomón…—  murmuro, mi voz suena ahogada. El libro… ese libro, uno de los más codiciados textos de magia oscura, el único que ha estado bajo el cuidado del parlamento desde hace siglos. 


—  Sí, lo conseguiré—   me siento mareado solo ante la posibilidad de ver ese libro, de leerlo y entender todos sus secretos. Veo la mirada curiosa de Han, y la inexpresiva de Hassim. Esto es algo sin precedente.


 —  dame hasta el anochecer para pensarlo.


—  pero…


—  Que te vayas y me dejes pensarlo—  le señalo la puerta, Kiran se va, y yo me dejo caer, recargando mi espalda en la cama. Suspiro. ¿En serio me dará ese libro? Es algo muy importante como para que se deshagan de él.


—  Hazlo— miro a Hassim— es algo muy importante como para dejarlo así—  bien podría añadir, y tu quieres hacerlo, pero no lo hace.


—  ¿De qué están hablando?—  Han nos mira, con los ojos entrecerrados, las cejas muy juntas. Está excluido de la conversación.  Le hago un gesto para que se calle.


—  Es una buena oportunidad si es que no me está engañando—  es lo principal. Sé que quizá todo esto es más obra de Kiran que nada, por las expresiones que ponen los demás es obvio que no me quieren por aquí.


—  hagamos consultas.  


—  eso hare—  aunque no ahora mismo. Siempre he confiado en Kiran, porque sé que es incapaz de mentir, Kiran podrá ser muchas cosas, un pésimo mentiroso por ejemplo. Hassim  saca de nuevo esas tablas de geomancia.


—  Hadrien, ¿de qué están hablando? ¿Nos vamos a quedar?


—  Estamos hablando de un libro de mucho interés para nosotros. Un libro que nos puede decir cómo usar el poder de demonios, como ponerlos bajo nuestro control, como invocar almas de otras formas y más cosas por el estilo. No tengo razones para pensar que algún otro nigromante lo usara desde hace siglos.


—  oh, entonces ¿queremos ese libro?


—  queremos ese libro, pero solo si está dentro de nuestros términos—  lo quiero,  pero no si voy a tener que rebajarme para hacer cosas que no haría. Tampoco lo necesito tanto.


—  entonces está  bien si nos quedamos,  podemos fingir que somos buenos y eso por unos días ¿no?


—  eso es más fácil de decir. Aunque no nos quedemos, tengo ya un plan para tu maldición, ese libro no nos ayudara en nada para eso. Conseguiremos las joyas como lo habíamos planeado y creare una contra maldición.


—  oh, entonces eso haremos. Suena bien, no quiero morir.


—  No dejare que mueras—  Han no suena para nada preocupado. Me levanto, recordando que es mejor apresurar las cosas, y con eso me refiero a que ocupo consultar el futuro—  quédate aquí, iré a buscar un mejor lugar para hablar con los espíritus.  


—  ¿no quieres que vaya?


—   No, mejor mantente alejado de los demás, por ahora—   confió en lo que me susurran las espectrales voces de los espíritus.  Son los únicos que no pueden mentir.  Aun así, no lo hago inmediatamente, quiero pensar todas las fatalidades que podrían pasar si acepto. Encuentro una bodega, pequeña y oscura. Ah, un poco pasado de moda.  Me siento en el suelo, en medio del espacio libre de la sala.


Llamar espíritus siempre fue sencillo, muchos se acercan sin que yo los llame. Cuando comienzo a buscarlos, a llamar, ellos vienen, siempre responden a mis pensamientos, a mí voz mental. Pronto los siento, girando, apareciendo de todos lados. La habitación se vuelve fría, más oscura. Los espíritus no tienen forma, son solo volutas de humo moviéndose, a veces formando un rostro, una mano. 


—  Hablen— ordeno. Los susurros que siempre mantengo en silencio se alzan. Decenas de voces hablando a la vez. Me concentro, escuchando algo. Los espíritus no tienen voz, no pueden hablar a menos que alguien se los ordene, por eso siempre están ansiosos por decir algo, si no las callas, pueden volverte loco. Enfoco mis pensamientos en la propuesta, en el libro de Salomón. 


«Tuyo…» me detengo en la voz que dice eso. Acallo las demás. « No… ideales… viaje…. Hay enemigos llamándose amigos… No pierdas… ideales….» me concentro en el libro, en Kiran. «La gran luz no miente…»


—  ¿Hadrien?—  pierdo la concentración y las voces se alzan de nuevo—  Wow ¿Qué…?—  le dirijo una mirada asesina a Kiran, que está en la puerta—  lo siento…


—  lo dudo. ¿Qué quieres?


—  creí que algo iba no muy bien. No creí que tu…—  me levanto, aun molesto por la interrupción. Al menos tengo lo que necesito para pensar mejor si acepto o no. o una parte, aun debo hablar con Hassim.


—  bueno, es evidente que ya no hay nada que hacer aquí.  


—  ¿has pensando lo que te dije?


—  si, por eso sigo aquí. Pero no voy a darte una respuesta ahora, hay cosas que tengo que pensar antes.


—  hablare con el parlamento en un rato, no tienes que…


—  ¿Qué? ¿Temer? Yo no les temo.  Si estoy aquí es solo porque había intereses de por medio. ¿No te estás creando enemigos tu solo, Kiran? A lo mejor esto no es más que una equivocación, y tú quieres seguir siendo un héroe—  suelto las palabras con cierto odio. Pero no hacia Kiran, me siento disgustado conmigo por decirlas.


—  quizá, pero nunca me equivoco. Algo está pasando, aunque no sepa que.     


—  No me interesa, mientras cumplas tu palabra—  paso por su lado. Kiran suspira. Yo soy el villano aquí, estas cosas son normales. Han está durmiendo cuando llego. Hassim me sonríe, ni siquiera cierro la puerta y ya está hablando.


—  hagámoslo.


—  ¿ah?


—  no es un engaño. Y no hay peligro para nosotros—  me divierte que ahora hable de nosotros cuando se quejo tanto por haberme apropiado de su anillo.


—  ¿ahora no te quejas?


—  cuando hay oportunidad de divertirse no.  Ellos me temen tanto como a ti, hace siglos que nadie me teme, esto es reconfortante—  suelto una risa, intento ahogarla con la mano.


—  sí, es genial. Lo hare. Además, somos los malos ¿no? no tenemos que hacer todo lo que nos dicen, me iré si veo que es demasiado.


—  si ¿Qué es lo peor que podría pasar?  


—  se me ocurren muchas cosas. Pero ese libro bien lo vale—  no puedo permitirme ser bueno ahora, no cuando he llegado hasta aquí siendo malo. No seré amable, y haré las cosas a mi modo. Si encontramos al causante de esto, pagara las consecuencias conmigo quieran o no. porque lo importante no es lo que nos hace el destino, si no lo que nosotros  hacemos de él, y yo siempre hago cosas grandiosas. 

Notas finales:

 

Sip, el dichoso libro de Salomon existe, y es algo tan tetrico como lo menciono. Realmente me divierto investigando estas cosas :P

Espero que les guste, nos leemos la proxima semana, gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).