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MA-nimal por RedGlassesGirl

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MA-nimal - Capítulo 4

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—Aquí tiene Su Majestad.

—Gracias —dijo Yuuri a la sirvienta tomando el vaso de la bandeja—. ¿De qué es?

—Fruta de estación, con rocío por supuesto.

—Claro. —el rey tomó un sorbo del jugo tratando de evitar que el liquido rebosante caiga al piso o sobre su uniforme, a la vez que solo por apresurado intentaba tomar otro vaso.

—Gracias, Yuuri —dijo Greta al recibirlo inmediatamente.

—¿Dónde está Wolf? —preguntó en general, aunque más para su hija.

—Creo que he visto a Su Excelencia Lord von Bielefeld hablando con Su Excelencia Lord Weller en el pasillo.

—Ah, entonces debe de estar por llegar —aseguró Yuuri y dándole las gracias a la chica volteo hacia ese lugar con un tercer vaso en las manos.

Amagó a darle la mano a Greta, pero teniendo ambas ocupadas no pudo. Ella rió levemente y tomó su manga a la altura del codo por su cuenta.

Al entrar al pasillo techado, estar a la sombra hacia cambiar el ambiente. El Otoño en Shin Makoku era bastante frío, Yuuri aun recordaba haber llegado a este mundo en primavera e incluso en aquel momento el clima no era caluroso, ni lo fue exageradamente durante el verano. Era un cambio notable comparado a la humedad y las altas temperaturas de Japón.

La época de la cosecha se teñía de colores naranjas y rojizos, con algunos toques de amarillo y un verde opaco. El patio del castillo bien mantenido, igualmente estaba adornado con algunas hojas por aquí y por allá.

Justo saliendo de una de las puertas dobles de madera caoba, Wolfram giró hacia donde estaban ellos.

—Ahí estás —comentó Yuuri de inmediato—, no sabia que es lo que te entretuvo. ¿Te sientes mejor? Toma, este es para ti.

—¡Es muy dulce! Y tiene rocío, así que es bueno para la salud y la buena suerte —repitió Greta lo aprendido de los mayores.

—Me siento algo cansado, solo eso —respondió la pregunta Wolfram mientras acomodaba el cuello torcido del vestido de su hija. Le sonrió a la niña que sabia bien que a él le gustaban las cosas así de dulces.

—Puedes tomar una siesta luego, no creo que la inauguración de hoy dure demasiado.

En el patio, la congregación de gente consistía en habitantes del castillo y trabajadores de medio tiempo. La mesa larga dispuesta con un mantel blanco exhibía los saludables y recién cosechados vegetales y frutas, junto a varios cuencos de vidrio con distintas bebidas. La variedad de colores hacía juego con la vibra general de las festividades.

A Yuuri le gustaba la calma de esta tradición, no era nada excesivamente ostentoso, sino que se sentía esa sensación de camaradería a la cual estaba acostumbrado como deportista. Las cosas poco formales eran lo que mejor le sentaban después de todo.

—¿Puedo dormir yo también con ustedes?

—Nop, no puedes. Ni yo tampoco, porque hoy no es un feriado y tu tienes que estudiar y yo tengo que trabajar. Solo el perezoso Wolf lo tiene permitido. —Al ver que Wolfram iba a retrucar algo, aclaró—: Y mejor que aproveche esas horas como debe o tendré que darle el día libre completo por relevamiento.

—Hump.

Era "haz como yo lo digo o intenta discutir y muere". Porque cuando Yuuri se metía en su papel de señor correcto no había nada que pudiera detenerle, especialmente si se trataba de la salud y el bienestar de sus allegados más cercanos.

—Vamos dentro a buscar a Conrart y al resto.

Con los vasos en mano, siendo normal de este día poder tomar un refresco mientras caminaban, los tres entraron al castillo por donde acababa de salir Wolfram. El recorrido fue silencioso, y solo una de las tres personas se sentía incomoda.

El mazoku rubio sentía el peso de la duda respecto a esa pesadilla, observando a Yuuri sutilmente y pensando que hacer al respecto. En ese momento, la paz de la familia de adolescentes prematuros se vio interrumpida por un grito.

—¡Siempre estás haciendo cosas innecesarias! ¡¿No comprendes el concepto de propiedad privada?!

La voz grave era clara a través de las gruesas puertas dobles de madera. Yuuri y Greta eran ajenos al sentimiento, pero Wolfram recordaba del pasado algunas veces en las que él fue el receptor de los gritos de su hermano. Gwendal estaba muy enojado.

La mano de Greta busco la del ex príncipe, y él la apretó suavemente. —No parece que sea un buen momento —le dijo a Yuuri en voz baja—, ¿quieres que me lleve a Greta?

—Um, no, no estoy seguro. No sabemos que pasa.

Con discreción, Yuuri decidió entrar, y Wolfram termino por seguirlo con la niña de la mano.

Dentro de la habitación habían varias personas. En este momento, la pose de Gwendal daba a entender que su enojo había alcanzado el nivel de golpear la mesa con la palma de la mano, y ahora se sostenía sobre ella inclinado sobre la madera. Junto a ella estaba el conocido juguete protagonista de los últimos días. Solo con verlo, y a Anissina parada frente a él de brazos cruzados implacablemente, era entendible cual era el objeto de la disputa.

Cerca de la puerta, Lord Weller Conrart se encontraba parado sin reclinarse en la pared de forma relajada como solía hacer, sino que tenia una media sonrisa por costumbre, pero su mirada estaba a la expectativa de algo serio. Yuuri rozo con delicadeza en silencio su codo y lo miró con esa típica cara del hijo al que no están retando y prefiere seguir de esa manera. Inmediatamente, el joven de cabello castaño descruzó sus brazos y tomó el vaso lleno a medias que el rey le cedía.

—¿Por que está Gwen enojado? —le preguntó la niña a Conrart.

—Anissina acaba de decirle que ha modificado a mascota de compañía.

—¡Wow, de verdad! Eso es genial —comentó con inocencia la fanática número uno de Lady Veneno.

De fondo, la mirada de Gwendal se volvió aun más dura, aunque fue dirigida hacia la inventora y no hacia la niña.

—Creo que es mejor si por ahora no comentamos nada sobre el tema, Greta —le indicó Yuuri dulcemente, la voz titubeándole un poco.

—Si, me parece lo mejor —apoyó la moción Wolfram.

—Está bien —acepto la indicación de sus padres, conteniéndose para no cuestionar "¿por qué?" como usualmente hacen los niños. Greta prefirió observar que sucedía a continuación.

Cerca de Gwendal y Anissina enfrentados, Günter observaba a ambos en un predicamento. Quería intervenir, pero no existía cautela suficiente ante el choque de dos enormes potencias. En este momento no tenía a mano el equipo de tejido con el que usualmente intentaba acercarse a Gwen para intentar calmarlo.

—Hay un limite de lo que puedo soportar —comenzó su discurso Gwendal en voz alta—. Ya de por si entras y sales de mi oficina y mi habitación privadas como se te da la gana, te inmiscuyes en mis cosas, me haces probar esos inventos locos todo el tiempo. ¡Y ahora tomas mis cosas sin mi permiso!

—Eres tan exagerado. Como siempre, haces un aspaviento de nada.

—No es nada, ¡necesitas un limite para tus acciones!

—No entiendo cual es el problema si obviamente ha sido una increíble mejora. Solo estás encegueciéndote al darle tanta importancia a algo que no lo merece.

—¡Mi privacidad es importante! No se si es que realmente no puedes entenderlo, o me estás tomando el pelo. Vives parloteando sobre cuan inteligente y cuan capas te consideras, ¿pero no eres capaz de comprender un simple concepto como respetar lo que es de otras personas? ¿Lo que es mio en particular?

—¿Estás cuestionando mi inteligencia?

El tono irónico de Gwendal y el estupefacto de Anissina hicieron a la conversación subir varios niveles.

—Bueno, bueno no es para tanto —dijo Günter con las manos en alto. Pese a ser el mayor en esta habitación, a los dos que discuten les importó poco su opinión que pasó desapercibida.

Conrart, igual de perdido que aquella vez que Yuuri y Wolf estaban peleando por el compromiso, no tenía idea de como aliviar las tensiones en esta clase de momentos. —Günter tiene razón, ya es suficiente. Además, Gwen, lo hecho, hecho está. Y no parece haberle pasado nada malo a tu mascota. De hecho, se ve que reacciona un poco mejor que antes.

—¡Ese no es el punto Conrart! —gruñó enojado el primer hijo hacia su hermano. Como este ya tenía cierta inmunidad a sus exabruptos no se alteró tanto, pero Wolfram si dio un respingo en consecuencia.

Yuuri otra vez se puso a pensar que agradecía tener un hermano mayor como Shouri, y se preguntaba como serían esas experiencias que su prometido parecía estar recordando.

—¡Estoy harto de que tome mis cosas como si fueran suyas!

—¿Por qué estás tan susceptible ahora por algo como eso? —se volvió a quejar Anissina—. Nunca antes te ha importado tanto.

Viendo la pelota de ping pong ir y venir, el joven rey también se pregunto que tan cercanos eran realmente Lord von Voltaire y Lady Veneno como para estar discutiendo sobre cosas como estas. Si las cosas se salían de control del todo, no estaba seguro de que hacer para detenerlas.

—¡Basta! —corto con la discusión la voz de una niña—. Cuantas veces tengo que decir que mi familia ideal debería estar en perfecta armonía. No me gusta ver a mi padre y mi padre pelear, pero tampoco a Gwen y Anissina.

—Ni los kochis comerían una pelea de parejas —agregó Wolfram con un antiguo proverbio de Shin Makoku detrás de ella con mucha falta de sutileza.

Yuuri, acostumbrado a su prometido pero impresionado por el descubrimiento sobre su hija, la miró sorprendido. Ella no iba a echarse atrás, con sus tupidas cejas masculinas juntas en el centro, no se iba a echar atrás ni frente a los adultos.

Era de esperarse de alguien que hace tiempo inventó cometer un asesinato, y cuyo blanco era este mismo chico que no lo estaba teniendo en cuenta.

Habiéndose roto la atmósfera de repente, Greta se acercó a la mesa donde estaba el juguete. Gwendal no lucia contento pero reprimió cualquier otra queja, mientras que Anissina seguía convencida de tener la razón en silencio.

—¿Qué es diferente ahora con Pupi? —preguntó Greta.

—¡¿Tiene nombre?! ¿Y-... y es Pupi? —no pudo evitar exclamar Yuuri y luego murmurar en voz baja. Conrart no pudo aguantar una pequeña risa un poco más relajado.

—Te prepararé algo de té Gwendal —dijo Günter con una mano en el aire pero sin atreverse a colocarla sobre su espalda. La única respuesta fue un gruñido grave de parte del regente, pero el secretario estaba bastante acostumbrado a lidiar con sus rabietas en el día a día.

Si pudiera, a Lord von Christ le gustaría ser capaz de guardar una dotación de gatitos en alguno de los cajones de su mesa. Seguramente serían un buen calmante.

Con las aguas más tranquilizadas, la mesa principal se fue ocupando poco a poco en torno al juguete. Anissina comenzó a explicar cuales fueron las mejoras, extrañamente con un tono menos excitado que de costumbre.

—El sistema de aprendizaje está mejorado, y la cuerda fue reemplazada por maryoku. Ahora ya no necesita más que ser recargado con una moderada cantidad cada cinco o seis horas. Además, ya no es necesario esperar a que su progreso sea lento, en un día o dos debería ser capaz de adoptar la actitud de un animal de compañía real.

—¿Es decir que ya no habla? Si es completamente como un animal, digo —cuestionó Yuuri.

—Puede aprender tantas palabras como antes. No, de hecho, estoy segura de que puede aprender un vocabulario más extenso. Pero no se puede esperar demasiado de su capacidad de conversación, después de todo no es una persona. Es un MA-nimal.

Conrart llevo una mano delante del rostro del mejorado muñeco y este pestañeo al instante, siguiendo los dedos al moverse y mostrándose más activo que de costumbre.

—Realmente paree diferente —comentó Wolfram mirando más de cerca.

Tras colocarse sus anteojos de lectura, Günter observó con mas cuidado a su lado. —No diría que parece vivo, pero hay algo que no termina de ser como un objeto.

—Ese es el sistema de aprendizaje integrado, en dos días más, debería estar al nivel de un gatito —aclaró Anissina.

Más de uno observo si la parte del gatito había llamado la atención de Gwendal, pero él parecía aun no dar el brazo a torcer si hablaba ella.

—Si es así, entonces creo que si quiero acariciarlo. —Dijo Yuuri y acercó la mano como Conrart—. ¡...Ay! ¡Me mordió! ¡¿Por qué?!

—C-como se atreve... ¡e-este aparato insolente! ¡Morder a Su Majestad! —Günter, cambiando de personalidad de un momento a otro cuando antes estaba bastante tranquilo, se enardeció de repente y tomó la mano del Maou sin pensarlo dos veces llevándola hacia su rostro y apoyando la mejilla en ella—. Las hermosas manos de Su Majestad, yo, Günter, me encargaré de-... ¡Gyaaa! ¡¿Pero que haces Lord Mocoso?! M-mi cabello...

Wolfram no dio realmente una excusa por haber jalado las mechas plateadas, sino que fue tajante y sincero. —Si supieras mantener a raya ese lado tan desagradable, entonces no te pasarían cosas como esas.

—Pequeño... nmgfu-

—Bueno, bueno —medio Conrart—. No necesitamos otra pelea, ¿o acaso quieren seguir incomodando a Greta? Yuuri, déjeme ver ese dedo.

—No es nada, no ha sido tan fuerte. Fue más la impresión que otra cosa, no esperaba que fuera a morderme. De hecho, me recuerda un poco a lo que pasó con Mörgif. Primero la maken, ahora un manimal... espero que este sea el último.

—Eso te pasa por meter la mano en cualquier lado —dijo Wolfram, ya sin vuelta atrás de su humor ácido tras confrontarse con Günter. Yuuri simplemente lo ignoró a sabiendas de como se ponía a veces, y tras notarlo, al mazoku rubio le dio algo de culpa. Con el tiempo, el ex príncipe habia cambiado un poco.

—La actitud de la mascota ya no depende de su propio sistema, sino de la educación que recibe de ahora en más. Me gustaría sugerir que se le permita asistir a mis clases con Greta —dijo Anissina—. Pero será en otro momento, aun tengo cosas importantes que terminar en el laboratorio. Así que con su permiso, me retiro. Gracias por el té Lord von Christ.

Tras la partida de la inventora, el humor de Gwendal cambió notablemente. Sus asuntos pendientes con ella podrían esperar a la intimidad de la noche dentro de un laboratorio insonorizado.

—Clases he, es decir, cómo asistir a la escuela... ¿Qué tendría que ir, a jardín de niños?

—No contamos con guarderías aquí Su Majestad, aunque los niños de la realeza suelen tener institutrices particulares —aclaró Conrart—. O en casos similares al de Greta, una familia los acoge para instruirlos o se los envía a un internado.

—¿Deberíamos internarlo entonces?

Conrart río levemente divertido. —Ese sería el caso si estuviera enfermo.

—¡No se preocupe Su Majestad! Si se trata de educación, y más aun si el motivo es mantener a raya comportamientos inadecuados que podrían dañar su salud o su inigualable cuerpo, entonces, yo, Günter, ¡soy la persona indicada para eso!

El cabello violáceo platinado voló en paralelo cuando el secretario se dio la vuelta apresurado. Revolviendo en su cajón, sacó varios elementos y volvió de inmediato a la mesa. No podía faltar entre ellos una regla, lo cual hizo a Yuuri temblar por reflejo y volver a cuestionar internamente exactamente para que usaba eso.

—Lo primero que hay que enseñarle a esta criatura es respeto. Y para eso, debe comprender quien es el amo y señor de este castillo así como el supremo gobernante de nuestro reino.

—Guau, Günter, también sabes dibujar. ¿Hay algo que no puedas hacer? —exclamó Yuuri inmediatamente al ver sus bocetos.

En el papel en la mesa, un cuadrado principal encima de todo desprendía ramificaciones, agregando espacios debajo de él, donde rápidamente iban apareciendo algunos retratos muy simples.

—S-Su Majestad~ Recibir tal halago de usted por una pequeñez como esta... Realmente no tengo palabras.

—No tienes que tomarlo con tanta seriedad. Pero de verdad me gustan esos dibujos en tinta.

—¡A mi también! Quiero ver cual es el mio —pidió Greta subiéndose a una silla para observar más de cerca.

—Son demasiados, dame la parte de abajo —pidió Wolfram. El chico con madera de artista tomó otra pluma y empezó a bocetar mostrando un estilo completamente diferente al de Günter, pero no tan abstracto como solía hacer a veces. Probablemente debido a las ganas de impresionar a Yuuri—. Todos los nobles se instruyen en dibujo y pintura en algún momento, así como en la música. Tú también deberías comenzar pronto Greta, siendo mi hija algo debes de haber heredado.

—Me parece que así no es como funciona, Wolf.

Ante el comentario de Yuuri, Conrart se llevo una mano discretamente a la boca para esconder su sonrisa. Nunca podía evitar divertirse así a costa de los comentarios de estos chicos. Si su hermano menor lo veía estando ya de un humor delicado, haría algún reclamo enojado por pensar que se reía de él al subestimarlo o algo por el estilo.

Del simple retrato de Yuuri en tinta negra se desprendieron algunos otros, pero la lista tuvo que acotarse a los presentes y algunos otros allegados del castillo. Lord von Voltaire, en una de las posiciones más altas, se ubicaba junto a Günter, seguido de Conrart, Anissina y Gisela, mientras que Wolfram y Greta se desprendían en una rama paralela como familia directa. Pero a fin de cuentas casi todas las lineas se conectaban de alguna manera entre ellas.

Dejando que su dueño ubicara a su mascota justo frente a las hojas desplegadas que conformaban el improvisado mapa, la explicación fue breve y todos estaban más atentos a como reaccionaba la nueva mascota.

—Aw, es bastante adorable, me gusta —dice Greta de rodillas sobre la silla y con el rostro en sus manos apoyada en la mesa de manera simpática—. ¿Puedo jugar con él mas tarde Gwen?

—Solo si estoy presente —dijo Lord von Voltaire, no por una cuestión de egoísmo, sino porque el manimal ya ha mordido.

—Realmente luce como si entendiera lo que dice Günter —comentó Wolfram.

—Es verdad, y se ve más vivo que antes.

—Probablemente es lo que ha dicho Anissina, ya que está recibiendo estímulos, reacciona a ellos. Puede que si se le continua enseñando a este ritmo pronto diga un par de palabras.

—¿Qué crees que diga primero, Conrad?

—Mm, debería aprender algo simpático. ¿Quieres que el enseñe una brom-?

—Ahhh —interrumpió Yuuri con su mejor acto de idiota—. Probablemente lo más importante sea asegurarnos primero que no va a andar mordiendo a nadie, sino no estaré tranquilo de que juegue con Greta.

Haciendo caso inmediato al pedido del rey, Lord von Christ hace un ademán hacia el noble a su lado. —Wolfram, dale tu mano.

—¡¿C-cómo?! ¿Por qué yo?

—No esperas que lo haga Su Majestad, ¿cierto?

Obviamente era una represalia por lo de antes, pero había tocado la fibra sensible. Wolfram no tenia el valor suficiente para enfrentar un invento de Anissina o entrar al temido laboratorio incluso si se trataba de salvar a su hermano Gwendal. Pero cuando era sobre Yuuri, incluso pondría su vida en la linea. Lo gracioso era que el susodicho no recordaba que él fue una de las únicas personas que en realidad venció a uno de esos aparatos, aquella infame mano de oso de Gisela.

Tragando notablemente, el ex príncipe extendió los dedos con los ojos fijos en los de la criatura que aun observaba hacia los papeles. Las orejas de cuero acartonadas se movían como las de un gato ante los distintos sonidos.

No pasó nada malo, no hubo mordiscos. El animal artificial a base de maryoku pestañeo algunas veces y con dificultad recreo los movimientos de lo que podría ser un perro, olfateando y dudando, hasta que incorporó una idea. Entonces empujó con el hocico la mano frente a él como si esperara una caricia.

—Parece que funcionó Wolf —dijo Yuuri alegre—. O es eso que le enseño Günter sobre posiciones sociales, o que no le caí bien antes. Pero parece que tu si le gustas.

—Siendo que se le repitió incontables veces "no atacarás a la familia real"—aclaró Conrart—, creo que ha entendido bien la orden. ¿Se anima a intentar Su Majestad?

Y así lo hizo Yuuri, que esta vez fue bien recibido luego de un escaneo por parte de la mascota, y la siguiente fue Greta. El resto de las personas en la habitación también tuvieron su dosis de diversión intentando tocarle y el consenso general fue que realmente era digno de compararse con un ser vivo.

Al parecer había nacido la primer inteligencia artificial de Shin Makoku.

O eso era lo que todos pensaban. Ya que en el interior, entre las mangueras de líquido resplandeciente y otras maquinarias especiales de Anissina, la pequeña abertura espacio temporal filtraba una verdadera consciencia. Aun era débil, propagándose lento pero continuo, usando de canalizador el maryoku de Gwendal.

Gracias a Lord von Christ Günter, este Ser Inmaterial había ganado una nueva perspectiva. El concepto de moral al que hasta hora había sido ajeno cobraba sentido.

"No lastimarás a la familia real y sus allegados". La regla repetida tantas veces se solventó muy claramente, en medio de información aun confusa.

Y siendo que apenas estaba tomando posesión de este cuerpo, podía acatar la orden. Siempre y cuando tuviera otras necesidades vitales satisfechas.

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El curioso joven japonés entro por la puerta abierta sin pedir permiso, era un lugar al que estaba acostumbrado y dónde siempre se aceptaba con alegría su presencia.

Sobre la mesa del salón de clases, que en realidad era la oficina privada de Lord von Chist Günter en este castillo, los papeles se desperdigaban desarreglados.

—¿Qué están haciendo?

—Ah, Yuuri —levantó la vista Wolfram del diario.

—Papá Yuuri, buenas tardes.

—Buenas tardes, Su Majestad.

—Buenas tardes —respondió Yuuri y palmeo la cabeza de la niña—. Acabo de pedir que envíen la merienda directo aquí, espero que tengan hambre. Entonces, ¿qué hacen? —preguntó de nuevo al sentarse.

—¿Qué hay para comer?

—Sándwiches de lechuga y galletas, además de una porción de torta para ti.

El ex príncipe solo asintió con la cabeza y volvió la vista a las hojas, pasando la página de la enorme gaceta. Otras tantas estaban apiladas frente a él, y en la mano de Greta habían unas tijeras.

—Estoy haciendo un trabajo practico. —Dijo la niña con la vista clavada en lo que hacia.

Yuuri rió. —Más bien parece que están haciendo un trabajo en grupo.

—No seas malo. Solo me están ayudando —se quejó ella mientras se concentraba más en cortar lo mejor posible una imagen en forma rectangular.

—A Günter se le ocurrió que podíamos mejorar el gráfico de jerarquías que hizo esta mañana utilizando las fotografías psíquicas del Cotidiano de Shin —dijo Wolfram—. Toma uno y busca alguna nota sobre Lord Weller, yo tengo bastante hasta encontrar a Gisela, y Günter está con el Daikenja.

—Ah, Greta está recortando una nuestra.

Había sido una bonita fotografía grupal hasta que pasara por las tijeras, la pareja real estaba tan junta en ella que ahora en ambos retratos había un trozo de la ropa del otro. Su hija se aseguró de ubicarlas de forma correcta en el gráfico, por lo que a simple vista se notaba la continuidad de la imagen.

—Luego de este, haremos uno parecido para la clase de historia —aclaró Günter en su mejor rol de profesor—. Creo que Su Majestad también debería hacerlo, claro que aplicado a sus estudios más recientes. ¿Qué le parece?

—Uigh... Oye, Günter¿ no te gustaría una taza de té? No, no, deja, no te levantes. Ya voy yo mismo.

La maestría del chico beisbolista para cambiar de tema no sorprendió al ex príncipe rubio que lo miró por sobre le diario con acusadores ojos verdes.

—Está escapando de nuevo de la tarea y Gyungyun ni lo nota~ —canturreo Greta en voz baja, que estaba muy atenta aunque no lo parecía ya que no desprendía sus ojos marrones de su recorte.

—Santo cielo, no sigas el ejemplo de tu padre —respondió Wolfram.

Aunque el ambiente era relajado, los ojos verde esmeralda siguieron posados en la espalda vestida de negro mientras Yuuri servia el té al secretario deslumbrado. Otra vez se preguntaba que haría sobre aquel tema, cuando sería el momento ideal, si lo hubiera, para decirle a Yuuri.

Sin estar seguro, el adolescente mazoku se quedó mirando la nada un momento. Por el momento, no había nada que indicara que la advertencia era seria o inminente, pero continuaría a la expectativa.

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Dos días habían pasado desde el festival de la cosecha y el clima seguía agradable y fresco. Lord von Voltaire Gwendal extrañaba un poco la diferencia con el clima de sus tierras, levemente húmedo cerca del puerto y el océano, pero estaba contento.

Al regente no le gustaba estar enojado, pero igualmente siempre se la pasaba estresado por una cosa u otra.

Luego del episodio con Anissina, la pelea se desenvolvió breve pero fogosa dentro de su laboratorio por la noche. Había hecho hincapié una y otra vez en lo que le molestaba de sus acciones más recientes y también algunas pasadas, pero ella parecía seguir sin comprender que sus pertenencias, no necesariamente era también de ella.

Esta disputa tenia más años que Wolfram, ya que su amiga de la infancia era bastante peculiar desde niña. El problema sin solución aparente quedo en el tintero, y él ya no había querido escuchar más sobre las supuestas mejoras que ella intentó ofrecer "con palabras fáciles para hombres ineptos".

Gwendal cuidaba bien de su criatura. Lo alimentaba con maryoku cada seis horas en vez de darle cuerda, y se tomaba la misma dedicación de jugar con él y dedicarle tiempo luego del trabajo así como lo hacia con sus otras mascotas. Era relajante dispersarse haciendo eso aunque fueran tan solo quince minutos por la noche o durante el día.

Con el tiempo, no pudo evitar notar los cambios comparado a lo de antes. Todo lo que el manimal hacia le recordaba a alguno de los tantos cachorros que recogía usualmente para luego dar en adopción. Tenia actitudes de gatito, perrito y conejito. Una mezcla extraña de todas ellas.

Y Gwendal no podía dejar de pensar que era a propósito, ya que aunque Anissina no lo dijera, había tenido en cuenta para quien era el animal de compañía. Que negara a Greta hacer una replica solo confirmaba la hipótesis en su cabeza, y eso había hecho que llegara a un punto en el que ese detalle hacia su persona anuló parte del enojo que sentía por todo lo otro.

Desde hace dos días, Gwendal y Anissina no hablaban por el simple hecho de que ninguno daría el brazo a torcer. Y cuando lo hicieran, así como con todas sus peleas anteriores, probablemente ninguno diría nada concreto sobre el tema. Simplemente harían como si no pasara nada.

En el fondo, el regente del Maou esperaba ver a su amiga entrar por la puerta en cualquier momento como lo hubiera hecho cualquier otro día normal y corriente.

Apoyando una mano sobre Pupi —en realidad, era Pupi número 24, aunque no sabemos que les pasó a los 23 anteriores. Probablemente fueron adoptados—, le otorgó la dosis de maryoku de este día. Y luego fue a servir dos platos para los gatos que en este momento aun retozaban en la cama desarmada.

Gwendal se quitó las pantuflas e hizo a un lado el Cotidiano de Shin que estuvo leyendo mientras desayunaba, yendo hacia su guardarropas descalzo a prepararse para su día. Siempre tenía el papeleo adelantado desde el día anterior, pero eso no impedía que fuera puntual con su agenda.

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No era suficiente.

No era suficiente. No era suficiente, no era suficiente.

El contenedor rebosante de magia estaba vacío. Tras dos días de filtraciones, él lucido manimal requería más de eso que impulsaba su conexión hacia el otro lado. La brecha siempre era la misma, no podía variar su tamaño, por lo que la rapidez para escurrirse hacia este lado dependía completamente de lo que en este mundo se conocía como maryoku.

Sin la fuerza conectora, era imposible abarcar mas cuerpo. Por lo que era primordial conseguir más. La primer necesidad vital que saciar era la comida.

La criatura no distinguía realmente quien era su dueño y por qué. Los conceptos como jugar o charlar, ser acariciado o dormir, le eran ajenos. Pero tenia una orden implantada. Dentro de esta lista de seres bípedos que por alguna razón no podía tocar, se encontraba el hombre que lo dejó insatisfecho.

Bajando de la mesa con movimientos ya no tan torpes, el manimal recordaba levemente a un simio recién nacido. Las pequeñas garras en manos y pies contaban con útiles pulgares, y la cola de tortuga alargada que parecía inservible en realidad le otorgaba un balance correcto. Era una forma mucho más decente que cualquiera que hubiera podido recolectar en su dimensión de la nada, pero el Ser también carecía de sentido de la estética o física como para comprender este balance.

En este momento fue cuando se dio la oportunidad perfecta. Al abrirse la puerta, la nueva sirvienta que toco tres veces pero no obtuvo respuesta no era consciente que al lord no le gustaba que irrumpieran sin su permiso. Pero la chica no descubrió la gran acumulación de amigurumis en una esquina, sino a la peculiar mascota de su señor en medio del camino.

—¿Qué es eso? ¿Es la cosa de la que me habló Effe?

La chica que apenas llevaba una semana trabajando en el castillo había hecho una importante amiga. La joven y linda cocinera parecía no ser una veterana pero tener buena idea de que sucedía en el castillo, y de algún modo, tenía una buena relación y muchos contactos entre la gente de alto rango.

Como ese apuesto oficial de cabello castaño y una cicatriz sobre la ceja. E incluso con el regente, y al parecer había hasta cruzado palabras con el rey mismo y su prometido, ya que solía enseñarle pastelería a la pequeña princesa.

Y era gracias a ese contacto que esta sirvienta estaba al día con todos los rumores de la fortaleza de piedra. Incluso sobre la científica, que pese a dar miedo era amable con las mujeres y por alguna razón todas la admiraba. La chica tenia conocimiento su ultimo experimento, pero nunca lo había visto hasta ahora.

—Ah... es un tanto lindo. Pero que raro.

La curiosidad destrozó al kohi, aunque en este caso, ella tendría suerte.

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Continuará...

 

Notas finales:

Hola todos, me liberé un poco de los exámenes así que estuve avanzando con esto... que se está poniendo un poco largo sin mi permiso jaja. Para compensar, hice la mitad del capítulo siguiente, y espero terminarlo más pronto que la ultima espera.

Ojala que no se torne aburrido, como ven, esta fue una introducción para la parte más interesante en un cuento de terror xD Yo esperaba que hubiera más acción en este, pero bueno, incluir tantos personajes se me va de las manos. Pero lo estoy disfrutando, es un poco lo que me pasó con el fic del Príncipe de Bielefeld, un experimento más para darle lugar a todo el cast de la serie. Aunque hay algunos que no vamos a ver porque todo no se puede, en el siguiente capítulo sale mi mejor hombre, Josak, así que estoy con muchas ganas de seguir escribiendo ^^


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