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EL PORTADOR por Day_Abril

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Notas del capitulo:

Hola gente hermosa, lo se... lo se no actualice el viernes pasado..LO SIENTO MUCHO...estuve enferma y no me surgian las ideas. pero ya estoy mejor jejejeje

soy de las personas que si falla recompensa asi que he decido premiarlos por la ausencia. hoy solo les dejare el capitulo PERO la proxima semana actualizare dos veces. 

ademas les tengo una sorpresa!! hice unos dibujos de nuestro Feng los que voy a compartir con ustedes. Son tres, los subire en el siguiente Cap!!!

la idea es que me gustaria escuchar sus opiniones sobre los mismos asi que sera como una especie de votacion en la cual me digan cual les gusta mas...lo se, lo se esto ultimo es mas para placer propio jejejeej a mi coraoncito le gusta la idea de que les guste. ademas estoy tan feliz!! tengo mas de 2000 visitas nunca en la vida pense que seria tan bien recibido!! MUHCAS GRACIAS!!

sin mas les dejo el cap y esten pendiente la proxima semana jejejeeje, agradezo los comentarios siempre son hermosos y no saben cuanto me motivan!!

CAPITULO 7

 

Wang  Jun solo término, en ningún momento cruzo la mirada con la suya. Tomo sus ropas y abandono la habitación dejándolo con una profunda sensación de soledad, una herida. Como si su cuerpo quisiera reconfortarse se abrazó a sí mismo y lloro amargamente.  Quería dejarse llevar por la oscuridad, no fue hasta la madrugada que el cansancio emocional lo arrastro a la profundidad de los sueños, allí no había dolor. 

—Joven Feng levanta, es tarde, las aves han despertado ya hace unas horas. Debes tomar tus alimentos— entro a la habitación una animada Mei en compañía de su hermana.

Ambas sabían que el pequeño Li seguramente había pasado una mala noche a causa del matrimonio, amanecieron decididas a levantarle el ánimo. Feng Li por su parte quería hundirse en la profundidad de su lecho, se rehusaba a abrir sus ojos turquesa porque sabía que si lo hacía debía enfrentar la realidad y los sentimientos que consigo traía.

Mei al ver lo que supuso la pereza del menor se acercó con el objeto de despertarlo, no le importaría utilizar un poco de fuerza para lograr su objetivo. Quitarle las sabanas  fue toda una lucha, este se rehusaba firmemente, negándose a revelar su rostro.

—Déjenme, quiero estar solo—

— ¿Qué pasa pequeño?, ¿te sientes mal? —hablo la voz preocupada de Yu.

—No es nada,  solo quiero estar solo…—

—Si te sientes afligido por lo de anoche,  no te preocupes,  el Rey Wang seguramente no pondrá sus ojos dos veces en la princesa Wei—

—Así es, ya verás que vendrá pronto a ti y las cosas mejoraran con el tiempo— añadió tratando de animarlo Mei.  

Desde el momento en que Wang puso un dedo sobre su cuerpo después de intimar con la princesa, Feng sabía que nada sería igual.

Sus guardias no se dieron por vencidas y lograron descubrir su rostro. Sus ojos se llenaron de lágrimas,  ahora que la luz mostraba las consecuencias de su encuentro se sentía expuesto. Ante su dolida expresión, sus guardianas inmediatamente lo tomaron en sus brazos. Era esa clase de contacto que solo alguien querido puede dar, tratando con ello dar consuelo.  Después de un momento de silencio exigieron respuestas.

—Feng, cuéntanos —hablo Mei — ¿ocurrió algo que no sepamos? —

Inicialmente no hubo respuesta. Feng no podía abrir sus labios, temía que si emitía algún sonido ya no podría recoger los pedazos de su ser. La insistencia en la mirada de Mei y Yu dejaba claro que no estarían satisfechas con el silencio.

—Wang el… vino a mi después de…—su voz se quebró, respiro profundo y volvió a hablar— vino después de e-estar con la princesa—sus lágrimas corrían por sus mejillas nuevamente pero aun así continuo— él estaba ebrio… me tomo, no pude negarme y-yo…no pude hacerlo—

Una expresión de asombro rápidamente cubrió los rostros de las mujeres, no podían asimilar dichas palabras. Nunca por sus mentes paso la idea de que el Rey Wang pudiere hacer algo así, el hombre no hacía más que demostrar devoción hacia el menor.

— ¡Lo asesinare! — grito furiosa Yu, dirigiéndose hacia las puertas de la habitación. La Rabia que destellaban sus ojos podía hundir barcos y abrir la tierra en dos. Ella no perdonaría que su pequeño fuera lastimado.

— ¡Yu! — Freno Feng —quédate donde estas, No necesito que vengues mis penas —se detuvo en seco ante la voz firme.

Se giró y volvió sus pasos al lecho en silencio como un infante regañado. Ella sabía que Feng tenía razón pero no podía evitar la frustración de no darle su merecido al Rey Wang.  Mei por su parte no se movía de su lugar, no decía nada.

— ¿Qué vas hacer Feng? — finalmente hablo.

— Yo por ahora, no lo sé…—

—Cualquier cosa que decidas está bien para nosotras —

—Debemos hacer que se arrepienta, hacer que pague caro su insolencia —incentivo Yu con rencor. Como consecuencia se llevó una mirada de reprimenda por parte de su hermana.

— Solo quiero tomar un baño, dejaremos los alimentos para después no tengo ánimos de comer—

Se levantó sujetando las sabanas, no fue hasta un par de pasos que sintió el dolor en sus caderas, recordándole que Wang lo había tomado sin prepáralo. Con pasos lentos llego hasta el baño. Sus guardianas tenían ya todo preparado siempre eran diligentes frente esos temas, Feng lo agradecía. Cuando el agua tibia cubrió su cuerpo, sus músculos se finalmente se relajaron. Deseaba con toda el alma que el agua se llevara su dolor.

 

****

Lo había arruinado, absolutamente. Ese fue su primer pensamiento al levantarse, una cantidad de imágenes llegaron a su mente acompañadas de un fuerte dolor de cabeza. Solo había deshonor en sus acciones de la noche anterior. Trato de tomar valor para lo que sería una noche con la princesa Wei, así que lleno sus venas de todo el alcohol que estuvo a su alcance, al final pudo cumplir  con su palabra y la hizo suya. Lo que no pensó fue que sus acciones precipitadas le traerían desastrosas consecuencias.

Su estupidez salió a relucir con unos tragos encima. En  toda la noche no había podido sacarse a Feng de la cabeza, cuando estuvo con la princesa el orgasmo solo pudo llegar invocando la imagen de su amado. Se sentía sucio por manchar algo tan sagrado.  Pensamientos de abandono, rechazo, miedo y desespero se hicieron presentes en su cabeza perturbada y fueron esas sensaciones las que impulsaron sus pies a las habitaciones de Feng, su único motivo era recordarse que Feng seguía siendo suyo, que no lo perdería…

Tenía la imagen nítida de como tomo a Feng Li: fríamente, sin afecto y solo exigiendo dominio, sin preocuparse en otra cosa más que el placer propio. Diablos esos recuerdos lo atormentaban, la expresión de dolor del menor inundo su mente. Tenía una buena estima de sí mismo, pero esta vez había sido un completo imbécil.

Feng era su tesoro más preciado y lo había lastimado… ¿Cómo era posible que se le diera algo tan bello y puro y no pudo valorarlo?

Estaba seguro que lo odiaría, y maldita sea claro que se lo merecía. No volvería a ver en su mirada ese brillo que solo era dirigido a él. Se sintió desolado con la idea de un futuro sin el amor de Feng, la angustia lleno su corazón.

Su amante nunca le pidió nada, pese a todo lo que estaban atravesando nunca demando nada, solo una cosa. Le dijo al menor que por lo menos honraría  lo que había entre ellos y no pudo mantener esa promesa.

Llevo sus manos al rostro con desesperación, la frustración lleno cuerpo ¿Qué haría? ¿Cómo miraría a los ojos a Feng?, ¿podría ir y solo arrodillarse y suplicar? Tal era su desespero, estaba a un “si” para disponerse a mendigar a los pies del menor, si con ello conseguía así sea un poco de misericordia.

No era un hombre que llorara, hace tiempo no conocía lo que era eso, tenía su propia forma de demostrar sus emociones. Perder a sus padres a temprana edad y la guerra había formado en él un fuerte carácter, pensó que ya nada podía hacerlo derramar lágrimas, o por lo menos eso había creído hasta hora.

El sonido de la puerta interrumpió su auto compasión.  La servidumbre llego pidiendo permiso para entrar y preparar su baño. Tuvo que apartar su miseria para cumplir con sus deberes.  Dejo que lo prepararan mientras su asistente le informaba de las tareas del dia. Ese sería un pésimo dia.

 

****

Los días pasaron lentamente, había evitado a toda costa asistir a las cenas, pero esa noche no pudo rechazar su compromiso. Un sirviente le informo que el Rey Zhu anuncio que partiría a su reino al dia siguiente, la buena costumbre le indicaba que debía por lo menos tratar de ser un mejor anfitrión.

No había visto a Wang Jun, y se aliviaba por eso, el tiempo que paso alejado de él  le  permitió calmarse un poco y meditar. Aun lo amaba, decir lo contrario sería como negar su propia existencia pero no podía perdonarlo. Su padre le había enseñado que en la guerra mostrar debilidad significaba perder. Decidió que no mostraría a su dolor a su enemiga, la princesa Wei, quien de seguro se regocijaría en su miseria y trataría de obtener alguna ventaja de la situación, pero de estar en sus manos le evitaría ese placer a la joven.  Se vistió con sus mejores ropas y peino sus cabellos de forma sencilla.

Llego al  comedor, en la enorme mesa ya tenía una gran variedad de alimentos servidos. En el lugar se encontraban el Rey Zhu y la princesa Wei, quienes al notar su presencia se pusieron de pie.

—Bienvenido Rey Consorte Feng— hablo en Rey Zhu— nos alegara que nos honre con su presencia, ¿Cómo se encuentra esta noche?

—Muy buenas noches Rey Zhu, en estos días me he sentido indispuesto pero ya me siento mucho mejor, agradezco su preocupación— hablo mientras que con un gesto de su mano les indicaba que tomaran asiento.

— ¿Ya le ha visitado al médico real?, puede que sus malestares sean producto de una pequeña bendición para el reino— menciono el Rey Zhu con una carcajada saliendo de sus labios. La mueca  de la princesa Wei fue totalmente apuesta a la del mayor. Poso su mirada en ella.

—No hay tales preocupaciones por ahora Rey Zhu, todo se dará en su momento. Ahora bien princesa Wei ¿cómo ha sido su estadía en el palacio?— no podía ser petulante con la hija del Rey del Sur, mucho menos en presencia de este. Se preguntaba que tanto sabia el Rey Zhu de las intenciones de su para nada inocente hija.

—Este ya es un hogar para mi Rey Consorte Feng, gracias por su interés. Aun no conozco mucho pero espero que pronto mi esposo, el Rey Wang, me enseñe el lugar. —

No iba a responder ese comentario, aunque le hubiera dado en el lado flaco de su herida, por ello decidió desviar el tema a propósito.

—He escuchado de su pronta partida Rey Zhu, es una lástima ya que usted si es una excelente compañía, la noticia de su partida hace que me arrepienta de no haberlo atendido como debía ser— era sincero con el mayor, el hombre parecía buena persona.

—Oh no se preocupe por eso Rey Consorte Feng, entiendo las circunstancias. Mi estadía fue esplendida, un tanto ocupada por la tensión que se vive en la frontera— con todo lo sucedido no estaba enterado sobre las novedades. Reflejo su angustia y  ante eso el Rey Zhu volvió a hablar—  esperemos que pronto haya una solución a las controversias, no se preocupe por eso joven Feng. Además agradezco por la hospitalidad que me fue mostrada —

—Me complace aquello Rey Zhu— contesto Feng con una leve inclinación.

Se anunció la llegada de Rey Wang al recinto, los presentes se levantaron y  presentaron sus respetos al gobernante. Este tomo su lugar en la cabecera de la gran mesa, en la cual Feng quedaba a su derecha mientras que el  izquierdo era ocupado por la princesa Wei, junto a su padre. 

Sintió la mirada de Wang Jun desde el momento en que entro al lugar. Trato de aparentar que aquello no le afectaba y se dedicó a comer sus alimentos. Rápidamente la atención de  Wang fue acaparada por el Rey Zhu, quien empezó una amena charla sobre los planes que tenía al volver al Reino. Dejo abierta una cortes invitación a sus tierras, recomendó que el otoño era la mejor estación para ir de visita el Reino del Sur ya que los arboles pintaban un hermoso paisaje en esa época.

Pese a que contestaba y escuchaba, las miradas que le enviaba Wang Jun no cesaron. Cuando levanto la vista se topó con los ojos verdes de la princesa Wei, quien se había dado cuenta de la evidente atención que tenía sobre sí.  Wang Jun contestaba escuetamente los  intentos de la princesa de entablar una conversación. Feng le sonrió con suficiencia, debía admitir que le gustaba saber que independientemente de lo que había pasado seguía siendo el primero en la vida del mayor. Además sentía cierto placer al echárselo en cara de vez en cuando a la princesa malvada.

Los dioses debieron darle una excelente resistencia, le costó mucho esfuerzo no devolver la mirada de Wang Jun.

Una vez terminaron sus alimentos, cada quien se dispuso a marcharse a sus habitaciones, en ese momento Wang le hablo, aun en presencia de los invitados. Su intento de escape rápido fue fallido.

—Feng esta noche iré a tus habitaciones—  se detuvo pero nunca giro su rostro al Rey. Seguramente tenía todas las miradas sobre él. El carraspeo del Rey Zhu seguramente imaginando la naturaleza del asunto se lo confirmo.  Podía imaginar la expresión de la princesa Wei pero en ningún momento se giró para comprobarla. 

— Lo estaré esperando su majestad—Retomo su camino con paso firme.

No fue hasta un par de horas que el sonido de unos golpes en su puerta lo alertaron, su corazón era un revuelto de  sentimientos. Amaba con todo su ser al Rey Wang y gracias a ese amor se sentía más traicionado y herido, no sabía si podría olvidar. Él también tenía amor propio, lo único que tenía claro es que no lo perdonaría, por lo menos no tan fácilmente. Aunque lo extrañara demasiado. Abrió la puerta y la imponente presencia lleno el lugar, era como si todo lo ocupara.  

—Mi señor, sea bienvenido— puso sus manos juntas y se inclinó mostrando sus respetos. Aquella noche había decidido que no expondría sus emociones, Wang ya no tenía ese derecho hasta que el decidiera lo contrario, así que su expresión era neutra.

Wang solo observo al menor, estaba desconcertado. Espero cualquier cosa menos una bienvenida.  Estaba dispuesto a recibir todo lo que Feng quisiera darle, desde insultos, gritos, lágrimas y hasta reprensiones. Pero eso no llego, este en cambio lo recibía con humildad. No le gustaba nada de eso.

—Feng Y-Yo lo siento… lo de aquella noche no sabes cuánto me atormenta. Realmente lamento haberte herido— se acercó a él tratando de acariciar su rostro pero este dio un paso atrás.  Wang sentía que este solo trataba de poner una barrera ya que su pequeño ni siquiera lo miraba a los ojos. No podía permitirlo.

— No tiene por qué disculparse Rey Wang, como mi esposo no puedo negarle su derecho—

La voz que tanto amaba era fría e impersonal. No sabía que era peor, que el menor lo odiara o que lo tratara con tanta indiferencia.

— Feng por favor, sé que te lastime pero me reivindicare, hare lo que sea para recuperarte…por favor— Rogo.

— No hay nada que reparar mi señor— seguía mirando al piso, eso lo irritaba.

—  Sabes que no es eso  a lo que me refiero, te hice una promesa y no la cumplí, sé que hice mal pero me arrepiento. —

— No se preocupe mi Rey, usted no debe lamentarse yo cumpliré mi deber ante usted y el reino. Hay cosas más importantes que atender, debe preocuparse por los asuntos del Reino, no desgaste sus energías en este humilde mortal—  hay estaba otra vez esa maldita actitud.

— Feng no me trates de tu y mírame—  demando. El menor no acató la orden inmediatamente, pero levanto su rostro hasta posar sus ojos en él.

La mirada era vacía, los hermosos ojos turquesa no brillaban ni siquiera de odio. Eso lo asusto demasiado, no podía haber perdido a Feng por su estupidez. Él no quería solo el cuerpo del menor, lo quería todo.  Se sintió como un niño abandonado, el desasosiego lleno su corazón. — Feng ¿aún me amas? — se atrevió a preguntar con cierto temor.

No hubo respuesta, el silencio lo alerto y en un arrebato elimino la distancia entre ellos y lo abrazo fuertemente.

— Feng no seas así, por favor no me hagas esto— otra vez el silencio. Lo miro nuevamente con la esperanza de que el menor mostrara algún sentimiento pero no pasó nada. Se separó como si esa mirada lo hiriera físicamente, salió de esa habitación con un vacío más grande que con el que había entrado.

Una vez  Wang Jun dejo la habitación, Feng pudo respirar de nuevo las lágrimas llenaron sus ojos, le costó demasiado actuar como lo hizo cuando lo que realmente quería era gritarle por todo el dolor que se atrevido a causarle y al mismo entregarse a esos brazos, era un masoquista.

Había sentido el cómo Wang intento acercarse pero la sensación no fue igual. Lo que una vez amo le recordó  cómo fue utilizado y abandonado, así  que su reacción inmediata fue apartarse. Le costó no moverse cuando fue abrazado, pero pudo contenerse y dejar que lo rodearan con sus fuertes brazos. Ese era su sitio lo sentía en su corazón.

Lo hecho esta hecho, si Wang quería su cuerpo se lo daría le entregaría un cascaron vacío, uno en donde ya no quedara nada de él. Esa era su forma de devolver un poco el dolor que sentía, sabía que así lo lastimaba.

 

****

Después de ese intento hubieron muchos más por parte del Wang Jun, hablar con el menor se había  convertido en una travesía, este ni siquiera emitía sonidos y si lo hacía solo hablaba con la cortesía de un buen esposo. No lo soportaba, quería a Feng devuelta. No sabía que más hacer, trato de hacer que Feng le hablara como solía hacerlo pero nada daba resultado. Solo encontró indiferencia.

La situación en la frontera no mejoraba pero ahora tenían un aliado. La alianza con el Reino del Sur trajo consigo beneficios, muchos nobles apoyaban su causa, gracias a ello su armamento había mejorado y más soldados fueron añadidos a su ejército. Estaban en igual o mejores  condiciones que su enemigo, pero eso significaba también que pronto debía partir a la frontera a hacer un análisis de lugar y planear estrategias con sus más cercanos generales. No quería dejar las cosas como estaban, necesitaba reconciliarse con Feng antes de partir.

Wang estaba en su habitación cuando nuevamente llego una de las damas de la princesa informando de la cortes invitación que esta le hacía a su cuarto, la rechazo sin pensarlo dos veces. Era un dolor de cabeza, las insistencias de la joven no habían cesado desde la noche de bodas. No tenía tiempo para ello, ahora estaba en lidiando con dos guerras: una con su enemigo y otra con su esposo.

Se sentía mal de algún modo con la princesa había sido desconsiderado con ella, después de todo ella no tenía nada que ver con los planes políticos que él y su padre elaboraron. Hablaría con ella y   realmente esperaba que finalmente desistiera de sus intenciones, le diría que solo había alguien que ocupaba todo su cuerpo y alma, sin dejar espacio para nadie más y que por ello nunca más la tocaría. Con el tiempo le permitiría que ella también encontrase el amor en los brazos de otro hombre, aún era muy reciente la boda.

Con una pesadez en su corazón llego a su lecho, ansiaba con toda el alma meterse entre los brazos Li. No había podido dormir bien los últimos días y es que esos días se habían vuelto semanas y esas semanas amenazaban con ser meses lejos del menor. Desde que desposo a Feng Li nunca paso una noche lejos de él y ahora ya creía que había tenido suficiente para toda una vida y la siguiente. Si volvía a ganar la confianza de su amado no volvería a defraudarlo, pero este era tan testarudo que ni siquiera le deba la oportunidad.

En la despedida del Rey Zhu el hombre dio las gracias por todo y abrazo a su hija deseándole felicidad con la promesa de que vendría a visitarla seguido si las circunstancias lo permitían. Le deseo bendiciones y muchos herederos a Feng y quedo en comunicarse con el Rey Wang para tratar ciertos asuntos.

****

No iba a resistir mucho. Las insistencias de Wang Jun era constantes, no había dia en el mayor no se acercara y tratara de convencerlo y estaba a menos de un “te amo” de ceder. Diablos lo extrañaba tanto pero aún se sentía tan dolido. Todos los días encontraba mensajes en su habitación, siempre eran  hermosos poemas pero este en particular venía acompañado de una pequeña caja. Leyó la tarjeta que descansaba encima de su cama.

 

“La luz ha cautivado a un humilde árbol que observa desde lo terrenal el plano celestial de los Dioses.  A diario alza sus ramas al cielo con la esperanza del amor… Miserable árbol que no sabe de su límite… ¿Podrá el hermoso sol apiadarse? O ¿Es el árbol estúpido por que creer que puede alcázar la luz?, ¿Puede un simple mortal amar a un Dios?”

                                                        Wang Jun.

 

Dejo la nota  a un lado y tomo la caja que lo acompañaba, en ella había un anillo de jade tallado delicadamente, era del color de los ojos de su amado, un azul intenso. Era evidente que con ello Wang Jun pretendía que tuviera un constante recuerdo de él,  pero debía admitir que el Rey era un tanto egocéntrico. Soltó una risa por su pensamiento pero amaba esa parte de él.

Esa tarde decidió dar un paseo por los jardines del palacio era un dia agradable y el sol tocaba su piel suavemente, respiro profundamente, se sentía un poco más ligero.

 A unos diez pasos de distancia se encontraba el Rey Wang con una sonriente princesa Wei colgada de su brazo, no esperaba era encontrarse con esa escena. El nudo en su garganta no tardó en aparecer.  Ambos se cruzaron con su mirada y se acercaron, su rostro reflejo disgusto pero rápidamente tomo compostura y se inclinó.  La princesa precia bastante satisfecha con su reacción inicial y ensancho más su sonrisa.

— Rey Feng, hace tiempo no lo veía, últimamente ha estado aislado en sus habitaciones, aquello hace que piense que es un prisionero en su propio hogar—  trato de hacer que su comentario  pareciera una broma, pero Feng lo sabía que los comentarios de la joven siempre venían acompañados de segundas intenciones, era una manipuladora.  

— Lo se princesa, solo he estado ocupado con mis pensamientos y evitando ciertas personas indeseadas. Como siempre su preocupación hacia mis asuntos es abrumante — la mire fijamente.

— Es una pena, no sabía que hubiera personas fuera de su agrado Rey Feng— puso una expresión de inocencia mientras se pegaba más a Wang Jun. Reparo en el mayor, quien lo miraba con intensidad, ante aquella imponencia solo pudo bajar su mirada.  Noto la mano del mayor, llevaba un anillo igual al suyo, pero de un color turquesa como sus ojos. Levanto su mirada sorprendido y se encontró con una pequeña sonrisa de reconocimiento.

— Su majestad espero tenga un excelente dia—  hablo tratando de recuperarse y aparentar que aquello no lo afecto.

— Oh créame que lo tenemos Consorte Feng, el Rey después de muchas insistencias por fin ha accedido a mostrarme los jardines, pensé que nunca lo haría, pero al parecer mis encantos han hecho su afecto— insinuó coqueta mirando a Wang, pero este en ningún momento aparto su mirada de la mía. Eso pareció enojarla.

— Me alegra verte mi amado esposo, me honraría si decidieras dar un paseo con migo— hablo finalmente Wang Jun.  Aquella invitación lo tomo desprevenido, teniendo en cuenta que estaba en ese momento con la princesa.

— Si nos gustaría que se uniera — exclamo rápidamente la princesa, obviamente no queriendo quedar fuera de los planes del mayor. Ante ese comentario Wang pareció notar la presencia de la princesa.

— Me disculpo con usted princesa, pero por ahora me gustaría tener un tiempo a solas con mi Rey consorte, espero no le moleste—

— P-por supuesto mi Rey—  dijo con una mueca nada alegre ante el desplante, pero el Rey pareció ignorarla una vez más.

Wang se soltó del agarre de la princesa y se acercó brindándole la mano a Feng. Dudo en aceptarla pero finalmente lo hizo, se despidió con un gesto de una nada alegre princesa antes de darle la espalda, esta le dirigía una mirada de odio puro.

El también llevaba el anillo puesto, pero estaba a diferencia de Wang Jun el suyo estaba escondido entre sus túnicas, no fue hasta que  Wang le pidió su mano que este fue revelado. El Rey parecía complacido con el hecho de que su regalo fuera bien recibido. Caminaron en silencio entre la naturaleza un buen rato, solo disfrutando de la compañía del otro.

— En unos días partiré a la frontera, la guerra pronto tendrá su inicio. Ya hemos recibido varias amenazas del enemigo y debo estar allí cuando todo esto comience. Me reuniré con mis generales en el palacio de Verano—  la relativa paz con la que habían vivido estos días pronto acabaría.

—  Iré contigo—  la mirada severa que le fue dada lo intimido un poco.

— No, no iras te quedaras aquí—  sentencio.

— No es una pregunta, iré— él también sabia como ser testarudo.

— No Feng, no iras, ¡es peligroso! — sabia como terminaría todo. Este tipo de conversación ya la había tenido.

—Puedo defenderme.  Se hacerlo y lo hago bien. Sabes que también un guerrero. No me conviertas en un inútil,  no puedes esperar a que me quede mientras hombres mueren por mi causa—trato de medir su tono no quería perder el control.

— Sé que puedes defenderte, ¡pero no se trata de eso! —

— Entonces dime ¿qué es?, para que pueda entenderlo— Wang lo miraba severamente pero este no soltaba las palabras — Mi padre me adiestro en varios temas, puedo ser de ayuda—

— No iras, soy tu Rey y me obedecerás— eso dolió. Esas palabras eran similares a las de esa noche. Wang pareció notar su error e intento hablar nuevamente. Pero Feng no le dio esa oportunidad, lo miro dolido y se giró marchándose del lugar.

Llego a su habitación, tomo el anillo de su dedo y lo arrojo, se lanzó sobre la cama  y ahogo un grito en la almohada. Maldita sea no podía creer que Wang Jun lo tratara como un incapaz, odiaba eso.

 No entendía porque no lo llevaba, también quería estar allí…y cuidar de él. El campo de batalla siempre sería peligroso ya sea para un Rey o un soldado, no podía imaginarse tranquilo pensando en que Wang estuviera en riesgo ¿Por qué más bien Wang no lo entendía? como si fuera poco también tenía que arruinar todo con esa estúpida orden. Sabía quién era el Rey y no necesitaba uno, necesitaba un esposo.

Una vez desahogo su rabia se levantó y busco el anillo, le costó encontrarlo  tuvo que desordenar casi toda la habitación, se sintió aliviado cuando finalmente lo hayo, lo observo y nuevamente lo puso en su dedo.

Esta vez Wang no vino a pedir disculpa y retractarse de su decisión.

 

****

Llego el dia, observo como los soldados y la comitiva del rey se preparaba para su partida a la frontera. Desde su encuentro en el jardín  no hablo con Wang Jun, realmente se rehusaba a hacerlo.

Wang trato de acercase pero no para dar sus brazo torcer sino para poder conquistarlo de nuevo con pequeños detalles. Ahora lo importante era la guerra no entendía por qué Wang se desgastaba en algo como eso cuando frente a todo lo que pasaba era algo insignificante, no había tiempo de ello. Además,  no podía perdonar que no lo llevara cuando él también debía estar combatiendo a su lado. No era una flor delicada a la cual cuidar y dejar en una caja de cristal.

Tenía  que cumplir con la costumbre de despedirlo de todos modos así que se encontraba en el gran patio con sus dos doncellas, viendo a los soldados organizados desde la gran plataforma. Los ministros lo rodaban, inclinados a la espera del Rey. Detrás de él también se encontraba la princesa Wei, quien tenía lágrimas en su rostro manteniendo su actuación de pobre esposa desolada.

El Rey no tardó en llegar en su gran armadura. Se veía imponente, autoritario y arrogante como todo un noble. Subió a la gran plataforma en la que se despidió de sus servidores hasta llegar a la princesa Wei  a quien dio una mirada de incredulidad al ver su rostro lleno de lágrimas, se despidió cortésmente y continuo. Wang Jun finalmente llego a él.

— El Dios de la Guerra y la victoria lo acompañen esta travesía mi señor— hablo mostrando sus respetos.  Cuando levanto su rostro se sorprendió, esa mirada era tan intensa que su corazón se sintió abrumado. Más fue su sorpresa cuando Wang lo tomo de su cadera y lo acerco íntimamente su cuerpo, sus labios fueron tomados apasionadamente en medio de todos. Estaba tan atónito que solo pudo posar sus manos en el pecho del mayor.

Eran el centro de todas las miradas en el lugar, pero fueron apartadas rápidamente ante la vergüenza de ver algo tan íntimo siendo hecho público. Aquello no era lo propio de un Rey y su consorte pero no le importo y se dejó llevar respondiendo el beso. Wang se separó y acaricio su rostro como solía hacerlo.

— Te veré pronto amor mío—  Wang no espero alguna respuesta, se giró y no volvió su mirada. Monto su montura y se marchó seguido de sus  tropas. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras  lo miraba marcharse. Hablo a sus guardianas.

— ¿Está todo listo?-

— No, pero pronto lo estará— contesto Mei

— Bien, necesito que sea rápido—  

Si Wang Jun pensaba que se quedaría de sin hacer nada pensó mal.  Él ya tenía sus propios planes.

 

Notas finales:

Gracias por leer!!!

 

cualquier comentario, duda, queja o felicitacion es bien recibida!

 

Abrazos!!


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