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Viejo Amor - CHERIK AU. por AlatheaMorwellan

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- Erik... - Charles susurró contra sus labios. - ¿Tú... tú realmente me amaste alguna vez? -  Tanto la mirada como la voz de Charles trasmitían dolor y Erik hubiese deseado poder decirle que inclusive ahora lo amaba, que nunca había dejado de hacerlo. Pero no estaba seguro si su confesión sería bien recibida.

- Hubiese sido imposible estar a tu lado y no amarte, cariño. - Erik murmuró en cambio, contra el oído de su ex-esposo, y comenzó a depositar dulces besos sobre la línea de su mandíbula. Hacía tanto tiempo que no lo tenía entre sus brazos, que la sola idea de soltarlo le resultaba dolorosa. Pero estaba listo para cuando Charles quisiera empujarlo. 

Sin embargo, y en contra de todo pronóstico, Charles ladeó su cabeza para darle más acceso a Erik y sus besos. El mayor no dudó, y enterró su nariz en el cuello de su amor, inhalando despacio esa fragancia que tanto había extrañado, y a continuación comenzó a besar la tersa piel de su garganta, logrando que Charles soltase pequeños suspiros que lo animaban a continuar.

- Quédate conmigo esta noche, Charles... - Erik murmuró contra su cuello, mientras comenzaba a desabotonar los primeros botones de la camisa de su ex-esposo. Necesitaba sentir más de su piel, más de su aroma, más de su presencia. Necesitaba todo de Charles.

- No quiero volver a casa, ayúdame a olvidar... - Charles susurró lastimosamente. Erik se perdió por un momento en la visión de sus ojos cristalinos y limpió las lágrimas que asomaban en ellos.

- Te ayudaré a recordar. - Y sin soportar más, volvió a zambullirse en los rojos labios de Charles.

-  No me imagino mi vida no amándote, Erik. Me haces tan feliz... - Charles confesó soñador, mientras se apoyaba en el hombro de su recién esposo. Erik lo atrajo hacia si, mientras admiraban sentados en la arena el mar ondulando frente a ellos.

- Pues no lo imagines porque nunca tendrás que hacerlo. Siempre me amarás, siempre te amaré. Siempre estaremos juntos. ¿Promesa? - Erik estiró su meñique hacia su esposo, y Charles enganchó el suyo con el del mayor. 

- Lo prometo, mi amor. - Le dedicó una amplia sonrisa y Erik se arrojó a sus labios, besándolo con tanta fuerza que lo empujó sobre la tibia arena.

Charles cayó de espaldas sobre el mullido acolchado de la cama de Erik, mientras éste se posicionaba encima suyo, volviéndolo a besar. Charles pasó sus manos por el sedoso cabello que tantas veces había tocado, sin privarse de nada. Tantas noches había soñado con los recuerdos de él y Erik, que ahora sólo quería disfrutar de estar realmente con él. 

Erik continuó desabrochando cada botón restante de la camisa de su ex, mientras su lengua se unía con ansias a la lengua de Charles es una apasionada danza. 

- Ni siquiera puedo recordar cuando fue la última vez que nosot--... - Charles comenzó en un hilo de voz pero Erik lo silenció besando sus labios, su frente, su nariz.

- No hagas eso, Charles. Concéntrate en el presente, estamos aquí, juntos otra vez... por favor no vuelvas al pasado... - Erik replicó, besando su cuello, y bajando hasta su pecho. Su piel seguía siendo tan suave y nívea como la recordaba. 

Charles asintió en silencio, y se dejó llevar por la visión de Erik acariciando su piel, y por los escalofríos que recorrían su cuerpo. Se sentía tan bien estar otra vez de esa manera.

- Cuando estoy entre tus brazos podría jurar que no le tengo miedo a nada. ¿Eso es muy tonto? - Charles inquirió avergonzado, mientras Erik lo tenía apretado contra su pecho. 

- Bueno, mis brazos no son a prueba de monstruos, quizás debas saber eso... - Erik comentó burlonamente mientras lo estrechaba más contra si.

- ¡Eres un tonto! - 

- Lo soy. Pero te amo, y siempre estarás seguro a mi lado. -

Erik terminó de desnudar a Charles, repartiendo besos por cada recoveco de su cuerpo. Aún podía recordar las zonas sensibles de su ex-esposo, y se ocupó de cada una de ellas. La parte detrás de su oreja, la unión de su cuello y su hombro, su ombligo, la piel sobre el hueso de su cadera... besó y degustó cada porción de piel. Se sentía embriagado de Charles, y aún no tenía intenciones de dejarlo.

Los suaves gemidos que salían de la garganta del menor, se volvieron como música para Erik mientras probaba la piel de sus tibios muslos. Pasó su lengua suavemente, disfrutando de las reacciones de Charles.

Se sentía como un adolescente otra vez, admirando por primera vez el perfecto cuerpo de su joven novio.

- Erik, me da verguenza... ¿qué tal si no te gusta lo que ves? - Charles soltó inseguro, mientras intentaba cubrirse inútilmente con su camiseta. 

- No hay forma de que eso pase, porque eres perfecto para mi. - Erik murmuró contra sus labios, quitando la prenda que eclipsaba su visión. Charles era tan o más hermoso de lo que había imaginado. - ¿Y sabes qué? - Continuó. - Me seguirás pareciendo igual de atractivo inclusive cuando estemos arrugados y tengamos ochenta.

El sonido de la risa que recibió en respuesta, hizo bailar su corazón por primera vez.

- Bésame, Erik... - Charles suplicó con las mejillas sonrojadas, y Erik trepó por su cuerpo, posicionándose entre sus piernas, y comenzó a besarlo despacio. Sus miembros se rozaron, arrancando gemidos en ambos, y Erik bajó su mano, atrapándolos y acariciándolos. 

- Charles... te extraño demasiado... - Erik murmuró agitado, apoyando su frente en el pecho del menor. El pánico de perderlo a la mañana siguiente le hacía hablar más de lo que realmente hubiera querido. La sola idea de que lo rechazara a la mañana siguiente, le hacía arder el pecho.

- Yo también. Hazme el amor, Erik... necesito sent-- ...- La boca de Erik cubrió la suya con vehemencia, atrapando sus palabras en su interior. Ese era todo el permiso que el mayor necesitaba. Si Charles también lo deseaba, él no tendría ningún reparo.

Trazó un recorrido de besos húmedos hasta su abdómen, y sin detenerse continuó bajando hasta atrapar su miembro dentro de su boca. El gemido que escapó de los labios de Charles envió un tirón a su propio miembro adolorido. Lamió y succionó, deleitándose cada vez que su esposo arqueaba su espalda, o se estremecía, y cuando alcanzó su orgasmo en un desvarío de palabras y sonidos excitantes, Erik gruñó de placer devorando la semilla de su esposo hasta la última gota.

El estado de letargo duró poco para Charles, que pareció revivir cuando Erik comenzó a lamer y preparar su entrada. Si no hubiera estado tan perdido entre las sensaciones placenteras que él provocaba en su cuerpo, hubiese llorado de puro placer.

- Hazlo, Erik... estoy listo... - Charles jadeó acalorado, y Erik se incorporó con la sonrisa de tiburón que tanto amaba en su rostro.

- Tus deseos son órdenes, mi amor. - Se ubicó entre sus piernas, y presionando con suavidad su miembro, comenzó a entrar en el cálido interior de Charles.

El menor dejó escapar un gemido. La sensación era placentera y dolorosa, pero de la mano de Erik no le importaba. Necesitaba sentirlo. Cuando su esposo comenzó a embestir, buscando en su interior el punto que lo hacía explotar de placer, Charles comenzó a empujar sus caderas para alcanzarlo en cada estocada. Quería sentirse tan sincronizado con Erik que no supiera donde terminara él, y comenzara su propio cuerpo.

- Charles... - Erik gruñó contra el cuello contrario, mientras se hundía más y más profundamente en él. Su aroma, su calor, su cuerpo entero acunándolo lo estaban haciendo delirar de felicidad. 

Charles lo tomó del rostro y lo besó con ferocidad. Devoró los labios de Erik con hambre y rodeó sus piernas alrededor de la cintura del mayor para recibirlo con mayor profundidad.

- Déjame volver a entrar, Charles. - Erik suplicó con tristeza mientras besaba su cuello, y embestía con rudeza.

Charles no entendió el significado de sus palabras en ese momento. Estaba demasiado perdido entre el mar de sensaciones que azotaban su cuerpo.

El orgasmo lo alcanzó golpeándolo como una ola, arrastrando la poca noción de realidad que quedaba en él. Erik lo alcanzó segundos después, derramándose en su interior, y Charles se sintió pleno como no se sentía hacía demasiado tiempo.

Lo último que supo fue que Erik lo rodeó entre sus brazos, y lo cubrió con la manta.

- Ha sido el mejor día de mi vida... - Charles susurró soñoliento contra la cálida piel del pecho de Erik. 

- Tú eres el mejor día de mi vida, todos los días. Te amo, Charles... -

- Y yo te amo aún más... - Charles murmuró torpemente antes de quedarse dormido.

- Te amo, Charles. - Erik susurró con pesadumbre, acunando el pequeño cuerpo de su esposo entre sus brazos. 

Silencio fue toda la respuesta que recibió. 

Se durmió recordando los "Te amo" que Charles le profesaba cada noche luego de hacer el amor.

*  *  *


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