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Viejo Amor - CHERIK AU. por AlatheaMorwellan

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Si alguien le hubiese dicho a Charles que las diferencias con su hijo adolescente iban a acercarlo tanto a su ex, él no lo hubiera creído. Pero contrario a lo que él pensaba, Erik estaba siendo un gran soporte para él en estos momentos, e internamente Charles no podía estar más agradecido con Erik por eso.

Y su forma de agradecérselo se había convertido en invitarlo a cenar los jueves por la noche, cuando Erik terminaba su consulta del día y llegaba demasiado cansado a su casa como para querer cocinarse. O eso le había dicho a Charles.

Erik le aconsejaba como actuar con Peter, y Charles le cocinaba. Era un intercambio justo, sin ningún tipo de intención detrás. Sólo ayuda mutua.

Aunque el corazón de Charles se aceleraba de manera vergonzosa cuando los jueves a las ocho de la noche el timbre de entrada sonaba. Y su respiración se detenía cuando esperaba el veredicto de Erik tras probar el primer bocado. 

Casi como cuando era el adolescente más enamorado sobre la faz de la tierra.

Sólo que ahora era un adulto, con dos hijos y una profesión que necesitaban de su entereza emocional. No podía darse el lujo de arrojarse al mar de emociones que lo perseguía, porque no tenía ninguna certeza de salir vivo de allí.

- ¿En qué piensas, Charles? - El objeto de sus más profundos temores preguntó con el ceño fruncido, y Charles volvió a la realidad con una sonrisa incómoda.

Erik y Lorna lo miraban fijo, y él se sintió demasiado expuesto para su gusto.

- Nada, yo sólo pensaba en el trabajo que tengo que hacer. ¿Qué tal está la comida? - Inquirió con calma, intentando desesperadamente cambiar de tema. 

- Las mejores pastas del mundo, papi. - Lorna exclamó con una sonrisa brillante adornando su rostro, y Charles se derritió. Quizás Erik y él habían hecho algunas cosas mal, pero definitivamente sus dos hijos eran lo más hermoso que habían creado juntos.

- Coincido con nuestra hija, tus pastas son las mejores del mundo. Gracias por cocinarnos. - Erik repuso mirándolo fijo, y Charles tuvo que centrarse en su plato para no perderse en los ojos verdes y grises de Erik. Sus sentimientos eran un misterio casi tanto como lo era el color de sus ojos.

- ¿Dónde está Peter? - Lorna preguntó interrumpiendo la atmósfera extraña que los estaba abrumando y Charles le agradeció silenciosamente por ello.

- Tu hermano está en lo de tía Raven. Kurt y él tienen un examen mañana e iban a estudiar juntos. - Charles sabía que era otra excusa de su hijo para no estar en casa.

Si bien habían resuelto su disputa de hacía tres semanas atrás, las cosas seguían increíblemente tensas entre ambos, y cada vez que podía, Peter aprovechaba para escapar de sus reglas.

- Hablaré con Peter. Creo que debería estar más en casa. Quiero decir aquí, en tu casa. Su casa. - Erik se corrigió algo incómodo y Charles tuvo que esforzarse por ignorar el placer que sintió al oír: "En casa". Después de todo alguna vez había sido su casa también.

- Papi. ¿Quién te regaló ese chocolate? ¡Tiene una nota pegada! ¿Es una nota de amor? - Lorna inquirió señalando el chocolate que yacía sobre la punta de la mesa donde comían. Efectivamente tenía un papel rosado pegado al envoltorio, y Charles sintió náuseas 

Las pastas ya no sabían tan bien, y sus ilusiones tampoco. 

- Es un obsequio que una paciente me dio por ayudar a su hijo. No es una nota de amor, es sólo de agradecimiento. - Erik explicó más para Charles que para Lorna, con una leve nota de culpa en su voz.

- ¿Puedo llevarme un trozo de ese chocolate a la cama? Prometo cepillarme los dientes luego y dormir. Aún me queda media hora de tv, verdad papi? - Lorna suplicó hacia Charles, y éste asintió con una débil sonrisa hacia su hija.

- Si tu padre te convida, puedes hacerlo. Yo juntaré esto y lavaré. Es tarde y estoy cansado. - Quizás Erik entendería la indirecta y se iría. Ya no sentía ningún deseo de seguir compartiendo la velada con él.

- ¿Quieres un poco? - Erik ofreció con incomodidad mientras le daba su porción a la pequeña.

Charles negó con violencia, y se puso de pie, comenzando a juntar todo lo que estaba en la mesa.

Antes muerto que probar un regalo de sus tontas admiradoras.

¿Era infantil?

Sí.

¿Estaba jodidamente celoso?

Sí.

Y quería a Erik fuera de su vista.

A él, y a su estúpido chocolate.

- Buenas noches, papis. - Lorna abrazó a Erik, luego corrió hacia Charles repitiendo el procedimiento, y finalmente se marchó escaleras arriba con el chocolate de la discordia en mano.

- Déjame ayudarte... - Erik ofreció mientras tomaba los vasos y Charles asintió en silencio, mientras llevaba los platos a la pileta. Quizás se pondría a restregar la vajilla para no usar sus manos en ahorcar a Erik.

- Charles... realmente fue en agradecimiento. Ayudé a su hijo y--.... -

- No es algo que me importe, Erik. En serio, sólo estoy cansado y necesito dormir. - Charles repuso con la mayor calma que pudo, mientras lavaba con frenesí una mancha en el plato.

- La tensión en tu cuerpo no dice lo mismo que tu voz, Charles... - Erik se acercó por detrás, quedando a escasos centímetros de su cuerpo, y Charles tuvo que esforzarse por no estremerce ante la proximidad.

Su cuerpo simplemente se volvía gelatina cuando Erik estaba tan cerca.

- Tú lees cosas que no son. - Charles respondió con indiferencia, mientras apoyaba un plato limpio en el escurridor.

La risa profunda de Erik llegó suavemente a sus oídos, y una deliciosa corriente lo recorrió entero.

- Jamás fuiste bueno disimulando tus celos, Charles. -

- Erik, deja tus tonterías. No estoy celoso, lo que tú haces con tu vida es asunto tuyo. No puedes ser tan egocéntrico de creer qu-...- Charles se tensó de golpe. - ¿Q-Qué haces? -

Erik pasó sus dedos por la piel de su cuello, y él tuvo que esforzarse increíblemente para no tener que dejar caer el vaso que sostenía bajo el chorro de agua. El toque era suave y desesperante.

- Tu cuello... - Erik susurró contra su oído. - ... Se pone rojo cuando te enfadas. Y créeme, mi amor, que me gustaría verlo rojo por otras razones... -

Erik continuó jugueteando con sus dedos por la sensible piel de Charles, arrastrando sus yemas a lo largo de todo su cuello, y Charles sólo pudo dejar el vaso, y ladear la cabeza para darle más acceso.

Si Erik fuera un brujo, Charles sería vulnerable a todos sus hechizos.

- Erik... - Charles quiso decir algo. Cualquier cosa.  Su cerebro hacía un furioso piquete en su cabeza. Pero las manos de Erik comenzaron a arrastrarse por los costados de su cuerpo, y su boca lujuriosa ahora trazaba el camino que sus dedos habían recorrido antes en su cuello, y Charles sólo quería rendirse ante las necesidades de su cuerpo.

Erik succionó su piel, en un doloroso y placentero acto que probablemente dejaría una marca por la cual Charles solitaría una serie de improperios después.

- Ahora está rojo, pero por los motivos correctos. - Erik soltó con diversión, mientras su mano se estiraba para cerrar el grifo que Charles había dejado abierto tras su ataque.

Charles tuvo que morderse el labio para no soltar un sonido vergonzoso cuando las caderas de Erik se aplastaron contra su trasero en el proceso de cerrar el grifo.

Que Dios lo ayudara porque el deseo que sentía por Erik no era de este mundo.

- Eres tan hermoso... - Erik susurró nuevamente contra su oído, mientras sus caderas se mecían contra el trasero de Charles.

Charles debería haberse alejado. Debería haber mantenido la compostura. Decirle que se fuera. Pero todo lo que pudo hacer fue dejar que Erik friccionase su miembro rígido contra su trasero, mientras las manos contrarias apretaban con fuerza sus caderas para mantenerlo quieto.

No era necesario. Su cerebro le exigía huir, pero su cuerpo estaba feliz de ser un instrumento de placer para Erik.

Se sujetó con fuerza del borde de la mesada, mientras Erik embestía a través de sus ropas, y rió cuando su ex habló nuevamente cerca de su oído.

- Si continúo así me vendré como un adolescente en mis pantalones y será vergonzoso. ¿Qué es lo que me haces, mi amor? - Erik suplicó con una risa sin humor, mientras sus manos lo apretaban en un fuerte abrazo por detrás.

Erik había detenido sus movimientos, y aunque una parte suya se sintió decepcionada, la otra se refugió en ese cálido abrazo.

- Tú haces algo raro en mi también. - Charles se oyó decir tímidamente y como respuesta Erik lo estrechó aún más contra su cuerpo. 

- Parecemos nuestras versiones del pasado, ¿no lo crees? - Erik murmuró contra su cabello y Charles sintió como su ex esposo aspiraba su fragancia.

- Sí, supongo que tienes razón. - Charles admitió con cierto pesar. La idea de comportarse otra vez como un adolescente no lo hacía sentir bien, mucho menos si ese comportamiento venía de la mano de su ex-esposo. 
¡Vamos! el todavía podía enumerar todos los motivos por los que su relación no había funcionado.

Bueno... ¿Realmente podía?

Si se esforzaba un poco los motivos llegaban a su mente, pero era difícil centrarse en ellos cuando las manos de Erik reposaban con ternura en su abdómen, su cálido aliento acariciaba su cuello, y las mariposas que creyó muertas hace años, ahora revoloteaban con agitación en su estómago.

Su divorcio era tan real como los brincos que estaba dando su corazón ahora, pero Charles sabía que no podía fiarse de esto. Esto era sólo un estado. Un estado resultado de años de soledad, y bueno, él era un ser humano. Tenía necesidades, y Erik era atractivo, y confiaba en él.

Y bueno quizás lo amaba. No podía negar eso, pero también sabía que las personas idealizaban todo el tiempo. Erik había sido su único y gran amor, era imposible que no se sintiera así respecto a él.

Lo que sentía Erik... bueno, Charles sabía que no podía ir en serio. Erik era impulsivo, de fuertes pasiones, que siempre tomaba lo que quería, como un huracán, y luego se marchaba dejando todo devastado. Y Charles ya había quedado emocionalmente devastado una vez. No podía arriesgarse de nuevo.

Aunque...

- Cuando piensas tanto juro que tengo miedo. Por favor no pienses, Charles... - Erik suplicó contra su oído, y Charles no pudo evitar estremecerse entre sus brazos.

Su química era innegable.

Charles volteó, quedando frente a Erik. Estaba determinado. Necesitaba sacar a Erik de su cabeza, y la única forma era cansándose de él.

- Te propongo algo... - 

Erik lo miró confundido, y asintió instándolo a continuar.

- Seamos... seamos algo así como compañeros sexuales. Tú me deseas, y yo, bueno, también. Así que terminemos con ésto, y... -

- ¿Quieres que tengamos sexo ocasional? - Erik preguntó sorprendido, y Charles asintió rápidamente.

- Sí. Nada de amor, sólo tú y yo, y nuestro deseo. - Charles explicó algo avergonzado.

Quizás si eliminaban la lujuria de la ecuación, el amor se iría cuando se saciaran el uno del otro.

- Acepto. - Erik respondió sin titubear, y Charles no pudo evitar sonrojarse un poco. La determinación de Erik lo encendía tanto como su tacto.

- Y al final te demostraré que esta vez el amor no se irá a ningún lado. - Antes de que Charles pudiese replicar, los labios de Erik estaban encima de los suyos, devorándolo.

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