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The Only One por Nova22

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Notas del capitulo:

>3< Actualización >3<

Capítulo 6


Había mucho más movimiento de lo acostumbrado en la residencia. Regularmente recibían a unas cuantas personas los fines de semana, y sea en el jardín o en el estudio, ya había pasado un tiempo por lo que Tsukishima estaba acostumbrándose a esa rutina, sin embargo este día era distinto. No sabía si podía catalogarlo como una fiesta dado lo temprano que aún era, tal vez podía llamarlo una reunión. Debía haber alrededor de quince o veinte personas, Alfas, y tal vez unos cuantos beta que podían fungir como asistentes, pavoneándose por el jardín, hablando de asuntos que no era de su incumbencia o interés.


No habían pasado más de tres o cuatro meses desde que se había transformado en un miembro del personal de servicio, sin embargo nada como esto había sucedido desde la fiesta de bienvenida de Kuroo. Akiteru decía que no sucedía a menudo y estuvo encantado con la oportunidad de organizar las mesas, el menú y todo lo demás. Pocas personas eran tan entregadas a su trabajo, Kei sabía que lo disfrutaba, pero también tenía la impresión de que le gustaba tener el control.


— ¿Pasó algo? ¿Hinata volvió a hacer algo tonto y a huir? — la chica rubia junto a él, Yachi, negó lentamente con la cabeza y con una mezcla de culpa y diversión en su sonrisa. Pocas veces podía verla fuera de la cocina y el comedor, y generalmente el único motivo de la ruptura de su rutina gozaba de una personalidad que contrastaba con la de aquella tímida chica — Entonces ¿Qué fue lo que hizo ahora?


No había arruinado los aperitivos ¿Verdad? ¿Confundió el azúcar con la sal o algo mucho peor? Tsukishima miró en dirección al grupo de personas a varios metros frente a ellos. No parecía haber una conmoción ahí, al menos no por ahora.


— Bueno, hizo algunas galletas — Tsukishima volvió la cabeza rápidamente hacía la rubia ¿Era eso algo bueno o malo? Le preocupaba no saber que podría o no serlo viniendo de alguien tan impredecible como Hinata — Me pidió que te trajera algunas — ella le extendió un pequeño bulto envuelto en un pañuelo azul, el rubio lo tomó sin pensar mucho, pero aún confuso.


Miró hacía los lados y luego hacía al grupo de personas reunidas a la distancia en un movimiento fugaz. A Hinata no parecían gustarle mucho los Alfa, decía que lo ponían nervioso, pero no dudaba en mirarlos a la cara o responder sin dudar aunque se transformara en un pequeño hámster. Tsukishima no podía decir que no se sentía de una forma similar, pero, para un Beta como él, era diferente.


Era solo que no se sentía cómodo en su presencia, que era mejor cuando parecía que no existía para ellos, aunque uno no siempre podía tener lo quería.


— Tal vez le gustas.


— ¿Qué? — Tsukishima volvió la mirada en dirección a la rubia frente a él, no había notado cuando sus ojos volvieron en dirección a esos Alfa.


— Los demás sirvientes también dicen que eres atractivo y él siempre está haciendo dulces para ti y buscándote ¿No crees que es lindo?


Entrecerró los ojos ¿No? ¿Si? Hinata era Hinata así que no había pensado mucho en eso, Akiteru también había insinuado algo parecido, pero Tsukishima no creía que fuera el caso. Era difícil de explicar y la verdad era que no quería pensar mucho en eso por razones del pasado.


Podría decirse que Hinata había tenido una participación muy indirecta sobre ese asunto, pero la verdad no quería recordarlo. Solo enterrarlo y ya.


— Supongo — apretó el pañuelo ¿Tal vez como un hermano menor? Sin embargo una vez ese chico le había dicho que olía como su madre, lo cual fue muy extraño porque sabía que ella era una Beta y los Beta como ellos no tenían feromonas — Debería volver al trabajo, gracias por las galletas...— avanzó un paso, pero se detuvo fugazmente — Supongo que los veré en la cena...dile a Hinata que gracias — murmuró y la rubia le regaló una sonrisa gentil.


Tenía que volver dentro y Yachi a la cocina. No tenían permitido holgazanear, especialmente cuando había invitados en la residencia. Cuidar la imagen de sus amos también era uno de sus deberes por lo que sé movió elegantemente por el jardín, buscando el interior. Podría considerar que era una suerte el no formar parte del grupo que estaba atendiendo a los invitados, sin embargo eso también significaba que tenía el doble de tareas por atender y mucho menos tiempo para respirar.


Recientemente estaba volviendo de una de las residencias más pequeñas que se encontraban dentro de la propiedad. Fue un camino considerable dada su extensión y ahora tenía que subir al tercer piso y después encargarse de la gran bíblica del segundo. Sabía que Akiteru trataba de asegurarse todo lo que le fuera posible de mantenerlo alejado del jardín y de los ojos curiosos. Era un alivio, no lo iba a negar, quería evitar cualquier incidente que pudiera causar problemas, pero tampoco quería que se preocupara tanto por él.


No le gustaba la idea de que nada cambiara o de que tuviera que ser protegido. Ya era un adulto, no un niño pequeño y frágil, no podía esconderse del mundo...sabía que no podría sin importar cuánto tratara.


— Disculpe, señor ¿Hay algo que necesite? — los pies de Tsukishima vacilaron, una distancia de alrededor de ocho metros lo separaban de la escalera, sin embargo tuvo que detenerse debido a la presencia de una persona que no se suponía que debía estar ahí — ¿Puedo ayudarlo en algo?


Avanzó hacía él. Tenía la impresión de que lo había visto antes, pero en realidad no podía recordarlo exactamente. Tal vez podría haberse tratado de una de las muchas personas que habían venido a saludar a Kuroo antes o podría haberlo atendido en la fiesta de meses atrás. Al menos no tenía que adivinar que se trataba de un Alfa, su postura altiva lo delataba, la fría forma en la que esos oliváceos ojos estaban mirándolo también le era muy familiar, algo a lo que los sirvientes como él estaban acostumbrados.


— Tu nombre.


Tsukishima se detuvo abruptamente a cerca de dos metros de aquella imponente persona y parpadeó — Tsukishima, señor — le dio una reverencia suave, mostrar incomodidad o delatar la rigidez de sus hombros era algo que no podía hacer frente a un Alfa. Nadie sabía cómo podrían reaccionar, especialmente frente a un sirviente sin importancia — ¿Hay algo que pueda hacer por usted?


Silencio. Ese estoico hombre estaba mirándolo y Tsukishima se forzó a mantener una postura recta y digna, pero ¿Estaba bien que se sintiera así de atrapado? Esos ojos eran tan profundos y fríos como un bosque oscuro, la forma de su barbilla le daba la impresión de que se trataba de alguien inflexible y su alta nariz daba fuerza a la arrogancia de su presencia.


No le gustaba, lo decidió de inmediato, pero por supuesto eso no importaba. Como un invitado de esta residencia, Tsukishima tenía el deber de atenderlo.


— Tsukishima ¿Verdad? — aquel hombre avanzó un paso en su dirección ¿Estaba molesto por algo? Quería poder adivinar qué era lo que tenía en mente, pero Tsukishima no podía ver nada ahí. Ni un solo gesto o indicio — ¿Cuánto recibes como pago dentro de esta familia?


No frunció el ceño aunque le habría encantado hacerlo, sin embargo se mordió el interior de la mejilla y apretó las manos que se mantenían unidas y al frente. Este hombre era muy directo — Lo suficiente, señor — trató de suspirar bajito. No tenía que hacer nada más que su trabajo, pero esta persona extraña comenzaba a incomodarlo y esta conversación a hacerlo sentir ansioso — ¿Hay algo que pueda hacer por usted?


Otro paso disminuyó la distancia que los separaba, la tensión estuvo ahí para apretar el estómago de Tsukishima — ¿Te sientes cómodo en este lugar?


Tal vez podía imaginarlo, aunque creía que era una tontería y no quería parecer alguien arrogante. Lo imaginó después de sus primeras palabras, no se suponía que a nadie debiera interesarle el nombre de un sirviente al que no se suponía que volverían a ver, no se suponía que un alfa como ese, o cualquiera, debiera preocuparse por alguien como él, pero lo imaginaba, a dónde este hombre quería llegar...a dónde esperaba que lo condujera — Por supuesto — ¿Aceptaría una negativa? ¿Se atrevería a irse sin hacer nada? Podría evadirlo tan fácilmente como en el pasado incluso si ahora tenía miedo — ¿Le gustaría que le indicara el camino de vuelta?


¿Esto sería suficiente para que notara que no estaba interesado? Este hombre lo inquietaba, ¿Tal vez también podría decir que lo sofocaba? Era como estar rodeado de paredes invisibles que amenazaban con aplastarlo ¿Los Alfa siempre fueron tan incómodos de tratar? Su mirada olivo le daba la sensación de que era capaz cortar la tensión y el aire mismo.


— Tal vez podrías acompañarme, me gustaría hablar contigo un momento...la última vez no tuve una oportunidad para hacerlo.


¿Última vez? ¿A qué última vez se refería? De alguna manera creyó recordar que Kuroo había hablado sobre esto alguna vez.


Miró discretamente alrededor y su estómago se apretó. Odiaba la idea de que la atención de la mayor parte de los sirvientes estuviera concentrada en los visitantes. Había pocas maneras de tratar una situación como esta, sin embargo Tsukishima no pensó que tendría que molestarse con algo como esto al trabajar con una familia como esta. Pero un sirviente no podía escapar tan fácilmente y todo lo que tenían para escudarse era una dignidad que no importaba a nadie.


— Tengo mucho trabajo que hacer, por favor discúlpeme, señor...si no hay nada que necesite, entonces me temo que tengo que marcharme — le hizo una reverencia profunda al mismo tiempo que se tragaba su ansiedad y soportaba el peso de la tensión de su cuerpo. Todo lo que podía hacer era implorar por la sensatez y la misericordia de este Alfa, era lo único que tenía y realmente no podía decir que fuera algo a qué aferrarse — Debería apresurarme...por favor discúlpeme — repitió


Alzo la cabeza, una sonrisa cortes y tranquila en sus labios enmascarando sus emociones y miró hacía la escalera, avanzó en su dirección sin atreverse a esperar por las siguientes palabras de ese hombre. Conteniendo el aliento sin saberlo y con un frenesí en el corazón. Solo pensaba que quería irse, pensaba que necesitaba alejarse y un sentimiento de ansiedad le apretó el estómago. Rápido, tenía que desaparecer de este lugar, apretó la mandíbula, se tensaron sus músculos, urgiéndolo a correr...pero no era tan fácil ¿Verdad?


— ¿Dije que podías marcharte? Vuelve aquí.


Tsukishima se detuvo con un jadeo, ese último paso fue tan pesado y rígido que le estremeció el cuerpo. Apretó los labios. Se irguió su espalda al mismo tiempo que experimentaba un amargo sentimiento y burbujeaba su frustración; no necesitaba el permiso de alguien que no era su amo ¿Cómo se atrevía? Lo miró con la barbilla en alto, de alguna manera sintió que estaba enfrentándose a ese hombre extraño y a las emociones que le atravesaban el pecho como veneno.


Pero ¿Qué podía hacer más que soportar todo esto? ¿Qué podía hacer más que bajar la cabeza? Los sirvientes no necesitaban orgullo. Pasara lo que pasara siempre sería su culpa, sería su error y terminaría manchando a su hermano si se equivocaba. Pasara lo que pasara solo podía perder...porque no tenía nada.


Sin embargo eso no quería decir que le gustara.


— Acompáñame un momento — ese hombre estiró una mano, el rubio se tensó y retrocedió un paso tembloroso, su respiración se volvió más pesada antes de que lo notara — Vamos...— Tsukishima jadeó y tembló. No. No. No. No.


— Señor, le ruego que me disculpe, pero...


— ¿Por qué mi sirviente tendría que seguir más órdenes que las mías? — Tsukishima contuvo el aliento. De pronto se sintió como si el sonido de esa profunda voz detuviera el tiempo, como si el peso de la presión que caía sobre sus frágiles hombros se disipara como el humo — ¿Por qué querrías tomarte un atrevimiento tan desagradable? Su amo soy yo ¿Estás tratando de faltarme el respeto en mi propia casa?


— Estábamos teniendo una conversación.


Kuroo alzó una ceja, sus pesados pasos resonaron como un eco en la inmensidad de la sala, como el golpeteo del corazón de Tsukishima — ¡Oh! ¿Así que se trataba de eso? Una dulce y amigable conversación ¿No? — rió Kuroo, en un gesto despreocupado que no lo parecía en absoluto — Bueno, lamento decirte que se terminó, tengo algo que discutir con este chico, así que deberías disculparnos.


Llegó hacia ellos e invitó a Tsukishima a subir por las escaleras con un movimiento de mano, pero aquel hombre volvió a hablar repentinamente — ¿Tratas de desestimarme?


— Trató de decirte que estás incomodando a mi sirviente y de pedirte amablemente que lo dejes seguir haciendo su trabajo ¿Puedes?


Aquel hombre lo miró, Tsukishima no supo si encogerse o retroceder. No estaba cómodo, tenía una mala sensación y de pronto se sintió sofocado, que ya no podía respirar — ¿No te parece que estás dándole demasiada importancia a un sirviente?


— Es gracioso que digas algo como eso precisamente ahora.


Kuroo sonrió, estaba siendo amigable ¿No? Ese parecía ser el caso, pero Tsukishima no estaba seguro. Esto era desagradable, no porque estuviera siendo el tema de una conversación tan mezquina, sino porque la atmósfera era suficiente para que su estómago se apretara en un nudo. Lo suficiente como para que comenzara a sentirse enfermo ¿Qué estaba mal? ¿Qué estaba sucediendo? ¿Esto era su culpa? Solo trataba de hacer su trabajo...solo trataba de trabajar. Solo eso.


Y esa amargura estuvo a punto de llenarle los ojos de lágrimas de frustración.


— Señor...


— Esta bien, deberíamos ir arriba...tengo algo importante que discutir contigo — Kuroo le apoyó la mano sobre el hombro, fue un movimiento suave y fugaz que llevó al rubio a apretar la mandíbula. A Tsukishima no le gustaba que lo tocaran, lo odiaba, no lo quería, pero no pudo entender cómo se sintió por ese contacto...solo supo que, al menos por un momento, había vuelto a respirar — Discúlpame, Ushijima, podemos seguir hablando más tarde...ahora necesito solucionar un asunto con él — lo instó a caminar, esta vez con un movimiento de mano y el rubio asintió.


Este era el fin ¿Verdad? Había terminado.


Estaba aliviado, sin embargo la sensación de que solo quería salir corriendo seguía ahí, como una corriente que trataba de empujarlo. Giró, no podía olvidar la cortesía, no podía olvidar quien era o las obligaciones de su posición. Tenía que hacer su trabajo, quería sentir que lo estaba haciendo bien  Ushijima era un hombre desagradable, sin embargo eso no importaba y Tsukishima le ofreció una reverencia limpia y recta. La mirada de ese hombre, esos profundos ojos oliváceos estaban sobre él, atravesándolo sin piedad y el rubio lo miró en silencio todo lo que ese corto instante duró.


Tratando de convencerse de que ese no se trataba de un nombre familiar, de negar que podría haber visto ese rostro antes...hace mucho tiempo atrás.


— Ten un poco, creo que podría a ayudar a relajarte — Kuroo le ofreció un estrecho vaso de cristal y Tsukishima lo miró con horror ¿Ese líquido rojizo era lo que creía que era? No era una broma ¿Verdad? su moreno amo no estaba riéndose — Solo un trago debería estar bien ¿No? Tienes mi permiso.


Tsukishima boqueó. De ninguna manera. Negó con la cabeza y alzó una mano — Es...horario de trabajo, no podría...no...lo siento — apretó las manos sobre su regazo, se encontraban en el estudio personal de Kuroo. Se suponía que también tendría que limpiarlo más tarde; tenía que subir al tercer piso ahora y ocuparse de la biblioteca después, había algo más también. Su día estaba lleno de tareas que no podría terminar si no se apresuraba — Lo siento.


— No me gusta la forma en la que lo dices, no me malinterpretes, pero...— Kuroo se frotó la nuca con la mano y le sonrió nerviosamente — Si tiemblas así, entonces se siente como si estuviera intimidándote ¿Fue tan malo? No he escuchado que él sea ese tipo de persona, pero si trató de hacerte algo creo que deberías decírmelo y te prometo que voy a hacer algo al respecto.


— No, señor...está bien — Tsukishima se mordió el interior de la mejilla y se miró las palmas de las manos enguantadas. Se suponía que podía manejarlo, pero no lo estaba haciendo bien. Era la misma sensación de aquella vez en esa fiesta, la de ser un animal indefenso y minúsculo. Akiteru había tomado la decisión correcta al mantenerlo alejado del jardín esta tarde, no podría haberlo hecho bien y los amos podrían haberlo notado en un lugar tan reducido — Que inútil — susurró para sí mismo — inútil.


Por un corto instante, Tsukishima tuvo la impresión de que Kuroo había hecho un sonido extraño, sin embargo fue opacado por el ruido sordo del vaso ser abandonado sobre la mesa. Lo miró, hizo amago de avanzar al sofá donde se encontraba sentado, pero vaciló y se cruzó de brazos. El rubio supuso que no esperaba que asintiera después, que le otorgara su permiso para acercarse. Era serio cuando pensaba que esto no estaba desarrollándose como debería, solo podía pensar que era extraño, pero ¿Algo tan extraño realmente podía ser tan natural para ellos? 


— ¿Estas bien? — Tsukishima bajó la cabeza y cerró los ojos, había esperado porque lo preguntara. Sabía que lo haría, lo sabía y por algún motivo ya no se sentía tan mal. Ya no era tan terrible. Kuroo era un Alfa ¿Verdad? no había forma en que no lo notara aun siendo solamente un Beta, pero ¿Por qué estaba bien? Él se sentía como si fuera el origen de su confusión, una que no sabía que estaba ahí en primer lugar — ¿Hay algo que pueda hacer?


Tsukishima negó con la cabeza y elevó un suspiro tranquilo y suave, había un agradable aroma que resultaba relajante flotando en el aire — No era mi intensión causarle problemas, señor...esa persona podría tener una idea equivocada sobre esto...podría ser malo para su reputación, debió haber dejado que lo manejara por mí mismo.


Kuroo sonrió, tratando de contener su amargura, no quería imaginar cual podría ser su reacción si le dijera que ya había una persona que había malentendido su relación. Afortunadamente y contrario a su aspecto, Oikawa no era el tipo que iba por ahí hablando de más. Todavía le inquietaba, pero por ahora estaba más interesado en Tsukishima que en un asunto que podría ser trivial — ¿Crees que podrías decirme honestamente como lo habrías manejado?


— Tengo una posición difícil, pero creo que ya me conoce un poco mejor...no se supone debería, lo sé, pero también tengo un poco de orgullo...— y no tenía tan buen humor.


Kuroo sonrió, ahí era exactamente donde radicaba el problema principal; Tsukishima era más agresivo de lo que parecía y por extraño que pareciera lo hacía aún más encantador — Voy a ser sincero contigo, eso solo lo habría hecho peor...puedo asegurarte que iba a encapricharse más contigo, es ese tipo de hombre, lo conozco — pero el rubio lo miró como si no comprendiera sus palabras ¿De verdad no lo entendía? Podía llegar a ser contradictorio y extraño en realidad. Los Alfa generalmente eran todos arrogantes, que una persona inferior se atreviera a cuestionarlo era una ofensa terrible, pero a veces podía resultar muy estimulante. Cómo una cacería — Eres encantador — el rubio arrugó todavía más el entrecejo.


A eso era a lo que se refería, Tsukishima era más expresivo de lo que parecía. Kuroo estaba más aliviado. Esto era mucho mejor que verlo temblar como hace un rato, mejor que ese rostro oscuro cubierto de ansiedad. Reconfortante y agradable.


— Por favor ¿Podría dejar de molestarme? — Tsukishima se levantó, acababa de notar que él y Kuroo estaban muy cerca uno del otro. No debería pasar por alto ese tipo de cosas o podría causarle problemas a su hermano, este no era el comportamiento propio de un sirviente, pero el del moreno tampoco era el comportamiento propio de un amo — Pero...gracias, fue más fácil porque usted...porque tu estuviste ahí, Kuroo.


¿Podía sonreír? Kuroo ya lo estaba haciendo, tal vez estaba un poco más feliz de lo que debería, sin embargo también lo inquietaba, Tsukishima lo hacía sentir de esa manera muy a menudo. Sentía que quería entender que era lo que pasaba con él, que quería saber un poco más, que quería derribar esa pesada barrera...o que el rubio le permitiera entrar.


— ¿Fue difícil para ti?


— No me gusta tener que tratar con este tipo de cosas, solo quería hacer mi trabajo — dijo — Podría haber unas personas que lo vean de manera distinta, pero yo no puedo llamarlo fácil o bueno...no es el honor que todos dicen.


— Lo siento, antes preguntó por ti...dijo que estaba interesado en ofrecerte un contrato, habló con tu hermano ¿Él no te lo dijo? — el rubio negó con la cabeza, no recordaba haberlo escuchado mencionar nada como eso, pero ¿No era ridículo que esta persona tratara de discutirlo con su hermano mayor y su amo primero? Ese tipo estaba tratándolo como mercancía — Escucha, Ushijima es un tipo difícil de tratar, pero también es sensato...maneja todo de una forma muy anticuada y aburrida, prácticamente lo rechazaste ahí abajo así que no creo que siga insistiendo.


— Pero...


Kuroo sonrió, esperaba eso. Los alfa eran bastardos arrogantes, estaba escrito en la expresión del rostro de Tsukishima ¿No le había dicho antes que era realmente encantador? No estaba tratando de negarlo o de negar la naturaleza de su raza, su orgullo no admitiría el desplante de un sirviente, pero tampoco lo haría con la idea de correr tras de alguien inferior como si se tratara de perros. La idea era humillante, nadie querría un estigma como ese.


A demás, después de lo que había pasado abajo, Ushijima debía tener alguna idea errónea de lo que tenía con Tsukishima. La idea no le gustaba, pero por el momento había sido útil a pesar de que sabía que no haría muy feliz a su rubio sirviente.


— Debería estar bien, pero supongo que tengo curiosidad por lo insistente que fue...tal vez de verdad lo cautivaste.


Tsukishima emitió una breve exhalación de fastidio — ¿Estás hablando enserio?


— ¿Tú estás hablando en serio? ¿No conoces tu propio potencial? No vas a decirme que es la primera vez que algo como eso pasa ¿Verdad?


No estaba tratando de decir algo como eso, Tsukishima sabía que su aspecto no era malo, no era delicado como un Omega, pero tampoco tan robusto como como un Alfa; le era difícil ganar peso, por lo que su figura era estilizada y agradable. Estaba en un término medio como cualquier Beta y ya sabía lo que sucedía con algunos, como eran vistos. Sin embargo cosas como estas no sucedían a menudo con las personas de la escuela de su familia. La mayoría sabía que era una pérdida de tiempo y esto le preocupaba.


Estaba ansioso y tal vez también tenía miedo de que lo poco que había conseguido construir hasta ahora se desintegrara.


— ¿Cambiaría algo si yo te dijera que todo va a estar bien?


— ¿Qué? — jadeó el rubio.


— ¿Lo cambiaría? — Kuroo se levantó del sofá y caminó hacia él ¿Había hablado en voz alta? No. Estaba seguro de que no fue el caso, no tenía por qué causar molestias a su amo con sus asuntos, entonces ¿Cómo? ¿Por qué? — ¿Puedes creerme? — el rubio jadeó. Se preguntaba ¿Por qué? ¿Por qué quería tomar la mano que él le ofrecía? ¿Por qué de pronto parecía tan fácil? ¿Por qué quería alcanzarlo?


Sonrió. Tal vez, después de todo, algo muy pequeño había cambiado, algo de lo que no era tan consciente, pero que estaba ahí — Puedo...yo creo...creo que puedo...— murmuró en un susurro suave. Quizá se trataba del calor de esa mano, a veces se sentía como si le traspasara la piel. Quemaba tanto que ardía, tanto que era insoportable y aun así se sentía bien.


Sentía que todo estaba bien.


— Ahora que lo pienso, había algo que quería darte — Tsukishima parpadeó ¿Algo para él? — Espera un segundo, creo que lo tengo por aquí...— caminó hacia él escritorio y removió unos cuantos libros, buscó entre sus hojas y tomó dos trozos rectangulares de firme papel — Son entradas para una función mañana en el teatro ¿Te gusta la música clásica?


Kuroo le extendió los boletos, Tsukishima vaciló, no estaba seguro de como sentirse con todo esto — Me gusta, pero ¿Está bien que yo los tenga? No creo que se apropiado.


— Está bien — Kuroo se encogió de hombros — Bokuto me los dio, pero no creo que pueda usarlas...tengo que reunirme con algunas personas mañana en la tarde y mis padres no se llevan tan bien como para que se los de...sería un desperdicio solo tirarlas, tómalas — las extendió en su dirección — Puedes ir con tu hermano o con alguien más si quieres.


No estaba seguro, seguía pensando que era inapropiado y que no debería. Entendía que Kuroo no era ese tipo de persona, que no tenía ninguna clase de segunda intención con esto. No estaría comprometiéndose, pero aun así Tsukishima no podía evitar sentirse tímido por esto. Quería encontrar una excusa para rechazarlo, sin embargo el moreno le tomó la mano antes de que pudiera decir nada, acunándola gentilmente, y depósito las brillantes entradas sobre su palma.


Tsukishima jadeó un cúmulo de palabras en un suspiro. Él estaba tocándolo, lo hizo sin preguntar nada o sin esperar por su permiso. Fue un movimiento tan repentino que la mente del rubio estuvo momentáneamente en blanco, que estuvo paralizado y ansioso, sin embargo contrario a todos los impulsos que usualmente dominaban sus acciones, él no retrocedió. Aceptó ese contacto tanto como al calor que traía consigo y decidió admitir que no lo odiaba.


¿Esto estaba realmente bien? Se sintió como si hubiera perdido y aun así Tsukishima estaba sonriendo con la sinceridad que pocas veces era capaz.


— ¿Quieres quedarte un rato a hablar? — Kuroo carraspeó, el contacto se rompió, pero perduró ese calor — Todavía no tengo ganas de volver abajo, necesito un respiro de todo eso — señaló la ventana hacia él jardín y luego su escritorio — ¿Te gusta el ajedrez?


— Me gusta, puedo...puedo jugarlo, pero...— miró hacía la puerta. Un poco más no parecía tan mala idea, Un poco más no le haría mal a nadie ¿No? Pero no era bueno, tenía deberes que atender y estaba inconforme o tal vez inquieto. Había algo que no le gustaba definitivamente y que estaba molestándolo — Tengo que volver a trabajar, tal vez en otro momento, señor.


Un parte de él pensó que no podría tener otra oportunidad como esta tan pronto, pero ¿Por qué la querría de todos modos? ¿No era que Kuroo lo incomodaba? Era el tipo de alfa que resultaba intimidante para cualquiera. Tsukishima no olvidaba lo sofocante que era su pesada presencia o el aura estremecedora que lo rodeaba, siempre como un recordatorio constante de lo que era, sin embargo no estaba rechazándolo y a veces parecía que era, de cierto modo, reconfortante saber que estaba ahí.


— Tal vez esta noche, en el jardín...mañana es tu día libre ¿Verdad? Si estás de acuerdo podemos reunirnos.


¿Esta noche? Habían pasado unas cuantas de esas después de esa primera vez. Esto no era lo que debería y no podía ser más consciente de ello. No debería y empezaba a pensar que este tipo de libertad, que todo esto tenía que ser erróneo.


— Claro, suena...suena bien, Kuroo — sonrió — Te veré esta noche.


Sin embargo estaba haciendo planes con él y esperando por ello, con un poco de impaciencia. No estaba mal ¿Verdad? Tsukishima no quería que estuviera mal.


*****


Luces tenues y discretas, un suave y aterciopelado rojo, sobrios detalles dorados y oscuros en un espacio inmenso dónde delicados murmullos vibraban en la atmósfera. No era la primera vez que lo veía o la primera vez que estaba ahí, sin embargo desde su posición, el teatro se veía aún más grande e intimidante de lo que recordaba, como si lo hiciera sentir más pequeño de lo normal, mucho más insignificante de lo que era frente a un público lleno de personas cuyos críticos ojos estarían sobre él por mucho tiempo.


Akaashi sonrió con amargura. Creía que estaba acostumbrado a esto, tenía tan solo ocho años durante su primera presentación a gran escala y el recuerdo de esa primera emoción, de ese nudo en su estómago, aún perduraba en su pecho como un recuerdo precioso. Había aprendido a manejarlo después de mucho tiempo, pero ya no estaba tan seguro.


Miró hacía atrás, los asistentes trabajaban diligentemente por toda la plataforma acomodando los asientos y demás. Había mucho movimiento en todas direcciones, la función estaba a solo unos cuantos minutos de comenzar, el gran teatro comenzaba a llenarse lentamente y el ánimo en la atmósfera se volvía más y más pesado, igual que su respiración y que cada latido de su corazón.


Se apretó la mano contra el pecho, las pruebas en solitario habían resultado mejor de lo que creyó, lo que siguió fue un poco más complicado y tuvo algunos problemas para coordinar con los demás. No estaba acostumbrado a estar rodeado de un grupo tan grande, sin embargo las personas que estuvieron evaluándolo habían decidido ofrecerle esta oportunidad, creyeron que su talento era suficiente para formar parte de su compañía y Akaashi no podía creerlo. Era increíble, pero también estaba muy asustado y nervioso. La verdad era que no sabía si iba a ser suficiente, Sakusa podría haber tenido razón; no tenía tanta confianza en sí mismo, su resolución era pobre, su error no iba a ser solo suyo y si lo arruinaba aquí sería el final de todo.


— Ojalá estuvieras aquí — susurró. Sus dedos buscaron el discreto broche azul sobre la solapa de su traje. Sonrió. Había sido un obsequio de Sakusa para celebrar esta ocasión, se sentía mucho mejor cuando pensaba en él, pero tenía ganas de verlo — Solo un segundo — suspiró.


Su corazón se bañó de añoranza solo con ese pequeño recuerdo. Akaashi todavía se sentía muy mal por no haber tomado en cuenta su opinión con respeto a la orquesta, él no le reprochó nada en aquel momento, incluso lo había acompañado a las pruebas y había venido a algunos de los ensayos. Sakusa podía ser un poco contundente a veces, pero eso era porque estaba preocupándose por él, porque quería ser sincero. Incluso estuvo a punto de cancelar un viaje demasiado importante solo por este día, mientras que Keiji solo podía actuar como un desconsiderado una y otra vez.


Suspiró con un amargo sentimiento en el pecho, sabía que él no lo pediría jamás, pero quería disculparse otra vez con él.


— Disculpé, va a iniciar en un momento...— uno de los asistentes llamó la atención de Akaashi  y sus ojos siguieron la altiva figura de las personas que lentamente tomaban posición sobre los maullidos asientos en el centro del amplio escenario.


Era cierto, estaba por comenzar y el vano intento de Akaashi por encontrar la calma familiarizándose con su entorno no había servido de mucho. Hizo amago de volver por su violín, sin embargo su mirada volvió nuevamente hasta la pequeña fracción del público que el pesado telón le permitía ver. El director había dicho que el teatro iba a recibir a personas muy importantes esta tarde y no sabía si ese hombre estaba tratando de subir la moral o de añadir más peso sobre los hombros de los músicos. Sin duda había personas que parecían emocionadas, sin embargo para el moreno había tenido un efecto complejo y confuso. Tal vez porque ya conocía a la persona que tenía mayor influencia sobre compañías como esta. Eso no garantizaba que esa otra persona estuviera aquí también, pero la idea ya estaba en la cabeza de Keiji...también el recuerdo de aquella noche, quemando con furia en su piel.


Deseaba no tener que recordarlo.


Se dejó caer sobre su asiento e inclinó el cuerpo hacia el frente, odiaba el hecho de que él todavía fuera capaz de desestabilizar así sus emociones. De ser posible no quería agregar más motivos de estrés a su conciencia, pero no sé sentía como si hubiera mucho que pudiera hacer. No. No había nada que pudiera hacer más que tomar esas emociones con la misma firmeza que sus dedos sujetaron el arco de su violín, con la misma presión con la que sus dedos se deslizaron sobre las cuerdas de este y hacerlo suyo.


Entonces lo transformó en acordes, como si su cuerpo desapareciera lentamente, como si todos sus pensamientos se descompusieran en cada nota alta y baja. Cantaba su corazón, vibraba en su alma como si resonara y un universo lleno de tenues colores que solo él conocía a aprecio frente a sus ojos. Cómo armonía y caos, se transformaba en una extensión más de esa melodía, en una parte de ella y se elevaba majestuosamente a través de aquel enorme recinto y fuera de este; estaba lleno de vida, era libre, tan libre que euforia gritaba en su pecho, tanto que no conocía límites, que todo de él vibraba como pocas veces podía hacerlo.


Y ya no podía recordarlo ¿Cómo era sentir miedo? ¿Cómo era estar atrapado? El balanceo de su cuerpo emulaba las olas del mar, a veces tranquilas y pacíficas, era la danza de las hojas bajo la gentil brisa y el rugido furioso de un vendaval encerrado en aquella melodía. Cómo si gritara, como si cantara, como si tratara de decirle al mundo entero que estaba aquí y marcaban un ritmo similar a los furiosos latidos de un corazón que cantaba, del corazón que amaba y volvía a caer perdidamente enamorado una vez más.


Sonrió ¿Cómo podía ser tan hermoso? ¿Cómo algo podía ser tan perfecto? ¿Cómo podía sentirlo tan intensamente en el corazón? Hasta el punto en el que quería llorar, reír, cantar y bailar, que era capaz de sumergirse en un mundo tan inmenso como lo era el cielo azul, que podía hacerlo vivir una historia en la piel y volar tan alto como las estrellas, hacia donde la maravilla del universo esperaba por ser descubierto una vez más. Lo amaba, Akaashi lo amaba con toda el alma que ya había sido cautivada, con la ilusión de un niño y la pasión de un amante entregando. Con la misma reverencia y con el mismo ardor.


Y porque lo amaba, porque no existía nada más hermoso él, Akaashi, quería que llegara a los corazones de todos. Quería crear un universo donde cada nota bailara y cantara. Lo añoraba con la misma fuerza que también deseaba que el tiempo detuviera, ahí...solo un instante eterno en esa mirada dorada.


¿Desde cuándo? ¿Cómo? Se sintió como si sus ojos hubieran estado buscándolo todo este tiempo y los acordes, como suspendidos en el aire, se ralentizaron marcando un tempo similar a los latidos de su corazón, de las emociones que lo embargaron lentamente hasta desbordarse.


*****


Akaashi acarició tiernamente el ramo de peonias y narcisos, que descansaba sobre la mesa en el cubículo que había usado para prepararse, una triste expresión soñadora en su rostro. Desprendían un aroma agradable que le recordaba a Sakusa, tenía ganas de verlo, quería escuchar su voz al menos un segundo, sin embargo no se atrevió a tomar el teléfono móvil que descansaba junto a ese ramo de flores.


Se mordió el labio inferior, el espejo frente a él le devolvió una imagen que se le antojó más lamentable de lo que debería dado el éxito de la presentación de esta tarde. Una ovación de pie no sucedía a menudo, fue un gran honor, pero Akaashi no supo que era lo que estaba sucediendo hasta que fue consciente de dónde sus ojos estaban viendo y de la imposibilidad de esa situación.


— ¿Vas a irte temprano? — la chica en el asiento junto a él se inclinó hacia atrás y lo miró — Unos cuántos decidimos reunirnos para comer algo y celebrar ¿Te gustaría unirte?


Akaashi parpadeó, no era como que fuera la primera vez que cruzaba palabras con los miembros de la orquesta, sin embargo eso lo había tomado por sorpresa — Lo siento, hay un auto esperándome afuera — le sonrió como disculpa — Tal vez la próxima vez.


— ¡Oh! Entiendo, está bien...en la próxima — ella le sonrió, entonces se levantó de su asiento con el estuche de su violín entre sus manos y ese fue el final de su corto intercambio de palabras y de su oportunidad para retractarse.


— Tal vez — murmuró Akaashi al mismo tiempo que también se levantaba.


La verdad era que él ambiente de esta orquesta era más agradable de lo que imaginaba a pesar de que había algunas personas con las que había tenido algunos roces en su pasado. Eran un grupo muy sólido, funcionaban y lo trataban cordialmente, sin embargo Akaashi todavía sentía que había una barrera entre ellos. Tal vez era una impresión suya, no había pasado mucho tiempo desde que comenzó a ensayar, tampoco era una persona especialmente sociable, pero a veces sentía que estaba siendo evitado o algo similar.


No percibía desagrado a pesar de que la competitividad era natural y clara en algunos, pero ese sentimiento estaba ahí.


Avanzó hacía la salida sin olvidar despedirse de los músicos que aún quedaban en la gran sala. No había muchas personas con las que pudiera sentirse cómodo, pero tampoco tenía la intención de encontrar a alguien así, ya tenía a Sakusa. Siempre fue así y no tenía la intención de que eso cambiara.


Sonrió al ramo de flores entre sus manos, su relación era tan especial precisamente por qué él era la única persona a la que había podido abrirse sin temor. Le gustaba que fuera así, lo que ellos tenían era mágico en todos los sentidos posibles, no había nadie que lo cuidara o lo escuchara como él, nadie que lo hiciera sentir que todo estaba bien en el mundo o que este cobraba sentido con tan solo un beso o con el calor de su piel.


— ¡Oh! — Akaashi se detuvo y sus piernas retrocedieron un inconsciente paso que llevó a su espalda a rozar con la puerta de la sala.


El director, el hombre que era el encargado de administrar el teatro y otras dos personas a las que conocía bien caminaban en medio de una charla por el pasillo. Akaashi pasó saliva por su reseca garganta ¿Podía volver a la sala? Su mano buscó y apretó la manija con fuerza ¿No sería grosero de su parte? Ya habían notado su presencia. Ese amable hombre lo había recomendado y animado, podría decirse que una parte de que estuviera aquí se debía a él. Siempre pensó que debía agradecerle, no sabía si tendría otra oportunidad para acercarse a alguien como él nuevamente. Debería, pero su cuerpo no estaba moviéndose.


No podía, no quería, porque no estaba seguro de que pudiera conservar la calma. No ahora, no frente a Bokuto.


— Esa fue una presentación maravillosa — ellos se detuvieron y Akaashi contuvo el aliento, una voz gentil y agradable estaba dirigiéndose hacia él, se encogió lentamente hasta que los pétalos de las peonias de acariciaron la punta de la nariz — Felicidades.


— Gracias, señor — alzó la cabeza, un suspiro suave y casi imperceptible acompañó a ese movimiento, saludó con un movimiento de cabeza tanto al director de la orquesta como al hombre que lo acompañaba y huyó de la mirada del chico bicolor parado juntó a él — Yo...eh...— sus ojos volvieron fugazmente al bicolor, solo un segundo y percibió la garganta reseca ¿Por qué podía desestabilizarlo así? ¿Por qué tenían que cruzarse otra vez? — Sé que tal vez no sea el mejor momento y que tampoco es muy apropiado, pero...


— No tienes que hacerlo — él lo interrumpió, vestía una sonrisa tan amable y confortable como aquella vez — Solo deberías estar orgulloso de tu talento, no hice más que darte unas cuantas palabras y un pequeño empujón...todo lo demás lo conseguiste por ti mismo.


Akaashi separó los labios, una pobre resolución como la suya había dado unos cuantos frutos ¿No? No estaba seguro de ser digno de una alabanza tan honesta y a la vez tan discreta como esa, no era tan bueno o alguien tan increíble, pero amaba lo que hacía y solo tal vez estaba un poco feliz de escuchar algo como eso — Es muy amable. 


— Me gusta la modestia, pero menosprecias tu propio arte al menospreciarte a ti mismo y no creo que ninguno lo merezca — aquel hombre le dio solemne un asentimiento de cabeza e indicó a los hombres a su lado a avanzar, su conversación estaba a punto de terminar — No soy amable, no habría dicho lo que dije si no fuera cierto...sé que no hay nada peor que alimentar una esperanza vacía, no lo haría — le sonrió gentilmente, como si se tratara de un padre viendo a un pequeño niño y entonces comenzó a alejarse lentamente por el pasillo, dejando tras de sí a una persona confusa y agitada.


¿Trataba de menospreciarse a sí mismo? Solo trataba de decir que conocía sus carencias, quería tener los pies sobre la tierra, no quería creer que era único en el mundo porque sabía que no era así, sin embargo palabras tan pequeñas habían removido algo en él. Devolvieron una parte de sí mismo que, de alguna manera, parecía haber olvidado hace mucho tiempo atrás.


— Debería...debería irme — Akaashi alzó la mirada con renuencia y encontró los dorados ojos de Bokuto, si pudiera retroceder ya lo habría hecho, sin embargo solo fue capaz de apretar el ramo de flores contra su pecho y la otra mano al estuche de su violín ¿Por qué no se había marchado también? ¿Por qué seguía aquí? — Están esperándome afuera, tengo que apresurarme...discúlpame.


El moreno hizo amago de avanzar, al mismo tiempo que eso sucedía, Bokuto avanzó un paso en su dirección y lo hizo volver a retroceder. Se pasó los dedos entre el cabello, su expresión era una demasiado complicada y difícil de leer, igual que las emociones en su pecho.


— Lo entiendo, pero pensaba que podrías darme un segundo para hablar sobre...— el bicolor calló repentinamente, claramente este no era el mejor momento, sin embargo no podía imaginar si alguna vez podría encontrarlo nuevamente. Tal vez era una tontería volver a acercarse a Akaashi después de lo que había pasado, aun así pensaba que al menos quería ofrecerle una disculpa...sin embargo Bokuto descubrió con frustración que esa idea podría haberse tratado de una pobre excusa para poder verlo una vez más — Sobre lo que pasó antes — avanzó un paso — Si me permites...


— No — Akaashi inhaló lentamente la fragancia de las flores y encaró a Bokuto, lo miró a los ojos y en silencio, buscando desesperadamente su centro, que esta persona no fuera capaz de desestabilizarlo otra vez — Lo que pasó no importa — suspiró, sus manos estaban temblando, su corazón emitía un ruido terrible que no debería estar ahí. Solo no quería pensar en eso, no quería recordarlo. Eso había sido un error estúpido, no tenía interés en descubrir el motivo, no quería saber nada porque no importaba — No importa, yo ya lo olvidé así que por favor...por favor olvídalo también.


Porque no era nada y todo lo que necesitaba era borrarlo de una maldita vez por todas...Incluso si terminaba hiriéndolo.


Le dio la espalda sin siquiera voltear a verlo una sola vez, no pensó en el nudo en su pecho, no prestó atención a la renuencia de los pasos que lo llevaban cada vez más lejos de Bokuto. En los latidos de su corazón o en sus propios remordimientos. Solo quería alejarse, solo quería salir de ahí, sin embargo sus pasos se detuvieron lentamente, cediendo a sus emociones tomentosas, a esa profunda angustia y volteó. Se atrevió a hacerlo y Akaashi nunca estuvo más arrepentido de algo en la vida, nunca sintió más anhelo.


Nunca. Jamás. Porque eso, la expresión del rostro de Bokuto, sus ojos y el tomento que iba más allá de su entendimiento, fue como si una parte de sí mismo, de ese pequeño mundo, se fragmentara.


— Lo lamento — susurró para sí mismo, su voz fue mucho más suave y rota de lo que imaginaba — Lo siento — ¿Qué estaba tratando de hacer con esto? Terminar con algo que no había comenzado y seguir con su vida ¿No? Porque no era nada más que una extraña confusión momentánea de todos modos, aquella vez solo había bebido de más, pero ¿Qué fue lo que sucedió antes de eso? ¿Por qué podía sentirlo así?


Avanzó. No tenía que pensar en esto, ya lo había terminado. Akaashi también estaba inquieto por lo que ese incidente podría significar o lo que podría provocar, era ese el único motivo por el que no se sintió bien en todo este tiempo. No sabía qué tipo de persona era Bokuto, no lo conocía en absoluto, pero esto debería haber sido suficiente. A partir de ahora ya no tendría por qué preocuparse por algo como esto, podría ser capaz de seguir y olvidarlo, sin embargo no se sentía bien. Algo no estaba bien con él y con sus emociones.


Estaban ahogándolo ¿Por qué era tan inestable? ¿Por qué no podía entenderse?


Apretó el paso, bajó apresuradamente las escaleras hacia el piso inferior, precipitándose a la salida. No podía entender que estaba mal con él ¿Por qué no era capaz de sentir alivio? ¿Por qué estaba tan abrumado? ¿Por qué no podía olvidar el aroma de la piel de ese hombre? ¿Por qué era capaz de estremecerlo así? ¿Por qué? Miró hacia el cielo, un cumulo de nubes grises y oscuras se arremolinaban furiosamente en toda su extensión, el fresco aire de la tarde acariciaba a una piel que quemaba y ardía. Sonrió con toda la amargura que le atravesó el pecho, no quería pensar en esto, pero cada vez que volvía el recuerdo de esa persona, cada vez que esa estúpida mente suya revivía sus caricias, le ardía el pecho.


Como si se tratara de una adolescente en un celo inestable, era ridículo. Quiso reír. Tenía ganas de burlarse de sí mismo, pero esa amargura estuvo ahí para hacerle un nudo en el estómago.


Para alguien que nunca había pasado por una situación como esta, era simplemente una locura ¿Quién era Bokuto? ¿Por qué tenía tanta influencia sobre él? Se mordió el labio inferior. No. No. No. No. No.  Se suponía que a estas alturas ya no tenía por qué preocuparse más por esto. Se trataba solo de un error. Solo un error que estaba a punto de ser olvidado. Necesitaba ser más sensato. Había un auto esperando por él, para llévalo a casa, tenía que comunicarse con Sakusa también, sin embargo Akaashi no se sintió capaz de subirse a él.


Apretó los labios ¿Ahora qué? ¿Qué? No podía volver al teatro sabiendo que Bokuto también estaba ahí, pero tampoco podía ir al auto en su estado actual, sin embargo necesitaba un segundo para poner en orden a las ideas que se habían vuelto un jodido desastre. Lo molestaba, lo hacía tanto, y lo frustraba y fue esa misma frustración la que lo llevó a girar abruptamente y a estrellarse con una de las muchas personas que aún se encontraban abandonando el teatro.


El cuerpo de Akaashi se tambaleó torpemente hacia atrás, en pasos frágiles que ocasionaron pequeñas colisiones menores. Percibió un estímulo de dolor. Jadeó. Perdía el equilibrio y sus manos, ambas, se aferraron a su violín, olvidándose de su propia seguridad en una lluvia de bonitas flores coloridas que terminaron desperdigadas en todas direcciones.


— Lo siento, fue...fue mi culpa — se disculpó con las personas a su alrededor y fijó su frenética mirada avergonzada sobre el joven rubio que se había transformado en la víctima de su torpeza. Apretó el estuche de su violín entre sus brazos, se aferró a él como un niño indefenso — De verdad lo lamento ¿Estás bien?


— Si, yo...— el joven y aturdido rubio se sujetó el antebrazo con una mano y miró nerviosamente al rededor. Era muy alto y en su frenética mente, Akaashi pensó que se trataba de alguien que había visto antes — Si, creo...— el agitó la cabeza, lo escuchó emitir un suspiro suave y largo — Si, pero...tus flores.


— ¿Mis...? — Akaashi siguió la mirada de aquel chico rubio y emitió un jadeó. Las flores, esas que antes formaron un precioso ramo lleno de vida y color, habían pedido su esplendor bajo la constante marcha de los peatones en la acera — Mis flores — murmuró, verlas así no le sentó muy bien, habían sido un obsequio importante. Era una lástima, sin embargo, por algún motivo, no se sintió tan decepcionado como debería, fue un sentimiento extraño y muy confuso — ¿Tú estás bien? ¿Te lastimé?


El rubio negó con la cabeza, estaba muy seguro de que lo había visto antes, era la misma persona de aquella fiesta y también la del hospital. Tenía un aspecto difícil de olvidar, su rostro era agradable y él parecía alguien tranquilo — No, se...eh...— negó rápidamente con la cabeza — No hay problema, todo está bien...usted...tú...fue solo un accidente y está bien.


Akaashi sonrió repentinamente, ahogó una pequeña risa, no quería ofender a esta persona, pero...— ¿Ibas a llamarme señor? — el rubio le sonrió con un toque de vergüenza, tal vez esperaba que no lo hubiera notado. Lo lamentaba, pero fue difícil — Te tomas muy en serio tu papel, creo que lo llaman mal de oficio o...


— Supongo que no tengo muchos amigos, es otra forma de decirlo.


Akaashi percibió una agradable emoción en el pecho.


— Es curioso que lo digas...creo que yo tampoco y si me permites decirlo, es muy deprimente.


— Lo sé.


Sonrieron al otro. Curiosamente Akaashi se sentía mejor, esto lo había ayudado a sacudirse un poco y mantener su mente ocupada en algo diferente ¿Sería muy raro que le dijera que pensó unas cuantas veces que sería agradable verlo o que había pensado que podían ser amigos? Por supuesto, nunca tuvo uno, así que no sabía cómo funcionaba esto. Pero no creía que fuera difícil si no se sentía tan incómodo con normalmente con otras personas.


— Es una sorpresa — murmuró en un suspiro, su cuerpo comenzaba a relajarse, sin embargo comenzaba a darse cuenta de que no era muy bueno iniciando una conversación y de que este no era un buen lugar para una — Tal vez no lo recuerdas, fue hace tiempo, pero...


— Lo recuerdo, en el hospital también y...sí, creo que es una sorpresa — Akaashi apretó el haza de su estuche y el rubio entrelazó los dedos de ambas manos al frente. Ambos en un gesto tímido. Incluso si esto era un poco fuera de lo común o algo extraño, no podía decir que esto fuera incómodo aún y percibía algo similar del rubio. No creía que lo odiara de lo contrario habría dado excusas para marcharse — Fue una presentación muy hermosa.


Akaashi sonrió, era la segunda vez que escuchaba algo como eso este día. La verdad no sabía muy bien cómo debía responder, quería parecer un poco casual y despreocupado. Su expresión siempre lucía impasible, otras personas solían decir que era parte de su arrogancia, que parecía alguien soberbio y mezquino. Solía escucharlo todo el tiempo, que no le gustaba a otras personas. Le asustaba ¿Podía parecer menos frío? ¿Podría parecer más amigable? ¿Cómo podría hacerlo en primer lugar?


Apretó los labios y miró al rubio, no sabía que fuera tan difícil y de ser posible solo quería ser un poco sincero. Solo quería tratar de intentar ser un poco más como él mismo — Soy malo en esto, creo...creo que no sé muy bien cómo hacer amigos.


Obviamente era pésimo en esto, la verdad nunca tuvo muy buenas experiencias, las relaciones sociales podían llegar a ser muy complicadas. Nuca existió alguien a quien fuera realmente cercano y decidió que no lo necesitaba desde que conoció a Sakusa. Siempre fueron los dos y Akaashi sintió que no necesitaba a nadie, que no quería que nadie irrumpiera en su mundo. Esta era la primera vez y no lo estaba haciendo bien.


— Es curioso que lo digas — murmuró él rubio, con una sonrisa algo amarga e irónica. Akaashi quería saber que estaba pensando, pero quizá no era tan diferente a lo que rondaba por su mente inquieta — Creo que yo tampoco y creo también es deprimente.


— ¡Oh! — algo tan pequeño como esto de verdad podía hacerlo sentir emoción ¿Verdad? Era gracioso, era divertido y Akaashi sintió que quería reír un poco — Lo sé — admitió, sus palabras siendo entremezcladas con el murmullo de una risa que el joven rubio frente a él imitó con discreción.


No estaba esperando que algo grande sucediera, Akaashi sabía que tener expectativas demasiado altas era un error. Prefería lo cómodo y seguro a tomar riesgos y no saber que esperar, era lo más fácil, Sakusa tenía razón, era posible que no necesitara algo como esto, que solo estuviera nervioso y estresado por su futuro compromiso. Lo extrañaba cada vez que no estaba ahí, lo hacía sentir vacío.


No quería sentir que solo estaba tratando de llenar su añoranza o que solo estaba siendo caprichoso, pero esta era la primera vez que sentía que de verdad quería hacer algo diferente por sí mismo. Se sentía como si fuera la primera vez que se permitía tomar una decisión propia y pensaba con un poquito de emoción que tal vez ahora sí podría tener el valor de preguntarle su nombre y cambiar algo.


*****


Tsukishima no podía ver nada. Esto era un desastre, era terrible, era molesto, era frustrante, sin embargo no podía hacer nada contra la fuerza de la naturaleza. No podía luchar contra la torrencial y furiosa lluvia que lo golpeaba directamente en la cara como si tratara de burlarse de él y de su estupidez, pero era lo suficientemente obstinado y estaba lo suficientemente molesto como para no querer rendirse aun cuando esas despiadadas gotas heladas se filtraban a través de su ropa hasta la médula, entumeciéndolo.


Tenía que ser el único idiota que se había atrevido a andar por la calle en medio de una tormenta de esa magnitud, sin embargo Tsukishima no veía un salida en simplemente quedarse ahí parado como un tonto. Claramente correr como un idiota tampoco era la respuesta, pero ya había entendido que, en la posición en la que estaba, hiciera lo que hiciera el resultado no cambiaría demasiado.


Gruñó, los dedos de sus pies estaban rígidos y tal vez también entumecidos y cada paso que daba era un movimiento pesado y dificultoso. Tanto que comenzó a pensar que esto se trataba de una lucha contra sus miembros helados. No estaba seguro de cuándo comenzó a tiritar, tampoco lo estaba de porqué seguía caminando si ya sabía que la estación había sido cerrada por la tormenta. Su cerebro ya no debía estar funcionando muy bien en este punto, solo rugían sus ideas con la misma intensidad de la lluvia que no parecía tener fin.


Apretó los párpados y sus pasos se detuvieron torpemente bajo la fachada de un edificio que poco lo protegía del agua. Estuvieron a punto de ceder sus rodillas, todo en él era un desastre, a penas y podía distinguir unas cuantas formas difusas a través del cristal empapado de sus anteojos, pero tampoco lo necesitaba para saber que no había nadie al rededor. Ni peatones o algún auto ocasional, todo había desaparecido bajo la primera oleada de granizo que azotó la ciudad, el gran y pesado espectacular que el viento había arrancado como si se tratara de un juguete también debió haber influido.


Suspiró, sin embargo Tsukishima no fue capaz percibir más sonido que el constante zumbido de la tormenta que se negaba a morir ¿Cuánto tiempo le tomaría llegar a un hotel desde su posición? Tal vez primero necesitaría saber dónde se encontraba y emitió un lamento ahogado y tembloroso ¿Sería muy tonto de su parte esperar que no enfermara después de esto? Todavía podía soñar, pero era demasiado realista como para que el dulce engaño del optimismo funcionara con él.


Se quitó los anteojos, nada fue diferente para él. Ya sabía que no había un solo local en el que pudiera refugiarse o nada o nadie a quien pudiera pedir ayuda a estas alturas. Tal vez lo más sensato y maduro aquí sería solo quedarse ahí para hundirse en su propia miseria, parecía un plan más atractivo de lo que imaginaba, pero una difusa y enorme silueta apareció repentinamente en la lejanía de su campo de visión.


Tsukishima entrecerró los ojos, eso era un auto ¿Verdad? A menos que ahora tuviera que enfrentarse a alguna clase de invasión desconocida, ese debía ser el caso. Era un día adorable para dar un paseo ¿Verdad? Incluso se movía lentamente sobre una calle que comenzaba a parecer un riachuelo, no quería imaginar qué clase de idiota había decidido salir con una tormenta cómo esta, sin embargo, como si estuviera tratando de responder a una curiosidad que realmente no sentía, el vehículo se detuvo y la puerta del copiloto se abrió.


El primer impulso de Tsukishima fue mirar hacia los lados a pesar de que era completamente consciente de que no había nadie al rededor. Frunció el ceño a lo que parecía ser una mano llamándolo y retrocedió a lo que pensó que podría ser un grito ahogado. Quiso sentir desconfianza, pero fue extraño y un pequeña parte de él se atrevió a avanzar un paso. No estaba tan desesperado como para subir al auto de un extraño ¿Verdad? No era un niño, no podía caer tan fácilmente en cosas como esta, pero sus piernas volvieron a avanzar haciendo una burla de sus cavilaciones.


Quizá el problema aquí era que no sentía una sola pizca de desconfianza en esta sospechosa situación. Pero eso ya era extraño y sus pasos fueron lo suficientemente lentos como para que tuviera tiempo de dudar, ya ni siquiera estaba pensando en la fría lluvia que lo golpeaba constantemente. Solo quería sentir que era tan sensato como creía, pero había llegado hasta ahí exitosamente y de pronto las ideas que revoloteaban y zumbaban en su cabeza se suspendieron.


— ¿Señor? — volvió a entrecerrar los ojos y apretó los anteojos que aún sostenía en una mano ¿Era enserio? ¿Qué probabilidad podría haber en el mundo para tal casualidad? — ¿Cómo...?


— ¿Podrías subir primero y preguntar después? Estás hecho un desastre — lo interrumpió rápidamente el moreno ¿Debería? Tsukishima estaba empapado, iba a arruinar el asiento de ese fino auto. No creía que fuera buena idea, sin embargo Kuroo volvió a llamarlo — Enserio, si tengo que ordenártelo voy a hacerlo aunque estés en tu día libre, entra...vas a enfermar — insistió.


Kuroo volvió a agitar la mano. Tsukishima no quiso ser más desagradecido a pesar de que su renuencia estuvo ahí y se subió al vehículo. Fue mucho más consciente de que estaba tiritando después de liberarse del constante golpeteo de la lluvia...así como también lo fue del calor que repentinamente lo envolvió, tomándolo por sorpresa.


— Señor...— apretó el borde y tiró suavemente de la tibia prenda que cayó sobre sus hombros y encerraba el calor de su amo — No creo que esto sea necesario, pero...— lo miró con timidez, él ya debería saber que no iba a rechazarlo, no podía ser terco en una situación como esta y por supuesto con quién era su amo. Pero todavía no sabía cómo reaccionar — Gracias, señor, es muy amable.


— Es tu día libre ¿No? Está bien si no eres tan cordial conmigo — el auto comenzó a avanzar lentamente, una tranquila voltereta de rueda tras otra. La lluvia golpeaba incansablemente y con todo lo que tenía el parabrisas y el viento soplaba con furia en una amenaza silenciosa — Es un día adorable ¿No lo crees?


Tsukishima sonrió con amargura, había pensado exactamente lo mismo — Es perfecto para dar un paseo.


Kuroo sonrió y Tsukishima se encogió suavemente con una pequeña sonrisa temblorosa. Su piel era tan pálida que casi parecía un fantasma y sus labios habían adoptado un tenue color azul. No tenía buen aspecto ¿Cuánto tiempo había pasado bajo la lluvia? Claramente estaba hecho un desastre, tiritaba y le preocupaba que tuviera fiebre más tarde. Subió un poco la calefacción.


— Deberíamos estar llegando en unos minutos, ya llamé al hotel y reservé una habitación...deberías darte una ducha tibia cuando lleguemos y...


— ¿Un...un hotel? — Tsukishima lo miró con alarma en esos cansados ojos dorados, el agua aún corría lentamente de entre su húmedo cabello por su cuello y rostro. Trataba de no mirar, pero era imposible no notar como esas rosadas aureolas y esos erectos pezones se marcaban a través de su ya traslúcida camiseta mojada. En serio quería decirle que andar por ahí en ese estado era un peligro, pero no quería incomodarlo.


— No creo que sea buena idea volver con esta tormenta, es peligroso...deberíamos esperar primero una par de horas, hasta que sea más aseguro — le dijo al mismo tiempo que buscaba entre sus bolsillos un pañuelo que fue entregado rápidamente al rubio, no era mucho, pero era mejor que nada — Tal vez sea un poco incómodo para ti, pero necesitas secarte antes de que sea peor...soy alguien confiable aunque no lo parezca ¿Si?


— No, no trata de...— Tsukishima apretó el pañuelo entre sus manos. No era incómodo, pero estar solo en una habitación de hotel con Kuroo se sentía como algo demasiado íntimo y fuera de lugar para alguien como él. No podía evitar sentirse agitado y tal vez también nervioso — No, señor, confío en...confío en ti.


Kuroo sonrió suavemente y con alivio, y Tsukishima devolvió aquel gesto con una emoción extraña en el pecho. Ese sentimiento todavía no había cambiado, esa extraña tranquilidad, antes había pensado que podría haberse tratado de la emoción del momento, el moreno lo había ayudado después de todo, pero parecía que todavía estaba ahí y con ese descubrimiento, el rubio comenzó a preguntarse desde cuándo comenzó a sentirse así y ¿Por qué con un Alfa como Kuroo?


Tomó unos cuántos minutos de una agradable charla trivial llegar al hotel. Parecía que Kuroo se reunió con alguien en un restaurante cercano al área poco antes de que la tormenta comenzara. Dijo que no tenía pensado abandonar el local, pero que lo había hecho en algún punto tratando de encontrar un respiro de una larga y tediosa charla de negocios que ya había terminado. Había sido una casualidad muy curiosa y una suerte que hubieran podido encontrarse, el rubio supuso que haberse perdido gracias a su pobre visión y sentido de la orientación había contribuido a este encuentro afortunado.


Sin embargo seguía resultando peculiar, en su opinión no debería haber sucedido, pero ya estaban en esa elegante y amplía habitación de hotel.


— Una empleada llevó tu ropa a la lavandería, debería estar lista en menos de una hora — Tsukishima abandonó el cuarto de baño, una toalla colgaba despreocupadamente sobre sus hombros mientras que su cuerpo era abrazado por una mullida y larga bata de baño — Pedí un poco de café y chocolate caliente, creo que dijiste una vez que te gustaban los dulces.


— ¡Oh! No tenía que...— Tsukishima avanzó un paso al mismo tiempo que un trueno estremecedor agitaba la tierra. Jadeó y sus ojos se transportaron rápidamente al amplio ventanal de la habitación, los relámpagos rasgaban a un cielo ya completamente oscureciendo, azul, plata y amarillo descomponiéndose lentamente entre las nubes hasta traer de vuelta a una profunda oscuridad que sumergía al mundo en la nada.


Se frotó los antebrazos. Era como aquella vez, golpes desapiadados, incesantes y crueles, gotas tan negras y espesas impactándose y derramándose como la brea, pintando su mundo de un profundo y podrido oscuro, hundiéndolo hacía un abismo sin fondo, a ese frío abismo. Tan amargo como las emociones que se enterraban en su pecho, como el recuerdo del dolor que su piel no podía olvidar.


Y volvió un eco solitario vibraba en lo más profundo de su mente ausente en esos viejos recuerdos, otra vez, como si lo golpeara.


— ¿Tsukishima? — sus ojos volvieron al dueño de aquella voz, al roce ínfimo y delicado de una mano sobre su rostro, tan rápido como su corazón dio un vuelco, sin embargo nada sucedió, ni la reacción violenta que esperaba o el usual colapso de sus emociones ya inestables. No. Nada sucedió y Tsukishima se permitió sujetar suavemente la muñeca del moreno, cerró los ojos y sus pensamientos, el ruido en su cabeza y la tormenta, quedaron suspendidos una vez ese calor gentil le atravesó la piel — ¿No te sientes bien?


Apretó la muñeca del moreno. Quería acercarse un poco más, solo un poco, tenía ganas de apoyar la cabeza contra su hombro y avanzó un paso inconsciente en su dirección. El cuerpo de Kuroo irradiaba calor, quemaba ¿Por qué el aroma de su perfume era tan agradable? Esta persona lo hacía sentir inquieto todo el tiempo, su presencia era como si lo sofocara, era ese tipo de alfa aterrador, pero irónicamente no sentía miedo cuándo estaba con él.


— No me gustan mucho las tormentas — se apartó y apoyó la mano que sostenía la del moreno contra su pecho. Estaba agitado, no podía negarlo, tuvo pensamientos extraños hace un momento y había hecho algo que estaba muy fuera de lugar ¿Por qué era tan insensato? — Siempre suceden cosas como...como...— calló y repentinamente tanto Tsukishima como Kuroo voltearon hacia la bombilla que había dejado de brillar, invitándolos a una tenue penumbra. Lo sabía, se refería a esto — Cosas como esta.


Kuroo sonrió con amargura — ¿También te da miedo la oscuridad?


— No, señor, no voy a volverme loco...no tiene preocuparse por eso.


Kuroo suspiró sin mucha energía, era un alivio, sin embargo tampoco lo era del todo — ¿Me pregunto qué tengo que hacer para que dejes de ser tan formal conmigo todo el tiempo?


— Tal vez un aumento salarial podría funcionar ¿No lo ha pensado?


— Mi sirviente favorito es muy listo ¿Verdad? — murmuró Kuroo en un suspiró, una sonrisa agradable y tranquila bailaba en sus labios — Digamos que podría considerarlo.


Le dio la espalda. La oscuridad era espesa dentro de la habitación, la rompían los ocasionales relámpagos que surcaban el cielo intensamente oscurecido. Volteó fugazmente en dirección a Tsukishima, había vuelto a aferrar las manos a los antebrazos y miraba hacia la ventana, su alta y esbelta figura siendo recortada por aquella azulada luz cual criatura etérea y frágil.


— ¿Crees que termine pronto? Ya es de noche...


— No lo sé, parece que levantaron una alerta por la tormenta...lo vi hace un momento en televisión — avanzó hacia el armario. No era ese tipo de hotel, pero en su experiencia, debía haber un par en algún lado solo para decoración, ambientación o simplemente cortesía — Todo debería estar en orden en algunas horas más, pero creo que lo mejor sería salir mañana temprano...no tienes que preocuparte por tu trabajo ¿De acuerdo? — revisó a tientas y con dificultad las mesitas de noche a cada lado de la cama, su falta de resultados lo llevó al pequeño ropero y finalmente a un mueble con algunas fotografías como decoración. Sonrió, había cuatro de ellas en finos vasos de cristal de distintos tamaños, tomó la más grande para ir con el rubio y entregársela — Esto debería servir por un rato — tomó un encendedor de la chaqueta que descansaba sobre la cama y la encendió, la vacilante luz revoloteó sobre el sereno rostro de Tsukishima, encendiendo intensamente el dorado de unos ojos que lo miraban con timidez.


— No tenía que hacerlo, no es tan malo, puedo soportarlo.


— No tienes que hacerlo — Tsukishima apretó la cálida vela entre sus manos, esto no estaba bien, no era así como debía ser. Se sentía muy fuera de lugar y extraño, y aun así no parecía un sentimiento tan malo, no podía hacerlo si hacia latir a su corazón de un modo tan gentil — ¿Quieres sentarte un rato? Tengo que hacer unas llamadas...— se pasó los dedos entre el cabello — También deberías informar a tu hermano sobre esto, debe estar preocupado por ti — Kuroo tomó su móvil — Tu teléfono está sobre la cama, afortunadamente el agua no lo arruinó.


— Claro — Tsukishima asintió suavemente, era afortunado, de verdad era un alivio...lo era que Kuroo estuviera aquí — ¿Hay algo que necesite que haga por usted?


— Toma un poco de chocolate caliente y descansa, pareces exhausto — respondió el moreno, sus ojos centraron su atención en la pantalla de su móvil y se alejó lentamente sin ser consciente de la sonrisa en el rostro de Tsukishima.


Sabía que él diría algo como eso, que notaria lo cansado que estaba. Kuroo era alguien, francamente, muy extraño. No actuaba como debería, Tsukishima no estaba acostumbrado a que sus amos tuvieran tanta consideración con él. No ese tipo de consideración tan honesta y desinteresada, pero ya no estaba quejándose por algo como eso, no lo odiaba. Se divertía cada vez que hablaban, sin embargo tampoco estaba seguro. Algo estaba sucediendo que no podía entender, algo que no podía estar bien, pero que aun así se sentía bien.


Suspiró. La delicada llama de la vela se agitó bajó el susurro de su aliento. La abandonó sobre el suelo, tomó un poco de chocolate caliente y recuperó su móvil antes de sentarse junto a la única fuente de luz que lo acompañaba. Kuroo tal vez querría usar la cama para descansar. Descubrió una lista interminable de llamadas de su hermano una vez el aparato fue encendido. Escribió unos cuantos mensajes haciéndole saber brevemente que era lo que había sucedido hasta ahora y explicándole su situación, Akiteru respondió de inmediato, como si hubiera estado aferrándose al teléfono en todo este tiempo.


Era siempre tan molesto y sobreprotector que no podría odiarlo jamás.


Un relámpago retumbó y todo se iluminó en un espectáculo de luces fugaces en el cielo nocturno, recortando cada edificio y estructura con su luz. Apretó los labios, se cubrió el pecho con la bata y se abrazó a sus piernas sintiéndose nuevamente frágil e indefenso. Era tan similar a aquella noche, exactamente la misma oscuridad que le estremecía la piel, la misma sensación de sofoco, la misma desesperación asechando en cada sobra, en cada lamento oculto en todo murmullo y rugido de tormento. Lo mismo. Lo mismo. Lo mismo, pero ¿Por qué era diferente? Tenía miedo, odiaba la oscuridad, se encogía lentamente bajo esa tormenta, lo atravesaban los recuerdos de esa pesadilla y aun así los latidos de su corazón eran un suave murmullo.


No tenía que soportarlo como antes.


Este día era diferente de lo usual. Si lo pensaba bien, algunas cosas habían cambiado solo un poco desde que había abandonado la protección de su hogar y estaba descubriendo poco a poco que no era tan malo, que podía tener su vida devuelta, que tal vez podría ser capaz de sonreír.


— ¡Oh! — su teléfono estaba vibrando otra vez ¿Akiteru? Lo tomó, no se trataba de él y contrajo los dedos de los pies al mismo tiempo que su pecho era atravesado por una burbujeante y curiosa emoción. Dijo que se llamaba Akaashi ¿Verdad? — Soy un tonto — ¿Por qué se sentía como un niño con su primer amigo? El moreno lo había tomado por sorpresa y Tsukishima solo pensó que podrían llevarse bien y que parecía alguien agradable, que la soledad en sus ojos era un poco similar a la suya...y que no era una mala idea.


Esa también fue la primera vez que pensaba en algo como eso.


— No viniste al teatro con tu hermano ¿Verdad? — Tsukishima jadeó y estuvo a punto de dejar caer el teléfono móvil en el último segundo ¿Cuándo Kuroo había vuelto a la habitación? — ¿Viniste con un amigo o...?


— Vine solo, mi hermano tenía cosas que hacer y...— la verdad Tsukishima no tenía muchos amigos, no los tenía en realidad, podía decir que se llevaba bien con Hinata, pero su relación era diferente y difícil aunque el más bajo no lo supiera — No pude preguntarle a nadie más.


— ¿Disfrutaste de la orquesta?


— Si, por supuesto — Kuroo se sentó  a su lado en el suelo, Tsukishima le ofreció la taza de café que había preparado previamente para su retorno — Ha pasado mucho tiempo desde que presencié algo como eso...creo que sentí un poco de nostalgia, yo...— sonrió como un niño. Estaba realmente cautivado, fue tan hermoso, tan etéreo y perfecto que devolvió recuerdos que creía haber dejado atrás, dulces instantes de su vida que habían desaparecido tras esa terrible pesadilla y que creyó haber perdido para siempre — De verdad le...— negó con la cabeza — Te agradezco por esto, Kuroo.


— No, está...está bien — apretó la taza de café, este chico podía sonreír de verdad ¿No? Todo el tiempo parecía un frío tempano de hielo, pero parecía un niño pequeño cuando sonreía de esa manera y cuando decía su nombre, el sonido de su voz era igual que la lluvia — No sabía que te gustara la música.


El rubio golpeó distraídamente el dedo índice sobre la pantalla de su móvil. ¿No le gustaba a todo el mundo? Pero tal vez Tsukishima tenía un motivo que podía llamar profundo — A mi madre le gusta, íbamos juntos todo el tiempo cuando era niño...me enseñó a tocar el piano, recuerdo que hizo todo un escándalo la primera vez que pude tocar una pieza completa; ella y mi hermano organizaron un pequeña fiesta en el jardín...sé que estaban exagerando, pero...creo que estaba un poco emocionado — suspiró, tenía gana de bostezar ¿Cuándo había desaparecido la tensión? Sentía el cuerpo un poco pesado, pero estaba bien.


Era la primera vez que hablaba sobre esto y que se permitía recordarlo en mucho tiempo.


— Suena a qué alguien era un niño mimado — lo molestó el moreno, desgraciadamente el rubio no se sintió capaz de refutar sus palabras...no cuando sabía que podría ser un poco verdad.


— Mi padre es un poco más difícil, era muy estricto con nosotros cuando éramos niños, nosotros fuimos...— se detuvo ¿Qué estaba diciendo? ¿Qué le había dado la soltura para hablar tan despreocupadamente de algo tan personal? Su letargo tal vez. A Kuroo ni siquiera debía interesarle algo tan tonto, sin embargo lo miraba tan atentamente que solo podía pensar que estaba siguiendo cada palabra que salía de su boca. Fue otro sentimiento extraño para Tsukishima, uno que lo hizo sentir tímido y animado al mismo tiempo — Nosotros fuimos educados personalmente por él y era tan duro con mi hermano y conmigo como siempre lo ha sido consigo mismo, está orgulloso de ser lo que es y ha trabajado muy duro para mantener el honor de la escuela de mi abuelo...lo ha hecho todo este tiempo y espera que nosotros...que nosotros también...— susurró, su voz apagándose lentamente.


Él había trabajado muy duro, pero estuvo a punto de arruinarlo todo. Habría sido terrible si ese rumor se hubiera propagado, sin embargo tal vez lo había decepcionado. Su padre había estado de acuerdo en que aquello no había sido su culpa, pero su mirada había cambiado después de eso y no había vuelto a ser la misma hasta ahora.


Esta era una nueva oportunidad para él, era su nuevo comienzo y quería hacerlo bien por él.


— ¿Pasa algo? De pronto te quedaste callado ¿Tu padre es un tema complicado?


— No, no es nada...estoy un poco de cansado — Tsukishima cerró los ojos y apoyó la espalda contra la cama. Le dolía un poco la cabeza. Se encogió entre la cálida bata, comenzaba a sentirse un poco más adormecido, fue un día muy largo y la verdad no sé sentía muy bien, pero ¿Que era ese aroma que le cosquilleaba la nariz? ¿La vela? Se sentía bien, era relajante — Mi padre nunca ha sido una persona muy abierta, es importante para mí, es...es guíen a quien amo y estoy orgulloso de él, pero...han pasado algunas cosas y...yo...— y era difícil para él, era doloroso y duro.


Kuroo se inclinó hacia el rubio ¿Qué clase de cosas? ¿Por qué ya no estaba diciéndole nada? Le picó la nariz y luego la mejilla para deslizar después el dorso de sus dedos en un impulsivo movimiento inconsciente. Estaba dormido ¿Verdad? Que adorable, pero también fue frustrante y emitió un suspiro de inconformidad, sin embargo también lo miró con preocupación ¿No era su temperatura un poco más alta de lo que debería?


— ¿Fiebre? — le apoyó la mano contra la frente, era solo un poco, tal vez nada para alarmarse demasiado, sin embargo lo mejor sería que Tsukishima descansara más cómodamente en la cama — Discúlpame por mi atrevimiento ¿Si? — tendría que tomarlo en brazos para llevarlo, sabía que no era apropiado estando él desnudo bajo la bata, pero no podía dejarlo ahí. Tomaría un momento nada más, sin embargo no pudo moverse — ¡Oh!


Tsukishima estaba sujetándolo, sus dedos se aferraban en un agarre frágil al borde de su camisa.


— Atrevido — murmuró Kuroo en un fingido jadeo de alarma que obtuvo como respuesta un gruñido de Tsukishima. Él arrugó el entrecejo, se agitó suave y lentamente hasta que encontró una posición cómoda sobre el hombro del moreno...entonces suspiró y volvió agitarse como un gatito en busca de calor — Hey...— lo llamó sin ninguna intención de despertarlo — ¿No vas a golpearme esta vez? ¿Estoy a salvo? — le picó nuevamente la nariz y el rubio la arrugó — Supongo que hoy está bien.


Era más adorable de lo que parecía, pero ¿Cómo debería decir esto?  Era demasiado consciente de su presencia, tal vez porque la situación era inusual, nunca estuvieron tan cerca del otro y nunca lo vio tan atentamente como ahora, tan indefenso. La única bata que vestía como prenda comenzaba a deslizarse sobre su hombro, era una visión agradable de ese blanco pecho. Kuroo la devolvió a su sitio por supuesto, no estaba tratando de hacer nada inapropiado.


Pero ese tipo de pequeños roces sucedían en situaciones como esta ¿No? Entonces descubrió que esa cremosa piel  era tan suave que parecía que podría derretirse entre sus dedos como seda liquida y que emitía un aroma peculiar. Kuroo se inclinó solo un poco. Justo en la zona entre el cuello y el hombro ¿Qué era? ¿Jabón? ¿Shampoo? Tal vez un poco de loción, pensó que podría haberlo percibido antes.


Cómo las flores del jardín, pero diferente ¿Cereza? Era más bien como las fresas, Kuroo no era exactamente un fanático de los dulces y algo como eso podría ser empalagoso para él, sin embargo resultó agradable y hasta cierto punto un estimulante de sus papilas gustativas...y casi parecía que podría ser capaz de saborearlo.


Apretó la mano que se mantenía apoyada sobre el suelo y pasó un cumulo se saliva por su garganta reseca. Solo tendría que tirar de esa cinta y sería todo, solo esa frágil cinta, pero Kuroo no haría algo como eso. Jamás. No estaba pensándolo, ni siquiera se atrevería a considerarlo. No era ese tipo de persona y no veía a Tsukishima de esa manera, sin embargo era cierto que podía ser demasiado consciente de su presencia algunas veces.


Solo algunas veces y era solo por curiosidad, solo eso, Kuroo no quería creer que ese interés estaba dirigiéndose en un sentido que tal vez podría ser menos inocente y puro del que debería...porque ya tenía a alguien y esto no podía ser posible.


Porque era imposible.

Notas finales:

>3< Gracias por leer >3<


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