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Viejo Amor - CHERIK AU. por AlatheaMorwellan

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- Peter... ven aquí ahora mismo. - Charles llamó a su hijo con el tono que  utilizaba cuando estaba enfadado. El joven tragó con dificultad.

Caminó hacia su padre, y cuando llegó al frente de éste supo que estaba perdido.

- ¿Qué es lo que tienes en el cuello, Peter? - Charles intentó moderar su tono, tranquilizarse. Pero el hecho de que su hijo tuviera un cardenal en esa zona estaba trastornándolo. ¿En qué momento su pequeño había crecido tanto? Él mismo aún podía recordar las ocasiones en las que había maldecido a Erik por hacerle ese tipo de cosas.

Sin ir más lejos, la última vez había sido hacía una semana, cuando habían dormido juntos...

Alejó ese perturbador pensamiento de su mente. No era momento de pensar en ello.

- Viejo... es sólo un... golpe! - Su hijo comenzó titubeante, pero su propia explicación pareció darle seguridad hacia el final de su respuesta. 

Charles enarcó una ceja.

- ¿Un golpe? ¿En tu cuello? ¿Realmente me crees así de tonto, Peter? -

El rostro del chico palideció. 

- Bueno... yo... papá, ¡tengo casi 18 años! Si sabes lo que es, ¿para qué me lo preguntas? - Su hijo contestó finalmente desafiante, y por alguna razón eso sólo lo hizo enfurecer aún más.

- ¡Casi, pero no los tienes aún! Así que dime ahora mismo  quién te hizo eso. Quiero nombre y apellido. - Bramó furioso.

- ¿Por qué te enoja tanto? Me enseñaste todo lo que debo saber si quiero estar con alguien. ¿No confías en mi? - El joven preguntó indignado.

Charles se sentía demasiado fuera de sí como para poder razonar. ¿Qué tal si su hijo caía en las garras de algún aprovechador?

- Confío en ti, Peter. Pero no confío en el resto... - Charles pronunció la frase que se había jurado jamás decir en su adultez. Pero ahí estaba. Diciéndola.

Su hijo lo miró dolido.

- No puedes controlar al resto. Sólo puedes confiar en mi, y si no lo haces entonces yo tampoco confiaré en ti. - Peter pronunció enojado, y se dio media vuelta dejándolo solo.

Charles lo llamó pero era inútil. Su hijo no hablaría con él hasta que se calmara.

Así que así se sentía ser padre de un hijo adolescente...

Su teléfono recibió un mensaje y por un momento su mente se distrajo de sus problemas.

Era Magneto.

Sus charlas ocasionales se habían vuelto más constantes en los últimos días. Tras lo sucedido con Erik, Magneto era realmente una distracción para él.

Respondió con completa honestidad al "¿Cómo estás?" de su amigo virtual, relatándole cada detalle de la discusión con su hijo.

La respuesta no se hizo esperar mucho.

Magneto

Tienes un hijo adolescente, estas cosas ocurren con frecuencia. Tu tarea aquí implica dos cosas: No olvidar que alguna vez tuviste su edad, y hablar con su padre para que juntos puedan estar para él.

Un suspiro se escapó de sus labios. Lo cierto es que no quería acudir a su ex, pero si se trataba de su hijo... bueno. Magneto tenía razón. Tendría que hablar con Erik.

E ignorar los estúpidos aleteos en su vientre ante la sola idea de tener que verlo.

Profesor X:

Supongo que tienes razónTendré que hablar con él. Gracias por tu consejo. Por cierto, ¿tienes un hijo adolescente también?

Magneto:

Casualmente sí... por eso entiendo lo que estás pasando. Y sabes qué necesita un adolescente? A sus padres unidos. Deja tus diferencias a un lado, y piensa en el niño.

Bueno, si le pagaran por suspirar, esa semana ya sería rico.

Pero el punto era que Magneto tenía razón. Peter necesitaba la contención de Erik también. Tendría que tragarse su orgullo, y llamarlo.

No había previsto que su orgullo fuera tan grande como para no poder hacer algo tan simple como eso.

- Papi... estuviste toda la tarde observando el teléfono. ¿Estás esperando un llamado? - Lorna inquirió con curiosidad sacándolo de su abstracción. Charles se encontró efectivamente mirando su teléfono, con el contacto de Erik abierto, pero sin haber marcado su número ni una sola vez.

¿Cómo su hijo no iba a ser así de terco si él mismo ni siquiera podía dar el brazo a torcer con Erik por un sólo momento?

Al igual que él había evitado a Erik en su enojo, Peter lo había evitado a él desde su pelea de esa mañana. Su hijo le había avisado a través de Raven que se quedaría donde ella con Kurt. Y por propia experiencia sabía que lo mejor sería dejar que Pet se tranquilizara lejos suyo.

Aún cuando la idea de hacerlo le dolía como el mismísimo infierno.

Extrañaba las épocas en que sus rabietas se solucionaban con un abrazo, un beso en la coronilla, y su cuento preferido antes de dormir.

Otro suspiro se le escapó, y sonrió para su hija que ahora lo observaba preocupada. Un acceso de tos la atacó, (uno que la perseguía desde la mañana temprano), y en ella encontró finalmente la excusa perfecta para llamar a su ex.

- Mi amor, ven aquí, déjame revisar tu frente. - Charles ordenó a la pequeña, y tras controlar su temperatura concluyó que no era nada verdaderamente grave, pero necesitaba usarla de pretexto para ver a Erik.

Hablar. No ver. No es como que quisiera verlo. Sólo necesitaba comentar lo de Peter con él como cualquier persona madura haría con su ex.

Cualquier persona madura que no se hubiera acostado con su ex luego de una patética borrachera.

- Estoy bien, papi. Sólo me duele un poco la garganta. - Lorna explicó, restándole importancia al asunto, pero él, más determinado que antes negó con la cabeza. Sabía que su hija estaría bien con un té con miel, quizás algo de ibuprofeno, y sus abrazos (esos que Peter ya estaba demasiado grande como para querer recibir), pero aún así necesitaba hablar con Erik sin que pensara que buscaba algo más.

Aunque ni él mismo estuviese seguro si buscaba algo más de él, que hablar de sus hijos.

-  Llamaremos a tu padre y le pediremos que te revise. Quizás te mande reposo, o algún medicamento. Quizás incluso con un poco de suerte te trae una golosina. - Charles repuso sonriendo cuando los ojos de su hija se iluminaron. Lorna amaba tener a Erik en casa, jamás había dejado de integrarlo. Incluso cuando toda su infancia había crecido con la idea de sus padres separados.

Era adorable y horriblemente doloroso al mismo tiempo. No había un sólo día en el que Charles no se sintiese culpable por no haberles podido dar a sus hijos la oportunidad de tener una familia ensamblada, como muchas otras familias lo eran. 

"Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido". Ese había sido su mayor consuelo en todos esos años. Y que Erik fuera un gran padre para sus hijos. No habría podido elegir mejor en ese sentido.

Dejando sus lúgubres pensamientos de lado, se concentró en la situación que tenía ahora mismo. Simular que la tos de su hija era más grave de lo que parecía y buscar la manera más casual de contarle a Erik sobre su pelea con Peter.
Su orgullo se sentiría demasiado herido si sólo lo llamase para decir que no pudo resolver una tonta disputa con su hijo adolescente.

Media hora después cuando Erik llegó, su plan "casual" se fue por el excusado.

- Su tos no es grave. Sus pulmones están limpios. Sólo tiene un poco irritada la garganta. Necesita un poco de-... -

- Papi te llamó porque hoy se peleó con Peter y estuvo triste todo el día. Mi garganta está bien! - Lorna repuso con frescura y una sonrisa angelical adornando su dulce rostro. Charles hubiera esperado algo así de Peter, pero de Lorna? Ahora se sentía estúpido y ni siquiera podía enojarse con su nena.

Él estaba siendo un completo idiota.

Erik lo miró con curiosidad.

- ¿Qué pasó con Peter, Charles? -

- Vamos abajo por un café y te contaré lo que sucedió. - Charles se acercó a su hija que seguía recostada en su cama con su programa favorito en la tv. - Mi amor, haré tu cena y la subiré en un rato. ¿De acuerdo? Descansa un rato aquí. - Le plantó un beso en su tibia frente y la niña asintió sonriente.

Erik repitió el proceso, besando la frente de su hija también, y Charles lo sintió bajar las escaleras detrás suyo.

Cuando llegaron a la cocina, Erik no demoró en volver a preguntar.

- Vamos, Charles. ¿Qué es lo que sucedió? - Inquirió con impaciencia, mientras tomaba asiento en la silla donde solía sentarse cuando cenaban juntos en su tiempo de casados.

Ignorando el nudo en su garganta, decidió centrarse en lo que tenía que contar y en el café que ahora se calentaba dentro de la cafetera.

- Tenía un cardenal en su cuello y yo... me enojé. - Charles comenzó a explicar con lujo de detalles todo lo que había sucedido, y cuando concluyó, Erik rió.

La furia lo golpeó otra vez.

- ¿Qué es lo que te resulta gracioso? - Siseó entre dientes. 

Erik detuvo su risa, pero una adorable sonrisa continuó bailando en su rostro.

¿Adorable? Horrible. No era adorable en absoluto.

Lo siento. Supongo que imaginé algo peor que a nuestro hijo de casi dieciocho años en pleno proceso de hormonas. - Erik explicó con tranquilidad, mientras Charles se esforzaba por rellenar las tazas con café, sin quemarse en el proceso. Estaba enojado con su ex, y sus manos temblaban.

- ¿Cómo puedes tomarlo a la ligera, Erik? Aún no es mayor de edad... - 

- Por dos meses. - Erik agregó, pero Charles continuó como si no hubiera dicho nada.

- ... No tenemos idea con qué clase de chico se esté metiendo, no sé que tan bien maneje a su edad el concepto de sexo seguro, y... -

- Y te duele que ya no sea tu pequeño Peter. - Erik concluyó con dulzura, y caminó hasta situarse de pie frente a Charles.

El menor sonrió con dolor.

- ¿Seguro tú no eres el psicólogo? - Charles soltó con amargura, sin oponer resistencia cuando los dedos de Erik se deslizaron por su rostro, obligándolo a mirarlo fijo. Estaba demasiado cansado como para pelear. Sólo quería recuperar el control de su vida, volver a recuperar su buen trato con su hijo, volver a tener el control de sus emociones.

- No. Tú lo eres, y eres magnífico en lo que haces. Pero nuestro hijo está creciendo, Charles. Y no puedes detener eso. Tienes que acompañarlo, no retenerlo. ¿Lo entiendes? - Erik murmuró con cariño, mientras sus dedos acariciaban con suavidad sus mejillas.

Charles quería gritarle, empujarlo, besarlo, abrazarlo. Quería todo a la vez, y nada al mismo tiempo. Odiaba que Erik tuviera razón, y también amaba que la tuviera. 

¿Cómo era posible amar y odiar tanto al mismo tiempo?

- Lo entiendo. Sólo que... no es tan fácil hacerlo como pensarlo. Antes él necesitaba una nana para dormir, un "sana, sana" para que sus heridas dejasen de doler, mis abrazos para dejar de llorar. Ahora no puedo protegerlo con nada. Y sólo siento que un muro enorme nos separa... - Charles soltó con sentido pesar, y unas molestas lágrimas agobiándolo, mientras Erik lo rodeaba en un abrazo que jamás había necesitado tanto.

- El muro del que hablas es tu miedo a dejarlo crecer, Charles. Peter te ama, y nada cambiará eso. Sólo intenta aceptarlo, y él seguirá acudiendo a ti cada vez que te necesite. Seguirá necesitando tus abrazos cuando esté triste, y tus "sana, sana" cuando algo lo lastime. Quizás no sea por un raspón en su rodilla, y si lo sea por un corazón roto, pero sea cual sea el caso, eres su padre y siempre te querrá ahí para él. ¿Sí? - Erik murmuró contra su cabello, y Charles no pudo más que asentir mientras se refugiaba en la calidez de su abrazo.

Era casi una paradoja que el mismo Erik que lo enloquecía a diario, ahora fuera quién le estaba brindando la calma que tanto necesitaba.

Quizás por hoy haría una implícita tregua con su ex, y se relajaría en torno a él. Se lo debía.

A regañadientes se separó del abrazo, y le sonrió como hacía mucho no hacía. 

- ¿Quieres... quieres quedarte a cenar con nosotros? - Charles preguntó con inseguridad, y se sorprendió a sí mismo deseando que Erik aceptase la petición.

- Me encantaría. Pero antes me gustaría beber de ese café que me prometiste, y que comienza a enfriarse en nuestras tazas... - Erik repuso enigmáticamente y Charles se sintió preso de su mirada y sus palabras durante un momento.

Sacudió mentalmente sus pensamientos, y asintió con una sonrisa.

- Claro. Toma asiento que ya te lo sirvo. - Charles respondió con calma, y Erik le sonrió en respuesta.

- "El amor tiene que ser como el café... unas veces fuerte, otras dulce, unas veces solo, otras acompañado; pero nunca..." - Erik recitó.

- El café frío es lo que está de moda, Erik. - Charles lo interrumpió con burla.

Erik dio un sorbo a su café, y sonrió satisfecho.

- Que bueno que el nuestro aún esté tibio. -

                                                                             *     *      *

- ¿En serio armaste tanto lío por un cardenal por el que encima tuviste que pagar para que te hagan? - Kurt comentó riendo, mientras miraba a su primo recostado en el sofá de su habitación. 

- No es mi culpa que mi padre se haya enfadado tanto. Además era muy necesario. Cuando Logan lo vea en mi cuello se pondrá celoso. - Peter respondió con arrogancia, y Kurt tuvo que contener una risilla.

- ¿Realmente valió la pena perder diez dólares por esa cosa deforme en tu cuello? Además, ¿quién paga por algo así? -

- Yo. Y ya lo verás. Logan se retorcerá de celos, y tú besarás mis pies para que te ayude con Warren. -

- Claro, primo... lo que tú digas. - Kurt negó con una sonrisa.

Amaba a su primo, pero Logan estaba haciéndolo perder por completo la cabeza.

                                                                                 *   *   *


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