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Tic Tac... Se Te Hace Tarde por Aeris Zen

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Cuando intento concentrarme Mateo viene a mi mente, cuando lo hace giro el rostro para confirmar que sigue en su lugar. De forma obsesiva confirmo a cada oportunidad que sigue respirando.


El profesor habla, pero no me puede importar menos. Hoy es un día flojo, lo mismo de todos los inicios de clases, presentarse, escuchar un largo discurso; "la escuela esto", "ustedes tienen una gran oportunidad" y más blablá... Si hablamos de situaciones que se repiten esta es la madre de ellas. Incluso podría tratarse de la bisabuela gruñona que solo te ve feo y huele a naftalina, sin mencionar los trucos de bastón. ¿Cómo una mujer de cien años puede golpear de forma tan dura?


Mirar por la ventana no ayuda a avanzar el tiempo, incluso parece que fuera más lento.


Las ramas tras Mateo se agitan lentamente en un balanceo agradable a la vista.


Soy Julio y soy el pensador más rápido de la vida, puedo imaginar nueve palabras diferentes antes de completar un parpadeo.


Durante todo el día no he logrado prestar atención por más de cinco minutos. Cada pensamiento que he tenido se ha visto interrumpido por la misma estúpida cuestión. La relación entre Mateo y que yo repita los eventos sucedidos unos meses antes. Lo único que se me ocurre es que este evento se debiera a su muerte, quizá si hubiera sido otro el que encontrara su cuerpo yo no estaría en esta situación. Tampoco es como si pudiera molestarme por esta situación, no parece que Mateo tenga idea de lo que ocurrió, aun si fuera culpable no lo aparentaría.


Por ahora solo me queda como opción seguir a Mateo.


Al final del día.... Ya no sé qué horas son, lo sospecho debido a que ya no hay tanta luz exterior. Es tarde e incluso la profesora se ve ansiosa por irse.


—Hey Sabrina, hoy voy a seguir a Mateo un rato, me voy temprano.


—Sabía que este día llegaría. Desde que te conocí supe que acosarías a alguien. Tenías todo el aspecto de ser un desequilibrado mental, justo como lo creía tu madre.


Realmente no puedo entender su forma de pensar o siquiera su forma de verme, es tan agresiva y grosera como mi madre. Tienen sentido sus reuniones los domingos, no sé de qué hablaran.


—Si, como sea. Llama a mi mamá y dile que llegare tarde por ir a tu casa.


Decir mentiras no es problema para mí, a menos claro que mi madre las descubra, pero Sabrina no es ninguna traidora, mucho menos una soplona. Sabrina es generosa y piadosa.


— ¿Hasta dónde piensas seguirlo?


—Solo un rato, algo como una hora o por ahí.


—Nos veremos mañana, si sobrevives.


Claro que eso no me causa ningún temor, si alguien va a morir no seré yo ni será este día, ella no tiene idea de lo que dice y yo simplemente no pienso contarle lo que ha pasado. Si le hablara a alguien de lo que ha ocurrido seguramente terminaría en un sanatorio mental. Por supuesto yo no tengo intenciones de pasar una temporada con unos psicólogos o de convertirme en una especie de John Titor.


Espero a que Mateo se despida de sus amigos y salgo tras él. Sumido en sus pensamientos no me presta atención. Ni siquiera necesito mezclarme en la multitud de chicos que abandonan la escuela. Solo necesito ser un poco discreto mientras camino a unos metros de Mateo. No sé si es que es distraído o es porque se colocó los auriculares en la entrada de la escuela, pero no me nota. Viéndolo desde este punto sería fácil que cualquiera lo asesinara. Yo mismo podría acercarme por su espalda tomar su cabeza y torcerla para romper su cuello.


No nos alejamos mucho de la escuela, solo han sido unas calles, el parece tan optimista hasta que llegamos a su primer obstáculo, una avenida. Ya que se pone ansioso por el cruce de un gran número de autos se pone a ver de un lado a otro. Por puro reflejo busco un árbol para cubrirme, aunque el más adecuado está ocupado. Bueno tampoco es como si no hubiera suficiente espacio para dos personas.


Como buen caballero que soy me preparo para saludar al chico que se asoma por el borde del árbol. A primera vista me parece un tanto extraño, viste con ropas demasiado oscuras para el verano, debería estar muriéndose de calor. Sin mencionar ese cabello verde, tiene un peinado inusual. Es como ver a un niño bueno fingiendo ser un punk, rockero, o algo similar.


—Buu... ¿Qué haces?


Se abraza al árbol y suelta un gritito que muere en su garganta. Hasta este día no había creído que personas tan particulares existieran en la realidad.


— ¡Tampoco te asustes nos van a descubrir!


Sin perder tiempo coloco mi mano en su hombro, es un patético intento por calmarlo, ya está paralizado. Aparte del sonidito de su garganta no hace ningún otro ruido. Creo que lo mate.


Nahh, tonterías. Respira.


—Yo no estaba haciendo nada malo.


Tampoco es como si yo lo hubiera acusado de hacerlo, mira que sobre reaccionar por algo tan básico como un saludo, si no hubiera estado ocupando el árbol ni siquiera le hubiera prestado atención.


—Si lo que digas.


Miro por sobre su hombro, Mateo finalmente logro atravesar el tráfico, si se adelanta demasiado lo perderé. Ignoro al Punk raro y vuelvo a caminar detrás de Mateo.


Cuando estoy por cruzar la calle y la figura de Mateo se pierde en la lejanía me doy cuenta de que el chico del árbol está esperando cruzar también. Los autos pasan y siguen pasando en un desfile interminable, la mayoría de esas personas van a casa después de un duro día de trabajo.


Solo por pasar el tiempo me pongo a hablar con este desconocido junto a mí. Parece un poco ansioso. Ni que fuera a lastimarlo. Sera que es uno de esos chicos débiles que se esconden detrás de una apariencia. Pues a fastidiarlo se ha dicho.


—¿Tú también estas siguiendo a Mateo?


—Así que no soy el único.


— ¿Qué dijiste? No escuche.


Lo escuche con claridad, pero quería una confirmación. Si sigue a Mateo de la misma forma que yo tenía que haber una razón, bien puede estar en una repetición como yo o se trataba del malvado asesino que me metió en esta situación.


—Yo también lo estoy siguiendo. —Admite en un tono un tanto más firme en comparación. Aunque sigue sonando como si no quisiera que lo escucharan. Estamos solos no hay necesidad de ser tímido.


—Ya que tenemos el mismo objetivo seamos camaradas.


No me responde, ignora mi declaración de amistad. Supongo que no es la clase de persona que hace amigos allá a donde va.


— ¿Tu porque sigues a Mateo?


Es una pregunta peligrosa, debería de golpearlo y huir.


—Tengo mis razones.


— ¿También te robo a tu novia?


Es tan sencillo sacarle información, este chico necesita ayuda. Además, que hay con ese desarrollo de eventos. No es posible que este remedo de punk tuviera una novia.


— ¿Te había visto en algún lado antes?


No puedo sacarme de la cabeza la idea de que lo he visto antes, pero con todo esto de haber vuelto dos meses en el tiempo comienzo a confundirme.


— ¡Soy tu compañero de clase!


— ¿De verdad?


—Me siento dos asientos atrás de ti.


Luce tan ofendido. Bueno todo tiene una razón y el que no haya notado su existencia también. Se sienta en mi punto ciego. No soy un búho ni estoy poseído para girar de forma tan extrema el cuello.


Ahora parece acomplejado. Incluso me mira con horror. Para ser un posible asesino es bastante sensible, quizá esta actitud es su fachada para mantenerse encubierto. En fin, tampoco es como que yo vaya a pensarlo demasiado, ya veré luego si este compañero mío es un raro asesino. Por otro lado, vaya que soy cruel con mis compañeros, dos meses y no note al cabeza de arbusto al fondo del aula.


Debería disculparme, pero no lo hago.


—Ya que somos compañeros en el crimen, ¿Cuál es tu nombre?


Tiene cara de tener un hombre con A, debe ser Armando, estoy seguro que había un Armando en la clase.


—Soy Félix.


Félix el gato el único, único gato, si en algún apuro se ve con triquiñuelas a de vencer...


Ya que no es apropiado reír me limito a sonreír. De todos los nombres del mundo tenía que tener ese, jamás lo olvidare en mi vida.


—Me decías que Mateo te robo a tu novia, ¿Cómo lo hizo?


Así que incluso alguien tan agradable como Mateo es capaz de cosas tan crueles, eso podría explicar la razón por la cual termino muerto. Uno simplemente no puede andar por ahí robándole novias a los otros, yo les robaría novios a ellas, pero esa es otra cuestión.


—No fue exactamente así. —Apunta distraídamente al frente como si Mateo aun fuera visible. Yo no veo nada—Ella dijo que él era genial y me corto, ¿entonces cuál es tu razón?


Mi respuesta anterior fue un poco demasiado ambigua, pero tampoco quiero inventarme una mentira, de hacerlo tendría que recordarla y eso complicaría las coas.


—Tengo mucho tiempo libre, lo hago por curiosidad.


—Entonces eres un acosador cualquiera.


—No lo digas de esa forma, prefiero el termino stalker, tiene un sonido un tanto más agradable. Claro que tú no eres mucho mejor. Ambos estamos navegando el mismo barco de ilegalidad. —No creo conseguir la confianza de Félix, pero lo que quiero es seguir caminando, aunque creo que ya no encontrare a Mateo. Incluso si no lo hago siempre hay un mañana y un día siguiente, aunque no tantos como quisiera.


—Aquí.


Feliz... corrección, Félix se detiene en la entrada de un lindo café, la clase de lugar al que solo voy cuando mis amigos me demandan que lo haga, curiosamente es el lugar a donde me dirigía cuando encontré el cuerpo de Mateo.


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