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Viejo Amor - CHERIK AU. por AlatheaMorwellan

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- Entonces lo llamaste por su nombre? Oh por dios, viejo! Casi la cagas! - Peter repuso riendo, mientras se acomodaba el cabello en un vano intento por peinarlo.

- Por suerte el día anterior habíamos estado jugando a adivinar nombres, y Charles es uno bastante común... pero sí. Casi lo arruino. Y tú... - Erik lo señaló acusadoramente. - Modera ese lenguaje horrible que tienes. Tu padre y yo no te educamos para que hables de esa forma! -

Peter puso los ojos en blanco.

- Pa, sólo dije que la cagaste. Porque realmente la cagaste. No es tan grave. Ahora vayamos a lo importante, tú que nombre le diste? Imagino que no le habrás dado tu nombre real... -

- No, hijo. Le dije que me llamaba Max. Como originalmente pensaba ponerme mi madre, algo que nunca le conté a Charles. - Erik repuso pensativo mientras daba un sorbo a su oscuro café. Peter por su parte caminó hacia la heladera y comenzó a prepararse un sandwich. Ese niño tenía un apetito interminable.

- Bien. Entonces aún no hay peligro de que te descubra. Yo por mi parte lo hice poner celoso. Compré un perfume y le dije que una paciente sexy te lo había regalado. Por supuesto lo cargué a tu tarjeta. Y... de nada! - Dijo finalmente Peter antes de darle un gran mordisco a su emparedado.

Erik soltó una carcajada.

- Eres terrible, hijo. Comienzo a sentir pena por tu futura pareja. -

Peter se atragantó.

*    *    *

- Papi... - Lorna sacó la nariz de su cuaderno y lo miró fijamente. Su hija tenía esa expresión que sólo hacía cuando algo le preocupaba, abultando su labios y fruciendo su entrecejo. Muy parecida a Erik.

- Qué sucede mi amor? -

- Bueno... yo quería saber... ¿por qué tú y papá se separaron? -

Una patada en el estómago le hubiese dolido menos. Nadie preparaba a los padres para esas preguntas, y mucho menos para no lastimar a los niños en el proceso. 

No estaba seguro de qué le diría puesto que el tampoco estaba seguro, luego de tantos años, por qué se habían separado. 

No. Por supuesto que lo sabía. Él ya no amaba a Erik. 

Y que su hija estuviera haciendo esa mortificante pregunta en el que sería su aniversario de casados, no le afectaba para nada.

- Verás, cariño... cuando eres joven el amor te deslumbra. Crees que es maravilloso, y realmente lo es. Pero para mantener un matrimonio hace falta más cosas aparte de amor. Necesitas confianza, compañerismo, apoyo, diálogo... y algunas de esas cosas fallaron entre tu padre y yo. Discutíamos mucho, y tú y Peter eran demasiado pequeños para tener que vivir en un ambiente tan hostil... así que tomamos la decisión de terminar antes de que nuestra vida se volviera un caos. Pero aunque no estemos juntos nos respetamos, y ambos sabemos que podemos contar con el otro en lo que respecta a ustedes. A veces podemos reñir por pequeñeces, pero yo aprecio a Erik, por todo lo que compartimos y por ser el mejor padre que pude elegir para ustedes. No me arrepiento de nada. Entiendes? - Charles intentó ignorar el nudo que atenazaba su garganta y se centró en su pequeña. Sus ojos brillaban, pero asintió silenciosamente como si hubiese entendido la idea.

Charles se sentó junto a ella y la rodeó en un cálido abrazo.

- Lamento que no seamos una familia tradicional, pero no dudes ni por un segundo que te amamos. A ti, y a tu hermano. - Susurró contra su cabello, mientras acariciaba su espalda. No tenía que ver para saber que su hija estaba llorando, así que tragó sus propias lagrimas y continuó reconfortándola con palabras suaves, hasta que finalmente logró calmarla.

Su propia calma jamás vino por él.

Magneto: Hey, Charles. Necesito tu opinión. Si tuvieras que decirle a tu jefe que es un idiota, de qué forma se lo dirías?

Charles leyó el mensaje, pero esta vez ni siquiera pudo sonreír. Acababa de llevar a Lorna a dormir a lo de su amiga, y aunque su hija había vuelto a sonreír como siempre lo hacía, él se sentía miserable. 

Tomó asiento en su cómodo sofá, y leyó el siguiente mensaje que tintineaba en su bandeja de entrada.

Mi bebé: Viejo, no vuelvo a casa. Me quedo en lo de tía Raven con Kurt. Me invitaron a cenar. Mañana vuelvo!

Charles dejó escapar un suspiro, y apoyó su cabeza contra el cómodo respaldo.

¿En qué momento sus hijos habían crecido tanto? 

Tomó el álbum de fotos que descansaba en el estante de abajo de su mesa ratona, e hizo lo que nadie debía hacer en su estado. Mirar fotos del pasado.

Se detuvo en la primer foto. El día que él y Erik se conocieron. Una reunión en la playa, organizada por un amigo en común entre ambos, y un día que Charles jamás olvidaría. Erik se veía tan apuesto en sus jeans rotos y su cabello despeinado al viento. Y aunque todos se burlaron de su atuendo anti-playa, él pensó que parecía una preciosa visión salida de la mejor de sus fantasías.

Terminó de completar esa idea cuando tras horas de charla descubrieron que tenían demasiado en común como para perder el contacto.

Y no importaba cuanto intentara negarlo, inclusive veinte años después, Erik seguía apareciendo como el rostro de todas sus fantasías amorosas. Quizás porque no había conocido a nadie más que cumpliera sus expectativas. O al menos eso quería creer.

Continuó viajando por el tiempo, y se detuvo en la siguiente foto. Sus ojos se llenaron de lágrimas, y dio un largo trago al vaso de whisky que se había servido antes de sentarse. El ardor del alcohol despejó un poco la angustia que atenazaba su garganta.

Aún podía recordar el día en qué habían intercambiado los votos matrimoniales. Se habían jurado amor eterno, y su Charles del pasado se sentiría desahuciado ahora mismo si se enterase que perdió la mirada cargada de amor y devoción con que Erik lo miraba en esa época.

Éste Charles podía vivir sin eso. Al menos podía todos los días desde su divorcio.

Pero hoy no era ese fuerte Charles que había seguido adelante. Hoy estaba sufriendo y no podía impedirlo.

Volvió a dar otro trago al líquido ámbar, y se abrazó al álbum como si pudiera meterse en él y revivir cada momento de felicidad otra vez. 

Su vientre abultado en la espera de Peter, Erik sonriendo tras él; Peter dando sus primeros pasos de la mano de cada uno; Su primer navidad en familia; Lorna pequeña y frágil en los fuertes brazos de Erik; Peter admirando por primera vez a su hermana...

Sus hijos ya no eran pequeños, su gran amor ya no era su esposo, y lo único que tenía ahora era una abrumadora sensación de soledad calándole los huesos, y una botella de whisky como su compañera para una desastrosa noche.

Por hoy no fingiría ser el perfecto Charles, simplemente no podía.

Mañana sería otro día.

*    *    *

- Entonces... cuál es tu plan? - Kurt preguntó confundido.

Peter sonrió traviesamente mientras sacaba una papa del paquete que tenía apoyado sobre su estómago. Estaba estirado sobre la cama de su primo, mientras éste lo observaba desde el sillón de su escritorio.

- Bueno... conquistaré a Logan. Es decir, mírame! ¿Quién no querría ser follado por alguien como yo? - Comentó con altanería, y la creciente risa de su primo lo hizo fruncir el ceño. - ¿Qué es lo gracioso, querido primo? -

- Es que... lo siento. Tú... no te lo tomes a mal pero... - Kurt respiró profundo, dejando su risa de lado. - Tú realmente crees que Logan parece de esos tipos que se dejan follar por alguien? Si realmente estás interesado en él, deberías considerar que tal vez tú... - Las mejillas del chico se volvieron rojas y Peter lo fulminó. 

- Ese es un tonto estereotipo. Yo seré el de arriba en esta relación! - Peter repuso enojado y su primo lo miró con una sonrisa lastimosa en su rostro.

- De la única forma en que estarás arriba será si tu... bueno. No importa. Primero tienes que lograr que siquiera te mire. Has progresado con eso? -

- Bueno, hoy me hizo firmar la planilla del mes y me miró por más de dos segundos. - Peter exclamó triunfal y Kurt negó con la cabeza.

- Sabes qué necesitas más que dos segundos para que se enamore de ti, verdad? -

- Si está destinado a ser, dos segundos son más que suficientes para que la magia ocurra, Kurt. Veremos que sucede. - Peter repuso perdido en sus pensamientos mientras se llevaba otra papa distraídamente a su boca.

Kurt sonrió. Por primera vez Peter parecía verdaderamente interesado en algo.

*   *   *

Erik miró su celular por quinta vez en lo que iba de la noche. Y decir quinta era poco realmente. ¿Por qué demonios Charles no le había contestado? Ya eran casi rutina sus conversaciones por celular, pero esta vez no había ni rastro de él. 

¿Lo habría descubierto? No. Si lo hubiera hecho ya se hubiese enterado. Charles no se guardaría algo así para él.

Quizás no tenía ganas de hablar con Magneto. Y sin embargo él se moría por hablar con Charles. Especialmente ese día. Si no podían estar juntos como ellos, pensó que al menos su alterego podría disfrutar de la charla casual con su ex-esposo para mitigar un poco de dolor.

El timbre sonó sacándolo de su amargura y preocupación, y cuando abrió se quedó perplejo.

Charles. Su Charles tenía los ojos inflamados, sus labios enrojecidos y las mejillas ruborizadas. Su corazón se revolvió incómodamente en su pecho.

- ¿Charles...? ¿Estás bien? -

La risa amarga de Charles lo hizo estremecer.

- Todo esto es tu culpa, sabes...? - El menor escupió con furia, apuntándolo con un dedo tembloroso. 

- Charles, estás borracho... ven aquí. - Erik lo obligó a entrar con delicadeza y una vez dentro, él se soltó de su agarre. Jamás había visto a su esposo en ese estado.

- Si tú no hubieses sido tan idiota, si tú hubieses sido distinto... seríamos felices como antes. - Charles chilló con otra ronda de lágrimas en sus ojos, y Erik se sintió dolido.

En la sumatoria de todo lo que había salido mal entre ellos, él sabía que había tenido mucha responsabilidad, pero Charles no estaba exento de errores tampoco.

- No puedes decirme que esto sólo fue mi culpa. Estábamos juntos en esto, Charles. Y te amaba, maldita sea! Jamás quise que esto terminara así! - Erik expulsó con dolor, un dolor que había guardado dentro suyo por años y Charles cerró los ojos, como si sus palabras le hubiesen dolido también. Se apoyó contra la pared, cansado, y se veía tan débil que Erik sólo quería rodearlo entre sus brazos y no dejarlo ir nunca.

Cuando abrió los ojos, parecía remotamente más unido a su lado racional, y lo miró apenado.

- Yo... tengo que irme. - 

Pero Erik no lo dejaría ir tan fácilmente.

- No. Dime de una vez todo lo que sientes, Charles. Aprovecha y dame tu mejor golpe. Pero no te lo guardes, ya no por favor. - Erik suplicó tomándolo del brazo.

- No tengo nada que decirte. Sólo estoy borracho. Quiero volver a casa, y fingir que nunca te conocí, Erik. - 

Esas palabras fueron un disparo al corazón, y antes de que pudiera detener a su lengua, las palabras ya estaban en el aire:

- Vete, Charles. Siempre has sido un cobarde. Algunas cosas jamás cambian. -

Erik no tuvo tiempo de reaccionar a la fuerte bofetada que Charles le propinó. 

Lo siguiente que supo fue que los labios de Charles estaban besándolo con furia, y sus manos rodeando su cuello con más fuerza de la necesaria.

 Los brazos de Erik se cerraron posesivamente sobre la cintura del menor, y sus labios se volvieron el blanco perfecto, recibiendo todo lo que Charles quisiese dar.

*   *   *


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