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Lo prohibido es siempre tentador. por V_Cryer

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Notas del capitulo:

Buenas, les traigo un nuevo capítulo. Creo que esta vez quedó un poquito más largo, espero les divierta leerlo y creo que desde ahora comenzaré a actualizar los viernes, ya que es donde más tiempo tengo.

Sin más que decir, l@s dejo con el cáp. de hoy. ¡Cambio y fuera!

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-          Zeus, eres el dios más injusto de todos, nunca te lo he dicho, pero en el fondo de mi oscuro corazón, te odio.

Hades, dios gobernante del inframundo y de los muertos, hijo mayor de Cronos y Rea, caracterizado por poseer el yelmo de invisibilidad y un aura oscura.

-          Y, ¿has venido al Olimpo sólo para decirme eso?

Zeus, dios gobernador del cielo y de lo demás dioses del Olimpo, hijo menos de los titanes Cronos y Rea, caracterizado por poseer el rayo. Él junto a sus hermanos (Poseidón y Hades), destronaron a su padre y se dividieron la tierra entre los tres.

-          No – se cruzó de brazos el dios del inframundo – También he venido a ver a Hefesto

-          Pues, ve a buscarlo y déjame en paz – suspiró con frustración – Suficiente tengo con Poseidón que todos los días viene a molestarme. ¿Acaso creen que me sobra tiempo?

-          Si, de hecho, lo único que haces es conseguir amantes e “intentar” mantener la paz entre los mortales, pero ni siquiera eso haces bien

-          Repito, ¿de verdad sólo has venido a decirme que hago mal mi trabajo y que pierdo mi tiempo buscando amantes?

-          Exacto – respondió con sequedad – eres pésimo como gobernador y pierdes el tiempo en amantes.

Aquel comentario molestó notoriamente al dios del trueno, quien con el ceño fruncido se levantó de su trono y caminó hacia Hades con prepotencia.

-          Al menos mis hijos son reconocidos en toda Grecia – espetó una vez estuvo frente a Hades – Tu ni siquiera tienes hijos

-          No, pero al menos respeto a mi esposa

-          ¿Respeto? ¡No me hagas reír, la secuestraste antes de que aceptara estar contigo!

-          ¡Al menos le soy fiel, no como tú que siempre engañas a Hera!

-          ¡¿Cómo sabes eso?!

-          ¡Todo el Olimpo lo sabe! ¡Incluso en el Inframundo! – quienes pasaban por ahí solo se limitaban a ignorar al par de dioses que de apoco comenzaba a elevar la voz.

-          ¡No me grites!

Mientras los dioses discutían, por allí cerca pasaba Poseidón; dios gobernante de todos los mares y productor de terremotos. Mayor que Zeus, pero menor que Hades, caracterizado por poseer el tridente que controla los océanos.

Al vislumbrar a sus hermanos discutir, decidió acercarse para tratar de hacerlos entrar en razón.

-          ¡Oigan, oigan! – trató de llamar la atención de ambos - ¿Nunca pueden verse sin terminar discutiendo?

-          ¡No te metas, cara de delfín! – gritaron al unísono, haciendo caso omiso al dios del mar

-          Bueno, pero no me griten – sollozo Poseidón

Pasaron los minutos en los cuales ni Zeus ni Hades cesaron, en algunos momentos se intentó regresar a la paz, pero no se consiguió. Poseidón intentó en reiteradas ocasiones calmarlos, pero todo fue en vano. Hasta que ella apareció.

Reina de los dioses, esposa y hermana de Zeus, diosa del matrimonio y la familia. Caracterizada por poseer las plumas del pavo real y estar coronada con el polos.

-          ¡ESCUCHEN PAR DE INUTILES! – bueno, también por poseer un carácter fuerte - ¡SUS PELEAS YA ME TIENEN HARTA! ¡¿ACASO NO PUEDEN COMPORTARSE COMO DIOSES MADUROS?!

Ambos dioses se quedaron en silencio, intimidados por el comportamiento de su hermana, quien continuó regañándolos.

-          ¡Siempre es lo mismo, desde que se dividieron el mundo, se la pasan discutiendo! ¡Y lo peor es que discuten por estupideces!

-          Hera, yo no…

-          ¡Silencio Poseidón! – interrumpió la diosa - ¡He estado suficiente tiempo escuchándolos! ¡Ahora es momento de me escuchen ustedes!

Pasaron las horas en las cuales Hera no dejó de hablar y de señalarle a los dioses todo lo malo que habían hecho hasta la actualidad. Los dioses permanecieron en silencio y avergonzados por la humillación a la que lo sometía Hera.

-          ¡Y si vuelven a comportarse así otra vez, los enviaré al tártaro con nuestro padre, ¿entendido?! – al terminar su discurso su mirada era tan amenazadora que lo único que pudieron hacer los dioses fue asentir, y antes que la diosa se marchara ordenó a Hades y Poseidón a buscar algo que hacer, pero que no fuera juntos. Y a su esposo Zeus le ordenó volver a sentarse y quedarse allí hasta que ella le dijera.

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-          Hefesto, ¿estás? – preguntó el dios del inframundo al llegar al taller de Hefesto. Se sorprendió al encontrar al dios de la guerra en lugar del dios herrero.

Este último se encontraba recargado en la pared, mirando al suelo, parecía absorto en sus pensamientos. Le parecía extraño encontrarse con él en ese lugar y sobre todo le parecía raro que Ares no reaccionara a su voz.

Se acercó y lo miró un poco más de cerca, produciendo una reacción por parte del otro, sobresaltándolo.

-          ¿En qué piensas? – preguntó con curiosidad

-          ¡Viejo! – lo nombró el más “joven” - ¿Por qué no anuncias cuando llegas?

-          Que tu no me escucharas es tu problema – se alejó un poco, observando al dios bélico - ¿Qué haces aquí? Me resulta sospechoso, verte por este lugar

Ares lo miró por unos momentos, y decidió contarle hasta cuando Hefesto lo curó, claro que omitió la parte de su sueño.

-          Y luego me dijo que era un amargado – suspiró

-          ¿Qué te sucede? – el dios soberano del inframundo se veía más pálido de lo normal, parecía como si hubiera visto algo de otro mundo

-          ¿De qué hablas?

Hades se acercó a él, examinándolo; toco sus mejillas, su frente, miró detenidamente sus ojos e incluso le abrió la boca comprobando que no tuviera nada fuera de lo normal.

Ares lo empujó disgustado.

-          ¿Qué crees que haces? – le gruñó

-          Estabas hablando muy raro sobre Hefesto – el tono de Hades era de preocupación – Así que creí que podrías tener algún mal.

¿Hablando raro? Quería preguntar a qué se refería Hades, pero sentía pavor por la respuesta. Así que sólo se limitó a decir <<Son ideas tuyas>>, claro que como era de esperarse, esa respuesta no convenció al dios del inframundo, quien se acercó aún más al dios bélico en busca del “mal” que pudiera padecer e intentar ayudarlo.

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Se encontraba volviendo a su taller, había olvidado llevarse el escudo de Atenea consigo. Todo era culpa de Ares, si no hubiera sido por él la diosa de la sabiduría no lo habría regañado. A veces se preguntaba, “¿cómo es posible odiar tanto a alguien?” Y otras se cuestionaba, “¿Alguna vez podré llevarme bien con él?”. No es como si esas preguntas se las hiciera a menudo, pero cuando lo hacía, le costaba concentrase en otra cosa.

-          ¡Hefesto¡ -escuchó el dios herrero una voz aproximándose por detrás, y al voltearse se encontró con el dios del amor

-          ¿Eros? ¿Qué sucede? – el dios frente a sí sonrió ampliamente y comenzó a carcajearse

-          Y bien, ¿qué opinas sobre su nueva actitud?

-          ¿Actitud?

-          ¡Así es! ¿Qué opinas? Tuve que pedirle ayuda a Morfeo para meterme en sus sueños-rio con ganas- Espero que la primera persona que hayas visto no hayas sido tú. – hablaba rápido, aunque eso era normal en él

Realmente no solía entender cuando Eros le hablaba, le mezclaba las peras con las manzanas sumado a que su velocidad al hablar era rápida y no respiraba cuando lo hacía. Aun así, intentaba comprenderlo, repetía las oraciones en su cabeza y le daba respuestas cortas para que se quedara satisfecho. Aunque en estos momentos parecía que le comprendía, sobre todo las palabras “actitud”, “sueños”, y la última frase.

-          ¿Hablas de Ares?

-          ¡Pues claro! ¿De quién más si no? – carcajeó un poco – Recuerdo que hace unos meses atrás dijiste que te gustaría que el idiota de Ares cambiara su actitud contigo y que ojalá dejara de estar detrás de Afrodita

-          ¿Yo dije eso? – no lo recordaba, a no ser que haya estado muy ebrio

-          ¡Si! Y me la he pasado desde entonces buscando alguna solución para eso – Hefesto comenzaba a sentir pánico, rogaba para que Eros no le dijera lo que no quería escuchar - ¡Y la encontré!

El dios herrero palideció

-          ¿A-así? – tartamudeó, sin poder evitarlo

-          ¡Si! Decidí que lo mejor sería intervenir en sus sueños y darle con una de mis flechas para que se enamorara, aunque lo más difícil fue convencer a Morfeo de que me ayudase, decía que no quería tener problemas con Ares, pero al final terminó colaborando – se acercó un poco más a Hefesto – Aun no me respondes, ¿funcionó o no? Sería muy triste si hubiese fracasado

Hefesto no sabía que responder, si bien era cierto que Ares actuó un poco extraño en la madrugada, pero su humor habitual se encontraba casi intacto. Aparte comenzaba a pensar en que a la primera persona que Ares vio cuando despertó fue a él y temía que fuera lo que pensaba.

-          Oye Eros, ¿Qué pasaría si la primera persona que Ares vio… - le daba miedo terminar la frase - …haya sido yo?

-          ¿Eh? – Eros cambió su sonrisa a una nerviosa - ¡Ah¡ Mira el sol, ya se me hace tarde –rió nerviosamente mientras se alejaba de Hefesto- Debo irme, nos vemos en otra ocasión Hefesto – y sin agregar más huyó del lugar lo más rápido que pudo. Todo esto no le daba un buen presentimiento al dios del fuego, quien se dirigió rápidamente a su taller, rezando porque el dios bélico ya no se encontrara allí.

Al llegar a su taller no necesitó entrar para escuchar que allí dentro aún estaba Ares, pero no estaba solo y parecía estar discutiendo.

-          ¡Oye, ¿Qué estás haciendo?! ¡Aléjate! – aquella era sin duda la voz del dios bélico, sonaba molesto, aunque no era novedad

-          ¡Estoy seguro de que tienes algo malo, no es normal en ti hablar de Hefesto de esa manera! ¡Quédate quieto! – sin embargo, la voz de aquel tipo le costaba distinguir, era grave, pero rasposa. Lo que más le inquietaba era que estaban hablando sobre él.

-          ¡No tengo nada malo, sólo te comentaba de lo amable que fue!

-          ¡¿Ves?, tu no sueles hablar así del él! ¡¿Qué te sucede?!

Se sentía incómodo escuchando aquella “conversación”, así que decidió interrumpirla.

Al entrar se encontró con el dios del inframundo sujetando por los hombros a Ares y sacudiéndolo un poco, mientras este último forcejeaba intentando alejarlo.

-          ¡Ejem! –carraspeó cruzándose de brazos, y a su vez llamando la atención de ambos – Disculpen si los interrumpo, pero su discusión se escucha desde afuera y realmente es algo molesto – se dirigió hacia su zona de trabajo a buscar el escudo de la diosa de la sabiduría – Y si no es mucha molestia, me gustaría que dejaran de hablar sobre mi

-          ¡No estábamos hablando de ti! – se apresuró a decir el dios de la guerra

Hefesto lo miró y le sonrió. Por alguna razón le causaba ternura aquella actitud en Ares, no quería admitirlo ni pensar en ello, pero la conversación anterior con Eros lo dejó un poco confundido, no sabía cómo sentirse frente a Ares, ni cómo actuar. Hades lo notó, sin saber cómo reaccionar, aquel comportamiento por parte de ambos dioses no era normal, y realmente le parecía un poco escalofriante.

Ares al ver que el dios del fuego le dedicaba esa sonrisa, no pudo evitar sentir algo agradable dentro de su pecho, era una sensación cálida que nunca antes había sentido, ni siquiera cuando Afrodita le ofrecía acariciar su cabeza. Se sentía extraño y sabía el por qué, pero no lo admitiría. Tenía por asegurado que no debía involucrarse con el otro en este sentido, si lo hacía…sería su perdición.

Alejó todos esos pensamiento de su cabeza y se acercó a Hefesto, este lo miró extrañado, preguntándose qué es lo que haría el otro.

Todo rastro de extrañez quedó opacado por la sorpresa. Ares le extendía la mano sin mirarlo directamente.

-          ¿Qué…

-          Lamento no haberme tomado tu humor de buena manera – interrumpió en voz baja, aún extendiendo su mano - ¿Por qué no la tomas?

Se sonrojó por el malentendido que la palabra ocasionaba en él, rápidamente alejó eso de su mente, pero una nueva sensación comenzó a invadirlo cuando el otro tomo su mano. Era aún más cálido que su sonrisa, inconscientemente comenzó a temblar, pero no apartó su mano, decidió disfrutar de aquel momento por unos segundos más hasta que la voz del dios herrero lo trajo nuevamente a la realidad.

-          Acepto tu disculpa, señor orgulloso – se burló, aunque sin intención de ofender al otro, apretando más la mano de Ares y acercándolo un poco - ¿Nadie te dijo que cuando te disculpas debes mirar a la otra persona a los ojos?

Resignado el dios de la guerra lo miró con cierta timidez, Hefesto le sonrió con satisfacción y estrecho aún más la mano del otro, sacudiéndola.

Hades los miraba, sorprendido por lo que estaba viendo, Ares lo notó e inmediatamente apartó la mano del otro haciendo una señal de despedida con esta y caminando a buscar su armamento.

-          No te metas en más problemas, señor orgulloso – le dijo el dios del fuego – No sería agradable tener que curarte todo el tiempo

Ares lo miró sin decir nada, sólo sonrió. Sonrió de forma habitual. Sonrió en la manera que lo hacía cuando retaba a alguien en el campo de batalla o cuando algo le salía bien. Hefesto sintió su pecho apretarse por un momento, aunque no supo con que asociarlo.

Aún con la sonrisa en su rostro el dios bélico se retiró del lugar dejando al par de dioses; uno extrañado con sus síntomas y otro anonadado con la escena reciente.

Notas finales:

*Polos: Es una corona cilindrica utilizaba principalmente por las grandes diosas


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