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The Only One por Nova22

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Notas del capitulo:

>3< Actualización >3<

Capítulo 4


Tsukishima se sentó sobre el borde de la cama y suspiró al mismo tiempo se masajeaba las sienes con la mano, había subido para tomar el desayuno hace unos minutos, sin embargo sentía que tenía ganas de volver a recostarse y dormir. No se sentía muy enérgico ese día, no había sido una noche muy buena para él, sin embargo no era nada nuevo, pensaba que sería fácil manejarlo, siempre había puesto a su deber primero, pero estaba siendo un poco más difícil.


Su cama era sorprendentemente cómoda.


— ¿Quieres un poco de té? — alzó la cabeza, siempre tuvo la impresión de que podría aparecer en cualquier momento, desde que sus ojos estuvieron fijos sobre su persona la mayor parte del desayuno. Akiteru era ese tipo de hermano diligente y protector — No pudimos hablar mucho arriba...no quiero ser muy insistente con este tema, pero...


— Estoy bien — lo interrumpió, sin embargo no rechazó la taza de té que Akiteru traía consigo. Tenía un aroma agradable — Creo que solo tengo un poco más de sueño de lo normal — tomó un sorbo, también era dulce — No necesitas preocuparte por eso, no va a afectar mi desempeño...debería estar bien en unos cuantos minutos.


Akiteru le sonrió mientras lo observaba tomar un nuevo sorbo de té, lo conocía lo suficiente como para saber que no estaría satisfecho solo con eso. Siempre se preocupaba demasiado, no quería causarle problemas, pero no podría hacer mucho con alguien que se tomaba muy seriamente su papel de hermano mayor — ¿Crees que pueda? — alzó una mano dudosa, pidiendo su permiso para tocarlo.


Kei apretó la taza entre sus manos, no era una buena mañana, no sabía si podría hacerlo, pero no quería sentir que estaba buscando pretextos para seguir huyendo. Pensaba demasiado en esto, Akiteru estaba esforzándose mucho por él y Kei quería hacer lo mismo — Estás preocupándote demasiado, pero si es lo que quieres — asintió, su hermano le regaló una sonrisa que parecía menos culpable de lo que debería y liberó su mano de la blanca prisión de su guante.


Contuvo el aliento tras el primer roce de esa tibia mano y percibió un inevitable escalofrío poco agradable recorrerle la espalda. Esa tensión no estaba desapareciendo, sucedía como una batalla interna cada vez, odiaba que no fuera tan fácil como quisiera, odiaba que no pudiera controlar a su cuerpo o a las ideas que tendían a arremolinarse en su cabeza — Esa fiebre estaba comenzando a preocuparme, está un poco tibio, pero creo que debería estar bien — suspiró el mayor al mismo tiempo que daba un paso hacia atrás — Tu próximo día libre es el domingo ¿Verdad? Deberías visitar a un médico solo por precaución ¿Está bien?


— Si eso te hace sentir más tranquilo, entonces voy a considerarlo — se levantó y devolvió la taza vacía a su hermano — Debería subir de una vez, hoy tengo que encargarme de todos los dormitorios, mis deberes de hoy son más pesados de lo normal — lo acusó con una sonrisa ladina que su hermano devolvió — Voy a ser regañado si no puedo terminar a tiempo, el mayordomo principal es un dictador ¿Sabías que todos lo odian por eso?


— ¡Oh! Pobre de ti, debe ser terrible — Akiteru rió suavemente, comenzaban a sentirse joviales — Si quieres hacer un poco de trabajo de jardinería hoy, creo que podría arreglarlo.


— No, está bien así — Kei verificó rápidamente que su uniforme estuviera en orden, habían estado recibiendo algunas visitas últimamente, personas que querían saludar al joven amo de la familia, por lo que los sirvientes necesitaban cuidar cada detalle incluso de ellos mismos — No necesitas preocuparte demasiado o darme demasiada importancia, hermano...no olvides que soy un sirviente más bajo tu mando, pero...— lo miró con un poco de timidez. No era como que no apreciara lo que hacía por él, la verdad había algo muy importante que quería decirle, pero no sabía cómo comenzar.


— ¿Kei?


Apretó los labios, no era muy bueno con este tipo de cosas; Akiteru siempre era más abierto con lo que pensaba o sentía a diferencia de él — Solo quería decir que...— suspiró, no tenía que ser tan difícil — Tenerte aquí me hace sentir más tranquilo.


Akiteru sonrió con emoción, en momentos como este, realmente deseaba poder estrechar a su hermano, especialmente cuando tenía ese aspecto tan frágil e indefenso. Cómo si se tratara de un niño avergonzado luchando por parecer un adulto; era realmente lindo.


— Deberíamos volver arriba a trabajar, el tiempo es valioso ¿Verdad? — volvió a hablar el rubio, el ambiente que los rodeaba se había transformado en uno más cálido y agradable.


— Es verdad, tenemos mucho que hacer...hoy necesito comprobar las otras dos residencias de esta propiedad, creo que vamos a tener visitas pronto.


Los dos salieron juntos al pasillo y se despidieron en el salón principal, él debía encargarse de supervisar el desayuno mientras que el rubio debía comenzar sus tareas. Los amos de la residencia también eran personas muy estrictas con sus horarios e incluso también parecían serlo con ellos mismos. A esta hora de la mañana ellos ya deberían estar tomado ventaja del tiempo previo al desayuno en el estudio, por lo que Tsukishima sabía que podía comenzar con sus deberes sin problemas.


Le gustaba mantenerse ocupado, siempre había algo que llenaba su mente en momentos como ese, instrucciones, pasos a seguir y demás deberes. Tenía que ser meticuloso. Los errores no estaban permitidos para los sirvientes, el deber de mantener el orgullo de esa residencia recaía sobre ellos. Necesitaban ser especialmente cuidadosos con esta familia de Alfas, eran realmente estrictos dado que su estatus era uno de los más altos de todo el país. Algunos se sentían nerviosos por ese motivo, pero para Tsukishima estaba bien; lo mantenía ocupado y a ellos alejados de casa y con el mimo de contacto.


Era un buen trato, sin embargo el único hijo de esta familia era una persona completamente diferente a todo lo que creía.


— Se siente tan...— apretó los labios al mismo tiempo que se deslizaba una mano sobre el antebrazo.


Los Alfa eran criaturas que siempre resultaban imponentes para cualquiera, territoriales, su aura no era un problema demasiado grande para los Beta pues no podían percibir sus feromonas, sin embargo no era tan fácil de ignorar incluso para ellos cuando se trataba de uno realmente dominante. Era diferente; pesado, inquietante, sofocante y estremecedor. Kuroo no estaba ahí, pero su presencia era tan aplastante que el cuerpo de Tsukishima dudaba sobre si tenía el derecho de cruzar el umbral de la puerta.


Era todo una locura, las primeras veces pensó en que podría tratar de evitarla hasta el final, sin embargo no podía ver como eso podría ser de ayuda cuando nada cambiaba cuando estaba frente a esa puerta. Tenía que hacerlo, era su trabajo y lo sabía bien, sin embargo pasaban largos segundos antes de que pudiera convencer a su rígido cuerpo de lo inevitable, especialmente cuando tendría que tocar las sábanas y todo aquello que estuvo en contacto con el amo más joven de la residencia. Se necesitaba de mucha fortaleza mental para algo como esto.


Lo primero que Tsukishima hizo fue asegurarse de ventilar la habitación, abriendo el gran ventanal de par en par. La tranquila brisa matinal se arremolinó en el interior, como si tratara de dar vida a la esencia que perduraba en cada rincón de esta. Lo estremeció ¿Cómo podía ser posible que lo sintiera tan intensamente? Incluso los dedos que tomaron las sábanas de la cama temblaban un poco, la presencia de esa alfa era tan increíblemente abrumadora que casi podría creer que era capaz de percibir el aroma de ese hombre. No debería ser posible para alguien como él, pero esa fragancia estaba ahí.


Colonia o quizá Shampoo. Era agradable, como el ámbar quizá y a diferencia de la presencia de su amo, parecía relajarlo o tal vez solo distraerlo. No entendía esto, era la primera vez que estaba frente a alguien tan dominante y poderoso. Había escuchado que los perfumes de feromonas eran muy populares en estos días, pero un Alfa como Kuroo no debería necesitarlo. Él solo destacaba por esta ahí y era muy difícil de borrar...o de olvidar.


— ¡Oh! Hola — Tsukishima jadeó, la tensión en su cuerpo volvió para paralizar todos y cada uno de sus músculos en un instante y apretó las sábanas aún entre sus brazos — Es una sorpresa, ayer no te vi en toda la tarde.


— Buenos días, señor, tiene bien aspecto — se inclinó en una reverencia suave, las sábanas aun contra su pecho, dónde la esencia de ese agradable perfume aún se encontraba impregnada. Cómo si fungiera como un calmante para él — Ayer fue mi turno de encargarme del tercer piso.


Se levantó, Kuroo estaba sonriéndole amigablemente, había esperado solo para saludarlo con un movimiento de cabeza y siguió hacía el escritorio ubicado del otro lado de la habitación — No necesitas estar tan rígido — rió tranquilamente, buscaba entre un pila de carpetas perfectamente ordenadas en una esquina — Tampoco tan formal ¿Olvidaste lo que hablamos la última vez?


Tsukishima se mordió el interior de la mejilla ¿Aquello no había sido un sueño extraño después de todo? Obviamente no, pero habría querido seguir fingiendo que lo era un poco más — No, señor, no lo he olvidado...


— ¡Eh! — Kuroo giró repentinamente, sostenía la carpeta que probablemente lo había traído hasta su habitación y se cruzó de brazos — Si no lo has olvidado entonces ¿No deberías tener algo diferente para decir? — le sonrió, entonces Tsukishima volvió a sentirse un poco tenso ¿Él era serio con eso? de alguna manera había querido creer que podría haberse tratado solo de amabilidad, pero no había razón para que alguien del estatus de Kuroo llegara a ese extremo con un sirviente sin importancia, a menos que tuviera una intensión más oscura, sin embargo ya habían discutido sobre eso antes y decidió creer en su moreno amo. Aun así esto era demasiado — ¿De verdad es tan difícil? Casi parece que estás sufriendo.


¿De verdad estaba preguntándolo? — No tiene idea de cuánto, señor — Tsukishima forzó una sonrisa tensa, conocía perfectamente bien cuál era su lugar y quien era la persona frente a él, no había forma de que pudiera simplemente olvidar toda la etiqueta que había aprendido para cometer semejante insensatez — No es algo que pueda hacer tan fácilmente.


Kuroo arrastró la silla de su escritorio y se sentó con un suspiro, si lo veía desde la posición de Tsukishima entonces podría imaginar que existían muchas razones para no querer hacerlo, pero era un poco deprimente. El rubio de verdad le agradaba — Pero es algo que puedes intentar ¿No? Tampoco es imposible — no iba a llegar tan lejos como para forzarlo aunque se suponía que era parte de su castigo, no estaba tratando de atormentarlo — No quiero que te sientas incomodo o que comiences a creer que soy alguna clase de tirano...podría deprimirme.


— Usted tiene...no es— Tsukishima apretó las sabanas ¿De verdad era tan importante para él? los aristócratas regularmente eran más arrogantes y altivos, Kuroo tenía mucho de eso en el aura que lo rodeaba, pero también tenía algo que lo hacía sentir diferente de los demás — No creo que sea como debería...y es extraño — la mayoría trataba de ser amigable por motivos más carnales o poco honestos, estaba más acostumbrado a escuchar historias de ese tipo — Usted sigue siendo el señor de esta casa y yo su sirviente, incluso si me lo pide ahora, no creo que pueda comenzar a hacer algo como eso de inmediato.


— ¿Pero podrías? ¿Es lo que estás tratando de decirme?


El rubio abrió y cerró los labios unas cuantas veces ¿Era eso? — No me desagrada, señor...la idea de trabajar directamente para usted — no lo había pensado, pero si se tomaba el tiempo de hacerlo, entonces podría decir que no lo odiaba —  Pero, honestamente, sigo pensando de que usted es una persona muy extraña.


Kuroo rió en una carcajada, esta también era la primera vez que veía a un alfa hacer una expresión tan honesta — ¿Es un cumplido? — el rubio lo miró como si estuviera diciéndole que no estaba del todo seguro y el moreno volvió a reír. Extraño no necesariamente significaba que era algo malo — Bueno...— suspiró al mismo tiempo que agitaba los pies — Supongo que en otro momento no habría considerado siquiera dirigirle la palabra a mis sirvientes, la verdad es que solía ser alguien difícil de tratar; soy un Alfa de sangre pura y mis padres se empeñaron en que nunca olvidara que era mejor que los demás.


— Viéndolo ahora, es un poco difícil de creer — Kuroo lo invitó a continuar con su trabajo mientras seguía hablando, no parecía querer retrasarlo o causarle problemas, pero era curioso que siguiera ahí — ¿Pero no es eso lo normal? — extendió la sabana limpia en un agradable movimiento que provocó que la tela se agitara como las olas del mar.


— Cuando eres alguien de la aristocracia sientes que el mundo está en tus manos, para la mayoría es más fácil pensar que estas sobre todos los demás y actuar en consecuencia de esa arrogancia...pero no creo que necesites que te lo diga, yo no era tan diferente, siempre pensé que esa visión era la adecuada — el rubio lo miró por sobre el hombro mientras alisaba la superficie de la cama, él estaba sonriendo con alegre melancolía; como si fuera un niño ¿Estaba bien que le dejara ver algo como esto? — La verdad es que nada habría cambiado si no hubiera conocido a Bokuto, él también es un Alfa, pero...creo que veía todo esto de una manera distinta, al principio pensaba que era un idiota, pero no es el tipo de persona que puedas odiar tan fácilmente a pesar de que es algo poco común; es un buen chico, serio y honesto...tiene buenas intenciones y nunca...


— Señor, ya le dije que no estoy interesado en reunirme con su amigo.


— ¡Oh! ¿Así que lo notaste? Solo quería que supieras que es un buen tipo.


Kuroo rió con culpa y diversión, y Tsukishima no pudo evitar devolver aquel gesto con una risa suave y discreta, fue como si compartieran un secreto. A diferencia de aquel primer momento, el ánimo del rubio era mayor; comenzaba a serle cada vez más difícil desconfiar de su moreno amo. Simplemente no percibía malicia en su mirada y la verdad era que, la tensión de antes también había desaparecido, sin embargo aún no era del todo consciente de ello.


— ¿Por qué me está diciendo todo esto?


— ¿Por qué? No estoy seguro — Kuroo se cruzó de brazos y echó el cuerpo hacia atrás, su rostro mirando hacia el techo mientras meditaba en silencio. Sonrió y lo miró — Hablar contigo no es nada fácil y eres huraño, tampoco he olvidado que hay malentendidos cada vez que iniciamos una conversación...no es muy alentador, no quiero equivocarme — rió y el rubio le sonrió avergonzado — Pero me gusta...es agradable ser solo yo de vez en cuando — podía hacerlo con Bokuto, pero esto se sentía diferente.


— ¿Usted mismo?


— Si, lo que quiero decir es que...aunque parezca algo extraño o puedas dudar de esto, confío en ti — dijo — Y hablar contigo se siente bien.


Tsukishima volteó lentamente en dirección a Kuroo, los dedos entrelazados al frente. No podía ser tan simple ¿Cuánto tiempo había pasado? Solo unas semanas y unos cuantos días ¿No? Y todo lo que habían tenido hasta ahora fueron malentendidos extraños y desagradables. Para como lo veía, esto era demasiado extraño, quería que le preocupara un poco más, pero mientras más veía a esta persona, más sentía que era sincero.


— ¿Está bien para usted? Solo soy un sirviente.


— No, tú eres Tsukishima y yo soy Kuroo, no somos una posición o un estatus social...solo somos nosotros, no estoy tratando de verte como algo distinto.


Era como si no tuviera sentido. Tsukishima apretó el puño en el que sus manos se habían transformado, quería decir algo, pero esto era como si de pronto hubiera sido golpeado. Los sirvientes no necesitaban pensar, no necesitaban sentir porque su voluntad era la de sus amos, porque su existencia, el mayor orgullo y honor de esta era servirlos. Era siempre así y al rubio no le importaba, no era el tipo de persona que estaba dispuesto a luchar por cambiar un sistema que era controlado por el poder más absoluto, pero esta persona estaba reconociendo su existencia. Lo estaba viendo de verdad.


No sabía cómo sentirse, su mente seguía creyendo que esto era demasiado extraño para ser verdad, pero tampoco estaba dudándolo. Creía en esta persona.


— Usted no es como...


— Tu tampoco eres como los otros ¿Sabes? — lo interrumpió al mismo tiempo que se levantaba — Me gritaste antes.


— Bueno, sí, pero...— avanzó un paso en dirección al moreno por puro impulso, se mordió la uña del dedo pulgar a través de su guante. Incluso si lo había ofendido o no, Tsukishima sabía que no había tenido el derecho de alzar la voz a su amo, que debió haber bajado la cabeza y buscar las excusas necesarias para no ofenderlo. Sabía que no había hecho bien, que merecía un castigo, porque lo que hizo fue imperdonable, porque podría haber metido en problemas a su hermano, porque debería haber conocido mejor su lugar — ¿Le gustaría que me disculpe otra vez?


— No — Tsukishima devolvió la sonrisa tranquila de Kuroo, ya lo sabía...quizá también lo hizo en aquel momento, que estaba bien porque se trataba de él — Lo hiciste bien, eso fue mi culpa.


La sonrisa de ambos se ensanchó. Había sido solo un malentendido...un muy buen malentendido.


— Debería marcharme ya — el moreno miró el reloj en su muñeca — No sabía lo tarde que era, estoy tomando demasiado de tu tiempo — el rubio le dio una reverencia y Kuroo comenzó a avanzar hacia la puerta — Esta noche voy a ir a una fiesta, debería estar de vuelta del trabajo alrededor de las seis ¿Podrías preparar un cambio de ropa para mí, por favor? Se trata de la fiesta de cumpleaños de la madre de un amigo.


— Entiendo, señor...— Tsukishima hizo amago de volver a sus deberes, la verdad esta conversación lo había retrasado por unos cuantos minutos, sin embargo no se movió y su cabeza giró en dirección al moreno, sintiéndose ansioso porque estuviera a punto de marcharse...como si no quisiera que lo hiciera todavía — Señor...eh...Kuroo — lo llamó, el moreno se detuvo abruptamente y lo miró con un poco de asombro — A mí también...yo también creo que es agradable hablar con...con contigo.


Él sonrió ampliamente — Un paso a la vez, creo que podemos haber esto bien.


— ¿Qué significa eso para...para ti?


— Qué podríamos ser buenos amigos.


Kuroo se despidió sin que pudiera decir nada más y Tsukishima se desplomó lentamente hasta quedar sentado sobre el borde de la cama. Se llevó una mano al pecho, estaba sofocado y el corazón le latía a un ritmo increíble, sin embargo se sentía bien ¿No estaba sintiéndose tenso y rígido antes? El rubio conocía su cuerpo lo suficientemente bien como para estar seguro de ello y porque se conocía lo suficientemente, sabía que lo que estaba sintiendo ahora estaba lejos de compararse a aquello...era mejor.


Agradable y tan dulce como el aroma que flotaba en la atmósfera de esa amplia habitación.


*****


Akaashi apretó los párpados a la intensa y cálida luz que se filtraba a través del gran ventanal de la habitación. Gimió. Le dolía un poco la cabeza, no había tomado más que unas cuantas copas de vino en la noche; nada que fuera suficiente para hacerle perder el sentido o marearlo, sin embargo esos molestos latidos estaban ahí, buscando perturbar su calma y aplastar su humor.


— Es tarde — murmuró sin mucha energía al mismo tiempo que se tumbaba bocabajo en un gesto perezoso, las sábanas rozando con delicadeza su piel desnuda — No noté cuando te levantaste — tomó una almohada y se aferró a esta, su cabeza descansando sobre su suave superficie al mismo tiempo que sus ojos buscaban la figura del alto hombre cuya ancha espalda se agitaba bajo los silenciosos movimientos de su cuerpo frente al espejo del armario — Debiste haberme despertado — cerró los ojos, dormitaba.


— Ayer dijiste que tu agenda estaba libre hasta la tarde, puedes quedarte un poco más — Sakusa lo miró, esos largos dedos sujetaban elegantemente una larga corbata con detalles morados que encendían aquel latido magenta en lo profundo de esos ojos oscuros. Le gustaba tanto cuando lo miraba — Quiero que estés aquí un poco más.


— ¿No tienes que trabajar?


— No hasta después de mediodía.


Las piernas de Akaashi se agitaron entre las sábanas, esa respuesta simple y tranquila lo había entusiasmado. Sonrió discretamente. Últimamente Sakusa tenía mucho de lo que encargarse con el negocio de su familia. Tenía muchas más responsabilidades actualmente y prefería encargarse de todo por él mismo, era muy meticuloso, pero que fuera capaz ponerlo en primer plano le encantaba. Keiji amaba ser el centro de su atención...y amaba a Sakusa, jamás se atrevería a dudarlo.


Su corazón y todo de Akaashi se agitaba siempre que pensaba en él, era tan increíble


— Anoche dijiste que querías hablar conmigo sobre algo — Akaashi apoyó las manos contra el colchón y comenzó a levantarse lentamente, la delgada sábana deslizándose gentilmente sobre sus hombros, como una caricia, hasta revelar una blanca piel pintada de pasión — ¿Quieres que toquemos el tema durante el desayuno? — se masajeó el cuello con una mano, el ardor de la mirada contraria le estremeció la piel — Era algo importante ¿Verdad?


— Lo es, pero puede esperar un poco más — Sakusa estiró una mano, invitándolo a acercarse — Vamos a comprometernos en poco tiempo, pero todavía tenemos mucho por discutir...sobre algunos cambios para el futuro, cambios inevitables.


— ¿Hice algo malo? — el moreno tomó la camisa que estaba a punto de deslizarse hacia el suelo y se vistió con esta. Estaban acostumbrados a este tipo de cosas, pero ser el único desnudo en la habitación resultaba vergonzoso...a demás sabía que esta era una visión que a Sakusa también le gustaba a pesar de lo conservador que podía llegar a ser — Has estado un poco pensativo últimamente ¿Vas a decirme que está pasando?


— No es nada que deba preocuparte, lo tengo todo bajo control y siempre y cuando estamos juntos, entonces estará bien — Sakusa tomó la mano de Akaashi, guiando su camino hasta su encuentro, le deslizó los nudillos por la mejilla, hasta enterrar los dedos entre su oscura cabellera al mismo tiempo que el moreno menor trazaba un camino lento y ardiente con las palmas de las manos, desde el pecho hasta enredarle los brazos al cuello.


Se paró de puntillas, sus labios hicieron contacto, fue una tentación que ninguno fue capaz de resistir. Se aferró a Sakusa. Pensaba mucho en esto, en lo mucho que quería monopolizarlo.


— Nuestro futuro suena un poco...un poco...— suspiró. Una mano traviesa superó la frágil barrera de la camisa que lo cubría y se deslizaron los dedos del moreno mayor por su cintura en un abrazo tan fuerte y maravilloso que le robó el aliento y lo hizo vibrar de la cabeza a los pies — Me gusta cómo suena — se mordió el labio inferior, los labios de Sakusa regalaron ardientes caricias a su cuello. Apretó su abrazo, entonces el menor suspiró y tembló de placer, resistiendo el impuso se frotarse contra él...y perdiendo ante el aroma y calor de ese cuerpo — Pero ¿Seguro que todo está bien?


Comenzaban a nublarse sus ideas, se perdía lentamente, un segundo tras otro en el que comenzaba a quemarle la sangre.


— Solo si estás conmigo — se apartó para mirarlo, el ardor se la mirada de Sakusa, de ese deseo de posesión le atravesó el alma. Lo estremecía, lo hacía temblar de una forma que era regocijo para Akaashi — Vamos a discutir todo lo relacionado a nuestro futuro después de que nuestro compromiso sea anunciado...antes de eso quiero hablar sobre esta noche ¿Por qué no me dijiste antes que habías sido llamado para una fiesta? Creí que habíamos acordado que mantendrías las reuniones privadas al mínimo mientras me acompañas.


— Lo sé, mi madre se negó al principio también, pero...es una familia influyente y era una ocasión importante para ellos — le ofreció una sonrisa de disculpa. La cabeza de esa familia manejaba los teatros más importantes del país, así como controlaba el medio artístico y tenía gran influencia en el mundo en el que Akaashi se movía, acercarse a ellos era complicado. Era una buena oportunidad para conocerlo, pero no sé trataba solo de eso — Solo voy a estar ahí por un par de horas y voy a volver a casa...terminará pronto.


— ¿De qué familia se trata?


Akaashi percibió como el estómago se le apretaba ligeramente, habría querido evitar esto a como diera lugar porque era complicado — Bokuto.


Cómo Sakusa frunció fugazmente el ceño no pasó desapercibido para Akaashi. Había preferido no mencionar su nombre después de lo que había pasado en aquella fiesta de hace tiempo. Lo que sucedió entre él y Bokuto no le había sido revelando, pero tenía la impresión de que él podría haber intuido algunas cosas a pesar de su silencio. Kiyoomi estaba un poco más pensativo desde aquella vez, diferente y no quería que se preocupara por lo que sabía que era nada.


Sin embargo no sabía porque no se había atrevido a revelar todo.


Akaashi tampoco quería pensar mucho en eso, también se había prometido a si mismo evitarlo, a esa persona, pero su madre ya había aceptado el contrato...no había mucho que pudiera hacer, pero tampoco estaba tan molesto como quisiera por esta situación o sentía remordimientos y temía que Sakusa lo notara.


— Esta noche tengo que ir a una cena, pero puedo pedirle a mi chófer que te lleve si nuestros horarios no coinciden y puedo pasar por ti cuando termines.


— ¡Oh! No, la familia ya dispuso un auto para que pueda...


— No — el moreno apretó el abrazo que los unía, se sintió como si no tuviera permitido cuestionarlo. Sakusa siempre se preocupaba demasiado por él, era lo normal, siempre lo acompañaba y quería estar a su lado — Prefiero ser yo quien lo haga como de costumbre.


Akaashi le sonrió tranquilamente al mismo tiempo que acunaba el rostro del moreno mayor con una mano. Era la verdad, era lo que siempre hacían, desde el principio, siempre trataron de permanecer al lado del otro el mayor tiempo posible. Debería estar bien...debería — Si es lo que quieres y si crees que no va a causarte problemas, entonces está bien.


— Voy a estar ahí, no me gusta que tengas que ir a esas presentaciones solo — le besó la frente — Te expones a demasiadas personas y toman el tiempo que debería ser nuestro...tienes que consultar estas cosas conmigo la próxima vez, no quiero ser el último en saberlo.


— Estás exagerando — rió el moreno. Sakusa siempre fue alguien sobreprotector. Lo besó y Akaashi emitió una suave risa alegre. Le gustaba como se aferraba a él, que no quisiera soltarlo, que fuera tan difícil para él tener que dejarlo ir solo por un momento, que a veces sintiera que estaba celoso del mundo entero. Hablaba de lo importante que era para Kiyoomi, de lo mucho que lo atesoraba y lo que le preocupaba su bienestar y Keiji se sentía protegido y seguro — Se trata de una fiesta familiar, no es nada que no haya hecho antes y me gusta...la música me hace feliz.


Sus labios se unieron en un beso impetuoso y hambriento, olas incandescentes le atravesaron la piel tras cada roce y caricia de esas ardientes manos. Temblaba, palpitaba y ansiaba como un loco al mismo tiempo que esos dedos se deslizaban por su trasero con todo descaro. Separó suavemente las piernas. Se deslizó la camisa que lo cubría, pendiendo esta sobre sus antebrazos. Suspiró, el cuerpo echado hacía atrás, entregándose lentamente al placer y deseo que ardían en su pecho.


— Kiyoomi...


Perdía la razón, se aferraban a Sakusa como una tabla salvavidas. Ese aroma era increíble, tan fuerte, tan aplastante y despiadado que dominaban su ser desde la parte más profunda, lo hundía en sus sentido, en la pasión arrasadora que derramaba en cada uno de sus beso, en su ansia de posesión hasta que Akaashi solo era capaz de responder a él, pensar, sentir, con toda su desesperación y locura los deseos de este hombre.


— Tus ojos deben estar siempre sobre mi ¿Lo entiendes?


— Lo sé.


Sonrió. El torpe balanceo de sus cuerpos los llevo hasta la cama. Le ardía la piel, tan insoportable. Quería arrancársela, quería gritar, quería sentirlo ya, ya maldita sea. Enloquecía, se perdía y la suave presión fugaz de los dientes ajenos sobre su cuello lo hicieron vibrar con toda su locura. Akaashi arqueó la espalda, sus manos se aferraron al oscuro cabello del mayor y emitió un grito ansioso y desesperado, un lamento que clamaba por la promesa que sus almas alguna vez hicieron.


— Eres mío.


Eso también lo sabía, siempre, le pertenecía, todo de él, hasta la más pequeña parte si era el deseo de Sakusa...por eso, por favor...por favor.


*****


— Tu madre parece muy feliz ¿Conseguiste darle el regalo correcto?


— Eso creo, no estoy seguro...— Bokuto miró fugazmente a Kuroo y luego siguió la dirección de las animadas risas al otro lado del salón, donde una hermosa mujer de largo cabello platinado era el centro de la conversación — Es una locura como cada año, pero creo que lo conseguí...— suspiró, todavía no podía creerlo. Estaba tan tenso que fue increíble. Pensó en muchas cosas, viajes, joyas, ropa, pero nada podía convencerlo, quería que fuera especial porque ella lo era y estuvo a punto de colapsar antes de encontrarlo.


Su madre era conocida por ser una mujer muy extravagante, pero algo tan pequeño como el vejo reloj que alguna vez fue un recuerdo precioso la había hecho tan feliz; esa sonrisa había valido todo el tiempo que pasó agonizando, lo había sido todo para él. Estaba seguro de que su padre no podría mejorar eso, la mirada que le había lanzado antes lo dijo todo, pero tenía curiosidad por saber que era lo que estaba preparando.


— Tu familia es tan animada como siempre — murmuró el moreno. Risas estallaron dónde la madre de Bokuto se encontraba. La familia de Kuroo regularmente no celebraba ese tipo de fechas a menos que resultara en un evento que pudiera traerles beneficios. No estaba destinado a ser divertido, su fiesta de bienvenida tampoco lo fue demasiado, sin embargo el bicolor estaba ahí — Creo que tengo un poco de envidia.


Bokuto golpeó la espalda de Kuroo con una sonrisa — ¿Por qué lo harías? También eres parte de esta familia...no vengas a ponerte deprimido ahora, si mi madre lo nota no va a dejarte en paz — rió el bicolor, su familia solía visitarlos muy a menudo mientras estaban en el extranjero y ellos pasaban largas temporadas juntos durante las vacaciones, el moreno era prácticamente un hermano para él y ya debería saberlo — ¿Qué pasa? ¿Él sigue sin responder tus llamadas?


Kuroo sonrió con amargura — Al menos ya no está devolviendo mis regalos...aunque no estoy seguro de si los está tirando, quiero tener un poco de expectativas — bebió un  sorbo de vino — Pero no necesitamos hablar sobre ese asunto, estamos aquí para celebrar a tu madre.


Los dos comenzaron a avanzar por el salón, la residencia de la familia de Bokuto era considerablemente más pequeña a comparación con la de Kuroo, sin embargo los finos detalles y la decoración delataban su riqueza y estatus a pesar de parecer sencillas. Los padres de Bokuto no se preocupaban demasiado por la aristocracia de la que formaban parte. Esta reunión no se trataba de poder o una búsqueda de beneficios, todos estaban sonriendo, no como una máscara, sino como un sentimiento real.


— No necesitas ser considerado conmigo, Kuroo — Bokuto sonrió con amargura, pensar en ese tipo de cosas era deprimente por varias razones que Kuroo debía conocer demasiado bien, pero quería escucharlo. Quizá no podía darle la respuesta que buscaba, pero al menos podría ofrecerle eso — Estoy bien, he estado pensando en esto y sé que es una pérdida de tiempo...siempre lo supe.


— No necesitas verte tan lamentable o voy a tener que devolverte tus palabras de hace rato...tu madre no va a dejarte en paz y estoy seguro de que no quieres que todos aquí la escuchen llamándote bebé — le golpeó la cabeza y el bicolor gruñó con una ligera capa de rubor en las mejillas. Deseaba con todo lo que tenía, que Kuroo olvidara eso de una vez — Tu madre dijo que estabas viendo a alguien, creo que a ella le gusta ¿Es la chica pelirroja con la que estabas hablando cuando llegué? Parece que son muy cercanos.


Bokuto asintió, aquella chica, Yukie estaba parada junto a la escalera hacia el segundo piso, le regaló una sonrisa cuando reparó en su presencia — Nos conocemos desde la infancia, no es nada serio, pero...— hizo una mueca al mismo tiempo que se detenía frente a la puerta de cristal que llevaba al jardín — Pensaba que podría funcionar, pero creo que sea correcto...no se siente bien.


— ¿Necesitas un poco más de tiempo? No es un error...tampoco estás huyendo o tratando de evadir nada, creo que tienes razón...eres un buen tipo, Bo — esta vez fue Kuroo quien le palmeó la espalda, antes le habría encantado que este tipo lo elogiara de esa manera, pero aunque la primera parte de la celebración había sido un éxito y estaba feliz por ello, su humor no era tan bueno. El jardín era su objetivo, era pequeño, pero resultaba un lugar muy acogedor e impresionante, era su refugio últimamente, podría calmarse si tenía un respiro, sería mucho mejor si tenía a su mejor amigo y un cigarrillo, pero... — ¿Bokuto?


Pero sus pasos se detuvieron frente a la puerta y las ideas en su mente calmaron el zumbido que se había vuelto insoportable ¿Cuánto había bebido? Estaba seguro de que esta era su primera copa, no había tomado más de la mitad. Se apretó la mano, Kuroo seguía llamándolo con confusión, quería darle una respuesta, pero no entendía que estaba pasando o por qué de pronto se sentía tan ansioso ¿Qué  era esa agitación? Estaba en su pecho, como si de pronto fuera presionado o como si sus latidos hubieran cambiado su ritmo.


No estaba enloqueciendo ¿Verdad? tal vez había comido algo que le sentó mal.


— Bokuto, estas comenzando a asustarme ¿Por qué no dices nada?


— No, no es... — volteó en dirección al salón, no había visto a su padre desde que había revelado su obsequio a su madre. Estaba acercándose a ella y pidió por un poco de su atención colocándole una mano en la cintura, la música que llenaba el ambiente se detuvo al mismo tiempo que eso sucedía y un movimiento de su mano marcó la entrada a la última persona que esperaba ver...pero que ocupaba todos y cada uno de sus pensamientos — Es...— parpadeó, el impacto de su presencia casi lo había hecho tambalearse.


— Creo que si es...— murmuró Kuroo con una complicada expresión en el rostro, no estaba tratando de ocultar su preocupación por él ¿Le parecería extraño si dijera que no estaba sorprendido por esto o que le dijera que estaba comenzando a entender el motivo de la impaciencia que lo había aquejado desde esta mañana? Era una locura, pero sus emociones congeladas siguieron su curso tras un efímero contacto visual y el mundo entero cobró sentido — Es curioso.


— Vamos a quedarnos un poco más, parece que mi padre tiene algo especial preparado.


— ¿Seguro?


— Creo que también necesitas ser testigo de esto...no creo que vayas a arrepentirte.


Akaashi era una persona con un talento excepcional, su padre había elegido a la persona indicada. Le gustaba ser el centro de atención de su madre así que podía ver porque había esperado hasta el final para revelar su carta. Sonrió, lo hizo, pero no por la razón que habría querido, lo hizo presa de una emoción que no debería estar ahí, aquella que ansiaba callar a como diera lugar, esa que se había transformado en un precioso dolor y quería disculparse con su padre, no podía escuchar las hermosas palabras que formaban parte de su discurso y no podía ver la sonrisa radiante de su madre.


Todo su ser había sido absorbido por la presencia de esta persona, se encontró hechizado por esa brillante mirada ópalo, por ese azul profundo cubierto de estrellas de colores y estuvo completamente perdido cuando la primera nota de ese violín reverberó al compás de los latidos de su corazón.


Hermosa no era una palabra lo suficientemente digna para definir la belleza de esa melodía. Era único. Las emociones que vivían en su pecho cantaban y bailaban en el silencio de su corazón, cobraban vida, se pintaban de los matices más dulces, se agitaban y vibraban llenos de euforia. Tanta que le estremecía la piel, que latía su alma y si cerraba los ojos podía verlo, era capaz de sentirlo con una intensidad tal que era abrumador. Como un sueño, como magia que lo envolvía como las gentiles olas del mar, como una tormenta eléctrica azotando la tierra sin piedad, como la lluvia más gentil, un beso dulce y el susurro más suave.


Como un sueño tan efímero que podía envolverlo y atraparlo. Podía llorar, podía reír, podía sentirlo, a las emociones que nacían de cada acorde y nota, a los sentimientos que Akaashi trataba de transmitir. En su pecho, en la piel, en el corazón y en lo más profundo de su alma y podía sentirlo a él...y nunca fue más fuerte o más doloroso.


Nunca fue más precioso.


— ¿Cómo estás? — preguntó Kuroo, una vez la presentación y el vals de sus padres hubo terminado, parecía tan afectado por la belleza de esa melodía que Bokuto sintió un orgullo tan grande que estuvo a punto de sonreír.


— Creo que necesito tomar un poco de aire fresco ¿Puedes disculparme?


— No hay problema, ya que tus padres están juntos, creo que podría hablar con ellos un poco más.


— Gracias, solo tomará unos cuantos minutos.


Solo unos cuantos, sin embargo sabía que nada iba a cambiar.


*****


Este lugar era diferente, elegante a dónde quiera que mirada, muy amplio y aun así parecía muy acogedor. Se había presentado en varias reuniones privadas y asistido a algunas fiestas aristócratas con Sakusa, pero ninguna se parecía a nada como esto. Era más jovial y estaba tan lleno de vida que era muy fácil terminar siendo atrapado por el ambiente. El matrimonio Bokuto también era algo fuera de lo común.


Eran personas realmente amables y amigables, al ser una actriz tan famosa y Omega, creía que aquella mujer sería más arrogante y altiva. Había visto como algunos trataban a sus sirvientes, los dos padres de Akaashi eran Beta así que nunca le sentó demasiado bien, sin embargo ella conversaba, reía, sonreía y se preocupaba por ellos, al igual que aquel hombre.


Fueron muy amables con él. Estuvo abrumado por esos elogios sinceros y quizá se dejó llevar un poco durante su larga conversación. Las copas nunca dejaron de llegar a ellos y antes de que lo notara, estaba más acalorado que antes.


— Disculpa ¿No te estás sintiendo bien? — una persona fue lo suficientemente amable como para ayudarlo a recobrar el equilibrio después de casi tropezarse con sus propios pies sujetándolo del hombro — ¿Quieres sentarte un momento? Escuché que la familia preparó un auto para llevarte de vuelta.


— No, estoy bien, pero...— consiguió estabilizarse gracias a aquella persona y lo miró. Lo había conocido antes ¿Cuál era su nombre? Kuroo ¿Verdad? Su presencia era increíble a pesar de que parecía alguien amable. Se unió a su conversación antes y pudo notar como los anfitriones de la fiesta lo miraban con un cariño muy especial — Tal vez necesito un poco de aire fresco.


— Eso parece — rió el moreno — Los señores de esta casa son algo chispeantes, a veces te dejas llevar antes de que te des cuenta...debí haberlo notado, lo siento.


— ¡Oh! No, no es para tanto — sonrió. Ser visto en este estado era vergonzoso. Akaashi no era malo con él alcohol, pero tampoco era especialmente bueno. No quería que su madre lo viera así y tampoco quería causarle problemas a Sakusa — Debería estar bien después de unos minutos, creo que podría ir al jardín a refrescarme un poco.


— Entiendo, pero...— Kuroo carraspeó — Tal vez querrías elegir un sitio diferente— miró en dirección al sitio que llevaba al jardín. Bokuto todavía debía estar ahí y quizá lo mejor era que no se encontraran. Ya era lo suficientemente difícil para él bicolor...y tal vez también para este chico — Debe haber muchas personas ahí y después de como tocaste no creo que vayan a dejarte tranquilo...arriba hay una habitación que puedes usar, es un pequeño salón con vista al jardín, es la primera puerta a la izquierda, podría guiarte si estás bien con eso.


— No, no, estoy bien, pero...— ¿Estaba bien? Miró hacía el salón y luego a las escaleras. Entendía su punto, pero no quería abusar — No me gustaría ser una molestia.


— No tienes por qué preocuparte por eso, está disponible a los invitados...pero voy a informarle a los señores de la casa si te hace sentir más cómodo


— Es muy amable de tu parte — Akaashi sonrió. Todavía estaba dudando, pero Kuroo tenía razón, algunas personas ya habían tratado de abordarlo y ofrecerle un trago, no quería ser grosero, pero de verdad necesitaba recomponerse y un poco de tranquilidad — Gracias.


Kuroo respondió a sus palabras con unas más modestas y comenzó a subir las escaleras. Estaba sorprendido por lo amable y atento que era, no habían hablado hasta ahora, pero siempre le dio la impresión de que era tan altivo como todas las personas que lo rodeaban. Tenía un aire similar a Bokuto, pero el bicolor era un poco más brillante, sus ojos eran...eran difíciles de olvidar.


— No...— Akaashi apoyó la cabeza contra la fina madera de la puerta ¿Qué estaba haciendo? Solo lo había visto un segundo ¿Por qué otra vez? No estaba pasando por alto su presencia incluso si no estaba al rededor. Lo vio antes y aunque solo había sido un instante tan fugaz como un parpadeo, sus sentidos se encendieron tanto como su piel.


Se llevó una mano a la boca. Esto no estaba bien, estaba asustándolo. No tenía sentido, tenía que haber una razón para esto, algún motivo...ese motivo, pero no era eso lo que Akaashi quería creer. No lo era.


Solo había bebido demasiado.


Abrió la puerta. Estaba oscuro dentro, la habitación era pequeña y tan acogedora como el salón principal, podía ver unos cuantos sofás, una mesa en un rincón junto a ese amplió balcón y un pequeño estante con libros. Pensó que era un sitio agradable para tomar el té, leer un rato o simplemente relajarse disfrutando de la brisa que agitaba aquellas delgadas cortinas. Era silencioso, tranquilo, fresco, como si se tratara de armonía y Akaashi sintió que su corazón estaba nuevamente en paz.


Después de tanto tiempo, pero ¿Por qué? Si no era la única persona en esa habitación.


— Lo siento, creo que debí tocar antes de entrar — Akaashi jugó distraídamente con sus propios dedos tratando de contener las emociones que comenzaron revolotear tras el contacto de la mirada ocre de Bokuto — No me estaba sintiendo bien y me dijeron que este lugar estaba libre...pero creo que debería irme — lo más pronto posible e hizo a mago de darle la espalda, sin embargo esa áspera voz agradable lo detuvo.


— ¿No te estás sintiendo bien?


Bokuto, que se encontraban parado a la orilla del balcón avanzó un paso en dirección a Akaashi, su cabello ondeaba gentilmente como las olas del mar, esas hebras plata reflejando la luz de la luna. Encendían su mirada y el moreno no supo que hacer consigo mismo a pesar de que la respuesta debería ser obvia; tenía que irse — No es nada demasiado importante, bebí un poco de más y necesito un momento antes de irme.


— Lo siento, supongo que mis padres no te dejaron tranquilo — lo miró con disculpa — ¿Estás bien? ¿Quieres que te traiga algo? ¿Un poco de agua?


Akaashi sonrió, Bokuto parecía conocer muy bien a su familia. Ellos tenían un aire similar rodeándolo, eran personas muy amables y aunque fue un poco difícil para él seguirles el ritmo, no lo fue tanto dejarse llevar por el calor del ambiente. Era la primera vez que sentía que estaba divirtiéndose o que encajaba entre los aristócratas — Solo necesito respirar un momento, yo...eh...— carraspeó — Tu madre es mucho más hermosa en persona y parece muy joven.


Él sonrió — Vas a hacerla muy feliz si repites eso frente a ella — Bokuto lo invitó a avanzar con un tímido movimiento de mano. Akaashi esperó por un poco más de duda en sí mismo, sin embargo sus piernas ya lo habían llevado hasta ahí sin darse cuenta y su mano estuvo a punto de tomar la contraría — Hiciste algo increíble allá abajo, fue una presentación maravillosa...estuve conmovido, fue como si fuera magia.


— Gracias — Akaashi se ruborizó, no era la primera vez que recibía elogios. Ya no se sentía tan abrumado como antes, podía manejarlo sin problemas y con toda su tranquila dignidad usual, pero ¿Por qué se sentía tan avergonzado? ¿Por qué quería sonreír? ¿Por qué ya no podía sostenerle la mirada? Su corazón estaba agitado — Creo que me siento un poco torpe.


— ¿Porque bebiste más de la cuenta? — volteó a verlo, el cabello de Bokuto estaba peinado hacía atrás, pero algunos mechones un poco rebeldes caían sobre su frente. Parecía más atractivo de lo que recordaba. Akaashi apretó una mano ¿Estaba bien si lo tocaba...si podía enterrar los dedos entre esas hebras plata y azabache? Esta persona olía muy bien, como la madera del bosque, como la brisa que corría entre las hojas, como el rocío que arrastraba el viento — ¿Akaashi?


— ¿Qué? — parpadeó y detuvo sus dedos tras el primer roce. Dio un paso hacia atrás al mismo tiempo que apretaba la mano en un puño contra su pecho ¿Qué era lo que estaba haciendo? ¿Por qué tan repentinamente? Ese corazón suyo no había vuelto a su ritmo usual, latía tan fuerte, tanto — No — suspiró bajito — Estoy un poco mareado...estuve tocando por dos horas y también estoy cansado.


— Entiendo — Bokuto sonrió — Entonces debería dejarte para que puedas descansar mejor, voy a pedir que alguien suba un poco de agua para ti ¿Está bien?


Esto era lo mejor. Bokuto estaba tomando todo de sí mismo para mantenerse tranquilo, sin embargo no estaba haciéndolo bien y cada maldito segundo que pasaba era uno en el que ansiaba alcanzarlo. No sé suponía que debía ser así de fuerte, no sé suponía que debía sentirse así todavía. Estaba intentándolo, lo hacía, maldita sea y necesitaba salir de aquí de una vez, pero ¿Por qué? ¿Por qué él estaba deteniéndolo? ¿Por qué?


— ¿Pasa...pasa algo? — miró a la mano que sostenía la manga de su camisa, a esos tímidos dedos temblorosos y su mirada siguió hasta encontrar el perfecto rostro de Akaashi y a esos ópalos azules rugiendo con todos los colores del arcoíris, llamándolo en cada latido de anhelo — ¿Hay algo que necesites?


El moreno se apartó con un jadeo, su expresión fue de impacto y sorpresa — No sé, yo no...te estabas yendo y no sé — él se apretó la mano contra el pecho, como si estuviera asustado y bajó tímidamente la cabeza, tratando de ocultar un rubor tan bonito que robó el aliento a Bokuto — Lo siento, no deberías irte...yo...tú estabas aquí primero...por eso, era solo eso, no estaba tratando de...no estaba...


Akaashi lo miró, bajó la cabeza y volvió a mirarlo con timidez. Por favor, no, por favor ¿Qué se suponía que podía hacer cuando lo miraba de esa manera? ¿Cómo podía luchar con tal súplica anhelante? ¿Cómo si estaba robándole el corazón? Estaba intentándolo, quería pelear contra esto porque no tenía sentido, porque era una locura, pero ¿Qué podía hacer cuando lo llamaba de esa manera? ¿Qué podía hacer más que rendirse a esa maldita tortura? Incluso si lo destrozaba todavía más.


— No creo que pueda soportar esto — confesó. Los labios de Akaashi temblaron y sus ojos reflejaron el impacto que sus palabras le provocaron, llenándose estos lentamente de lágrimas que le apretaron el corazón ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué se sentía así? — No puedo, lo siento...— Bokuto le acarició el rostro, tomando entre sus dedos una frágil perla.


Esto no era bueno, para ellos, no era bueno para nadie y mientras nada sucediera entonces todo debería estar bien. No podía ceder aquí al calor de esta persona, no podía entregarse al aroma de su piel, a lo que esa esencia despertaba en el alma que alguna vez estuvo dormida. Akaashi no era para él, era un ser que jamás podría alcanzar, a quien no podía añorar, alguien a quien no tenía derecho de tocar jamás. Por eso tenía que irse, tenía que terminar con esto de una vez, pero ¿Por qué?


— Creo que yo tampoco...esto no debería, no debería...— ¿Akaashi estaba tan asustado por esto como él? Avanzó un paso, el moreno no retrocedió y le permitió acunarle la mejilla. Tenía tantas ganas de estrecharlo, quería borrar el aroma del Alfa que se había atrevido a dejar su huella sobre su cuerpo. Lo enloquecía ese deseo irracional, lo consumía como el fuego que le quemaba la piel. No era tan fuerte como creía, estaba perdiendo la cabeza y tenía miedo de perderse a sí mismo — Bokuto-san, no...— le rozó los labios, el moreno suspiró — No, no hagas esto...


Entonces ¿Por qué? ¿Por qué le suplicaba con la mirada? ¿Por qué sus ojos reflejaban la misma ansia que gritaba en el pecho de Bokuto? Por favor, no podía hacer esto, no podía hacerlo...porque no habría marcha atrás para ninguno — Por favor, recházame — suplicó. Sin embargo Akaashi unió sus labios con un suspiro y Bokuto lo supo, supo que estaba perdido...y fue como si la locura del infierno se desatara.


¿Por qué? A penas conocía a Akaashi, no sabía nada de él. Eran extraños, personas ajenas al otro, sin nada en común, sin nada que pudiera unirlos, sin embargo despertaba sus sentidos, a sus emociones, todo de él como si estuviera volviendo a la vida, en medio de cada salvaje y duro roce. De la pasión que nacía de esos suspiros. Por tan solo el dulce sabor de los labios de moreno ¿Por qué era tan arrasador? ¿Que era esto? ¿Qué? Comenzaba a entenderlo y para su desgracia, no sé trataba de un enamoramiento adolescente y no era un capricho suyo ¿Verdad? No.


Pero, por favor, no podía ser verdad, no podía ser verdad, no podía tratarse de algo como eso. Era imposible. Imposible. Imposible. No estaba sucediendo, no, debía ser un error, debía tratarse de una confusión, pero ¿Quién podría callar el grito de regocijo de un alma que había encontrado su hogar?


— Esto no está bien...


— Yo sé...sé que no.


Akaashi cerró los ojos que se llenaron de lágrimas ¿Creía que no lo sabía? Le ardía la piel, como si su sangre hirviera, no podía detener al cuerpo que se aferraba al contrario, no podía callar el ansia que había nacido en su pecho. Le rozó los labios, Bokuto suspiró enviando poderosas oleadas de estremecimientos a su cuerpo, desde las puntas de sus pies, a cada fibra de su ser. Lo hizo temblar con una euforia que era delirio y locura, y el moreno sonrió y gimió con un hambre tan voraz y salvaje con su deseo.


Estaba sin aliento, él lo estrechó, reverberaban sus gruñidos en las paredes de su mente empañada. Lo invitaban a sentirlo más, a luchar con más ferocidad contra la lengua que trataba de tomar el poder, a aborrecer las capas de ropa que los separaban y cómo si se tratara de una loca adicción, Akaashi se entregó al calor de esos ardientes labios salvajes. Sus cuerpos tambaleándose hacia atrás, sus piernas perdiendo la fuerza que lo mantenía de pie y sus manos buscando y tocando con desvergüenza. Gimió, temblaba su entrepierna y se contraria su agujero con perversión con cada apretón sobre su trasero. Tanto, tanto, maldita sea tanto que perdía el sentido.


— No puedo...yo no...maldita sea — gimió.


Tiró de Bokuto, lo hizo con toda su desesperación, no como una tabla salvavidas, no como el ancla que podría mantenerlo a flote, se aferró con el único deseo irracional de arrastrarlo hasta lo más profundo de ese maldito abismo, a la misma condena a la que estaba a punto de entregarse. Quería corromperlo, quería ensuciarlo. Sonrió. Rápido.


¿Podía culpar al alcohol cuando era tan consiente de sí mismo...cuando se sentía tan vivo? Deseaba poder hacerlo, deseaba poder pensar más allá del delirio que cada roce de sus lenguas le provocaba, más allá de la loca euforia que suponía el roce de sus cuerpos y de la caricia de las pieles que se buscaban con desespero.


— Bokuto...— gimió ¿Cuando habían llegado al sofá? ¿Cómo había terminado sobre el regazo del Bokuto? El ardor de su mirada le estremeció la piel, se derramaba como fuego líquido entre sus muslos al mismo tiempo que la sensual danza de sus caderas encendía más y más su entrepierna — Bokuto — repitió con desesperación al mismo tiempo que le enterraba los dedos entre el cabello y él le apretaba el trasero con hambre — Si...por favor — sonrió, era tan duro. Lo quería, lo ansiaba tanto...dentro, profundo, duro, tan duro.


Tan salvaje. Tan descarriado y fuera de sí mismo. No como alguien pequeño que estaba dispuesto a entregarlo todo, sino como alguien tan lleno, tan poderoso que quería tomarlo todo hasta estar satisfecho. Gimió, una de sus manos deslizándose por el pecho desnudo de Bokuto, hasta percibir el calor de la erección entre los pantalones de este. Se pasó la lengua entre los labios, tan duro, tan grueso y ansioso. Apretó, lo sintió estremecerse y a su agujero en respuesta a su lujuria.


— Por favor — temblaron las caderas de Akaashi, sus dedos liberaron el botón del pantalón de Bokuto y este le aferró las manos al trasero, como si ansiaba romperlo — Por favor...


Lo quería dentro, lo necesitaba empujándose en él y la danza de sus caderas anunció su locura. Lo invitó a la seducción, a la tentación de tomarlo al mismo tiempo que se arqueaba y temblaba para él, mientras lo llamaba con una voz tan dulce y cargada de lujuria ciega.


Nunca se sintió tan lascivo, tan perverso, insano y sucio, nunca fue así, no se suponía que debería estar tan perdido, que debía sentir tanta pasión. Esto no estaba bien, había algo extraño en todo esto, en esta locura, en la desesperación que estaba destrozándolo hasta casi gritar ¿Cómo podía sentir tanto deseo? ¿Cómo podía percibirlo así? ¿Cómo podía sentirse tan perdido y tan consciente de sí mismo? Nunca fue tan sensible, jamás fue tan perceptivo a las caricias de nadie.


¿De dónde nacía este deseo de posesión? Estaba quemándose, tenía tanto calor que era insoportable. Lo sofocaba, quería arrancarse la piel, estaba desesperado. Necesitaba ser tocado, más, lo quería dentro, a esta persona, quería sentirlo correrse en él, apretarlo. Ese delirio derramándose en las paredes de su agujero en cada contracción. Ya. Maldita sea. Quería tomarlo, quería ser tomado por Bokuto hasta que ya no quedara nada de sí mismo, hasta que pudiera calmar los gritos de su corazón y el lamento eufórico de su alma, hasta que ese calor desapareciera y otra vez, una y otra vez, una y otra vez...entonces quería fundirse en él.


— Por favor...


Sonrió con un éxtasis delirante. Entre la zona de la nuca y el cuello, en un camino de besos que estaban llevándolo a un grado más de locura a medida que la presión de esos dientes, que al agudo filo de los incisivos de Bokuto, enviaban oleada tras oleada de ansia ciega, por el regocijó que la huella innegable del placer que estaban a punto de compartir supuso para él.


Estaba esperando por esto.


Estaba mal.


Lo deseaba.


No ¿Qué estaba haciendo?


Sollozó en un murmullo. No lo entendía. Tenía miedo, sin embargo tampoco era así. Debería. Esto estaba mal. No debería sentirse así de bien, no debería ser tan irracional, tan increíblemente caliente. No. No. No. No ¿Cómo todo terminó así? ¿Por qué lo permitió? ¿Por qué no quería parar cuando sabía que debería? Por favor. Apretó los hombros de Bokuto, la aspereza de su lengua regaló caricias a sus pezones y aquellos dedos buscando su camino entre sus glúteos avivaron su ímpetu. Estaba tan cerca. Tanto.


Tenía que hacer algo. Lo quería. Estaba mal. Necesitaba más de ese placer. No podía seguir haciendo esto. Más. Más, maldita sea. No, no estaba bien. No podía. No y al mismo tiempo que era atravesado por un terrible dolor, Akaashi empujó a Bokuto y su cuerpo estuvo a punto de caer hacia atrás, a una inevitable caída contra el suelo que el bicolor evitó sujetándolo del brazo.


— No puedo, no...tengo que...— jadeó, estaba sin aliento. Se las arregló para desprenderse rápidamente del bicolor, pero este se levantó y lo siguió, esa frágiles piernas suyas se tambalearon hacía atrás — Nunca debí...— se cubrió la boca con la mano — Bokuto, no... ¿Cómo fue que...? — sollozó ¿Cómo sucedió? ¿Por qué se perdió de esa manera?


— Akaashi...— Bokuto avanzó.


— No — lo interrumpió al mismo tiempo que alzaba una mano y trataba de cubrir la desnudez de su torso con la otra, la fría madera de la puerta marcó el final del camino y la pasión de los ojos de Bokuto el inicio de un punto sin retorno — No, no puedes...si me tocas yo...yo no sé...— lo tocó, maldita sea él lo hizo, una caricia suave sobre su mejilla y Akaashi estuvo a punto de lanzarse a aquellos brazos — No creo que pueda...— jadeó.


Un roce de los labios de Bokuto y todo estuvo a punto de escapar de su frágil control, le apoyó las manos contra el pecho y él le enterró los dedos entre el cabello y deslizó las yemas hacia la nuca. Akaashi apretó, estaba el latido de ese desbocado corazón y sus ojos, esos tan dorados como el oro ardiente, como un hechizo al que su cuerpo estaba dispuesto a desafiar con pasión. Se pasó la lengua por los labios — No, no hagas eso...ya es muy difícil, yo...te deseo tanto que creo que voy a volverme loco — lo besó, en ese momento Akaashi sintió que el corazón estaba a punto de salírsele del pecho, tanto que no pudo evitar gemir y jadear tras los primeros mordiscos sensuales sobre sus labios...tanto que no pudo evitar ansiar responder.


Bokuto irrumpió en su boca tanto como lo hizo con su mente, tanto como estaba metiéndose en su alma, era ese descontrol del que se estaba volviendo un adicto, una locura irracional que no debería estar ahí. Lo enloquecía, quería más, su muslo acariciándole la entrepierna con descaro lo devolvió a su lujuria y la desvergonzada cadera del moreno buscó más de ese contacto. Quería tirar todo por la maldita borda de una buena vez, él también ¿Verdad? Akaashi sabía que el bicolor estaba conteniéndose, que entendía su necesidad. Nunca estuvo tan desesperado por algo, este deseo, carnal, su ansia primitiva, era lujuria salvaje, en su estado más puro...estaba más eufórico que nunca, más despierto, más receptivo.


Más vivo de lo que alguna vez pudo.


— No...— lo empujó, Bokuto no se forzó a él, sin embargo esas grandes palmas se aferraron a su trasero y le ofreció el deleite de percibir la firme dureza de su erección al mismo tiempo que descargaba una ráfaga de aire caliente contra su cuello. Akaashi impulsó las caderas hacia el frente por instinto. Lo deseaba. Esto no podía estar pasando ¿Qué pasaba con Sakusa?  Lo que estaba sucediendo aquí no tenía sentido, el bicolor era un nombre que apenas conocía ¿Cómo era posible que sintiera tal lujuria por él o que lo deseara a tal grado?


No podía pensar, esto no estaba bien. Tenía que hacer algo rápido, con lo poco que le quedaba. Buscó a tientas en la puerta con una mano, rápido, frenéticamente hasta dar con el pomo de la puerta. Lo apretó, lo hizo al mismo tiempo que su otra mano se apretaba contra el antebrazo de Bokuto. Resintiendo, ansiándolo y sufriéndolo. Su corazón estaba frenético ¿Qué era esto? Nunca podría perdonarse si se atrevía a quedarse, pero quería hacerlo, quería hacerlo con todo lo que tenía.


Apretó los parpados, Bokuto no estaba haciendo nada, era su oportunidad, entonces ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Basta. No iba a pensar en eso, basta. Abrió la puerta, el bicolor se sujetó del marco de esta, sin embargo Akaashi se tambaleó hacia atrás y cayó al suelo, como una marioneta cuyos hilos habían sido cortados. Rápido, usó la pared para levantarse con la poca energía que le quedaba. Tenía que darse prisa, no podía mirar atrás y usó el peso de su cuerpo para dar torpes zancadas tambaleantes y frágiles. No podía permitirse detenerse, sabía que tenía que salir de aquí, él mejor que nadie conocía el desastre que era y lo que estaba sucediendo con su cuerpo.


¿Dónde? Rápido, no había tiempo para considerar nada más allá de su primer impulso de huida. Akaashi se valió de su frenesí para avanzar por sobre la fragilidad de su cuerpo ardiente, esas grandes bocanadas de aire no eran suficientes, pero eran todo lo que tenía. Irrumpió la cocina e ignoró las miradas y voces que lo llamaron con alarma. Había una puerta ahí, chocó contra una persona en su carrera desesperada por alcanzarla y se golpeó el costado contra un mueble cercano en un estruendo de charolas, sin embargo Akaashi no pudo sentir dolor más allá del ardor que le quemaba la piel.


Se enterró las uñas en los antebrazos y los arrastró como si tratara de arrancarse la piel. Era cada vez más difícil, lo dominaba cada vez más, su deseo, el calor. Salió a la parte trasera, no podía detenerse, no y se escabulló por un costado de la residencia, en un amplio pasaje rodeado de arbustos bajos, no tenía tiempo para buscar una puerta trasera y corrió con torpeza entre la oscuridad, alejándose de esa residencia. Entonces, ignoró el gran portón y se aproximó hacia la zona de seguridad, fue una suerte que el guardia estuviera ausente en ese momento, sin embargo abrir le tomó un tiempo y más de su desesperación.


Se mordió el labio inferior, dudando después de cruzar y miró hacia la calle. Sus jadeos eran cada vez más pesados, buscó entre su ropa una pequeña píldora. Sakusa debería estar ahí en cualquier momento y no podía permitir que lo viera en este estado, que supiera lo que había pasado esta noche o que notara el aroma de Bokuto impregnado en su piel. No podía, por favor, no. Jamás.


Era una locura, en su estado actual, con el calor del celo torturándolo de esta manera no podía hacer demasiado, pero no tenía más salida que esta. Iba a tomar un poco antes de que el supresor que llevaba consigo hiciera efecto, por ahora necesitaba avanzar. Esta era una zona residencial privada, con transito casi nulo, no tendría problemas siempre y cuando se alejara de esa residencia llena de Alfas, sin embargo no estaba moviéndose y giró...lo hizo en dirección a la residencia, buscando no a Sakusa, sino a Bokuto.


Esto que estaba sucediendo era imposible.


*****


La lluvia golpeaba con furia el parabrisas del auto de Kuroo y los cielos oscurecidos brillaban ocasionalmente en un desfile de matices grises y plata. Retumbaba la tierra y cantaba la tormenta por encima de la música de la radio en un espectáculo de luces. Era más relajante de lo que parecía, sin embargo él no estaba prestando mucha atención. Había sido una noche muy larga y el aspecto que el espejo retrovisor estaba mostrándole lo delataba a la perfección, entonces emitió un apagado suspiro al mismo tiempo que apoyaba la cabeza contra el volante.


Tenía demasiado para asimilar como para querer salir de ese auto, sin embargo no sabía por dónde debía comenzar; todo había sido tan extraño.


De haber sabido que Bokuto también se encontraba en esa habitación no habría enviado ahí a Akaashi, fue su error, sin embargo no tenía forma alguna de saberlo, así como tampoco la tenía con el desenlace de ese encuentro. Seguía siendo difícil de creer aun cuando trataba de ver la realidad que el mismo había presenciado y de haberla escuchado de quien era su mejor amigo.


El celo de un Alfa podía llegar a ser una situación muy seria a veces y si tenía que ser sincero, basado en su experiencia, también muy desagradable; escapaba del control o de la racionalidad. Como si los transformaran en bestias descarriadas y sin razón, y había momentos en los que un Omega alrededor solo estaba destinado a hacerlo peor dado lo territoriales que los de su raza podían llegar a ser. No era un panorama para nada rosa e incluso los mejores supresores no tenían un margen de efectividad y acción tan alto, no calmaban totalmente el calor y para la mayoría tomar a un Beta era la salida más fácil, ya que carecían de feromonas que pudieran avivar su locura.


No sucedía tan a menudo como el celo de un Omega, pero era un problema molesto.


Que Bokuto hubiera tenido la razón suficiente para contenerse esta noche o la fortaleza mental para permitir que el Omega que era el objeto de su deseo se marchara era increíble. En verdad. Si Kuroo tenía que ser sincero, entonces tendría que admitir que no habría podido lograr lo que él, que nadie podría y todavía no podía creer este desenlace. Su bicolor amigo parecía un poco más tranquilo cuando lo dejó, el supresor que tomó, acompañado de algunos calmantes, estaba funcionando como debería, pero su estado de ánimo no era el mejor.


Esta situación ya era lo suficientemente mala para él, parecía que se había dado cuenta de algo muy duro y Kuroo no fue capaz de encontrar las palabras adecuadas para ayudarlo a calmarse. 


Apretó los parpados y el volante con frustración, no podía hacer más que estar a su lado y tratar de ayudarlo a superar esta situación, sin embargo deseaba hacer un poco más por él, poder encontrar una forma de ayudarlo incluso si parecía difícil. Era muy frustrante, muy duro y quería encontrar algo, pero no podía pensar muy claramente y repentinamente un extraño golpeteo resonó en medio de sus pesados pensamientos.


Kuroo parpadeó. Se trataba de la ventana del auto, había alguien afuera y trataba de llamar su atención ¿Un sirviente? Había pasado un largo rato desde que estaba estacionado afuera, eran alrededor de las tres de la mañana, no imaginaba que podría haber alguien despierto y a la espera de su llegada. Salir era una locura con esta lluvia torrencial, debió haberlo preocupado. Era su culpa otra vez y abrió rápidamente la puerta.


— Señor ¿Está...?


— Vamos dentro primero — lo interrumpió, lo primordial en este momento era escapar de la lluvia. Era un camino de al menos cinco metros hasta la entrada principal, el sirviente lo cubrió con un paraguas, priorizando su seguridad por sobre la propia. Realmente Kuroo tenía mucho que decir al respecto, sin embargo quedarse y tratar de persuadirlo iba a ser complicado y solo lograría que el chico terminara con un resfriado, por lo que se limitó a seguir lo más rápido posible y ser acompañado hasta el salón principal — Aprecio lo que hiciste, pero lo mejor habría sido que yo...— calló repentinamente.


— ¿Señor? — el sirviente, Tsukishima ladeó la cabeza, había una toalla entre sus manos; se la ofrecía — Su cabello y hombros están húmedos, debería usarla para limpiarse o podría enfermar.


¿Podría enfermar? ¿De verdad? Este chico debería verse un momento, entonces podría cambiar de opinión y darse cuenta de quién era la persona que más necesitaba esa toalla en este momento — No esperaba encontrar a alguien tan tarde, supongo que es parte de sus deberes.


— Sí, señor.


Kuroo tomó la toalla sin decir nada y la arrojó sobre la cabeza del rubio antes de que este pudiera decir nada más. Lo escuchó jadear, sin embargo el moreno decidió que no iba a detenerse ahí y con ambas manos sobre esta, comenzó a agitar la tela entre ese rubio y húmedo cabello. El chico volvió a jadear y tembló. Agitaba las manos y el cuerpo.


Kuroo tuvo la repentina idea de que estaba pasando algo por alto, no estaba seguro, debía tratarse solamente de una idea fugaz y confusa, estaba más ocupado tratando de lidiar con la renuencia de este tambaleante chico por aceptar su amabilidad como para preocuparse por algo que no debería ser importante, sin embargo comenzó a inquietarlo.


Ese sentimiento fue tan familiar que no prestó mucha atención a sus pasos hasta que sus piernas y las de su rubio sirviente terminaron enredándose en algún punto y ambos se embarcaron a lo que sería una colisión inevitable. No. No. No. No. Esto era un desastre, su mente apenas registró ese impulso, había bebido, no podía hacer mucho. Tsukishima iba a lastimarse por su torpeza, sin embargo el instinto de Kuroo fue lo fue lo suficientemente fuerte como para llevarlo a sujetarle la cabeza y aferrarlo a él antes de que se golpeara contra la escalera.


Todo sucedió muy rápido. Se culpó.


— Lo siento, yo solo quería...bebí un poco y...— quitó cuidadosamente la toalla que cubría el rostro de Tsukishima — Yo solo...solo...— comenzó a tartamudear ¿Por qué? Él estaba extraño, tan rígido y su rostro contraído — Hey, está bien ¿Si? Ya pasó — comenzaba a sentir pánico. Entendía que el rubio estuviera asustado por lo que pudo ser, pero este nivel de tensión era increíble...como si estuviera hecho de piedra, sin embargo también estaba temblando y sus ojos...esa mirada era tan frenética, tan desesperada — No te lastimaste...así que...todo está bien.


Pero no lo parecía. Kuroo no era malo con él alcohol, se necesitaría de mucho para dejarlo fuera de juego, estaba seguro de que su conciencia estaba ahí y que lo que estaba viendo era real. Lo hizo sentir agitado ¿Por qué parecía que Tsukishima estaba a punto de llorar? Todo debería estar bien, no se había lastimado, consiguió frenarlo todo. Era cierto que estuvo muy cerca para él y que no debió haber sido una buena experiencia, pero esto era demasiado, una exageración y aun así el moreno sentía que estaba pasando algo por alto.


Algo que debía ser muy importante.


— Por favor...podría...— murmuró, esos tiernos labios inyectados de sangre estaban temblando, todo de él estaba haciéndolo, esas pupilas doradas, su cuerpo...Tsukishima incluso se había hecho un pequeño ovillo. Cómo una frágil criatura — Podría moverse, por favor...por favor...yo no, no quiero...no...— sollozó. El rubio se abrazó a su mismo y Kuroo parpadeó a la fragilidad y miedo que sus ojos contemplaban.


— Hey...


Quería entender un poco más eso, todo estaba fuera de lugar, sin embargo cedió al deseo de aquel chico e impulsó el cuerpo hacia atrás, pero no se levantó. Cayó sentado al suelo y permaneció ahí en silencio, sorprendido por la reacción de Tsukishima, por como este se había casi arrastrado rápidamente y con frenesí, hasta que su espalda chocó contra la escalera. Lo miró con súplica y desesperación. Se abrazaba, no parecía que pudiera moverse más, sin embargo temblaba y sus ojos, esos ojos...esos ojos eran unos que temían.


Este chico estaba aterrorizado ¿Verdad?


— Hey...— Kuroo alzó una mano en dirección al rubio, pensaba que necesitaba decirle algo, sin embargo Tsukishima tensó el cuerpo por un movimiento tan simple como ese y negó con la cabeza en una súplica frágil y desesperada ¿Esto era en serio? — No sé qué...


El moreno se pasó una mano entre el cabello, tal vez si podía hacerlo. Había mucho en su cabeza como para que pudiera recordarlo tan fácilmente antes y luego había sucedido todo esto, su mente era una locura confusa, pero sabía que no era la primera vez que algo como esto sucedía. Antes también en el jardín, su actitud era realmente inquietante, no imaginaba que podría resultar de esta manera, sin embargo también había algunas señales que lo habían hecho tener a este chico en su mente más de lo que debería.


Y llenarse de dudas y más dudas.


— Tsukishima...


— Podría, no...no...— Kuroo estuvo a punto de acercarse y Tsukishima apretó su abrazo y los párpados. Tenía ganas de llorar, había una terrible angustia atravesándole en pecho, tanta desesperación, tanto miedo que apenas habían sido capaz de moverse por el suelo — Lo lamento...— murmuró en un susurro roto y apagado. Se enterró las uñas a través de la ropa. No sé sentía bien, quería vomitar le dolía el estómago, no podía respirar y su mente gritaba ideas que no quería recordar.


Apretó los párpados con más fuerza ¿Por qué no se callaban? ¿Por qué no se detenían? Creía que había conseguido superar esto, creía que podría manejarlo mejor, pero entonces estuvo debajo de esta persona, sintió el calor de su piel, su cercanía, el aroma del alcohol impregnado en su aliento y todo se salió de control. Todo volvió como si lo golpeara; estaba de nuevo en esa oscura habitación...y ese hombre estaba de vuelta para herirlo.


Con esas sucias manos, como ese aliento asqueroso, con su lujuria...y él no podría hacer nada para detenerlo.


— Tsukishima — un roce ínfimo y la reacción del rubio fue inmediata, lo golpeó y el impacto de su mano contra aquella que trataba de alcanzarlo hizo eco a través de la furiosa tormenta y en la inmensidad de los pensamientos que permanecieron suspendidos una vez sus ojos y los de Kuroo se encontraron, entonces la alarma se encendió en Tsukishima.


— Lo siento, yo no quería....no era mi intención...— se cubrió la boca con la mano, le había alzado la mano a su amo ¿Cómo pudo atreverse? Negó con la cabeza, un par de finas lágrimas de frustración se escaparon de sus ojos ¿Por qué era tan inútil? ¿Por qué no podía hacer nada bien? ¿Por qué no podía hacer nada? ¿Por qué? — Lo siento, lo lamento tanto...— bajo la cabeza y se tragó un sollozo, las manos que se apoyaron sobre el suelo se apretaron en puños, comenzaban a temblarle los hombros, comenzaba a notar que esto tal vez no tenía sentido...que quizá no valía la pena seguir intentándolo.


Que mientras siguiera aquí solo estaba destinado a causarle problemas a su hermano y lo lamentaba, lamentaba tener que decepcionarlo, tener que faltar a la confianza de su padre, lamentaba ser tan inútil, pero no había nada que pudiera hacer. Estaba arruinado.


— Hey, está bien ¿Si? — volvió a tensarse ¿Por qué esa voz era tan suave? Lo normal sería que estuviera molesto, que hubiera devuelto ese golpe desde el primer momento, era lo que Tsukishima, sabía, merecía por haberlo deshonrado así — ¿Puedes levantarte? No estoy molesto.


Tsukishima abrió y cerró los labios, no se irguió de inmediato, solo pensaba que su reflejo a través de ese perfectamente reluciente piso era lamentable...que era un ser lamentable — Debería estarlo, señor, yo hice...— alzó la cabeza al mismo tiempo que también erguía el torso, sin embargo calló en el instante en el que reparó en el pañuelo que el moreno le ofrecía — Es muy amable con este sirviente, señor...— lo tomó habría sido una descortesía rechazarlo.


Esta era una situación muy incómoda para él, no podía hacer contacto visual con Kuroo, no sabía que decirle. No esperaba que nada como esto sucediera, pero si era consciente de lo que tendría que hacer a partir de ahora; por el bien de su hermano y el de la reputación de su familia, antes de que pudiera cometer un error irreparable.


— ¿Quieres una taza de café?


Tsukishima alzó rápidamente la cabeza — ¿Disculpé?


— Preguntaba por una taza de café — Tsukishima parpadeó y ladeó la cabeza ¿Él quería que preparara café para él? No sé sintió como una orden, pero si era su deseo, entonces el deber del rubio era claro, sin embargo las palabras de su amo fueron confusas — Espera un momento en uno de los sofás del salón más pequeño ¿Está bien? Volveré en un momento — se levantó.


¿Un momento? ¿Qué? ¿Qué era esto? Kuroo estaba yéndose y el rubio comenzó a levantarse apresuradamente y con torpeza — No, creo que yo debería...


— Espera en el salón — repitió el moreno, no se sintió como una orden, sin embargo por el tono de su voz, Tsukishima sintió que debía obedecerlo — ¡Oh! Y...— se detuvo como si de pronto hubiera recordado algo y comenzó a avanzar de vuelta hacia el rubio, se quitaba la chaqueta. La tomó entre sus manos y se la ofreció — Solo está húmeda en la parte de los hombros, puedes usarlo para cubrirte...está oscuro, pero tú ropa está mojada, parece un poco transparente y es difícil no mirar un cuerpo tan...— carraspeó — Ya sabes...lo siento.


Tsukishima jadeó, tomó la chaqueta de Kuroo por impulso y la apoyo contra su pecho con vergüenza — No tiene que ser tan amable — apretó la chaqueta, tenía un agradable aroma a colonia...la misma que había percibido en su habitación — Yo debería...


— Volveré en un momento, puedes usar el pañuelo o la toalla para secarte un poco mientras tanto.


— Pero, señor...— Kuroo continuó avanzando y el rubio dio un paso en su dirección, sin saber que hacer...pensando que lo mejor era marcharse definitivamente de este lugar, pero sin ser capaz de hacerlo


*****


— Hacer un poco de café no debe ser tan difícil — murmuró Kuroo.


Era básicamente agua caliente y el contenido de uno de los botes en una de las alacenas, la que sea que fuera. Era la primera vez que estaba ahí; era muy amplía, debían caber más de diez personas ahí dentro sin problemas de espacio, estaba llena de utensilios y aparatos de cocina. Era como un laberinto ¿Que debería hacer primero? El agua ¿No? Podría buscar en qué lugar estaba el café mientras se calentaba. Era una buena idea, muy práctica y tomó una pequeña olla para verter un poco de agua en su interior, entonces la colocó sobre la estufa y la encendió presionando un botón.


Esa parte había sido muy fácil, todo lo demás debía ser pan comido, sin embargo primero debía encontrar el café en medio de ese laberinto de repisas y estantes. Los problemas comenzaban a partir de aquí, pero no realmente.


— Está en la repisa de abajo, señor...frente a usted — Tsukishima apareció a través del portal de la puerta, vestía su chaqueta como le había pedido, sin embargo Kuroo aún era capaz de apreciar su plano abdomen a través de esa camisa húmeda — Si está bien para usted, yo podría...


— Puedes sentarte por ahí mientras esperas — lo interrumpió y señaló los altos taburetes frente a la isla en el centro — Voy terminar en un segundo.


El rubio se alejó lentamente y con duda en el rostro al mismo tiempo que Kuroo tomaba el café. Tarareaba. Las tazas ya estaban a la espera y el agua hirviendo, debía ser el momento indicado. Solo tenía que llevar el agua a las tazas y echar un poco de ese polvo oscuro, sin embargo Tsukishima pegó un respingo que lo asustó ¿Tenía algo que decir? ¿Por qué lo miraba con dolor? ¿Por qué pareció ansioso cuando vertió la primera cucharada?


Tal vez porque quería ser él quien lo hiciera, era su trabajo, pero podía relajarse un poco al menos ahora. Era solo una cosa sencilla como café.


— Aquí, está un poco caliente — el orgulloso Kuroo entregó su obra al rubio, no había tomado más de diez minutos. Tenía un buen aroma y el moreno estaba satisfecho por su hazaña — Yo tomo el café sin azúcar, pero si quieres un poco, creo que podría traerlo...solo tienes que decirle dónde está.


— No, estoy bien...no podría pedirle más que esto — Tsukishima sujetó la taza y le sonrió con un poco de nervios, esta situación debía ser muy extraña para él, lo entendía. Kuroo no quería que se sintiera más tenso de lo que ya parecía, por lo que decidió no insistir y se sentó a un taburete de distancia de él.


Vio al rubio tomar un sorbo. Le regaló una sonrisa cortés que el moreno devolvió al mismo tiempo que tomaba la suya y la apretaba. Estuvo tratando de aclarar sus pensamientos en este corto periodo de tiempo, pero lo que había pasado con Tsukishima no había dejado de inquietarlo. Sus reacciones, su actitud, su miedo. No eran naturales. Estuvo observándolo un poco en estos últimos días, siempre trabajaba solo y aunque conversaba normalmente con los otros sirvientes, había una distancia que no se atrevía a cortar.


Había una fobia con la que podría relacionarlo, sin embargo pensaba en esa desesperación y nada estaba totalmente claro...aun así, una idea hacía eco en su mente.


— Tsukishima — ¿Alguien lo lastimó alguna vez? Kuroo nunca podría atreverse a preguntar algo como eso, no era tan insensible como para insistir en un tema que podría ser muy grave y que pudo haber sido traumático...sin embargo creía que ya conocía la respuesta y algo en su pecho se apretó — ¿Cómo te sientes?


— ¡Oh! Estoy bien, señor — Tsukishima tomó otro sorbo de café — No necesitaba molestarse con todo esto, voy a limpiar todo aquí...usted puede ir a la cama a descansar.


— Bueno, si te hace sentir más cómodo...— se acercó la taza a los labios, el café tenía un aroma muy agradable, consumían solo los mejores granos en esta residencia. Era muy bueno. Recibió la caricia de aquel caliente líquido sobre los labios y se preparó para saborearlo, sin embargo sus papilas gustativas gritaron una negativa a ese insoportable amargo y su rostro se transformó en una mueca terrible. Se atragantó, fue terrible, le apretó el estómago y no tuvo más remedio que devolver frenéticamente su contenido a la taza.


El gesto de remordimiento en el rostro de Tsukishima le dijo más de lo que querría saber.


— Es un proceso más complejo de lo que parece, señor — Tsukishima se levantó en busca de un vaso con agua y se lo entregó a Kuroo, este la bebió de inmediato — Y toma un poco más de tiempo...esos son granos recién molidos.


— ¿Por qué lo bebiste? Una cosa como esa debería estar en el desagüe...pudiste haberme dicho que era tan mala.


— ¿Cómo podría faltarle más al respeto?


¿Cómo podía este chico ser un sirviente tan leal? No había hecho una sola mueca de disgusto la primera vez que lo probó, incluso se había atrevido a tomar un poco más — Creo que hay algunas cosas que debemos discutir para el futuro, me gustaría que tuvieras la confianza para decirme este tipo de cosas — suspiró él, apoyó parte de su torso sobre la barra — No voy a volverme loco ¿Está bien? Pero creo que ya puedes ver qué voy a estar dependiendo mucho de ti.


— No creo que yo sea adecuado para usted, señor.


Kuroo alzó la cabeza — Yo decido eso.


Tsukishima negó con la cabeza, Kuroo no lo entendía. Un desastre como él no merecía una segunda oportunidad, nada iba a cambiar, era inútil. Un inútil sirviente como él solamente iba a ser un lastre. Había abierto los ojos a esa realidad esta noche — Si vio lo que acaba de pasar, creo que puede imaginar que...


— Tsukishima...


— No, usted está equivocado — continuó hablando. Para como lo veía, solo estaba destinado a causarle problemas a todos. Quería creer que podría hacer esto bien, tenía una pequeña esperanza, pero ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Qué sucedería después? Nada, tal vez Tsukishima ya no tenía nada para sí mismo — Yo no puedo hacer...


— Al menos podrías escuchar lo que tengo que decir, no estoy...


— Señor, por favor...


— Déjame tocarte — eso calló sus réplicas. La perturbación en la mirada del rubio, su alarma lo inquietó, retrocedió un paso. Había pasado poco tiempo, pero podía imaginar lo que podría estar pensando. Se pasó una mano entre el cabello, no eran esas las palabras que buscaba, pero su reacción dio más vida a lo que ya creía — No me malinterpretes, no estoy tratando de insinuar que quiero algo...algo íntimo contigo, me refería a que me permitas tomar tu mano.


— ¿Por qué querría...? — el rubio retrocedió un paso más cuando Kuroo se levantó, tenía la guardia en alto y su mirada estaba pintada de recelo — No entiendo...— se apretó la mano contra el pecho, en un momento todo estaba bien y al otro cosas como esta sucedían.


¿Por qué siempre todo era un desastre con esta persona? ¿Por qué no podía mantener la calma? ¿Por qué siempre tenía que hacer el ridículo y arruinarlo todo?


— Si quieres que te castigue entonces permíteme eso, tal vez así te des cuenta de que no soy tan malo...y de que no hay nada malo contigo.


— ¿Qué no hay...? — ¿Por qué de pronto sintió que quería llorar? ¿Por esa mirada gentil? No importaba cuánto lo intentara, este Alfa resultaba incomprensible para Tsukishima y comenzaba a darse cuenta de lo mucho que lo desestabilizaba — Si solo es un apretón de manos — avanzó un paso dudoso, no estaba usando su uniforme usual por lo que estaba libre de la agradable barrera de sus guantes. Dudó, pero debería estar medianamente bien si era consciente de lo que iba a suceder y suspiró bajito resistiendo a su renuencia. Lo había hecho antes con Akiteru, podía manejarlo, se suponía que trabajaba en eso todos los días. 


— No necesitas verte tan asustado.


— Lo lamento, señor. 


— Tampoco necesitas disculparte todo el tiempo.


Tsukishima sonrió con amargura y extendió la mano hacia aquellas que esperaban por él. El familiar sentimiento de ansiedad estuvo ahí para acompañarlo, el susurro de aquellas voces tomentosas gritaron en su mente, como un lamento insoportable. No podía controlar a su corazón, se volvió pesada e irregular su respiración y contuvo el aliento. Fueron los segundos más largos y tormentosos de toda su vida, sin embargo ese momento llegó lo hubiera querido o no, sin poder evitarlo y fue...fue silencio y al mismo tiempo no lo fue.


Pensó que era demasiado irreal.


Descubrió un par de manos grandes y gentiles acunando a la suya, calidez en la aspereza de su piel y un sentimiento extraño que Tsukishima no fue capaz de reconocer ¿Por qué? ¿Qué estaba sucediendo? Antes y la primera vez también fue diferente, fue tan terrible que esto no debería tener sentido ¿No tenía miedo? ¿No estaba temblando? Sin embargo el cuerpo de Kei se estremeció de una manera inquietante y mientras más tiempo pasaba más ese calor le traspasaba la piel, más le quemaba como el hierro candente y lo atravesaba.


— ¿Es tan malo? — murmuró Kuroo, Tsukishima negó con la cabeza. Se suponía que debería, pero...no debería estar bien y aun así, aun así...aun así —  ¿Te asusta? — volvió a negar, su pecho estaba agitado, pero lo que sentía era diferente del miedo, una profunda confusión, sentimientos conflictivos y sensaciones tan distantes que creía haber olvidado — Entonces está bien ¿No? Estás bien — Kuroo sonrió, le liberó la mano y dio un paso hacia atrás con una amable sonrisa — No tienes que llorar.


Se le apretó el corazón. Tsukishima desvió la mirada y apretó los parpados y la mano en un puño, ese calor seguía ahí, como un latido constante y gentil ¿Qué clase de sentimiento era este? ¿Por qué de pronto era tan diferente? ¿Por qué tan repentinamente? ¿Por qué Kuroo había conseguido algo que no podía alcanzar ni siquiera con su propio hermano? — Debería volver a descansar, señor...voy a encargarme de limpiar aquí.


Kuroo miró hacia las tazas de café — Este es mi desastre, pero no vas a ceder tan fácilmente si te digo que voy a encargarme — suspiró — Termina y vuelve a descansar, es lo único que voy a decir — Kuroo se despidió con una sonrisa tranquila y siguió hasta la puerta, sin embargo se detuvo después de dar un par de pasos — Te veré mañana. 


— Hasta mañana, Kuroo...descansa.


Kuroo sonrió, esta había sido la noche más extraña y caótica de toda su vida, iba a necesitar un rato muy largo para asimilar todo esto, sin embargo estaba sonriendo ¿Por qué siempre se equivocaba con este chico? ¿Por qué siempre cometía errores? ¿Por qué era tan torpe cuando sabia como tenerlo todo bajo control...cuando siempre tenía el control de sí mismo? Creía haber llegado a una respuesta esta noche.


Tsukishima Kei lo hacía sentir nervioso...y fue un extraño descubrimiento.

Notas finales:

>3< Gracias por leer >3<


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