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La vida de los Súper Soldados por amerikita12

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Notas del capitulo:

¡Dejen un rw!

La noche había caído con rapidez inesperada, el cielo azul se había tornado de un negro profundo sin que los amantes se dieran cuenta de ello, una agradable brisa sin temperatura considerable corría con ligera fuerza por las calles de la ciudad, moviendo las hojas de los árboles, y despeinando una que otra mata de cabello.

Dentro de una habitación cálida, tanto el rubio como el castaño habían dejado su marca en el cuerpo ajeno, y un aura roja desprendida de lujuria rondando por la habitación.

Ambos cuerpos cumplían con lentitud la tarea de ponerse prendas nuevas, limpias, notoriamente más elegantes y con presentación que las anteriores, aún rondaba por la mente el fantasma de la excitación vivida hace apenas unos minutos atrás.

Al estar listos en un sentido de presentación, tanto Steve, como Bucky compartieron una chispa inusual de luz en sus ojos, no era un sentimiento específico el que se reflejaba, o siquiera un sentir palpable, era solo el resultado de la satisfacción interna que se sentía al estar viviendo con una fracción de plenitud y felicidad. Mucho más de lo que antes hubiesen podido compartir.

Después de pasar por calles casi interminables y edificios cuya cabeza no se contemplaba, llegaron al restaurant en cuestión, el cual era una miniatura digna de una risa si se le comparaba con sus vecinos gigantescos, casi monstruosos.

Al cruzar la blanca puerta el corazón de Steve comenzó una marcha errática, con un bombeo acelerado que el rubio podía sentir zumbando en sus orejas, era adrenalina la que sentía correr por sus venas, estaba seguro de ello. Tuvo que tranquilizarse a sí mismo una vez advirtió que su pareja estaba mostrando curiosidad hacia su comportamiento, sabía interpretar la ligera presión que el brazo de Bucky hacía contra su cintura.

Unas palabras amables de un joven pelirrojo fue lo primero que recibieron al estar dentro, a continuación de la guía para llegar a la mesa que Natasha había reservado (Mesa, que para sorpresa de nadie, o quizá del castaño, era para dos personas), por un momento, la duda de cómo es que la espía logró una reservación inundó la mente de ambos, pero en sincronía dejaron pasar ese pensamiento por su mente después de unos segundos.

Su mesa estaba cerca de un gran ventanal que corría del piso al techo, dejando al descubierto la belleza inasible de su mundo, con la noche en auge, las estrellas brillaban con vehemencia en el cielo, dejaban al ojo crítico valorar la sensación que producían.      

Con una canasta de pan estereotipada y unas servilletas de tela como única separación, la pareja disfrutaba la íntima cercanía que podían darse por unos instantes, claro, hasta que su amiga pelirroja en cuestión se dignará en tomar presencia.

No fue sorpresivo para Steve que pasados unos minutos Natasha le enviara un mensaje, diciendo un simple “Aprovecha”, que podría a ver dicho más que cualquier otra cosa que hubiera escrito. Tampoco fue para su asombro que segundos después, Bucky dijera con un tono mediado triste, que la pelirroja les había cancelado a último minuto, a causa de una misión imprevista y aparentemente urgente.

Steve tuvo que fingir lo mejor que pudo para que su gesto de sorpresa fuera creíble, y que su tono de voz se pareciera en un sentido emocional al de su pareja. El castaño no pareció dudar de la reacción actuada de Steve, dejando de lado el tema con apenas unos comentarios de queja.  

Cortando cualquier intensión de seguir con el hilo de la conversación que competerá a su amiga, un camarero de aparente mediana edad tomó lugar justo a un lado de su mesa. Sus facciones tensas marcaban unas ligeras arrugas, las cuales se dibujaban por todo su rostro, una mueca poco amigable se lucía como la cereza que coronaba un pastel.

Bucky casi podría jurar que el caballero estaba disgustado, rozando un enojo mal encubierto. Un sentimiento en el estómago de Bucky comenzó a burbujear, era esa sensación de alerta que tanto conocía. No pudo evitar tensarse por la impalpable amenaza.

Sin cambiar la mueca poco amable de su rostro, el camarero aventó prácticamente los menús a la mesa, ni siquiera cerca de sus manos. Esto consternó a ambos soldados, pero Bucky en especial fue quien sintió una punzada de ira, la cual se intensificó debido a la mueca de su pareja.

-¿Qué desean ordenar, depravados?- Profirió el camarero, con un tono burlesco y ácido, hasta casi altivo. La mueca que pintaba los rostros de cada soldado fueron desfigurándose hasta ser una expresión de viva ofensa, Bucky, sin embargo, fue quien sintió como tiraba una pequeña fibra sensible, estuvo a punto de levantarse y encarar al trabajador, pero la presión cálida y reconfortante que Steve dio con su mano logró amainar sus sentimientos, el rubio lo conocía perfecto, y sabía su posible reacción, por suerte, también sabía cómo evitarla.

-¿Disculpe? ¿Cómo nos llamó?- Carraspeó tenso el castaño, haciendo presión con sus dientes en una mordida para controlar sus acciones y no saltar hacia el descortés camarero.

-Depravados- Repitió con cinismo- Son unos desviados antinatura, no merecen ser llamados personas- Siguió con su declaración homofóbica, poniendo seriedad en sus absurdas palabras, incluso su aura de molestia se había convertido en una de cierta repugnancia.

Si bien para Bucky las palabras sin sentido de una persona ignorante no lo dañaban demasiado, lo que sí golpeó a sus sentimientos fue el notorio rostro dolido de su pareja. Fue justo ahí cuando un antiguo instinto de protección se apoderó de él. Saltó con rapidez y precisión para tomar al trabajador del cuello de su camisa. No le prestó atención al ruido del cristal (Posiblemente de su copa) que había chocado con el suelo, tampoco a la inmediata reacción de Steve.

Steve, el idiota que tenía entre sus manos se había atrevido a dañar a su pareja.

-Bucky- Se escuchó la voz del rubio- Tranquilízate, ¿Sí?, él no vale la pena, déjalo ir, somos mejores que esto- Aún con la furia corriendo por su cuerpo, Bucky estaba indefenso ante las súplicas de su pareja, más cuando usaba ese tono tranquilizador y cariñoso. Tuvo que menear su cabeza varias veces para calmarse y soltar el apretón de sus manos con el cual mantenía sujeto al camarero.

Un jadeo y un grito ahogado fueron lo único que recibieron del sujeto antes de que éste huyera con rapidez de ambos, exceptuando, quizá, la mirada de odio que les brindó.

Bucky ni siquiera había captado el hecho de que lo había levantado por los aires y había cortado su respiración, cuando relajó su cuerpo se escuchó cómo un pedazo de metal chocaba con el suelo, solo así se dio cuenta que también había estado empuñando un cuchillo en su mano todo el tiempo.

De repente se sintió como un monstruo. 

Comenzó a temblar, lleno de miedo, se sintió como el asesino sin mente que HYDRA había moldeado  y esto lo aterraba. Poco a poco su respiración fue convirtiéndose en jadeos pesados y sollozos, todos sus músculos timbraban ansiosos y sus manos temblaban tanto que hacían mover todo su cuerpo con su autoabrazo.

Sus ojos se cristalizaron con rapidez, y casi con la misma velocidad las lágrimas comenzaban a salir de éstos. Pero cuando la primera gota cayó, aterrizó en el hombro de Steve.

Los brazos de su pareja lo sujetaban firmes, pero no con la suficiente fuerza como para hacerlo sentir atrapado, era la presión adecuada para lograr sosegarlo. Con sus propios brazos rodeó la cintura del rubio, y hundió su cabeza aún más en su hombro. Si estaba aplicando mucha fuerza en ese abrazo Steve no comentó nada, no le importaba en lo más mínimo. Steve amaba tanto a Bucky que se destruiría para construirlo a él.

Suponía con mucha razón que Bucky jamás permitiría eso, pero la intención estaba ahí.

-Todo está bien- Susurró Steve contra su oído, en un tono tan bajo que nadie que no tuviera superaudición podría escuchar. Con su mano derecha masajeó en círculos la espalda de su pareja, logrando calmar de mejor manera su respiración y llanto. Por un momento recordó cuando la escena era al revés y era Bucky quien lo masajeaba durante sus ataques de asma, el pequeño toque de melancolía hizo que se aferrara más a su pareja.

“No soy un monstruo” Siseó Bucky, con un tono que no dejaba ver si lo decía como duda o afirmación, por suerte, cierto rubio respondió inmediatamente con un “No, Bucky, por supuesto que no lo eres” que sonaba tan seguro que logró convencer al castaño.

-Deberíamos irnos, nos vendría bien estar en casa de nuevo, este restaurant ni siquiera es tan bueno, ¿O no?- Intentó bromear, aunque bien sabía que no podría decir nada chistoso, por suerte, para Bucky la falta de gracia era lo que resultaba entretenida y lo hacía reír.       

Para la sorpresa de Steve la respuesta del castaño fue un “No” y unas repetidas negaciones con la cabeza.

Después de varios minutos de respiraciones, ambos se habían calmado lo suficiente para que Steve dejara de abrazar a su pareja, y que ésta se mesurara considerablemente.

-Deberíamos hablar con el gerente, quiero que despidan a ese sujeto- Dijo Bucky, una vez se había repuesto. Sus ojos aún seguían rojos y cristalizados, su nariz se igualaba al color de un tomate y por alguna razón sus labios también estaban pintados de un carmesí fuerte, ésta imagen débil del castaño no convenció mucho a su pareja.

-¿Estás seguro? ¿No prefieres ir a casa?-.

-Steve, sabes que a mí tampoco me agradan los abusivos. No puedo permitir que otra pareja pase lo mismo que nosotros, no sería justo- Dijo, con la voz llena de seguridad y decisión. Steve asintió, estando de acuerdo con lo que Bucky decía, en sus adentros sonreía complacido por el sentido de justicia de su pareja.

Ambos caminaron con presteza en dirección al joven muchacho pelirrojo que habían visto en un principio, en busca de que éste les indicara el lugar donde podrían encontrar al gerente e informar su queja, pero, para su fortuna no fue necesario, ya que se habían topado con el camarero y un sujeto que tenía una placa con las letras “Gerente” en ella.

El hombre en cuestión no parecía tener más de cuarenta años, y vestía un traje de color negro sencillo. Lo único que resaltaba de su apariencia era la cara de enojo que portaba, que por el momento no se podría saber hacia quién se dirigía tal molestia.

-Tengo una queja- Habló Steve, usando el tono autoritario que suele usar cuando es Capitán- Este sujeto- Siguió, apuntando con su mano hacia el camarero- Nos ha tratado pesimamente, además de que nos insultó con comentarios homofóbicos y despectivos- Declaró, dejando remarcado su disgusto.

-Realmente me gustaría que fuer…-

-Tiene que salir de este restaurant- Lo interrumpió el gerente, usando un tono igual de despectivo que el mesero- Me fue informado que ustedes atacaron a mi empleado, además de sus comportamientos no permitidos en este local- Continuó hablando con ese falso dije de profesionalismo.

-¿Perdón? ¿Comportamientos no permitidos?- Está vez fue Bucky quien habló, sonando netamente insultado.

-En este local no permitimos comportamientos que inflijan con los valores morales, aún menos toleramos agresiones al personal- Dijo el gerente, pasando su vista por el camarero, cuya sonrisa de satisfacción hacía que Steve quisiera golpearlo.

-Las “personas” homosexuales son solo monstruos con depr…- Y antes de que si quiera pudiera terminar la frase, Steve guió su puño hacia la mandíbula del gerente, logrando al fin que éste dejara de hacer sus comentarios homofóbicos, obviamente a penas puso fuerza en su golpe, pero aún así sería algo doloroso para cualquiera. El rostro con la mueca dolida de Bucky se transformó en una pequeña expresión de sorpresa, para después pasar a una diminuta sonrisa complacida.

Bucky tomó la mano de su pareja y sin decir nada ambos se dirigieron a la salida. Steve los siguió sin miramientos, dejando atrás a ambos hombres, uno inconsciente y el otro con una expresión de miedo.

A pesar de que venían en el automóvil negro de Steve, prefirieron caminar un par de cuadras para despejar el cúmulo de sentimiento que se habían gestado. Tanto Steve como Bucky estuvieron callados todo el camino, compartiendo el ambiente de mutismo, el cual irremediablemente se interrumpía por los pequeños ruidos de la noche.

Cuando caminaron lo suficiente para llegar a un parque cuyo nombre ambos desconocían, decidieron sentarse en una de las tantas y genéricas bancas blancas que habían allí. Cuando el rubio y el castaño tomaron asiento, lo primero que hicieron fue reírse. Reír casi a carcajadas por el oscuro humor que había en lo que sucedió.

De muchas maneras, estar en el parque, con la negrura acogiéndolos y la tenue luz de las estrellas reflejadas en el agua del estanque, era mejor que estar en el plástico restaurant. Sin dudas no había punto de comparación en cuanto belleza se hablara.

Bucky había recargado su cabeza en el hombro de Steve, entrelazando sus manos deseando un mayor tacto. El rubio no podía borrar esa pequeña sonrisa en su rostro, tampoco es como que lo intentara. De alguna manera se había enamorado un poco más de Bucky.      

Era graciosa su relación, era tan imperfecta y estaba llena de tantos errores que de alguna manera esto lograba hacerla más atractiva y agradable, ¿Quién quiere una relación hundida en la monotonía?, Steve y Bucky no, al menos. Eran esos pequeños arranques de emociones y acciones (Ya sean buenas o malas) Las que le recordaban lo especiales que eran, y por ende, lo que podrían lograr juntos.

Era fascinante la mezcla de normalidad con la anormalidad intrínseca de cada uno, era como ver la amalgama imposible del fuego y el agua.

Era hermoso.

Entonces, Steve recordó por qué estaban ahí en un principio. Sin ninguna duda o nerviosismo sacó la caja con el anillo que estuvo guardando en su saco, Bucky pareció no notarlo.

-¿Sabías que ahora existe el matrimonio igualitario? Nos podemos casar, Jerk - Y antes de que su pareja reaccionara, el rubio dejó la banca para estar parado justo enfrente a él, extendió su mano derecha hacia el castaño, invitándolo a estar de pie, como era obvio, éste lo hizo enseguida.

-¿Qué estás…?- Steve se hincó con un solo movimiento, y el brazo izquierdo que había mantenido escondido detrás de su espalda, tomo lugar justo enfrente de su rostro, levantado en el aire para que su pareja lo vislumbrara.

Con su mano derecha abrió el estuche, mostrando el anillo en toda su magnificencia, el rostro del castaño era digno de mil dibujos, que probablemente Steve se tomaría la tarea de hacer más tarde.

-¿Tú, James Buchanan Barnes, me harías el honor de ser mí esposo?- Declaró, Steve, con un tono apenas titubeante, pero en su gran mayoría con una mezcla de esperanzas y felicidad.

-¡Sí! ¡Por Dios, Steve, claro que sí!- El rubio no perdió tiempo, y colocó la hermosa joya en el dedo de su pareja, encajaba a la perfección, casi de la manera en la cual Steve y Bucky encajaban juntos.

Después, solo se besaron. Y eso fue perfecto.

[…]

Y fue así, como, después de esa extraña pero sin dudas especial propuesta matrimonial, ambos se ahogaron en una rutina empalagosa de mimos y caricias. Sus muestras excesivamente dulces de afecto eran demasiado, incluso para ellos.

O al menos, esto era así desde el punto de vista de los demás Avengers, quienes, aunque ya impuestos a sus muestras espontáneas y repetidas de afecto, se vieron extrañados ante el súbito incremento de éstas.  

Para defensa de la pareja, se podría alegar que sus compañeros simplemente exageraban, que bien, en una buena parte sí lo hacían, pero eso no debía eclipsar el hecho de que sus caricias, besos, abrazos y demás gestos cariñosos habían incrementado notablemente. Qué podían decir, estaban enamorados. Y nadie podía juzgarlos por eso.

“Llevan años juntos, ¿No se supone que la etapa de extrema melosidad debía haber pasado ya?” Dijo cierto castaño de traje metálico, usando un típico tono sarcástico, matizado ligeramente con burla envidiosa.

“¿Celoso, Stark?” Fue lo único que Bucky pudo replicar, claro, una vez había separado sus labios de los de su pareja y su cuerpo dejó el cómodo regazo de Steve para tomar lugar justo a su lado, apoyando su mano de carne en brazo del sofá, y su cabeza soportada por su mano.

Antes de que el millonario pudiera decir palabra, un sonido similar a “Shhhh” pasó a callarlos, ambos castaños giraron su rostro con cierta mueca de ofensa cómica en ellos. No les sorprendió que el causante de esa orden fuese el rubio arquero que estaba casi al otro lado de la habitación. Como explicación solo dijo “¡Dejen ver la película maldición! Es la mejor parte” Y volvió toda su atención a la pantalla.

Ah, porque hace falta mencionar que todos los Avengers estaban en la noche de película que Tony programaba cada viernes (No era un evento con mucho seguimiento, gracias a que algunas veces, todos o la mayoría se encontraban en una misión o algún trabajo). Milagrosamente, ésta era una de esas noches donde todos habían tenido la oportunidad de presentarse.

Desde Thor, quien estaba en Midgard debido a menesteres mágicos que necesitaban ayuda de Dr. Strange, hasta Scott, quien estaba en su traje, encogido al tamaño de una hormiga en el hombro de Vision, por puro capricho divino. Wanda, Natasha, Sam, Bruce y demás se encontraban esparcidos entre los asientos del cine de la Torre Stark.

Para ser sinceros, ni Bucky ni Steve estuvieron prestando atención a, al menos, la primera mitad de la película. Ambos estaban demasiado ocupados como para dirigir su vista a la pantalla que posiblemente reproducía un corto animado, o un largometraje de acción con poca trama que tanto le gustaban a Tony.

Al terminar la película, cosa que por suerte no tardo mucho en ocurrir, ambos soldados se levantaron lo más rápido que pudieron y juntos caminaron hasta estar debajo de la pantalla grande, justo enfrente de sus compañeros, que aún no se habían tomado la molestia de dejar sus asientos.

No necesitaron hacer algún ruido o seña para captar la atención de todos, y con más premura de lo que les hubiese gustado, simplemente se limitaron a decir en un perfecto unísono “Nos vamos a casar”.

Para su sorpresa, la reacción del equipo fue un mutismo, no era un estado de shock, naturalmente, pero sí era al menos un nivel de incredulidad y asombro. La mayoría tuvo una mueca de impresión por unos segundos (La mayoría, menos Natasha, quien además pareció ser la única en captar los anillos claramente de compromiso que la pareja no se quitaba). Después de un breve lapso de asombro, todos tuvieron el mismo pensamiento de que no debía extrañarles en lo más mínimo, ambos soldados vivieron con costumbres arraigadas buena parte de su vida.

El primero en decir palabra fue Tony, quien, junto con una sonrisa sincera los felicitó, y agregó “Te estabas tardando Capi, ¿Es que Bucky no te daba el ‘sí’?” A modo de burla. El mencionado castaño le dio una mirada, pero sonrió inevitablemente ante el comentario.

Después fue Clint, quien acompañó su felicitación con un abrazo y una cara sonriente. Después Wanda, Bruce, Thor, y todos los demás presentes. Todos se turnaron para darle buenos deseos a la pareja.

Incluso Scott, quien ya se había desencogido para esos momentos, se acercó titubeante e hizo lo que los demás. Cuando se separo del abrazo que había tenido con Bucky, no pudo evitar decir “Espero estar invitado a la boda” Como juego, y en ese momento, Steve y Bucky pudieron sentir la mirada de todos (De nuevo) en ellos.

-¿Quién los va a ayudar con la organización de su boda?- Preguntó la pelirroja inquisitiva. Dando un ligero aire que gritaba “Debo ser yo”.

Bucky sonrió nervioso ante la mirada penetrante de su amiga, Steve carraspeó con la intención de llamar la atención de Natasha, cosa que logró, y cuando su vista se fijaba en él le fue un poco difícil decir “Pepper nos está ayudando con eso”, aún más cuando los gestos de la pelirroja se afilaron y sus ojos se entrecerraron con la palabra “Pepper”.

-Me siento traicionado- Comentó Tony, llevando una mano dramáticamente a su pecho, diciendo por lo bajo cosas que ni Steve ni Bucky se molestaron en escuchar, pero estaban bastante seguros que tenían las palabras “Maldita”, “Pepper” y “Traicionera”, en ese orden.

-Por primera vez concuerdo con Stark- Siguió la espía, cruzándose de brazos con una mueca de disgusto, que nadie podía decir si era fingido o legítimo.

-Steve, eso fue bajo amigo, me dueles- Y terminando con la trifecta de corazones rotos, Sam dejo sus palabras al aire con una clara intensión de dramatismo al estilo Stark.

Después de unos segundos de silencio que no duraron mucho (Como todos los breves lapsos en la Torre) el ambiente de improvisto cambio a uno con aire retador.

“Yo seré la madrina” Exclamaron dos voces femeninas al mismo tiempo. Oh no.

“¡Y yo el padrino!” Se escucharon otras dos voces masculinas al unísono. Oh no.

 Y así fue como el cine ganó seis disparos de flechas, varias abolladuras en los asientos, un ligero incendio con el propulsor de Iron Man, disparos eléctricos y la mitad de la pantalla en el suelo gracias a la manipulación de su materia.

[…]

“James, necesito que me des el visto bueno para el color de los…” Empezó a decir cierta rubia que ni siquiera estaba mirando al castaño directamente, su atención estaba fija en una tableta semitransparente similar a un holograma que cargaba con su mano derecha. Bucky arqueó una ceja ante la cantidad de nombres tontos referentes a colores claros que vinieron después, el hecho de que la tableta se volteara en su dirección mostrando cuadros de matices blancos no ayudó mucho.

El castaño juraba que sin su visión mejorada, no hubiera podido distinguir las pequeñas diferencias entre color y color.

-Vamos, Pepper, Bucky no podría diferenciar entre blanco puro y blanco seda aunque su vida dependiera de ello- Dijo Scott, quien, por cierto, se había unido junto con Natasha a la organización de la boda y la decoración. Con un entusiasmo típico de él, demostró tener grandes cualidades para la combinación de colores y el arreglo simétrico de los adornos y demás cosas.

-Yo puedo diferenciarlo- Declaró el aludido, con cierto aire petulante- Por un contrario, me sorprendería que ustedes…- Observó a ambos con una mirada que le ahorró el comentario sobre la falta de habilidades sobrehumanas- Pudieran distinguir entre la ridículamente pequeña disimilitud entre ellos.

Un gesto que denotaba ofensa se pintó en ambos rostros de los mencionados, Bucky no sabía decir si era a modo de broma o si de verdad había atacado sus sentimientos con su comentario. Cuando una pequeña ráfaga de culpabilidad lo atacó al creer que había dicho algo malo, su inmediata reacción fue querer dar una disculpa, mostrando un semblante de arrepentimiento y ligero, ligerísimo miedo ante la imposible reacción ofensiva de alguno de los dos.

Pero antes de que pudiera hacerlo, tanto Scott como Pepper se rieron dejando ver que estaban jugando, que no se sentían heridos y que Bucky no merecía un castigo.

El activo movió su cabeza para ahuyentar ese último pensamiento, él ya no sería castigado, los errores se remiendan con disculpas, nadie podía tocarlo sin su consentimiento explícito, y podía decir que no si así lo deseaba. Él no era un arma, ni un esclavo, era una persona y era libre.

-¿Estás bien, Bucky? Llevas mirando la nada desde hace un rato- Dijo Steve, que de alguna manera estaba a un lado de él. Bucky no recordó haberse despedido de Scott y Pepper, pero algo le decía que sí lo había hecho.

-Sí, estoy bien, solo estaba pensando un poco- Se excusó, sabiendo que no era del todo cierto, pero tampoco del todo falso. Tuvo que sujetar con un abrazo poco inocente la cintura de su pareja para lograr borrar esa mirada de preocupación que tanto odiaba que estuviera en sus ojos.

-Hoy iremos a comprar los trajes- Le recordó Steve a su pareja, sin tomarse la molestia de separarse del abrazo de ésta- Además, Pepper, Natasha y Wanda quieren que les demos el visto bueno a sus vestidos de damas-.

-Se supone que para eso está Natasha, ella es la dama de honor- Murmuró perezosamente el castaño. Después de todo tenía razón. Si algo se había resulto en la pelea infantil que todos habían tenido hace algunos días, es que no habría madrinas ni padrinos, por lo tanto solo quedarían las damas y los caballeros. Steve no entendía muy bien el propósito y las diferencias entre todo eso, pero lo había pensado como la opción más justa.

El hecho de que Natasha fuera la dama de honor se debió a que nadie se atrevió a decirle que no cuando se auto-proclamó como tal. Por lo tanto, Sam, Scott, Tony, Thor, Bruce y Clint quedaron como los caballeros, Vision decidió que no sería prudente que él participara, debido a su poco entendimiento emocional sobre las tradiciones típicas matrimoniales, Steve y Bucky respetaron su postura, pero eso no significaba que no hubieran insistido un poco más.  Rhodes simplemente desistió amablemente, excusándose con el hecho de que él no era adepto a esas cursis tradiciones, la pareja de soldados se rió ante el comentario y aceptaron sin más.

Al final, la pareja comprometida tuvo que dar su aceptación a unos hermosos vestidos de color rojo cardenal, con escote redondo, cuello alto y tela a modo de collar que rodeaba éste. Como decoración tenía lazos horizontales que acentuaban la cintura y eran tan largos que tocaban el suelo. Además de un moño simple en la espalda alta que caía varios centímetros.

Los trajes de los caballeros eran de pantalón negro, el saco era de un botón y se llevaba abrochado, su color era una mezcla de azul marino y azul oscuro, acompañado de un chaleco blanco yeso y una camisa blanca pura. Además de una corbata del mismo tono del saco.

Sus trajes eran más elegantes que las prendas de las damas y los caballeros, e incluso un poco más hermosos, ambos eran negros y constaban de un pantalón de vestir liso y un chaleco de tres botones abrochados cuya tonalidad guindaba entre el negro grafito  y el negro plomo. La camisa interior tenía el mismo tinte que el saco, exceptuando cierto brillo que brindaba gracias al tipo de tela. El saco era oscuro y de solo un botón que iba sin abrochar, tenía cierto aire de corte italiano para remarcar la cintura. Dejando una corbata de color plata antigua brillante, escondida detrás de las demás prendas.

Ya tenían los vestuarios pensaron ambos, solo faltaban las flores, invitaciones, recepción, decoración y todas las demás cosas que todos estaban organizando. Serían unos largos meses.

[…]

Para asombro de la pareja, los meses se fueron volando, cada día se estaba más cerca de la esperada boda, que, después de a ver sido anunciada públicamente en una conferencia de prensa, se había convertido en el evento del año, sin exagerar.

A pesar de que se había dejado claro que sería un evento relativamente sencillo, con pocos invitados y con una fiesta también modesta, no pudo dejar de ser una gran noticia. Después de todo se trataba de la boda de dos de los personajes más famosos del país, además de ser un nuevo ícono y evento esperado por excelencia de la comunidad LGBT.

Antes de que se dieran cuenta, ambos se estaban vistiendo con sus trajes, ayudándose mutuamente con la corbata, y con el dobles de las mangas. Estaban a pocos minutos de cumplir el sueño que tenían desde adolescentes, por fin llegaría el momento que tanto se juraron cuando estaban ambos solos en el bosque, o cuando iban a una función de cine donde nadie podía verlos.

Habían esperado años por ese momento, e irónicamente ahora no podían aguardar los escasos minutos que faltaban.

Entonces, ambos estaban caminando hacia el altar, sujeto uno del otro con sus brazos entrelazados, podían sentir la mirada de todos en ellos, y la canción nupcial sonando por toda la habitación. Iban con un ritmo normal, pero se notaba que estaban dando un esfuerzo por ir lento, se sentía la ansiedad emotiva de los dos.

Cuando estaban en el altar, al fin uno frente al otro, un sentimiento de felicidad, emoción y nerviosismo se apoderó de sus cuerpos, se sentían tan plenos. A penas escuchaban lo que el sacerdote decía, aunque suponían que era importante, ambos estaban demasiado absortos en el otro, muy ocupados en apreciar y memorizar cada rasgo de su pareja, aún cuando ya lo tenían más que aprendido.

Y llego el momento de los votos, todos los invitados guardaron completo silencio, y esperaron expectantes las palabras de la pareja. El primero en hablar fue Bucky.

“Hoy podría decir que me entrego a ti, pero eso sería mentira. Soy tuyo desde el primer momento en que te vi, y desde ese instante tú has sido mí alma gemela, mi único amor y mi mejor amigo. Porque incluso cuando yo no me recordaba, te recordaba a ti, Steve. Yo te amo más que a mí propia vida. ¿Sabes? Es nuestro destino ser libres“ Y para el final de esa oración, Steve ya estaba derramando varias lágrimas. Tuvo que tranquilizarse lo suficiente para poder hablar sin que su tono fuese quebradizo, Bucky tuvo que resistir las inmensas ganas de besarlo.

“Podría jurarte amor eterno, pero ya lo he hecho, podría prometerte la luna, pero incluso ése es un regalo muy pequeño, podría decir que hoy unimos nuestras vidas, pero estamos unidos desde que llegamos al mundo. Te amo, James… Porque cuando yo no tenía nada, te tenía a ti. Y no somos los mismos, pero no tenemos que serlo.”

“Hasta el final de la línea” Se leía en sus anillos.

“Te amo” Dijeron ambos.

Y se besaron.

[…]

 

Notas finales:

¡Bueno! He aquí la segunda parte, espero que les haya gustado. Ya saben voten, comenten, critiquen y compartan. Si tiene ideas y así, me gustaría escucharlas, o alguna petición. La verdad tardaré un poco más en subir el oro capítulo, pero tengan por seguro que lo haré.

¡Gracias por leer! Adiós y besos.

Hail Stucky  

 


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