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Un problema muy problemático por LittleAyla

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Notas del capitulo:

Es muy corto, lo sé, pero apenas me quedan cuatro días de clases antes de vacaciones de Navidad y no tengo tiempo de hacer nada, así que espero que esté lo suficientemente bien.

¡Prometo que el próximo será más largo y mejor!

Los guardias lo habían llevado de vuelta a la habitación donde Zane había intentado hacer de las suyas y a este se lo habían llevado detenido a comisaría. Le habían dado una manta a Yuri y habían esperado pacientemente a que se vistiera y se calmara para poder hablar tranquilamente con él.

- ¿Puedo saber su nombre? - preguntó amablemente el hombre que lo había llevado en brazos hasta el lugar.

-Yuri Ostberg - murmuró aún actuando en su papel de víctima - y pueden tutearme - ciertamente no soportaba que lo trataran de usted.

El guardia asintió y le entregó una taza de té humeante, Yuri no podía evitar sorprenderse por la calidez con la que lo trataban, des de luego no se esperaba que fueran tan cuidadosos y se preocuparan tanto por un simple omega.

- Entonces Yuri, ¿podrías decirnos tu edad y lo que ha sucedido? - pidió - Tal vez no sepas que aquí en Corea del Sur tenemos una ley que protege a los omegas para evitar que sean abusados y marcados en contra de su voluntad mientras sean menores de edad, aunque si dependiera de mí extendería esa ley a cualquier edad, pero bueno. Así que si eres menor de veinte años podremos formular una denuncia si así lo deseas.

El chico asintió pero se mantuvo en silencio unos segundos, dando algunos tragos pequeños de la taza de té.

- Tengo diecisiete años... - empezó en lo que pareció un susurro - y-yo me fui de casa hace unos m-meses porque a mis padres n-nunca les gustó tener un hijo o-omega - tartamudeó cogiendo aire apresuradamente, como si el miedo le dificultara respirar - y no tardé mucho en encontrar a mi alfa... - sus manos se posaron en su vientre - e-el hombre que me estaba a-atacando es con quien mis padres querían que me casara - una lágrima resbaló por su mejilla - pero él es malo y cuando... cuando ha visto mi estado ha entrado en cólera y... y... - el guardia lo interrumpió.

- ¿Estás encinta? - Yuri asintió y el hombre se frotó el puente de la nariz, furioso - ¿Quieres denunciarlo? Cualquier juez se pondrá de tu parte.

Pero al contrario de lo que cualquiera hubiera esperado, Yuri negó con la cabeza. Pese a lo mucho que lo deseaba, en esos momentos no le convenía entrar en trámites legales, y mucho menos si implicaban juicios y abogados. Además, no quería ni imaginarse el dinero y el tiempo que eso le costaría.

- ¿No? - preguntaron confusos ambos guardias a la vez - Si lo haces lo más probable es que no le permitan la entrada al país, eso te aseguraría mucha más seguridad - habló el guardia que hasta el momento no había dicho nada.

- No - confirmó Yuri - El médico dijo que no puedo estresarme, si lo d-denuncio solo conseguiré eso. Además su f-familia tiene mucho dinero, no podría ganarles en un j-juicio - eso era cierto - y aunque lo hiciera él buscaría la forma de entrar de nuevo al p-país - eso también era cierto - s-solo quiero saber c-cómo me ha encontrado.

Ambos hombres lo miraron en silencio unos segundos pero finalmente suspiraron y asintieron, aceptando lo que decía.

- Bueno, aún puedes cambiar de idea - dijeron - ¿Quieres llamar a alguien para que te venga a buscar?

Yuri asintió y cogió su móvil, por lo visto se le había caído con los forcejeos que había hecho para soltarse de Zane y ni se había dado cuenta. Rebuscó entre sus contactos hasta encontrar el de Adela - guardado como Vieja del demonio - y esperó hasta que contestara - siete tonos después -.

- ¿Yuri? ¿Tú llamándome? ¿Ha pasado algo? - preguntó la anciana sorprendida.

- Voy a pasarte la dirección de un hotel, ¿podrías venir a buscarme?

- Por supuesto - dijo enseguida, notando algo extraño en el tono de voz de Yuri el cual continuaba con su actuación de víctima aterrorizada - ¿Te encuentras bien?

- Sí, solo he tenido un encuentro con... alguien del pasado.

Tras esas palabras Adela salió pitando de casa, cogiendo el primer taxi que pasaba y dándole el nombre del hotel al conductor. La verdad era que le había tomado mucho cariño a ese chico y estaría dispuesta a dar lo que fuera por él. Todo en él le recordaba a su juventud y por lo que tuvo que pasar y no deseaba que le ocurriera lo mismo a Yuri.

El viaje en coche se le hizo eterno pero cuando por fin llegó casi ni se acordó de pagarle al taxista - el cual tuvo que hacer sonar el claxon para que la anciana recordara que no era su chofer -. Cuando la señorita de recepción vio su apuro y preocupación adivinó a quién buscaba y enseguida le indicó dónde se encontraba el chico.

No diré que subió las escaleras a toda velocidad porque la mujer tenía casi ochenta años, así que lo dejaremos con que maldijo mil y una veces al ascensor por no ir más rápido. En cuanto las puertas se abrieron se apresuró a llegar a la puerta 614 que para su suerte estaba entreabierta.

- ¡Yuri! - exclamó con los ojos abiertos como platos al ver la escena.

El nombrado estaba en un rincón de una enorme cama king size, cubierto por un edredón, con una taza humeante entre las manos y obvios moretones que empezaban a oscurecerse en su mejilla y sus brazos - y otras partes de su cuerpo que no estaban a la vista -. Y en los sillones que había en el lado izquierdo de la habitación había dos guardias que la miraban sorprendidos.

- ¿Qué son todas estas marcas? ¿Quién te ha hecho esto? - interrogó mientras se acercaba a él y lo examinaba - ¿Te sientes bien? ¿Los bebés están bien?

Hubiera seguido preguntando pero la pequeña sonrisa que se formó en el rostro de Yuri - una que muy pocas veces podía ver - le indicó que todo había pasado y que ya no había de qué preocuparse.

- ¿Quién te ha hecho esto? - repitió, sentándose a un lado del chico y apartando mechones de pelo de su frente.

- No tengo ganas de hablar de eso.

- ¿Lo has denunciado? - insistió - Porque si no lo haces tú lo haré yo, ¿lo sabes, cierto?

Yuri rodó los ojos y la miró haciendo puchero.

- No te atrevas a hacer eso - dijo severamente el omega - Ese hombre tiene cantidades insultantes de dinero así que si lo denunciamos iremos a juicio y perderemos porque, o bien contratará a uno de los mejores abogados del mundo, o bien sobornará al juez o bien hará las dos cosas.

- Pero... - intentó volver a insistir pero Yuri la cortó otra vez.

- No, lo digo enserio. Si lo denunciamos lo único que nos traerá será problemas y si no lo hacemos me dejará tranquilo de una vez - eso no era cierto y lo sabía muy bien, pero al menos tendría algunos meses de calma y sin saber de él - Te he llamado para que me acompañaras de vuelta a casa, ya he molestado demasiado a Andrea estos últimos días como para ahora, que debe estar estudiando, llamarlo para algo como esto.

Ante esas palabras Adela no pudo negarse al pedido del chico y muy a su pesar sabía que tenía razón. Si de verdad el hombre que le había hecho eso tenía tanto dinero ganar el juicio lo único que ganarían con denunciarle sería problemas y dolores de cabeza.

- Bien, no haré nada, lo prometo - volvió a acariciar su rostro y suspiró, le dolía no poder hacer más para ayudarlo - Vamos, te llevaré a casa, supongo que estás cansado.

- Sí, lo estoy - reconoció levantándose de la cama - Muchas gracias - dijo a los guardias - han sido verdaderamente amables conmigo, nunca me lo habría imaginado.

Los dos hombres le sonrieron.

- No debes agradecérnoslo, solo hemos cumplido con nuestro trabajo - dijo uno de ellos - Si quieres saber cómo consiguió encontrarte deja tu número en recepción y en cuanto lo sepamos te avisaremos.

Yuri asintió.

- Muchas gracias - repitió antes de salir de la habitación con Adela rodeándole la cadera, preocupada de que en cualquier momento se desmayara.

Durante el trayecto en taxi el omega se quedó completamente dormido y acurrucado contra Adela, sintiéndose querido y protegido por la calidez que desprendía la anciana y cuando el coche paró frente a los edificios del chico la mujer se sintió incapaz de despertarlo al verlo tan profundamente dormido, así que el taxista se ofreció a acompañarlos hasta el piso.

Cuando llegaron frente a la puerta Adela no tuvo tiempo ni de llamar al timbre, un muy preocupado italiano abrió en cuanto oyó ruido en el rellano. No tardó ni dos segundos en coger a Yuri de los brazos del taxista - aún dormido - y llevarlo hasta su habitación para que pudiera descansar bien. Después volvió al salón donde Adela lo esperaba para responder todas sus dudas.

La mujer le contó todo lo que sabía y no pudo evitar sonreír enternecida al darse cuenta que Andrea estaba reaccionando igual que lo hizo ella cuando se encontró horas antes a Yuri lleno de moratones. Incluso tuvo que detener al beta cuando este intentó llamar a la policía para denunciarlo él mismo.

- Yuri ha dicho que no es necesario y confío en él - dijo Adela - ya sabes que su estado es muy delicado, lo que menos le conviene es meterse en un juicio que difícilmente ganará.

- Agh, ya lo sé pero no puedo soportar que le hayan hecho eso - dijo Andrea totalmente frustrado - Apenas lo conozco de hace unos meses pero le he tomado muchísimo cariño, ahora mismo lo considero un hermano pequeño y no tolero que dañen a mí familia.

La anciana sonrió.

- Eres una buena compañía para Yuri - afirmó ella - Mira chico... no sé si al final Yuri buscará al alfa y se lo contará todo como debería hacer y llevo tiempo diciéndole, pero como muy probablemente no me hará caso... cuídalo. Necesitará tu apoyo para lo que se le viene encima. Tanto si está solo como si está con el padre del bebé. Necesitará que estés a su lado.

Andrea asintió.

- También te necesitará a ti, creo... creo que Yuri ve en ti a la madre que siempre deseó pero que nunca tuvo. Eres realmente especial para él.

- Lo sé muy bien - aseguró Adela - lo sé muy bien...

No hablaron mucho más, después de asegurarse de que Yuri aún siguiera dormido y que todo estuviera bien la anciana se marchó, pidiéndole a Andrea que le dijera a Yuri cuando despertara que al día siguiente volvería para ver cómo se encontraba y para llevarlo al hospital, quería tener la certeza de que ambos bebés estaban en perfecto estado.

Andrea se quedó solo y en silencio en el salón, aún impresionado y shockeado por todo lo que le estaba sucediendo a su pequeño compañero de piso. Sentía la necesidad de protegerlo y se prometió que lo haría. Costara lo que costara. 


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