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Sutil cambio por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

¡Boom, baby!

Les traigo actualización... si es que alguien sigue leyendo XD 

¡Gózenlo!

 

 

En el almuerzo era la única oportunidad donde todos veían a Tsuna y en ese día no fue la excepción, porque por sobre todas las cosas, el jefe gustaba de estar con su familia. Todos lo veían entrar de último en el comedor, con el traje bien puesto, el porte altivo y esa figura esbelta que lo caracterizaba. Destacaba el rostro adornado por una sonrisa amable, pero claro… a veces eso no era suficiente para los admiradores. Gokudera gruñía al ver que ciertas miradas de dos alimañas en esa mesa se desviaban a cierta parte de la anatomía del cielo, ¡descarados!

La plática se daba mientras ingerían sus alimentos, todos intervenían con cualquier cosa, animados porque el cielo sonreía al escuchar las hazañas en sus misiones o cualquier otra situación, incluso las peleas eran divertidas si es que no se salían de control. Todo muy bonito hasta que dos personas sacaban una sola frase al aire y entonces las descaradas insinuaciones de la niebla se daban hacia Tsuna, pero éste parecía no darse cuenta y seguía con su plática normal. No cabía duda que ciertas cosas no cambiaban y su querido cielo mantenía esa ingenuidad que le daba un aura tierna e inocente. Sin embargo, cuando las palabras no eran suficientes, Mukuro trataba con el contacto físico, mas, era ahí donde incluso Hibari actuaba y en varias ocasiones se vio con la intención de llevarse al décimo al hombro si es que era necesario, todo con tal de para declararlo como suyo

Reborn miraba todo en silencio, disfrutando del caos que se daba en la mesa por parte de los más ruidosos que eran limitados por los calmados y sutiles. Lo que más divertido les parecía era su despistado alumno, quien se concentraba más en comer y pensar en las cosas que “hurtaría” disimuladamente para su nido, antes que en hacerle caso a alguien más. Era como jugar al tira y afloja o algo parecido puesto que, mientras los alfas presionaban, el omega simplemente aflojaba de modo que nadie pasaba del límite establecido. Aunque siempre había un arriesgado

 

 

—Tu mirada brilla más, Tsunayoshi — fue sólo un segundo de descuido por parte de Gokudera que calmaba la pelea de Hibari y Ryohei, como para que eso pasara — y tu olor es más dulce kufufu

—Mukuro — susurró el sentir como el otro se acercaba a su mejilla, ni siquiera se había dado cuenta en qué momento su niebla se acercó tanto. De lejos, todos se quedaron quietos, expectantes, listos para saltar sobre Mukuro si se atrevía a hacer algo inapropiado

—Tu celo es mañana, ¿verdad? Porque…

—Mukuro — el cielo elevó un poco más el tono de su voz mientras empujaba la frente de su guardián con la punta de su dedo índice — estas intentando someterme con tu olor y sutil voz — la mirada del castaño perdió brillo mientras alejaba a Mukuro de sí — sabes lo mucho que eso me molesta — enfatizó la última palabra de tal forma que Lambo sintió un escalofrío y soltó su tenedor  

—Mukuro-sama — susurraba Chrome en advertencia, ella, mejor dicho, todos sabían que Tsuna odiaba que los alfas usaran su voz o feromonas para intentar algo con él

—Merece un castigo Tsuna — Reborn encendió la llama que hacía falta para la fogata y todos se quedaron estáticos previendo lo que pasaría — también vi a Kyoya intentando entrar a tu cuarto hace un par de horas — todos sabían que Reborn disfrutaba mucho de poner leña al fuego y el resultado era ese

—Ustedes dos — Tsuna sonreía sutilmente, pero el aura que desprendía no era la amable y risueña de siempre, sino que era oscura y tenebrosa. Estaban en problemas cuando Tsuna se levantó de su lugar tanto como para que Lambo se excusara y Chrome le siguiera, así que también Ryohei y Takeshi huyeron del lugar

—Suerte — susurró el último en salir con apuro del comedor

—¡Mukuro! ¡Kyoya! — oh sí, el cielo estaba enfadado

 

 

Reborn sólo tuvo que dar dos pasos hacia atrás para evitar el primer ataque de su alumno, en ese caso fue una copa voladora dirigida a Hibari. Mukuro apenas y pudo evitar la patada que el castaño le dio para alejarlo, así como esquivar los golpes hábiles que le siguieron a la primera agresión. Gokudera saltó lejos cuando una silla voló en la dirección de Hibari quien, con tonfas en mano, quería “agarrar” al cielo de la forma difícil y lo demás ya era bien sabido. La regla era: jamás intervenir en la lucha de Tsunayoshi Sawada cuando estaba enfadado, especialmente si los oponentes eran alfas. Por esa razón Reborn y Gokudera sólo eran espectadores que actuarían si fuera extremadamente necesario

¿Cómo se derrotaba a dos alfas problemáticos? El método de Tsuna variaba dependiendo de su humor y paciencia. A veces simplemente los golpeaba, peleaba, les lanzaba sus mejores ataques y una advertencia cuando los ánimos se calmaban. Otras veces los congelaba sin aviso previo aviso. En pocas ocasiones les regañaba y se iba sin dar algún castigo físico; pero en esa ocasión usó una estrategia rápida y eficaz. Tsuna emitió esas feromonas seductoras que nublaban la mente de los alfas –cabe recalcar que era un método que Tsuna odiaba, pero que era efectivo al cien por ciento—, los hizo retroceder lo suficiente como para no sentirse ahogado. Los envolvió en su propia esencia, confundiendo los sentidos agudos que tenían y que incluso afectó a Gokudera que tuvo que usar un pañuelo en su nariz por precaución. Finalmente los congeló cuando se divirtió lo suficiente al verlos temblar y quiso terminar con el mal momento. Incluso Kyoya no se resistió a esa “seducción” y terminó como una estatua pintoresca en el comedor junto a Mukuro

Tsuna miró desaprobatoriamente a sus dos bonitas paletas sabor niebla y nube, antes de decirles que su castigo terminaría cuando pasase el tiempo de su celo para evitar cualquier tipo de problemas. Reborn reía por lo bajo, limpiándose lagrimillas inexistentes, el espectáculo que Tsuna daba siempre era de su gusto. Gokudera halagaba la estrategia de su jefe, sonriendo con superioridad ante los dos guardianes congelados –que nadie sabía si es que escuchaban o no, pero permanecían con sus ojos abiertos—, y al final Tsuna se retiraba a seguir con sus labores, aunque no rebelaría cuales eran

 

 

—Sin esos dos, todo está más calmado — Gokudera miraba los pasillos y suspiraba profundamente — es perfecto — no sentía nada raro en esa tarde

—Es verdad — Takeshi lo estaba ayudando a terminar con los pendientes, además de re-agendar las reuniones de Tsuna para esa semana — así es más tranquilo, pero Tsuna da miedo a veces — reía despreocupadamente

—Idiota

—Debes aceptar que se ha vuelto un líder digno de…

—Ey friki del béisbol… — interrumpió a su compañero — ¿no escuchaste algo raro? — Gokudera retrocedió sobre sus pasos debido a un leve ruido que escuchó de repente

—Es tarde, no debe ser nada más que el viento — siguió al de ojos esmeralda, pero no veía nada raro en la penumbra que anunciaba que pronto la noche caería

—O un fantasma — inquirió Hayato mientras trataba de ver algo raro, pero nada — pero… ¡qué digo! Se me está pegando tu estupidez

—No hables así, Hayato — sonreía mientras le palmeaba la espalda — a Tsuna no le gusta

—Que no me llames por mi nombre — protestaba con el ceño fruncido

—Pero si somos amigos desde hace años — sonreía sin molestarse, tantos años de convivencia no eran en vano — vamos Hayato, bebamos algo para celebrar la tranquilidad

—Ja, esos dos se lo tienen bien merecido — sonreía triunfal mientras retomaba su caminar con el azabache — bebamos en frente de ellos para hacerlo sufrir

—Parecen paletas de helado — comentaba Takeshi mientras se estiraba y recordaba lo que vio en el comedor hace un par de horas — me dan un poco de pena. Les dará un refriado cuando los descongelen

—Ellos se lo buscaron

—En eso tienes razón, Hayato

 

 

Lejos de ahí, Tsuna respiró suavemente, aliviado porque sus amigos no lo detectaron en sus andanzas, pues sería demasiado vergonzoso que lo descubrieran en esas fachas o en esas actitudes. Daba gracias a que esos inhibidores de aroma funcionaban bien para ocultar sus feromonas previas al celo. Iba en hurtadillas por los pasillos, empujado por la necesidad de más cosas para su lindo y bien fabricado nido. Tsuna juraba que regresaría todo a su lugar cuando terminara, pero por ahora sólo podía ir de habitación en habitación recogiendo lo que le parecía conveniente. En sus manos tenía una bufanda de Lambo, de su cachorro, y hasta se avergonzaba de estar pensando así, pero no podía evitarlo. Le faltaban cosas de Fuuta y de I-pin, así que por eso seguía recorriendo la mansión en silencio y sin que nadie lo viera

Se encaminó en silencio hasta la habitación de limpieza general y sonrió con emoción al descubrir las prendas que aún no eran lavadas. Todo eso era como un tesoro para él en esos momentos, así que con paciencia empezó a diferenciar las cosas de cada quien. Esculcaba mientras su nariz le guiaba a tomar todo lo necesario con rapidez. No quería ser descubierto por algunas de las sirvientas, así que con prisa enrolló todo lo que le pareció atractivo en una sábana y de nuevo se escabulló a su habitación. Estaba seguro que con eso su nido estaría completo y de esa forma podría despertar a gusto en su celo, sintiéndose protegido entre tantos aromas agradables y el calor reconfortante de su familia

 

 

Celo…

 

 

Era la mañana más especial en la mansión, mejor dicho, una de las más especiales pues al tener varios omegas en casa, siempre eran especiales los celos que llegaban en distintas fechas. El aroma sutil se percibía en las habitaciones de la planta baja, en las habitaciones cercanas a la de Tsuna se sentía con fuerza y ni se dijera en la habitación del cielo. Un aroma a duraznos y miel que brotaba como muestra de que un omega era el jefe de toda esa mafia imponente. Nadie lo hubiese imaginado años atrás, pero sí, Tsuna era uno de los pocos, por no decir el tercer omega, en liderar la mafia, pero no por eso debía ser despreciado, por el contrario, debía ser temido

Las amas de llaves tocaban la puerta con tres golpes antes de dejar la bandeja con la comida en el suelo y después se paraban al final del pasillo hasta verificar que aquel delgado brazo saliese a recoger la misma, de esa forma ellas se aseguraban que el cielo se alimentara o necesitara de su ayuda. Se daban una vuelta poco después, recibiendo la bandeja vacía en conjunto con una nota perfumada por el celo, que relataba un agradecimiento o alguna cosa que necesitara para esos días, pero generalmente el propio Tsuna llevaba a su cuarto todo lo necesario para pasar su celo con confort. Incluso tomaba sus supresores cuando no soportaba los efectos de su celo, caso contrario los evitaba

La mansión estaba calmada, sin rastro de desastres ajenos a las discusiones entre guardianes o burlas hacia las dos paletas humanas que adornaban el comedor. Todo era completamente normal a excepción de la falta de cierto castaño, pero el aroma que inundaba la mansión era suficiente como para tenerlo cerca. Pasadas las horas más largas de la mañana, Gokudera se sentaba a revisar los documentos con los que podía ayudar a su jefe, en conjunto con Chrome, pero ya llegada la tarde ambos volvían a sus labores normales, incluyendo la planificación de la cena y la revisión de la seguridad. Al final se daban un merecido descanso, pero algo hubo de diferente esa noche

 

 

—Gokudera-kun — esa voz suave y ese aroma tan delicado solamente podía ser de una persona

—Décimo — se sorprendió al verlo en el pasillo que tenía que cruzar para llegar a su habitación — ¿se le ofrece algo? ¿Se le acabaron los supresores? — indagaba con preocupación

—Nada de eso — sonrió con amabilidad propia, con las mejillas rojas y cabellos levemente desordenados — es solo que… ¿por qué me miras así? — se extrañó al ver el brillo en el iris verdoso que conectó con sus ojos  

—Yo… bueno — se alteró pues era inevitable no perderse en ese brillo natural de los ojos achocolatados de su jefe o embriagarse con la dulzura de ese celo tan particular — discúlpeme décimo — dijo ofreciendo una reverencia — es que su imagen actual es muy adorable, ¡perdón por distraerme!

—No recuerdo desde cuando eres tan sincero — rió suavemente y en el vientre de Gokudera revolotearon algunos insectos molestos que a veces no podía ignorar

—Lo siento — se disculpó de nuevo antes de levantarse para mirar a su jefe, quien gentilmente le restaba importancia al asunto y… era hermoso. Gokudera sacudía levemente su cabeza para quitarse esos pensamientos impropios de esa situación. Era el guardián de la tormenta, mano derecha del décimo Vongola, ¡debía centrarse, por dios! Debía defender a su amado décimo hasta de sí mismo — pero dígame, décimo, ¿qué necesita de mí?

—Hay algo que debo mostrarte — Tsuna sonrió mientras hacía una seña para que su amigo lo siguiera — es algo… que… quiero que identifiques

—Claro, décimo

 

 

Gokudera seguía a su jefe mientras disimuladamente aspiraba ese dulce aroma y apreciaba la belleza de esa persona tan especial para él. Era un alfa, obviamente ignorar el esplendor de un celo era casi imposible, pero controlarse fue su trabajo desde el inicio. Pero más allá de eso, ganarse la confianza de la persona que admiró e idolatró desde su juventud era lo que más le motivaba, y aparte… un sentimiento al que no podía ni quería darle nombre, también le empujaba a quedarse junto a su jefe y ayudarlo en todas las etapas difíciles que atravesara. Era feliz con eso, tan solo con una sonrisa agradecida que le era dedicada. Tan metido en sus pensamientos estaba que no se dio cuenta que cierta puerta que fue abierta, reaccionó cuando el aroma que brotó de esa habitación lo aturdió un poco

El aroma fuerte le golpeó de frente, extasió sus sentidos, le produjo un toque cálido en el pecho y un sonrojo leve. Era el aroma del celo de su querido décimo, qué más podría pedir sino el privilegio de sentirlo tan intensamente. Ingresó a la habitación cuando se le fue permitido y vio todo en penumbras, bajo la iluminación dada solamente por las lámparas de noche distribuidas al ingreso. Se sorprendió un poco por el desorden y los muebles juntos a la entrada, pero no dijo nada y sólo miró con duda a su jefe, para después pedirle con cortesía la tarea que le sería encomendada

 

 

—Gokudera-kun — sonrió antes de verificar que su puerta estuviera asegurada y él pudiera estar tranquilo — quiero que me digas… a quien pertenece esto — buscó en un cajón y sacó una polera de color negruzco con filos de color rojizo

—Oh, eso

—Lo tomé de… lo encontré en el pasillo cuando volvía de la cocina — mintió descaradamente mientras miraba a su tormenta tomar la prenda y sonreír — quería saber quién era el dueño para devolvérsela

—Es mía — sonrió al reconocer su, obviamente, finísimo gusto en prendas de vestir casuales — alguien debió dejarla caer. La dejaré en el cuarto de lavado de inmediato. Disculpe las molestias, décimo

—Es tuya — Tsuna se alegró sin poder evitarlo. Aquella prenda que había tomado sin darse cuenta y que antes de acomodar en su nido le brindó un aroma agradable, al fin mostraba a su dueño… su intuición no le había fallado — es genial

—¿Se le ofrece algo más, décimo?

—Yo quiero preguntarte algo, Gokudera-kun — sonrió, sintiendo la dicha en su pecho, porque no imaginó que sus propios actos le revelarían algo tan importante como eso

—Claro. Le responderé sin importar lo que sea

—¿Te gusto? — Tsuna lo dijo sin reparo, sin duda o tartamudeo

—¿Eh?

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Vaya, hoy me levanté un poco triste… ¿y cómo se combate la tristeza? Pues corrigiendo un capítulo todo dulce –al menos así lo veo yo- de un fic XD

Espero que les haya gustado~

Nos veremos mañana, tal vez~

Muchos besos~

Las ama: Krat

 

PD: Creo que no pondré lemon porque perdería el encanto “tierno” que posee~


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