Al cumplir Kyungsoo sus 35 años, Luhan le pregunto si este había pensado en tener una familia real. Con hijos y todos esos clichés aburridos de las familias pasando la tarde en sus casas de campo.
La idea de poder procrear hermosos ángeles con el hombre que amaba era la idea más maravillosa del mundo, compartir su corazón con el de Luhan y crear uno completamente nuevo y diferente con la mitad de él de ambos era algo increíble y que mejor si estos se parecían a su madre (osease Luhan :v)
Pero eso no era lo más indispensable de sus vidas, por más que a Luhan le interesaba esa idea tenía que respetar las decisiones de Kyungsoo, ya que a sus palabras, era algo que ellos soñaban mas no necesitaban.
Así que Luhan descarto la idea de inmediato. Decisión de la cual Kyungsoo jamás se retractó o arrepintió en toda su vida.
Los años pasaron y el tiempo transcurrió a un mas de la cuenta, las arrugas de Kyungsoo cada día eran más evidentes, a comparación de las de Luhan. Kyungsoo a su edad se veía joven y conservado, pero a sus 45 años no se veía tan lindo besándose y tomándose de la mano junto a Luhan al pasear o salir a la calle.
Todo el tiempo recibían miradas inquisitorias llenas de odio y asco hacia ellos. No solo porque eran dos hombres mostrando su afecto y amor, si no que sus características físicas eran totalmente diferentes.
Luhan seguía siendo el hermoso semidiós de veintiún años de aspecto y Kyungsoo seguía siendo Kyungsoo solo que en su versión más añejada y de colección.
El tiempo no cambio y solo avanzo, de un momento a otro Kyungsoo se cansó. Amaba a Luhan con toda su alma pero no lo dejaría atado a un pobre anciano con el que tuviera de batallar por sus capacidades que tal vez serian nulas.
Luhan por otro lado vivía la época en la que más amó a su hermoso esposo, Kyungsoo había llegado a sus 62 años, y lo amaba mucho más que el primer día.
-¡¿Luhan por qué no me dejas hacerlo?!- gritaba desesperado un pobre hombre mayor con su dolida.
-¡¡Por que no!!- respondía Luhan lleno de dolor al borde de las lagrimas.
-¡Déjame ir! ya no sufrirás... todo estará bien, vivirás tu juventud a tu antojo, incluso con alguien más...- gritaba de nuevo el anciano Kyungsoo sosteniendo el folleto de una residencia para ancianos en su mano.
Después de años como pareja esta era su primera discusión seria, Kyungsoo quería separarse de Luhan, quería que este fuera feliz y si tenía que dejarlo ir para que eso sucediera él estaba dispuesto a todo. De un momento a otro se creó a sí mismo la descabellada idea de que Luhan no era feliz a lado suyo.
La idea de ver a un triste Luhan sonreír con lastima al ver a un pobre Kyungsoo anciano romper cosas por su débil cuerpo, olvidar su propio nombre o no poder ir al sanitario solo, lo hacía enloquecer y llorar de impotencia.
Jamás querría que su bello ciervo pasara por algo como eso, entendía que la muerte era algo con lo que tenían que soportar en algún momento de sus vidas, sobre todo porque sabía que él moriría primero y eso era doloroso, pero la manera en la que poco a poco llegaba a ese proceso lo hacía sentir lastima de sí mismo.
-¡Te he dicho que no! ¡Nadie se va a ir a ningún lado! ¡Tú y yo nos pertenecemos! ¡Yo te amo!
Ambos estaban llorando. Luhan se sentía roto al escuchar las palabras de su esposo, el amor de su vida.
Las palabras de Kyungsoo; Luhan jamás las tomo en serio, desde que había llegado a los 55 años nunca dejo de molestar a Luhan con comentarios acerca de sus diferencias físicas y de lo mal que se veían ante la sociedad, Luhan nunca tomó en cuenta esos comentarios ya que sabía claramente que ese no era el problema de Kyungsoo si no que habían más cosas que lo perturbaban y no quería contárselas.
Luhan como su pareja de vida decidió esperar a que el tomara la iniciativa y se lo contara cuando estuviera listo, pero ese día nunca llego, y aun cuando Luhan se preguntaba una y otra vez el ¿Por qué?, su esposo siempre parecía fingir demencia cambiando el tema constantemente. Y ahora de la nada quería abandonarlo pasa siempre.
-Luhan tu no entiendes...
-¿Entender qué? Kyungsoo por favor...te lo ruego, yo te quiero, te adoro y tú lo sabes más que nadie pero si no me dices cual es el problema jamás lo solucionaremos.
-Es que no tiene solución... porque yo soy el problema. Yo no voy a vivir para siempre como tú y lo sé, y sé también que al momento de casarnos lo sabíamos, pero... ¿Por qué tiene que ser así?
-Ohhh Kyungsoo...
Luhan ya no pudo contener más las lágrimas y se derrumbó en los brazos de Kyungsoo. No podía evitar sentirse así y no llorar.
Luhan sabia más que cualquiera que todo eso era una mala idea y que cambiar los planes seria mucho peor, pero no podía evitarlo, amar a Kyungsoo había sido la decisión más certera de su vida y no se arrepentía en lo más mínimo de su decisión incluso en momentos como ese, en el que un humano le preguntaba por qué tenían que ser así las cosas.
-Kyungsoo no estás solo y jamás romperé mi promesa... te amo más que a mi vida y aun que me lo ruegues jamás me alejare de ti.
-¿Pero por qué?-Preguntaba Kyungsoo desvalido, mirando con tristeza el bello rostro de Luhan observando en sus ojos acuosos su propio reflejo, sintiendo a un más tristeza.
-Por qué lo más valioso que tienes me lo diste ¿No?
-Si pero...
-Y jamás te mataría, porque si me alejo de ti ya no podrías vivir, ¿No es así?
Y Luhan tenía totalmente la razón, ¿Quién en el mundo podía vivir sin su alma y corazón?
-Lo siento...
Kyungsoo al fin había entendido todo a lo que Luhan se refería. A pesar de todo él no podía vivir sin su lindo ciervo y Luhan jamás sedería a dejarlo y él lo agradecía.
Nunca se había dado cuenta en todos esos años que sentir lástima por sí mismo no funcionaba de nada y no valía la pena pensar en eso. Y que tenía que estar agradecido de aún poder disfrutar de la compañía de Luhan, aunque fuera por un día más.