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Viejo Amor - CHERIK AU. por AlatheaMorwellan

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Charles no estaba muy seguro de estar donde estaba, haciendo lo que estaba haciendo.

Se frotó las palmas de las manos contra sus muslos, en un gesto que sólo salía a la luz cuando estaba muy nervioso, y se esforzó por evitar la mirada curiosa de la secretaria de Erik.

¿Jane, Jean? Charles no la conocía, ni sentía deseos de hacerlo. Sólo quería que su ex se desocupara rápido, o él se arrepentiría de estar donde estaba y saldría corriendo.

Si repasaba mentalmente la situación, todo estaba bien. Erik y él habían acordado el día anterior compartir encuentros sexuales, y considerando que su casa no era el lugar más idóneo para hacerlo teniendo a sus hijos rondando, el consultorio de Erik podía funcionar.

Tenía que funcionar.

Charles necesitaba cuanto antes sacarse el deseo de encima para poder seguir adelante. La noche que habían compartido juntos hacía más de tres semanas, había estado demasiado ebrio como para recordarla con exactitud. Quizás si ahora estaba en sus cinco sentidos, disfrutaría como cualquier persona lo haría, y luego podría dejarlo ir.

Podría dejar de idealizar tanto a Erik.

- Señor Lehnsherr... - La joven secretaria de Erik se dirigió a él con un bolígrafo en mano. - ¿Cuál es su consulta? Así lo anotaré en la ficha... -

- Señor Xavier, no Lehnsherr. - La corrigió con seriedad.

"Vengo a follar con mi ex-marido. Anote eso en mi ficha."

Bueno, no podía responderle eso.

- Chequeo general. - Respondió lo más distante que pudo, intentando disimular su nerviosismo. Siempre había sido un tipo correcto. Y su dignidad se iría por el excusado si la joven lo descubría.

Aunque su dignidad ya se había visto estropeada desde el momento en que había decidido aguardar ahí, en la sala de espera, a que Erik terminase con su última consulta para... ¿para tener sexo en su consultorio?

¿En qué clase de persona lo convertía eso?

No. Debería llamar a Erik luego, y arreglar algo más convencional. Ir a su casa, o a un motel... pero no ahí.

Se puso de pie de golpe, con toda la intención de irse, cuando la puerta del consultorio se abrió de golpe y una mujer salió junto a Erik, que se veía irresistible con su bata blanca abierta, y su sonrisa deslumbrante.

Estúpido Erik por ser tan atractivo, y estúpido él por ser tan vulnerable a su encanto.

Cuando sus miradas se encontraron, Charles supo que no podría huir ni aunque quisiera. Los ojos de Erik trasmitían un fuego cálido y abrasivo, que debilitó sus piernas con una sola mirada.

- Recuerde tomar el medicamento como se lo indiqué, señora Umbridge. Y la veré en dos semanas. - Erik repuso amablemente sin despegar por un sólo momento su mirada de Charles.

Charles tragó con dificultad.

- Señor Xavier, usted sigue. - La secretaria de Erik le indicó con amabilidad, y Charles caminó hacia su perdición.

Ya no tenía escapatoria.

Charles hizo un gran esfuerzo por no sentirse incómodo ante la presencia de Erik dentro del consultorio. Su cuerpo parecía reaccionar ante la expectativa de lo que se aproximaba, y aunque deseaba mantenerse sereno, estaba fracasando en el intento.

- Esa era Dolores Umbridge. Y haciendo honor a su nombre, es un auténtico dolor de huevos. - Erik comentó en tono de broma, mientras se sentaba detrás de su escritorio.

Charles ni siquiera pudo emular una decente sonrisa, y tras lo que pareció una espantosa mueca, se sentó en el asiento que todo paciente ocupaba.

¿Primero acordarían como hacerlo?

- Bueno, Erik. Dime cuáles son tus planes y te diré cuá--...-

Erik lo interrumpió con una sonrisa devastadora.

- Esta no es una de tus sesiones, Charles. Deja de querer controlar todo por una vez y relájate. No muerdo... a menos que me lo pidas. Y vaya que me lo has pedi--...-

- Entendido. No necesitas recordarme eso. - Charles espetó enfadado.

Erik volvió a sonreír.

- Bueno, Charles... Te pediré que vayas a la camilla, y te recuestes allí. Así empezaremos con el chequeo. -

- ¿Disculpa? - Charles lo miró confundido. - Erik, no sé que estas tramando per--... -

- A la camilla, ahora. ¿O quieres que te cargue hasta allí? - Erik amenazó con una sonrisa maliciosa, mientras se ponía de pie.

Charles suspiró indignado, y caminó hacia la camilla, sentándose en ella. Supuso que no tendría que sacarse nada, puesto que el abrigo ya lo había dejado en el respaldo de la silla.

Aunque tendría que desnudarse si querían hacer lo que habían planeado...

Al parecer tantos años sin flirtear con nadie le estaban pasando factura. ¿Cómo se suponía que tuviera que tener sexo de manera natural? Con Erik se dejaba llevar en el momento, pero si era tan premeditado le incomodaba más de lo que hubiese esperado.

¿Erik estaba haciendo un juego de rol? ¿O realmente quería hacerle un chequeo?

Charles no estaba demasiado seguro de nada, ni siquiera de que hubiese sido una buena idea ir allí.

- Ábrete la camisa, Charles. Debo auscultarte. - Erik pronunció con un tono suave, y Charles tragó con dificultad. Su ex se veía tan atractivo con su bata, y tan relajado, y él estaba tan nervioso que pensó que sus propios dedos no responderían para dicha acción.

- Erik... ¿qué piensas hacer? ¿Vas a revisarme? - Charles preguntó con una timidez poco característica en él, y su ex se dio el lujo de dedicarle una de sus sonrisas devastadoras.

- Si te lo digo, no habrá sorpresa. Relájate y verás que nada te dolerá. Sólo sentirás un pequeño pinchacito... - Erik murmuró cerca de su oído, mientras él mismo comenzaba a desabotonar los primeros botones de su camisa. 

En el segundo en que los labios de Erik se arrastraron por su oreja, atrapando su lóbulo en la calidez de su boca, Charles se olvidó de pensar. Era realmente imposible con las manos de Erik quitando su camisa, y arrastrando sus dedos por su pecho. No había sido consciente hasta ahora, de lo tanto que había necesitado sentir las caricias de su esposo sobre su propia piel. 

Erik podría ser tranquilamente un pintor, y Charles su lienzo en blanco, dispuesto a recibir cualquier cosa que quisiera hacer con él.

Charles se sobresaltó cuando sintió algo frío sobre su pecho.

- Lo siento cariño, pero dije que tenía que auscultarte. Recuéstate, por favor y respira bien profundo. Mientras más profundo, mejor... - Erik le indicó con un guiño de ojo, y Charles lo miró indignado pero no protestó. Le resultaba vergonzoso admitir que quería llegar más lejos con urgencia.

Se recostó sobre la camilla, y se sintió un poco expuesto al estar cubierto sólo por su pantalón y sus medias. No es que Erik jamás lo hubiese visto desnudo, es más, lo había hecho hacía menos de un mes cuando habían hecho el amor. Pero Charles estaba demasiado borracho para avergonzarse de las imperfecciones de su cuerpo, y ahora estaba demasiado sobrio para su gusto. Y demasiado inseguro.

- Eres hermoso... - Erik pronunció con dulzura, como si hubiese podido oír sus pensamientos, y Charles sintió que una pequeña llama quemaba en su pecho. La inseguridad se dispersó un poco, dando paso a una renovada ola de confianza, y placer, mientras su ex paseaba el estetoscopio a lo largo de su pecho, y comenzaba a bajarlo lentamente por su abdómen.

- E-Erik, ¿qué haces...? - Charles se sobresaltó cuando las manos de él comenzaron a desabotonar su pantalón. Su pene palpitaba expectante ante lo que vendría, y cuando Erik lo sacó de su confinamiento, Charles no pudo evitar que saliera de sus labios un pequeño gemido de placer. 

- Te reviso, mi amor... - Erik respondió con la voz ronca, y Charles se podría haber venido de sólo escuchar ese apodo cariñoso. - Tengo que ver que todo esté en órden... - Agregó, y cuando presionó el estetoscopio sobre la carne adolorida de Charles, éste tuvo que morderse el labio inferior para no volver a gemir. Erik lo estaba torturando.

- Erik... - Charles balbuceó con dificultad, mientras sentía el frío metal del estetoscopio pasear a lo largo de su miembro. Necesitaba las manos de Erik con desesperación.

- Parece que todo está perfecto, Charles. - Su esposo repuso con una sonrisa traviesa, mientras se arrancaba el instrumento del cuello. - Pero ahora debo hacer un poco de tacto para corroborar que realmente estés bien. -

- ¿Puedes dejar de narrar en voz alta todo lo que piensas hacerme? - Charles lo reprendió avergonzado, mientras intentaba serenarse. 

- Oh, pero mi amor... si no mal recuerdo, esta era una de tus fantasías. Tú venías a mi consulta por un chequeo y yo era tu doctor sexy... - Erik repuso con diversión, y el rostro de Charles se encendió en llamas.

Era cierto. Había sido una de sus fantasías, una que nunca habían llegado a cumplir, y que Erik aún recordaba. ¿Cómo era posible que lo recordara? Charles sintió un extraño placer al pensar en ello. 

- Es cierto... pero no tienes que hacerlo. Quiero decir, tú no tienes que ponerte en papel de doctor sexy porque ya lo er... - Charles se mordió el labio antes de continuar. ¿Realmente estaba a punto de halagar a Erik así? 

Erik lo miró con intensidad y una sonrisa arrogante curvó sus labios. Charles conocía de sobra esa sonrisa ganadora en el rostro de su ex esposo. Y aunque la odiaba un poco, amaba lo apuesto que se veía con ella.

- Siéntate otra vez. - Erik le ordenó, y en cuanto le hizo caso, su ex estaba de pie entre sus piernas, besándolo con tanta lujuria que de no estar sentado, las rodillas de Charles hubiesen flaqueado.

Charles desconectó cualquier pensamiento que pudiera rondar por su mente, y aferrando sus brazos detrás del cuello de Erik, se dejó llevar por el apasionado beso.

Sus labios se acariciaban con desesperación, y sus lenguas se enredaban impacientes para luego soltarse, y volverse a juntar. Y luego de lo que pareció una eternidad, Erik comenzó a bajar sus labios cálidos por la piel de su cuello. Charles sentía debilidad por los besos en esa zona, y su ex lo sabía, porque estuvo allí bastante tiempo, besando, lamiendo, y mordisqueando el lugar, enviando escalofríos de placer por todo su cuerpo.

Charles se sentía en las nubes y no quería bajar de allí.

- Erik... - Gimió su nombre febrilmente, cuando la mano contraria se cerró sobre su dolorido miembro y empezó a acariciarlo. 

La mano de Erik subía y bajaba lentamente, como si quisiera torturarlo, y Charles sollozó molesto contra el oído de su ex.

- ¿Qué sucede, mi amor? ¿Estás impaciente? - Él inquirió con inocente burla, mientras sus labios volvieron a vagar por el sensible cuello de Charles.

Era suficiente. Él no sería el único en perder el control.

Charles estiró sus manos, y apoderándose del borde del jean de Erik, comenzó a bajarle la cremallera, bajo la mirada atónita de su esposo.

Ex. Ex esposo.

- ¿Charles...? - Charles oyó a Erik murmurar su nombre con voz ronca cuando su mano se cerró sobre su rígido miembro y el placer de oírlo también perturbado fue como un tirón directo a su propio pene. 

Sin responder, lo acarició a lo largo de su longitud, mientras disfrutaba de la propia caricia que Erik seguía ejerciendo en él. Y aunque no quería dejar de sentirlo, Charles decidió que era su turno tomar las riendas. Quería a Erik y lo quería pronto.

- Mi turno. - Charles repuso determinado, mientras bajaba de la camilla y se arrodillaba frente al glorioso miembro que apuntaba hacia él. Habían demasiadas cosas que había extrañado de estar con su ex. Charlas, juegos de ajedrez, abrazos, besos... pero el sexo entre ellos había sido siempre tan fantástico, que Charles se sentía más entusiasmado de lo que realmente se quería admitir.

- Charles, ¿qué crees que estás hacien--...- 

Charles se regocijó al escuchar como las palabras morían, mientras introducía el miembro en su boca. Deseaba ver a Erik retorcerse de placer y perder el control. Y el sexo oral siempre había sido su punto débil. Comenzó a succionar, al mismo tiempo que acariciaba con su mano libre sus testículos, y en cuanto la mano de Erik se cerró sobre su cabello, sonrió por dentro con satisfacción. Ya estaba perdido. Su ex comenzó a follar su boca, y Charles lo dejó. Era realmente excitante verlo agobiado por la lujuria.

Intentó llevarlo tan al fondo de su garganta como pudo, y justo cuando creyó que Erik explotaría, se separó con brusquedad.

La mirada hambrienta que le dedicó Erik logró robarle la respiración por un instante. Había anhelado demasiado el sentirse así de deseado por él.

Erik lo ayudó a ponerse de pie de un tirón, y antes de que pudiera decir nada, lo rodeó entre sus brazos y volvió a besarlo, pero esta vez con mayor ferocidad, con más necesidad. 

¿Podría venirse con un beso? Porque realmente comenzaba a sentirse en su límite, y el roce de sus miembros no estaba ayudándolo demasiado.

Para cuando se separaron, Charles creyó que moriría si Erik no lo tomaba ahí mismo de una vez por todas.

- Ponte de espaldas, y sostente de la camilla. - Erik le ordenó con suavidad, y Charles, saliéndose antes de sus pantalones que aún colgaban de sus tobillos, hizo lo que le pidió. 

A estas alturas Erik podría pedirle una porción de luna para follárselo, y él iría a buscarla sin problemas.

De todas maneras, cualquier pensamiento o fantasía que pudiera estar corriendo por su mente se evaporó segundos después, cuando sintió el roce de la lengua de su esposo en su entrada. 

Ahora sí estaba completa y absolutamente perdido.

- Oh, Erik... - Charles mitad gimió, mitad sollozó, cuando su esposo comenzó a dar cortos pero certeros embistes con su lengua. Y se inclinó más hacia afuera, sin sentir una pizca de timidez por entregarse tan descaradamente a las atenciones de su ex.

Cuando perdió el contacto húmedo de la lengua de Erik estuvo a punto de protestar, pero rápidamente se sintió mejor cuando un dedo lubricado la reemplazó, estirándolo y dándole placer rozando su próstata. Un par de embistes después y otro dedo lo llevaron al borde del colapso, pero Erik decidió que no lo dejaría venirse. No al menos hasta que estuviera dentro suyo.

Y así lo hizo, Erik se hundió en él, llenándolo, saciándolo como sólo él podía, y Charles se sintió en el paraíso. Su ex embistió con fuertes estocadas, profundas, mientras Charles se sujetaba a la poca cordura que le quedaba, y a la camilla hasta que los nudillos le quedaron blancos.

Intentó morderse el labio para no gemir, pero Erik parecía ir cada vez más fuerte, y más profundo, obligándolo a perder el control. 

- Me fascinas, mi amor. Me vuelves loco... - Erik repuso contra su oído, haciéndolo estremecer de placer. Charles podría haber llorado de satisfacción. Se sentía tan completo, con Erik hundiéndose en él, con sus manos aferrando con firmeza sus caderas, y sus labios susurrando palabras de amor y de pasión.

Desearía que ese momento fuese eterno, y que nunca tuvieran que separarse.

O que nunca se hubiesen separado...

Charles alejó el amargo pensamiento justo cuando Erik rozó su próstata. Un gemido de placer salió de sus labios, y tras algunas profundas embestidas más contra esa zona que lo enloquecía, finalmente se vino, seguido por Erik que se descargó hundiendo su nariz en el cuello de Charles.

Unos minutos después, cuando Charles ya se había vestido casi en su totalidad, y Erik había hecho otro tanto, su ex decidió cortar el silencio incómodo.

¿Qué se suponía que tenía que decir? ¿Gracias por el fabuloso sexo? Charles sólo hubiese deseado tener una cama, y haber podido acurrucarse contra el cálido pecho de Erik.

Y en cuanto ese pensamiento surgió, Charles se asustó. ¿Por qué mierda estaba deseando algo así?

- ¿Se repetirá? - Erik preguntó con una sonrisa-derrite-corazones, y Charles no pudo evitar sonreír.

Hubiese deseado negarse, especialmente luego de su último pensamiento, pero no pudo. Se moría de ganas por repetir.

- Sólo si tú también quieres. - Se encontró diciendo, y antes de que pudiera hacer nada, Erik lo rodeó entre sus brazos y volvió a besarlo. Esta vez fue suave, dulce, y Charles se sintió tan cómodo respondiendo al gesto. Sus besos eran terriblemente adictivos.

- Estaré esperando impaciente nuestro próximo encuentro. - Erik conluyó con una sonrisa, aún sin soltarlo. Y aunque Charles podría haber seguido horas dentro de sus brazos, finalmente se separó.

- Bien... bueno, tengo que volver con los niños y preparar la cena... - De pronto toda la vergüenza que no había sentido antes, llegó a él toda junta. Pero algo había cambiado. Por más pudor que pudiera sentir, ya no se sentía fuera de lugar, o incorrecto. Era diferente.

- ¿Quieres que te lleve? - Erik se ofreció sin titubear, y Charles se negó rápidamente.

No podía caer en su casa con Erik. Tenían que separar los tantos.

- No, no. Los niños podrían pensar mal. Yo iré solo. Gracias... - Respondió algo nervioso, y tras terminar de juntar sus cosas, se despidió de su ex.

Estaba a punto de salir cuando Erik lo atrapó, y volvió a besarlo desprevenido. 

Un beso breve pero que logró derretirlo.

- Erik... no sé si sea correcto que... - El dedo índice de su ex lo silenció.

- No pienses tanto, sólo es un beso. - Erik respondió, silenciando sus protestas.

Para Charles era mucho más que sólo un beso.

- Bien, como sea. Debo irme. - Charles se lo dijo más para si mismo, y tomando su abrigo llegó hasta la puerta. 

La voz de Erik lo detuvo por última vez.

- Nunca creí que diría esto, pero fue increíblemente sexy follarte sólo con tus medias puestas. - 

Charles salió de allí, antes de que Erik pudiera ver el rubor en sus orejas, y su risa avergonzada.

*                      *                    *


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