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Dimensión Espejo por Whitekaat

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Notas del capitulo:

Capítulo nuevo al fín, despues de un tiempo, espero les guste y saludos a todos los  lectores y gracias por sus mensajitos <3

 

CAPÍTULO X

LOS MITOS, LAS VERDADES

 

Levantó su mano a modo de despedida mientras que con la otra sostenía aquel paraguas que no era suyo, aun sintiendo una especie de incomodidad dentro de su cuerpo, vio las ruedas del auto moverse mientras el sonido del motor se alejaba, estaba frente a su casa, algo ido, algo no pendiente de que aún llovía demasiado como para estar tranquilamente parado como si nada en la calle.

Aun no se aventuraba a comprender realmente que estaba pasando con su profesor, y si realmente lo que había ocurrido en el auto podía ser tomado como tal, incluso le temía un poco atreverse a sincerar lo que sentía, desde su primer encuentro con el moreno había sido todo demasiado confuso como para comenzar a dar las cosas por sentado.

Pero lo que saga no podía negar es que aquello le había gustado, ese beso que compartieron, esa nueva cercanía que tuvieron, la lengua de su profesor enredarse con la suya, las manos inquietas del moreno buscando tocarlo más pero conteniéndose en el proceso, sus manos temblorosas, ante la excitación, ante el recuerdo de lo que había ocurrido en su baño, las imágenes de su profesor desnudo rozando su cuerpo, todo aquello a pesar de todos los inconvenientes que le siguieron le había gustado y en el fondo todo ese tiempo que estuvo siendo besado por Aioria esperó que se repitiera.

La puerta de la casa se abrió de repente asomándose una cabeza cubierta de cabellos azules casi idénticos a los suyos y luego una mirada verde que lo analizaba por completo, sintió el calor en su rostro al sentirse descubierto, y conociendo a Kanon, sabía que luego de su reacción involuntaria vendrían preguntas demasiado directas, demasiado vergonzosas, el volvería a avergonzarse y seguiría manteniendo su postura que no ocurre nada.

A Kanon se le unió su madre con una mirada inquisidora, Saga sabía que en ese momento no estaba siendo el mejor actor del mundo, pero era algo que no podía controlar, caminó a paso lento hasta la casa siendo seguido por la mirada de ambos familiares, cerró el paraguas frente a la casa, actuando como si no estuviese actuando de manera extraña mientras su hermano pareció echarle un vistazo a su cuello sin encontrar nada incriminatorio.

Saga saludó a ambos y se adentró hasta la casa saludando a su padre que veía televisión en ese momento, él le respondió con una sonrisa mientras que su cara cambió a una confusa cuando vio las miradas de su otro hijo y su esposa concentrarse en el recién llegado.

 

 

***°***°***°°***°***°***

 

Tal vez no debió haber aceptado la invitación, aquella mañana mientras desayunaba con su familia e ignoraba las miradas fijas de su hermano y madre, escuchó en las noticias que sería un día bastante frío,  pero no haciendo caso y evitando lucir similar a su gemelo salió tan solo con un pantalón negro, una camisa y una chaqueta de jeans, una muy mala idea y ahora que sus dientes comenzaban a castañear lo sabía.

Kanon iba un poco más adelante junto a otros compañeros mientras él se abrazaba así mismo escuchando a Marín sobre lo lindo que eran los puestos y le brindaba miradas coquetas de vez en cuando. Pero ante todo aquel horrible frío no podía negar que realmente todo se encontraba más vivo que nunca, la gente paseando, familias, turistas, parejas, amigos, recorriendo las ruinas, comiendo comidas típicas y sabrosas cerca de la acrópolis de Atenas.

Algo lo mantenía intranquilo, algo que sabía muy bien de que se trataba pero trataba de ignorar, era fin de semana, al menos quería descansar de aquello, pero cada vez que deseaba hacerlo su profesor plagaba su cerebro en conjunto con sus recuerdos, el análisis de sus acciones, sus palabras y sólo tal vez, también se les unía sus sentimientos hacia él.

Saga suspiro, un mal hábito que ya estaba presente en él desde que comenzó su año escolar y cerró sus ojos al darse cuenta que otra vez comenzaba a pensar en el castaño, no notando la falta de ruido, no notando aquella extraña situación que sólo podría traer un mal augurio y no fue hasta que chocó su cabeza contra alguien que lo notó, cuando este no se quejó ni se movió, cuando todo pareció haberse congelado por completo.

Su vista se alzó hacia el horizonte observando una imponente figura se alzaba, sosteniendo grilletes en sus muñecas, como si estuviese apresado, el titán comenzando a moverse, en una dirección y para su mala suerte era de donde él se encontraba, saga recordó a los demás titanes,  buscando de que si esos seres lo buscaban o sólo había sido coincidencia toparse en su trayecto y luego de unos segundos lo notó, ellos siempre seguían una ruta, no importara el lugar donde aparecieran y esa era donde estaba parado en ese momento, la acrópolis, el lugar donde se alza el templo a la Diosa Atenea y si lograba recordar bien lo que había leído en su investigación, una diosa con una estrecha relación con la diosa de la victoria Niké.

Y al mirar hacia el templo divisó una luz de color dorado que se dejaba ver por entre los pilares.

Era mala idea, pero para ese punto ¿Cuál de sus ideas no lo había sido? Así que mientras como otras tres luces de color dorado se acercaban al titán, él se adentraba al templo de la diosa buscando una sola cosa, respuestas.

Era un ateniense, nacido en esa ciudad, uno muy malo de paso por ser aquella la primera vez que pisaba el templo, sus paredes en piedra, las enormes estructuras, del mismo material, algunas estatuas erguidas a los costados y al final del pasillo el lugar de donde la luz nacía. Con algo de temor y precavido dio pasos lentos, acercándose poco a poco, lo primero que vió fue una silueta, tras unos pasos más logró ver que se trataba de un cuerpo delgado y fino, y cuando estuvo casi al costado vió todo el panorama, una mujer, con sus ojos cerrados, descansando sobre una mesa de piedra blanca,  sus cabellos lilas derramados por todo el lugar, portando un vestido blanco mostrando porciones de piel y con adornos de oro en sus brazos, muñecas y cuello y uno muy especial, del mismo color, pero algo que realmente no podía considerarse un adorno, una Daga, una pequeña daga dorada con incrustaciones de joyas rojas en el mango enterrada firmemente sobre su vientre.

— Eres el primero que la ve Saga, de todos los siglos que llevamos en esta lucha, eres el primer hombre en conocer a la Diosa Atenea— Niké había aparecido frente a él con una sonrisa zorruna la cual le daba mala espina.

— ¿Por qué está así? — se atrevió a preguntar el gemelo.

— Veras, ambos venimos de otro dimensión, Saga, una llena de poderosos dioses que luchan en un guerra infinita por el control de ella y en una de tantas batallas su abdomen fue atravesado por el único objetivo capaz de destruir la inmortalidad de un dios— nombró la criatura alada apuntado hacia la daga.

— Con sus últimas fuerzas de vida, ambos huimos pero no teniendo el poder suficiente para caer en una nueva dimensión, Atenea creó esta, la dimensión espejo, la que una a la tuya con la que de donde nosotros venimos — terminó de explicar.

— ¿Aún se mantiene con vida? ¿Por qué acá? ¿Por qué esas cosas llegan a nuestra dimensión? ¿Por qué utilizan a gente de mi dimensión para batallar en esta? — sus voz había subido, Saga se sentía alterado, escuchaba el rugido del titán a lo lejos, y el temblor que producía por toda la ciudad al caminar.

— Ella aún se mantiene con vida, recuperando su poder poco a poco, recobrando sus fuerzas para quitar la daga y volver a nuestra dimensión, y ahí es donde ustedes entran, los necesita para protegerse de las amenazas de los titanes que llegan hasta acá, con un poco del cosmos de Atenea le brindamos poderes, les concedemos deseos, a cambio de protección y la recolección — Aquella última frase le había sondado extraño para él, Niké había estado más habladora que nunca y si este era el momento de enterarse de la verdad tras aquella dimensión y que ellos fuesen seleccionados para luchar, quería al menos saber la historia completa.

— ¿Recolección? — preguntó alzando una de sus cejas.

— Sí, recolección, cuando un caballero adquiere sus poderes todo aquello que destruya con su poder, todo aquello que se desarrolle en su corazón y alma, sentimientos, emociones y experiencia vuelven a Atenea, regresándole el poder que les brindó más todo lo que ellos recolectaron durante su vida como caballero — la sonrisa de la criatura más que mostrar amabilidad le causó miedo y temor, ellos eran contenedores, sólo eso, un contendor para almacenar energía para el beneficio de atenea, el recuperar sus poderes y despertarla de su letárgico sueño.

— Sólo nos han utilizado durante todo este tiempo…— respondió con voz baja el gemelo.

— Han ayudado a una gran causa, Saga, para salvar a la diosa y que vuelva a su batalla infinita — Saga observó una vez más a Niké mientras hablaba, sintiendo ira, rencor y tristeza, tristeza por las demás personas que no conocía, por Milo que murió siendo tan sólo un contendor de energía para el despertar de una chica.

— Esto debe terminar…— Niké miró al muchacho confusa, una última mirada decidida le fue entregada mientras un último rugido se escuchó a lo lejos y luego de aquello la misma sensación de cuando la batalla había concluido.

 


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