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Dimensión Espejo por Whitekaat

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Notas del capitulo:

Bueno, llegamos al capítulo 13, creo que podría considerarse el final de este fanfic, al menos de la trama principal traté de cerrar lo mejor que pude esta historia, evitar que quedara algún cabo suelto y si algo no se entendió o no quedó bien,espero me puedan escribir.

Gracias a los que leyeron este fic que supuestementa sería uno de "no, si será algo corto, de seguro no demorará mucho" bueno les mentí y casi un año y medio despues lo pude finalizar, vuelvo a dar las gracias a los que leyeron, a los que escribieron, a los que le dieron la oportunidad de esta extraña historia.

Spoilers: el viernes 16 subiré el epílogo para le cumpleaños de Aioria. <3 saludos espero leerlos en alguna que otra ocasión.

 

XIII

DESEO

 

Un hilo de un líquido tibio corría por su frente, por la comisura de su labio, sentía adolorido un costado de su rostro, uno de sus ojos apenas lograba entregarle imágenes, uno de sus brazos yacía lánguido a un costado de su cuerpo por una probable fractura y su pie derecho dolía como mil agujas clavándose en él cada vez que pisaba, dos de sus compañeros habían caído, y tanto él como Camus parecían que pronto tendrían el mismo destino.

Aquel titán era demasiado poderoso, demasiado fuerte, la combinación de sus ataques apenas podían causarle dolor. El titán recibió un golpe directo del hielo de Camus que comenzó a  cubrir todo su cuerpo, con la esperanza de que aquello lo inmovilizara lo suficiente para dar el golpe final, pero con una simple sacudida de su cuerpo el hielo comenzó a caer al suelo llevándolos una vez más contra las cuerdas.

Una de las guadañas se alzó en el cielo, tapando el sol por unos momentos hasta caer de lleno contra el cuerpo del santo de acuario, erebatándo la vida del penúltimo santo en pie, Aioria volvió a sentir ese miedo recorrer su cuerpo, se sintió pequeño frente a aquella imponente figura, sabía que en su estado actual no podría con aquel monstruo, en ese instante pensó en como odió aquel deseo que una vez pidió, odió tener que ser protegido por su hermano y por sobre todo odió el daño que le hizo a Saga y no poder protegerlo ni en esa, ni en la otra dimensión.

 

 

***°***°***°***

 

Podía describirlo como un fuego avasallador desde su interior, como un subidón de cafeína y adrenalina pero multiplicado por un digito que ni él mismo sabría nombrar, cada célula de su cuerpo recibiendo el poder de su deseo y controlando que la fuerza de este no  lo destruyera, volvió a sentir aquella sensación que tuvo ese mismo día cuando se desmayó, pero esta vez no lo hizo, apretando sus manos contra el suelo, gritando, buscando liberar en algo aquella sensación que sentía mientras que su cuerpo con cada segundo adquiría un halo dorado más y más brillante.

Y todo aquello cesó con el sonar del metal contra la piedra y el sonido acongojado en la garganta de una diosa.

— ¿Qué fue lo que has hecho? — Saga sentía la ira reprimida en la voz de Niké mientras que él con dificultad levantaba su cuerpo del suelo que a pesar del grueso metal dorado que lo cubría se sentía más ligero que nunca.

— Acabar con todo esto. — fue lo que respondió cuando en un rápido movimiento tomó la daga dorada frente a él y la encajó en el pecho de la divinidad alada, viendo como su cuerpo al igual que todo lo que perecía en esa dimensión se volvía polvo dorado.

Sentía aún aquel poderoso poder recorrer cada rincón de su cuerpo, casi como una sensación ajena a él, observó sus manos que estaban cubiertas al igual que la mayor parte de su cuerpo de aquel metal dorado, observó hacia su costado derecho unas alas de plumas que nacían desde su espalda en el mismo tono mientras que para su costado izquierdo otras alas pero más parecidas a las de un murciélago brillando con una luz dorada.

Saga ya poseía el poder, Saga ya tenía la Daga entre sus manos, ya había acabado con dos de los tres personajes que debían de desaparecer de aquella dimensión antes de dar aquel golpe final y con daga en mano y el alzar de la otra al techo dejó salir un poderoso rayo de luz atravesara todo hasta llegar al cielo.

Lo primero que se escuchó fue el rugido del titán a lo lejos, luego de eso una onda expansiva dorada se extendió por los cielos y tras aquello un crujido como de un cristal comenzando a trisarse, en el cielo se formaron grietas que comenzaban a cubrir cada espacio y pasado unos segundos comenzaron a caer trozos de lo que fue alguna vez el cielo de esa dimensión dejando entrever entre aquellas grietas un infinito y puro blanco.

Aioria frente al titán no daba crédito a lo que sus ojos veían, no entendía que estaba sucediendo, sólo podía ver como cada parte de la dimensión comenzaba colapsar al mismo tiempo que el metal dorado de su armadura se volvía polvo trayendo consigo un cansancio que desde año no sentía dejándolo tirado en el suelo y gritando de dolor por los golpes antes recibidos.

Entre la bruma acuosa que sus ojos dejaba ver notó que alguien había llegado junto a él, observó la enceguecedora luz que provenía de aquella persona y entre todo ese saturado color oro vió aquel azul tan característico de Saga.

Sintió el toque de sus manos sobre su rostro, sintió unas cálidas lágrimas chocar contra su cara que se unían a las que sus propios ojos producían, sintió unos tibios labios sobre su boca hasta sentir que todo su cuerpo era jalado fuera de ese lugar, mientras todo su interior gritaba por Saga, luego sólo gritaba por alguien, hasta finalmente peguntarse por quién era que estaba gritando.

Esa fue la despedida de Saga para Aioria, ya que ni él mismo sabía que ocurría con él al finalizar su deseo. El menor levantó su cuerpo del suelo, empuño otra vez la daga sobre su mano para de un salto y un golpe cercenar la cabeza del titán.

 No hubo sonido, no hubo aquella réplica de la ciudad sobre su cabeza, no cuando la dimensión comenzaba desplomarse poco a poco, tenía un par de minutos a lo más antes de que la dimensión espejo se desvaneciera en el olvido y antes de que aquello ocurriera utilizando el poder que guardaba en su interior cubrió su cuerpo y apareció frente al momento exacto en donde se iba a originar aquella dimensión.

La batalla se libraba entre los dioses, lanzas, rayos, tridentes y flechas eran lanzadas en una coreografía mortal que buscaba el deceso de alguno de ellos por el poder absoluto, y entre todo el caos un brilloso metal relucía frente a la diosa de cabellos lila.

Un brillo iluminó el lugar en donde todos los dioses luchaban trayendo la atención de todos, la presencia de un poder igual al de la diosa de la sabiduría apreció desde donde aquella luz nacía y con la misma rapidez, moviéndose como un rayo de dorado se coló entre los presentes hasta dar con la mano que cargaba la daga dorada que estaba punto de incrustarse en el abdomen de Atenea.

Tanto la mano del dios como la daga dorada calló al suelo, trayendo consigo el grito del ser divino que poseía cabellos hechos de llamas, la figura cubierta de metal dorado de Saga recogió el arma desde el suelo y con ambos puñales en manos y antes de que los otros dioses comenzaran a atacarlo tal como apareció con un brillo de luz se desvaneció llevándose consigo ambos objetos en las manos, en la derecha llevaba la Daga que lo comenzó todo representando su hilo temporal, mientras que en la izquierda llevaba la daga que pudo hacer lo mismo, la posibilidad de un nuevo comienzo.

Su cuerpo apareció entre los pocos vestigios que aún conservaba la dimensión espejo que comenzaba a desvanecer todo a su paso, reiniciando todos los acontecimientos ocurridos, dando paso a un nuevo futuro, uno sin la dimensión espejo, uno sin titanes, uno sin una lucha de la raza humana para salvar a una diosa que jamás lucharía por ellos, uno sin el dolor que causaba toda persona que pidió su deseo, uno en el que quizás él no volvería a ver a Aioria.

Ese era el sacrificio de su deseo, su deseo del poder necesario para evitar la creación de la dimensión, su cuerpo comenzaba a desvanecerse en la eterna blancura del infinito, ambas dagas que representaban todo lo que había vivido en ese tiempo habían terminado por deshacerse entre sus dedos, su cuerpo cada vez se hacía más ligero y cada lágrima que buscaba caer desde sus ojos desaparecía antes de dejar sus lagrimales.

Saga sintió dolor por perderlo todo, sintió dolor por perder a Aioria, luego sólo sentía el dolor por alguna persona que no recordaba, hasta sólo sentir un dolor desconociendo su fuente.

 

***°***°°***°***°***

 

Se levantó de golpe de su cama por el estruendoso sonido del despertador, cada día era más cansador aún y se preguntaba si realmente valía la pena todo ese esfuerzo, estiró sus brazos sintiéndolos más cansados que nunca y con una extraña sensación en su cuerpo, trataba de recordar el sueño de la noche anterior, pero mientras lo intentaba cada imagen desaparecía al instante trayendo frustración en parte por no recordar y por estar preocupándose por sus sueños cuando ese día tendría demasiado trabajo por hacer.

Su celular sonó nuevamente esta vez mostrando una llamada entrante por la pantalla, el castaño suspiro al mismo tiempo que rodaba sus ojos, ya que conocía de sobra de que se trataría esa repentina y temprana llamada.

— ¿Qué sucede Aioros? — preguntó llevando el celular contra su oreja.

— Esa no es forma de saludar a tu hermano mayor — replicó el otro a través de la línea — menos cuando podría traerte buenas noticias —

— No iré — sí, ahí estaba aquella manía de su castaño hermano mayor de buscarle parejas y estaba seguro que esa llamada traería consigo una cita arreglada para esa misma tarde.

— Pero si aún no digo de que se trata— contestó.

— Conociéndote debe tratarse de alguna cita arreglada para que alguna chica logre moldearme y comience a ser más agradable para todo el mundo, y no, te lo adelanto eso no funcionará — Aioria comenzaba a sentir un dolor punzante en su frente, era demasiado temprano para escuchar los inútiles intentos de emparejarlo para ayudarle con su personalidad.

— Pese a que no he perdido la esperanza con eso, esta vez no, es algo que de seguro no podrás rechazar— siguió contando con un zorruno tono de voz — dentro de algunos meses tendrás que mudarte a Atenas, algo que tiene que ver con un reemplazo muy bien pagado, que tal vez no sea tan reemplazo. —

— Juntémonos en el bar de siempre, apenas salga de la escuela nos vemos y me cuentas los detalles, se me hace tarde, adiós hermano— El menor alcanzó a escuchar una entrecortada despedida para volver a estirar su cuerpo deseando que la propuesta de Aioros sea lo que necesita para acabar con todos sus problemas, tanto de cansancio, de trabajo y financieros.

 

 


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